De un momento a otro me volví una completa putita

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Soy Betty, tengo 18 años y estudio en la preparatoria técnica para asistente ejecutiva. Mi escuela se encuentra en las afueras de la ciudad, donde la mayoría de las calles no son de pavimento sino de tierra. Mis papas se han esforzado mucho en pagar mi escuela y a cambio yo me he esforzado por no defraudarlos, aunque he podido irme por el camino fácil de aprovechar mi belleza para trabajar como modelo o bailarina. Mi piel es clara, cabello rubia largo ondulado, tengo ojos claros y cara bonita. Lo más atractivo que tengo son mis tetas, redondas, duras, blancas, firmes, pezones rosas grandes, duros, tetas jugosas, jovencitas, que muchos hombres desean poseer. Aunque también mis piernas blancas, delgadas, firmes, atraen mucho las miradas, sobre todo de los hombres que desearían abrirlas y poseerme. Conociendo mis atributos, aprovechaba usar mi uniforme de escuela para hacer notar mis tetas redondas, y enseñar lo más que podía mis piernas, mis muslos mi culo. Pero siempre fui una buena niña, bien portada y buena estudiante, yo no era como algunas de mis compañeras del colegio que terminando las clases se ponían en una esquina junto a la calle de la escuela esperando que un hombre las subiera a sus autos y se las llevaran, o las que ofrecían abrir sus piernas a los profes para no reprobar la materia o pasar los exámenes. Unas calles atrás de mi escuela, entre calles sucias y de tierra, hay varias cantinas y bares, donde en las tardes los albañiles, taxistas, choferes, mecánicos y otros hombres de esa clase se reúnen para tomar y beber, muchas veces hasta caer de borrachos. Esas cantinas están bien ubicadas, cerca de la escuela para que las colegialas y alumnas pacen cerca al salir de clases y esos hombres puedan apreciarnos caminar y nos morboseaban al mirarnos, pero también algo escondidos para que los padres no se dieran cuenta. Pero todas las chicas de la escuela sabíamos de su existencia. Y también sabíamos que si necesitábamos algo de dinero, podíamos ir a alguna de esas cantinas y atender algún hombre o a varios. Yo nunca lo he hecho aunque tengo amigas que les gusta ir saliendo de la escuela.

Un día estaba castigada después de clases, estaba con Karla y otras chicas en un salón. Karla era una chica muy sensual, es morena, tetona, pelo largo y labios carnosos, sus enormes tetas redondas y morenas hacían que cualquier hombre que la viera tuviera una erección. Nosotras juntas seríamos la fantasía de cualquier macho, una morena y una rubia jovencitas y llenas de hormonas. Saliendo de la escuela después del castigo, camine hacia la esquina para buscar un taxi o el camión para ir a mi casa cuando Karla llega y me agarra de mi mano y me jala para que la siga, le pregunte que a donde íbamos pero ella no me contesto solo se reía. Me llevó por las calles detrás de la escuela, las cuales nunca antes había caminado. Eran calles más sucias, de tierra, las casas mas humildes, sentía como los hombres nos veían con morbo, algunos se agarraban su paquete sobre el pantalón mientras pasábamos, cualquiera pudo habernos agarrado y sometido a cumplir sus deseos mas sucios. Al fin giramos en una calle, la cual estaba llena de bares de mala muerte y cantinas, había hombre dentro de los establecimientos y afuera caminando, platicando o sentados en las banquetas tomando. Me jaló y cruzamos la calle y me llevó hacia uno de esos locales. Nunca había sentido tantas miradas tan morbosos, eran como perros viendo dos trozos de carne. Karla miraba hacía el interior como buscando a alguien mientras yo no podía acostumbrarme a ese ambiente. Mire hacia adentro del lugar y no solo vi hombres sentados en las mesas bebiendo y pasándola bien, sino también varias chicas, aparte de las meseras que vestían con poca ropa, había varias chicas la mayoría usaban uniforme de mi escuela pero también de otros colegios. la mayoría de ellas estaban sentadas sobre las piernas de hombres, otras abiertas de patas, algunas con las tetas de fuera, algunas besándose con esos señores, otras riendo y tomando. Karla saludo a alguien y me jaló y nos metimos al lugar. Ella me dijo, ven Betty vamos a divertirnos. Me llevo hacia una mesa en el fondo, donde era mas oscuro y las parejas podían disfrutar mas de intimidad. Ella me soltó y se sentó en las piernas de un hombre, se besaban mientras el hombre la manoseaba con lujuria metiendo su mano dentro de su falda y agarrándola del culo acariciando sus piernas, sus muslos y su otra mano apretando una teta con fuerza. Me quede viendo cuando sentí la mano acariciar mi pierna y subir por mi muslo hacia mi cola. El hombre agarro mi otra pierna y la jaló para que me sentara con mis piernas abiertas sobre de él. Había aparte otros dos hombres en la mesa.

Oía los gemidos de Karla, mientras el hombre que me tenía empezaba a manosear y disfrutar de mi cuerpo, los hombres eran maduros, viejos, se veían sucios, imagine que eran taxistas o choferes, estaba gordo, pelón, moreno, imagine que tendría una esposa vieja, gorda y fea como el, así yo para el era un manjar que quería disfrutar. Ma tocaba mis piernas, mis muslos, subió mi falda, desabotonó la camisa de mi uniforme y la abrió para mirar mejor mis tetas, sus manos negras y sucias las pasaba sobre mi piel blanca y delicada. Apenas abría mi boca para protestar cuando con una mano jalo mi pelo hacia atrás y acerco su boca a la mía para meter su lengua comerme. sentí sus labios juntarse a los míos, su lengua invadir mi boca, se tomó mi saliva como si fuera el mejor nectar, una de sus manos sujetaba con fuerza de mi pelo mientras con otra apretaba una de mis tetas y la jalaba fuera de mi sostén. Traté de alejarme y resistir a sus deseos, pero me apretaba con fuerza y me comía con lujuria. Se acerco una de las meseras y oía al hombre que tenía a mi amiga decir:

– Traigan una jarra de cerveza a este par de putas.

– enseguida señor, dijo la mesera.

– y me puedes conseguir un par de putas para mis amigos, para que no estén solos.

En eso el hombre que me tenía agarro mi mano y me la llevó a su pantalón, su cierre ya estaba abierto y me hizo meterla dentro. Sentí una verga ya dura y caliente palpitando, la agarre y se la apreté mientras el chupaba y mordía uno de mis pezones y sus manos apretaban y abrían mis nalgas, sentía uno de sus dedos acariciar y frotar el agujero de mi ano por dentro de mi calzoncito.

En eso llegaron dos mujeres, eran jóvenes pero se veían mayores a nosotras dos, se veían morenas, delgadas, tenían algunos tatuajes. Usaban zapatillas de plataforma, usaban lencería lo que las hacía ver como zorras, cada una se sentó en las piernas de los otros dos hombres, así cada uno de los cuatro ya tenía una mujer. Llego la mesera con la jarra y dos vasos para mi amiga y para mi. El hombre pidió otra jarra para las putas que habían llegado, al perecer había que pedir bebidas a las mujeres para que no se fueran o algo así debían de ser las reglas del lugar.

Oía los gemidos de las otras chicas, los besos, como se movían los cuerpos, en eso oí a mi hombre decir:

-Anda sácala, bien que la quieres dentro de ti

No me había dado cuenta que estaba apretando duro su verga, la jale y se la saque fuera del pantalón, era negra, grande, dura, sentí el aroma a verga, tenia pelos oscuros y con canas en la base del pene y los huevos. Empece a sobarle su verga con su mano, de la forma como yo sabía, seguía bien dura, parada, su cabeza era morada, palpitaba, casi sentía la sangre circular. Imagine que nunca esa verga había penetrado la rajita de una nena y menos de una niña como yo.

-Te quieres sentar encima de mi verga, verdad puta?

Yo moví la cabeza diciendo que si, el con su mano jaló hacia un lado mi calzoncito dejando al aire mi rajita mojada, calientita, es rosita, con pelitos rubios, labios rosas, bien cerradita, apretada, aun con muy poco uso. Nos acercamos más y sentí la verga y mi vagina tocarse, frotarse, sentir nuestro calor de macho y hembra. El hombre me acerco mi vaso de cerveza y me hizo beberla. Tome suficiente para poder sentir su efecto y ayudarme a abrirme más y sentirme más animada. Me quitó mi camisa del uniforme y mi sostén, quedando con las tetas al aire. Abrió su boca y empezó a comerse mis tetas, los pezones, apretaba mis nalgas, mis muslos, su verga frotaba mi raja, yo empece a gemir y jadear como hembra en celo, deseosa de ser penetrada y poseída.

– Estas mil veces mejor que mi nieta, a esa puta le tengo que dar un par de cachetadas para que me abra sus patas, en cambio tu ya eres toda una zorra.

– su nieta?, le pregunté.

– si, es como de tu edad, y bien que le gusta la verga, como tu.

En eso oí un gemido profundo de mi amiga e imagine que en ese momento estaría entrando y penetrando la verga de su hombre llenándola de carne su interior, trate de ver a las otras putas y las vi igual sin sostén con las tetas de fuera. Nunca había estado en un lugar donde el sexo fuera así de libre. Mi raja estaba ya mas que lista para ser violada, agarro mi pelo y me jalo hacia atrás lo que hizo arquear mi espalda y hacer que mis tetas salieran y lucieran su tamaño, la forma redonda y firme, estaban rojas de tantas chupadas y mordidas que me había dado, los pezones bien duros y erectos deseando ser mamados. Yo ya estaba sudando, mi piel blanca brillaba con el sudor como si estuviera con aceite, lo que hacía que el morbo y la lujuria aumentaran más. Empecé a escuchar más gemidos y me empecé a sentir más nerviosa. Me acomodó para que el ángulo de la penetración lo ayudara a meter su verga.

-Toma puta, lo que tanto necesitas.

Me agarró de mis caderas, me sostuvo y empezó a jalarme mientras enterraba duro y con fuerza su enorme verga penetrándome, ensartándome, abriéndome con su fuerza, me incline hacia atrás arqueando mis espalda, abriendo mi boca sintiendo su carne invadir profundo dentro de mi, jalo mis caderas con fuerza hasta que penetró toda su enorme verga llenando mi cavidad hasta mi útero. Estaba toda abierta, ensartada, siendo cogida por eso macho maduro.

-Estoy nerviosa, me da miedo.

-Quieres ir a un privado, eh puta?

Moví la cabeza, el llamó a la mesera y le solicitó un privado, un rato después se acerco un hombre que imaginé era el capitán de meseros y apuntó algo, le dijo algo a mi hombre y el contestó:

-Entonces llévenos una botella de tequila y dos horas de privado.

-Enseguida, señor, puede usted y su mujer seguirme, contestó el mesero.

Trate de agarrar mi ropa, pero el no me dejo, quería exhibirme, mostrar su trofeo, presumir a los demás en las otras mesas la hembra que se cogería en el privado, caminamos hacia una escalera, donde imagino todos sabían que se encontraban los privados, así el honor de cualquier mujer quedaba destrozado, ya que cualquier mujer que sube esas escaleras con un hombre significaba que sería para que la cogieran. Nos acercamos a la escalera, cuando una pareja bajaba por la misma, la chica la reconocí, era una compañera de la escuela, la había visto antes pero nunca habíamos platicado, bajaba casi desnuda y descalza, junto a ella un hombre maduro, tenía apariencia de albañil, no imaginaba como un hombre tan feo y sucio había podido comerse a una chica tan joven y bonita. Luego me di cuenta que yo estaba igual que ella, en cualquier otra situación o nunca me habría interesado y mucho menos le habría dado la oportunidad a alguno de los hombres de esa cantina. Y ahora estaba subiendo las escaleras de la mano de un viejo que me iba a penetrar de nuevo en unos minutos. Caminamos hacia los privados, que eran cuartos separados por cortinas, se escuchaban los gemidos, los roces de los cuerpos, el sonido de los cuerpos al chocar, los quejidos de las mujeres pidiendo más placer. El mesero abrió una cortina y entramos, había un como colchón desnudo tirado en el suelo, a lado había como un sofa de terciopelo, sucio y con hoyos. Junto a la esquina había una mesa con rollos de papel de baño, sobre la mesa el mesero colocó una botella de tequila, un cubo con hielos y dos vasos y varios condones, el hombre señalando los condones le dijo al mesero que se los llevara que yo era su mujer.

El mesero sirvió lo vasos con tequila hielos agua, salió y cerró la cortina del privado, el hombre me dio el vaso y de nuevo me hizo beberlo todo, mientras servía de nuevo mi vaso, me señalo el colchón y me ordeno que me desnudara toda, me quite la faldita y mi calzón, me quite mis zapatos y me quede solo con las calcetas del uniforme. Se acerco y se puso sobre mi, yo acostada boca arriba, abierta de piernas, sin mucho romanticismo procedió a penetrar y seguir donde habíamos quedado. Empezó a bombearme fuerte, penetrando duro, profundo, abriendo con su fuerza de macho, sentía su peso aplastarme, me sentía su hembra, siendo sometida y dominada para darle placer, nuestras carnes se fundían dentro de mis entrañas.

-Quieres que te preñe, verdad puta

-Si préñame toda.

Me sentía una mujerzuela, como esas prostitutas que vendían sus carnes al mejor postor. El hombre manoseaba mi cuerpo, me lamía la cara, mordía mis tetas, metía duro y sin piedad su enorme verga dentro de mi vagina aún juvenil. Aunque mis tetas eran naturales, parecían de plástico por lo duras, redondas y firmes que se veían, los pezones rosas y erectos, las tetas rebotaban con cada embestida, estaba siendo cogida sin piedad. Era una bestia que le interesaba solo su placer, me usaba como objeto sexual. Mordía mis pezones, penetraba con un dedo mi ano. Oír los quejidos y gemidos de las demás putas me excitaba más, me empezó a dar más duro y fuerte, para que me doliera y mis quejidos fueran más fuertes, pensé que tenía que ver son su virilidad, supongo que es más macho el que logre hacer gemir más fuerte a su hembra, era como una competencia de quien se lo hacía más fuerte a su mujer. Levantó mis caderas, y puso mis piernas sobre sus hombros, dejo caer su peso lo que hizo que pudiera penetrar más profundo, sentí sus huevos golpear mis nalgas, las penetradas mas profundas, su cuerpo inyectó mas sangre lo que hizo su verga aumentar mas de tamaño y mas grosor lo que me hizo dar mas placer al llenarme mas y apretar más contra las paredes de mi vagina. Las penetradas fueron más intensas, duras y profundas, lo que hizo mis gemidos ser más fuertes.

-Préñame, hazme tu mujer, tu puta, poséeme.

-Toma puta, toma verga ramera.

-ayyy ahh más dame duro.

– Toma verga, hija de puta.

Me sujetó con fuerza de mias caderas, enterrando sus dedos en mi carne, metió lo mas profundo que pudo, tratando de meter hasta los huevos dentro de mi, enterrándose hasta dentro, tratando de depositar lo mas dentro posible, en mi útero toda su leche, su semen para fertilizar mis óvulos así poderle dar más crías. No sabía nada de él, si estaba casado, cuantos hijos tenía, cuantos nietos, en que trabajaba, nada importaba, solo que yo era su hembra, su perra en celo, su depósito de semen, su ramera para preñar y darle más crías.

Sentí una explosión dentro de mi, inundar mi depósito, como si fuéramos perros, su verga estaba tan hinchada y mi cavidad tan estrecha, quedamos atorados, así su semen no podía escurrir hacia fuera porque su verga como un tapón lo impedía, así mi útero podía abrirse para recibir la leche y empezar el proceso para fertilizarme, yo sin estar consciente de lo que pasaba dentro de mi, empezaba el proceso para iniciar a funcionar como mujer, como hembra. Mis muslos temblaban por el esfuerzo, mi piel brillaba, las tetas parecían cubiertas por aceite, se veían bien duras y redondas, como si estuvieran llenas de leche y apunto de explotar, rojas de tanto ser chupadas y apretadas. Respiraba agitada, mi pecho se movía con mi agitación y las tetas rebotaban firmes. Seguía abierta con las patas extendidas, seguíamos atorados por el enorme grosor en que aumento su verga, lleno de sangre que bombeaba su cuerpo, sus huevos habían inyectado dentro de mis entrañas una enorme cantidad de leche caliente, añejo, de maduro. Aún faltaba mucho tiempo en el privado y gran parte de la botella de tequila. No me importaba estar acostada en ese colchón viejo, sucio y lleno de manchas, lo que quería era seguir abierta recibiendo esa verga que me daba placer como nunca antes había recibido

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