Necesitaba sentirse mejor, necesitaba que alguien la hiciera sonreír. Hice lo que tenía que hacer le devolví una sonrisa a una mami
Ella sabía que iría a recogerla, así que aparqué en doble fila, en frente de su portal.
Apenas se hizo de rogar y cuando abrió la puerta, mis colmillos crecieron unos centímetros.
Venía con un vestido minifalda rojo, que se le pagaba perfectamente al cuerpo, resaltando todas sus curvas. Me miró con sus preciosos ojos verdes y me sonrió. Sabía que iba espectacular y quería provocarme.
No se engañaba tampoco. Sabía que me gustaba y que iba a terminar follándomela. Sabía que quería jugar conmigo y ponerme cardiaco. Aunque yo también quería jugar con ella y calentarla hasta que saliera lo zorra que era y me pidiera que la follara.
Ya dentro del coche sus piernas me pusieron malo. No pude ni quise evitar que mi mano las recorriera sin ningún recato. No había decidido a dónde la llevaría, pero dado que se había vestido así decidí llevarla aun sitio elegante, que me daría mucho juego. Estaba un poco lejos, pero no pasaba nada, me gustaba disfrutar de ella a mi lado en el trayecto. Y así tenía tiempo para descubrir que llevaba debajo.
Cuando llegamos aparqué un poco lejos en un parking que por la noche me daría mucho juego. Tuve cuidado de aparcar de manera que quedara junto a una pared.
Le abrí la puerta, le tendí mi mano para ayudarla y cuando salió, la besé con todas las ganas que ya tenía, contra el coche. Un beso largo y húmedo, en el que no sabría decir quien tenía más ganas. Abríamos seguido o incluso podría haberla hecho algo más; pero me contuve. Solo me permití agarrarle una teta y mordérsela por encima del vestido rápidamente. Tiré de su mano, y la conduje a la salida. Sabía que venía a mi lado luchando con sus tacones por el suelo irregular y con una sonrisa.
Una vez fuera, cruzamos hasta una coctelería que tenía música. El sitio era más parecido a un pub, con distintos ambientes. No tuvimos suerte ya que estaba lleno a reventar, aunque nos hicimos con una mesa al fondo de pie.
Entre el ruido y la gente la tenía muy cerca. Olía su perfume. El canalillo de sus pechos me ponía malo. Y cada vez que me acercaba a decirle algo al oído, luchaba por no morder ese cuello.
Miraba por encima de su hombro y veía como muchos la miraban con deseo. A ella también le gustaba que la mirarán y la desearán. Hacía mucho que no veían más que a la mamá, en vez de a la mujer. Y el que la tuviera cerca, que la recorriera discretamente y la apretara contra mí, la hacía sentirse deseada; de nuevo.
No me corté, recorrí su culo, su cintura. Mientras veía como otros cuchicheaban.
Bajé a besar sus hombros y su cuello al hablarle muy lentamente. Podía notar como se le erizaba la piel con mis lentas caricias y como un ligero rubor empezó a subirle.
Una silla alta de bar quedó libre y aproveché para sentarla. Ahora sus preciosas piernas lucían mucho más y sus pechos quedaban a mi alcance. Me miró como retándome a que siguiera. Y distraídamente se puso a mirar a un grupo de jóvenes de gimnasio.
Ya sabía que llevaba un sostén de los que realzan, pero no cubren el pezón y una braguita diminuta. Que no llevaba liguero, pero si medias con blonda de las que se pegan al muslo.
Así que reclamé su boca, mientras recorría sus muslos. Empezamos con ganas, pero acabamos jadeando. Así que paramos para recolocar la ropa y que bajaran los colores. La tenía con las piernas juntas a mi lado y la recorría a placer. El mundo había desaparecido para mi y solo ella existía.
La pedí que se quitara la braga. Me miró risueña y simplemente se excuso para ir al aseo. Pedí copas nuevas mientras recorría el local para ver que me ofrecía. Lo cierto es que había mucha gente aún. Chicos y chicas jóvenes de cacería, parejitas y los típicos cazadores y provocadoras. No estábamos al final de un lado del pub, pero teníamos gente cerca y en la barra, que nos veían perfectamente.
Volvió e hizo ademán de volver a subirse y se paró en seco. Había caído, en que por la altura y ya sólo por el movimiento de subida, quizás enseñara algo más de la cuenta. La duda solo le duró un segundo, en que subió u se quedó con las piernas muy juntas, mientras me miraba retadora.
Si ella se había atrevido no iba a ser menos, así que me pegué a ella, puse mi mano en su rodilla y mientras recorría la parte interior de su muslo hasta su coño. Llegué a sus labios a la vez, con los míos y con mi mano. Dio un respingo, me abrazó y se lanzó a por mi boca mientras cerraba, no demasiado, sus muslos para sentirme pero que no se viera nada. Ya estaba mojada. Y ahora si enseñó la blonda de sus medias.
Yo disfrutaba de su boca y de su coño.
Empecé a pellizcar su clítoris y a recorrer sus labios con mis dedos. Su lengua me decía que le gustaba. Hasta juraría que ronroneaba con mis caricias.
No sabría decir cuanto estuvimos así. Decidí hacer un alto y que tomáramos algo de bebida, lo que no le hizo mucha gracia. Y más cuando vio que discreta mente éramos el centro de atención de los de la barra. Las chicas le miraban mal y los chicos con cara de salidos. Se intentó esconder detrás del vaso, mientras bebía algo.
La miré y me reí. Me acerqué al oído, mientras seguía tratando de esconderse inútilmente tras el vaso y le dije:
– No seas idiota. Alguna va a disfrutar esta noche con el calentón que le has dado a su amigo. Así que no seas mala y abre las piernas.
Me sonrió y las abrió. No mucho, pero sabía que desde un par de metros se vería bien su coño. Y ni que decir los que un poco más allá estaban en butacas y a los que le quedaría a la altura de los ojos. Pero lo suficiente para que un par de chicas tirarán del novio y se fueran a otra parte del pub.
— ¡Así no! Rápidamente le abrí las piernas con mis manos y me situé entre ellas. Oí como alguien se atragantaba a mi espalda.
Sus ojos y el color de sus mejillas me dijeron que no se lo esperaba.
La parte de la minifalda del vestido ahora quedaba levantada mostrando sus medias y quizás incluso en el trozo entre nuestros cuerpos, claramente su coño.
– Sé que te pone que te vean y que juegue contigo. Pero no quiero que nos echen del bar todavía. Así que confía en mí.
Agarré la banqueta con ambas manos la deslicé girando, de manera que quedó de espaldas a los que miraban. Para mí solo.
El miedo que, apenas hacía un momento, invadía sus ojos, dio paso al morbo de la situación.
Pero si pensaba que se había librado, estaba muy equivocada. Ahora solo podían ver su bonita silueta, de espaldas, conmigo entre sus piernas. Quizás desde el lateral alguno pudiera ver parte de sus muslos, pero no mucho más.
Así que, acto seguido, subí mi mano a su pecho derecho. Sus ojos me lo dijeron todo. Nadie podía verme por la posición. Acaricié su pecho hasta localizar el pezón, mientras le robaba ese beso que no se esperaba en ese momento. Apreté, mientras ella se pegaba más y más a mí.
Su vestido dejaba un escote amplio y sexy, pero difícil de bajar. Lo que no fue problema para que lo desplazara aun lado y pudiera alcanzar su pezón con mis dedos. Un gemido se deslizó en nuestro beso. Lo que aproveché para baja hasta el pezón y morderlo, antes de volver a subir a reanudar nuestro beso.
Su cara era de sorpresa, morbo, deseo…. vergüenza y miedo, pero estaba muy, muy excitada. Notaba su sexo caliente en el mío, por la proximidad que teníamos.
Algunos más lanzados, pasaron cerca nuestro, lo que hizo que se estirara, con lo que el vestido volvió a su posición liberando el pezón de mis dedos y cubriéndolo.
Con una sonrisa tonta, tomó un trago. Me miró y me sonrió.
La situación era ciertamente curiosa. Rodeados de gente, alguna atenta a nuestros movimientos y sin que pudieran ver, aunque intuyeran.
La besé de nuevo, pegándome a ella y esta vez sí, mi mano se coló entre sus muslos. Estaba caliente y mucho más húmedo de lo que pensé. Ella se pegó a más a mí, supongo para que no se viera lo que hacía, pero disfrutando de lo que le hacía. Jugué con sus labios, le di un par de golpecitos a su botón.
Paró un par de veces el beso, para mirarme intensamente. Pero, pese a la vergüenza que sentía por estar en un sitio público con gente mirando, en ese momento estaba totalmente entregada al juego y a mí. No me engañaba. Había una tenue línea que si la sobrepasaba haría que pudiera más el miedo y se retirase.
Durante el primer orgasmo, me beso con una pasión inusitada. Supongo que para que nadie se diera cuenta. Continuamos besándonos hasta que se tranquilizó y pudo de nuevo coger su copa.
Hizo amago de retirarse, pero la abracé y seguí más fuerte con mis dedos. Me miró con cara de no voy a poder. Pero si que pudo y el segundo, aunque quería besarme para disimular. No la dejé. Simplemente nos mirábamos y yo veía en sus ojos como se corría, mientras trataba que no se le notara en la cara.
Cuando terminó, esta vez si me retiré de entre sus piernas y la deje ir al baño; mientras terminaba mi copa.
Al volver traía esa cara de satisfacción y vergüenza a la vez. Esa cara de: ¿Nos habrán visto?, a la par que de haber disfrutado. No se atrevía a mirara hacia los lados por no encontrase con la mirada de los de alrededor. La invité a un trago, para que se recompusiera y se atreviera a mirar. Conversamos un rato y nos reímos mirando a más de uno que se atrevía aún menos que ella a mirar. Diría que estaba aún más bonita que cuando entramos en el local. Era otra e irradiaba felicidad, lo que la hacía bonita, con ese puntillo sexy de las mujeres seguras en sí mismas.
Pero…jeje ….. aún quedaba mucha tarde.
– ¡Que calor! Vamos fuera a respirar un poco.
Sorpresa, era de noche. Y hacía casi tanto calor fuera como dentro. Desde luego cuando uno se lo pasa bien el tiempo pasa volando.
– “Hay un sitio que te gustará cerca de aquí y podemos ir paseando.”
La cogí de la mano y nos fuimos dando un paseo. No se contuvo y se pegó a mí, por lo que rodeé sus caderas, aunque no pude evitar dejar mi mano a la altura de sus caderas, cerca de su culo. Era y es una tentación.
Como dos enamorados, lo que literalmente éramos, nos encaminamos por la acera hacia la oscuridad…………………………..
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Pensaba haber escrito todo lo que sucedió esa noche.
Si os interesa decídmelo……………….