No me pude resistir y tuve que serle infiel a mi pareja

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Este fue mi primer relato. Espero que les guste, lo vuelvo a subir, pero ahora corregido.

Coquetear contigo, es una de las partes favoritas de mi ocasional día. Y me refiero a que ya no lo hago tan seguido, te debo respeto, ante todo.

Pero en verdad a veces no lo puedo evitar.

Y lo que empieza con un simple hola casual, con un mensaje solo para saludar, se convierte en una conversación de lo más pervertida. Y me encantas porque solo contigo puedo charlar así. En persona y por mensaje. ¡Tienes ese algo!!

Me sorprende tu último mensaje.

“Ya llegué”

Se me escapa un pequeño grito que es mezcla de sorpresa y alegría también. ¡Estaba completamente convencida que ibas rumbo a tu casa!!

¿Es que acaso pretendes volverme loca? Yo tratando de portarme lo mejor posible, en lo que cabe claro está, yo sé bien que ni siquiera debería mandarte mensajes, pero heme aquí. Mis manos tiemblan de nervios.

Estoy emocionada, creí que no te tomarías la molestia en venir.

Corro a observar la calle y aun no veo tu carro.

Así que me tomo el tiempo de acomodar un poco y cambiar la música. Poner algo que te guste, corro a la habitación y saco la bolsita de terciopelo que contiene tu regalo, el objeto por el cual haces acto de presencia aquí el día de hoy, aquel por el que empezó nuestra conversación.

No sé si guardármelo en el bolsillo de atrás del short o dártelo cuando llegues, estoy más nerviosa aún.

Me asomo de nuevo a la calle, veo tu carro acercándose.

Decido dejar la bolsita a un lado, en algún momento me la pedirás o yo te la daré, no lo sé, ya veremos.

Una última vez me asomo a la ventana, estas bajando del carro.

Y como siempre me sucede, justo antes de verte, me muero de nervios, respiro profundo y salgo a recibirte antes de que toques a la puerta.

Te sonrío y te ayudo con tus cosas para que entres a casa. Sonriendo, agitada y esperando que no lo notes.

En cuanto cierro la puerta, apenas cruzamos unos cuantos “Hola”, el clásico “estás loca”, “estamos locos” y ya me estas besando y acariciando. Me pegas con decisión a ti, para que me dé cuenta de lo excitado que estas, no era necesario, pude verlo en cuanto abrí la puerta. Y era inevitable, pues se marcaba claramente en la entrepierna de tu pantalón.

Pero aun así agradezco la cercanía, porque me encanta besarte, y me encanta tocarte.

Creo que nunca te he dicho claramente que me tienes a tu disposición absoluta con solo tronar los dedos.

O tal vez si lo he hecho.

Me arrastras hasta la habitación, entre besos y caricias, tu lengua saborea mis labios mientras con gran maestría abres la puerta de mi habitación sin ver, que bien conoces mi casa, y me acercas hasta la cama.

Me gusta que me toques, me encanta que me masajees los senos, que busques mi humedad.

Que gratificante es sentir que me muerdas el cuello mientras te deshaces de mi blusa, y que bajas besando mis pechos mientras vas bajando el short que traigo puesto. Y yo estoy desabrochando tu cinturón, quiero ver tu miembro, quiero sentirlo en mis manos.

Me gustas tanto.

Hoy estoy más alta que tu pues traigo tacones, pero parece no molestarte, incluso creo que quedé a mejor estatura justo ahora. Te bajo el pantalón y me acuclillo para meter tu fabuloso pene en mi boca. Tenía tantas ganas de saborearlo, de acariciarlo con mi lengua, así que me deleito observando tu reacción mientras te como.

Me pongo de pie de nuevo para que continuemos con esto.

Recorres mis senos y mi vientre con una mano mientras con la otra me tienes sujeta de la cintura, llegas a mi vagina que ya está totalmente húmeda por tus anteriores mensajes y por tus recientes caricias, me gusta que deslices tus dedos dentro de mi boca para que pueda saborear mis propios fluidos, lo haces de nuevo, metes tus dedos en mi interior y después en mi boca, te gusta mi reacción a todo lo que haces.

A mi igual.

Eres tan apuesto y tu actitud te vuelve poderoso ante mí.

¡Me traes loca!

Tu mirada está haciendo que me excite aún más.

Me recuestas en la cama y bajas rápidamente a saborear mi intimidad.

¡Eres la gloria!

La bolsita de terciopelo esta sobre la mesita de noche a lado de mi cama y la tomas con decisión. Con una mano me masturbas y con la otra estas abriendo la bolsita.

Por fin sacas tu pequeño regalo. Obvio tú ya sabes que es porque ya te había enviado una foto de el.

Es una joya anal, me la muestras mientras media sonrisa se cuela en tus labios solo por unos momentos.

Y la lubricas con mi propia humedad. Estas listo para hacer uso de tu regalo y puedo verlo en tus ojos.

No sé cómo explicar esa mirada, me cautiva, me excita sobre medida, pero no sé cómo explicarla.

Y la introduces en mi ano, poco a poco, jugando con ella, sin obligar demasiado, eres todo un experto en esto, no me lastimas para nada y me está gustando mucho.

Y todo se vuelve sensaciones para mí. Dejo de ser dueña de mis actos y me entrego con total locura a ti.

“Haz de mi lo que quieras” y dejo de pensar. Solo quiero seguir sintiéndome así.

Una vez que la joya ya está completamente adentro de mí, juegas con ella un poco y aquí viene lo bueno, te preparas para penetrarme y jodeeer que rico te siento.

Subes a la cama conmigo, me manipulas con tanta facilidad.

Y te escucho preguntarme con tu voz grave de excitación “¿porque no puedo resistirme a esto?” yo solo sonrío. Y sé que te refieres a que estuviste casi convencido de no aparecer hoy por acá.

Pero llegaste. Supongo que se debe a que te gusta esta aventura tanto como a mí.

Puedo sentir la joya con toda claridad mientras tu entras y sales con fuerza.

Me pones de lado y continuas, una mano en la joya y tu pene penetrándome sin piedad, te inclinas para morder mis pezones, tu si sabes lo que me gusta.

Me besas y con la punta de la lengua saboreas mis labios.

Por fin me pones en cuatro. Mi posición favorita y la tuya también parece ser. Es mas fácil para ti jugar con la joya en esa posición. La jalas y la mueves sin sacarla completamente.

Mis piernas tiemblan, estoy cerca del orgasmo, uno de los más deliciosos de mi existencia. Siento las olas de placer invadiendo mi espalda y me retuerzo y busco que me sigas penetrando con profundidad mientras disfruto del placer que me provocas.

Me tiras una vez más en la cama y me jalas hasta la orilla, es más cómodo para ti, y continúas haciendo tu magia.

Me penetras mientras la joya sigue dentro mío y tus deliciosas manos masajean mi clítoris. Sacas tu pene y lo paseas por mis labios vaginales, me pegas con el y se siente tan excitante. Algún día voy a desmayar por todo lo que provocas en mi.

Me gusta mucho observarte, tus gestos son tan claros, siempre tan fuerte, tan empoderado.

Dejas de penetrarme y me pides que me acerque a ti, que te coma, quieres terminar en mi boca. ¡Que delicia!!

Sin dudarlo bajo inmediatamente de la cama y me acuclillo para comerte. Y es más delicioso aun porque no solo es tu sabor sino el mío también, fascinante combinación.

Te miro mientras te aprisiono con mi boca, es una perspectiva diferente que tiene su encanto, verte desde esa posición. Totalmente rendida a tus pies. Sentir tus dedos entre mi cabello, imponiendo el ritmo que quieres sentir.

Tomo tu miembro con una mano y mientras lo saboreo también acaricio tus testículos y tus nalgas que son objeto de fantasía de muchas mujeres a las que ambos conocemos…si supieran morirían de envidia. Pero lo que sucede entre nosotros no lo puede saber absolutamente nadie.

Veo en tu expresión que estas cerca, acelero el ritmo. Y lo consigo, el sabor de tu semen me invade, tiene un sabor tan particular que me encanta y así ha sido desde la primera vez que lo probé.

Delicioso manjar.

No dejo que se derrame nada.

Así termina nuestra sesión.

Me siento en la cama, mientras me acaricias y me besas por unos momentos más.

Observo como comienzas a vestirte y se me antoja esconder tu ropa para que no puedas continuar, me gusta observarte desnudo.

Me levanto y te abrazo de espaldas, la posición en la que estas me gusta, puedo sentir tus nalgas en mi vientre, tus brazos fuertes los acaricio con dedos tímidos y beso tus hombros, eres un dios para mí, ojala te dieras cuenta de eso, pero tú no puedes saber todo lo que pasa por mi cabeza en esos momentos, quiero tirarte en la cama y montarte hasta hacer que te vengas de nuevo, hasta alcanzar una vez más el orgasmo, quiero empujarte para que te recuestes en la cama y pueda volver a comerte, devorarte a mordidas, a lengüetazos y a besos.

Pero no lo hago, sé que llevas prisa, ya lo habías mencionado en tus mensajes.

Solo te beso la espalda, y disfruto del sabor salado de tu piel, siempre serás apetecible para mí, estas quieto y me miras por encima del hombro, y ese gesto, por extraño que suene, me gusta mucho, te hace ver tan elegante, buscas mi boca para devolverme el beso.

Continúas vistiéndote y decido dejarte tranquilo y hacer lo mismo.

Me muero por ti, y por tenerte por más tiempo, pero me obligo a dejarte ir.

Esperando con ansiedad la próxima ocasión en que puedas escapar a tu tan comprometida vida de hogar para estar estos momentos conmigo.

Y ni siquiera te has ido, pero sé que no tardas en hacerlo así que ya te estoy extrañando. Lo siguiente es un beso de despedida, verte subir a tu carro y aceptar que te marchas.

Hay una serie de palabras que siempre se quedaran atoradas en mi garganta. De cualquier manera, de nada servirían si te las dijera…

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