Yo no soy de salir mucho, esa noche me llevaron arrastrándome y fue cuando conocí a Ana. Me volvió loco, perdí la cabeza y me dejé llevar después de mucho
No solía salir por las noches. No era mi estilo, me sentía incómodo. Las noches para mi consistían en tumbarse en cama, escribir, ver alguna película, o solamente pensar hasta quedarme dormido. Esto me hacía especialmente feliz los días de lluvia, el ruído del agua con la ventana siempre me inspiro. Cuando veía el cristal, mi subconsciente siempre dibujaba ese rostro, el de ella. Aunque habían pasado 5 meses desde que me dejo la seguía echando de menos. Me vestí despacio, tenía tiempo de sobra. No fui muy original, mi camisa favorita de cuadros rojos con un pantalón negro.
Teníamos el plan de cualquier universitario, beber alcohol en un piso para terminar la noche en cualquier discoteca. Hoy íbamos a casa de Ana, una compañera de clase. Juan y David, mis dos amigos, ya iban algo animados. Yo la verdad es que ni fu ni fa, no me sentía cómodo en esos ambientes. Llegamos al piso y nos abrió Ana, estaba muy guapa. Debía medir como 1 65, y llevaba un vestido negro que acentuaba todo los rasgos de su cuerpo. No pudé resistir a fijarme en sus dos tetas, el escote de ese vestido, hacía que fuera imposible no verlas. Ella creo que se dió cuenta. Me dió dos besos y me dijo – Me alegro que vinieras Lucas- No significaba nada, pero al sentir sus labios en mi piel, el tacto, mi pene cobro vida dentro de mi pantalón. Me puse rojo de la verguenza, y sólo acerté en decirle gracias por la invitación. Me sentía raro, desde que me aquella chica me había dejado no había tenido interés por otras. Era como si me hubiera olvidado, de las mujeres, del sexo.
En el salón estaban dos amigas de Ana, la verdad es que no recuerdo su nombre. No estaban tan guapas como ella. Jugamos al Yo Nunca, un juego consiste en beber cuando has hecho algo que alguién dice que no. -Yo nunca follaría con alguién de esta sala- dijo mi amigo Juan al tiempo que bebía un largo trago de ron. Ana bebe mientras me mira, yo inconscientemente también. El alcohol ya me afecta. Poco después bajamos a la discoteca. A mi me daba igual, seguiría a Ana adonde fuera en ese momento. Allí, al ritmo de la música, bailamos primero en grupo. Ella se acercó a mi y me gritó al oído si bailaba. Sus labios en mi oreja me excitaron aún más. La verdad es que ni sé que pense, solamente me movía embelesado por su cuerpo y por esos dos ojos azules. Bailamos pegados. Nuestros cuerpos se frotaban al ritmo de la música, el tacto de esas dos tetas me volvía loco. Ella lo notaba y se acercaba más y más. Ya no podía más y le dije Ana. Ella me miro riéndose, sabía que estaba cachondo. Sin pensar, sin decirle nada le di un beso. Fue un beso tímido al principio, un labio contra labio. Ella fue la primera en usar la lengua. Nuestras bocas se abrieron para que nuestran lenguas bailaran una coreografía conjunta. Eran besos sin sentimiento, eran pura excitación y eso me gustaba. Mis manos empezaron a recorrer su cuerpo, agarre su culo para empujarla contra mi. Mi boca besaba su cuello. Ya no pensaba, sólo me dejaba llevar. No me importaba que estuvieramos en medio de la discoteca.
Me agarró de la mano y me sacó de allí, presos de nuestros cuerpos corrimos hasta su piso. Abrió la puerta y la cogí en peso. Cerre la puerta con el pie, y la llevé al salón donde habíamos estado hace nada. La tiré en el sofá. Y comencé a desnudarme mientras ella miraba. Primero me quité la camisa despacio, botón a botón, después el pantalón, junto a los zapatos. Mi boxer estaba cerca de explotar. Le dije que se acercará para ayudarme a quitar esto. Ella lo hizo sin apartar la mirada de mi polla dura. Empezo a pasar su boca por encima de la tela despacio. La agarré por el pelo suavemente y le dije que me la chupara. Ana lo estaba deseando, me bajo el boxer, y se metió de un golpe toda mi polla en la boca. La saboreó despacio y rápido. Me estaba volviendo loco. La pusé de pie y la empuje contra el sofá. Me tumbé encima suyo y comenzo a quitarle la ropa despacio. Quería que notase el tacto de mi cuerpo desnudo sobre ella. Quería que notase como mis dedos recorrían todo su cuerpo despacio. Le desavroché el vestido al tiempo que mis labios recorrían su cuello. Sin la atadura del vestido pude ver por fin esas dos tetas. Eran grandes y estaban muy bien puestas. Siguiendo el camino despacio con mis labios llegué hasta ellas. Chupé las dos suaves, con acometidas rápidas. Mis manos mientras le quitaban todo el vestido. No llevaba nada por debajo. Mis dedos se hundieron en su coño húmedo. Mientras le mordía sus tetas, mis dedos jugaban con su coño. Primero los movía en círculos o arriba y abajo. Dejaba que se mojaran con ella. Poco después empecé a meter cada unos de mis dedos. Los 10. A ella le gustaba cada vez gemía más, a mi también mi polla quería reventar. Delante suya chupé cada uno de mis dedos para poder sentir mi sabor. Sin avisar con mi lengua recorrí todo su coño dos veces, de abajo arriba y de arriba a abajo. Estaba muy rico, mojado era una delicia para mi lengua. Empecé a mover a dibujar con mi lengua todas las letras del abecedario, primero despacio para acabar fuerte. Estaba delicioso, no pude evitar metirle mi lengua para saborear más y más. Ella no podía más, gritaba de placer. Yo tampoco. Agarré sus muñecas, al tiempo que le dí un beso fuerte en los labios. Le metí toda mi polla de golpe, hasta el fondo de su coño. Los dos gritamos de placer. Se sentía genial. Estaba demasiado excitado para follarla despacio. Empecé a moverme fuerte y duro, a llenar su coño con mi polla. Con cada arremetida le mordía la oreja. Nos olvidamos de todo, los dos gritamos y disfrutamos. Nuestros cuerpos eran uno, y yo la follaba como un loco. No me importaba la postura mientras mi polla estuviera dentro suya. Sentí que se corría, que me polla se empapaba con ella. Con toda la fuerza que tengo se la empecé a meter sin parar, hasta que toda mi corrida exploto dentro suya. Nos corrimos juntos, con un grito que se debió escuchar en todo el edificio.