No tuve otra opción compartí la habitación del hotel con un sacerdote quien me termino violándome y prostituyéndome para no poder defenderme
Hola!, me llamo Alis, tengo 19 años y hasta hace poco más de un mes trabajaba de dependienta en Zara.
Ese día, aunque era sábado, tenía fiesta y subí a la montaña de Montserrat con una amiga del trabajo y su novio, me llevaron en su coche hasta el monasterio que hay arriba de la montaña.
Nos hizo muy buen día y los paisajes eran espectaculares. ¡Yo estaba encantada!
A la tarde ellos se tenían que volver en su coche, pero yo me quedé a ver las vísperas en el monasterio y oír cantar a la escolanía. Les dije que se fueran tranquilos, que ya volvería yo por mi cuenta en tren.
Las vísperas fueron una ceremonia preciosa.
Al terminar, salí del monasterio y me dirigí a la estación del cremallera, ¡hacía frio en la calle!, pero cual fue mi sorpresa al ver que ¡estaba cerrado!, ¡no me lo podía creer!, tampoco era tan tarde, poco más de las 7 de la tarde, pero el último tren cremallera que enlazaba con la estación del pueblo de Monistrol de Montserrat para poder volver a Barcelona ya había salido y no había más hoy.
Cuando quise darme cuenta toda la gente se había retirado a sus habitaciones o se había ido en sus coches y yo me había quedado completamente sola en la puerta de la estación del cremallera sin saber qué hacer.
Estaba oscureciendo rápidamente. Como he dicho, hacía frío, había bajado mucho la temperatura en esas pocas horas y yo sólo llevaba un ligero vestido. Y encima parecía que iba a llover.
Bueno, pensé, no hay problema, pediré una habitación en el hotel y me quedaré a dormir aquí. ¡Casi que mejor, el amanecer en esta montaña debe ser precioso! ¡Mañana aún es domingo y no he de ir a trabajar, podré incluso pasear un poco más por la montaña antes de volver a casa!
Fui a la recepción del hotel, pero no tenía reserva previa y no había habitaciones disponibles, ¡estaba todo completo! Y afuera estaba empezando a llover copiosamente. El recepcionista ni se inmutaba por mi problema y no me daba ninguna solución. Me empecé a preocupar.
– Y no puedo compartir la habitación con otra chica que haya venido sola? – le pregunté
– Deje que mire … no, todo son grupos y parejas con hijos, la única habitación doble con una única persona es la 407, pero es un señor mayor, creo que es un sacerdote de visita en el monasterio, pero puedes probar a preguntarle a ver que te dice.
Se trataba del edificio anexo a la recepción del hotel, les llaman “las celdas” pero son más bien apartamentos pues tienen hasta cocina, subí por el ascensor hasta la cuarta planta, una vez en la planta, las puertas de los apartamentos dan a un pasillo exterior por lo que algo de la lluvia me alcanzaba empujada por el viento y hacía un frio terrible.
Tiritando, llamé a la puerta de la habitación 407
Entreabrió la puerta un señor mayor en calzones
– ¿Qué quieres, niña?
– Verá, vengo de la recepción, he perdido el tren y he querido alquilar una habitación, pero está todo completo, la suya es la única con una plaza libre, y me preguntaba si no le importaría compartir la habitación conmigo, le pagaría mi parte, por supuesto
– A ver si entiendo, ¿me estás pidiendo dormir aquí esta noche?
– Si, por favor, es que no hay más habitaciones … ¡y aquí afuera ya está lloviendo, como puede ver, y hace frio!
– Vaya que lo siento, pero me parece que no será posible … pero pasa, al menos un rato, no estés ahí parada con el frio y la lluvia … disculpa mi aspecto, no esperaba visitas, enseguida me visto y te explico …
Con algo de reparo, pero aliviada de refugiarme del frio, entré en la habitación, mientras el señor se ponía unos pantalones y una camisa, se estaba caliente dentro de la habitación, nada que ver con el frio de la calle.
Una vez vestido, el señor me explicó:
– cómo te decía, me gustaría ayudarte, pero como verás – me acompañó a la habitación – sólo hay una cama, puedes verlo por ti misma, y no hay en el apartamento ningún sofá ni nada que se pueda utilizar para pasar la noche, como no sea durmiendo sobre este duro suelo de piedra, y yo te cedería la cama pero con mi edad no puedo dormir en el suelo, mira a ver si se te ocurre alguna solución, pero puedes quedarte todo el rato que quieras, al menos hasta que pare de llover, y de mientras te repones y te calientas un poco, si decides irte, veo que estás temblando.
Efectivamente el apartamento era para dos personas, tenía cocina y baño, pero en el dormitorio solo había una cama, aunque era bastante grande, una cama de matrimonio muy ancha, que debía ser casi como de dos metros de ancho.
Se me ocurrió que, guardando la debida compostura, podíamos llegar a compartirla, de hecho, no tenía más alternativa, ya que era compartir esa cama o pasar toda la noche en vela en la intemperie, bajo la lluvia.
– No se preocupe – le dije – usted dormirá en su cama, pero es una cama muy grande, de matrimonio, si tan sólo me deja un poquito de espacio, la podríamos compartir.
– ¿compartir la cama?, si a ti no te importa, por mi está bien … trato hecho, podemos pensar cómo lo arreglamos para que no te sientas incómoda compartiendo la cama conmigo, y no has de pagarme nada, serás mi invitada esta noche.
– No, por favor, insisto en pagarle la mitad del precio de la habitación, es lo justo, y por las molestias que le estoy causando, además que también usaré el baño.
– No me parece bien, pero bueno, si insistes, la habitación me cuesta 40€ la noche, luego me deberías pagar 20€
Le pagué el dinero y el señor dejó el billete de 20€ sobre la mesita, al lado de la cama
– Lo dejo aquí por si cambias de opinión, ¿cómo te llamas, por cierto? ¿y qué edad tienes?, ¡pareces muy jovencita!
– Me llamo Alis y tengo 19 recién cumplidos ¿y usted?
– Raúl … y tengo ya 57 años, iba a bajar a cenar antes de ir a dormir ¿me acompañas Alis?, ¡déjame invitarte a cenar, al menos, y así nos conoceremos mejor y te acabas de quitar ese frio del cuerpo!
Insistió tanto que acepté (además me di cuenta de que ya empezaba a tener hambre) y bajamos juntos a cenar al restaurante del hotel.
La comida estaba muy buena y era abundante, un menú típico de montaña.
Raúl era un señor muy educado, amable y simpático. Pidió un par de botellas de buen vino y cada vez que bebía de la copa me la volvía a llenar. Me contó muchas anécdotas divertidas y lo pasé bastante bien.
Se dedicaba a la confección de joyería y había cerrado un trato con la cooperativa de la abadía, para suministrarles unos artículos religiosos. Un buen negocio por lo que me contaba.
Fuera seguía lloviendo muy fuerte, pero yo estaba contenta porque al final todo se había resuelto satisfactoriamente, ¡el caso es que Raúl me dio confianza, y bebí más de la cuenta, no estoy acostumbrada a beber!
Terminada la cena, fuimos de los últimos en salir del restaurante y Raúl tenía que hacerme bajar la voz para no escandalizar a los otros inquilinos con mis risas y eso aún me hacía reír más, cuando salimos del restaurante sentí más seguro apoyarme en el brazo de Raúl para no caerme o ir haciendo eses por el camino al ascensor.
Cuando llegamos al pasillo de las puertas de las habitaciones, el me llevó cubriéndome con su chaqueta, rodeando mis hombros con su brazo, protegiéndome del frio y dándome calor, me apretaba contra su cuerpo y su brazo me rodeaba a veces por la cintura y a veces por los hombros, pero no me importaba, lo veía seguro y protector, como un amigo de confianza, o más bien como si fuera mi padre, a causa de la diferencia de edad.
Ya no me daba ningún reparo tener que compartir la cama.
Con el permiso de Raúl, yo me di una ducha calentita y regresé al dormitorio envuelta en la toalla.
Era tarde y nos preparamos para dormir y pasar la noche.
– Acuéstese usted primero y apagaré la luz antes de acostarme yo, porque no traje nada que ponerme y de todas formas yo siempre duermo desnuda
Raúl me interrumpió:
– Yo también duermo desnudo, pero … espera un poco Alis, verás, he estado reflexionando sobre nuestro trato y ya no me parece una buena idea, ¿cómo sé yo que no eres una ladrona y te vas a llevar mis cosas mientras estoy durmiendo?
– Bueno, la llave la tiene solo usted, y la puerta de la habitación está cerrada, no puedo irme si usted no la abre primero
– Si, pero yo duermo muy profundamente y mientras duermo, podrías quitármela, perdona mi desconfianza, pero en realidad te acabo de conocer y, como verás, tengo dinero y joyas muy valiosas aquí.
– ¡Jolines!, pero es que ahora es muy tarde para buscar otra opción, ¡por favor! ¿qué puedo hacer?
– Bueno, se me ocurre una forma, pero no sé qué te parecerá …
– ¡Dígame!
– Si me dejas atarte, podría dormir tranquilo sabiendo que no podrás robarme durante la noche, luego por la mañana te desataré y todos contentos
Medio borracha como estaba y como confiaba en él, no me pareció mala idea, incluso la encontré razonable e inteligente.
– ¡Vale!, está bien, dejaré que me ate si así se queda más tranquilo ¿podemos dormir ya? por favor, ¡tengo sueño!
– Si Alis, pero me has dicho que duermes desnuda y necesito la luz encendida para atarte
– ¡Uf!, ¡es verdad! ¡está bien, hagamos esto rápido!
Superando mi vergüenza, y animada por mi estado de embriaguez, me quité la toalla y me senté en la cama, cubriéndome con las manos, pero completamente desnuda, a la vista de Raúl que extrajo de sus maletas varios cordones de tela que resultaron perfectos porque eran largos y suaves al tacto
– Pon las manos a la espalda para que te ate por las muñecas, preciosa! – me dijo Raúl
– ¡Pero con las manos a la espalda no podré dormir, será muy incómodo! – le contesté
– Esta bien, pues junta las manos por delante y los ataré a la cabecera de la cama
Así lo hice, tímidamente descubrí mis pechos para ofrecer mis muñecas juntas y Raúl me paso un lazo por las muñecas, atándolas después, con las manos juntas, me incliné sobre la cama y Raúl ató el otro extremo del cordón a la cabecera de la cama.
Yo mantenía las piernas juntas y apretadas para esconder mi sexo.
Mientras Raúl preparaba otros dos lazos de cordón, yo estaba entretenida comprobando si podía dormir con las manos atadas a la cabecera de la cama, entonces Raúl estiró de mi cuerpo tirando de mis tobillos para alcanzar a atarlos al pie de la misma cama.
El estirón de mi cuerpo, sin previo aviso, me pilló por sorpresa, di un gritito cuando mi cuerpo quedo extendido sobre la cama, desnuda, boca arriba y con mis brazos por encima de la cabeza atados fuertemente a la cabecera de la cama. Yo estaba completamente expuesta y mi sexo, que llevaba depilado quedaba ahora a la vista de Raúl.
– Disculpa Alis – dijo Raúl por la confianza que se había tomado conmigo y añadió – he de procurar que no alcances el nudo de la cabecera con las manos, o todo esto no serviría para nada.
– Esta bien, no hay problema – le contesté, aunque en realidad me sentía muy vulnerable.
– ¡Tienes un cuerpo muy bonito Alis! – el cumplido me descolocó porque eso significaba que se había fijado en mi cuerpo desnudo, y eso me incomodaba.
Raúl me ató un lazo de cuerda a cada tobillo y dejando como unos 20 centímetros de margen, ató cada uno de los dos extremos a los pies de la cama
– No tengo sitio para atar las dos cuerdas a la misma pata de la cama, tengo que atar cada uno de tus tobillos a una pata diferente, ¿no te importa, ¿verdad? ¿estarás cómoda así?
Comprobé que las tobillos me quedaban algo separados, por lo que no podía juntar del todo las piernas, pero que llegaba a ponerme de lado, que es como suelo dormir. Lo único incómodo es que, tal como estaba atada no podía darme la vuelta, debía dormir de lado o boca arriba, pero bueno, podía llegar a dormir bien así, mucho mejor que en la calle bajo la lluvia.
– Sí gracias, estaré bien, ¿puede taparme por favor?, yo no puedo hacerlo, así como estoy atada
Raúl me tapó con las sabanas, luego apagó la luz, se desnudó completamente, me dio un beso de buenas noches en la frente y se acostó a mi lado, también debajo de las sábanas
Lo del beso en la frente fue un bonito detalle, me dio confianza, era como si se tratará de mi padre
Su cuerpo estaba desnudo y su espalda en contacto con la mía, no era lo que tenía pensado, tenía que haber pedido el entrecruzar las sabanas o colocar unas almohadas o algo entre los dos, pero ahora no tenía más remedio, al menos podría dormir y no pasar frío en la calle.
Además, afuera se oía llover torrencialmente y con abundante aparato eléctrico, que siempre me ha asustado, así que el contacto del cuerpo de Raúl en vez de molestarme me tranquilizaba y me quitaba el miedo.
A media noche me desperté, ya no se oía llover, yo estaba boca arriba, con las manos a ambos lados de mi cabeza y Raúl estaba durmiendo como un tronco, pero se había girado hacía mí y abrazado íntimamente sobre mi cuerpo desnudo, tenía una de sus manos sobre uno de mis pechos, su cabeza apoyada en mi cuello, pero lo peor es que tenía una de sus piernas doblada, rodeando mi cuerpo, y podía notar su miembro, caliente, en mi entrepierna.
La erección del pene de Raúl era evidente, pero Raúl estaba dormido. Por lo que parece Raúl estaba teniendo un sueño erótico.
Como estaba atada no podía apartarme ni apartarlo de encima de mí.
El caso es que la situación en vez de desagradarme me resultaba excitante, allí estaba yo, desnuda y atada, con el cuerpo de un hombre sobre el mío, su miembro grande, duro y caliente rozando mi ingle, su respiración en mi cuello … ¡uf, me mojé toda!
Intenté no pensar en la situación, pero me fue imposible, Raúl no tenía la culpa, pero tener el miembro, caliente y palpitante de un hombre, cerca de mi vagina me excitaba y, casi sin darme cuenta, yo hacía pequeños movimientos para mejorar la posición y prolongar el roce.
Hacía mucho tiempo que no pensaba en el sexo y, no es que quisiera tener nada con Raúl, pero yo estaba ovulando, en el clímax de mi periodo y me di cuenta de que necesitaba tener alguna satisfacción. Normalmente me hubiera masturbado yo misma, y fin del asunto, pero esta vez no podía hacerlo porque estaba atada.
Poco a poco, y procurando no despertar a Raúl, conseguí que el capullo de su miembro se apoyara sobre la entrada de mi coñito, llegando a rozar mi clítoris, la posición era perfecta, me encantaba, la punta de su miembro se notaba húmeda, seguramente de su líquido pre-seminal.
El roce de su miembro en mi clítoris me estaba excitando mucho. Empecé a utilizar el miembro de Raúl como si fuera un consolador, pero era mucho mejor que un consolador, era un pene auténtico a mi disposición.
Procurando no despertarle, con los ojos cerrados, mi mente fantaseaba con que un hombre guapo y fuerte me follaba, por lo que me movía ligeramente para que el miembro de Raúl, duro, húmedo y caliente, rozase y presionase la entrada de mi vagina, solo era la punta, pero llegaba a rozar mi clítoris y la sensación me encantaba.
Ponto empecé a moverme arriba y abajo más y más para sentir su miembro frotándose contra mi clítoris. Lo estaba consiguiendo y me movía cada vez más perceptiblemente. ¡Lo estaba pasando genial! Algo culpable de estar aprovechándome de Raúl.
Realmente me estaba masturbando con su miembro cuando, en un momento dado, Raúl se movió y una buena parte de su miembro se introdujo dentro de mi vagina.
Eso no era lo que pretendía, ¡hasta ahora lo había pasado bien, pero esto ya había ido demasiado lejos!, era el momento de dejar de jugar, moví mi cuerpo para despertarlo, ya que las manos las tenía atadas a la cabecera de la cama.
– ¡Señor Raúl, despierte por favor! – le dije bajito
Pero en vez de despertarse, y a causa de mi movimiento para intentar despertarlo, su miembro se introdujo más, abriendo y dilatando los pliegues de mi vagina, penetrándome profundamente.
– ¡Ahhhh! – gemí ostensiblemente al sentir la penetración, la sensación fue abrumadora
¡No me lo podía creer, ahora tenía toda la polla de Raúl dentro de mi vagina!
Me retorcí aún más violentamente, levantando la voz:
– ¡Eh despierte, Señor! – le grité desesperada, intentando separarlo de mi
Raúl despertó, pero no me sacó su miembro, solo paró un momento para hacerse consciente de donde estaba y lo que me estaba haciendo, yo le gritaba, aparentando indignación:
– ¡Apártese! ¡Salga enseguida de encima de mí!
Raúl, sonriendo me tapó la boca con una mano mientras se puso a follarme aún más profunda y rítmicamente
– Vaya con la putita – dijo – no te resistas Alis, ¡puedo sentir lo mojada que estás!
Intenté resistirme, pero no podía hacer nada para evitar que Raúl me violase, atada como estaba, completamente a su merced
– Precisamente estaba soñando contigo… – añadió Raúl
Su miembro se puso aún más duro y grande y ahora entraba y salía profundamente dentro de mi vagina a cada penetración, clavándose dentro de mi cuerpo en cada embestida del suyo contra él mío.
Yo intentaba forcejear y resistirme, pero no tenía nada que hacer, Raúl me estaba violando y no podía hacer nada para evitarlo.
¿cómo podía haber sido tan tonta, para ponerme en esta situación?
Raúl mantenía mi boca tapada para que no gritase, y aunque intentaba hacerlo, mis gritos solo sonaban como unos gemidos apagados.
Su miembro grande y duro, pero suave y caliente me llenaba completamente la vagina y se deslizaba suavemente dentro y fuera de mi cuerpo, frotando mi clítoris a cada penetración.
Después de un buen rato, dejé de forcejear o intentar gritar, agotada por el inútil esfuerzo.
Sólo entonces, Raúl me destapó la boca, para abrazarme por los hombros, pero seguía follándome, el ritmo era suave, pero continuo, me estuvo follando mucho rato más hasta que, finalmente, con un gemido prolongado, Raúl se corrió y, agarrotado sobre mi cuerpo, soltó todo su semen dentro mío, sin dejar de bombearme profundamente.
¡Fue una corrida muy abundante!
Al principio los pude notar perfectamente … varios chorros largos de semen que se introducían con fuerza en mi vagina, pero aún después, el siguió bombeándome un buen rato, aunque ya no notaba si es que seguía corriéndose o no.
¡Finalmente Raúl se había corrido dentro mío! ¡Era la primera vez que un hombre derramaba su semen dentro de mi cuerpo!, las otras pocas relaciones sexuales que había tenido en mi vida habían sido con preservativo.
Después de terminar, Raúl se volvió a quedar dormido sobre mi cuerpo, sin ni siquiera molestarse en sacar su miembro de mi vagina. Tenía todo el peso de su cuerpo desnudo sobre el mío, casi aplastándome.
¡Qué tonta había sido al imaginar que podría dormir con un hombre sin que pretendiese algo más!¡Que estúpida al ponérselo tan fácil, dejándome emborrachar y atar a la cama?
Y lo peor es que, como no esperaba tener relaciones con nadie, ¡no había tomado ninguna precaución!
¡Yo estaba ovulando y el semen de Raúl con toda certeza había penetrado mi cuello uterino y alcanzado mi útero! Estaba segura de que, si no tomaba medidas anticonceptivas al día siguiente o no mucho más tarde, de esta me quedaba embarazada, ¡de un hombre casi 40 años mayor que yo! ¡me sentí muy tonta y casi me puse a llorar!
La violación se había consumado, y ya no había nada que pudiera hacer para evitarla.
Intenté no pensar más en lo sucedido y, de momento, seguir durmiendo.
Pero no podía, aún tenía el miembro de Raúl dentro de mi vagina y lo sentía duro y caliente.
Abrumada por la situación, no había disfrutado, pero me había quedado excitada y con las ganas, Raúl no era el tipo de hombre con quien hubiera querido tener sexo, pero era lo único que tenía ahora, y el pensamiento de que tenía el semen de ese hombre dentro de mi vagina, no sé por qué, pero aún me excitaba más.
Empecé a moverme con la intención de masturbarme, necesitaba desesperadamente correrme, sería un alivio para mi después de la violación sufrida, como un desagravio. ¡Te has aprovechado de mí, pues ahora yo también te voy a usar! – pensé
Con mi movimiento conseguía que el miembro de Raúl entrara y saliera unos centímetros de mi cuerpo, me frotaba contra su cuerpo arriba y abajo, abriéndome de piernas lo máximo que podía, que no era mucho a causa de las cuerdas con las que estaba atada, pero al cabo de un rato, conseguí tener un orgasmo, entre violentas contracciones de mi útero.
A pesar de mis sonoros gemidos y mis contracciones, que se debieron oír en toda la planta, Raúl no se despertó.
Sólo entonces me quedé relajada y, a pesar de tener el peso de Raúl sobre mí cuerpo, me dormí profundamente.
Me desperté de madrugada al sentir el Sol en los ojos y una presión rítmica sobre mi cuerpo. El sol entraba en la habitación e iluminaba toda la estancia. Raúl estaba sobre mí, follándome de nuevo, muy profundamente.
Ahora sus embestidas eran violentas y rudas. Me tocaba los pechos y por todo el cuerpo y me besaba en el cuello.
Yo aún estaba atada a la cama. No intenté resistirme esta vez, pero protesté:
– Este no era el trato, señor Raúl, ¡pensaba que me respetaría, y se ha aprovechado de mí!
– ¡Te has visto bien Alis, quien, en su sano juicio, dejaría pasar una oportunidad como esta de follarte, tendría que ser tonto!
Raúl siguió follándome sin parar, mi cuerpo se había adaptado al tamaño de su miembro, y yo, a causa de la continua excitación, no pude evitar tener otro orgasmo, ¡arqueando mi cuerpo y estremeciéndome violentamente!
Verme tener un orgasmo le encantó a Raúl, que exclamó:
– ¡Mira la putita como disfruta!
Sin dejar de follarme, Raúl me besó entonces en la boca con pasión, con lengua, hasta que pude sentir su saliva en mi garganta.
Raúl no dejaba de follarme hasta que, gimiendo, acabó corriéndose otra vez dentro mío con violentas penetraciones profundas. ¡Parecía que quisiera atravesarme con su polla!
Luego, sin sacar su miembro de mi cuerpo, se incorporó un poco y recogió su móvil de sobre la mesita, que había colocado con la cámara apuntando hacía la cama ¡lo había estado grabando todo en vídeo!
Siguió grabando para que se viera bien mi rostro y como sacaba su miembro de mi cuerpo, aun rezumando semen y restregando el resto en mí entrepierna.
– Ha sido estupendo, Alis, ¡me has hecho feliz! ¡Este será un bonito recuerdo!
– No por mucho tiempo, ¡pienso denunciarte por violación!
– ¡Mm!, ¡no puedo dejar que hagas eso! – se levantó, buscó en mi bolso y encendió mi móvil
Yo no pude levantarme porque aún seguía atada sobre la cama
– ¿Que está haciendo?
– Hago una copia de todos tus contactos, si no colaboras conmigo enviaré este vídeo que acabo de grabar a todos tus amigos y familiares
– ¿Qué? ¡No! ¡No haga eso! … ¡está bien! ¡está bien! no diré nada … ¡por favor!, ¡se lo prometo!
– No es suficiente con tu palabra, debo quedarme tranquilo, ya me conoces.
– ¿Qué quiere decir?
– Que para que no puedas acusarme de violación, ha de parecer que el acto ha sido consentido y la única explicación creíble para que una chica joven y guapa como tú, se acostara conmigo y te dejaras atar y follar, es que eres una puta. Así que voy a buscarte un par de clientes, lo harán contigo y tendrás que convencerles que eres una puta de verdad, ellos serán mis testigos en caso necesario, porque si no accedes o no lo haces bien y no les convences, publicaré el vídeo.
– ¿¡Cómo!? ¿Me has violado dos veces y no contento con eso, ahora encima me quieres obligar a hacerlo con unos extraños para tener una coartada?
– ¡Lo has resumido muy bien, Alis!
– Pero ¡yo no soy una puta!, ¿arruinarás mi reputación? ¡por favor, no hagas eso!
– ¡Si no me hubieras amenazado con denunciarme, no hubiera sido necesario, pero ahora no veo otra salida!
– ¡No puedo creer lo que me está pasando! ¡vas a hacer que me vuelvan a follar! ¡y varias veces! ¡por favor, no!
– No es mi problema, Alis, además ha sido evidente que has disfrutado mucho cuando te lo he hecho, hace un rato, así que creo que también disfrutarás mucho cuando te follen otros hombres, ¿no te parece?
No respondí
– dime ¿Vas a colaborar o empiezo a enviar el vídeo? – insistió
– ¿Tengo alguna otra alternativa? – contesté indignada
– No Alis, no la tienes
Raúl se llevó el bolso con mi documentación, el dinero, el móvil, mi ropa y mis zapatos … ¡todo!, antes de salir me soltó las ataduras, y se fue cerrando la puerta con su llave
Yo no me podía escapar desnuda, ni tampoco tenía otra alternativa si quería evitar que enviase el video a mis contactos.
Me di una ducha, sobre todo para limpiarme del olor al cuerpo y el semen de Raúl, y luego me senté en la cama, esperando lo inevitable, iba a tener que ejercer de prostituta, y parecer convincente, yo que apenas tenía experiencia con los hombres, antes de esta noche tan solo había tenido dos novios.
Estaba muy nerviosa pensando en eso cuando me sobresaltó oír la llave en la puerta de la habitación y ésta abriéndose, entró un chico de mi edad … y al menos no era feo.
– Hola, me envía tu amigo ¿Tu eres Alis?
– Si, yo soy Alis – conteste resignada y muy tímida, el cabrón de Raúl me estaba vendiendo, usando mi nombre real
– 20€, ¿verdad?, Tu amigo me ha dicho que te pagase a ti, te los dejo aquí sobre la mesita, al lado del otro billete
El chico se desnudó, estaba musculoso, tenía los abdominales marcados, seguramente hacía algún tipo de deporte, me hizo acostarme sobre la cama y me abrazó, besándome. ¡No me podía creer que tuviera que dejarme hacer el amor! ¡todo esto iba demasiado rápido!
Se dispuso a penetrarme.
– No tienes preservativo – le pregunté
– Claro que no, se supone que eso lo deberías poner tú
– Es que yo no tengo
– ¿Se te han acabado?
– Esto … sí, lo tendremos que dejar ¿no? – pero enseguida recordé que, si no colaboraba, Raúl publicaría el vídeo, así que añadí – o puedes hacérmelo sin preservativo si te parece bien – ¡ni yo misma me creia lo que mis labios le acababan de proponer!
La idea pareció encantarle al chico, que, entre caricias y besos, me penetró y se puso a follarme fogosamente, su pene era largo, aunque menos grueso que el de Raúl.
– ¡Joder, que buena que estás! – exclamaba sin parar
Cuando el chico, después de un buen rato, empezó a descargar su semen dentro mío, me sentí como una puta, y realmente lo era, para ese chico tan sólo era una puta que se había dejado follar por dinero.
Yo me quedé sobre la cama humillada y a punto de llorar. El chico se vistió y se fue. Oí que cerró la puerta con llave.
¡Otra vez se me han corrido dentro!, cuando termine esto tendré que ir corriendo a una farmacia a tomarme una de esas pastillas “del día después”
Me había levantado con la intención de ducharme, pero no me dio tiempo, no había pasado ni medio minuto y volví a oír abrirse la puerta con la llave.
Era un señor mayor, calvo, barrigudo y con barba.
Le dije que iba a lavarme primero, pero no quiso, bruscamente me agarró del brazo y me obligó a tumbarme sobre la cama.
El señor mayor dejó un billete de 20€ sobre la mesita junto a los otros dos, se bajó los pantalones y enseguida se echó sobre mí, me penetró y se puso a follarme sin decir palabra. No le importó lo más mínimo si me hacía daño o no, solo buscaba desahogarse.
Me lo hizo con mucha fuerza, sometiéndome, tocándome y chupándome el cuerpo, sobre todo los pechos, cuando no los chupaba los estrujaba con ambas manos.
Sus penetraciones eran violentas y profundas. Su cuerpo sobre el mío, grande y pesado. Mi pequeño cuerpo se movía arriba y abajo a cada penetración.
Yo gemía y gritaba pero no tenía ninguna esperanza de que nadie apareciese para ayudarme
Sólo le oí emitir un sonido cuando se corrió con varios gemidos apagados. Me sentí apaleada y dolorida como si me hubieran dado una paliza.
Luego que terminó, salió de la habitación, cerrando la puerta con llave, como seguramente le habían indicado que hiciera, aunque no era necesario, porque sin ropa ni documentación yo no hubiera podido ir muy lejos, y sobre todo estaba la amenaza del video.
¡Me sentí tal cual, como si me hubieran violado!
Enseguida que se fue, fui rápidamente a darme una ducha para limpiarme y reponerme.
Mientras me duchaba pensaba, “Bueno Alis, ya está, pensé, ya he hecho de puta con dos tipos, estará contento Raúl, en cuanto entre me largo, ya tengo ganas de irme de aquí”
Cuando terminé la ducha, no pasaron ni dos minutos que entró otro señor, muy grandote y fuerte, dejó sus 20€ sobre la mesita con un golpe que me asustó y no me atreví a contradecirle.
Este hombre me hizo colocarme de rodillas sobre la cama y situándose detrás mío, me penetró vaginalmente y me folló violentamente, mientras me sujetaba las manos a la espalda, me estrujaba los pechos y me tiraba del pelo haciéndome levantar la cabeza hacia atrás. Era violento y me golpeaba y daba cachetes en el culo, pero me corrí varias veces, lo que me sorprendió mucho a mi misma ¿cómo podía estar corriéndome de gusto con lo que me estaba haciendo?
El señor grandote terminó corriéndose dentro mío ¿cómo no? Me dejó echa un ovillo sobre la cama y se largó cerrando la puerta con llave.
Ahora sí que me sentía como una puta, no solo por haber sido tratada con esa rudeza sino sobre todo por haber tenido varios orgasmos haciéndolo.
Estaba molida de ser follada ¡Ya me lo habían hecho 3 extraños! ¿No había dicho Raúl que serían sólo un par de personas? ¡me sentí traicionada!
Oí la llave en la puerta y tampoco era Raúl con mis cosas, era otro señor mayor, me dio los 20€ como los demás y, bajándose los pantalones, me hizo arrodillarme delante suyo y chupársela, yo me sentía débil para negarme, y me daba miedo que resultase un tipo violento como el anterior, así que obedecí resignada y sumisa.
Empecé a chuparle la polla, masturbándole y metiendomela en la boca y, antes de que me diera cuenta, terminó corriéndose en mi boca. Me tuve que tragar una parte, pero al menos, no tenía mal sabor. Dijo que había sido por mi culpa, que le había excitado demasiado y que ahora que ya se había corrido no iba a poder penetrarme, que era para lo que había pagado, así que no me pensaba pagar.
Recogió su dinero y se fue enfadado y refunfuñando, ¡esto era el colmo!
No protesté ni discutí porque el dinero no me importaba, tan solo esperaba que esta pesadilla terminase lo antes posible.
Se fue dejando la puerta abierta
Desde la habitación podía oírle discutir brevemente con Raúl al final del pasillo, unos pasos se acercaron, y era el siguiente cliente, éste entró y cerró la puerta con llave y al ver que tenía semen sobre la cara, el pelo y el cuerpo, me dejó tiempo para limpiarme.
Cuando salí de la ducha, me inspeccionó cuidadosamente, pareció conforme y me abonó la tarifa, eso me hizo sentir bien.
Luego me llevo a la cama y se puso a acariciarme y mimarme cariñosamente, a besarme en la boca, me gustaba como me lo hacía y me abracé cariñosamente a él.
Él traía un preservativo, pero lo uso para penetrarme por detrás, lo que le llevó un tiempo, pero me gustó y empecé a excitarme, finalmente se lo quito con la intención de penetrarme vaginalmente sin preservativo
– ¿No tienes otro preservativo? – pregunte ingenuamente
– Tu amigo me dijo que me podía correr dentro tuyo y es lo que pienso hacer ¡me encantará correrme dentro tuyo!
No contesté, el hombre me penetró vaginalmente y me folló hasta terminar dentro mío al tiempo que yo también me corría. Al menos a este lo había disfrutado.
Estaba desfallecida, sin energía, me acosté en la cama para intentar recuperarme un poco.
Pasados como unos 10 minutos entró otro hombre algo más joven. Yo no tenía fuerzas para levantarme.
– ¡Por favor, ya basta, no puedo más! – acerté a murmurar
El hombre pago los 20€ y se acostó junto a mí en la cama.
– Tranquila, me dijo, tu no hagas nada, ya me encargo yo
Se puso a chuparme el coño y eso me gustó mucho y me excitó hasta el punto de casi correrme, después me penetró y se puso a follarme.
Mientras este último me lo hacía, picaron a la puerta varias veces insistentemente, al principio no hicimos caso pensando que eran más clientes esperando su turno.
Luego oí que abrían la puerta usando una llave, ¡era el recepcionista del hotel, el mismo de la noche anterior!
El hombre que me follaba se detuvo sorprendido, pero no se separó de mí
– ¿Qué pasa, preguntó?
– ¡Así que es cierto! – y levantando la voz añadió – ¡Señorita, está prohibido ejercer la prostitución aquí!, ¡voy a avisar a la policía!
– ¡Silencio! – dijo el hombre que me follaba – Espera a que me acabe de follar a la putita y luego llame a quien quiera, pero no chille, que mi mujer y mis hijas están en otra habitación de esta misma planta y podrían oírle.
El recepcionista le hizo caso, cerró la puerta y se quedó esperando dentro, mirándonos con interés
Yo estaba muy asustada e indignada pensando que, además de ser violada, y obligada a prostituirme, ¡encima iba a venir la policía a detenerme!
El cliente aceleró el ritmo, debido a la circunstancia de tener un tipo mirándole, le costó bastante, pero terminó de follarme, corriéndose dentro mío.
“¡Qué vergüenza voy a pasar cuando venga la policía a detenerme” – pensé, también me abrumaba pensar que era más que posible que uno de estos hombres, sino Raúl, me hubiese dejado embarazada ¡pero ahora no podía hacer nada! ¡tan solo me quede muy quietecita dejándome hacer!
– ¡Ha sido genial! – dijo el cliente mientras se levantaba y se ponía los pantalones
– ¿Cuánto cobra la chica? – pregunto el recepcionista al cliente al cruzarse con él
– ¡Sólo 20€!, yo de ti aprovecharía la ocasión porque está de muerte, ya lo puedes ver, parece una modelo, jovencita y guapa, la mejor follada de mi vida, a pesar de tu interrupción, yo hubiera pagado mucho más si me lo hubieran pedido – le contestó el cliente mientras se ponía la camisa y salía rápidamente de la habitación, cerrando la puerta detrás suyo.
– Bueno, bueno – dijo el recepcionista – y bajándose los pantalones añadió – por esta vez me parece que te dejaré marchar a cambio de un polvo ¿te parece bien?, pero luego te deberás ir
– ¡Está bien, gracias! – le contesté sumisa y agradecida
¡Tuve que dejar que me follase y encima darle las gracias!
Se tumbó sobre mí, se puso un condón que se sacó de su cartera, me penetró y se puso a follarme.
– ¡Que guapa que eres! – dijo el recepcionista mientras me follaba
Yo me abracé resignada a él y nos besábamos sin parar, siguió follándome hasta que nos corrimos los dos. A pesar de lo que había vivido esa noche, aún tuve un orgasmo fabuloso en sus brazos.
Luego se levantó y mientras se volvía a poner el uniforme me dijo:
– Casi me engañas ayer cuando te hacías la chica inocente buscando habitación! ¡Jaja! ¡Buen truco para localizar clientes !, pero no creas que me engañaste, ya notaba algo raro, ¡ahora está todo claro! ¡vaya con la putita! … Bueno me voy, pero no tardes en irte del hotel ¡eh!
Poco después de irse, por la puerta entraba de nuevo Raúl, utilizando su llave.
Seguro que él había hecho llegar el rumor al recepcionista. Y seguro que se habrá divertido mucho seleccionando los hombres con los que me había prostituido. ¡Lo odiaba!
Me entregó mis cosas y me dijo:
– Ya te puedes ir Alis, lo has hecho muy bien, todos piensan que eres una puta, y encima una puta barata, tu historia de una violación no iría a ninguna parte, a cambio te puedes quedar el dinero de la mesita, ¿a ver? ¡100€!, ¡te los has ganado
Le contesté levantando la voz:
– ¡Te odio! ¿No tenías bastante con una o dos personas?, me has obligado a hacerlo con siete hombres, ¡siete! ¡he sido abusada siete veces, por tu capricho, nueve veces si te cuento a ti! ¿te parece que me compensa haber ganado 80€?
– ¡Es que como eres tan bonita, enseguida todos se apuntaban!, de echo he tenido que dejar con las ganas a más de 20 clientes dispuestos a pagar lo que hiciera falta por acostarse contigo…
– O sea, ¡que aun te tengo que dar las gracias!
– Piensa que, si quisiera, podría obligarte a quedarte aquí todo lo que queda del día ¡y de la noche! para que cumplieras con todos … En vez de eso te doy yo ti las gracias por la noche más maravillosa de mi vida, y te dejo que te vayas porque ¡ya pasa del mediodía!, ¡y no querrás perder el tren cremallera otra vez!
– Voy a ducharme antes – dije secamente, indignada de cómo todos se habían aprovechado de mi
Me fui a tomar una ducha caliente y quitarme los últimos restos de semen de dentro y fuera de mi cuerpo, a pesar de que el recepcionista había usado preservativo, no dejaba de salir semen de mi vagina, supongo que de las relaciones anteriores.
Tenía heridas, moratones y rozaduras de las cuerdas en tobillos y muñecas, y aunque había consentido, coaccionada por las amenazas, no dejaba de sentirme como si hubiera sido una violación múltiple.
Mientras me duchaba, Raúl me dijo:
– Tengo tu número – dijo Raúl – te llamaré dentro de unos días para vernos, quiero decir, para volver a pasar una noche juntos, si no quieres que envíe el video que te grabé. Estoy seguro de que aceptarás encantada, no has aguantado todo lo que has aguantado hoy para tirar la toalla y dejarlo correr ¿verdad?
No contesté, solo me entraban ganas de llorar, estaba claro que Raúl iba a seguir coaccionándome con ese maldito vídeo
Terminé de lavarme, luego me apliqué en las heridas e irritaciones una crema de aloe vera que llevaba en mi bolso, me arreglé, me vestí y recogí mi bolso con mis cosas.
Raúl insistió, interrumpiendome el paso:
– Puedes estar tranquila, no te agobiaré mucho, con un par de noches al mes, estaré satisfecho. Solos tu y yo ¿qué me dices? ¿o prefieres que publique el video?
– ¡No!, está bien – le contesté – pero sólo dos veces al mes, ¡prométeme que no me pedirás más!
– Tienes mi palabra y nunca falto a ella – contesto rotundo Raúl, con dos noches al mes estaré satisfecho.
– Por cierto, añadió, que sepas que la amenaza del recepcionista con avisar a la policía era mentira, porque no es un delito ejercer la prostitución, lo único que hubiera podido hacer la policía es pedirte que abandonaras el hotel. A mi también me vino con el mismo cuento, pero me hice el tonto y le dejé pasar porque me convenía para completar mi coartada, pero te pido disculpas si, como imagino, se ha aprovechado de ti usando esa amenaza ¿lo hizo?
No contesté, salí de la habitación enfadada, sin el dinero, pero una vez en el pasillo me lo pensé mejor, me di la vuelta para llamar a la habitación, cuando Raúl abrió, entré y recogí el dinero de la mesita, los 100€, después de todo, aunque no necesitaba el dinero, los había ganado duramente y me los merecía, ¡eran míos!
Antes de subir al tren cremallera, comí un bocadillo en el bar de la estación, no había desayunado nada y estaba hambrienta.
Una vez en el tren me puse a pensar … al día siguiente tenía que volver a mi trabajo en Zara y no me apetecía ni lo más mínimo, resonaban en mi cabeza las palabras de Raúl “he tenido que dejar con las ganas a más de 20 clientes dispuestos a pagar lo que hiciera falta por acostarse contigo” … por otra parte había sido capaz de hacerlo con ocho hombres en un corto periodo de tiempo, y no solo ya estaba repuesta, sino que con algunos lo había disfrutado, incluso con los más rudos, para sorpresa mía …
Consulté en mi móvil cuanto podía cobrar una scort de mi aspecto y ¡no me lo podía creer! … si en vez de cobrar esos miserables 20€ que pedía Raúl por mí, cobrase los 200€ o 400€ que, estoy segura, podrían pagar por mí, ahora en vez de 80€, volvería a casa con mas dinero del que gano en un mes en mi trabajo actual ¡y eso solo en un día!
Esta experiencia me abrió los ojos y mi vida cambió, y ahora puedo afirmar que ha sido para mejor, me sigo viendo con Raúl dos veces al mes y, por lo demás, nadie de mi familia ni amigos sospecha a qué me dedico ahora.