Nunca crucé la línea, nunca estuve con un paciente. Hasta esa noche en la que uno estaba tan sedado, fue lo mejor de mi vida
Es un noche de arduo trabajo, parece que hoy las urgencias se han desatado, llega un paciente herido, y otros con diversos padecimientos.
Estoy en plena sutura de la herida y me dice la enfermera:
– Doctora, hay un paciente que no puede orinar, tiene dolor y se queja mucho.
– Debe ser la próstata, supongo tendrá retención urinaria
– No sé doctora, solo tiene 43 años
– 43 años? Bien, En seguida lo veo.
Como la sutura me demora algo más de lo previsto, le digo a la enfermera que al paciente que se queja de dolor lo pase y lo recueste en una cama para que descanse, que le de una pastilla para el dolor, mientras termino.
Al terminar, voy al ver al paciente, y este parece dormido, aprovecho ese tiempo para ver a otros pacientes.
Pasado un tiempo, regreso a ver a mi paciente, y curiosamente sigue dormido. Le pregunto a la enfermera que medicamento le administro, y me enseña el empaque…
– diazepam? Le diste diazepam?, pero porqué? Es un medicamento que lo ha hecho dormir?
Llamo la atención de la enfermera y ella me dice que era lo único que tenía a la mano.
Intento despertarlo, pero él se muestra somnoliento.
No me queda más que esperar a que el medicamento disminuya su efecto.
Quedamos solo él y yo en la sala. Son mas de las 4 de la mañana y ya controlado el servicio, las enfermeras han ido a descansar un poco mientras aparece otro paciente.
Me siento en una silla a su lado, lo miro. Su tez morena clara, sus hombros anchos, y tiene unos labios carnosos que se antojan… mmm cuando fue la última vez que tuve sexo? Ha pasado tanto tiempo que no puedo recordarlo. Lo miro… me gusta… hey, hey, hey yo misma me recrimino mi falta de ética, es un paciente y no debo olvidar ese detalle, jamás he cruzado esa línea, sin embargo creo que el cansancio y mi abstinencia me están jugando una mala pasada.
Me levanto de la silla y me dispongo a intentar despertarlo nuevamente
– Aaggg
Solo un sonido gutural sale de su boca, con dificultad abre sus ojos, le hablo con la esperanza de que escuche mi voz y me responde con dificultad
– Mi nombre es Esteban, me duele y no puedo orinar
– Voy a revisarlo, señor Esteban, por favor necesito que me diga si algo le molesta al tocarlo.
Lo descubro, y abro su camisa para escuchar su corazón y sus pulmones, él parece que nuevamente se ha quedado dormido.
Estoy oyendo su corazón sin escucharlo. Toco su piel. Es cálida. Y deslizo mi mano suavemente por su pecho hasta su abdomen. Mi paciente sigue con sus ojos cerrados y su respiración pausada. Que tanto es tantito?
Abro su pantalón y se lo quito, necesito revisarlo, se queda solo con su bóxer que delinea perfectamente sus genitales, ufff… mi temperatura sube abruptamente. No sé que pasa, ya no puedo pensar con cordura, siento que la línea del médico y la mujer se hasta disipando lentamente.
Toco su abdomen, y reconozco que mas que una exploración es una caricia de una amante que explora a su hombre.
De pronto siento algo entre mis piernas, justo en mis genitales, es duro, excitante, bajo la vista y es la mano con la palma hacia arriba de mi paciente, que está extendida paralela a su cuerpo, pero ligeramente fuera de la cama y se ha atorado entre mis piernas. Levanto la vista nuevamente y miro su rostro, me parece que sigue dormido. No quito su mano, abro un poco más mis piernas para sentir su mano una vez más. Mientras fricciono mis genitales con su mano suavemente para no despertarlo, no puedo evitar pasar mi mano sobre su paquete. Y en un gesto de atrevimiento descubro su verga hasta sus huevos, y mi boca se abre deleitándose con la visión, es hermosa, gruesa aún sin erección, lo toco, tomo su verga en mi mano, y con la otra sigo acariciando suavemente su abdomen. Miro su rostro, aún está tranquilo, y respira pausadamente.
No puedo mas, quiero sentir su mano, bajo mi pantalón de la pijama del quirófano que tiene resorte facilitando la acción y meto su mano para sentir su contacto, siento sus dedos inertes en mi húmeda vulva que ya escurre de deseo, y me froto con ella moviendo mis caderas hacia adelante y atrás, mientras sigo masajeando y acariciando su verga y sus testículos, no se cuanto tiempo estuve así, cuando de pronto sentí crecer su verga en mi mano, en una erección portentosa, perfecta, y los dedos antes inertes ahora entraban y salían de mi vagina con rapidez, no pude detenerme y un gemido salió de mi garganta a la par de un orgasmo de mi vagina. Miré su rostro aún con los ojos cerrados pero con una leve sonrisa en su boca.
Abruptamente me separo de él, lo cubro aprisa con la sábana, apago su luz y salgo como ráfaga de la habitación.
Me encierro en mi consultorio, y solo puedo pensar que Demonios hice?!!! Esto puede costarme el trabajo.
Son las 6 de la mañana, y escucho a las enfermeras que se disponen a prepararse para entregar la guardia y el servicio. Tocan mi puerta y me dicen:
– doctora al paciente de la dificultad para orinar, va a dejarle alguna indicación?
– He… si… dame el expediente.
Sin ir a verlo, indico en su nota que se requiere un examen de orina y analgésicos para el dolor. Quise meter un pase de salida para evitar el paso de visita y enfrentarme a él durante la entrega de los pacientes al personal que entraba, pero no fue posible.
Así que me armé de valor, solté mi cabello, arreglé mi maquillaje, me cambié de ropa con la esperanza de que no me reconociera y a las 8 de la mañana empezamos el recorrido por las camas ocupadas.
Al llegar a la de Esteban, él se encontraba sentado, con una bata de paciente, bastante lúcido para mi gusto.
Sin mirarlo de frente, empecé a hablar: “Esteban es un paciente que llegó a media noche con dolor y dificultad para la micción, se le dio un analgésico y el paciente pudo conciliar el sueño. Está pendiente una muestra de orina por infección de vías urinarias y un ultrasonido para descartar pielonefritis o cálculos renales.
Siento su mirada fija en mi, me ha descubierto, sabe que soy yo, que no diga nada, que no me delate!!!
Las preguntas empiezan:
– Y cuando empezó con el malestar?
– El día de ayer
– El dolor es muy intenso?
– Sí, aunque el medicamento que me dieron anoche me hiso descansar y disminuyó el dolor
– Puede orinar?
– Un poco, aunque con dolor
– Como pasó la noche?
– Creo que tuve un poco de… fiebre… me desperté mojado…
Ejem, ejem… por favor, por favor… que no diga nada
– Vamos a revisarlo
Descubren su cuerpo, el cuerpo hermoso que acaricié sin recato durante la noche
– Aún le molesta mucho?
– Si, pero anoche que me revisó la doctora el dolor había disminuido, hoy vuelve a dolerme nuevamente.
Siento un escalofrío que recorre mi espalda y tiemblo de miedo, de vergüenza… como fui capaz de hacer lo que hice.
– Bien, haremos los estudios correspondientes y veremos que sucede
– Gracias.
Terminó. El grupo de pase de visita se desplaza hacia la salida de la sala y escucho su voz
– Doctora!
Volteo y finalmente lo miro, siento que me congelo
– Gracias por sus atenciones, espero pronto devolverle el favor
Asiento con la cabeza y él descaradamente se lleva su mano a la nariz aspira y mete sus dedos a su boca chupándolos suavemente, recordándome indiscutiblemente lo que había pasado y haciéndome saber que estaba plenamente consciente en el momento de mi debilidad a su lado, y de alguna manera sentí una promesa de un futuro encuentro bajo sus condiciones que me hiso estremecer de pies a cabeza.
Han pasado los días. Y aún recuerdo lo ocurrido. No puedo evitar imaginarlo. Una sonrisa se escapa de mis labios, y mis manos recorren mis pechos, y se alojan entre mis piernas evocando sus caricias y como sentí sus dedos cobrar vida para cogerme de esa forma, me mojo solo de pensarlo, de recordarlo. Esteban.
Es un día de consulta, parece que todo es habitual. Pacientes en la sala de espera. No hay pendientes, entro al consultorio, empieza el desfile de pacientes, uno tras otro. Ya son las 9 de la noche y la enfermera entra y me dice:
– Solo falta un paciente doctora y terminamos
– Menos mal, estoy exhausta!!! Hazlo pasar por favor
Mientras la mirada la tengo fija en un expediente que estoy terminando, escucho unos pasos, alcanzo a ver de reojo la figura de un hombre que entra
– Pase por favor tome asiento, en seguida lo atiendo.
– Gracias doctora, buenas noches
Una descarga eléctrica recorre mi piel… me quedo pasmada, aún no levanto la vista, pero su voz…
– Cuanto tiempo tarda la consulta?
Trago saliva, y como tonta tartamudeo respondiendo
– Tre… treinta minutos aproximadamente
– Tiempo suficiente para… devolverle el favor
Dejo la pluma a un lado, levanto la mirada y mis ojos se fijan en los de él
– Disculpe, pero no entiendo
– Acaso no me recuerda?
– Si… si… pero… no es correcto… yo
– Me parece que no pensaba en eso la otra noche, y me parece que quedó algo inconcluso que vengo a saldar con usted.
Me levanto y me dirijo a la puerta, la cual se abre en ese momento y se asoma la enfermera
– Doctora, voy a salir un momento para llevar las sábanas a la lavandería, se le ofrece algo
– No, nada, adelante
La enfermera desaparece, y me quedo como piedra en la puerta, siento su presencia tras de mi, siento su calor, y veo como desliza su mano por mi costado para ponerle seguro a la puerta
– Ahora quiero mi consulta completa
Siento su mano en mi cuello jugando con mi cabello, y su voz muy cerca de mi oreja susurrándome
– Esa noche tomaste lo que tú quisiste, hoy quiero lo mío
Sus manos se posan en mi cintura y suben lentamente hasta alcanzar mis pechos apretándolos con fuerza, empiezo a gemir, y mi cuerpo se pega al de él, ya no digo nada solo quiero sentirlo. Sus manos bajan nuevamente y se cuelan por debajo de mi ropa vuelven a subir hasta alcanzar mis pechos, ahora siento su calor, ese calor que no he podido olvidar, se mete por debajo de mi sostén aprietan mis pechos, mis pezones con fuerza, me hacen gemir y desear mas, mis nalgas se pegan a su pelvis y puedo sentir su erección que empieza a hacerse notar dentro de su pantalón.
Me gira con fuerza, y de frente a él me mira y me dice:
– eres mía!!! Y ahora es mi turno
Ya no pienso mas, me cuelgo de su cuello y me besa con pasión, con furia, sus dientes mordiendo mis labios, quiero más. Sus manos se deslizan por mis caderas, aprietan mis nalgas y me pega mas a él, haciéndome sentir que su verga está dura. Me levanta y me sienta en la mesa de exploración, abre mis piernas y se acomoda entre ellas. Sube mi blusa y descubre mis pechos, se adhiere a ellos con sus labios, me ensaliva con su lengua, me gusta verlo así mojándome, me muerde los pezones, los hala entre sus dientes y yo quiero gritar!!! Me baja el pantalón y abre mis piernas
– quiero ver lo que sentí esa noche!!!
Con el mayor descaro abro mis piernas y me expongo a él
– te gustó sentir mis manos, mis dedos cogiéndote?
– Si, hazlo otra vez, quiero ser tu puta…
– Mi puta! Quieres ser mi puta?
– Si…
– Entonces putita, siente mis dedos
Sin dejarme pensar más, mete sus dedos dentro de mí con fuerza y siento que me vuelve loca
– Así, quiero que te vuelvas una puta con mis manos
Mete y saca sus dedos de mi, una y otra vez, no puedo mas y siento mi orgasmo venir sin control, mi cuerpo se tensa y justo en ese momento ya no es su mano la que siento en mi vagina es su lengua que recibe mis secreciones que salen sin control de mi cuerpo, me chupa, me muerde, succiona mi clítoris con fuerza, y un orgasmo mas se aproxima, mi cuerpo convulsiona. Ya no pienso en nada.
– Eres mi puta, y quiero cogerte como una zorra
Me voltea, me deja con las nalgas al aire, me da nalgadas, me muerde y me deja marcas en mis nalgas, las separa y escupe entre ellas, con sus dedos recorre mi culo, de arriba abajo, yo no digo nada le dejo hacer lo que quiera, saca su verga empalmada, enhiesta y se clava en mi haciéndome gritar, no tiene piedad, perfora mi culo de un solo golpe, el dolor es inmenso, pero enseguida pasa y da paso al mas excitante placer que me han hecho sentir, empieza a entrar y salir de mi cuerpo una y otra vez, al tiempo que me dice:
– Eres mi puta, muévete zorra quiero que te vengas conmigo, quiero que me saques la leche con tus nalgas, muévete mas, eres mía
Incitada por sus palabras me muevo mas como una perra en celo recibiendo a mi macho, a mi hombre, siento sus manos apretando mis pechos, siento su boca en mi espalda, me muerde y yo arqueo mi espalda, con su mano con fuerza me vuelve a inclinar para dejar mis nalgas a su disposición, sigue entrando y saliendo, me dice:
– Voy a venirme puta
Recuerdo su verga en mis manos, su tamaño cuando creció con mis caricias, ahora la tengo dentro, muy dentro de mi, en mi culo, recibiéndole, y sintiendo como se contrae al mismo tiempo que otro orgasmo mas se desliza entre mis piernas, jadeamos juntos, hasta que poco a poco nos relajamos, siento como me deja, como sale de mi. Me incorporo poco a poco. Y acomodo mi ropa nuevamente.
– Estas escurriendo leche, límpiate
– No… quiero sentir tu semen entre mis nalgas, quiero sentir como me dejas mojada hasta que llegue a mi casa.
– A que hora sales?
– En media hora
– Gracias por la consulta
Me deja un suave beso en los labios, el culo abierto y escurriendo, Y sin decir más, sale del consultorio y se va.
Son las 10:30 de la noche, y me dispongo a ir a mi casa. Aun siento dolor en mi culo, aún siento su leche entre mis nalgas, y mis propios líquidos que juegan entre mis piernas.
Empiezo a caminar, vivo cerca. Así que en medio de la noche y ensimismada en los recuerdos de un encuentro inesperado e insólito dentro del consultorio con prácticamente un desconocido, no me percato que un auto me sigue hasta que se alinea a mi lado, una voz que tengo grabada en mi mente me hace dar un sobresalto:
– Te estoy esperando
– Yo… no puedo
– No te pregunté si puedes, sube, te llevo a tu casa
No tengo nada que decir, sé que le pertenezco. Sin decir más entro al auto y me siento a su lado, al sentir el asiento en mis nalgas aprisionando mi culo, dejo escapar un gemido de dolor involuntario.
– Cómo te sientes?
– Dolida
– Estás bien?
– Si, mojada, pero bien
– Sigues mojada?
– Si
Mientras maneja con una mano, la otra se desliza entre mis piernas, y me toca nuevamente, me doy cuenta que ya soy suya, porque mis piernas sin mas se abren para recibir sus caricias, sin preguntas, sin restricciones.
– Donde vives?
Le doy la dirección y mientras sigue manejando
– Bájate el pantalón
Solo sigo su indicación, bajo mi pantalón y mi ropa interior, mi sexo huele a mi, a él. Abro mis piernas nuevamente para recibir sus dedos otra vez, los cuales se deslizan por mi vulva, buscando la entrada a mi vagina, yo me acomodo en el asiento deslizando mi cadera hacia abajo y logra su objetivo, se mete nuevamente en mi… me coge otra vez
– Estás mojada. Te gusta putita?
– Siiiii
Llegamos a mi casa, se estaciona afuera
– Quieres que entre?
– Necesito que entres…
Salimos del carro, y al llegar a la puerta de mi casa, intento abrir la puerta pero su cuerpo está pegado al mío, empuja mis nalgas con su cadera y su verga se siente dura otra vez. Finalmente logro abrir la puerta y al entrar me pega nuevamente hacia la puerta con fuerza, tiro mis cosas para tener mis manos libres y poder tocarle, acariciarle, me besa, estruja mis pechos con sus manos, seguro me dejará marcas en la piel, pero no importa, me gusta su fuerza, su hombría, toca mi entrepierna:
– Quieres que te coja?
– Por favor, por favor, no te detengas
Me arranca la ropa, y yo lo despojo de la suya, suelta mi cabello lo enreda en sus dedos y me jala hacia él, pega su verga dura, tiesa en mi vientre, yo abro mis piernas necesito sentirlo dentro de una forma urgente, desesperada
– Eres mi puta, eres mi puta
sus palabras me elevan, me despegan del suelo
– Quiero que me la mames como una zorra, como una perra
No tiene que decir mas, me agacho frente a él, y tomo su verga majestuosa entre mis manos y la empiezo a lamer, es un manjar que desee durante tanto tiempo, desde esa noche cuando lo toqué mientras dormía, deseé sentirlo dentro, caliente, escurriendo, dándome de beber. La chupo con frenesí, de una forma delirante, aún sabe a mi, a mis líquidos, a mi culo. La saca de mi boca y me deja sin nada. Camina hasta la sala y se sienta en el sofá
– Ven putita, sigue mamando
De rodillas voy hacia él, y me meto entre tus piernas para tener acceso a su verga y sus testículos, lo sigo chupando, la meto y la saco de mi boca, me siento otra, me siento transformada en esa puta capaz de complacerlo, sigo chupando hasta sus huevos, me dirijo mas abajo
– Quieres chupar mi culo?
No le digo nada, y tú te acomodas para mi, para darme acceso a ese orificio que quiero probar, quiero hacerlo sentir un poco de ese placer que él le dió al mío, deslizo mi lengua por los pliegues de su ano, siento su mano en mi cabeza atrayéndome mas a él
– Chupa putita, chúpame mas
Con mis dedos abro sus nalgas, extiendo los pliegues de su esfínter que poco a poco se dilata para dar acceso a mi lengua, la cual se mete en ese pequeño orificio, te chupo, te muerdo, siénteme amor, siente un poco del placer que me haces sentir, cuando te metes en mi, cuando me revientas sin piedad, meto mi dedo en su ano dilatado y mojado de mi saliva y mientras lo perforo con él, regreso a mamarle la verga otra vez, meto y saco mi dedo de su culo, chupo mi dedo que sabe a él, y se lo vuelvo a meter, quiero que se vengas en mi boca, quiero que explote de placer, quiero que me atragante de leche caliente, sigo chupándolo sosteniendo su verga con mi otra mano
– Eres una puta mamadora, eres mi putita mamadora
– Mas papito, dame leche
siento como su verga golpea mi garganta, como ha crecido a su máxima capacidad, como abre mi boca y no hay espacio para nada mas, sigo metiendo mi dedo en su culo, quiero que se venga, hasta que al fin siento su cuerpo tensarse, y un gemido grueso que asemeja un rugido sale de su garganta, con sus manos me empuja la cabeza hacia él clavándose mas en mi boca, descargando ríos de semen en mi garganta que me dejan sin respirar, lentamente aflojo y saco su verga de la prisión de mi boca. Mi dedo aún está en su ano, lo deslizo suavemente hacia afuera y lo dejo descansar, mientras con la lengua recojo las gotas de semen que aún escurren de su verga.
Miro su rostro, sus ojos cerrados, parece dormir… pero no, hoy no voy a confiarme, sabe mentir muy bien.
Me levanto lentamente, y le deposito un suave beso en los labios, al cual responde con cierta pereza. Al retirarme de su lado, me toma de la mano y me pregunta
– A donde vas?
– A la cocina, te prepararé algo de cenar
Me suelta, y se queda descansando en el sillón, lo miro y no puedo creer que tenga a un hombre en mi casa. Voy a la cocina y le preparo un café, una ensalada, un bistec asado.
Estoy en eso, cuando siento sus manos en mi cintura, que suben a mis pechos aprisionándolos, ahora ya no brinco sobresaltada, parece que me estoy acostumbrando, solo me pego mimosa a su cuerpo, y froto mis nalgas en su verga que aún duerme. Le pregunto
– Tienes hambre?
– Si, un poco
– Ven, siéntate, Te sirvo de cenar
y empezamos a platicar lo esencial, quienes somos, a que nos dedicamos. Las verduras aún están en la mesa, las que no utilicé para su cena. Sentada a su lado solo con su camisa puesta me pregunta
– Porqué me tocaste esa noche?
– No lo sé, te vi en la cama, y me sentí atraída hacia ti
– Me gustan tus nalgas
– Y a mi tus labios
– Quieres que te coja otra vez?
– Si, pero creo que tu amigo, aún necesita descansar
– Hay otras opciones
– Si, ya lo sé, tus manos, tu boca
Se acerca a mi, y me besa
– También hay “otras” opciones
– Ha si?, a que te refieres?
Sin decirme mas me acerca a él, me besa, abre la camisa y vuelve a besar mis pechos, los muerde los chupa, y descubre que esa es mi debilidad pues me hace gemir intensamente y me transforma, mete su mano entre mis piernas y descubre que ya estoy mojándome otra vez. Me sienta en la mesa y separa mis piernas, toma una zanahoria que aún está en la mesa y la mete con fuerza en mi vagina, yo dejo escapar un grito de placer y de asombro, él sonríe con un brillo especial en su mirada:
– Te gusta putita?
– Mas, dame mas
Con la zanahoria en su mano, me coge una y otra vez, no sé que me excita mas, si el hecho de saber que es un objeto comestible lo que mete en mi, o el verlo hacer de mi lo que le gusta, con ese brillo de perversión en su mirada, sabiendo que también lo disfruto, pues no me opongo, y la respuesta de mi cuerpo es mas que evidente. Me hace gemir nuevamente como una puta, como a su puta, muerde mis pechos, me deja marcas en ellos, y yo soy feliz teniéndolo así frente y encima de mí, abriendo mis piernas, teniendo mi vulva, mi vagina a su disposición…
– Te lo meto en el culo?
no le puedo responder, aún siento un poco de pudor y vergüenza, pero sabe que mi silencio es una aceptación a sus deseos, así que sin mas levanto mas mis nalgas y me hala hacia la orilla para dejar mi culo libre, me chupa otra vez la vagina, muerde el clítoris, y siento como desliza el vegetal entre mis pliegues hacia mi ano, mete la zanahoria a mi boca con la intensión de humedecerla, pero no funciona adecuadamente, así que toma el aceite de oliva vierte una cantidad abundante en mis genitales deslizándose hasta mi culo, lo miro hacer lo que quiere de mi, él mira a su vez como estoy abierta hacia él, mete la zanahoria otra vez en mi vagina y con fuerza vuelve a cogerme sobre la mesa así, mientras con sus dedos fricciona con rapidez mi clítoris, no puedo mas, me hace gritar, otro orgasmo llega a mi convulsivamente y justo en el momento en que pierdo la razón, siento la intrusión de la zanahoria en mi culo y sus dedos ocupando el vacio en mi vagina, siento como me abre sin contemplación, grito nuevamente de dolor, pero no lo detengo, es el mejor sexo que he tenido en mi vida, quiero que siga, con la zanahoria en mi culo, la mueve en círculos dilatándome mas, siento que la vida se me va en sus manos, y él de pie mira lo que hace, como me mojo, como responde mi cuerpo a sus deseos…
– Eres mi puta, eres mi zorra, quiero que te vengas otra vez, quiero que grites, quiero que seas mía, quiero que no me olvides
Otro orgasmo? No… no es otro orgasmo, es el mismo que no ha cedido desde que me subió a la mesa y empezó a cogerme, me tiene en un solo orgasmo que parece no tener final. Olvidarte, no será posible. Vence mi razón y mi cuerpo. Ya no siento más. No se en que momento se ha detenido y me ha dejado respirar. Siento en una nebulosa mi vagina que aún se contrae en espasmos. Siento como me besa…
– Estás bien?
– Mmmmm
No puedo hablar, pero quisiera decirle que lo esperaba desde hace mucho tiempo, que me había hecho tanta falta, y que sin saber encontré en él justo lo que necesitaba, que no quiero que se vaya…
Eleva mi cuerpo entre sus brazos, me lleva cargando a la habitación, me recuesta en la cama y siento su calor a mi lado, me abraza y con un dulce beso me dice:
– Descansa, eres mía y yo a partir de ahora soy tu amante
Kassandra