Nunca disfrute tanto de la tortura. De ver su verga agonizante

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Pasaron unos días desde que obligué a mi esposo a comerme el coño mientras yo lo bañaba con mis preciosos y amarillos orines. Fue una experiencia tan exitante que durante varios días lo he obligado a comerme el coño, mientras pienso en todo lo perverso de esa escena en mi mente. Y debo decir que algo en mi cambió desde ese día, no solo porque creo haberme vuelto mas perversa, sino porque también miro como poco a poco la voluntad de mi esposo se va quebrando y sometiendose a mi voluntad. No sabría explicarlo bien, creo que si hay algún sentimiento primitivo que aflora cuando humillas a alguien orinandolo encima, es como si su mirada supiera que soy superior, que su voluntad se doblega ante mi poderosa vagina. Siento que ya no debo exigir que adore mi vagina, el sabe que debe hacerlo, es casi un culto a mi coño que en realidad me lleva a entender que si hay una forma de doblegar a un hombre y reducirlo a sus instintos mas primitivos. Pienso que comiendose mis orines, escuchando mis carcajadas y obedeciendo a mis ordenes mas denigrantes respecto a haberlo orinado, sí transtornó algo en su psique, que lo ha hecho mas consiente de mi superioridad al tiempo que asume su posición de inferior ante mi. Quiero expresar que este no es un asunto de desprecio a mi esposo, en realidad lo amo, y este estilo de vida nos ha vuelto mucho, pero mucho mas unidos y amorosos. Tampoco es que lo tengo amarrado con una correa y estoy orinando sobre él cinco o seis veces al día. Hacerlo fue parte de nuestra intimidad y ambos lo disfrutamos dentro de nuestros respectivos roles. David ya me ha externado que le gustó ser humillado de esa forma y que quiere que lo haga con regularidad. De hecho han surgido infinidad de charlas sexuales, alrededor de algunas ideas que hemos intercambiado, respecto a como podríamos variar las formas de humillación a los baños dorados. Casi todas las ideas han sido refuerzos positivos debo decir, dado que él ha encontrado placer en ello, no veo la forma de usarlo como castigo, en realidad el castigo lo he definido como la privación del honor a comerse mis orines. De hecho está cercano su cumpleaños y puntualmente me ha pedido como regalo que quiere ser bañado nuevamente. Aún no he definido como quiero hacerlo, la ocasión que les conté previamente surgió de forma muy fortuita, como un deseo que vino a mi mente. Por otro lado planear un baño dorado parece ser algo mas elaborado, quiero hacerlo, pero dentro de mis terminos, pues de otra forma terminaría siendo una idea impuesta. Tengo algunas otras ideas un tanto mas personalizadas. Cubos de hielo de mis preciosos orines para su whisky; yo sugerí también que quiero orinar en una copa y darsela a beber como si fuera el vino mas exclusivo del planeta; a todas estas ideas él reaccionó con entusiasmo, así que ya veremos. Los mantendré al tanto de todo ello, creanme.

En fin, llegado el viernes, nuevamente en confinamiento por esta pandemia de mierda, le pedí a David que me hablara de su deseo por mis orines, él animado por el tema comenzó a contarme sus ideas, pero en realidad no estaba muy interesada en su opinión, queria estimular su imaginación, porque sé que le exita pensar en ello. Habiamos cenado y seguiamos hablando sentados en el comedor de nuestra casa. Durante la conversación debo confesar que empecé a sentir unas ganas de saborear su verga. La cual tenía ya casi una semana de estar en su jaula. Interrumpí bruscamente la conversación para pedirle que se desnudara completamente. “Quitate toda la ropa, y esperame aquí”, le dije de forma casual, a decir verdad ya no ocupo usar tanto un tono autoritario, como les dije anteriormente su psique ya está quebrado, va a obedecerme de todas formas, así que he mudado a hablar en forma amorosa, pero firme: “Bebe, ven aquí, quiero tus labios en mi coño” “Guapo, arrodillate ante mi, quiero verte besandome los pies”. “Sweetie pintame las uñas mientras miro televisión”, son algunas de las formas en que he cambiado mis expresiones y realmente funciona, no necesito ser agresiva, solamente comandativa y él hará lo que le diga. Ya en una sesión sexual y de humillación mis formas y lenguaje pueden cambiar, pero para que me coma el coño o quehaceres domesticos, solo lo digo con cariño y firmeza y él entiende su role, somos cada vez mas concientes de ello. En cualquier caso, gentilmente le pedí desnudarse y esperarme en tanto subia las escaleras e iba a buscar una cuerda para amarrarle. Regresé en unos minutos con dos cuerdas y no una, lo suficientemente largas para aprisionarlo completamente a la silla e inmovilizarlo. No crean que tenía algo planeado, la realidad es que improviso bastante en la marcha. Mis unicas dos ideas eran, quiero saborear una buena verga, no he probado ninguna mejor que la de mi esposo, y quiero hacerlo mientras lo controlo. Esas eran las ideas iniciales, ya en la marcha veremos como va. Tomé la cuerda y até con fuerza sus piernas a la base de la silla, y con el cabo restante tuve suficiente cuerda para amarrar sus tobillos a las patas de la silla, de tal forma que no tuviera ninguna movilidad en su parte inferior, hice lo mismo con la otra cuerda, amarrando su pecho y brazos al respadar de la silla; y con el restante de cuerda pude atar sus antebrazos a los brazos de la silla, de tal manera que les aseguro David no podría moverse de ninguna forma. Una vez atado y completamente inmovil, procedí a desnudarme lentamente delante de él, prestando especial atención a descubrir lenta y sensualmente mis leggins, dejandole ver mi redondo y ajustado culo, acercandolo lo suficiente a su rostro para que pudiera inhalar el olor a mi culo y coño sudados por el ajetreo del día. Por supuesto que iba a estar usando un panty g-string, de esos que yo sé lo volverían loco. Desde hace meses la costumbre es usar aquello que puede atormentarlo mientras su verga está enjaulada. La llave de su libertad cuelga de una cadena en mi cadera, asi que al despojarme de mis leggins y quedar solamente vistiendo mi panty g-string animal print, el puede contemplar a la vez, lo cerca y lejos que esta su libertad. Además que la llave este cerca de mi coño es un recordatorio de quien manda. En fin con mi pequeño show, pude ver como su verga se apretaba contra la jaula de forma sumamente incomoda para él. Me acerqué gateando en cuatro, Por supuesto que empecé a poner mi cara de zorra, mordiendome los labios y libricandolos con mi lengua, mientras lo miraba fijamente, como si fuera mi presa. Le di un par de besos a su jaula, donde pude sentir la presión que esta sufriendo ahí dentro. “¿Quieres que mi boquita chupe esa verga que tienes ahí aprisionada?”. “Si mistress por favor, necesito sentir tu preciosa boca en mi verga” Me dijo con un tono suplicante. “¿Y que ganó yo dando una chupada?”. “Por favor mistress, solo como un acto de piedad, si quiera un solo beso en la punta”. Escucharlo rogar casi con su voz entre quebrada de la agonía no hacía mas que volverme mas sadista. La realidad es que iba a chupar esa verga porque se me antojaba, pero ya que estamos en modo suplicante, podría sacar algun beneficio de ello ¿no? “Mmmm no lo sé, no creo que mi perrita merezca una chupada”. “Mistress te lo ruego, al menos sacame de la jaula solo un minuto”. “Mmmm no lo sé, estaba pensando mas en algo que resulte en mi placer que en el tuyo, realmente no tienes nada que yo quiera perrita”. “Dime que quieres y yo lo haré” me dijo ahora sí con lagrimas en sus ojos. Es increible, nunca había llegado tan lejos, incluso logré que llorara mientras suplicaba. “Quiero que me compres un nuevo dildo, con un arnés, quiero que sea del tamaño de tu verga, porque lo voy a usar para destruirte ese culo virgen”. La verdad aún hoy mientras escribo esto, no sé como me vino esa idea a la cabeza, nunca había pensado en ello, hasta que vi sus lagrimas de desesperación, eso hizo que quisiera humillarlo al máximo nivel. “Entonces ¿que dices? ¿es un trato? ¿Mi divina boca en tu verga, y luego la tuya en la mia?”. Pude ver como todo su cuerpo quedó rigido de la impresión. Definitivamente nunca imaginó seis meses atrás cuando me pidió dominarlo, que de verdad me tomaría tan en serio mi nuevo estilo de vida, pero así era, quería sacar el máximo provecho de su desesperación y escalar de nivel. Sé que esto era nuevo para él y resultaba en un shock, sin embargo su verga se mantuvo apretada contra la jaula, por lo cual supongo la idea le resultaba exitante a la vez. “¿Tenemos un trato perrita?”. “Esta bien mistress, te prometo que lo haré como dices” respondió avergonzado… “jajajaja no tienes que prometer nada, iba a obligarte de todas formas, pero agradezco la gentileza” le dije de la forma mas sadista posible. La realidad es que se me antojaba comerme su verga, y a pesar de ello lo manipulé para que aceptara darme su culo. ¡Soy una maravilla en esto de ser una perra cruel!

Acerque mi pelvis a su cara, desprendí la llave de mi cadena de cadera, y procedí a abrir el candado de su jaula. La verga de David es algo de pelicula porno. Es grande y circuncidada, totalmente erecta desde su base son 10 pulgadas, como si fuera un antebrazo. Gorda y venoza, es el tipo de verga que hace que tengas un orgasmo con verla. Debo decir que soy una chica con gustos obscenos. Me gusta que la verga de mi esposo huela a verga. Que su olor sea fuerte, que te quede ese olor en la boca mientras te la comes, así debe ser la verga de un macho. Sin importar que yo domine sexualmente a mi esposo, eso no quiere decir que como mujer no disfrute de una buena verga, y ese es mi caso. Cuando quité la jaula, una enorme erección acompañada de unas buenas bolas cargadas de su leche saltaron ante mi cara. Su olor era fuerte, fuerte como el de una verga que ha estado encerrada una semana. Mi coño estaba chorreando jugos de la anticipación. Sin embargo no voy a empezar a comermela como la mas hambrienta, quiero que el desesperado sea él, asi que acerco mi nariz a la punta de su enorme glande “mmmm hueles a desesperación” le dije. “Si Mistress estoy desesperado”… “mmm ¿que tal si le doy un besito con lengua a esta verga asi?” Le dije en tanto mi lengua recorrió la cabeza de su glande alrededor, terminando con un besito humedo y prolongado sobre la punta. Lo mire con una sonrisa diabólica, mirando sus ojos llorosos y desesperados. “Algo no esta bien acá” dije con un gesto algo inconforme, “No te vayas a ir a ningún lado, ya regreso”, dije soltando una risa burlona, sabiendo que no podia moverse ni un sentimetro. Fui al cajón del mueble de cocina, donde guardo un rollo de cinta adhesiva. Al regresar al comedor, me quité el hilo en frente de su cara sumamente despacio y se lo puse en su nariz para que oliera lo humedó que estaba de mis jugos vaginales. “Huele mi coño, disfruta su aroma, mientras te chupo hasta volarte los sesos”, inmeditamente puse mi G-string en su boca y lo amordacé con la cinta adhesiva. Ahora tendria mis jugos en su boca mientras me comía esa verga como se me antojaba. Volvi a arrodillarme ante esa monumental cosa, y ahora introduje todo lo que pude en mi boca. No me cabe completa evidentemente, creo que no es buena idea hacer garganta profunda con esa cosa, podrías morir ahogada. Pero si quise recorrerla con todo el gusto del mundo, saborearla, sentir su sabor salado y fuerte en mi lengua. Podía ver como la sensación de mi boca lo estaba volviendo loco. Así que empecé a masturbar el tallo de su pene al tiempo que mi saliva chorreaba todo el cuerpo masivo de esa cosa. Con mi otra mano comencé a masajear sus pelotas duras y llenas de leche. Mi amado esposo solo gemía como una puta, jadeando, tratando de prolongar las sensaciones. Yo hacia gemidos, para aumentar su placer, aunque también debo decir que yo misma gemía porque chupar ese enorme mastil me pone a mil. Aceitaba esa verga con mi boca de arriba abajo, su sabor fuerte y varonil, hacía que mi coño chorreara como una puta en celo. En un principio cuando vi sus gestos, su placer, quise frustrar su orgasmo, como lo he hecho ya en varias ocasiones. Tambíen pude cabalgarlo para disfrutar como ese enorme pedazo de carne me abria el coño hasta su máximo alcance, y me empalaba con esa lanza. Pero lo que me vino a la mente fue distinto quería torturarlo ordeñandole toda su leche hasta que no le quedara ni una gota. Hasta que él mismo me pidiera que me detuviera.

Igualmente tenía un descomunal antojo de verga, así que no iba a permitir que esto fuera cuestion de 2 minutos, hasta que él explotara y yo tuviera que detenerme, así que tuve que reafirmarlo. “Ni se te ocurra explotar ahora, voy a saborear mi verga hasta que se me antoje una lechita caliente, ¿entendido?”, le dije mirandolo fulminantemente a los ojos. Movió la cabeza asintiendo, sabiendo que mi panty debia estar atorada casi en su garganta. Así que volvi a lo mio. Su verga estaba empapada de mi saliva, a veces es incomoda en la boca, porque su tallo es bastante grueso, y mi boquita es ajustadita. Pero bueno, volvi a introducirla en mi boca, y esta vez use solo mi boca suscionando de arriba hacia abajo, una y otra vez, primero lento, luego aumentando mi velocidad, mi saliva fluía abundante mojando su enorme tallo y sus pelotas. Si te gusta comerte una buena verga igual que a mi sabras que cualquier mujer que tiene experiencia en el arte de volver loco a un hombre, sabe que antes de una monumental corrida, a los hombres, las pelotas se les ponen duras y su glande se inflama. Pues David tenia sus pelotas duras y azules de tanto teasing, su glande se puso como una coliflor dentro de mi garganta y contraía los dedos de sus pies hacia adentro sumamente rigidos. Detuve un poco mi ritmo otra vez, y le daba besitos humedos en la punta, para relajarlo. “Tranquilo bebe, tranquilo” le decía. “Todavía no”. Una vez relajaba el momentum, volvi a succionar con fuerza esa vergota, con las dos manos masturbaba la parte de su tallo que no me cabía en la boca (lo cual es la mayoria). Y con ritmo frenetico succionaba y pasaba mi lengua sobre su hermoso y rojo glande. David gemia y respiraba. “Piensa en cachorritos muertos bebe” le decia y seguia con mi ritmo destructor. “Ya no aguanto más” alcance a entender entre sus gritos balbuceantes. “ah ah, no hables con la boca llena”, le dije sonriendo con malicia, volvi a relajar mi ritmo solo recorriendo su pene con mi lengua. Creo que pasé comiendome esa vergota como por 25 minutos, y ya me dolian un poco mis rodillas. Así que pense era el momento para terminar el primer round. Retiré mi boca de su verga, no queria comerme su leche en este primer round, sabía que sería una corrida enorme, y aunque no tengo asco por la leche de mi esposo, tampoco queria comerme toda esa cantidad, quizas en el tercer o cuarto round la saborearía, en este momento con una buena masturbada servirá. “¿Quieres darle tu lechita a tu mistress?” Dije poniendo cara de niña mala. El masaje era lento, pero tenia agarrada su verga con firmeza. “¿Te gusta que masturbe tu verga grande de macho bien lento? ¿Despacito y bien rico?” David respondía pero con mi hilo en su boca realmente no entendia que diablos decía, pero por su tono de urgencia podía imaginar que quería explotar. Lo masturbé por alrededor de un minuto más, sin aumentar la intensidad, muuuuy despacio de arriba hasta abajo. Cuando su pene se estremeció, con mi otra mano aprete sus pelotas con fuerza, ya había llegado al punto de no retorno, pero un poquito de dolor, haria que la corrida no fuera totalmente placentera para él. En todo caso, el primer chorro de leche salto por los aires como si fuera una hidrolavadora, detuve mi masaje, porque a esa altura no haría falta que siguiera. Hasta 5 chorros enormes de leche caliente explotaron de su monumental pene. Mi esposito amado estaba cubierto en sudor, gemía de desesperación y dolor. Mi mano izquierda aun apretaba sus pelotas con fuerza y mi mirada estaba fija puesta sobre su verga, como hipnotizada por su corrida. Al cabo de unos 20 segundos los disparos de leche cesaron. Toda su leche cubria su abdomen y escurria hasta sus pelotas que tenía bien agarradas todavía. El reguero de semen era todo un espectaculo. David respiraba agitado pero aliviado. Me gusta que mi amorcito tenga también sus momentos de alivio. Tomé con mi mano derecha una abundante cantidad de semen que quedaba en su abdomen; y del semen que había chorreado en mi mano izquierda mientras apretaba sus pelotas, y se lo embarré en la cara, mientras me reía fuerte. Todo su rostro quedo embarrado de un semen espeso y viscoso. “Primer round perra, apenas estoy calentando, le dije al oido”.

La verdad es que con menos de tres corridas no me sentiría una dominatrix de verdad. Así que sin dar mucho respiro, volví a masajear su verga, ya un poco flacida, pero sabía que aún quedaba leche para ordeñar. No limpié nada del reguero anterior, quería que todo fuera nasty, que oliera fuerte a semen, es parte de mis nuevos gustos gourmet. En fin, como torera al ruedo, nuevamente empecé a masajearlo. La punta de su pene estaba sensible, así que se movía incomodo. “Que pasa bebé, ¿no me dijiste que estabas desesperado por correrte? Pues bien, hoy no sales de esta silla si no me das minimo tres corridas, como todo un campeon”. Evidentemente no podía hablar, pero las gotas de sudor le bajaban de su frente como si estuviera en una cesión de crossfit. Escupí sobre su pene un par de veces más, y comencé a hablarle Nasty. “Dame un reguerito más bebe” dije con tono de niña chineada. “Si me das mas lechita, al final te doy un bañito dorado como a ti te gusta”. “Dame dos rounds mas para presumir con mis amigas”. Para ayudarle con su trabajo volví a poner mi boca en su verga. Podía sentir el sabor de su leche todavia impregnada en su mastil. Una chupada bien apasionada y pude sentir como recobró su vigor. “mmmm alguien volvió a la carrera”, le dije con emoción. Seguí el masaje, al tiempo que le decía cosas denigrantes. “Cuando termine contigo quiero tu lengua en mi culo”. “Quiero que sientas el olor del culo de tu mistress”. El reload fue bastante rápido esta vez. La diferencia entre la primera vez, es que se estaba conteniendo por orden mía, ahora se estaba esforzando en explotar también por orden mia. “Dame mi lechita bebe, la quiero ya, la quiero ahora…” Todavia estaba hablando cuando un nuevo chorro saltó y calló justo en mis labios, nuevamente detuve el masaje, y los consecuentes chorros siguieron fluyendo. “awwww, awwww” gritaba David, asumo que su glande estaba muy sensible. Su leche seguía siendo espesa y abundante. Así que estaba bastante optimista para el tercer round. Pase mi lengua por mis labios para recolectar la leche que me había salpicado, pero esta vez no me detube en mi masaje. Fue mas que claro que la fricción y la sensibilidad en su glande eran molestas, porque gemía de dolor y trataba de moverse como alejandome de su verga, pero era muy tarde para ello; queria mi tercer descarga y no me iba a detener hasta conseguirla. Claro que después de dos corridas tan abundantes, mi esclavito iba a necesitar un poco más de estimulo. “Tu puedes amorcito, dame tu lechita una tercera vez”. “Quiero verte darme tu ultima gota de fuerza”. Su verga estaba media erecta, en su rostro podía ver que estaba agotado y esforzandome por darme su milla extra. “Vamos baby, quiero ver como esa monstruosa verga tuya trabaja horas extra”. En ese instante se me ocurrio una idea. Me voltee de espaldas a él, y levante mi culo de tal forma mi coño le quedara frente a su cara, mientras yo con las dos manos agarraba su verga y la frotaba como una maniaca. Al tiempo que volví a hablarle nasty, para provocar que me diera su ultimo orgasmo. “¿No quisieras insertar esta vergota gruesa y dura en este coñito estrecho, rosado y humedo?”. “¿Quieres meterme esa verga estando yo en cuatro, y verme recorrerla con mi culo duro y ejercitado, mientras gimo como una zorra?”. “¿Quieres ver mis jugos aceitar toda esta verga majestuosa que tengo entre mis manos?”. Mis palabras y el crossover de mi coño cerca de su cara dieron el efecto que buscaba, porque poco a poco empezó a contraer sus caderas y a apretar sus puños. “Ahí viene mi lechita finalmente” dije al tiempo que empezó a salir nuevamente su semen, ya no tan potente como en las anteriores. Aproveche el momento para quitarme el antojo de leche que tenía y comencé a limpiar su verga con mi lengua de forma despacio. Lo incomodo de la sensibilidad de su verga era notoria con cada lenguetazo que le daba. Despues de recolectar toda su leche con mi boca. Lo miré a los ojos. Literalmente estaba acabado, no podría haberme dado una gota mas de leche. Me habría gustado un cuarto round, pero creo que habría sido mucho para él. No despues de las dos primeras corridas. Su rostro estaba sudado, lleno del semen de la primera corrida, y aun amordazado con mi hilo. Con cuidado de no lastimarlo quite la cinta adhesiva, y extraje mi hilo de su boca, el cual estaba totalmente mojado en su saliva. “¡Mira lo que has hecho con mi hilo favorito!”. “Bueno no importa tanto, mañana me llevas a comprar unos nuevos”. David no podía ni hablar, casi no podía ni alzar su cabeza. Quizas si fue algo intenso para él. Era la primera vez que tenía orgasmos seguidos, su reload no suele ser tan inmediato. Sin embargo esa era la idea, forzarlo a romper un nuevo limite y estaba orgullosa de mi misma por haberlo logrado. “Sweetie voy a dejarte amarrado a la silla un rato mas, voy a leer blogs de dominación mientras tanto, necesito ideas porque ahora tu culo es mio, y te prometo que eso va a ser memorable”. Le dije al oido, antes de retirarme a la habitación. Se quedaría amarrado en esa silla con esa ultima idea rondando su cabeza… Buenas noches mi amor…