Nunca me imagine lo que iba a pasar con la compañera de mi hermana

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Mi vida social era inexistente, trabajaba en casa, no tenía amigos y ninguna relación seria que mis padres pudiesen recordar, así que eso los llevo a pensar que mi apatía y desgana por relacionarme con otras personas se debía más a un trastorno por depresión que al poco interés que realmente despertaban en mi los demás. Ese fue el motivo de que me propusieran que me fuese a pasar un tiempo a casa de mi hermana.

Mi hermana Lucia, o Luci como yo la llamaba, siempre había sido mi mitad, mi amiga, mi confidente y no por ser mi única hermana, sino porque éramos mellizos y aunque ella siempre había sido una chica popular y yo el hermano “rarito” siempre me había tratado bien y había sido cariñosa y comprensiva conmigo.

Había vivido en Malasaña, un barrio de Madrid desde siempre y la idea de pasar unos días con mi hermana Luci en Benalmádena, un bonito pueblo de la costa de Málaga me pareció una gran idea así que decidí llamarla para comentarle la idea.

— Hola “peque” que tal todo? — Me dijo nada más aceptar la llamada. Debo decir que mi hermana me ha llamado así cariñosamente desde que recuerdo a pesar de tener la misma edad, pero nuestra estatura similar, poco más de 165cm y mi constitución delgada siempre la habían invitado a ello.

— Bueno ya sabes Luci— Conteste. — Igual que siempre, trabajo, casa y poco más —

— ¿Nada nuevo interesante que deba saber? — Pregunto con picardía.

— Nada nuevo en general, interesante menos aun — Dije como si fuese algo obvio.

— Podrías venirte unos días y cambiar de aires, ahora en verano hay mucho movimiento aquí y podríamos pasarlo bien — Me apremio — Además aquí estamos solas Mónica y yo y tenemos sitio de sobra, ya lo sabes —

Mónica era la compañera de piso de mi hermana y su mejor amiga, se conocieron en la facultad y tiempo después por motivos de trabajo habían terminado viviendo juntas.

— Esta bien, si no es molestia estaría bien pasar allí algunos días contigo — Conteste, con la total certeza de que mi madre ya lo había hablado con ella y la había puesto en situación.

— Voy a comprar un billete de avión por web y te aviso de cuando llego, ¿ok? —

— Ok Peque, muchos besos y también para papa y mama — Dijo despidiéndose.

Después de desembarcar, cogí mi maleta y me encamine hacia la salida de la terminal esperando encontrar a mi hermana entre el tumulto en cualquier momento, cuando de pronto escuche una voz femenina llamarme por mi nombre.

— ¿ANGEL?, ¿Hola eres Ángel, el hermano de Lucia? —

Me gire hacia la voz para descubrir con sorpresa que no era mi hermana la que me llamaba, si no una chica alta, y delgada que agitaba animosamente los brazos tratando de llamar mi atención.

— Hola Mónica — Acerté a decir mientras me encaminaba hacia ella entre la gente.

Aunque Mónica era la mejor amiga de mi hermana, solo había coincidido con ella en un par de ocasiones en Madrid y aunque sabía que era una chica muy atractiva nunca había tenido ocasión de percatarme hasta qué punto. Allí estaba con una enorme sonrisa en su rostro bronceado y pecoso, sus enormes ojos verdes, todo en un rostro redondeado y bien proporcionado, enmarcado por una melena hasta los hombros rizada y pelirroja. Llevaba una camiseta de manga corta blanca ceñida que moldeaba perfectamente su pecho, unos shorts vaqueros que terminaban donde empezaban sus interminables piernas y unas esparteñas con cuña que la hacían parecer aún más alta de lo que era. Cuando me acerqué a ella me sentí casi ridículo cuando se tuvo que inclinar levemente para darme dos besos a modo de saludo.

— Pensaba que vendría mi hermana a recogerme — Dije mientras cerraba la puerta del coche.

— Esa era la idea, pero le ha surgido un compromiso en el trabajo y me ha pedido a mi que viniera a por ti — Me dijo Mónica sonriendo.

El trayecto duro poco mas de 15 minutos, durante los cuales apenas cruzamos una palabra, pero si pude ver como Mónica me miraba un par de veces de reojo. Poco después habíamos dejado el coche en el parking del edificio y subíamos en el ascensor a la 5ª planta donde se ubicaba el piso que mi hermana compartía con su amiga.

— Adelante, estas en tu casa — Me dijo Mónica mientras se dirigía hacia la cocina — Creo que tu hermana esta en el baño — Dijo señalándose el oído, tratando de aclararme que lo sabia por el sonido de la ducha que se escuchaba al fondo del pasillo.

— Voy a tomarme una cerveza, ¿quieres algo? —

— Coca cola, por favor — Le conteste.

— ¿Sola? — Me dijo mientras me lanzaba una sonrisa pícara.

— Si por favor, no bebo alcohol —

— ¿Nada de nada? — Pregunto con sorpresa.

— Nada de nada, solo tolero la cerveza y no demasiado bien, pero los destilados las veces que lo he probado me han sentado mal — Conteste.

— Bueno pues haber que podemos hac…….. — Comenzó a decir, pero no pudo terminar la frase.

— ¡PEQUE! — Escuché a mi hermana decir, en el preciso instante en que pude ver de reojo como se abalanzaba sobre mí, con la intención de darme un enorme abrazo.

— Luci — Acerté a decir mientras la recibía entre mis brazos, sorprendido por la situación.

Mi hermana iba liada en una toalla de baño, descalza y con el cuerpo y el corto cabello aun mojados por la ducha.

Comenzamos a hablar de nuestras cosas y antes de darnos cuenta llevábamos casi una hora hablando sin habernos movido del sitio.

— Voy a bajarme a la piscina — Dijo Mónica al pasar por nuestro lado. Ni siquiera me había percatado de su ausencia, pero ahora llevaba puesto un pequeño biquini negro, que se adivinaba sin problema debajo de un ancho blusón blanco casi transparente y unas sandalias de dedo con un lacito que me parecieron de lo mas monas. Ahora ya no parecía tan alta, pero, aunque iba de plano, debía de medir al menos 175cm.

— ¿A qué hora subes? Vamos a salir a cenar, por si te apetece venir — Dijo mi hermana respondiendo a Mónica

— Creo que voy a pasar, tendréis que poneros al día sobre vuestras cosas, mañana hablamos — Dijo Mónica mientras se despedía de mi hermana con un beso en la mejilla al tiempo que me lanzaba a mí una indescifrable mirada de reojo.

La noche se nos hizo corta, hacía mucho tiempo que no disfrutaba de la compañía de mi hermana para mí solo, se le veía ilusionada y mucho más guapa de lo que recordaba, se había cortado el pelo muy corto y había cogido algún kilo, acentuando sus curvas y realzando su feminidad. Cenamos en un restaurante y después fuimos a tomar algo. De camino hacia el Pub caí en la cuenta de algo que ya no recordaba, como los tíos se giraban cuando pasábamos junto a ellos, yo me sentía casi ridículo al lado de mi hermana, por que ella era una mujer muy bella y atractiva mientras que yo a su lado parecía un hombrecillo de lo más vulgar, a pesar de que mediamos igual, ella llevaba unas sandalias con tacón de aguja que la elevaban mas de 10cm sobe mí y estilizaban aún más su femenina figura.

A la mañana siguiente mi hermana se asomó a mi habitación no sin antes tocar la puerta

— Peque tengo que ir al trabajo, he de dejar algunas cosas cerradas antes de empezar mañana mis vacaciones, llegare para cenar y Mónica me ha dicho que va a estar casi todo el día fuera, bájate a la piscina si quieres y la playa esta cerca, lo que te apetezca, hasta luego — Se despidió de mi lanzándome un beso desde la puerta. Mi primer día de vacaciones en Benalmádena y ya estaba solo y encerrado de nuevo. Después de desayunar, decidí darme una ducha y mientras me encaminaba hacia el baño observe que la puerta del dormitorio de Mónica estaba abierta, asique decidí echar un vistazo. Estaba todo ordenado, la cama hecha y ni una sola prenda arrojada sobre el suelo. Por curiosidad decidí mirar en el dormitorio de mi hermana, aunque la puerta estaba cerrada. Todas las prendas de la noche anterior estaban desordenadas por el suelo, junto a las toallas que debía de haber usado para ducharse y un pequeño pantalón de pijama a rallas y una camiseta de tirantes gris que tenía pinta de haber usado como pijama. Al ver los tacones recordé como la miraban los chicos la noche anterior, rápidamente deseche la idea y me encamine de nuevo para la ducha.

Sali de la ducha con una toalla liada sobre la cintura y me encaminé hacia mi dormitorio, pero al pasar junto al dormitorio de Luci, no pude evitar mirar de nuevo aquellas sandalias de color negro charol con aquel increíble tacón de aguja. Trate de quitarme de nuevo aquella idea de la cabeza, pero esta vez no lo conseguí, ¿que tenía que perder?, estaba solo en el apartamento y al fin y al cabo seguramente a Luci no le importaría. Me encaminé decidido y me las puse aquellas preciosas sandalias sin pensarlo ni un segundo más. Ande torpemente hasta un espejo de cuerpo entero que Luci tenía en su dormitorio y comencé a posar adoptando poses femeninas, no me veía mal, asique coqueteando con el espejo subí la toalla hasta debajo de mis axilas con lo que deje al descubierto mis piernas al completo, a la altura de mis genitales, la situación me resultaba excitante y note que estaba teniendo una erección. La idea de masturbarme de aquella guisa me excito aún más. Empecé a acariciarme, pero de pronto me sorprendió el sonido de la nevera al cerrarse de golpe. Había alguien en el piso y eso era lo ultimo que yo esperaba en ese momento. Me quite las sandalias bruscamente baje de nuevo la toalla a la cintura para disimular la erección y salí del cuarto de Luci con la cabeza agachada y muerto de vergüenza.

— Perdona Lucia, quería preguntarte una c…….. — Dijo Mónica desde el salón.

— ¿Ángel eres tú?, he escuchado la ducha al entrar y pensé que era tu hermana que aún no se había marchado — Dijo sin un atisbo de sorpresa en su rostro.

— Si, esto, estaba probando, quería saber si…. —- Acerté a decir titubeando.

— Tranquilo, no tienes de que preocuparte, no voy a decirle a tu hermana que estabas en su dormitorio, si te tomas una cerveza conmigo — Dijo asomándose al pasillo con cara burlona.

No supe que decir, entre en mi dormitorio y cerré la puerta detrás de mí. Mónica estaba allí y aunque no me había visto en el dormitorio de Luci , sí que era cierto que me había visto salir de él. Me puse un pantalón corto de deporte, una camiseta de manga corta y salí de la habitación.

— ¿Lo de la cerveza iba en serio? Si aún no son ni las 12:00— Pregunte sin ser capaz de mirar a Mónica a los ojos.

— Claro, una cerveza no te va a matar, ¿o acaso no confías en mí? — Me dijo en un tono neutro que no supe interpretar.

— Ven siéntate aquí a mi lado, ya te he abierto una cerveza — Dijo mientras pasaba su mano sobre el sofá. Me senté a su lado sin dudar, cogí la cerveza y le di un buen trago — Cuanto antes terminemos con esto mejor — Pensé.

— Uffffffff…. Esta un poco fuerte — Acerté a decir cuando el calor abrasador de mi garganta me permitió articular palabra.

— Si, es que estas cervezas alemanas son fuertes, pero no te preocupes no se suben demasiado — Dijo Mónica divertida.

No fueron una, ni dos, a la tercera estaba totalmente mareado, casi no podía hablar y todo me daba vueltas, intente levantarme del sofá, pero Mónica me lo impidió poniéndome una mano sobre el pecho.

— Espera un momento aquí, ahora vuelvo — Me dijo mientras se levantaba.

No sé si llegue a perder el conocimiento o solo me quede dormido, pero de pronto un brusco zarandeo me hizo volver en sí, aunque aún muy lejos de estar en plenitud de condiciones. Sentí como me ponía boca abajo con el vientre sobre el brazo del sofá.

— Parece que el Vodka mezclado con la cerveza que he puesto no te ha sentado demasiado bien, pero mejor, así todo va más rápido y tenemos mas tiempo para nosotros — Dijo.

Paz…

Silencio….

Descanso…….

De pronto sentí que un dolor punzante me recorría la entrepierna, instintivamente traté de cerrarlas, pero tenía algo grueso introducido en mí que me lo impidió.

— Tranquilo Ángel, ¿o debería llamarte Angela? Si no te relajas va a ser peor y te va a doler mucho más, asique te aconsejo que no opongas resistencia o en vez de disfrutar tu primera vez va a ser mas bien un mal recuerdo — Escuche decir a Mónica justo detrás de mí.

— NOOO…!!! ¿Qué estás haciendo? — Dije balbuceando.

— Te estoy dando lo que llevas esperando los 26 años que tienes maricona, ¿acaso crees que no veo las señales que manda tu cuerpo? ¿O piensas que no he escuchado los tacones cuando he llegado? ¿Por qué crees que pensaba que eras tu hermana? En cuanto he visto que eras tú, he tenido claro cómo iba a terminar nuestra historia puto afeminado. No podía terminar de otra forma que fallándote ese coñito de niña que tienes entre las piernas, porque lo tienes, aunque tu ni siquiera no lo sepas— Me susurro al oído.

— ¿Pero por qué? — Acerté a decir

— Pues por que es lo que quieres y lo que necesitas, llevas toda tu vida reprimiéndote y esto es lo mejor para ti. Ahora vas a ser mi putita y mi princesa ambas cosas, vas a hacer todo lo que te diga cuando y como te diga, tu único objetivo va a ser complacerme o sabrás lo que es bueno — Escuche decir la femenina voz de Mónica jadeando mientras seguía fallándome.

Nunca había sentido nada similar, aquel enorme dildo entraba dentro de mi provocando sensaciones que nunca antes había experimentado, notaba como se deslizaba dentro de mí, frotando en mi interior una parte de mi adormecida, hasta provocar una explosión de placer que hizo que mi esfínter se contrajera con violencia y el semen eyaculara goteando de mi pene flácido hasta completar una abundante corrida. Y de repente se detuvo. Al principio sentí alivio cuando saco aquel enorme dildo de mi culito, pero aquella sensación dio paso a una nueva sensación de vacío, por la ausencia del placer que estaba sintiendo.

— ¿Podrías seguir un poco más? Por favor Mónica — Acerté a decir suplicante casi con total claridad.

— A su debido tiempo — Me dijo mientras se dirigía al baño —Ahora tenemos que prepararte para bajar un rato a la piscina antes de que regrese tu hermana.

Me incorpore del sofá a duras penas, subí el pantalón de deporte que tenía en los tobillos y me encamine aun mareado hacia el cuarto de baño.

— Esta bien zorrita, desnúdate y ponte de rodillas — Me dijo con tono serio y autoritario con los brazos cruzados sobre su pecho y el dildo aun colgando del arnés en su entrepierna. La obedecí sin dudarlo, me quite toda la ropa y me puse de rodillas sobre el suelo del cuarto de baño, pensé que lo que pretendía era inspeccionar mi cuerpo desnudo, mire hacia abajo y vi que mi pene apenas sobresalía en la maraña de bello púbico que brotaba en mi entrepierna, a pensar que a pesar de todo no era demasiado velludo pero el escaso tamaño de mi pene no ayudaba. De repente algo me saco de mi ensoñación, sin tiempo para que reaccionara recibí una patada con violencia que fue a impactar de lleno contra mis testículos. El dolor fue tan rotundo que caí de lado agarrándome el paquete con ambas manos.

— Primera lección de hoy, esa gominola que tienes entre las piernas, solo me obedece a mi y si yo no te digo que puedes correrte que ni se te pase por la cabeza que tienes derecho a hacerlo, ¿Lo entiendes puta maricona? — Me dijo en un tono cortante.

— Si, Mónica — Acerté a decir mientras me retorcía aun de dolor.

— Esta lección es la segunda de hoy, pero esta va a ser gratis. Si vuelves a dirigirte a mi sin mi permiso por mi nombre te castigare, en adelante para ti soy tu ama, tu dueña y tu maestra, ¿Entendido? —

— Si ama — Dije incorporándome y tratando de recobrar mi posición anterior.

— Esta bien, pues ahora vuelve al salón y quiero que limpies el suelo donde te has corrido con la lengua —

— Si ama — Volví a decir mientras me levantaba y me encaminaba hacia el salón para cumplir los deseos de mi dueña. Llegue junto al sofá, me incline sobra las manos y pase mi lengua por el suelo manchado de semen. Tenia un sabor ligeramente salado y estaba ya muy liquido por el tiempo que hacía que me había corrido, aun así, era bastante abundante ya que llevaba varias semanas sin haber tenido un orgasmo.

— ¿Te gusta princesa? — Mi ama se dirigió a mi casi con dulzura

— Si ama — Dije con la cara y la boca llena de semen mientras asentía con la cabeza ligeramente

— Me alegro bonita, ¿sabes que te pareces mucho a tu hermana? — Me pregunto desviando totalmente la conversación a otro tema.

— Si tu lo dices ama, me haría muy feliz si así fuera — Dije mientras terminaba de limpiar los restos de semen del suelo.

— Si que sois muy parecidas, ella es una mujer preciosa, pero tu para ser hombre eres delicadamente bello, tus piernas con largas para tu estatura pero carnosas, no eres muy ancho de hombros pero si de caderas, tienes un culo redondito y respingón, eres poco musculoso casi andrógino diría yo, tus pies son pequeños, tus manos también son pequeñas además de suaves y delicadas y apenas tienes vello y el que poco que tienes lo vamos a eliminar, tu entrepierna es fácilmente disimulable por su tamaño, no sabría decir si tienes micropene porque nunca he visto uno tan pequeño. Además, tus gestos, tu forma de moverte e incluso tu voz, demasiado aguda para un hombre — Me dijo mientras me miraba con curiosidad, examinándome detenidamente.

— Ya veras como en unos pocos meses voy a hacer de ti mi putita preferida — Dijo en tono alegre.

— Gracias ama, me encantaría ser tu putita preferida — Dije sumisamente.