Nunca permitas a un esposo y padre sobre protector arruinarte un polvo

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YULUNGA

Yacían tendidos sobre la cama, las sábanas desmadejadas en el suelo,ventanas abiertas y cortinas descorridas pidiendo que entrara una brizna de brisa fresca. Ese maldito calor de las madrugadas de Agosto en el pueblo de sus suegros, corrompiendo los jazmines hasta hacer de su fragancia una nube densa y pesada sobre ellos…Esposos, y pese a los veinte años de matrimonio aún amantes, sus cuerpos dibujaban en el lecho una V somnolienta y lasciva, las cabezas separadas pero las piernas aún entrelazadas,ambos mirando hacía el techo, relajados, como perdidos en sus pensamientos mientras sus pies aún se tocaban, regalándose suaves caricias de confianza y compañía. Fue Luis el primero en romper ese silencio que suele seguir al coito en los matrimonios que llevan juntos muchos años

-Deberíamos llamarla…No es que esté preocupado, amor, pero ya pasan dos horas…

Cristina, que estaba apunto de entregarse a un reparador sueño, entreabrió los párpados para mirar a su marido, ligeramente molesta por la interrupción que la arrancaba del descanso para recordarle sus deberes como madre. Tras veinte años de casados, y algunos más como novios, continuaba adorando a Luis como el primer día, aunque ya no era el chico delgado y fibroso que había conocido un día mientras preparaban nerviosos los exámenes de Selectividad en la biblioteca Pública…Si, su cuerpo había cambiado. El casado, casa quiere, y él era ahora un hombre bien entrado en la mediana edad, con una barriga cervecera y unos muslos redondeados de los que él se avergonzaba pero que ella gustaba de besar siempre como paso previo a la felación. No, ya no era ningún jovencito atlético ni falta que hacía. Sus redondeces masculinas estimulaban su lujuria, la carne sobrante de él era para ella testimonio de como apreciaba aún los pequeños placeres de la vida conyugal.

-Cariño, qué va a pasar…ya te he dicho que en el pueblo de mis padres nunca pasa nada…Dejame dormir…y a ella disfrutar de sus vacaciones…mmm….porfi…quiero dormir…ya es tarde..mmm…

Luis sabía que ella tenía razón, pero qué iba a hacerle…se acercaba a la cincuentena y ya era difícil cambiar de carácter,siempre se andaba preocupando por todo, especialmente de todo lo referente a su princesa Ada…¿Cómo no iba a hacerlo? Como la madre a su edad, ella era una chica lista, pero quizá por eso mismo demasiado lista y presta a meterse en problemas. Al fin y al cabo él era el hombre de la casa, aunque sonara machista, y su deber era preocuparse de esas cosas para compensar un poco la liberalidad de su madre, de la que Ada era prácticamente una réplica actualizada para estos nuevos tiempos…ambas eran de pequeña estatura y rostros solo aparentemente dulces, que escondían bajo unas formas suaves un carácter de hierro que le había llevado por el camino de la amargura tantas veces…al final, ambas hacían lo que querían y se salían siempre con la suya…Mientras hilvanaba esas reflexiones notó como el pequeño pie descalzo de su esposa se frotaba perezosamente con el suyo propio ascendiendo tanteante a lo largo de su velluda pierna…Al notar esa blanda caricia su pene, ya fláccido pero aún enrojecido por el polvo de hacia ya unos minutos, hizo señal de despertarse hinchándose ligeramente. Aún así, Luis prefirió atender a lo que creía eran sus deberes como padre y marido, continuando con sus reflexiones.

-No, si ya sé que tienes razón, pero es qué…hoy en día… Bueno, pasan tantas cosas…

Cristina se resignó a que no podría dormir tan fácilmente y se incorporó sobre su espalda para atender a las reflexiones, o mejor dicho, “la chapa” (como hubiera dicho Ada) de su marido. Al fin y al cabo, ya lo conocía lo bastante bien para saber que, pese a que al final, fuera a aceptar todos y cada uno de los argumentos de ella, y hasta de Ada, primero debía salvarse su conciencia desfogando en voz alta sus pensamientos. El clásico derecho al pataleo, último refugio del patriarcado, pensó con punzante ironía, antes de desafiarle con su réplica…

-¿Hoy día, qué pasa hoy día que no pasara antes? Parece que no te acuerdas de cuando empezamos a salir…¿Cuando te importó a ti la hora que me ponían mis padres para volver?

-Pero mujer, a ver, no es lo mismo…tus padres me conocían, sabían con quien estabas…digo yo…

-Y nosotros sabemos que está con sus amigas, Luis, y lleva un móvil no como antes, que podemos llamarla cuando queramos…Pero ella está en la edad de estar de fiesta y nosotros, cariño, en la edad de descansar un poco ¿no crees? Ya no es una cría que tengamos que llevar de la mano…¿No te parece?

-Bueno, vale, tienes razón…Supongo que soy un antiguo…dijo Luis con un deje de autocompasión no fingida.

Cristina sonrió ante la respuesta de su marido. Si, era un antiguo, pero solo a medias. No solo aguantaba estoicamente la superioridad de su esposa y su hija, concediéndoles sus más nimios deseos y caprichos así como soportando sus malos humores, sino que había sabido soportar esos momentos de crisis de pareja que tantas veces,a lo largo de esos veinte años, la habían llevado a abandonar el lecho conyugal con destinos que él nunca llegó a conocer…Pocos hombres presuntamente más “modernos” hubieran soportado aquellas noches en las que se quedaba solo cuidando de la nena sin escenas ni amenazas como él supo hacerlo.

-Anda, tonto, hace un ratito no me pareciste tan antiguo…dijo con un tono pícaro mientras se giraba en la cama para posar su cabeza en la barriga marital a modo de almohada.

Reconfortado al sentir ese peso sobre él, Luis se estiró haciéndole sitio y dejó caer su mano en la abundante melena castaña de ella. Su pequeña leona era por fin suya y solo suya, había esperado pacientemente a que volviera a casa durante muchas noches calurosas como esta y momentos como este, de confianza y absoluta entrega marital, compensaban con creces todos los sinsabores y amarguras por las que habían pasado.

-Es por ti, que siempre has sido una chica muy moderna…

-Y a ti siempre te ha gustado que lo fuera ¿No? Ummmm…sigue haciéndome eso -pidió al notar como los dedos de él iban peinando delicadamente sus cabellos despeinados…

-Bueno… siempre, siempre…alguna vez, quizás … esto….demasiado moderna…Esas noches que te ibas sin decir ni a donde ni cuando volverías…

-Así que eso es lo que le molesta a papá…Que no puede controlar donde están y lo que están haciendo sus mujeres en todo momento. De verdad Luis, para eso haberme dejado durmiendo…

-No te pongas así, Cristina, sabes que jamás te he preguntado de aquella época,ya me da igual…Solo me he acordado porque entonces también me preocupaba…

Habían echado un polvo estupendo, por fin estaban solos,de vacaciones y ahora le venía con esas. Qué si,que muy comprensivo y tal, pero un hombre es un hombre, que suele decirse y todos acaban volviendo una y otra vez a las mismas inseguridades y dudas. Y al final todas esas cosas tienen el mismo remedio, pensó mientras dirigía su mirada hacia el sexo de él, ahora en esa posición tan cercano. No era el sexo más grande , ni mucho menos, del que había disfrutado. Ni tampoco el más grueso o más hábil, pero era suyo y lo amaba como tal.

-¿Y qué es lo que te preocupaba tanto, cariño…? Si ya sabías perfectamente lo que estaba haciendo…y tu me dejabas, te podías haber ido, buscarte otra…pero decidiste quedarte conmigo… nunca te mentí ¿Verdad?

-No te enfades…

Le sonrió. Sabía que en parte ambos tenían razón. Pero su marido había sabido ser mucho más comprensivo de lo que nunca hubiera sido ella con él. Se merecía una compensación, pensó,aproximando sus labios al glande medio descubierto para ofrecerle unos cariñosos piquitos, no mas intensos de los que daría en la mejilla de una buena amiga. Luis reaccionó instintivamente haciendo una ligera presión con la mano en la cabeza de ella dirigiéndole hacia su pene..

-No me enfado -dijo mientras besuqueaba el sexo ya medio erecto- pero recordar esa época me ha dado hambre…

-Un segundo, umm, ufff, deja…deja que la llame al móvil….es tarde..lueg..luego pode…podemos seguir tu y yo…solo para saber como está Adaaaaaaaaaaahg…

Cristina había respondido apretando sus testículos hasta hacerlo estremecerse en un gemido. Ya estaba pensando otra vez en Ada en vez de dejar que la niña se divirtiera como le diera la gana…y que ellos también disfrutaran tranquilamente como marido y mujer. Culpa de ella, tal vez, por haberlos dejado tan a menudo solos y haber hecho en ocasiones dejación de sus funciones como madre. Pero siempre se había negado a ser una mamá gallina, atada sus polluelos y enterrándose en vida bajo el peso de una idea de maternidad misógina y mal entendida. Si, sabía que algunos habían dicho de ella que había sido una mala esposa y una aún peor madre. Pero jamás se había arrepentido: Su hija había crecido despierta e independiente, aferrada siempre a su libertad, siguiendo el ejemplo de su madre pero con la confianza que da saberse protegida de todo peligro por su padre. Ahora, Luis era incapaz de dejar de ver a su hija como “su” niña, pese a que como demostraban las miradas de amigos y vecinos, ya iba siendo toda una mujer. No quería darse cuenta de que era un hombre con dos mujeres con necesidades plenas a su cargo. En ese momento, encendida al recordar aquellas noches de adulterios fugaces y romances de discoteca, no quería al Luis Padre. Ni siquiera al Luis Esposo, papeles ambos que tan bien sabía cumplir. Quería al Luis Hombre, al Amante. Él mismo que cuando volvía por las mañanas tras haber pasado la noche en manos de otro, olvidaba aquellas infidelidades pasajeras en cuanto ella abría su sexo para él.

-Ada seguramente está haciendo lo que estamos haciendo tu y yo ahora con algún chico. Lo mismo que yo hacía a su edad contigo ¿Es que ya no te acuerdas? ¿O prefieres llamarla y comprobarlo tu mismo? Dijo desafiante sin dejar de aferrar su sexo y colocándose a horcajadas sobre las piernas tendidas de él.

Luis pudo contemplar ahora en toda la plenitud de su madurez a la mujer que era su esposa, con los pechos pequeños de anaranjados pezones apuntándole, el sexo ligeramente velludo enfrentándolo, la mirada encendida de una mujer que goza de una espléndida cuarentena…En momentos así, parecía imposible creer que apenas rebasara el metro cincuenta. El sexo la hacía crecerse hasta parecer que podría devorarlo de un bocado. Tras ella, la ventana abierta dejaba ver una luna enorme que hacía parecer a Cristina, con el largo pelo revuelto y el cuerpo perlado de salado sudor un animal salvaje, más allá de toda cultura y civilización. Levantó la mano hacia el pecho de ella, masajeando hasta endurecerlo.

-Tu y yo vamos a follar esta noche…Mira que noche hace…está hecha para follar

Cristina sabía que él,como la mayoría de los hombres, disfrutaba cuando ella se rebajaba para hablarle de forma sucia y vulgar. Luis pese a la seriedad con la que llevaba sus responsabilidades familiares no era un hombre ajeno a los morbos y placer ocultos. Bien sabía que ella que cuando le había sido infiel, había ocultado su excitación bajo una capa de celos. Celos sinceros, si, pero también enervados por la liberalidad con la que la mujer iba y venía del dormitorio conyugal. Por no hablar de como sabía perfectamente de los vídeos para adultos que escondía en disco duro, con la misma culpabilidad ingenua con la que un hijo adolescente esconde las revistas pornográficas bajo el colchón. Vídeos en los que aparecían chicas no muy distintas en edad y físico a la de su propia hija y sus amigas..

Humedecida por el deseo que volvía a encenderla, lubricada por el semen que había derramado ya dentro de ella, inclinó su cabeza para, ahora si, introducirse toda su verga dentro de la boca de ella…Luis levantó sus nalgas empujando la verga hasta chocar con el hambriento paladar de su esposa. Si, ambos estaban ahora ardiendo por los recuerdos de cuando eran más jóvenes y más atrevidos. El disfrutaba rezongando como un animal, ella gozaba dejando que su boca fuera solo una cavidad en la que el sexo de su macho entraba y salía sin ningún cuidado. Triunfante, deseosa de hacer valer su victoria, abandonó un instante la mamada y le preguntó mirándole a los ojos…

¿Y ahora, quieres todavía llamar a tu hija o prefieres correrte en mi boca?

Luis no contestó. En su lugar, abrió las nalgas cuando vió como su esposa humedecía el dedo índice con la saliva que le resbalaba por la barbilla para introducirselo en su maduro esfínter anal… “Maricón” susurró mientras la uña del dedo se iba abriendo paso dentro de el “di que eres mi maricón, gordo…”Si, soy un maric…maricón…ay,ay, tu maricón…” asintió él notando el dedo comenzando a presionar su próstata… “Y tu…tu…tu eres…mi puta”…

Así como estaban, se quedaron paralizados cuando oyeron un ruido de llaves torpemente intentando abrir la puerta de la casa. Justo ahora, volvía Ada a casa. Y a juzgar por el tintineo que hacían las llaves intentando encontrar la ranura, en no muy buen estado. Se quedaron así parados, durante los momentos que tardó su hija en por fin entrar en casa. Con el dedo de su mujer saliendo de él, Luis escuchó los familiares sonidos de alguien que retorna a casa sin querer que nadie sepa de la hora que ha llegado, confiado en ampararse en el sueño de padres o esposo para ocultar la falta. Oyeron como caían primero las sandalias en la misma entrada. Después los blandos pasos de los juveniles pies descalzos de Ada tratando de cruzar en la oscuridad el oscuro pasillo que llevaba al salón. Finalmente, en el silencio completo de la noche, con su respiración contenida para no hacer ni un ruido, pudieron oír el acolchado sonido del cuerpo de la hija de ambos desplomándose sin más en el sofá…

-Ha debido volver borracha..si no se hubiera ido a su cuarto…

-Bueno, el caso es que ya está en casa y ya está dormida…tu y yo a lo nuestro…dijo,dispuesta a continuar el trabajo que estaba realizándole con la boca hasta la inoportuna interrupción…

-Pero mujer, y si no esta bien, habría que subirla al menos a su cuarto…

-Por Dios, Luis, que solo estará un poco borracha…¡qué yo a su edad era una esponja y no te veía tan preocupado cuando me veías así

-Shhhhh…baja la voz por favor, que no nos vaya a oír… Y no te enfades…Por Dios, que cualquiera diría que te moleste que me preocupe por ella…

Eso era un golpe bajo. Cristina se preocupaba por su hija tanto o más que él sin necesidad de tener que encerrarla en una jaula de oro y, mucho menos, de tener que estar todo el rato encima de ella.Y, desde luego, no sentía la necesidad de estar recordándolo a su marido lo muchísimo que quería a Ada…

-Pues nada, gordo, ya sabes. Por mi puedes bajar a ver como está la niña y quedarte a dormir con ella en el sofá si quieres. Porque a mi ya se me han pasado las ganas de todo ¿eh? Así que ocupate de tu hija, que parece que es que la has parido tu y no yo…para una noche que estábamos solos…pero quedate con ella y no vuelvas aquí arriba a despertarme…que yo quería dormir en paz: Tu has sido el que me ha despertado con tus mierdas de preocupaciones.

Luis se dio cuenta del daño que le había hecho a su esposa con sus palabras. Apesadumbrado, y sabedor de que cuando ella alcanzaba ese punto, no podía hacer nada por reconciliarse en un buen rato se levantó de la cama para comenzar a buscar sus calzoncillos entre el amasijo de sábanas tiradas en el suelo. Ella permanecía sentada de rodillas, desnuda sobre el colchón, mirando entre indignada y divertida los torpes esfuerzos que hacía él, con su gordo corpachón desnudo y aún medio empalmado por encontrar su ropa interior…

-Joder, donde habré puesto esos malditos calzoncillos…

-¿Por qué no bajas así? ¡¡¡Si tan preocupado estás no pierdas tiempo buscando tus calzoncillos!!! Y además seguro que no eres el único hombre desnudo que vería esta noche…

-Mira, Cristina, no me lo pongas más difícil por favor… dijo mirando al suelo,donde por fin los encontró perdidos bajo las patas de la mesilla de noche

-¿Difícil? Soy yo la que se queda aquí sola después de haberte hecho una mamada y con el dedo manchado de tu culo…

-Veo como está, la llevo a su cuarto y subo aquí…

-Por mi no te molestes, quedate con ella, que hace contigo lo que quiere…la tienes consentida…pero eso es lo que siempre te ha gustado, consentir…Manso, qué eres un manso…

Eso fue lo último que Luis oyó antes de entrecerrar la puerta y bajar la escalera a comprobar el estado de Ada. Es lo malo de las mujeres, pensó Luis. Nosotros podemos ser unos putos cerdos pero no perdemos la cabeza por un polvo. En cambio,a las mujeres, como tengan una polla por delante se les olvida hasta su familia…Ya lo arreglaré mañana, ni que fuera la primera vez que se enfada conmigo…

Cuando llegó al salón se encontró, efectivamente, a su ángel dormido sobre el sofá. Allí estaba ella, la carne de su carne y la sangre de su sangre sufriendo los estragos del alcohol en un cuerpo aún no acostumbrado a la ingesta de vapores etílicos..Menos aún, a los combinados baratos de garrafón que suelen estilarse en la actualidad en esos garitos a los que acuden los jóvenes de los pueblos pequeños y que solo un esfuerzo de imaginación puede llamar “discotecas” y no “garajes” o “sótanos”. Lo único que había tenido fuerzas para desnudar eran sus pies y su cola, quedando así: descalza y con la hermosa mata de cabello negro tumbada, con el vestido veraniego blanco y de tirantes aún puesto. Sus mejillas carnosas tenían aún el color enrojecido de la excitación de la fiesta y sus ojos cerrados aparecían aquí y allá tamizados por el maquillaje ya corriéndose por el sudor de los focos y el baile. Tan hermosa y a la vez, tan desprotegida, resultaba increíble pensar que fuera hija de un bruto como él. Claro que toda su apariencia dejaba clara la genética de la madre, de la que era un clon casi perfecto. Era como volver a tener a Cristina frente a él, hace más de veinte años, cuando eran unos tortolitos que buscaba cualquier portal o esquina de la calle para desfogar sus instintos. Plantando frente a ella, aún tan solo en calzoncillos, detuvo su vista en la línea suave que va de los pies al muslo, disfrutando aún sin quererlo de su plena armonía. Pero no era momento de deleitarse en los milagros de la naturaleza y en el orgullo paterno de haber criado una criatura tan perfecta. Había de subirla a su habitación, para que el descanso venciera los efectos del alcohol y la preparara para la dolorosa y segura resaca mañanera. Con la seguridad y firmeza de sus más de noventa de kilos largos, cogió delicadamente ese peso pluma, quizá apenas la mitad del suyo propio y lo llevó prácticamente en volandas por la escalera, sin apenas querer reparar en el olor a ¿vodka? Que exudaba su aliento…Ada ni siquiera reparó en ningún momento en como era trasladada de una estancia a otra, tan borracha estaba. Tampoco hizo amago de reparar nada mas que en sus propios sueños alcoholizados cuando la depositó galantemente sobre la su cama, cuidando de poder su cabeza sobre la almohada. Sabedor de que no podría ir al cuarto de matrimonio hasta que a su esposa se le pasara el enfado por haber sido abandonada en pleno acto, Luis prefirió quedarse sentando en la cama filial contemplándola dormir tranquila mientras él se abandonaba a sus propios pensamientos.

Así sentado y medio desnudo, cansado por la suma de emociones, apoyó su mano sobre el piececito de ella, reconociendo la perfección de su forma y la suavidad de su tacto. Nunca había sido de esos hombres que desprecian la femineidad de esa parte del cuerpo femenino sino al contrario,siempre había sido sensible a una belleza que la hija compartía con la esposa y de la que ambas presumían con una selección de calzado sufragada por él mismo. Apretó cariñosamente los dedos de sus pies sientiendo la planta en sus yemas ¿Estaba bien lo que estaba haciendo? Esa duda le asaltó por un momento, pues se empezaba a sentir conmovido por la sensualidad de la piel juvenil de Ada, su propia hija. No sin antes acariciar inconscientemente el talón antes de marcharse, soltó la presa dispuesto a hacer entrar en razón a su esposa, cuando escucho la voz susurrante pero imperativa de esta, una efigie que le sorprendió desnuda en la puerta.

-No la sueltes por mi…solo estaba mirando…

Luis estaba sorprendido y casi conmocionado. No había enfado ni acusación alguna en la voz de ella. Pero encontrarse así, la esposa completamente desnuda, el tan sólo en calzoncillos, en el mismo cuarto de su hija hacia pensar en una obscenidad no por involuntaria menos culposa…No es que la desnudez fuera algo extraño en su familia. Al contrario, su mujer y su esposa conocían bien el cuerpo la una de la otra, tras años compartiendo baño y ropa. El mismo solía poner poco cuidado a la hora de entrar y salir de la ducha vestido de Adán. Pero ahora Cristina la que se acercaba con pequeños y cuidadosos pasos hasta quedar en cuclillas a los pies de su marido…Luis hizo amago de levantarse para dirigirse ambos de vuelta a su alcoba pero ella lo retuvo con posando una mano en su rodilla y llevándose un dedo a la boca para indicarle que no hiciera ruido.

-Le estabas tocando el pie..lo tiene bonito…¿verdad?

Pillado in fraganti, Luis asintió. Al fin y al cabo era el mismo piececito que tantas veces había cosquilleado años atrás ¿qué podría haber de malo en ello? A la vez, Luis sabía que su esposa conocía la debilidad que su marido tenia por esa parte concreta del cuerpo femenino. Quizá por ello, no rechazó la mano de ella cuando cogio la suya para posarla de nuevo en el piececito joven…

-Que envidia me da, Gordo. Yo hace años que no los tengo tan bonitos…ahora su esposa era la que contemplaba el cuerpo dormido de Ada…Mirala Luis, está claro que esta noche ha follado nuestra princesa…él puso cara de desconcierto,sin saber si su mujer solo quería ¿qué, vengarse por abandonarla, trastornándolo, haciéndole sentirse culpable y sucio? No pongas cara rara, Gordo, una mujer sabe eso…una madre todavía más…Y como para confirmar sus palabras, cuidadosamente levantó la falda del vestido de su hija llevando el bajo hasta el ombliguito mismo de ella, exhibiendo unas braguitas arrugadas y mal puestas que apenas escondían las pequeñas pero prietas y redondeadas nalgas…Estas braguitas han caído al suelo,como mínimo hasta los tobillos…ves…aún están mojadas…

-Tu..tu crees que se..se han aprovechado de que ella estaba borracha…

-O se ha aprovechado ella de ellos, quien sabe…yo algunas noches que volvía a casa no sabia ni quien se había aprovechado de quien…

Escuchar esa confesión de su esposa aumentó aún mas la sensación de irrealidad que ahora embargaba a Luis. Contemplaba a Cristina, con su sensual cuerpo desnudo, a los pies de la cama de su propia hija, desnudando las nalgas de Ada e invitándola incluso a acariciar sus pies. Su sexo empezaba a apretarle bajo el calzoncillo, en una erección tan dolorosa como la que sufría en juventud, cuando ella le estimulaba en algún parque, a la vista de demás transeúntes y familias. Ella se incorporó un poco más y procedió a descubrir el vestido hasta dejar prácticamente desnuda la espalda de Ada.

-Cristina, por favor, para…vayámonos al cuarto,te lo ruego…esto..no..no estoy cómodo…

-Shhh, tonto, no hemos hecho nada malo..aún…dejate llevar… Por una vez…

-Y…si..si se despierta…

-si se despierta..ya lo arreglaremos…de alguna manera……no te preocupes, confía un poco en mí…en nosotras…

Cristina acarició el elástico de las bragas de Ada y lo estiró levemente, apenas lo justo para introducir uno de sus finos dedos bajo la fina tela hasta encontrar el punto donde se encuentran la ingle y su sexo. En ese momento Ada pareció gemir y despertarse, pero fue una falsa alarma que duró un segundo eterno. Una vez que retornó a su rostro la quietud Cristina procedió a hundir un poco más el dedo hacia la joven vagina, como si estuviera buscando algo…algo cuya sonrisa demostró que acababa de encontrar. Ahí estaba la prueba…Sostuvo orgullosa su índice frente a su marido y sin que hiciera falta mediar palabra, Luis procedió a chupar el dedo. Ahí estaba la prueba. El inconfundible sabor a sexo masculino aún permanecía dentro de ella. Cristina tenía razón. Su hija ya follaba. Y a pelo, como su propia madre en sus tiempos. En ese momento no se le ocurrió pensar en los hipotéticos riesgos que traía aparejada semejante práctica. El miedo y el nerviosismo que hasta entonces había sentido dejó pasó a una oleada de lujuria irrefrenable al saberse el cabeza de familia de dos poderosas hembras en su propia casa. Excitada al ver su marido lamer el dedo manchado con la mezcla de flujos de su hija y el semen de un extraño, Cristina se lanzó a comer la boca de su marido con un deseo como no había sentido en años mientras él había pasado a masturbarse furiosamente, deseando acabar con la tortura sexual que estaba viviendo…

-Acaba…acabate en ella, por favor, acabate en ella…Como si un demonio le hubiera poseído alzó su más de metro ochenta de estatura sobre su princesa, dispuesto a eyacular sobre ella. Ella se colocó tras él pegando su vello púbico en las nalgas de él, fritando sus pechos contra su espalda…Ahora, dile lo que te gusta decirme a mi cuando vas a correrte..llamala eso..llamala puta, di que Adita, tu princesa, es tu puta…tu puta…Al escuchar eso que lo excitaba más que cualquier caricia, Luis no pudo contenerse y explotó sobre la espalda yaciente de su inconsciente hija…

Cristina sabía lo que pasaría ahora. Él le vendría con sus remordimientos y sus culpas. Pero nunca podría negarle el morbo que había sentido. Ya nunca podría sentirse mejor padre que ella…Había mirado a su hija como a una mujer más, y aún más que eso: la había mirado como “su” puta… Comenzaba una nueva época en su matrimonio. Habían sobrepasado un tabú definitivo que Cristina sabía que cambiaría para siempre su vida conyugal y sexual. Ada era tan joven y tenía todo la vida por delante…Y aún más, tenían todo un verano para ellos solos. Mientras miraba como su marido bajaba la cabeza, avergonzado del acto que había cometido, Cristina sonrió. Sin duda, le quedaba mucho trabajo que hacer con su Gordo..y con Ada…