ODIO A MI JEFE
Llegué a buscar empleo a esa oficina en el centro de la ciudad, aunque el ofrecimiento de empleo decía alguien calificado, me arriesgué y entré, hablé con una secretaria que me hizo pasar a hablar directamente con el jefe. Era un hombre alto, guapo, se nota un cuerpazo bajo la ropa que llevaba puesta. Desde el comienzo de la entrevista se notó que no le gustaba para el puesto y la verdad es que me di cuenta que no estaba para nada dentro de los estándares que pedían, pero ya estaba ahí. Después de un rato largo, el hombre me miró como con desdén y me dijo que no cumplía para nada con lo que necesitaba, pero que podría ubicarme en el departamento de aseo si realmente necesitaba empleo. Me morí de vergüenza y rabia, pero la verdad necesitaba empleo. Acepté y al otro día me presenté a trabajar, consistía en revisar correspondencia, hacer algunas correcciones a los correos o documentos que luego revisarían y enviarían. Al jefe, de nombre Martín no volví a verlo como en una semana hasta que un día coincidimos en el ascensor, casi ni me miró, luego al llegar el ascensor al piso donde ambos íbamos me reconoció, sin saludarme me dijo que le llevara un café a su oficina. Que tipo más desagradable, pero en fin, no estaba en posición de hacerme el ofendido.
Entré a su oficina con el café, él me miró, hizo un ademán señalando el escritorio donde debía dejar el café y luego siguió hablando por teléfono, antes de retirarme, me dijo que todos los días debía llevarle un café y luego iniciar mi jornada.
Un día después de dejar el café sobre su escritorio, Martín me dijo:
.- Mañana no te quiero ver con ese tipo de pantalón en el trabajo, usarás un pantalón oscuro y de tela, puedes retirarte.
Me alejé con la rabia reflejada en mi rostro, lo odiaba, pero no podía darme el lujo de renunciar. Al otro día aparecí con un pantalón negro de tela, muy formal. ´Martín me miró y dijo:- Bien, si te cortas un poco el pelo, parecerás más oficinista que vagabundo ok.
Desde ese día comenzó mi caída en las manos de ese hombre.
Al mes de trabajar ahí, había cambiado todo mi vestuario, me había cambiado el corte de cabello, lo primero que hacía era dejarle el café sobre el escritorio, y luego el me miraba de arriba abajo y me ordenaba retirarme a mi pequeña oficina al fondo del pasillo.
Un día viernes me disponía a marchar a casa cuando Martín apareció en mi puerta, me puse nervioso, él como era su costumbre, sin saludar, me ordenó que fuera a su oficina, lo seguí por el pasillo entré después de él. Me dijo que debía limpiar su escritorio, en el baño había un paño para que diera lustre a sus zapatos y por último tomara la ropa que estaba colgada en el perchero y lo vistiera porque debía ir a una cena de negocios. No podía creer lo que sucedía, estuve a punto de abandonar la oficina no sin antes decirle un par de cosas a la cara, pero lo que hice fue limpiar su escritorio, luego saqué el paño y mientras él hablaba por teléfono yo sacaba brillo a sus zapatos caros, luego comencé a sacarle la ropa a Martín de pie sin dejar de hablar por celular sobre negocios y mujeres, me sentía humillado, pero extrañamente excitado, cuando quedó en calzoncillos pude apreciar su cuerpo, era realmente hermoso, musculado, su pecho cubierto por un mata de pelos que continuaban hasta perderse en su calzoncillo blanco, era un hermoso ejemplar de macho, me sentí caliente, pero disimulé muy bien, sobre todo porque sentía mucha rabia por lo que estaba pasando, él no me prestaba la menor atención. Subí por sus piernas gruesas, peludas poniéndole el pantalón, se atascó en su bulto, me di cuenta que el bulto de Martín era grande, me mordí el labio, menos mal que no se dio cuenta, él se terminó de arreglar el pantalón, luego le puse la camisa y corbata.
Esa noche me masturbé pensando en ese hombre, pero al mismo tiempo lo odiaba por como me trataba, como me humillaba, sin embargo lo deseaba.
Nuestra relación, si es que la había, se torno cada vez más extraña, él casi no me dirigía la palabra, sólo me daba órdenes, y parecía menos preciarme. Un día nuevamente viernes, nuevamente en su oficina, esta vez quería que escribiera unos correos, mientras yo escribía los correos él miraba unos sitios de compras online y encargaba un collar carísimo para una mujer. Terminé de escribir los correos y me levantaba para irme a casa él me dice que no me vaya, que me quede con él un rato, no entendí nada, pero al cabo de un rato, él saca una botella de vino y dos vasos, me ofrece un poco de vino y él también toma, de pronto siento que me toma por detrás, en un segundo pasó todo, me bajó el pantalón a tirones, me ensalivó con sus dedos mi agujero y sin decirme nada comenzó a penetrarme, al principio me dolió y quería irme, pero me ganó la calentura y terminé moviendo mi trasero y apretando con mis manos sus piernas empujándolo hacia mí, lo sentí todo dentro mío, quería acariciarlo, besarlo, recorrer su cuerpo, pero él no me permitía hacer nada, me sujetó las manos, sólo se movía hasta que se corrió dentro mío, yo también me corrí, él se salió de mi culo y antes que me echara de la oficina me obligó a limpiar con mi lengua los restos de semen del piso.
Pasó casi un mes sin hablarme ni pedirme café ni nada. Un sábado me fui al cine y luego a beber una cerveza a un lugar tranquilo, estaba en eso cuando lo veo entrar con una mujer, me di cuenta que lucía en su cuello el collar que él había encargado, él me vio y luego se sentó a besar y acariciar a la mujer, tomé mi cerveza y me fui, antes pasé por el baño para mear, estaba ahí cuando entró Martín, nos miramos y entré en una cabina dejando la puerta abierta, él entró, sin cruzar palabra, me tomó de la cabeza y me hizo arrodillarme, sacó su miembro erecto y lo metió en mi boca, lo chupé hasta que acabó copiosamente, me tragué todo su semen, luego salió del baño.
Cuando llegué ese lunes a trabajar, él se acercó y me dijo que le llevara café de inmediato, entré a su oficina, y mientras Martín tomaba café yo me incliné saqué su miembro y nuevamente me lo comí, cuando se iba a correr acercó la taza con un poco de café y vació su leche en el, me hizo tomarme todo ese café mezclado con su semen.