Paula se convierte en toda una esclava obediente
Nos dirigimos a la zona de control de pasaportes, del aeropuerto. Realmente lo que me ocupaba el pensamiento, era saber que pasaría a partir de ahora.
Estamos de acuerdo. Mi luna de Miel, había sido sin duda la más atípica del mundo, pero de alguna forma yo había entrado en el juego, y ahora no podía quejarme.
Fuimos a la sala de espera de la zona de embarque. El vuelo estaba “ON TIME”. Poco más de 3 horas, y estaríamos en casa.
Si echaba un vistazo a mi alrededor, a los otros pasajeros, veía otras parejas que seguro también habían estado de luna de miel. Sin duda más convencional que la mía. SE les veía morenitos. Bueno yo también lo estaba, por algo me había pasado más de la mitad del tiempo desnuda, además soy de fácil coger el sol, o sea que lo estaba.
Pronto nos llamaron para embarcar. La pasarela nos llevó al interior del avión. Mi marido, que era así de generoso, había cogido tanto al venir como al venir asientos de primera. Por lo menos podría dormir un poco. No había dormido nada la noche pasada, y llegaría a casa con un careto, que asustaría.
Mientras el avión se elevaba, eche un último vistazo a la pequeña ciudad. Si hubiera estado allí un mes, seguro que habría probado la polla de todos sus habitantes.
¿Cuantos habían sido? ¿30, 35? había perdido la cuenta. Recuerdo ahora las palabras de mi amiga Gema el día de la boda.
“Y tú en el viaje, hínchate a follar”
No estoy segura que Gema se refiera a follar lo que había follado yo.
Y ahora mi pregunta era…
¿Qué pasará mañana? Aun no estaba muy segura que mi marido no estuviera mal de la cabeza, o que simplemente fuera un sádico sin escrúpulos. Pero yo había firmado el contrato de marras, y en principio, tendría que estar dispuesta a todo.
Solo esperaba que mi marido fuera los suficientemente consciente como para no dar prioridad a fena sobre Paula.
Me quede dormida.
Me despertó mi marido con un beso en los morros diciéndome
“Cariño, estamos en tierra”
Realmente había dormido, y además profundamente. Algo me dijo de turbulencias a la llegada, pero vamos que yo no me había enterado de nada.
Recogimos el equipaje, que, al ir en primera, llegó de los primeros, y salimos de la terminal.
Fueran nos esperaban los papis, hermanos y demás. Besos abrazos, etc. Lo clásico.
Nos despedimos, diciéndoles que ya iríamos el finde para contarles mas detenidamente.
Jaja, pensé como le contemos todo, van a flipar.
Cogimos un taxi y nos fuimos para casa. Cenamos algo en un bar que había debajo de casa y subimos con el tiempo justo de poner una lavadora, y ventilar un poco la casa, antes de acostarnos.
Mientras yo deshacía las maletas, mi marido metía la ropa en la lavadora y la ponía. De momento era como tenía que ser, aunque la sombra de fena, siempre estaba ahí.
Esa noche dormimos los dos profundamente.
Cuando desperté a la mañana siguiente, mi marido como venía siendo habitual, ya no estaba en la cama. Afortunadamente mire a mi alrededor tanto en el cuarto como en la cocina y el salón, y no había ninguna nota de las suyas. Era lógico si había adelantado la vuelta por trabajo, que se hubiera ido a trabajar, aunque yo realmente, no sabía muy bien en que trabajaba. Viajaba mucho, mucha cena de trabajo, muchos clientes, pero realmente no sabía que vendía, si es que vendía algo.
Yo no tenía que incorporarme a mi trabajo hasta la semana siguiente, por lo que tenía todos esos días para terminar de acondicionar la casa, y comprar muchas cositas que me faltaban.
Decidí que, con el dinero de Ramiro, me compraría algo que pudiera conservar siempre y que tuviera presente también casi siempre. Quizás una figurita para nuestro cuarto. No lo sé. Ya lo vería.
Así pasé esos días comprando decorando, viendo amigas, etc. Creo que lo típico de una chica de mi edad que acaba de casarse y está montando su piso.
La verdad es que me daba algo de pereza el pensar el reincorporarme al trabajo. Habían sido unos días en que había pensado en todo menos en la Nanotecnología, pero bueno, tendría que adaptarme, esperaba no tener el síndrome post vacacional. Ni por el trabajo, ni por lo “otro”.
Efectivamente me reincorporé y me adapté rápido al trabajo.
Un día mi marido me llamó y me dijo que me había pedido cita para el ginecólogo. Me dejó un poco descolocada, pero continuó diciendo que quería que estuviera siempre bien controlada.
El día de la cita, acudía al ginecólogo. No era el mío habitual, pero la verdad es que yo tampoco tenía uno habitual, Había ido un par de veces a uno que era el de toda la vida de mi madre.
Este era un tío de mediana edad.
“Hola, Paula, verdad”, me dijo
“Si, doctor Ramírez”, conteste
“Bien su marido me ha hablado de que está y estará sometida a una excesiva actividad sexual y que quiere que la tenga ginecológicamente a punto. Antes de nada, le diré que yo también pertenezco al EDC, por lo que no hay que darme muchas explicaciones.
La daré kits de Pruebas de detección de 8 ETS para Chequeo rápido de VIH1/VIH2 (anticuerpos y antígeno p24) , hepatitis C, hepatitis B, gonorrea, sífilis, chlamydia, trichomonas y Cándida.
Su uso es muy sencillo, una pequeña muestra de orina, y en 1 hora nos dará los resultados.”
“Sí, trabajo en una farmacéutica. Conozco el tema”, le dije
“Bien ahora vamos a hacer una revisión. Haremos analítica, examen abdominal y de pelvis, citología cervical, colposcopia, Ecografía transvaginal, mamografía, exploración anal, toma de muestras de sudoración rectal. Nos llevará todo poco más de una hora, y tendremos los resultados en siete días.”
“Perfecto”, le contesté.
“Bien, si es tan amable pase a ese cuarto y quítese la ropa, se pone una bata que encontrar allí, y vuelve.”
Aquello de que me mandaran quitarme la ropa, me sonaba más. Una vez en la camilla, espatarrada y totalmente desnuda, recordé el corte que me daba antes ir al ginecólogo. Aquello de tener que enseñar a un señor todos mis secretos, me cortaba muchísimo.
Ni que decir tiene que ahora era algo normal.
El bueno del doctor, estuvo haciéndome todas las pruebas, la verdad es que con una profesionalidad ejemplar. Cuando terminó me mando vestirme y me dijo que me enviarían a casa los resultados.
También me dio una bolsa con los test de ETS
“Cualquier duda que tenga me llama y lo comentamos”, me dijo
“Gracias, ¿doctor, cuando es recomendable que me los haga?”, le pregunté
“Bueno sobre todo cuando mantenga relaciones sexuales con gente digamos de dudosa reputación.
Seguro que recuerda la noche con los mendigos. Pues ese era un momento ideal”, contesto.
Coño mi marido le había puesto al tanto de todo.
Bueno realmente no me desagradaba, era señal de que mi marido se preocupaba por mí.
A cabo de los 10 días, aproximadamente, llegaron los resultados de los análisis. Todo estaba bien.
Así pasaron los primeros 30 días de nuestra vuelta. Por supuesto nada de recordar la luna de miel, salvo con las familias, inventándonos todo lo que nos apetecía, y llevando una vida de pareja de lo más normal.
Casi echaba de menos algo de actividad sexual.
No tuve que esperar mucho.
No tuve que esperar mucho. Una tarde estando en casa, aún no había llegado mi marido, sonó el móvil. Lo cogí llamada oculta. Pues lo siento, pero nunca cojo las llamadas ocultas.
Si quieren algo que den la cara.
Al momento, volvió a sonar. Seguí ignorándolo. Sonaba 30 segundos y se cortaba. Fueron varias las llamadas, hasta que llegó un momento, que dije que no podía ser casual quizás alguien hubiera perdido el móvil y llamara desde no sé dónde, en fin. Lo cogí.
“Dígame, “dije malhumorada
“Hay que calentarse, pronto llegara el frío”, una voz ronca, me hacía tomar la identidad de fena.
“Escúchame bien puta, no lo repetiré dos veces. Te he alquilado a tu Amo, por un período de 30 días. Tienes exactamente 30 minutos, para llamar a tu familia y decir que te vas de viaje con tu marido durante esos 30 días. Al trabajo para decir que te ha surgido un inconveniente familiar, , y que tienes que salir del país durante 30 días, que te lo den sin sueldo o a cuenta vacaciones, o lo que te dé la gana y para llegar esta dirección. …..
Deberás venir con tu collar de perra, con la correa puesta. Descalza. Andando. Y te pones una camiseta playera que te tape el culo. Nada más. No traigas móvil, sortijas, pulseras, piercings si llevas ningún tipo de adorno personal. Si lo tienes todo claro ladra una vez, en caso contrario dos veces”
“Guau”, le conteste.
“No te retrases o te arrepentirás”, dijo colgando.
NO tenía prácticamente tiempo para todo eso.
NO me costó llamar a mis padres y despedirme. Mas complicado iba a ser lo del trabajo. Mientas llamaba, me quite todas las joyas que llevaba. Me desnudé me puse la camiseta más corta que vi, y fui a por el collar y la correa y me lo puse. En la empresa había turnos de noche, pero lógicamente no había nadie de personal. Si había un encargado de turno, y conseguí hablar con él. Le expuse el caso y me dijo que el informaría a personal el día siguiente. Aludía una enfermedad de una familiar directo en el extranjero. Lo primero que se me ocurrió. Bastante torpe. Seguramente me pedirían un certificado médico de ingreso o algo así, y evidentemente no lo tenía. Me estaba jugando mi puesto de trabajo, pero ¿qué otra opción tenía?
Deje también el móvil en casa, y las llaves dentro.
Salí a la calle iba a tener que correr si quería llegar a tiempo, aunque estaba a ciegas sin reloj.
No tengo que decir que era todo un espectáculo ver a una loca con collar y correa, descalza y una camiseta que apenas le tapaba el culo corriendo por la calle. Después de correr un buen rato, llegue a la dirección que me habían indicado. Aquello era una especie de garaje, pero tenía toda la pinta de estar abandonado.
Llamé a la puerta. Se abrió sin que nadie la abriera, al menos con la mano.
Estaba todo a oscuras.
“Perra, te has retrasado 10 minutos. Recibirás tu castigo por ello” dijo la voz de antes del móvil.
“quítate la camiseta, y tirala al suelo.”
Obedecí.
“Ponte en posición de espera, puta, con las manos en la nuca”
Entendí que era la posición de la última noche en la habitación del hotel. Me sente´sobre mis talones y puse mis manos en la nuca.
Oí unos pasos que se acercaban, y alcance a ver una figura enfrente.
“Abre bien los ojos. Te voy a poner unas lentillas”, me dijo
Vaya, aquello era nuevo. Abrí los ojos todo lo que pude, y noté como efectivamente me ponía unas lentillas. Vi como se encendía la luz, bueno lo de ver era un decir. Note una claridad, pero realmente no veía nada. Entendí que aquellas lentillas eran opacas, es decir solo dejaban ver bultos, pero nada más.
Me cogió por la correa,
“A cuatro patas” me dijo
Me puse y tiró de mí. Caminé unos metros, supongo que adentrándonos en el garaje o lo que fuera eso. Oí como el abrir de una bisagra el típico chirrido de una puerta abrirse.
“Entra”, me dijo
Realmente no tenía ni idea de donde tenía que entrar. Palpe un poco con las manos, y note en el suelo como unos barrotes metálicos, estaban fríos. Entendí que debía ser ahí. Dolía el caminar por aquellos barrotes en las rodillas. Aunque el camino no fue mucho. Apenas tres o cuatro pasos.
“Recoge tus rodillas hacia tus tetas”, me dijo
Las acerque como me había dicho.
Noté como más barrotes empujaban mi culo hacia adelante y luego oí como la puerta volvía a cerrarse. MI cuerpo solo tocaba barrotes fríos por todos lados. Aquello me hizo comprender que estaba en una especie de jaula. Note como me ponía grilletes en las muñecas y los tobillos y sujetaba los tobillos a las esquinas de la jaula y las muñecas a las esquinas superiores.
Quedaba en una posición un tanto incomoda y forzada. Casi al momento empecé a notar como aquello se levantaba del suelo. La jaula tenía un ligero balanceo.
“Mientras no estés en uso, esta será tu casa. El suelo debajo de tu jaula, esta inmaculado y así debe de continuar. Nada de meadas y cagadas. Te aguantas y cuando te saque a pasear haces lo que tengas que hacer.”
La oscuridad volvió a reinar.
CONTINUARA