Perdido en lo profundo del bosque, lejos de mi circuito habitual

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Era una noche cálida de principios de Junio cuando como de de costumbre practicaba mi sesión de jogging por el barrio. Desde que me había quedado viudo hacía ya dos años, el deporte se había convertido en una manera obsesiva de liberar mi cuerpo y mi mente. Fueron dos años muy duros en los que la ausencia de mi esposa hacia mi vida vacía y sin sentido. Solo machacandome físicamente conseguía mitigar el dolor. Mi cuerpo menudo se había fibrado de tal manera que mis tensos y alargados músculos acentuaban mi delgadez.

Aquel dia mi recorrido se había prolongado y saliéndome de mi circuito habitual llegue a un apartado parque del extrarradio. La luz mortecina de las farolas apenas iluminaban el estrecho camino arbolado por el que corría. Delante de mí, a lo lejos, entre las sombras; vi como dos figuras se introducían entre la maleza que bordeaba el paseo. Una parejita amorosa pense para mis adentros. La verdad es que desde hacía años que el sexo no formaba parte de mi vida. Primero la larga enfermedad de mi mujer y luego mi viudedad me habían hecho olvidar los placeres eróticos que consideraba ya finiquitados para mi.

Seguí corriendo dejando atrás la estrecha senda por la que se habían metido los amantes. Pero mi cabeza empezó a sentir una curiosidad morbosa y por primera vez en muchos años fui consciente de la presencia de mi sexo. No podía apartar de mi mente a las sombras fugaces que se habían cruzado en mi camino. Mi imaginación comenzó a construir eróticas visiones de los amantes retozando.

Al fin incapaz de seguir me detuve jadeante y apoye mis manos sobre las rodillas mientras descansaba. Una obsesión por espiar el encuentro amoroso se desató en mí . Negué con la cabeza intentando apartar esos abyectos pensamientos. Y reemprendí la marcha.

Pero unos metros más allá, incapaz de vencer la tentación, volví sobre mis pasos. Al llegar al apartado sendero, silenciosamente me introduje por el. Oí entonces unos quedos gemidos y subrepticiamente me dirigi hacia ellos intentando no meter ruido.

A lo lejos en un claro del bosquecillo vi a dos figuras de pie que se movían acompasadamente mientras jadeaban. Estaba claro que habian pasado a mayores y que estaban copulando a la tenue claridad de la luna.

Por un momento pensé dar la vuelta y marcharme pero una fuerte pulsación en mi entrepierna me lo impidió. Lentamente fui acercándome. Cuando al fin tuve una nítida visión del espectáculo me quedé estupefacto.

Claramente vi a dos hombres con los pantalones a sus pies fornicando vivamente.

Uno apoyaba sus manos en el tronco de un árbol exponiendo su culo recachado. El otro a sus espaldas le sodomizaba dándole violentos empellones mientras le sujetaba por los hombros. Le estaba taladrando sin compasión mientras el que recibía se cimbreaba a cada acometida entre gemidos y lamentos.

Una sensación de repugnancia me hizo dar dos pasos atrás y tuve la intención de escapar corriendo. Pero la morbosa curiosidad que me había llevado allí me lo impidió. Era la primera vez que veía a dos hombres dandose por el culo y el anhelo de ver aquella obscena escena supero a mis escrúpulos.

Sentí como mi polla que yo ya creía muerta renacía a la vida. Y de qué manera. Una tremenda erección la infló dentro de mis pantalones de deporte oprimiendola contra el tejido de la prenda. Eché mi mano a la entrepierna y la coloque para liberarla de tan incómoda postura. Al sentir mi mano sobre mi sexo este salto bajo ella y sin poder remediarlo comencé a frotarme por el exterior de mis vestimentas.

Mientras tanto los sodomitas continuaban con su lujurioso escarceo aumentando frenéticamente el ritmo de la cópula.

Así, clavamela fuerte – oí decir al que ponía el culo entre susurros

Te voy a dejar el ojete escocido para una buena temporada- le respondió el que le acometía.

El receptor de la tremenda empalada parecía más joven que el rejoneador en cuya calva brillaba tenuemente el resplandor de la luna.

Saque afuera mi enhiesta polla y comencé a pajearme mientras huroneaba a los dos amantes. De mi verga a punto de reventar fluía abundante líquido preseminal que empapaba mi mano.

Los gemidos fueron creciendo de nivel mientras escuche al bravo cabalgador gritar

Me corro. Me corro

Hazlo dentro no te salgas- le suplicaba chillando agudamente el empitonado.

Acelere mi paja hasta que, mientras oía los sonidos del orgasmo de los dos amantes, comencé a correrme como hacía tiempo que no lo había hecho. Mi polla escupía la leche largamente acumulada sobre la tierra húmeda del bosque mientras mi cuerpo se convulsionaba en un inacabable orgasmo. Jadeando quedamente sentía mi corazón desbocado dentro de mi pecho.

Vi como el macho se retiraba de su monta y fue entonces cuando vi su tremendo cipote brillando a la tenue luz del plateado planeta que parecía espiar risueño la escena.

Subiendose los pantalones el semental se dio media vuelta y abandonó el lugar dejando a su monta limpiándose entre las piernas.

Me meti la polla en los pantalones mientras presuroso me escabullía en silencio antes de ser descubierto.

Cuando corria en direccion a mi casa podía sentir como mi verga aún rezumaba los restos de su destilado.

A partir de aquella noche el recóndito parque formaba parte mi recorrido cotidiano y no eran pocas las veces que podía espiar , agazapado en la oscuridad, los furtivos encuentros de otros hombres. Mi pervertida afición me regalaba momentos de éxtasis al amparo de las sombras.

Una noche mientras contemplaba absorto como un viejo se la chupaba a un jovencito que gemía como una mujercita, una garra me atenazó el hombro.

Al girar la cabeza asustado vi tras de mí un hombre uniformado que me miraba mientras acercaba su dedo índice a la boca para indicarme que guardase silencio. Me cogió por una mano y sentí el frío contacto del metal en mi muñeca. A continuación inclinándose sobre mí me dijo al oído en un susurro

Acompañeme y no monte ningún follón.

Comenzó a caminar arrastrandome tras de sí tirando de las esposas.

Era un hombre alto que calcule me sacaba dos cuartas y sus poderosas espaldas bien podían valer por dos como las mías. Yo le seguía cabizbajo meditando en el embrollo que mi comportamiento me había metido. Pensé en el escándalo que se produciría cuando mis conocidos y en mi trabajo se enterasen de la vergonzosa situación en la que había sido detenido.

Caminamos durante un buen trecho y empecé a ponerme nervioso cuando comprobé que en vez de dirigirse hacia el camino del parque parecía internarse en lo más espeso del bosque

¿A dónde me lleva Vd? – le pregunté asustado

Silencio. – me gritó con una grave voz mientras daba un fuerte tirón a mi atadura que me laceró la carne.

Inquieto por lo extraño de aquella situación, unos goterones de sudor se escurrieron de mi frente. Caminamos un buen trecho más entre la densa vegetación hasta llegar a un pequeño claro donde un riachuelo discurría bordeando una enorme piedra que presidía el lugar. Atravesamos el reguero y fuimos a ocultarnos tras la gran roca a cuyos pies crecía una fina hierba.

Al fin se detuvo y dándose la vuelta me apunto a la cara con la luz de una linterna para luego recorrer con el haz de luz toda mi persona.

¿ Que te gusta espiar a escondidas? – dijo con su ronca voz.

Bueno yo.. – intente defenderme nervioso

Ya veo que te gusta ver follando a los hombres. ¿Acaso eres maricón? -dijo con un tono sarcástico

No, verá es que oi un ruido y …

No me mientas hace ya varios días que te vengo vigilando y he visto cómo los espías mientras te masturbas.

Sentí como mis mejillas se enrojecían al conocer que me había estado siguiendo desde no se sabía cuando. Con mis deportivas empapadas senti un frio helador que me hizo comenzar a temblar como un mimbre.

Yo. yo – balbuceé sin saber qué decir

¿Y solo te gusta mirar o tambien te gusta que te follen?. -me interrogó

No. Yo solo miro. – le conteste raudamente.

¿Y te gustaria que te follasen?

Bueno yo nunca….

Porque yo te podria follar bien follado. – le dijo atajandome

Una vez dicho esto se acercó a mí y echó su manaza a mi paquete que empezó a magrear intensamente. Sentí su olor de macho penetrando por mis narices y mi polla comenzó a responder a sus sobeteos.

Ya veo que sí – me dijo con voz melosa

Me quito la esposa que apretaba mi muñeca y se retiró de mi mientras seguía iluminandome con la linterna

Desnúdate – dijo con voz imperiosa- Quiero ver lo que me voy a tirar

Yo no… – dije negando con la cabeza

Vamos no te hagas la estrecha. O prefieres que aclaremos todo esto en la comisaría

Pero es que nunca lo he hecho – le contesté tímidamente

Hombre una virgencita. Bueno alguna vez tiene que ser la primera- dijo entre risas.

Es que no se si me gustara. – – le dije dubitativo.

Ya veras como si. Desnudate quiero ver tu cuerpo.

Con nerviosismo me deshice lo primero del empapado calzado, luego me baje los pantalones e indeciso me tape con la falda de la sudadera.

Vamos no seas tímido. Quítate toda la ropa.

Me despoje de la última prenda y con rapidez me tape mis vergüenzas con ambas manos mientras miraba al suelo. Él colocó la linterna sobre la piedra iluminando la escena y luego se dirigió hacia mi.

Al fin le pude ver claramente. Mediria mas de dos metros y sus anchos hombros acentuaban su corpulencia. Retiró su gorra y la dejó caer sobre la mullida hierba. Sobre un poderoso cuello una cara de cuadrada mandíbula se adornada con un espeso mostacho rubicundo. Sus ojos eran de un pálido azul como el hielo de un glaciar. Con el pelo cortado a cepillo su poderosa masculinidad me sobrecogió aún más.

Vamos a ver lo que tenemos aquí- me dijo mientras apartaba mis manos y dejaba al descubierto mi apagado sexo.

Luego cogió con su manaza mi paquete y tras apretarlo suavemente me dijo.

Parece que se te ha enfriado la cosita. No te preocupes yo te la calentare- y me estrechó contra su cuerpo.

Mi cabeza descansaba sobre sus fornidos pectorales mientras sentía un enorme bulto apretándose contra mi estómago. Luego cogiendo mis manos se apartó suavemente y las colocó sobre su cinturón.

Anda ayúdame a desabrocharme.

Mis manos nerviosas comenzaron a desabrochar la hebilla cuando sentí como una mano apretaba una de mis nalgas fuertemente.

Un culito pequeño pero duro. Como a mi me gustan – me dijo quedamente.

Busque su cremallera y la deslice suavemente mientras miraba como aparecía un enorme paquete enfundado en la tela de unos boxers blancos. Mire hacia arriba esperando sus instrucciones. El sonriendo me mostró su blanca dentadura.

Bájame los pantalones y quitamelos. – me ordenó

Yo para poder completar la maniobra me vi forzado a agacharme mirando al suelo. Cuando al fin lo conseguí levante mi cabeza. Mis ojos quedaron a la altura de su entrepierna. El raudo se bajó los calzoncillos hasta media pierna y ante mi vista apareció algo que me dejó boquiabierto.

Un rabo aun flácido pero de descomunales proporciones colgaba pendulón enmarcado por dos huevos del tamaño de mi puño. Sin poder reprimirme exclamé

Dios mío es enorme

El me cogió la cabeza y la apretó contra su sexo. Un olor limpio, a macho bien aseado, inundó mi olfato. Su polla en reposo era casi tan larga como mi cara y su mullida pelambrera acariciaba mis mejillas. Sin saber cómo continuar comencé a lamerle inexpertamente el sexo mientras mis ojos se clavaban en los suyos. Una sonrisa adorno su cara.

Cogela no te va a morder – me indicó con un golpe de cabeza.

Con mi timidez la rodee con mis manos y empecé a descapullarla. Su piel era suave como la seda y una vez retirado su prepucio se descubrió un portentoso balano de un intenso color rosado. Se le fuí meneando con suavidad y vi como su rabo crecía y se engrosaba mientras se erguía poderoso.Con una mano no abarcaba su circunferencia y me vi obligado a utilizar ambas para poder masturbarle. De repente una cristalina gota brotó del ojo del ciclope.

Liba mi néctar mariposilla. – me dijo picaramente.

Acerque la punta de mi lengua y con ella recogí el licor emanado. Luego lo introduje en mi boca degustando el sabor que para mi era desconocido hasta el momento. Levemente dulce y ligeramente salado era un bocado distinto a todo lo que había probado hasta la fecha. Mientras me relamía note que me cogia por la barbilla diciendome.

Abre bien esa boquita tanto como puedas.

Abrí la boca cuanto pude, como beata ante comunión, y él se introdujo dentro de mi. Su glande invadió la cavidad sin apenas dejar espacio para mi lengua, tal era el tamaño de semejante pedazo de carne.

Máma a placer – me indico mientras me acariciaba el pelo.

Comencé a mamar como ternerillo sin destetar. Succionaba el enorme mamelón sintiendo la suavidad de su piel en mi lengua y paladar. Durante minutos estuve ordeñando sin tregua aquel cipote que me llenaba hasta casi desencajarme las mandíbulas. De un empellón me enterró la tranca hasta que su extremo traspaso mi campanilla adentrándose en mi garganta. Una nausa me sobrevino y me sentía al borde de la asfixia, aunque como pude observar ni un tercio de su rabo había entrado en mi.

Apoye mis manos en su vientre y haciendo fuerza me impulsé hacia atrás liberandome de aquel mostruoso invasor que me ahogaba. Con la boca de par en par intentaba recuperar la respiración mientras las babas se escurrían por la comisura de mis labios.

Dios es demasiado grande. Casi me ahogo- le dije entre jadeos.

Tendiendome la mano me izó y abrazándome me beso con pasión. Su lengua se enroscaba dentro de mi boca mientras su mano agarraba mi polla comenzando a pajearla con suavidad. Tal era el gusto que me estaba produciendo que a punto estuve de derramarme sin poder remediarlo. Al notarlo él me soltó y cogiendome en volandas me acuno entre sus musculados brazos. Luego con suavidad se agachó y me depositó en el mullido suelo.

Su boca abandonó la mía y comenzó a recorrer mi piel bajando por el cuello hasta alcanzar uno de los pezones. Cuando le dio un pequeño mordisco me arquee embargado por el placer. Luego se entretuvo chupandome cada uno de ellos alternativamente. Los abandonó para con su lengua bajar lamiendo mi vientre hasta que sentí la humedad de su boca mojando mi pene. Me descapullo suavemente con los labios y luego empezó a chuparme el rabo con una lenta cadencia. Su nariz me rozaba el vientre mientras sepultaba la totalidad mi verga en su interior.

Yo pateaba al borde del orgasmo.

De nuevo soltó su presa y comenzó a lamerme el escroto metiendo alternativamente las pelotas en su boca y sorbiendolas con fruición. Mi verga palpitaba como el corazón de una paloma.

Cogiendome por los tobillos me levantó el trasero y comenzó a lamerme debajo de las bolas. Nunca nadie había alcanzado tan sensible parte de mi anatomía y su lengua hacía que mil descargas eléctricas recorrieran todo mi cuerpo. Yo alcé más aún mis piernas exponiendome con gusto a sus caricias. En el momento que su lengua alcanzo mi flor creí morir de gozo. Y cuando se empezó a deslizarla arriba y abajo mis jadeos delataron el placer que me estaba proporcionando.

Luego empezó suavemente a escarbar con la sin hueso en mi agujero. Notaba como acariciaba cada pliege de mi inexplorado hueco y como a poco se fue introduciendo en mi interior. Estaba totalmente inerte entregado a sus avances cuando de repente algo duro se introdujo por mi esfínter.

¿Dios mio eso es un dedo? – pense para mis adentros.

El grosor de aquel intruso delataba a las claras el tamaño de sus manos. Era como si una pequeña polla me estuviera desvirgando. Su rugosidad me irritaba con su roce pero a la vez un excitante cosquilleo me invadía. Lo removía a la vez que lo introducía y sacaba de mi interior, dilatandome suavemente con sus expertos movimientos. Cuando un segundo miembro se unió al primero no lo pude evitar y proteste entre lamentos.

No, te lo suplico. Me estas destrozando el culo. Me lo vas romper.

Con esto te aseguro que no – me dijo con sorna

Me agarró de nuevo la polla y comenzó a menearmela, lo que hizo que me olvidase del dolor para dejarme caer en las alas del placer. Sentía como hurgaba en mi interior alcanzando un punto dentro de mí que hacía que me retorciera de gusto.

Luego con su boca atrapo mi rabo y lo engulló por entero para luego meter mis bolas también en su boca. Tenía todo mi sexo dentro de él mientras me mamaba con brio. Aprovechó ese momento para introducir otro dedo más, dilatandome hasta el punto de sentir como si mi piel estuviese a punto de desgarrarse.

Con casi media mano dentro de mi y engullendo mi sexo con frenesí, senti como por oleadas me iba acercando al orgasmo hasta que incapaz de aguantar más me empezé a correr en su boca. El retuvo mi capullo y fue atesorando los trallazos de leche que iba expulsando. Un terremoto se produjo en mi interior, y entre convulsiones sentí mi polla y mi culo palpitar al compás de mis descargas. Al fin desmadejado y exhausto caí desfallecido. En ese momento saco su mano de mis entrañas y acercando su boca al dilatado agujero inyectó el resultado de mi corrida en su interior.

Se echó sobre mí y me beso introduciendo su lengua en mi boca. El sabor de mi propio semen me hizo conocer el néctar que los hombres destilamos.

El peso de su cuerpo me aplastaba y con suavidad le aparté hacia un lado para poder respirar. El comenzó a frotar su polla contra mi costado mientras su mano recorría de arriba abajo todo mi cuerpo

Así estuvimos tumbados en la hierba acariciándonos sin pausa. Tras algunos minutos de cariñosas refriegas sentí como mi cuerpo volvía a pedir guerra y cogiéndole el descomunal cipote lo meti de nuevo en mi boca. Aquello era grande. Muy grande.

Despues de un rato mamandole la verga cogiéndome del pelo me retiro y dijo.

Aún no te he follado como te prometi. Necesitas que te monten como tu te mereces.

Pero es muy grande. Y muy gorda. No puede ser. Me destrozarías.

Ya te he abadanado bien el culo. Veras como entra sin problemas.

No. No quiero. No puedo – le dije azorado

Se levantó y se quedó de pie sobre mi. Pude entonces observar su cuerpo en su totalidad.

Musculado y atlético, con unos marcados abdominales y unos pectorales poderosos, Todo el refulgía bajo el haz de luz de la linterna. Y en el centro de su anatomía aquel poderoso priapo emergía desafiante mirando las estrellas.

Anda, no seas maricona. Levántate – me ordenó imperiosamente.

Lleno de temor me puse en pie y me quede frente a el mirándole asustado.

Que me vas a hacer. – Le dije apesadumbrado

Nada que no te vaya a gustar. – me respondió con una pícara sonrisa.

Y agarrandome de una mano me aproximó a él estrechándome entre sus poderosos brazos. Sentir aquel miembro rozando mi piel me inundaba a la vez del deseo y el temor de ser poseído por aquel portentoso ejemplar de macho.

Cogiendome por debajo de las axilas me alzo aproximando mi cara a su altura. Le eche los brazos al cuello y rodee su cintura con mis piernas mientras la ranura de mis posaderas descansaba sentada sobre su inmensa polla. Mientras me besaba apasionadamente se rozaba por la raja de mi culo que empezaba a rezumar el líquido que atesoraba en su interior. Comencé a colaborar con sus frotamientos moviendo mi trasero sobre su cipote. De nuevo la calentura de mi culo empezó a despertar el morbo de ser penetrado por vez primera. Dicen que la curiosidad mato al gato y yo estaba en un lance similar.

Su capullo al fin se detuvo en mi entrada y asustado quede totalmente inmóvil mirándole fijamente a los ojos. Poco a poco la punta de su rabo intentaba penetrar en mi interior sintiendo como mi esfínter cedia levemente. Una punzada de dolor me hizo gritar lastimeramente.

No por favor no lo hagas. Me duele. Mucho. Me vas a desgarrar

Intentaba escalar por su cuerpo huyendo de la lacerante estaca que intentaba clavarse en mi virginal receptáculo.

No huyas de mi. – me dijo mientras que con una mano me empujaba hacia abajo por el hombro.

Algo gordo, muy gordo, atravesó mi ano que se cerró tras su paso. Su enorme capullo me había desvirgado definitivamente. Empecé a patalear intentando librarme de tan terrible estocada lo que produjo el efecto contrario, sintiendo como me empalaba mas y mas en tan tremenda polla.

No te muevas estate quieto tú mismo te vas a destrozar- me dijo mi desflorador intentando y tranquilizarme.

Dios mio, Dios mio no lo puedo soportar- gemía mientras las lágrimas se escapaban de mis ojos.

Tranquilo. Acostumbrate a tenerme dentro.

Me agarre fuertemente a su cuerpo mientras temblaba entre sollozos. Escuche como escupía y luego sus dedos fueron acariciando y lubricando mi dilatada piel. Tras repetidos veces experimente cierto alivio y el latido convulso de mi esfínter pareció disminuir.

Relajate no te cierres. Es peor. Déjate llevar y veras como el dolor desaparece. – me dijo cariñosamente mientras me acariciaba la cara.

Poco a poco relaje mis brazos y yo mismo me iba empalando en el duro mástil sobre el que descansaba. Milimetro a milimetro me fui insertando, notando como mi culo engullía aquel pedazo de carne que parecía no tener fin. Eche un mano atrás y desesperanzado vi que todavía quedaba la mitad del rabo fuera.

Esto no va a caber. Es imposible. – le dije espantado.

Veras como si cabe – me dijo con voz gutural

Me dio una fuerte palmada en las posaderas y aprovechando mi desconcierto de un golpe de cadera me la enterró hasta el fondo. Sentí su vello púbico acariciandome la piel y su verga enterrada en lo más profundo de mi ser. La sentía hondo muy hondo palpitando dentro de mí como el corazón de un toro. Por un momento creí que me iba a desmayar.

Ahora ya la tienes clavada hasta la empuñadura. – me dijo mientras me abrazaba estrechamente.

Empezó una danza en la que sentía su duro garrote rozarse dentro de mi. Aquella sensación de tener a un hombre dentro de mí empezó a desplazar el dolor y el ansia de satisfacer a aquel macho poderoso que me estaba follando en mi primera vez, me hizo que le empezase a acompañar en aquel baile. Con sus contoneos se fue acercando a la roca que presidia el lugar y lentamente fue inclinándose hasta que mi espalda se apoyó en la fría y lisa piedra. Cogiendome por los tobillos coloco mis piernas sobre sus hombros y en tono lujurioso me dijo mientras me miraba a los ojos.

Ahora te voy a follar hasta saciarte ese culito tragón.

Saco medio rabo y lo volvió a espetar de un golpe. Yo me crispe mientras mi culo se sacudía como en un terremoto. De nuevo repitió la operación y puse los ojos en blanco ante su acometida. Luego sin tregua comenzó un cadencioso mete y saca sin tregua. La sensibilidad que estaba alcanzando mi ojete hacia que una continua sensación orgasmica me acompañase durante toda la arremetida.

Sobre aquella piedra ritual estaba experimentando la indescriptible sensación de ser sometido por un hombre. Sentía como si todo él entrara dentro de mí en cada estocada y un sentimiento de abandono cuando parecía escapar de mi interior.

En una retirada fue más allá de lo deseado y su polla abandono mi cuerpo con el característico sonido de una botella descorchandose. Apresuradamente le cogí por el rabo y al llevarlo de nuevo a la entrada pude comprobar el estado en que se encontraba mi ojete.

Dilatado y abierto como el coño de una vaca recién parida – me dije para mis adentros

De una tremenda estocada me la enterró de un golpe hasta que sus huevos se aplastaron contra mi culo. Inició entonces una vigorosa cabalgada en el que el golpeteo de sus huevos contra mis nalgas marcaba el ritmo de boga. Mi agujero amoldado a su horma había alcanzado una sensibilidad que nunca antes había experimentado en parte alguna de mi cuerpo.

Ahora gozas. ¿ Verdad? – me dijo mientras me miraba fijamente a los ojos.

Si. Como un perra. Follame soy tuyo. Preñame el culo te lo ruego.- una vez lo dije no podía creer las obscenidades que había pronunciado.

Te voy a dejar el culo saciado para una buena temporada, no te preocupes. Sabía que necesitabas una buena polla que te montara. Lo pedias a gritos.

Si. si. No pares sigue empalandome con ese monstruo que tienes entre las piernas Cacho de cabrón.

Ahora ya sabes lo que es tener un macho cubriendote. Disfruta de ello. Esto no lo tiene cualquiera.

Le cogí las nalgas y yo mismo incrementé la fuerza de las estocadas que me infligía. Como poseso iba a su encuentro ensartandome en su cipote. Furioso me alzó en volandas y tras sacarme la polla, me dejo caer sobre ella ensartandome hasta lo más profundo. Me agarre a su cuerpo como una lapa y sentí como sus poderosas arremetidas hacían cimbrear todo mi cuerpo. Los dos al borde del orgasmo nos acometíamos como queriendo fundirnos en uno solo.

Sentí su polla hincharse en mi interior y como empezaba a inundarme con su corrida. A cada trallazo de leche intentaba entrar cada vez más en mi interior. Su cipote latia convulsivamente y mi culo latía frenéticamente acompañando su ritmo. Sentí como de mi rabo empezaba a fluir la leche que embadurno nuestros cuerpos mientras con mi ano intentaba extraer hasta la última gota de su esencia.

Tras unos minutos abrazados temblorosos su polla poco a poco fue desinchandose, y saliendo lentamente de mi culo que empezó a chorrear la portentosa corrida que había depositado en mi interior . Lentamente me dejó deslizarme hasta apoyar mis pies en el suelo. Mis piernas temblorosas fueron incapaces de sostenerme y me dejé caer sobre la mullida hierba.

Allí de pie, majestuoso sobre mi, estaba el macho que me había desflorado. El primer hombre que me habia poseido. El semental que me había follado hasta la extenuación. De su enorme polla morcillona goteaban sobre mi cuerpo los restos del elixir que había inundado mi recién estrenada puerta trasera.

Sentí como mi culo latía sin cesar mientras contemplaba semejante estampa.

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