Por toda una vida.
Miro el reloj ansiosa. He esperado éste día desde hace más de un mes y me aterra que algo lo eche a perder. La espero, atenta al sonido de sus llaves abriendo la puerta, sin dejar que nada me desconcentre del rostro que pondrá en cuanto me vea frente a ella en lugar de estar en el trabajo.
Abren la puerta, esas llaves deslizándose por la cerradura, me pongo mucho más nerviosa a ser posible, cierro los ojos un momento antes de que la puerta se abra por completo… y ahí está ella.
Se acerca a mí con una sonrisa en el rostro, llevando sus manos a mi cintura mientras mi boca busca la suya. Nuestros labios rozándose y yo sólo puedo pensar que en verdad es hermosa.
La invito a salir, le digo que me he tomado el día libre, que estoy cansada de trabajar hasta tarde, que es momento de recuperar el tiempo perdido a su lado. Me sigue convencida luego de una rápida ducha y cambio de ropa. La llevaré hasta su restaurante preferido.
Ya en él me doy el gusto de pedir una botella de vino suave, de ese que sé que ella puede tomar y que le agradará. ¿Un brindis? Un brindis por nosotras, un brindis por poder compartir ésta vida juntas.
Las horas pasan entre risas, hace tanto que la extrañaba. Como disfruto verla reír, que sus ojos se cierren, dejando paso a sus mejillas sonrojadas y sus dientes blancos. Noto un leve bostezo y es entonces que decido llevarla a otro lugar.
El inicio del siguiente día se acerca, una hora para que sean las 12 y mis nervios se aceleran. Llevarla a caminar antes de llegar a casa, que pasemos la noche caminando bajo la luz de la luna, cogidas de la mano y jugando un poco. Acorralándola suavemente contra un árbol, poco impide que sea un poco más alta que yo, sólo quiero besarla, tenerla cerca de mí.
La hora se acerca y yo siento mi corazón martilleando en mi pecho, no se ha dado cuenta, está feliz, me encanta verla tan feliz.
Un par de minutos para la medianoche. En la puerta de nuestra casa le pido nos sentemos bajo aquel árbol de la entrada, que contemplemos la luna, que se siente en mis piernas, gustosa ella acepta.
Tararea una melodía que ha traído en la cabeza estos días, una canción de la que aún no tiene letra, la acerco más a mí, sólo un par de segundos más…
Comienzo susurrando su nombre suavemente, la acerco más mientras refugio mi cabeza en su pecho… respiro profundamente y de mis labios salen las palabras que he tenido en mente durante tantos días… “Cásate conmigo”.
Noto su cuerpo estremecerse, quedarse sin respirar un breve segundo, un movimiento que resulta ser un asentimiento cuando levanto la vista, una sonrisa en su rostro y lágrimas en los ojos… y a mi sólo se me ocurre decir aquella otra frase, a sabiendas del día que comienza, a sabiendas de que se dará cuenta de todo el plan y que eso sólo la hará sonreír más y que posiblemente termine lanzándose a mis brazos… “Feliz aniversario”.
***
Pues eso, no se me ocurrió otra manera que decirle así a mi novia lo que quiero pasar con ella. Hoy cumplimos otro mes, sé que es poco… pero poco es una vida comparada con lo que quiero vivir a su lado.
Nunca está de más soñar un poco. En uno de esos momentos se hará realidad.
[Alina H. M.]
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