Quiero que te folles a tu mamá

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Todo empezó un día en la mañana en que mientras tomábamos desayuno en comedor de la cocina con mi padre, mientras mi madre lavaba unos trastos en el fregadero.

– Tiene un buen culo ¿verdad? – me susurró al oído, mi padre.

Me interrumpió cuando estaba absorto, mirándole el culo a mi madre. Y claro, estaba fantaseando con su cuerpo. Llevaba un buen tiempo obsesionado con su cuerpo y con gran historial de pajas en su honor.

Rápidamente mire hacia otro lado y disimulé avergonzado.

– Tranquilo – volvió a hablarme al oído – te comprendo, tiene un cuerpo exquisito.

Yo no entendía porque mi padre me hablaba así y de esa forma. Solo atiné a mirar mi plato de cereales, sin atreverme a levantar la mirada.

– Yo a tu edad vivía matándome a pajas fantaseando con casi todas las mujeres que tenia cerca…. Tranquilo, no tiene nada de malo.

Mi madre no escuchaba por el ruido del agua y la música que escuchaba en la radio que había en la cocina.

– Y eso que no has visto sus tetas, son deliciosas, sobre todo cuando te monta y chocan en tu cara – seguía hablando de mi madre – mirala, de perfil se nota el volumen de sus ricos melones.

Volví a levantar la mirada en busca de mi madre. En ese momento ella vestía un polera blanca muy delgada sin mangas, era verano, que permitía notar su sostén blanco bajo esta. Y unos shorts de mezclilla muy cortos que apenas tapaba su culo. Sus piernas se notaban firmes por las horas invertidas en su bicicleta estática. Se veía muy rica, una mujer madura de 45 años, de esas que calientan con solo verlas.

– A la tarde después del trabajo, tengo que hablar contigo – fue lo ultimo que dijo.

Se levanto luego de terminar su café, y llevo la taza al lavaplatos. Luego de dejarla en el receptáculo y agarro fuertemente una de las redondas nalgas de mi madre. Ella respondió con un codazo suave simulando molestia.

Antes de salir de la cocina, mi padre me miro con una extraña sonrisa en su cara.

El día pasó entre los distintos quehaceres de la cotidianidad domestica, y mis estudios universitarios.

Llegue a casa a eso de las 6 pm. Mis padres estaban tomando el té. Yo me senté con ellos. Todo en un ambiente de total normalidad, es más, por un momento olvidé el extraño episodio de la mañana.

La dinámica siguió igual hasta el momento en que terminamos de comer y mi madre comenzó a retirar las cosas de la mesa. La costumbre en casa era de que todos en casa compartíamos las labores, pero esta vez mi padre me hizo un gesto para que me quedara en el comedor, sin que mi madre lo notara. Ella se fue a la cocina y nosotros sentados en la mesa.

– Oye acerca de lo de la mañana… Siento haberte asustado – dijo ahora en un todo serio casi quejumbroso – lo que pasa es que tengo un problema y no se como abordarlo. Disculpame.

– Tranquilo papá, no te preocupes… Ya lo he olvidado – afirme con un poco de ironía, para distender un poco.

– Tu sabes que tengo diabetes ¿cierto?

– Si papá.

– Bueno… Lo que pasa es que una de las complicaciones… Es un poco difícil admitirlo la verdad…

– Dime que te pasa, sin rodeos – al notar que algo grave le estaba le pasando.

– Bueno… Es la disfunción eréctil… – su pesar se notaba en su semblante.

– Pero tranquilo, hay medios para ayudar con ese problema.

– La verdad es que ya hemos intentado todo con tu mamá, pero nada ha resultado de una manera en que pueda… Satisfacerla… No se si me entiendes.

– ¿Ni las pastillas azules?

– Mira… Empece como hace 3 años con este problema, y te juro que lo hemos intentado todo y ya estoy algo agotado.

– ¿Pero porque me cuentas esto a mi?

– Es que tengo una idea… Y es complicado para mi y me imagino que para ti también… No le he dicho a tu mamá aun, y no se si hacerlo…

– Pero dime, no te des tantas vueltas.

– Lo que pasa es que siento que a tu madre este asunto ya la tiene cabreada. Pero lo disimula para no hacerme sentir mal… Entonces… Tengo miedo que busque a algún amante – yo solo lo escuchaba algo impactado – me siento incapaz de hacerla feliz… Por eso te quiero proponer que… Que hagas el amor con tu madre. – lo dijo por fin.

Quede en silencio. Si bien fantaseaba con mi madre, nunca se me hubiese cruzado por la cabeza tener realmente sexo con ella.

– Yo se que es algo extraño, sórdido, incluso degenerado. Pero es que te he descubierto mirando lascivamente a tu madre muchas veces, sin que lo notaras. Y prefiero que seas tu quien la folle, y no un extraño.

-Pero… ¿Estas seguro de lo que me estas pidiendo?

– La verdad es que lo he pensado mucho. Pero no te apresures, piénsalo con calma y me cuentas.

– Pero entonces… ¿quieres que la seduzca o se lo propondrás directamente, como a mi?

– Mmmmm… me gustaría que fuera lo menos chocante para ella. A lo mejor podrías intentar provocarla para ver como reacciona.

– Pero… – me cuestionaba internamente.

– Anda de a poco, quizás se empieza a entusiasmar, y como hace meses que no tiene sexo realmente placentero. Quizás ceda de a poco.

Apenas terminó de hablar aparece mamá con sus enormes tetas a buscar el resto de cosas. No pude evitar clavar mi vista en sus apetitosas tetas. Su polera no era escotada en demasía, pero al ser blanca y estar un poco mojada se apego a la forma de sus mamas. Podía notarse levemente donde estaban sus pezones.

Tomé mi taza y algunos cubiertos, que era lo poco que quedaba por retirar, y los lleve para la cocina, caminando detrás de ella. Aun llevaba sus shorts de mezclilla. Por lo que solo me dedique a disfrutar el bamboleo de su culo mientras caminaba.

La seguí hasta el lavaplatos, para dejar lo que llevaba. En ese momento me di cuenta que si quería follarla. Y que no debía desaprovechar la solicitud de mi padre. Al menos contaría con la aprobación de él. Un cuestionamiento moral menos,ya que si lograba follarla, no tendría culpa por que en estricto rigor no lo estaríamos traicionando.

Aun así sentía culpa por desearla, y me encontraba en una dicotomía moral. Sabia que no era la correcto según la estructura moral que nos impone nuestra sociedad. Pero por otro lado, mi instinto lo requería con fuerza.

Pensé en en apoyar mi dura verga contenida bajo mis pantalones, en sus despreocupadas nalgas, y tomarla por la cintura, recorriendo su abdomen con mis manos esta llegar a esas apetitosas tetas. Pero no me contuve.

Volví al comedor y mire a los ojos a mi padre.

– Ok… Voy a hacerlo – le dije en tono seguro.

El hizo un gesto de aprobación con su cabeza, mirándome seriamente.

– En algo andan ustedes que no me quieren contar – dijo mi madre mirándonos con cara de sospecha juguetona.

– No pasa nada mujer – dijo en tono despreocupado y levantándose de la silla – voy al baño.

El se fue dejándome solo con ella. Mi estomago se lleno de mariposas. Ella siguió ordenando unas cosas del estar dándome la espalda. Yo no apartaba la vista de su culo.

De pronto se dio vuelta y me sorprendió mirándola. Rápidamente la mire a los ojos.

– ¿Estas bien? – preguntó.

– Si todo bien, me escapé a mi dormitorio.

Pasé el resto del día encerrado en mi dormitorio. Estuve un buen rato consternado asimilando aun la solicitud de mi padre. Aunque mi calentura me había llevado a aceptar su propuesta. Sentía que quizás no lo había pensado lo suficiente.

Pero luego me empecé a sentir excitado, caliente, vi unos videos pornos de maduras tetonas, busque a algunas que se parecieran a mamá. Y me masturbe un par de veces antes de dormir.

Al otro día durante el desayuno, se repetía la instancia. Estábamos con mi padre sentados en el comedor diario tomando desayuno y mi madre dando vueltas. Vestía unas calzas muy ajustadas y una polera suelta blanca, que tapaba hasta la mitad de sus nalgas. Bajo su polera se notaba su sostén morado, el que al parecer no era muy rígido, porque permitía que sus senos se movieran levemente en su andar, y se marcaban sus pezones.

En un momento, ella salio de la cocina.

– Anoche tu madre me contó que te sorprendió mirándole el culo – me dijo papá rápidamente a penas mamá salió de la cocina.

– ¿En serio? – pregunté

– Si, le dije que no se preocupara, que son cosas normales de la edad. Además que es imposible no ver el manso culito… jajaja.

– ¿Dijo algo más?

– No, no le dimos mas importancia al tema, vimos TV y al rato se dio vuelta y se durmió, creo.

Luego de eso volvió mamá y se sentó a tomar desayuno con nosotros.

El resto de la mañana transcurrió normalidad. Salvo por el hecho de que, en mi interior, el deseo por disfrutar de su cuerpo iba en aumento. Deseo que era alimentado cada vez que le veía pasar o quedarse cerca mio.

Al almuerzo se repitió a casi lo mismo de la tarde anterior, salvo que esta vez cuando caminaba tras ella para llevar unos trastos sucios al fregadero, yo iba más decidido. Y así fue que cuando dejé los platos que llevaba en el receptáculo, me aproveche de arrimar mi verga dura entre sus acogedoras nalgas. Mi calentura era tal que no solo me basto con eso, si no que me cargué un poco mas en ella para sentir la suavidad de sus carnes. Fue un pequeño instante, menos de un segundo, que se interrumpió cuando ella se gira preguntándome preocupada «¿Que te pasa?» en tono de alarma.

– Perdón mamá perdí el equilibrio – dije tratando de parecer calmado.

– Ahh… ok… – dijo girándose hacia el lavaplatos con un tono y mirada de desconfianza – tráeme lo que falta por lavar que esta en la mesa.

Al volver a la cocina ella seguía en el fregadero, en la misma posición que me tentó a cargarla con mi bulto. Pero esta vez me contuve. Aun tenia mi verga al máximo. me acerque por el lado, ella rápidamente miro mi entrepierna, luego mi cara, para volver a sus quehaceres sin decir nada.

– ¿Quieres algo mas? – preguntó antes que yo saliera de la cocina.

– No mamá tranquila, voy a tirarme un rato a la pieza. – aun se notaba mi carpa en los pantalones de buzo que llevaba.

Una ve en la pieza, saque mi verga y me masturbé. No pasaron ni 30 segundos y acabe rotundamente en un papel higiénico que llevé especialmente para ese fin.

Al día siguiente, de vuelta en la cocina. Mi madre aun no llegaba a tomar desayuno.

– ¿Que le hiciste a tu mama ayer? – me pregunto papá.

– ¿Por qué?¿Te dijo algo? – respondí curioso.

– No, solo que estaba callada. Se acostó cuando yo estaba viendo una película en la TV y se volteó hacia su lado para quedarse dormida. Ni siquiera me dijo buenas noches, solo se durmió al rato.

– Quizás estaba cansada.

– Ese no es el tema… como a las 3 am desperté, sentía un pequeño movimiento. abrí los ojos y la vi a ella acostada de espaldas, con sus ojos cerrados, estaba con sus piernas abiertas bajo las cobijas y amasaba una de sus tetas fuera de su camisón trate de no moverme para no interrumpirla. Con la otra mano claramente se estaba masturbando.

– Ufff… ¿y que hiciste?

– Nada solo la miré en silencio sin que se diera cuenta. Si no se me para.

– Lo siento viejo.

– Tranquilo hijo, ya cada día estoy más asumido.

– Pero… ¿que pasó después? – intrigado.

– Ella acabó tensando su cuerpo, apretando su pezón izquierdo y tironeándolo fuertemente. Como le encanta que se tiren. Luego de eso se volteó y siguió durmiendo. Al rato lo hice yo también.

– Es que… Ayer la encontré lavando los platos en la cocina un poco inclinada hacia delante, su culo se veía tan rico que no me aguante y me apoye entre sus nalgas con mi verga dura.

– Jojojo!!… – se lo tomó mejor de lo que esperaba – debió haber sido eso, la dejaste caliente. Y termino haciéndose un dedo en la noche.

– ¿Tu crees?

– Si… le encanta que le hagan eso, muchas veces hicimos el amor en la cocina. Y te entiendo, con un culo como ese es difícil aguantarse… Sigue así pero de a poco para no asustarla.

Mi madre llegó un par de minutos después. Lucía deliciosa, llevaba una calza negra ajustadisima y una polera mas escotada de mangas cortas, de color anaranjado. Llevaba el pelo suelo recién lavado.

No se que cara puse, que ella sonrió levemente cuando me vio.

Se sentó con nosotros, se veía de buen ánimo y coqueta. Los 3 hablamos de diversos temas hasta que nos fuimos cada uno a las cosas que teníamos que hacer. Papá al trabajo, yo a la universidad y mi madre se juntaría con sus amigas.

Mas tarde nos encontramos en casa a la hora del té. Repetí la dinámica. Aprovechando su postura. Pero esta vez con un poco más de confianza. Me limite a cargarme en su culo cada vez que llevaba cosas a la cocina, fueron 3 veces. Ella no reaccionó salvo el la primera, en la que se detuvo levemente sin darse vuelta. Después, se mostró indiferente.

Volví a masturbarme en su honor a penas dejé la cocina. Acabando abundantemente en el lavamanos del baño.

Durante varios días seguí con el mismo actuar, tratando de normalizar los roces. Con la escusa de ayudarla con las tareas, buscaba cualquier oportunidad para tocarla, simulando la intencionalidad de mis roces, topones o refregones.

Fue así que al cuarto día de la dinámica de los topones en el fregadero. La encontré limpiando la mesa de centro del estar. Agachada con su culo en pompa.

Yo venia llegando de clases en la Universidad. Al entrar a casa mire hacia el estar y lo primero que note fue su enorme culo. No me escucho por la música que estaba escuchando. Me acerque sigilosamente hasta pararme detrás de ella. Mi corazón estaba que reventaba y mi verga casi reventando la cremallera de mi pantalón.

Sin dudarlo la tome con ambas manos desde los costados de su hermoso culo y la cargue bulto entre sus suaves nalgas.

– Ay!! – saltó del susto y se dio vuelta- que eres pesado – me golpeó un suave palmetazo en el pecho.

Solo le sonreí sin decir nada, mientras la miraba fijamente a los ojos.

Ella se mantuvo pegada a mi cuerpo, casi cargando sus tetas en mi pecho. Podía sentir el calor de su cuerpo a través de la tela.

– ¿Me dejas terminar de limpiar la mesa? – me preguntó mirándome a los ojos.

– Si… si dale… – respondí algo nervioso.

Yo no me moví. Me mantuve parado en mi posición. Ella se dio vuelta agachándose, dejando su culo apegado a mi bulto.

Comenzó a pasar el paño que tenia en su mano por sobre el vidrio de la mesa, y movía levemente su raja rozando mi verga. La suavidad de sus nalgas se sentían de maravilla. La tome con fuerza desde sus costados y la atraje hacia mi con fuerza.

Ella dejo de trapear y solo se apoyo en la mesa con sus manos y abrió levemente las piernas abriendo un poco mas sus nalgas.

Era tal mi calentura que tan solo con un par de segundo en esa postura provoco me empezara a sentir que estaba a punto de acabar.

De pronto escuchamos abrir la puerta de acceso. La solté casi de reflejo y camine hacia el baño, ella se sentó en el sillón mas cercano y disimulo limpiando la mesa de centro.

Empecé, también, a pasar mas tiempo con ella acompañándola y conversando mucho. De a poco se fue generando una cierta complicidad entre ambos. Mas allá de lo físico, ya que nos abrazábamos mucho, como amigos o compañeros, dejando un poco de lado esa cierta jerarquía común en la relación madre-hijo.

Mi padre me comentó que cada vez era mas frecuente que se masturbara en silencio en las noches. Antes era normal que lo hiciera una vez a la semana o cada 2 semanas. Pero desde que comencé a acercarme a ella lo empezó a hacer con mayor frecuencia, día por medio o, a veces, por varios días seguidos. Incluso, en ciertas ocasiones la notaba muy caliente y él terminaba comiéndole el coño a petición de ella.

Por mi lado llevaba varios días masturbándome a diario. En ocasiones no lograba esperar y corría al baño luego de rozar su culo varias veces en la cocina. Como también fantaseando con ella en la noche antes de dormir.

Luego de 3 semanas desde el primer escarceo, decidí a atreverme un poco más y pasar de los roces «accidentales».

Como todos los días, fui tras ella con el escusa de ayudarla a la cocina, luego del almuerzo. Dejé las cosas que llevaba en el mueble de la cocina junto al lavaplatos, sin decir nada solo me puse atrás de ella. Armándome de valor, motivado por como habían estado funcionando las cosas y por mis ganas de follar con mi madre. Me encantaba encontrarla ahí porque al estar un poco inclinada hacia adelante su culo estaba mas expuesto, y sus manos ocupadas le daban un grado de vulnerabilidad.

Llevaba unas delgadas calzas floreadas de colores claros que hacían ver su culo aun mas grande. mi verga empezó a palpitar como estando a punto de eyacular de tanto placer que estaba sintiendo. Ella no reacciono por un momento, quedándose inmóvil. Luego ella levantó su cola, soltando y apretando sus nalgas, como tratando de atrapar levemente mi dureza. Sin regaños ni movimientos bruscos, me dijo «traeme las cosas que faltan de la mesa».

Cuando me separe de ella, se notaba una pequeña mancha de humedad en mi pantalón, en la cumbre de mi carpa. Era el liquido preseminal.

Fui rápidamente al comedor y volví a la cocina. Puse las cosas en el receptáculo por el costado de ella, volviendo a cargar mi erecto pene en su culo. Una vez mas no hizo nada, solo se dejó. Me quede ahí unos 20 o 30 segundos sin moverme, solo cargándome en ella mientras ella disimulaba lavando la loza.

La tome fuertemente de las caderas con ambas manos. y comencé a simular un lento movimiento copulatorio. Respondió moviendo suavemente su culo, acomodando su raja cada movimiento.

Luego de un par de minutos pase mi mano derecha por debajo de su delgada polera, tocando primero su suave barriga, para seguir subiendo para entrarme con el borde inferior de su corpiño. Busque el espacio entre sus tetas para meter mi mano ahí y estirar la prenda hacia adelante para liberar sus senos pero ella me detuvo.

– Para… – dijo entre suspiros – hemos llegado muy lejos… tu padre nos puede ver.

No me detuve, seguí buscando la forma de llegar a sus tetas.

– Soy tu madre, no debemos hacer estas cosas – Una sus manos saco a la mía que buscaba meterse entre sus mamas.

Reaccione sacando mi mano bajo su ropa, y agarrando ambas tetas por sobre su ropa. una en cada mano. La tome fuerte y la atraje haca mi, cargando aun mas mi verga entre sus nalgas, como si se la estuviese metiendo a fondo.

La tela de su corpiño era delgada por lo que podía sentir sus duros pezones en mis palmas.

– No… no… no… – murmuraba entre leves gemidos.

La mantuve sujeta de esa forma hasta que exploté en mis pantalones. Me vacié sobre su culo como nunca lo había conseguido, en un orgasmo que llego a nublar mi vista.

Después de varios segundos la solté lentamente, volviendo a conectarme con el mundo.

Cuando me separe de sus nalgas mis pantalones tenían una gran mancha de semen. Mancha que también compartía con sus calzas. Ya que solo llevaba un delgado pantalón de buzo.

Repentinamente ella se volteó y sin mas preámbulo me dio una bofetada.

– ¡Esta vez te has pasado! – furiosa, pero sin levantar la voz.

– Lo siento mamá – dije simulando arrepentimiento – no pude contenerme

– Dejame sola – dijo volteándose.

Salí de la cocina en silencio directo al baño y luego a mi dormitorio.

Al otro día en la cocina, la rutina se repetía. Mi madre coqueta como siempre, se contorneaba de un lado para otro. Ese día usaba un vestido de verano abotonado en el frente, delgado, rebajado en el cuello sin llegar a ser escotado, le llegaba a un poco mas arriba de la rodilla. Le quedaba algo ceñido, por lo cual se podían notar sus atractivas curvas componiendo su silueta.

Esa mañana me controlé, no quise acercarme en demasía, fui más bien indiferente. Le dí un poco de aire para no abusar de su confianza, mas de lo que ya lo había hecho. Aunque por su actitud hacia mi y sus miradas parecía estar todo bien.

Ese día tenia la intención de mantener esa misma actitud indiferente hacia ella, para provocar alguna respuesta de parte de ella.

Más tarde. Almorzamos los 3 como de costumbre. Mi madre de veía hermosa, pero trataba de no mirarla mucho (haciéndome el interesante). Pero varias veces me sorprendió mirando la piel del tímido escote de su vestido.

En un momento ella se levantó, para ir al baño. Al volver lo hace lentamente, y mientras pasaba por detrás de mi padre para llegar a su silla en el comedor, delante mio. Lo hizo mirándome fijamente, con una sonrisa traviesa. Note en ese instante que sus tetas se movían libremente bajo su vestido, y había soltado los 2 botones superiores, abriendo su escote, regalando un tentadora vista libre hasta por lo menos la mitad del canal entre sus tetas. Sus duros pezones se marcaban en la tela, estoicos.

Fue a sacarse el sostén para provocarme.

Mi verga reaccionó inmediatamente. En ese tiempo me gustaba usar pantalones sueltos, como de buzo o similares. Por lo que inmediatamente levante una carpa con mis duros 18 cm.

Seguimos almorzando, pero ya no podía quitar mi vista de sus tetas. Su respuesta llego antes de lo que esperaba.

Estaba tan excitado que sentía palpitar mi miembro como cuando estaba a punto de acabar.

Aunque pareciera ignorante de todo esto. Mi padre solo disimulaba, asumiendo que lo que ocurría era nada mas que consecuencia de lo que el me pidió inicialmente. Ya había dejado de preguntarme cosas, solo estaba pendiente sin interferir.

Aun así me daba un poco de vergüenza que mi padre notara mi caliente interés por mi madre. Trataba de que no se notase en demasiado, en la medida de lo posible.

Terminamos de almorzar y mi padre se levantó para ir a ver TV. Dejándonos en libertad de acción.

Mi madre recogió los platos inclinándose hacia adelante, regalándome un deliciosa vista de sus tetas, la tela se separó de su cuerpo permitiéndome un rápida vista del borde de sus areolas rosadas y contraídas. La dureza de sus pezones delataba su deseo.

Sin decir palabra alguna la seguí hacia la cocina, dándole un poco más de un metro de distancia para poder mirar su culo al caminar.

Llegando a la cocina, ella dejó los platos en el fregadero y apoyó sus manos a ambos lados de este. Luego de eso tomo un postura levantando la cola curvando la espalda y manteniendo su vista perdida en la ventana.

Atendiendo su invitación, me acerqué por detrás y antes de tocarla levante su vestido de un tirón hasta su cintura, descubriendo su gran culo compuesto por 2 blancas y suaves nalgas enmarcadas en un sencillo calzón blanco, que sin ser muy elaborado, en ese momento presumía de toda la lujuria de la lencería más erótica.

La tome de sus caderas y la atraje hacia mi, encontrándose mi bulto bajo mis pantalones, con su sexo protegido por esa delgada y ya empapada tela blanca. Ella respondió levantando mas culo y restregándolo con mi verga. Arqueando mas su espalda. Sus manos apretaban el borde del lavaplatos con fuerza en señal de excitación.

Nuestro escarceo genital fue tomando un suave ritmo al pasar de los segundos. Mi verga pronto rompería mis pantalones.

Lleve mis manos por debajo de sus brazos, hasta el borde superior de su vestido y lo tire fuertemente. Escuché un par de botones saltar y golpear el piso. Ella quedó con su vestido abierto hasta el ombligo, quedando casi todo su frente desnudo. Mis manos inmediatamente fueron en busca de sus grandes tetas.

– Tu padre… Tu padre esta en el estar – murmuró entre gemidos.

No respondí, solo seguí tocándola.

– Para… Para… Nos va a ver – seguía pero sin tratar realmente de detenerme.

Solté su pesada teta derecha y me baje un poco mi pantalón, lo suficiente para liberar mi verga y testículos. Y la apunte directamente su coño. Así mi glande empezó a rozar sus labios vaginales, cubiertos solo por la tela de su calzón. Mantuve el ritmo, ahora en estocadas mas que en roces.

Luego la rodee con mi mano derecha hasta llegar a su ombligo, como pude llegue al borde delantero de su calzón, metí mi mano bajo este, me encontré con sus abundantes vellos púbicos, seguí bajando hasta encontrarme con sus empapados labios. Ella aumentaba la frecuencia de su respiración y gemidos.

Cargue con mi dedo medio en su raja, adentrándome entre su ardientes paredes, para encontrarme con su hinchado clítoris. Su botón de placer era enorme. Lo toque con delicadeza, provocando en ella una contracción general de su cuerpo, inmersa en placer.

– Aaahhhh… – gimió. – tu papá… Tu papá esta ahí.

– Tranquila, esta viendo TV – le dije calmadamente al oído, mientras la TV se escuchaba a lo lejos.

Seguí estimulando su clítoris en conjunto con su pezón izquierdo y con mi pene en su culo. Ella en un momento relajó su cuerpo, asumí que llego a un orgasmo.

– Me mataste – dijo apenas.

Mamá enderezó su postura llevando su espalda al encuentro con mi pecho. Volví a tomarla de sus senos apegandola más a mi, y ella tomando mis manos, apretando aun mas sus mamas.

Seguí moviendo mi verga entre sus nalgas lentamente. Y unos cuando segundos después ella volvió a inclinarse, pero ahora apoyándose con sus codos en el mueble. Entregando su gruta a mi disposición.

Apreté sus suaves nalgas con ambas manos un momentos hasta que decidí tirar hacia un costado su calzón. Ella no puso resistencia. Descubrí su sexo, acomodé mi glande en la entrada de vagina.

Un gran choque de placer me recorrió al momento que mi pene tuvo contacto con su ardiente sexo. Comencé rozando suavemente su vagina, sabia que estaba tan caliente que acabaría apenas la penetrara.

Ella gemía suavemente y acompañaba mis suaves arremetidas cargando levemente su culo hacia atrás. En esa dinámica, entre vaivenes, mi glande comenzó a acomodarse en la entrada de su vagina.

De pronto se apagó el televisor del estar, dejamos de escucharlo.

– Tu padre viene – dijo asustada tratando sin levantar la voz.

Se apartó de mi cerrando su vestido y huyó de la cocina, no solo atiné a guardar mi miembro. Y caminar a mi dormitorio. Me encontré con papá en el pasillo.

– ¿Todo bien? – pregunto mirándome a los ojos.

– Si… ¿mi mamá?

– Acaba de entrar al baño – refiriéndose al pequeño baño ubicado en el pasillo entre la cocina y el estar.

Con un gesto me de pidió que nos alejáramos de la puerta del baño.

– ¿Lo lograste? – preguntó casi murmurando.

– Estuve a punto… Pero cuando dejamos de escuchar la TV se asustó y escapó.

– Se fue a sacar el sostén para provocarte, incluso… – también se percató – Mira… Cuando pase y ya tengan cierta confianza, quiero se graben para verlos.

– Ehhh… – quedé descolocado con lo que me estaba pidiendo – si papá, veré la forma de hacerlo – no podía negarme.

– Bien… Lo importante es que ella no tiene que saber de nuestro acuerdo. Por lo que tu tienes que seguirle el juego.

– Si… Si no te preocupes.

– Yo por mi lado voy a disimular y parecer indiferente. Para que tengan libertad de acción.

– Buena idea

– Ya, me lavo los dientes y vuelvo al trabajo, nos vemos a la noche.

Caminó al dormitorio principal a alistarse para volver al trabajo.

Imaginarla asustada corriendo al baño con el vestido abierto y sus tetas al aire, me pareció cómico. Pero no creo que para ella. Supuse que realmente estaba asustada.

«Toc toc». Golpie la puerta del baño.

– Mamá… Tranquila mi papa esta en el dormitorio, no se dio cuenta.

– Ok… Dejame tranquila un rato – la escuché tras la puerta.

No quise molestarla más, supuse que estaba complicada con la situación.

Aproveche de salir de casa en ese momento de manera que cuando mi madre salio del baño, no había nadie más.

Llegue a casa ya entrada la noche. Por lo que no tuve más interacciones con mi madre.

En la siguiente mañana la rutina del desayuno no vario mucho en relación a lo que venia aconteciendo los días anteriores.

Esta vez mi madre usaba un vestido de verano con un desarrollo hasta medio muslo, sin botones, de una tela delgada rebajado en el cuello sin llegar a ser escotado, sin mangas y de un color blanco. Sus tetas se notaban bien firmes por lo que deduje que llevaba sujetador.

Andaba descalza lo que le permitía un andar bien fresco y natural. Su cabello lo llevaba suelto, como acostumbraba casi siempre, liso hasta los hombros. Aun mojado por el baño. Esa mañana me pareció especialmente hermosa.

Espere que se fuera mi padre, el que entendió luego de un par de gestos disimulados y apuró su salida con la excusa que estaba atrasado.

Ella se encontraba de pie mirando por la ventana del estar con sus brazos cruzados, pensativa.

Me acerque lentamente tomándola de la cadera y luego cruzando mis brazos a la altura de su barriga.

Ella acogió mi abrazo acariciando mis brazos, con sus manos.

Mientras ya se empezaba a anotar la dureza de mi bulto pegada a su trasero dijo:

– Vas a llegar tarde.

– Si me lo pides, me quedo.

– No… No podemos hacer esto… Ayer me deje llevar y casi nos descubren. Además soy tu madre, no debemos tener sexo eso es incesto. – hablaba sin mirarme.

– Tu lo deseas tanto como yo.

Luego de unos segundos.

– Y tu papá… No puedo hacerle eso, nunca le he sido infiel.

– No tiene por que enterarse. Solo creo que debemos ser mas cuidadosos.

Unos segundos de silencio.

– Me siento tan sola a veces, y tu papá… Bueno el ya no puede…

– No puede… – me hice el desentendido.

– Ya no podemos hacer el amor… Y la verdad es que yo ya estaba asumida que así seria nuestra vida… Hasta que tu empezaste a provocarme en la cocina.

– La verdadera pregunta es ¿quién provocó a quién?

– ¿Como?

– Mamá llevo meses deseándote.

– Pero… Pero soy tu madre.

– Por eso mismo no me atreví a actuar en mucho tiempo. Pero es que ya no aguanto más.

– Pero soy mayor…

– Eres hermosa.

Ella calló por varios segundos con su vista mirando el suelo. Luego de eso se sentó en el sofá.

– Vete… Dejame sola. – lo dijo sin mirarme.

Le hice caso, no quería presionarla más de la cuenta.

No se si trató de una jugarreta del destino o solo fue una coincidencia. Pero ese día el profesor que dictaba la ultima clase aviso que no iría. Por lo que me desocupe una hora antes. Mi madre estaba sola en casa. Normalmente hubiese ocupado ese rato para socializar, pero en ese momento mi deseo esta enfocado en otra cosa.

Llegue a casa muy rápido, no tuve contratiempos en la locomoción. Entre en silencio buscando a mamá. Me saque los zapatos para no hacer mayor ruido, quería sorprenderla.

Haciendo el menor ruido posible la encontré estirando la cama en su dormitorio.

La sorprendí tomándola de la cadera y apegando sus nalgas a mi verga erecta y atrapada en mi pantalón.

– Ahhh!! – grito de un salto. – ¿que estas haciendo acá? – pregunto al voltearse.

– Salí una hora antes…

Nos miramos a los ojos en silencio, por un instante. La tome de la cintura y la atraje hacia mi. Ella respondió colocando sus manos en mi pecho sin fuerza, como un intento de resistencia. Levante su vestido hasta su cintura y agarre sus nalgas fuertemente, su calzón solo cubría la mitad de estas. Su piel era cálida y suave. La apegué aun más hacia mi.

Nuestras caras quedaron a escasos centímetros. Mientras amasaba sus ricas nalgas, ya bajo la tela de su prenda intima. Ella cerró los ojos disfrutando mi osadía, pero sin sacar sus manos de mi pecho.

Con mi cuerpo la empuje levemente a la cama. Ella cayó sentada tapando su cara con sus manos.

– No lo hagamos – decía suavemente – No… No corresponde… Soy tu madre… – apenas salia su voz, y no ponía resistencia alguna.

Me agache y la empuje suavemente con mis manos en su cintura.

De espalda sobre la cama, instintivamente abrió sus piernas y levantó sus rodillas. Solo las volvió a juntar cuando tiré de su calzón para sacarlo y liberar su sexo. Ella aun tapaba su rostro.

El olor de su sexo me invadió elevando mi calentura al cielo. Comencé a besar el interior de sus muslo izquierdo. Sus suaves gemidos se escuchaban de fondo, reaccionando a mis estímulos.

Me acerque lentamente a su entrepierna desnuda con suaves besos en su piel. A medida que me acercaba a su vagina el nudo en mi estomago se apretaba aun más.

Introduje mi rostro en su gruta sin pensarlo. Mi cara quedo empapada de sus deliciosos jugos. Saque mi lengua entrando en contacto con sus labios vaginales mojados. Busqué con la punta de mi lengua su botón de placer entre sus caldeadas carnes. La recorrí verticalmente con lentitud un par de veces hasta sentir la dureza de clítoris erecto.

Con la punta de mi lengua, suavemente, acaricie su clítoris desde abajo, como levantándolo levemente.

Sus gemidos fueron aumentando en frecuencia y volumen. Como también los movimientos de su cadera y piernas. Partió levantando su pelvis muy poco, y con el progreso de mis caricias, la movía de manera suelta buscando el contacto con mi lengua. Sus piernas se abrían y cerraban.

En un par de minutos sus suaves gemidos pasaron a quejidos, y luego a alaridos resoplados.

Con mi lengua recorría su clítoris envolviéndolo haciendo círculos. En un movimiento rápido moje mis dedos indice y medio con mi lengua y los introduje en su vagina. Estaba tan excitada que entraron sin esfuerzo.

Con mis falanges acariciaba la pared superior de su vagina, sin parar de lamer su botón.

Ella gritaba de placer estirando y recogiendo sus piernas. Con manos tomaba mi cabeza y hasta tiraba de mi cabello.

Cuando sentí que estaba en su punto mas alto de placer, con mi mano libre solté mi pantalón. Y de un movimiento rápido saque mis dedos, mi lengua y abrí sus piernas tomándolas por la parte trasera de sus muslo. Puse mi glande en la entrada de vagina y se la metí a fondo.

La penetré completamente. El ardor de sus entrañas envolvió mi miembro dándome la bienvenida al mayor placer de mi vida. «Siii…» gritó cuando se sintió llena de verga.

– Fóllame fóllame… – alcanzó a decir entre gemidos.

Me envolvió con sus brazos y piernas.

La penetré ávidamente, fuerte, profundo y rápido. Tratando de mantener el ritmo, aunque me faltara el aire.

Fueron varios minutos hasta llegar al punto en que no aguantaría por mucho tiempo. Se lo metí lo mas profundo que pude y me mantuve firme. Ella me apretó con piernas y brazos, hasta que con un ultimo gemido que fue ahogando de a poco soltó su cuerpo.

Se lo saque un poco y volví a meterlo, varias veces, ya con mis cosquillas propias de un orgasmo que se venia prontamente. Seguí follándola de esa forma hasta que sentí que ya iba a reventar.

Me mantuve en lo mas profundo un instante hermoso. Para luego bombear mi descarga de semen la profundidad de sus entrañas. Ella me envolvió nuevamente son sus piernas.

En múltiples y abundantes disparos, acabe sumido en el mayor de los orgasmos. Con ella gimiendo tiernamente, apretando y soltando las paredes de su vagina a media que sentía mi corrida.

A pesar de haber acabado, mantuve con suave mete – saca mientras aun tenia erecto mi pene.

Volvimos a mirarnos a los ojos. Solo que esta vez yo estaba sobre ella, apoyado con mis codos a ambos lados de su cabeza, penetrándola, y ella me recibiéndome generosa completamente abierta. No dijimos palabra alguna, solo nos besamos libremente como dos amantes desatados.

De a poco mi pene retomó su dureza mientras seguía follándola calmadamente, pero constante. Sin dejar de besarnos apasionadamente.

– Espera… – dijo de pronto, mirando su reloj de pulsera – falta media hora para que llegue tu padre, aun tenemos algo de tiempo… Sal de encima – me ordenó golpeándome unas palmadas en mi hombro.

Ella se paro de la cama, caminó hacia la puerta, aun con su vestido subido dejando a la vista gran parte de su culo desnudo. Y cerró la puerta con seguro.

– Eso nos dará algo de tiempo en caso que llegase tu padre antes.

Yo estaba de espaldas sobre la cama desnudo sin pantalones y con mi miembro erecto apuntando al techo.

Mamá camino de vuelta a la cama y trepó sobre mi. Volvimos a besarnos. Automáticamente agarre sus suaves y carnosas nalgas. Con una de sus manos, ella acomodó mi glande en la entrada de su sexo, y dejando caer su cuerpo, mi pene volvió a entrar en sus ardiente cuerpo. Suave y completamente.

Se me erizó la piel con solo volver a sentir el delicioso calor de su vagina envolver mi miembro. Comenzó a cabalgarme como toda una experta, apoyada con sus manos en mi pecho. Primero con un ritmo suave, pero que fue aumentando con cada empalada que se auto infería. Con mis manos amasando sus nalgas y separandolas para que entrara con mayor facilidad.

De a poco fui soltando su trasero para llegar, sin despegar mis manos de su piel, hasta su cintura, por debajo de su vestido. Mi madre al sentir mis caricias, tomó su vestido y se lo saco por sobre su cabeza, dejando a escaso centímetros de mi cara, sus enormes tetas aun cautivas por su sostén blanco, liso sin encaje.

Sus enormes pezones se marcaban en la tela de su prenda intima.

Una vez que lanzó su vestido a un costado de la cama, llevo sus manos al broche del sostén en su espalda, y de un movimiento rápido lo desabrocho. Apenas soltó la amarra, sus tetas colgaron libres, solo tapadas pero no sujetas. Sin esperar mas, fui al encuentro de sus hermosas mamas antes que retirara definitivamente la molesta prenda. Casi eyaculé al momento en que mis manos entraron en contacto con la tierna piel de sus tetas.

Sus pezones enormes, de quizás 1 cm de diámetro y 2 de largo, rodeados de una areola de unos 5 cm de ancho con forma de ovalo vertical; coronaban estoicos sus deliciosas masas de carne. Eran de un rosados muy suave apenas mas oscuros que su piel, como el color de sus labios, los de la boca.

A penas pude ver sus tetas completamente libres me lance a ellas. Lo primero que hice fue meterme su pezón izquierdo en mi boca y chupar de el, como cual lactante hambriento.

– Eso… chupamelos fuerte – me ordeno entre gemidos.

Su calentura fue en aumento como también el ritmo de su cabalgar. Se apoyó con sus manos en el respaldo de la cama, dejando sus tetas lo mas cerca de mi cara posible.

Me pasaba de una teta a la otra con mi boca, sin dejar de amasarlas, extasiado con su calor y suavidad. Recorrí con mi lengua cada rincón de estas. Disfrute con el sabor de su sudor. Lamí sus pliegues formados en la parte inferior de sus grandes tetas, sintiendo el peso de estas sobre mi cara.

El coito no se interrumpía. Yo levantaba mi pelvis cada vez que su vagina tragaba mi polla. Y el ritmo se estaba tornando cada vez mas frenético.

– Chupamelos más fuerte… – seguía pidiéndomelo entre jadeos.

Chupaba un pezón, succionaba lo más fuerte que podía, sus pezones invadían mi boca y ella me pedía mas, disfrutando extasiada. Alternaba sus pezones en mis chupadas, mientras sus tetas de bamboleaban alborotadas por el ritmo amatorio, subiendo y bajando.

Estaba cerca de volver a acabar en su interior. Agarre sus gordas nalgas con fuerza y con los brazos aceleré el ritmo de sus movimientos, a lo que ella respondió acelerando sus arremetidas. Luego de un rato subí con mis manos recorriendo su espalda hasta llegar a sus hombros, para desde ahí sujetarla firmemente cada vez que mi pene entraba en ella profundamente. Sus gemidos estaban coordinados con las penetraciones.

– ah… ah… ah… ah… ah… ah… ah…

Mi boca buscaba su piel para besarla, lamerla y chuparla. Ocasionalmente atajando uno de sus pezones, de sus alborotados senos.

De pronto tensó su cuerpo y con mi miembro en lo mas profundo de su sexo. Casi al mismo maravilloso instante en que alcancé mi orgasmo, acabando en otra corrida tremenda.

Mi madre permaneció abrazada a mi cuello, con su mejilla junto a la mía y con su cuerpo complemente pegado al mio. Nuestras pieles parecían adheridas por nuestro sudor y deseo. Fueron 15 o 20 segundos en que los espasmos de mi pene se hacían sentir en su interior, liberando pequeñas olas de placer que nos invadían suavemente. Por segunda vez en esa mañana, había llenado el sexo de mi madre.

Descansamos un rato agitados e inmóviles, disfrutando de aquel precioso momento en que nuestros sexos, aun unidos y completamente empapados, aun dialogaban en unos suaves y milimétricos vaivenes. Todo se interrumpió cuando ella volvió a mirar su reloj.

– Tu padre llega en 15 minutos – dijo algo alterada, como reaccionando.

Ella se levanto y recogió su ropa. Yo hice lo mismo.

– Vístete y sal a dar unas vueltas llega después que él. No quiero que sospeche. Yo me duchare rápido.

– ¿Crees que es necesario? – pregunte algo confundido.

– Solo hazme caso, no quiero pensar mucho en este momento.

– Ok… voy no te preocupes.

En ese momento recordé que mi padre me había pedido que le siguiera el juego. Salí de casa antes que mi padre llegara y caminé por el barrio. Llegué una media hora después,el auto de mi padre ya estaba estacionado fuera de casa.

Al entrar el ambiente era normal, Como si nada hubiese pasado. Salvo por gran detalle, mi madre andaba de muy buen animo, sonriente y animosa. Los encontré bromeando en cocina mientras mi madre terminaba de cocinar.

– Hola – salude simulando que acababa de llegar.

Ambos me saludaron con total normalidad y me incorporaron en la conversación. Estaban hablando cosas triviales y cotidianas ajenas al sentido de este relato.

Salvo por algunos furtivos cruces de miradas y sonrisas disimuladas con mi madre. El almuerzo se desarrolló con total tranquilidad.

Llegado el momento crítico donde levantamos las cosas de la mesa para llevarlas a la cocina, y mi padre se sienta en el sillón. Mi padre me mira una vez que mamá se fue.

– ¿ha pasado algo con tu mamá? – pregunto curioso

– Ya casi – le mentí, no quería alardear.

– Subiré el volumen de la TV, tienes 15 minutos.

Tomé las cosas que faltaban y las llevé a la cocina. La TV se escuchaba más fuerte de lo normal.

Me excité a penas vi a mi madre sola en la cocina. Deje las cosas que llevaba en el mueble mas cercano y me acerque a ella desde atrás.

Cruce mis manos en su barriga y apegue mi pene erecto aprisionado a su blando culo.

– Tenemos unos 15 minutos – le dije suavemente al oído.

– No… ¿No tuviste suficiente en la mañana? – respondió sin moverse.

– Claro que no. ¿No sientes como estoy? – cargue un poco mas mi verga en su culo.

– Pero tu padre nos va a escuchar…

– La TV esta con mucho volumen, no nos va a escuchar – levante su vestido y baje su calzón hasta sus rodillas.

– ¿y si viene para acá? – preguntó mientras se inclinaba entregándome su culo desnudo.

No le respondí, saque mi verga que ya reventaba y puse mi glande en la entrada de su vagina. Estaba tan mojada que no fue necesario casi ningun esfuerzo para entrar en esa deliciosa y ardiente cueva.

Se la metí hasta la mitad, para luego retroceder lentamente hasta dejar solo mi glande adentro. Y volver a penetrarla, esta vez a fondo, sintiendo como su interior se abría ajustándose a mi herramienta.

Se le escapó un gemido cuando llegue lo mas profundo. De seguro llevaba varios contenidos.

La tome de sus caderas y proseguí a penetrarla firmemente. Tratando de llegar mas adentro con cada arremetida.

«Plaf… Plaf… Plaf…» sonaban sus nalgas, al chocar nuestros cuerpos.

Luego de un par de minutos sus gemidos se fueron liberando; le fue dejando de importar la posibilidad de que mi padre nos escuchara. Sus resoplidos y quejidos empezaron a invadir el espacio, junto con nuestras carnes sonando.

«Plaf… Plaf… Plaf…»
«Ah… Ah… Ah… Mmmm… Sii… Ay… Ay… Mmm…»

Acelere el ritmo cuando sentí que estaba pronto a acabar. Ella respondió levantando aun mas la cola. Ambos estábamos próximos a acabar.

Luego de 30 o 40 segundos de intensas penetraciones. Arqueo su espalda y tensó su cuerpo. Yo no me detuve, continué con mi ritmo. Ella estuvo quieta unos segundos y luego cayo sobre el mueble de la cocina y flectó sus piernas. Tuve que sostenerla.

Al ver que ya había acabado se la metí profundo y con fuerza a esperar mi orgasmo apretando mi glande en su pared mas interna. Espere unos segundos y volví a metersela a fondo. Repetí lo mismo varias veces mas hasta que no pude aguantar mas. Y manteniéndome en lo profundo, una vez mas, acabe disparando mis remanentes de semen en su interior, ya por tercera vez ese día.

Casi sin aire, nos quedamos quietos un instante. Recuperando el aliento.

Saque mi verga aun semi erecta de su vagina, arrastrando un hilo de nuestros fluidos. Subí su calzón y baje su vestido. Guarde mi pene.

Ella se paró, y volteó. No hablamos. Su maquillaje se había corrido. Nos besamos intensamente abrazados. La TV aun sonaba de fondo.

Continuara…