Quitándole la virginidad anal a mi hermosa novia

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Hola, mi nombre es Marcos, y esta historia que os voy a contar a continuación forma parte de mi vida y de la de mi novia, la cual actualmente es ya mi mujer.

Resulta que desde hacía mucho tiempo estábamos saliendo, aunque nuestra relación era más bien como amigos, por lo que en lo referente al sexo no había habido entre nosotros nada de nada, y así fueron pasando los años hasta que al final, decidí dar el siguiente paso y le propuse que fuésemos novios, cosa con la que ella estuvo enseguida de acuerdo.

A partir de ahí, decidimos ya que nuestra relación cambiase por completo, tanto en lo afectivo como en lo sexual, y fue en ese preciso momento cuando nos dimos cuenta de que aún siendo los dos mayores de edad, ninguno sabíamos nada al respecto, por lo que (por lo menos yo) tuve que empezar a informarme muy bien sobre ello, tanto mediante libros como viendo películas porno del video club de la esquina, ya que en ese tiempo no era todo tan fácil como ahora.

Luego, cuando creí que ya había aprendido algo sobre el tema, decidí empezar a practicar con ella, la cual seguía igual que antes, puesto que según me dijo le daba vergüenza esas cosas. Así que aunque vi que deseaba dar ese gran paso tanto como yo, a la vez tenía miedo de hacerlo debido a la falta de conocimientos que tenía sobre el tema.

Por eso, al darme cuenta de lo que ocurría pensé que si no era yo quien se atrevía a darlo, de ella no iba a salir nunca. Así que, aprovechando uno de esos días en los que mi padres se fueron de fin de semana y me dejaron el piso a mi entera disposición, decidí invitarla a comer en mi casa, con la intención de que así tal vez, podría hacer algo con ella si es que aún seguía deseándolo.

Para ello y una vez que aceptó mi invitación, procuré comprar comida preparada junto con un buen vino, y me traje del vídeo club unas películas porno como las que yo había ido viendo, para después ponérselas si es que se atrevía a verlas conmigo y así ir animándonos un poco los dos.

Al llegar el día señalado pasé a recogerla a su casa y fue verla aparecer por el portal, me quedé prendado de ella, ya que llevaba puesta una blusa muy ajustada la cual le hacía resaltar sus abultados pezones, junto a una faldita corta que le quedaba muy bien y que a mí desde siempre me encantaba.

A continuación y tras besarnos en la boca como saludo, nos dirigimos muy nerviosos hacia mi casa. Durante todo el camino no paró de preguntarme si estaba seguro de que mis padres estaban fuera y de que no iban a presentarse allí en cualquier momento como yo decía. Por eso y allí mismo tuve que llamarles y hablar con ellos delante de ella para que viese que realmente sí que se encontraban lejos y no regresarían hasta el domingo por la tarde, por lo que tendríamos así casi tres días para nosotros solos.

Después que lo hice y en cuanto llegamos a casa, nos pusimos cómodos y le ofrecí una copa de vino con algo de picar.

Seguidamente puse música romántica y la invité a bailar. Mientras lo íbamos haciendo y una vez que comprobé que estaba más relajada, fui acercando mi cara a la suya y así poco a poco, mis labios fueron buscando los suyos hasta fundirnos en un apasionado beso.

Luego fui deslizando mis labios hasta su cuello y allí seguí besándola con mucha delicadeza, consiguiendo de esa forma que cada vez se fuese pegando más a mí y mi polla fuese creciendo ya sin parar con aquel calorcito que desprendía su cuerpo allí entre mis piernas, por lo que en cuanto se dio cuenta de su grosor y longitud, enseguida quiso apartarse, pero yo, poniendo mis manos sobre sus nalgas se lo impedí y la atraje aún más hacia mí, para que pudiese seguir notándola mucho mejor y la disfrutase a tope.

Luego, tras unas canciones más y para calmarnos un poco, decidimos ambos ponernos a comer. Así y tras brindar por nosotros, llegamos a los postres. Seguidamente me dispuse a preparar los cafés y luego la invité a que nos lo tomásemos en el sofá del salón. Una vez allí estuvimos hablando de todo lo nuestro y le pregunté si realmente estaba decidida a aprender algo sobre el sexo, a lo que ella con voz nerviosa me contestó que sí, por eso me atreví entonces a comentarle que si quería, en cuanto terminásemos de tomarnos los cafés, podíamos ponernos a ver juntos alguna de las películas porno que había traído del video club para ella, como las que yo había ido viendo solo durante esos días, y al contestarme que sí, cogí una al azar y empezamos a verla.

A partir de ahí me di cuenta de que conforme iban apareciendo las imágenes, su cara iba cambiando por completo, sus ojos cada vez se le abrían más debido al asombro, y sus mejillas se le iban poniendo más sonrojadas que nunca, tal vez debido a la vergüenza que todo aquello le ocasionaba.

Por eso y para tranquilizarla un poco le dije que intentara relajarse y que pensara que todo aquello que iba viendo, era tan solo una película hecha por profesionales que vivían de eso, pero que en la realidad todo transcurría de forma muy diferente y como cada uno quería, sin imposiciones ni reglas por ambas partes.

Entonces, al oírme decir todo eso se pegó muy fuerte a mí mirándome fijamente a los ojos y me besó en la boca como jamás lo había hecho, haciendo entrelazar nuestras lenguas una y otra vez llevándolas hasta la garganta, por lo que pude darme cuenta de que todo aquello que iba viendo la estaba poniendo muy caliente y eso tenía que aprovecharlo para dar el siguiente paso, si es que aún lo seguía deseando.

Así que con mucho cuidado y sin dejarla reaccionar, empecé a desabrocharle la blusa dejándole al descubierto aquellas maravillosas tetas allí bajo el sujetador. Luego y tras su cara de asombro, empecé a besarle por el cuello y así poco a poco fui deslizando mis labios hasta ellas para seguir besándoselas, mientras se las iba acariciando con mi mano.

Después al comprobar que le estaba gustando, le dije que se quitase el sujetador y una vez lo hizo, empecé a chuparle y a succionarle los pezones hasta ponérselos bien tiesos y duros, consiguiendo de esa forma que salieran ya de su boca, los primeros gemidos de placer.

Tras todo eso y sin dejar de besarla, llevé esa mano hasta su vientre y después a su entrepierna, en la cual aunque por encima de sus braguitas, empecé a frotarle con mis dedos toda la zona vaginal, cosa que originó que se convulsionase y apretase mi mano hacia ella junto a la suya, para sentírsela mucho mejor allí sobre su coño.

Entonces ya me atreví a separarle las braguitas hacia un lado y le fui masajeando toda su raja, centrándome más que nada en aquel botón precioso que era su clítoris, el cual se le estaba poniendo muy tieso y abultado.

A continuación, y como hasta entonces solo había sido ella la que había estado recibiendo placer, cogí una de sus manos y se la llevé a mi entrepierna dejándosela allí encima del pantalón. Una vez lo hice, vi que ella no sabía qué hacer con mi polla y además era reacia a dejar allí la mano, así que decidí introducirle uno de mis dedos en el coño con mucho cuidado puesto que aún era virgen (al igual que yo) y se lo empecé a meter y a sacar lentamente dentro de él, a ver si así se ponía algo más cachonda.

Después volví a cogerle de nuevo la mano y la fui frotando sobre mi zona genital para que notase que mi polla estaba otra vez a punto de reventar bajo el pantalón. Tras todo eso, al final conseguí que me la fuese palpando y apretando fuertemente con su mano y lo más importante es que ya lo iba haciendo sin mi ayuda.

Partir de ahí los dos continuamos con nuestros mutuos sobeteos, hasta que mi novia se corrió sobre mis dedos y yo estuve también a punto de hacerlo, por eso y tras meterle dos de ellos en la boca para que saborease sus propios jugos, le dije disimuladamente que parase un poco para irnos al dormitorio, cosa que hicimos al momento, aunque la razón principal fue la de darme un respiro para bajar mi excitación, puesto que debido a mi inexperiencia, no quería eyacular tan pronto por si después no tenía leche suficiente para echarle en el coño, por si quería seguir con todo aquello.

Una vez en la habitación, empecé a desnudarla por completo y yo también hice lo mismo. En ese instante al verme desnudo, ella me miró muy sorprendida todo el cuerpo sobre todo los huevos y la polla, la cuál tenía otra vez bien tiesa y dura debido a todo lo que habíamos hecho, y así frente a frente el uno al otro, nos fuimos besando mientras íbamos juntando nuestros cuerpos desnudos, originando así que mi polla quedase allí atrapada sobre su vientre y ella pudiese notar todo su calor y suavidad, cosa que hasta entonces nunca había podido llegar a sentir sobre su cuerpo.

Seguidamente y tras darnos un buen magreo, nos tumbamos los dos sobre la cama mirando al techo, mientras le iba indicando lo que tenía que hacer. Primeramente y mirándole a los ojos le dije que con una mano se fuese acariciando las tetas y se pellizcase suavemente los pezones con los dedos, hasta que se los notase bien duritos y tiesos. Luego, que siguiese así con esa mano mientras que la otra se la llevase hasta el coño y empezara a sobárselo y a frotarse el clítoris poco a poco y con suavidad.

A continuación, que se fuera metiendo los dedos dentro de él y a poder ser con los ojos cerrados y relamiéndose los labios de gusto, para que lo disfrutara mucho mejor. Mientras tanto yo seguía allí tendido sobre la cama con la polla más tiesa y dura que un poste, por lo que empecé a meneármela en solitario, mientras ella iba mirando como lo hacía.

En ese instante y al ver su cara de admiración, la invité a que me la tocase, y aunque al principio se resistió a hacerlo alegando que le daba vergüenza, al final y ayudada por mí, empezó a mirarla y a tocarla muy detenidamente por todos los lados, empezando así y sin darse cuenta a ir realizando sobre ella un sube y baja muy suave, naturalmente ayudada por mí.

Luego volví a llevar una de mis manos a su entrepierna y así masturbándonos al unísono mientras nos besábamos en la boca, nos pasamos un rato estupendo logrando al final que se corriese una vez más sobre mis dedos como una loca, allí aferrada fuertemente con su mano sobre mi polla, la cual volvía a tener a punto de estallar, aunque al igual que en la vez anterior, la hice parar un poco para recuperarme.

Así, al cabo de un instante y con la polla todavía muy grande aunque tapada por el prepucio, le dije que si la quería ver en todo su esplendor, tenía que hacer bajar aquella fina piel con sus dedos, y una vez lo hizo volvió a poner otra vez cara de asombro al ver aparecer ante ella aquel glande portentoso y rosado, por eso le dije que si quería darme placer, tenía que ir subiendo y bajando aquella fina piel una y otra vez hasta que yo le dijera, y así lo hizo.

Después, al ver que aún seguía muy interesada en su anatomía, le comenté que porqué no le daba un besito justo en el orificio de la punta, para que supiese a qué sabía, pero ahí ya puso cara de asco y no se atrevió, aunque al final y tras mis continuas súplicas sí que lo hizo e incluso hasta le gustó, puesto que entre risas y bromas no paraba de darle más besos y ya hasta en otros sitios diferentes.

Entonces, al ver que tampoco dejaba de meneármela, me atreví a decirle que porqué no intentaba metérsela toda en la boca o por lo menos la cabeza del glande, pero a eso sí que se negó por completo alegando que no lo había hecho nunca y que le daba mucho asco, por eso y para hacerla cambiar de opinión le dije que si cerraba los ojos y dejaba la boca tan solo un poco abierta, ni se daría cuenta de lo que estaba haciendo.

Así que una vez que accedió cogí mi polla con una mano y se la puse justo en sus labios. Allí ya empecé a restregarle con suavidad la punta sobre ellos, y una vez que vi que no la rechazaba ni se oponía a ello, fui presionando justo en el centro hasta conseguir meterle todo el glande dentro de la boca.

Ella entonces al darse cuenta, trató de cerrarla enseguida pero lo único que consiguió, fue aferrarse aún más a ella con sus carnosos labios, pudiendo así llegar a sentirla mucho mejor todavía. Tal vez por eso empecé a notar dentro de su boca, como su lengua se iba ya deslizando sobre mi glande y empezaba a lamerlo por todo su contorno, cosa que me estaba dando un placer inmenso.

Entonces, al ver que ya estaba más que entregada, empecé a meterle cada vez más trozo de polla dentro mientras iba bombeando suavemente sobre su boca, consiguiendo que al final fuese ya chocándole en su garganta. Así nos pasamos otro buen rato puesto que veía que le estaba gustando y era ella misma la que ya no paraba de chupármela y de saborearla como si fuese un helado.

A todo esto, como la veía muy dispuesta y caliente e incluso ya no me había hablado más de mis padres, decidí preguntarle si quería que intentásemos follar, aunque claro está, con condón y mucho cuidado puesto que ella era aún virgen, y tras pensárselo un buen rato, al final y tal vez debido a su gran calentura, me contestó nerviosa que sí.

Yo, al oírle decir eso me puse muy contento, pero a la vez sentí mucho miedo al pensar si sabría hacerlo y si estaría a la altura ya que para mí también era la primera vez, aunque ante ella tuviese que dar la impresión de que era todo un experto en la materia, para no asustarla más.

Así que según había visto hacer en las películas, y dejándome llevar por el instinto, le dije que se pusiese tendida de espaldas sobre el borde de la cama, y tras ponerle un cojín bajo las nalgas, le separé bien las piernas y le empecé a lamer el coño y a chuparle el clítoris como un loco, cosa que a ella le extrañó mucho pero a la vez creo que le encantó, puesto que me cogió la cabeza por detrás de la nuca y no paraba de apretármela contra ella para que pudiese meterle la lengua cada vez más adentro de su palpitante raja y así poderse correr a gusto otra vez, tal y como hizo enseguida.

Después, al verle el coño ya tan bien lubricado me puse el condón y empecé a jugar con la punta de mi polla sobre su entrada, no sin antes haberle dicho que el primer pinchazo tal vez le iba a doler un poco, pero que luego sería estupendo y los dos íbamos a disfrutarlo mucho. Dicho eso y tras ver su cara de confianza, empecé a meterle ya poco a poco todo el glande mientras le iba besando en la boca, y así y casi sin darse cuenta, logré meterle también un trozo de polla hasta que me encontré con aquella fina membrana, la cual fui pinchando con mucho cuidado hasta lograr traspasarla, tras el quejido teñido de rojo de ella, debido a su desfloración.

Con su mano sobre mi vientre, mi novia trataba de ir frenándome hasta que al cabo de un instante, era ella misma ya la que poniendo sus manos sobre mis nalgas, empezaba a ir atrayéndome hacia ella y se fue metiendo con cuidado toda la polla hasta el fondo de su hasta entonces virginal coño.

Seguidamente, al ver que ya no le dolía y que cada vez me pedía más y más, empecé a bombear sobre él mientras ella empezaba a culear y a levantar sus nalgas para que así disfrutásemos los dos muchísimo más.

Tras todo eso me acordé de lo que hacían en las películas y la hice poner a cuatro patas sobre la cama para seguir follándola aunque desde atrás, y la verdad es que esa posición parece que le gustó mucho más, ya que no paraba de jadear y de gemir mientras me iba pidiendo que por favor no parase porque sentía que iba a correrse de nuevo, cosa que hizo tras unas cuantas embestidas más por mi parte, dejándome la polla bien mojada con todos sus jugos vaginales.

Entonces yo al ver que estaba a punto de nuevo, en esta ocasión sí que quise correrme como todo un campeón, para ello la hice tumbar de espaldas sobre la cama, me quité el condón y empecé a meneármela con mucha rapidez, hasta que conseguí descargar ante su cara de admiración, toda la leche caliente que pude allí sobre los pelillos de su pubis, cosa que a ella le hizo mucha gracia al verse toda aquella zona tan blanca, debido a la leche que le había echado encima, por eso le dije que cogiera una poca con sus dedos para que la probase y viera así si le gustaba, cosa que hizo y según me dijo le encantó.

Y así ya, una vez que habíamos follado como locos, nos habíamos aseado y los dos habíamos perdido ya nuestra virginidad, nos volvimos a besar en la boca con mucho amor y nos pusimos a fumar un cigarrillo, mientras fui preparando unas copas que nos estuvimos tomando en el sofá del salón aunque los dos aún continuábamos desnudos.

Por eso se me ocurrió preguntarle si le había gustado la experiencia y si estaba todavía interesada en ir aprendiendo más cosas sobre ese mundillo del sexo, y al contestarme que sí a todo con la excusa de que tenían que haber muchas más cosas que aprender, volví a buscar otra película, la cual cogí también al azar y se la puse para ir viéndola.

En cuanto empezó me di cuenta de que en ella habían algunas escenas de sexo anal, cosa que a ella sí que la escandalizó un montón, más que nada cuando vio aparecer a aquellos hombres de raza negra con aquellas pollas tan grandes metiéndoselas por el culo a aquellas chicas que además parecía que hasta les gustaba y disfrutaban un montón mientras se las iban metiendo, y también al ver como un orificio tan pequeño como se veía al principio se podía convertir en un agujero tan grande como para albergar aquellas pollas tan largas y gordas que tenían todos.

Por eso tuve que volver a decirle que no tuviese miedo por aquello que estaba viendo, puesto que era una película hecha por profesionales que vivían de eso, y que como podía comprobar y aún estando yo muy bien dotado, mi polla era casi la mitad de grande que la de ellos, y que por lo tanto y teniendo mucho cuidado al hacerlo, todo se podía lograr, tan solo teníamos que prepararnos bien y masajear con paciencia toda la zona del culo así como su orificio central para lograr agrandar su esfínter.

Dicho esto y como en la vez anterior, me miró a los ojos con confianza y viendo realmente la diferencia de tamaño de mi polla con la de ellos, me dijo que sí que quería intentarlo conmigo, pero que sobre todo tuviese mucho cuidado ya que por ahí, todavía seguía siendo virgen.

Así que, en cuanto le escuché decir eso, mi polla se me volvió a poner de nuevo tiesa y dura y nos dirigimos al dormitorio.

Una vez allí le dije que me la chupase un poco para ir lubricándola bien ahora que ya sabía como hacerlo y después, al ver que estaba a punto, la hice poner en la posición de perrito sobre la cama y desde atrás empecé a acariciarle aquellas preciosas nalgas que tenía, hasta que al final decidí separárselas con mis manos para lamerle aquel canalillo con la lengua, así como la oscura aureola de su culo y el mismo centro de su diana, en el cuál empecé a pincharle con la punta poco a poco, hasta conseguir que le fuese entrando mientras ella empezaba a gemir de placer y yo me animaba a seguir con todo aquello.

Luego, cuando vi que ya tenía toda la zona bastante humedecida, le fui metiendo con mucho cuidado uno de mis dedos, y al ver que no protestaba y hasta parecía que le gustaba puesto que noté como iba echando sus nalgas hacia atrás, intenté meterle dos.

Una vez lo conseguí, empecé a jugar con ellos dentro de su apretadísimo culo. Entonces le pregunté si quería que continuase y al decirme con voz temblorosa que sí, me puse enseguida el condón y llevé la punta de mi polla justo a la entrada de su oscuro orificio.

Una vez allí, fui presionando con ella hasta conseguir meterle todo el glande dentro, lo que propició que saliese de su boca un fuerte quejido de dolor, por el cual me paré enseguida asustado aunque no se lo saqué de allí esperando a que fuese ella misma la que me dijese qué hacer.

Al cabo de un instante y algo ya más relajada y tranquila, noté como poco a poco y con cuidado, iba acercando cada vez más sus nalgas a mi cuerpo, lo que hacía que mi polla se fuese adentrando cada vez más en su apretado culo, y así siguió haciéndolo hasta que al final mis huevos chocaban contra sus labios del coño y no podía meterse ya más trozo de polla dentro.

Así que al darse cuenta de ello, me dijo que le fuese dando fuerte puesto que ya no le dolía y aquello que estaba sintiendo era mucho más bueno y placentero que lo que había recibido antes y no quería que acabase nunca.

Al oírle decir eso se me ocurrió aconsejarle que además se fuese frotando el clítoris con los dedos y una vez que empezó a hacerlo, sus gemidos y contracciones se multiplicaron un montón, por eso al cabo de un rato, volvió a correrse como una loca por el culo y sobre sus dedos, los cuales se fue chupando con la lengua, mientras yo al no poder aguantarme más, se la saqué con cuidado del culo, le besé las nalgas varias veces, y tras quitarme el condón, la hice poner de rodillas frente a mí, y empecé a meneármela frenéticamente, hasta que sentí que me iba a correr, entonces fui acercando mi polla a su cara y empecé a dispararle sobre ella y sobre sus tetas, toda la cantidad de leche calentita que aún me quedaba en los huevos, la cual como en la vez anterior, también la quiso probar.

Después, y una vez que decidimos dar por finalizada nuestra particular clase de sexo por ese día, nos dimos una buena ducha conjunta y tras vestirnos, nos fuimos a dar una vuelta para intentar tomar el aire y poder así también hablar de nuestra experiencia, ya que en un solo día habíamos aprendido un montón sobre ese mundo del sexo que hasta entonces no habíamos descubierto y aún nos quedaban unos días más para nosotros, si es que queríamos seguir aprendiendo como dos buenos alumnos.

FIN.

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