Ellos saben muy bien que esta mal, saben que es algo morboso y por ese motivo es que terminan asumiendo el riesgo y prueban todo
Gay, casos de la vida real.
“Morbosidad y Perversión”.
Hola mis queridos lectores, regresa esta gustada sección con su segunda temporada; les traigo un capítulo que causará mucha controversia y mucho morbo; compartan sus opiniones así como también sus relatos a mi correo, los leeré con gusto, que lo disfruten.
Soy Tulio y tengo treinta y siete años; no sé cómo comenzar; bueno, mido un metro ochenta y tres centímetros, moreno, velludo, bien parecido, no me considero un galanazo, pero me defiendo entre los feos ja ja ja; soy homosexual activo declarado y me van a tachar de enfermo sexual, pero me gusta coger mucho, me encanta el sexo, me excitan los culos, no soy exigente, sólo pido que aguanten mis 19 centímetros de reata y también estén dispuestos a tragárselos como dulce; manejo dos cuentas de Facebook, una familiar, personal y laboral; la otra es para la pura putería que me encanta; hace un tiempo, ingresé a un grupo de Face secreto llamado “perversión sexual para quienes les guste lo extremo”; allí había sin fin de fotos de participantes, vídeos y relatos de los miembros; conforme me fui adentrando al grupo, descubrí que era para quienes gozaban de reinfectarse o infectarse del virus de inmunodeficiencia humana; (V.I.H); no me sorprendí, al contrario, me sentí encajado en el grupo, pues; creo no lo mencione al principio, pero soy portador del V.I.H, me mantengo indetectable pero me cuido al tener sexo con quienes he llegado a meterme; pero de un tiempo para acá he tenido las infinitas ganas de coger a pelo y volver a experimentar esas veces en las que los pasivos putitos con quiénes me metía, se tragasen mis mocos recién salidos de la fábrica; en dicho grupo había tanto chavillo de trece, catorce y hasta diecisiete años como viejos rabo verde que por falta de sexo, buscaban ya lo más bajo para poder sentirse vivos; yo comencé a subir fotos de mi verga cubierta por mi bóxer, mostrando los pelos y dándome a desear como debía ser, escribía breves anuncios para incitar el sexo y provocarlos en lo más mínimo; así estuve por varios días y nada.
Deje de abrir esa cuenta de Facebook por unas semanas, me estaba resignando a únicamente coger mi juguete que me había comprado cuando recién me diagnosticaron el mal; hablo de hace siete años; sexo sí he tenido, pero con tres personas y usando unos buenos condones bastante caros; el día que decidí reabrir esa página, me percaté de que tenía infinidad de mensajes privados queriendo una aventura conmigo; me la pasé cerca de dos horas y media revisando ubicación y conversando con algunos de esos chicos.
Estaba dejando a lo último un mensaje poco interesante pero que mostraba en la foto de perfil lo que podía llegar a ser capas; abrí el mensaje y lo leí; hacía una buena propuesta algo impactante; pues solicitaba que lo infectará del V.I.H; pregunté por qué, pero no me respondió; inspeccioné de donde era y al saber que estábamos a no menos de diez minutos de distancia, le pregunté que si estaba seguro de hacer lo que quería, pues su vida cambiaría y estaría siempre esclavizado a medicinas, constantes chequeos, una extrema dedicación y cuidados exagerados; este chico respondió con un sí y luego me puso que lo pensaría hasta el fin de semana; era lunes y esa misma semana saldría de viaje por trabajo, así que no pude abrir ese Facebook por unos días; admito que el chico me desconcertó y me dejo muy inquieto, pero a su vez, tenía esa morbosidad y perversión de contagiar al chico; casi, casi como si fuese a preñar a algún chica por voluntad propia.
De regreso a la ciudad; ya en mi departamento, abrí el perfil y observé que de nuevo tenía muchos mensajes, sólo que esos los ignoré y me enfoqué en buscar los de ese perfil del chico; por cierto se llama Octavio; al comenzar a leer sus textos, me daba una gran “explicación” del porqué deseaba infectarse; una de ellas era porqué su novio había muerto de SIDA y deseaba sufrir, padecer lo que él vivió, otra porqué sentía que su vida era demasiado perfecta y buscaba un detalle que la destanteara para así dejar de sentirse absoluto y perfecto; ese sermón de intento de justificación a su morbosidad y perversión no era gran motivo para contagiarse, pero si era su gusto, pues hasta la muerte le sabe ja ja ja ja.
Al verle en línea le comenté que recién había llegado a la ciudad, pero que necesitaba dormir y descansar bien para poder cumplirle sexualmente; él me decía que sí, no habría problema, que lo único que quería saber era si en su casa o en mi departamento; le estaba por decir que se viniese a mi depa, sin embargo, al recordar que era un deseo sexual o fetiche en contagiarse, le sugerí que fuera en su casa; él aceptó me dio su dirección y la hora exacta para irle a buscar; a las cuatro de la tarde del sábado para ser exactos.
Con la duda y con muchas interrogantes, me metí a buscar a internet sobre este tipo de “acciones” o “practicas” sexuales y encontré el término de “Bug Chasing”; nombre que se les da a los que buscan el infectarse del virus; leí mucho, tanto que hasta me daban risa algunos comentarios de los foros y blogs que encontré; cuesta mucha dedicación y tiempo para ingresar a esos recónditos y obscuros lugares del ciberespacio; me fui a la cama con cierta inseguridad de lo que haría, al igual que con las ganas de poder descargar mis grandes y peludas bolas del esperma acumulado en estas cinco semanas de abstinencia; aunque lo duden, no me lo he jalado en mucho tiempo por qué trabajo demasiado y apenas puedo dormir cinco-seis horas.
A la mañana siguiente, me desperté, me tomé mis medicamentos y comencé a hacer ejercicio; me duché y me lavé muy bien mis partes; tenía una erección inminente, deseaba masturbar; pero tenía que aguantarme para lo que estaba por suceder.
Antes de que diera la hora, le interrogué al chico que si de verdad deseaba hacerlo, que estaba a tiempo de retractarse, pero él seguro y sobrio me dijo que sí; así que teniendo luz verde, me vestí bien para la ocasión, me peine, me perfume y tome rumbo en mi carro para mi esperado encuentro; me estacioné tres calles antes de la casa, me bajé y caminé, le marcaba al número que me había dado y una voz delgada, sensual me respondió; mi voz gruesa y un poco ronca, hizo que ese muchacho suspirará por teléfono y me dijera que entrará, la puerta estaría abierta y sin problema alguno podría pasar.
Ingresé con algo de nerviosismo, pasé a un elegante recibidor y vi un bóxer tirado, caminé, lo levanté y lo olí; un aroma delicioso, de hombre, de sudor, me comencé a excitar; caminé más hasta que la voz delgada de Octavio me decía. – ¡¿Estás listo?!
– Respondí con el bóxer en la mano. – Claro que sí.
– Él dijo. – Pasa a la sala.
– La casa era elegante, supuse que pertenecía a una familia adinerada y al ver los muebles de la sala lo confirmé.
Ahí estaba, con un suspensorio rojo en una pose sensual y provocativa; me lo saboree y me comencé a erectar; él se me acerco diciendo. – Eres muy varonil, increíble que tengas VIH, tan masculino y tan rico.
– Se me vino a los labios, besando y acariciando los vellos de mi pecho.
Él deslizó su mano hasta mi bulto y lo tocaba sobre el pantalón de vestir; yo solté rienda a mis manos y comencé a tocar sus voluptuosos glúteos y su cintura definida; entre beso y beso, ambos estábamos muy excitados y deseosos de comenzar, pero en una pausa que hice, le miré de pies a cabeza cuestionando. – ¿Estás seguro de esto?
– Él como putito en celo, me miro, me dio la espalda y respondió. – Sí, sí, estoy seguro de lo que quiero, y lo que quiero es a ti.
– Camino indicándome por dónde debía ir, caminé tras de él en lo que me iba desabrochando la camisa y el pantalón de vestir; me descalzaba y continuaba el trayecto a la habitación que esperaba por ser testigo de este gran placer.
Octavio se puso en cuatro sobre la cama, se inclinó y me dejo ver ese lindo y moreno culazo, lampiño y ese anito tan rico, limpiecito y cerradito, esperando a que fuese embestido por mí; no obstante, las ganas eran muchas, así que le decía. – Vamos con calma mijo, con calma.
– Se enderezaba, se volteaba y se lanzaba a mí para continuar besándonos, acariciándonos y lamiéndonos.
Él me decía. – Me llamo Octavio, tengo veintiséis años, trabajo en sector turístico y me encantan los hombres así como tú de machos y atractivos.
– Yo lo apretaba a mi cuerpo diciendo. – Me llamo Tulio tengo casi cuarenta años, trabajo en una empresa y viajo constantemente, me encanta el sexo con chicos con tu aspecto y forma, son un manjar.
– Él se sonreía hablando. – Bueno, ya que nos conocimos, vamos a lo que viniste.
– Él se comenzó a deslizar sobre mi pecho y abdomen velludos, con sus manos bajaba y dejaba caer mi bóxer negro de licra e iniciaba en acariciar mi pene con el preseminal humectando mi gruesa verga.
Él se excitaba más y comenzaba a preparar su boca para introducir mi miembro en ella; con sus carnosos labios daba unos suaves besos a mis testículos, con sus delicados dedos acariciaba mis huevos, así como paseaba sus dedos por mi ano, sin llegar a meterlos.
Yo jadeaba de excitado y con mis manos acariciaba su espalda y nuca; moría de ganas por que se lo metiera a la boca; una vez excitados y con mi reata bien dura, con su lengua empezó a lamer mi lubricación, saboreaba y de nuevo pasaba su lengua por la cabeza de mi pene, saboreaba y de nuevo lo hacía, pasaba sus labios por el tronco del pene y de nuevo comenzaba a besar y lamer mi miembro; sin esperarlo, sentí como lo introdujo en su garganta y como sin hacer caras o lagrimear, lo mamaba tan delicioso y excitante; topaba su frente en mi vientre bajo y se apartaba, así una y otra, y otra vez.
Era tan pero tan sabroso que me estaba haciendo casi acabar en su garganta, pero desistí diciendo. – ¡Aguanta, espera, espera, harás que venga!
– Él se lo sacó de la boca todo babeado y decía. – Pues eso quiero, que te vengas.
– Octavio se levantó, se posicionó en la cama y decía con ansias. – ¡Viólame!
– Me emocioné y al ver ese culazo puesto y parado, lo comencé a besar, lamer, chupar y morder esas nalgas deliciosas.
Él se retorcía, apretaba las sabanas y gemía de puro placer; diciendo. – ¡Así papi, así, así, que rico macho, sigue, sigue, quiero que me preñes con tu virus!
– Lanzaba un gran escupitajo en su agujero y lo untaba con mi dedo índice, preparando el cañón, lo empujaba clavándolo como nunca antes lo había realizado.
Octavio se hizo un poco adelante, se movía gritando. – ¡No mames, sácalo, sácalo que duele!, ¡no mames me duele un putero!
– Lo sujetaba bien de la cintura y cabeza diciéndole. – ¡Eso querías putito, querías que te preñara, pues lo voy hacer pinche pendejo!
– Octavio comenzaba a sudar y deseaba zafarse de mí y mi verga, pero yo lo sujete con más fuerza.
Estábamos en el “mete y saca” y él me decía que me parara pues tenía ganas de ir al baño; lo saqué y le dejé que fuera a mear; en la espera, me percataba que mi verga tenía un poco de mierda y sangre, al piso habían unas gotas más de sangre y en la sabana mierda que estaba embarrada.
Al regresar Octavio adolorido decía. – Dolió un montón, no creo aguantar más.
– Yo lo agarré de los hombros y lo comencé a besar desesperadamente, él se dejó y me respondió a los besos.
Me recosté en la cama y ahora dejaba que él se matara a su gusto; él sentándose me decía. – Creo que me reventaste el culo porque hasta sangre hay en las sabanas.
– Yo le sonreía sudado diciendo. – Lo que pasa es que como eras virgen pues te rompí el culito, pero estás bien sabroso.
– Con mi pene dentro de él, se comenzaba a mover como todo una perrita puta, se acariciaba los pezones en lo que yo sujetaba su cadera guiando a que se moviera de modo que me hiciera acabar dentro de él; cabalgaba como vaquera cabrona, jariosa y zorra; sin duda sí sabía lo que quería.
Cambiábamos de posición al misionero y le arremetía la verga más y más, él mordía la almohada y jadeaba de mucho placer, lloraba del dolor y la fuerza con la que me lo estaba cogiendo; y es que tras mucho tiempo de abstinencia y de tener mucho rato sin coger a pelo, me tenía súper caliente y jarioso.
Besaba con muchas ganas a Octavio, le lamía la espalda y su sudor, él pedía más y más, para luego rogar porque acabará ya; volteándole sus piernas a mis hombros, continuaba en el “mete y saca” haciendo que él se masturbara su pene de no más de dieciséis centímetros; besaba y chupaba sus pies y él gritaba con gran fuerza mi nombre y ya bañados en sudor, él expulsaba un chorro de semen espeso y blanco sobre mi abdomen, el suyo y parte de su cara.
Me reí de verlo acabar para así sujetarlo más fuerte diciendo. – ¡Ahora voy yo putito!
– Con un gran pujido y jadeo, le dejaba caer mi verga y adentro mis espermas infectados.
Él se quería apartar de mí, pero yo le agarré fuerte y me le encimé para que no se salieran mis mocos de su culo; parecíamos perros cruzados de tan rico sexo que tuvimos; unos minutos después, me retiré de él, me acosté de un lado y él suspirando quedaba ahí tendido de agotamiento.
Me encontraba sudado y oliendo a mierda por la cagada que le había sacado a Octavio de tan fuerte que lo cogí, así que me levantaba y me metía al baño para lavar mi miembro, de pronto él se apareció tras mío y me dijo. – Ahora quiero que me orines y me des más verga por la boca.
– Sonreí, le miré diciendo. – ¡Pinche puto, qué rico!
– Se hincaba bajo la regadera y se alistaba para su baño.
Le observaba, sonreía y sorpresivamente le lanzaba un gargajo a su cara, él se lo embarraba en la cara y se preparaba para recibir otro gargajo; yo le escupía y escupía hasta quedarme sin saliva, eso me lo volvió a poner bien tieso y se lo di a mamar, él lo succionaba y succionaba, estaba casi por sacarme el espíritu.
¿Saben?, ni si quiera espero a que me limpiará la verga, se la metió a la boca con toda la sangre y mierda batidas que estaba jeje, eso fue lo que más me excitó; tras mucho rato de tenerlo en su boca, me pidió que se los dejará resbalar por su garganta y de un putazo se lo empujé en la garganta y me corrí un chingo; se lo saqué rápido pues casi se asfixiaba.
Él tragando la saliva decía. – ¡No mames, qué rico!
– Yo le decía con una palmada en su cara. – ¡Puto perro, ponte para que te mee!
– Obedeciendo se posicionó y abriendo la boca como si fuera un mingitorio, le eché un buen chorro de miados en su cara y boca.
Él se masturbaba mientras mis orines calientes le bañaban; al finalizar, él se levantó del suelo, se los saboreó y abrió la llave de la ducha; ahí me enjabonó, lo enjaboné y en un descuido me lo volví a ensartar; esta vez no dejé que se zafara, lo tomé bien, le empujé rico mi verga y de nuevo acabé dentro de él; le mordía los hombros, cuello y espalda, le besaba casi a la fuerza, pues sus pujidos, gemidos y jadeos impedían que le besará como quería.
Una vez acabada la cogedera, me vestí, me arreglé y quedé en volverle a coger cuando quisiera y tuviese antojo; él me decía que esperaba quedar preñado de mí con todo y virus para poder seguir cogiendo de planta conmigo y tal vez un día alcanzar a su difunto novio en el más allá; le di un beso bien dado y me salí de su casa, conduje a la mía y dormí mucho rato para reponer energías perdidas.
Tiempo después, este chico me escribió de nuevo informando que sí estaba preñado por mí, me agradecía el trabajo que había realizado con él y que ansiaba que se repitiera, pero antes de eso, quise escribir y mandar mi caso para el deleite de los lectores, así como hacerlos imaginar el acto de sexo que tuve, para que entren un poco en calor por tanta perversión y morbosidad causada; tengo la verga dura en este momento por sólo pensar en que ese culito me lo volveré a comer y reinfectar, se me ha humedecido el bóxer y ya traspasó un poco en mi pantalón, pero qué importa, al rato como perro me lo cogeré y lo preñaré otra vez; esto ha sido todo, ojalá publiques este caso y logré excitar, hasta pronto.
¡Vaya caso!; bien mis queridos lectores, este capítulo generó impacto en mí, espero sus opiniones y comentarios acerca de esto; aquí es el comienzo de la segunda y ansiada temporada de gay, casos de la vida real; ha sido un gusto, nos leemos en la próxima, hasta después, gracias.