Saboreando el culo de mi hija y ella hace lo mismo con el mio
Hola a todos. Antes que nada, el siguiente relato que les contaré contiene temas o cosas que pueden ser de exageradas o que generen un desagrado para algunos. Así que mi relato no es más que una más de mis experiencias sexuales, y no algo que sea para insultar a las personas.
Después de vivir ya dos situaciones muy excitantes que fueron mis dos últimos relatos, esta tercera vez la disfruté con mi hija Carolina. Las cosas entre ella y yo han mejorado. Para aquellos que no saben, si gustan, lean los dos últimos relatos que involucran a mi hija. A claro, esta vez no es una continuación. Han pasado ya siete meses de aquella vez en la que ella y yo tuvimos un momento demasiado íntimo y sin dudarlo, no podía quedarme con solo ese día. Esto sucedió este domingo. El día la pasamos sólo nosotras dos, ya que mi hijo Jorge había salido con uno de sus amigos. La mañana fue levantar la casa hasta el mediodía. Yo a punto de terminar de limpiar, se despide de mí Jorge.
– ¿A dónde vas?, le pregunté.
– Saldré con Rodrigo a una fiesta
– ¿Y nosotras?
– No se que piensen hacer.
– O mira que bien. Bueno, no vengas tarde, veré que hacemos.
– Sale. Nos vemos al rato.
Él se marchó como si nada y yo sin saber que hacer. Al dejar todo en su lugar, fui a ver a mi hija. Toqué su puerta.
– ¿Quién?
– Yo
– Pasa.
Al entrar la vi en ropa interior rosa. No soy lesbiana, pero verla en ese momento vi lo linda que es y un cuerpo que cualquier mujer de mi edad y una que otra chica de su edad le envidiaría. De los hombres, ni se diga. Podría imaginar las porquerías que les gustaría hacerle. No digo porque le de preferencia a ella porque es mi hija, sino porque no es fea. Tiene un cuerpo llamativo, pechos firmes y medianos, abdomen plano, trasero redondo y levantado. El ballet le había ayudado a tener ese cuerpo. Del rostro es linda y tierna. No sé si me esconda sus más grandes perversidades pero hasta donde yo sé, es una chica linda. En fin, verla en esos momentos, admiré su cuerpo. Me senté en la cama y le pregunté:
– ¿Qué planes tienes hoy?
– Ninguno, ¿porque?
– Tu hermano nos dejó y no se que podríamos hacer.
– Pues…
– Podríamos salir a comer y dar la vuelta, no se, ¿Qué piensas?
Mientras esperaba su respuesta, la veía de espaldas buscando que ponerse. Su blanca piel me erizaba la piel. Causaba muchas cosas en mí.
– Tiene tiempo que no vamos al cine, podríamos ir.
– Me parece buena ida. Entonces…me arreglo.
– Vale. Yo solo busco mi ropa y ya.
– De acuerdo.
Salí y me dirigí a mi baño. Al estar en la regadera, pensaba en su hermoso cuerpo. Su piel tan fina. Su trasero. Tener esos pensamientos me hacía recordar nuestro último encuentro. Y aunque no inició del todo bien, terminó de una forma fantástica. Salí de la regadera. Envolví mi cuerpo con la toalla y salí a mi cuarto. Busque mi ropa. Un pesquero color negro y una blusa roja. Busqué mi panty y mi brasier y me los puse. Al ponerme las otras prendas, miraba y tocaba mi cuerpo. A pesar de ya tener 45 años, aún mantengo un cuerpo en buen estado. Delgado, pechos medianos, trasero tonificado, abdomen plano. Hacer ejercicio los fines de semana y siempre que puedo, me han ayudado a obtenerlo. Me retoqué la cara, me puse mi reloj, mis y mis aretes. Miré la hora y eran 2:15. Me puse mis sandalias, agarré mi bolsa y fui a la sala. Al llegar le grité a Caro para llamarla
– ¿ya estás lista?, ya estoy acá abajo.
– ¡Voy!
Al bajar, la vi bajar cada escalón. Vestía un short café muy pegado a su trasero a sus muslos, una blusa blanca y unos tenis. Sus piernas blancas lucían hermosas. Finas, suaves, listas para besarlas.
– ¿Nos vamos?, le pregunté sonriendo.
– Si.
Durante el camino escuchamos una de sus canciones. “How do you sleep” de Sam Smith para ser exacto. A penas y recuerdo ya que durante el camino de reojo miraba sus lindas y blancas piernas. Mordía mis labios para contener mis miradas y mis ganas de disfrutar de ella. Al llegar comimos, y no mucho ya que pediríamos palomitas para la película. Entramos a ver “Guasón” ya que es la que ella quería ver. Al salir eran las 6:35. En el camino platicamos sobre la película ya que aun que no es mi tipo de películas, fue de mi agrado. En cada semáforo, volteaba para verla. Aunque no se daba cuenta ya que estaba al teléfono, miraba sus labios. Se me antojaba tanto probarlos.
– ¿…y los muchachos que dicen?
– …nada
– Alguno en especial.
– …mmm no. Ninguno.
– ¿Nadie?
– No, mamá.
– Que raro. Una chica tan hermosa como tu es raro que no tenga novio.
– Pues…no es mi caso. ¿Qué puedo hacer?
– Pues…la juventud se pasa. Mírame.
– No lo se…no hay alguien que de verdad me guste.
– O…alguna chica.
– Jaja mamá!!! No!!
Aunque yo se que no sería lesbiana, solo lo pregunté para ver su reacción.
– Llegamos, dije. Tu hermano dudo que esté aquí, agregué.
Entramos a la cochera, apagué el carro y me quité el cinturón. Esperando a que ella se quitara el suyo, la detuve tomando su mano izquierda, y diciendo:
– Espera.
– ¿Qué?
Me miró fijamente. Mis ojos bajaron a su boca y me incliné a ella para besarla. Subí mi mano izquierda a su cuello cerca de la nuca para que no se apartara. Abrí un poco mi boca para tomar su labio inferior. Se apartó.
– ¿Qué haces?, me preguntó seria
– …perdón.
No sabía que decir. Y aunque debía tener el control sobre ella, me comporté como una estúpida. Solté su mano y bajó del carro. Abrió la puerta y entramos.
– Caro, le hablé pero siguió caminando hasta subir. Simplemente se encerró.
Chequé mi bolsa y revisé mi celular para ver si no tenía llamadas o mensajes. Tenía mensajes de compañeras de trabajo, de mis hermanas, de mis padres, más sin embargo no eran mi prioridad contestarles. Subí a mi recámara y me quité las sandalias. Salí del cuarto y fui a la puerta de Carolina. Toqué.
– ¿Qué?, contestó en voz alta y cortada.
– ¿Puedo entrar?
– ¿Para que?
– Por favor.
Tomé al perilla y la giré más no pude abrir ya que tenía seguro.
– Déjame entrar, ¿si?
Hubo un momento de silencio. Cinco segundos después solo quitó el seguro. Giré y abrí lentamente. La vi. Estaba sentada su tocador quitándose el maquillaje. Me acerqué poco a poco. Pequeñas lagrimas brotaban de sus ojos. La parte de debajo de sus ojos estaba ligeramente manchada. Había llorado pero no quería que me diera cuenta.
– Quiero disculparme por lo que hice. Se que no estuvo bien. Y es que..
– Cállate!!, me gritó interrumpiéndome.
– …Mi amor…lo siento.
– Tu no entiendes!!!
– Lo sé. No me controlo en lo que hago.
– No!! No entiendes!! Ese no es el problema!! El problema es que me gusta!! Me gusta lo que haces!!
No esperaba eso. Me quedé sin palabras.
– Y me pregunto ¿porque? ¿Por qué lo haces?, decía llorando.
– Caro, mi amor…, dije sentándome con ella en su banca.
Miró al techo. Cada lágrima recorría sus mejillas hasta su cuello. Regresó su mirada a la altura de mi rostro y volteó hacia mí. Cubrí su mejilla izquierda con mi mano derecha y la acaricié. Nos miramos fijamente unos segundos. Vi como sus ojos bajaban a mi boca y acercándose lentamente. En menos de dos segundos sus labios tocaron los míos. Fui abriendo la boca poco a poco hasta poder sacar la lengua. Al hacerlo la chupó. Dios, ambas disfrutábamos de algo inesperado. Mientras viajábamos en un profundo y acogedor beso, me fue subiendo la blusa. Para no perder más tiempo, la ayudé en quitármela yo misma. Besó mi mentón, mis mejillas, mis labios. Bajó a mi cuello besando el lado derecho, luego el izquierdo. Yo solo la abracé. Pasó sus manos a mi espalda y desabrochó el seguro de mi brasier. Apoyó sus manos en cada uno de mis hombros y con sus dedos jaló los tirantes de mi brasier bajándolos por mis brazos. Quitó las manos y cubrió mis copas con ellas apretándolas y quitándolas de mis pechos hasta desnudarlos. Saqué los brazos de los tirantes hasta dejar caer mi sostén al suelo. Besó mi seno derecho sin tocar la areola. Luego besó el izquierdo. De sorpresa atrapó mi punta y comenzó a chupar.
– Si, chupa, le pedí.
Cerré mis ojos para disfrutar de su boca.
– Hazlo más fuerte, le ordené ya excitada.
Al hacerlo sentí como su boca succionaba mi líquido. Curiosamente aún a pesar de mi edad, sigo lactando. Y afortunadamente conserva su peculiar sabor.
– Sabe dulce, decía.
– ¿Te gusta?
– Si.
– Sigue. Bebe más.
Sus succiones eran una sensación placentera. Pasó a mi seno derecho atrapando mi punta para iniciar varias fuertes succiones.
– Que rico lo haces, dije.
Se detuvo y lengüeteó.
– Quítate la blusa, le pedí.
Lo hizo al igual que su brasier sin pedírselo.
– Las tienen lindas, dije.
Sonrió. Bajé la cara a su pecho y besé en medio de sus senos.
– Hueles rico.
– Bésamelas.
Hice lo mismo que ella. Besé su seno izquierdo, luego el derecho. Sus puntas estaban duras. Estaba excitada. Lengüeteé su punta derecha. La tomé con mis labios y la jalé para luego soltarla. Repetí esa acción con su punta izquierda. Cubrió mis mejillas con sus lindas manos y me besó. Metió su lengua y la rozó con la mía. Las entrelazamos. Se levantó lentamente. La seguí hasta quedar las dos de pie. Sin despegar nuestras bocas, saltó la banca para quedar bien frente a mí. Comenzó a caminar haciendo que yo lo hiciera, pero hacia atrás. Entreabrí los ojos y vi como me guiaba, pero no hacia su cama sino hacia la pared. Cuando mi trasero y mi espalda toparon con el muro, soltó mis labios, me giró y se agachó para luego enterrar su cara en mi culo. Quedé sorprendida cuando hizo eso. No pensé que lo haría en ese momento.
– Me gusta como huele, mamá.
– ¿Te gustó lo qué pasó la última vez?
– …necesito acostumbrarme, pero si. Me gustó.
Me desabroché el botón del pantalón, bajé el cierre y luego el pantalón muy despacio. Conforme fue descendiendo mi prenda, mi panty se fue asomando. Sus índices se engancharon en las argollas donde entra el cinturón y lo jaló hacia abajo dejando mis piernas desnudas. Para no dejar pasar el rato, no esperé a que me quitara el panty, así que simplemente me lo bajé y separé mis glúteos.
– Mira, le dije mirando hacia ella de reojo.
Sonrió y se destapó el rostro llevando su cabello hacia la parte trasera de sus orejas.
– Agarra mi trasero y ábremelo, le ordené con cariño.
Puso sus manos aun lado de las mías y las quité.
– ¿Te gusta verme así?
– Se ve rico.
Sonreí al escuchar que le agradaba. Mientras miraba mi culo abierto, con la yema del dedo medio derecho comencé a acariciar mi apretado agujero. Rosaba y presionaba sin meterlo mucho. Después de acariciar mi ano por diez segundos lo quité y lo acerqué a su cara.
– Huele, le pedí.
Se inclinó a mi dedo lentamente y puso su nariz sobre él. Cerró los ojos y lo respiró. Al ver que lo hacía hizo un ligero gesto de desagrado, pero continuó oliéndolo.
– ¿a que huele?, le pregunté.
– …un poco a lo que debería.
Reí y volví a preguntar.
– ¿un poco a que?
– …a mierda
– ¿…y te gusta?
– …Masomenos.
Me causaba tanto encanto ver como respondía y como hablaba.
– Bueno…solo es cuestión de que te acostumbres.
Se rió de lo nerviosa que estaba. Aunque había comenzado bien, parece que aún le faltaba más iniciativa.
– Ven, coloca tu nariz aquí, le señalaba con el dedo, mi sucio y apretado ano.
Se acercó a mi trasero y lo hizo. Apoyó su linda nariz en mi maloliente lugar. Complació mi pervertida intención.
– Respíralo fuerte, anda. Solo serán unos minutos.
El sonido de su respiración me causaba placer. Ver como mi linda hija me olfateara el culo, me fascinaba. Al pasar el minuto sus manos separaron mis nalgas más de lo que ya las tenía separadas.
– ¿lo disfrutas?, le pregunté con voz hipócrita
– …ajá.
– Sigue, mi amor. Huele el culote de tu mamita.
Mientras continuaba oliendo, bajé mi mano derecha a mi vagina y comencé a frotarme ese pequeño punto que me vuelve loca de placer.
– Dios, que rico, dije.
Froté mi clitoris formando círculos el rededor de él.
– Quiero que ahora uses tu lengua. Lame mi culo
– Pero…¿no sabe mal?
– No, mi amor. Anda, hazlo!! Te va a gustar!!
Cambio su nariz por su lengua y la pasó por mis esfínteres.
– Aaahhh!!! Sii!! Hazlo otra vez!! Lame!!
– Te sabe raro
– Sigue!! Pasa tu lengua!!
– …dabe un poco raro.
– No pasa nada, luego te lavas.
– …esta bien
Sin soltar mi trasero pasó nuevamente su lengua húmeda lubricando mi agujero. Dios, solo pasar su lengua lentamente me hacía disfrutarlo tanto.
– ¿sabe rico?
– …ajá, contestó insegura.
– ¿A ti…te gusta?
– Me encanta. No dejes de hacerlo.
Continuó lamiendo un par de minutos más. Su lengua acariciaba una y otra vez mi entrada anal.
– Que rico lo lames.
Mi clítoris estaba tan duro de lo excitaba que me encontraba. La combinación de mis frotes con sus lamidas era perfecta. Llevé mi mano izquierda a mi culo. Dejó de lamer para que yo pudiera introducir mi dedo medio en mi agujero. Al tener lubricado de su saliva, permitió que entrara con facilidad. Rosé mis paredes anales conforme lo fui metiendo. Al tener mi dedo completo dentro de mí, escarbé lo más que pude. Lo retiré lentamente, me di la vuelta, me arrodillé quedando frente a ella.
– Abre la boca, le ordené.
Accedió y lo metí a su linda boca.
– Pruébalo, ándale.
Sin ningún reproche, lo hizo. Su lengua abrazaba mi sucio dedo llevándose el sabor de mi trasero a su garganta.
– Rico, ¿verdad?
No dijo nada. Simplemente me miraba fijamente y continuaba chupando. Saqué mi dedo poco a poco de su boca y la besé. Metí toda mi lengua recorriéndola por toda su boca.
– Sabe rica tu boca.
Aparté mis labios de los suyos y respiré su boca.
– Mmmm!! huele a culo, que rico.
Abrí su boca con mis dedos y escupí dentro de ella.
– Traga.
Luego de tragarse mi saliva, sonreí de lo sorprendida que estaba y acaricié su rostro.
– ¿Qué opinas de esto?, le pregunté.
– …no se.
– ¿Te gusta?
– …creo…que si.
– ¿Hacemos algo más?
– …¿como que?
– Pues…
Mientras pensaba que más se me podía ocurrir. Me hizo una pregunta que no creí que la hiciera.
– ¿Por qué eres así?
La miré a los ojos. No sabía que decir con exactitud, pero tenía que responder algo.
– …no lo sé. Y…yo misma a veces me lo pregunto, pero lo ignoro y lo dejo pasar.
– ¿Lo disfrutas mucho?
– Si. Demasiado diría yo.
Cambiando de tema ya que me hacía sentir nerviosa y tensa, la interrumpí preguntando:
– ¿te acuerdas lo que hicimos la última vez?
– …ajá. Como crees que lo voy a olvidar.
– ¿Por qué lo dices?
– …porque…a pesar de que me obligaste y…no lo había hecho antes, me gustó.
– Y a mucho más.
Me puse de pie y me di la vuelta como había estado.
– Me los he aguantado desde que entramos al cine.
– ¿Tanto tiempo?
– Si.
Separé bien mis glúteos.
– Mete la cara y pon tu nariz ya sabes dónde.
Al estar lista, esperé a que tuviera ganas. Apreté y pujé pero nada.
– Quizás tenga hacer del baño primero, dije.
– ¿No puedes?
– No.
Mi mente pervertida y sucia me brindó la extrema idea en ese momento.
– Lo haré aquí
– ¿Qué?, preguntó sorprendida.
– Ajá, lo haré aquí. Solo que…
– ¿Qué?
Me di la vuelta y acerqué mi vagina a su cara.
– Necesito orinar primero. Así que ya sabes que hacer.
– Pero mamá…¿porque?
– Porque si. Abre la boca.
Miró mi concha y la abrió con miedo.
– Espera, dije.
Me quité mi pesquero y mi panty para que no se mojarán y me dejarán abrir mis piernas.
– Ahora si. Ábrela bien.
Tragó saliva y lo hizo. Me monté en su boca y comencé a dejar salir mis meados.
– Traga, le ordené.
Apretó los ojos y tragó. Paré de orinar.
– Dios, saben amargos.
– Sigue. Abre la boca.
Volví a orinar hasta llenar su boca. Tragó haciendo gestos.
– Aun que da más, así que lo haré de nuevo y quiero que no pares de tragar, ¿oíste?
– Por favor no, mamá.
– Abre la boca, le exigí
Abrió por tercera vez y dejé caer ese amargo liquido sobre su boca.
– Traga, traga, no dejes que se desperdicie en el suelo. Traga rápido.
Me encantaba ver como tomaba mis ricos orines.
– Eso, bonita. Tómatelos.
Al terminar, me agaché y probé su boca de un profundo beso. Dios, sabía tan amarga.
– Que rica sabe, dije.
Pase mi lengua por todo el interior de su boca. Lamí su paladar, sus dientes, debajo de su lengua. En fin, lo que podía.
– Bien. Ahora, lo siguiente.
Me puse de pie, di la vuelta y abrí mi culo.
– Bien, ahora harás lo siguiente. Pujaré y cuando salga eso, quiero que te acerques y saques la lengua.
– ¿Qué?
– Si. Tal como lo escuchaste. Quiero que la toques con la lengua. No caerá en tu lengua. Claro, si lo haces tal como te lo estoy diciendo.
– ¿Pero Mamá, no crees que es demasiado eso?
– Cállate y harás lo que dije, ¿entendiste?, le dije levantando la voz.
– …esta bien, contestó nerviosa.
Manteniendo mi trasero bien abierto, comencé a pujar poco a poco. Apretaba y pujaba. Apretaba y pujaba. Hacer eso dos veces continuas, consiguió que sintiera como comenzaba a resbalar dentro de mí.
– Acércate y haz lo que te dije.
Sin poder ver si lo hizo, confié y seguí pujando.
– Ya saldrá. Aquí viene.
– …dios, dijo con un tono preocupado
– Cállate y hazlo.
Mi agujero se estaba abriendo conforme fui pujando. Dios, sentía como mi mierda empezaba a asomarse de mi agujero.
– Ya está saliendo, me avisaba.
– Si, lo sé. Acércate.
Pujé con más fuerza.
– Quiero que la atrapes con tus manos. No la dejes caer en el suelo.
– …pero
– ¡Hazlo!, le grité
– Esta bien, esta bien!!
Ese último esfuerzo bastó para que saliera. Dios, salió de mi trasero una tira de mierda de siete centímetros aproximadamente. Sentí tan rico la sensación de expulsarla. Justo al salir ese pedazo, liberé un maloliente gas.
– Respíralo. Huélelo!!
– Voy a vomitar!!, dijo entre dientes.
– No!! Aguántate!! Respira mi rica mierda!!
Cerré mi trasero y lo volví a abrir. Al hablar mordía su lengua. La estúpida no la metía. Estaba segura que la tenía sucia.
– Acércate bien.
Al sentir su respiración entre mis dos glúteos, puje con fuerza haciendo que saliera un ruidoso aire.
– Dios!!
– Respíralo!! Anda!!
Después de tirarme ese maloliente gas, me di la vuelta y la observé. Me fascinó verla así. Boca abierta, legua de fuera y con sus manos cargando mi tira de excremento. Me agaché y acaricié sus mejillas.
– Tu lengua está un poco sucia.
Sus ojos intentaban ver su lengua más no la veía completa, claro. Reí y dije:
– Te vez hermosa, así.
Tragué saliva y abrí mi boca para luego atrapar su lengua. Mi locura y mi excitación me convertían en la mujer más sucia y pervertida al atreverme a limpiar su lengua. Chupé y succioné esa suave parte de su boca.
– Creíste que no haría eso, ¿verdad?
– No.
Miré sus manos.
– ¿Qué hacemos con eso?
– …no lo sé.
No sabía si era buena idea hacer algo más atrevido puesto que lo que habíamos hecho era nuevo para ella. Demasiado.
– Ponla sobre mi panty, le dije.
Al dejarla, tomé sus manos y me animé a lamer sus palmas. Si ya había chupado su lengua, limpiar sus manos iba a hacer lo mismo.
– Ven, límpiame el culo, dije poniéndome de pie y dándome la vuelta agarrándola de la parte trasera de su cabeza.
– Mama…
– Abre mi culo, anda!! Hazlo!!
Su rostro formaba gestos de desagrado.
– Hazlo o haré algo peor.
Sin decir nada, me obedeció.
– Huele mucho.
– Lame, ¿Qué esperas?, le pregunté agresivamente.
Abrió la boca y sacó la lengua lentamente. Esperé no mucho para que a los dos segundos su lengua tocara mi sucio agujero.
– Mmm que rico!! Lame. Límpiame!!
Quité la mano de su cabeza y separé mis nalgas para luego retroceder y aplastar su cara con mi culote y la pared.
– Come!! Ándale!! Traga mi culo sucio!!
Disfrutaba como la tenía. Haber hecho lo que hizo, desató mis intenciones de obligarla a complacerme en cada una de mis descaradas fantasías. Podía sentir su lengua, sus labios y su nariz rosando mi ano. Descaradamente puje, diciendo:
– Mete la lengua ahí!!! Hazlo!!
No se atrevía. Y la entendía pero tenía ahora el control sobre ella.
– Métela o te arrepentirás.
Lo hizo.
– Eso!! Así!! Sii!! Métela bien!!! Que se ensucie toda!!
Disfrutaba al máximo su hermosa lengua.
– Que rico!! Sigue!! Métele la lengua a tu mami!!!
No creí conseguir que me comiera el culo mi propia hija. De la nada comenzó a hacerlo sin que le siguiera rogando.
– ¿te gusta mi culo? ¿Ah?
– …ajá, contestó sin dejar de lamer.
– ¿Te gustaría que así le hiciera al tuyo?
– …si.
– Muy bien.
Aparté mi trasero de su carota y la levanté tomándola de los brazos. La giré rápido agarrándola de la cintura y me arrodillé para al final enterrar mi cara en su hermoso trasero. Di un profundo respiro en él.
– Dios mío!! Que rico huele!!
Río de la pena.
– Desabrocha tu short, le pedí.
Aflojó su prenda y la bajé dejándola solo con sus pantys blancos con estrellas.
– Que lindo panty.
– …gracias.
Agarre su trasero y separé esos redondos y parados glúteos haciendo que ese trapo blanco se metiera entre ellos. Metí mi cara y olfateé nuevamente. Dios, su aroma era una droga para mis sentidos. Me volvía loca su olor.
– No creo aguantar mucho verte con esto tapando tu precioso trasero, dije.
– …quítamelo.
Escuchar que ella me pidiera que le quitara lo que cubría toda su intimidad fue un momento inesperado y sobre todo una petición que me dejó sin palabras. Sin esperar más, lo bajé poco a poco. El resorte rosaba sus hermosos glúteos blancos dejándome ver esa línea que separa sus dos preciosos glúteos.
– Dios mío!!, dije al ver su culo completamente desnudo.
El panty cayó sobre sus tenis. Mis manos acariciaron sus pantorrillas subiendo a sus muslos y por último a su trasero. Separé sus nalgas y admiré su lindo y antojable ano.
– ¿nerviosa?
– …un poco.
– Tranquila. No tienes porque.
Al finalizar mis palabras presioné mi nariz sobre ese apretado agujero y respiré con fuerza.
– …mamá!! Dios!!!
– Que rico te huele!! Me encanta!!
El aroma de su trasero me volvía loca. Era obvio que había ido al baño unas cuantas veces.
– ¿Cuándo fuiste al baño en el restaurante hiciste de eso?
– …si.
– Huele rico!!
– Como puede gustarte eso, mamá!! Que asco!!
Mis ganas de comerme su trasero me estaban torturando así que no lo pensé más y comencé a lamer su sucio lugar.
– …mamá.
– ¿Qué mi amor?
– No lamas ahí
– ¿Por qué?…¿acaso…no te gusta?
– …si pero…..lo tengo sucio.
– No importa. Disfruto…que esté….así.
Mi lengua acariciaba varias veces su lindo ano. Lo saboreaba sin parar.
– Puja, le pedí.
– …no
– Si!! Vamos!!!
Pujó haciendo que su agujero se abriera ligeramente. Al tener la oportunidad de verlo así, empujé la lengua.
– Aaahhh!!! Mamá!!! No!! No la metas!!
Endurecí mi lengua y seguí empujándola.
– Sácala!!! Por favor!!!
– Te sabe tan rico!!!
– No la metas por favor!! No estoy limpia!!
– Cierra…la boca!!
Mi suave lengua había penetrado un poco su ano. Tenía un sabor amargo que disfrutaba con gusto. Chupé mi índice derecho y lo metí en ese blanco trasero.
– Aaahhh!!! Nooo!!! Mamá!!! Deténte!!! No lo metas todo!!!
– ¿Por qué, mi amor?. Te va a gustar!!
– Sácalo!!!
Apretó su ano impidiendo que metiera ese dedo. La pellizqué, y dije:
– Aaaaahhhh!!!!
– No lo aprietes, no lo aprietes!!
– Porfavor!!! No lo sigas metiendo!!
Ignoré sus quejas y seguí introduciendo más.
– Para!!! ¿Por qué me haces esto?
– Porque soy tu madre y porque quiero!!
Antes de tener mi dedo completo dentro de ella, mi punta llegó a tocar algo de su porquería.
– Mmm parece que no sacaste todo.
– Por favor saca tu dedo!!!
Retiré lentamente hasta sacarlo. Lo miré y no tenía nada, más que un poco de la lubricación de su trasero. Lo probé.
– No hagas eso!!!, dijo al ver lo que había hecho.
Me puse de pie y le susurré al oído derecho:
– No sabe nada mal, ¿sabes?
– En verdad que estás mal, mamá.
– Respétame. Además, dijiste que te gustaba lo que hacía contigo, ¿no es así?
– Creo que me equivoqué.
– Pues que tonta eres. Ahora escúchame bien, quiero que hagas lo que yo hice.
– No, eso si que no lo haré!! Ya fue suficiente!!
Lo que dijo no fue de mi agrado, así que penetre con fuerza su trasero con dos dedos haciendo que le doliera.
– Harás lo que yo diga, ¿entendiste?
– Aaaa!!! Mamá!!! No hagas eso!! No!! Esta bien!! Esta bien!! Pero sácalos!!
– Necesito que te relajes y solo disfrutes. Que no te de pena. Nadie sabrá esto.
Me agaché y abrí su culo para seguir chupando. Pasaron dos minutos y preguntó lo siguiente:
– ¿Cuándo…yo lo hice si lo hice bien?
– Si…mi amor. ¿Por qué?
– No…solo preguntó.
– ¿Te gusta…como lo hago?
– …si.
– ¿Qué es lo que más te gusta?
– Que….metas tu lengua.
– ¿Así?, le pregunté al endurecerla y penetrar su ano.
– …aaahh!! Si.
– Puja, hermosa. Que no te de pena.
Sin temor alguno, pujó haciendo estrechar un poco su agujero.
– Eso, así.
Metí mi lengua y luego mi índice derecho hasta tocar nuevamente su mierda.
– Puja más fuerte, corazón.
Me obedeció. Al pujar, su pedazo comenzó a resbalar empujando mi dedo hacia a fuera.
– Sigue, haz que salga.
Continuó pujando con fuerza.
– Mamá, saldrá!!
– Si, sigue.
Pujó y antes de que la expulsara, tapé su entrada con mi boca logrando que cayera dentro de mí. Al dejar salir esos tres centímetros que tenía guardados, sostuve con mis dientes y mis labios su pedazo de mierda. Me levanté y se dio la vuelta. Me miró sorprendida y arrugando la cara. Me la quité con la mano y la besé.
– Limpia mi boca, le pedí.
Su lengua lamió mis dientes, mi lengua, mis labios. Lo hizo tan rico que lo repetiría mil veces. Mientras ella continuaba disfrutando de mi boca, dejé su pedazo de porquería junto con la mía y con mi mano derecha comencé a frotar su delicado clítoris. Dejó de besarme y reaccionó a mis caricias.
– Sigue, bésame.
Con el índice rasqué ese puntito logrando que soltara un gemido. Aparté mi boca de la suya y decidí observarla. Sus ojos estaban entrecerrados y su labio inferior era mordido por sus dientes.
– ¿sientes rico, mi amor?
Asintió. Al verla así aumenté la velocidad de mi dedo haciendo que el placer se apoderara de ella.
– Aaahhh!!! Mamá!!!
– ¿Disfrutas estar conmigo?
– …si
– ¿Por qué?
Me encantaba escucharla, aunque me lo dijera mil veces.
– …porque…me gusta ¡¡¡aaahhh!!! Todo…lo que me haces.
– ¿Aunque te obligue a oler mis malolientes pedos y te haga probar lo que me sale del culo?
– …sii!!! Aaaahhhh!!!!
Paré de frotar para meter dos dedos (el dedo medio y anular)
Dio un profundo respiro. Sin dejar que se calmara sacudí mis dedos descaradamente.
– …dios!!! Mamá!!!
– ¿Sientes mucho mejor?
Sus manos tomaron mi brazo derecho más no para impedir que siguiera.
– Aaahhh!!! Que rico!!!
– ¿Quieres venirte, corazón?
– …sii!!! Ajá!!!
Su rostro era el reflejo de una chica totalmente perdida en el placer. Los movimientos de mis dedos consiguieron que su vagina generara un ruido muy peculiar. Ese sonido cuando uno esta preparada para explotar.
– Sii!!! Así!!! Sigue!!! Sigue!!!, me rogaba con su hermosa voz.
No me detuve por ningún momento. Al contrario lo hice más fuerte.
– Si!! Sii!! Sii!! Así!! Terminaré!! Mamá!!! Mamá!!
– Vamos, vamos!! Si, deja que salga!!
– Mierda!! Mierda!! Aaaaaaaaahhhhhhh!!!!!! Puta madree!!!!
Liberó un chisguete como si orinara con intensidad. Su desgarrador gemido fue descomunal. Su cuerpo temblaba de ese esplendoroso orgasmo. Su respiración se escuchaba agotada. Dios, se vio hermosa.
– Shh, shh, tranquila, preciosa. Lo hiciste perfecto.
Su cara se recostaba sobre mi pecho. Estaba completamente débil sin fuerzas. Le di un beso en su frente. Aunque me hubiera gustado que durara más, no teníamos mucho tiempo. Jorge podía venir en cualquier momento.
– …mamá.
– Dime, mi vida.
Despegó su cara de mi cuerpo y me miró.
– Te amo.
– Y yo también te amo, contesté dándole un beso en su linda boca.
Resumiendo, un poco, ambas nos levantamos, cada una tomo su ropa. Yo tomé mi panty junto con lo que estaba sobre él. Abrí la puerta y salí. Boté las dos cosas que manchaban mi prenda y me metí a bañar. Al salir y ponerme mi ropa de dormir, mi hijo ya se escuchaba en la sala. Solo salí a saludar, charlé un poco y me despedí. Al pasar por las recámaras, la de ella estaba cerrada. Sin tocar entre. Estaba dormida. Entre y me senté junto a ella. La observé y pensé en lo que sucedió. Besé su frente y salí me marchandome a mi cuarto. Aseguré mi puerta, me recosté en mi cama y comencé a escribir lo que acaban de leer.