Se que no es lo correcto, pero fue la mejor noche de mi vida. Tener sexo con mi hija e hijo al mismo tiempo fue estupendo
Tenía tiempo de tener un momento a solas con mis dos hijos. O bueno, quizá si lo tenía pero no muy íntimo. Este relato habla sobre eso. Sobre ese afortunado y excitante momento con ellos. Mi nombre es Isabel. Soy una mujer de 44 años, piel blanca, complexión delgada, trasero no muy grande pero gracias al ejercicio lo tengo parado. Tengo pechos firmes y afortunadamente se me notan un poco las curvas. Mi chica se llama Carolina. Es una chica de 19 años, delgada, piel blanca, pechos medianos y trasero paradito. No es fea. Siendo su madre la voy a considerar hermosa, pero se que por otro lado muchos dirán que también lo es. Igual no tengo la menor duda de que muchos hombres pervertidos han de pensar demasiadas cosas repugnantes cuando la ven. Y Jorge. Él es un chico de 20 años. Muy vivo, alegre, no es feo, y tiene un cuerpo atlético sin exagerar. Al menos tiene los brazos y el abdomen algo marcados. Y si, es muy pervertido. Y me encanta eso de él.
Y bueno. Este viernes cuando llegó de la universidad únicamente estaríamos nosotras ya que mi hijo Jorge se quedaría en la casa de un amigo. Al llegar del trabajo tenía unas inmensas ganas de coger. Desafortunadamente no tenía con quién. Me lavé las manos y saqué de mi closet un cofre en donde tengo guardado un largo dildo de 22 centímetros. Lo lavé con agua caliente y esperé a que obtuviera una temperatura agradable para usarlo. Lo sequé y me recosté en la cama. Me quité el saco. Tomé mi celular y entre a una página pornográfica muy famosa y que la mayoría de los hombres conoce. Pornhub. Escribí en el buscador: blowjob extremo. Entre los videos escogí uno de dos chicas y un chico. Al reproducir el video, eran las dos chicas estudiando. Poco después llegó el chico con sus libretas. Continuaron los tres hasta que una de las chicas, detuvo le lectura que llevaban. Era una rubia muy bonita. El video estaba en ingles, y por desgracia no manejo bien el idioma. Les comentó algo. La otra chica, la cual era blanca de cabello negro y de buen cuerpo, sonrió. La rubia se cambió de lugar pasándose al otro lado, quedando el chico en medio. La rubia resbalo su mano izquierda sobre su entrepierna hablándole al chico, el cual estaba muy cómodo disfrutando de las intenciones de ambas. Claro, es un video porno, ¿que otra cosa podría hacer?. La rubia le desabrochó el pantalón y le bajó el cierre. Metió la mano y sacó su miembro. La tenía semierecta. Se agachó la chica y la olió. Me excitó ver eso. Me desabroché el pantalón y metí la mano acariciando mi entrepierna. La chupó después. Luego la otra chica se agachó y empezó a lengüetear su punta. El chico se quitó el pantalón y el calzón para que ambas estuvieran más cómodas. Dios, la chupaban muy bien. Y sin duda yo también lo haría. Tenía una verga muy larga. Podía estar segura que le medía unos 20 centímetros. Se le doblaba. El muchacho se paró del sofá. Se quitó bien el pantalón. Ambas chicas quedaron arrodilladas sobre el mueble esperando a que el chico hiciera su trabajo. Las dos pervertidas se desabrocharon el pantalón y el short que llevaba puesto la rubia y se lo bajaron, mostrando su cola. El chico le dio una nalgada a la chica blanquita y le besó el glúteo derecho. Le dobló el calzón para ver su raja y su ano. Resbaló la lengua para mojar sus lindos pliegues. La chica cerró sus ojos para disfrutar. Me quité el pantalón tan rápido como pude al igual que mi calzón. Escupí mis dedos de la mano derecha y froté mi clítoris. Ver el video me calentó mucho. El chico disfrutaba chupándole la concha a la chica. Agarró bien su culo y le dio una larga lamida hasta su ano para lengüetearlo un poco. La chica estaba encantada de como le chupaba el culo. Una vez que termino de lamerles su zona a las dos, se sentó en el sofá y la rubia se montó en él metiéndose su vergota. La chica gimió de placer al igual que el chico. Él le apretó el culo y la nalgueo. Le metía todo. La otra chica se bajó y se arrodilló enfrente del trasero de la otra. Le besó ambos glúteos y luego acarició la entrada de su culo con su lengua. Me excitaba mucho ver esa escena. Coloque una almohada aún lado de mí para acomodar el celular. Afortunadamente la funda tiene la base para evitar que se mueva. Lubriqué el dildo con mi boca. En otras palabras imaginé que chupaba la verga del chico y con mi mano derecha jugaba con mis pliegues. Me masturbaba. Disfrutaba cada segundo del video. Una vez que estaba bien mojado el dildo, me lo metí en la concha. Penetre con lentitud. Metía y sacaba. Sentía tan rico. La rubia empezó a saltar. Reía y gemía. El chico estaba muy excitado. No paré de meterme el dildo. Incluso aumenté el ritmo.
– Que rico!!! Aaahhh!!!, dije excitada.
La chica blanca no paraba de lamerle el culo a la rubia. Se paró y empujó a la rubia para quitarla. Al ya haberse quitado su ropa se montó sobre él y dejó que se la metiera. Hizo lo mismo que la rubia. Cabalgó al chico como una loca. Gemía con ganas la puta. Me desabroché la blusa y metí mi mano para tocar mi seno izquierdo. Me apreté la punta. Me dolió un poco pero me gustó. El chico tomó de la cintura a la chica para tener más control sobre ella y empezó a penetrarla con ganas. Ella sólo gemía. Dios que sabroso disfrutar eso. No para de meterme el dildo. Lo hice con ganas como si yo fuera esa chica. Se me entrecerraban los ojos. De repente apareció mi hija entrando al cuarto.
– Mamá!!!
Di un salto. Me descontrolé. Quedé sorprendida ante su presencia. Cerré las piernas y bloqueé el celular.
– ¿Qué estás haciendo?
– Nada!!
– ¿nada?
– Bueno si!! ¿Porqué no tocaste?, le pregunté enojada.
Estaba excitada. Hacer un alto así, hizo que mi excitación aumentara más. La miré de pies a cabeza. Vestía con un mallón negro y una blusa color vino. Al ser una chica delgada, sus curvas se resaltaban. Tiene pechos medianos, aunque con el sostén que tenía puesto se le agrandaban un poco, no dejaba de verse hermosa y rica. Tener culo parado imagino que excita a muchos hombres. Podría imaginar como disfrutan verle el culo cuando camina. Me paré y caminé hacia ella.
– Baja tu mochila, corazón.
– No, ¿Por qué?
– Hazme caso, dije.
Cubrí sus mejillas con las palmas de mi mano y la besé.
– Mamá, no, espera. ¿Qué haces?. No.
– No empieces. La última vez te gustó.
– Si pero no. Siento que esto esta mal.
– No, ¿Por qué?.
Si son nuevos les pido lean mis relatos relacionados con mi hija. Esta no es continuación de ningún relato, sólo es otro más agregado a la lista. Mi hija y yo ya hemos tenido encuentros como este, sólo le falta soltarse un poco más porque se que le gusta. En fin. Continué besándola. Metí mi lengua a su linda boca.
– …mamá.
– Me encanta tu boca.
Sus manos de colgaban de mis brazos queriendo a la vez bajarlos.
– Mamá, ya no lo hagas.
– ¿Cómo puedo convencerte?
– No. Con nada.
– Si, si puedo.
Con la mano izquierda la tomé de la garganta sin apretarla para no lastimarla y la derecha presioné su entrepierna. Metí mis dedos entre sus mulos y rascando su vagina. Claro por encima del mallón.
– Mamá, no.
– Sólo relájate, preciosa.
Rasque su entrepierna con los dedos. Apretó mis dedos con sus muslos.
– Estas calientito aquí abajo.
– Para, mamá.
– No. No puedo.
– Por favor.
Entre apretón y caricias en su vagina, le salían pequeños gemidos. Con el dedo medio rasqué su rajita por encima. Traté de meterla en su vagina con todo y tela.
– Mama.
Sus manos bajaron apoyándose sobre mi mano queriéndola quitar. Sacudí la mano. La retiré y la olí.
– Mmm!!, huele muy bien.
– Detente.
Volví a bajar la mano a su entrepierna pero esta vez metí la mano en el calzón. Mis dedos rosaron su rajita toda depilada. Seguí metiendo la mano hasta que mi dedo medio tocara su clítoris. Sin pensarlo dos veces empecé a rascar. Cerró los ojos. Apretó los labios.
– …mamá.
– ¿Qué, mi amor?
– …pa..ra.
– ¿si?, ¿eso quieres?, le pregunté rascándole con ganas el clítoris.
– Aaahhh!!! Maa…ma!!
– ¿Eh? ¿Si quieres que me detenga?
– …no!!
– Claro que no, ¿verdad?. Sientes rico, ¿no?
– …si.
Vi que estaba sintiendo mucho placer. Sus ojos se entrecerraban, y su boquita se quedaba toda abierta. Me acerqué y chupé su labio inferior. Lamí sus labios con la punta de mi lengua, formando un círculo. Bajé el ritmo. Saqué la mano y me chupé los dedos.
– Mmm!! Me saben ácidos.
No dijo nada. Sólo me miraba. Sin apartar la mirada de sus ojos, bajé lentamente. Me hinqué. Le bajé el pantalón hasta sus tobillos y doble su calzoncito atacando luego luego su punto con la lengua. Le di una lamida.
– Aaahhh!!!
– ¿Te gusta?
– Si.
– ¿Quieres que lo haga otra vez?
– Ajá.
Sin bajar la mirada, lo hice. Metí mi lengua entre sus pliegues y fui subiendo hasta llegar a su clítoris. Al llegar ahí, lengüetee.
– Dios!!!
Sus manos se apoyaron sobre mi cabeza. Mi lengua acariciaba su lindo y sensible clítoris. Se mordía los labios. Su cadera empezó a columpiarse. Disfrutaba de mi lengua. Quería cerrar las piernas.
– Está toda mojadita, mi amor.
– Ajá.
La estúpida no podía ni hablar de lo excitada que estaba. El placer envolvía todo su hermoso cuerpo. Subí su blusa para descubrir su abdomen.
– Que lindo ombligo.
Sonrió. Le di un beso y lo lamí. Al solté su calzón volvió a cubrir su linda concha. Le di unas palmaditas y giré su cintura para ver su culito.
– Mamá, espera.
– Tranquila, no digas nada. Mira que culo.
Se sentía incómoda, pero no le hice caso. Le di una nalgada en el glúteo derecho. Tenía las nalgas muy ricas. Paraditas. Planté mis manos sobre cada nalga y las separé. Su calzón se metió entre ellas. Apreté sus nalgas. Bajé su calzoncito para desnudar ese culo.
– Mmmm!!! Que rico.
– Mamá.
– Ssshhh!!! No hables.
Agarré nuevamente sus glúteos y los separé para verle bien todo.
– Mmm!!! Me encanta.
Metí mi cara para olfatearle. Respiré su agujero cerrado.
– Dios!! Te huele horrible!! A mierda!!, dije riendo y echándome aire con las manos.
– Mamá!! No!! Ya!!
– Espera!! Que no te de pena. A eso huele, ¿no?.
– Si me da pena. Ya.
– Pues aguántate.
Sin soltar sus nalgas, volví a meter cara para respirar su zona.
– Que asco pero también que rico.
– Guácala. Mamá, ya no sigas.
– Cállate.
– No. ¿Por qué?.
– Lo que haces es muy asqueroso.
– No te hagas la inocente. ¿Acaso no puteas cuando quieres?
– No.
– Pues que pendeja. Ya me imagino. Hasta tus a amigotes les encantaría chuparte el culo. Así de cerdos son los hombres.
– Ya!! Cállate, mamá!!
Tragué saliva y resbalé la lengua sobre su ano.
– Mamá!! Noo!!
– Mmmm!!! No te sabe tan mal.
– Que puerca eres.
– Tú igual, así que cierra la boca.
Agarré fuerte sus nalgas para que no cayeran y empecé a lengüetearle el sucio rabote.
– …mamá, en serio!!
Lo apretaba. Cerraba su rico agujerito. Escupí su apretado nudo y recogí la saliva recorriendo lentamente en su zona como si se la limpiara. Me detuve y le di de brochazos a ese apestoso agujero.
– …mamá.
– ¿Qué, mi vida?
– Ya no sigas.
– ¿Por qué?, si te sabe rico. Ácido.
Chupé dos de mis dedos. El índice y el dedo medio de la mano derecha y los presioné con fuerza para metérselos en el culote.
– Mamá!!! No lo hagas!!! Aauuu!!!
– Ahorita se te pasa el dolor, relájate.
Se quejaba. Lubricar mis dedos con saliva no fue suficiente para que no le doliera. Dejé mis dedos adentro. Incluso los empuje más sin importar si me los manchaba de su mierdota. Estaba tan excitada que tenía ganas de hacer muchas porquerías.
– Tienes muy profundo, que rico.
– Sácamelo!!
– Espérate.
Después de unos minutos, se los retiré lentamente. Su ano apretaba mis dedos. Al sacárselos, los miré. Estaban húmedos. Los acerqué a mi nariz para olerlos. No apestaban tan mal. Y conociendo lo pervertida que soy, los chupé. Sabían ácidos.
– Que rico me saben los dedos, dije.
– Dios! Que cerda eres, en serio.
Le di una fuerte nalgada como castigo. Al tener contra la pared, tenía más control sobre ella. Me puse de pie detrás de ella y manoseé su culo. Amasé sus nalgas.
– Quiero que chupes el culo, susurré su oído derecho.
– ¿Qué?. ¿Estás loca?. Yo no voy a hacer eso!!
La agarré fuerte de los brazos, pegando su pecho al miro.
– Claro que si. Ven.
Giré su cuerpo y la bajé con fuerza de los hombros. Se hincó. Me di la vuelta y me abrí el culo acercándolo a su cara.
– Ándale, chúpalo.
– Mamá, no!!
– Vamos!! Ya lo has hecho!!
– Es que no!! Te huele mal!
– ¿A que?
– A mierda!! Que asco!!
Me reí y retrocedí para aplastarle la cara con mi culote.
– Chúpalo!! Anda!!
Estiré el brazo derecho y la agarré del cabello para que no se moviera.
– Huélelo!!!
Le embarré el culo bien abierto en su carita. Su nariz rosaba mi agujero. Me canse de que se quejara. Así que respiré y pujé para tirarme un gas en su jeta.
– Noo!!! Que puta asco!!!
– Entonces cállate y chúpalo!!
Se quedó quieta. Me abrí bien las nalgas y de reojo miré hacia ella.
– ¿Qué esperas?. Chupa.
– Es que…
– Es que hazlo. Órale.
Arrugaba la cara de mal gusto. Mojó sus labios y sacó la lengua para lamerme. Apretó los ojos al resbalar su lengüita.
– Dios, que asqueroso.
– Mmm!! Hazlo de nuevo.
– ¿otra vez?
– Ajá.
Di un respiro y acercó su cara resbalando su lengua en mi agujero. Justo al hacerlo apreté el ano y pujé para tirarme otro apestoso gas.
– Guacala!!! Que asco!!! ¿Por qué lo hiciste?
Se limpió la cara con sus manos. Escupió. La agarré de las greñas y metí su cara en mi culote.
– Chupa, órale!!. Si no lo haces me tiro otro.
– No ya!! Ya no!!
– Pues que esperas!!
– Está bien.
Puso sus manos sobre mis nalgas para sostenérmelas y lamió con timidez.
– Bien. Lame bien.
Resbaló su lengüita sobre mi agujero.
– Mmm que rico. Chúpale.
– Te sabe raro.
– ¿a que?
– No se…raro. Ácido.
– Sigue.
Azote su cara con mi trasero. Lo unté en ella. Me encantaba sentir su lengua en mi sucio culo.
– Ven, ven, chúpame la concha, le dije jalándola hacia el frente.
Sostuve su cabeza con ambas manos y acerqué su boquita a mis arrugados pliegues.
– Lame.
Abrió la boca y sacó la lengua para resbalarla sobre mi vagina.
– Que rico, eso. Lame bien.
Su lengua se metía entre mis cueritos hasta tocar mi clítoris.
– Sii!! Lame!! Chúpame ahí.
Empezó a lamer con timidez. Pero aún así se sentía muy rico.
– Sii!! Lo haces bien!!
Separé mis piernas y saqué la pelvis para que la chupara mejor. Mi espalda se recargaba sobre el muro.
– Lengüetea, le pedí a lo que ella accedió sin problema.
Dios mío, su lengua me generaba tanto placer. Le daba de brochazos a mi concha mojándola de su rica saliva.
– Que delicia, corazón. Lo haces muy bien!!
Estaba excitadísima. Mi palabras se cortaban al hablarle. Me tomó de la cintura y abrió bien la boca tapándome la vagina y comenzó a lengüetear.
– Aaahhh!!! Siii!!! Que rico!!!
Recargue la palma derecha de mi mano sobre su cabeza.
– No pares. Sigue!!
Columpiaba mi cadera de adelante hacia atrás. Me mordía el labio inferior para sofocar mis gemidos. La levanté y la besé.
– Te huele a vagina, que rico.
Lamí sus lindos labios para luego meterle la lengua a la boca.
– Sácala, dije.
– ¿para que?
– Solo hazlo.
Retiró su lengua con timidez. La atrapé con la boca y la chupé. La solté y sonreí.
– Ven, la agarré de sus manos y la encaminé a la cama.
– ¿ahora que?
– Solo ven.
Nos subimos.
– Recuéstate.
Sin decir absolutamente nada, me obedeció. Le terminé de quitar los pantalones y todo dejándola sólo con su blusa. Tomé el didlo que había dejado ahí, y lo chupé. Ella sólo me miraba. Al ver que estaba bien lubricado de mi saliva, resbalé la punta sobre sus pliegues. Los acariciaba de arriba hacia abajo. Sin esperar más, lo metí en su conchita. Se mordió los labios.
– ¿sientes rico?
– …si.
La miré a los ojos y lo adentré más en ella. Cerré los ojos y dejó caer su cabeza hacia atrás. Lo retiré y lo volví a meter. Aún no generaba nada en ella. Lo saqué un poco dejando la mitad y apuntándole hacia la pelvis. Dejando el dildo en esa posición empecé a penetrarla.
– Aahh!!
Gimió ligeramente. Lo hice rápido.
– Mamá!!! Aaahhh!!!
– ¿Qué mi amor?
– Sii!
– ¿si que?
– …me…gusta!! Aaahhh!!!
– ¿si? ¿quieres más rápido?
– …ajá…si.
Lo hice. Aumenté el ritmo.
– Dios!!! Sii!!!
– ¿así te gusta?
– Sii!!! Me…gusta!!!
Sus manos formaban un puño sobre la colcha. Los dedos de sus pies los apretaba. Se encogían. Me incliné hacia su vagina y decidí lamer su clítoris.
– Aaahhh!!! Siii!!! Así!!!
Su vagina sabía rica. Ya no tan ácida. Lengüetee su punto. Lo tenía duro. Estaba muy excitada.
– Que rico!!!
Seguí chupando esa concha. Recorría sus arrugados pliegues junto con el dildo adentro. Mientras chupaba, unas manos tocaron mi trasero. Me enderecé y vi a Jorge. Mis ojos se agrandaron al verlo. Me dio un beso mientras su mano derecha resbalaba por mi espina dorsal hasta mi trasero. Volví a inclinarme y a seguir comiendo de la vagina de Caro. Ella ni en cuenta de que había llegado su hermano. Mantenía los ojos cerrados. Cuidadosamente se desabrochó el pantalón y se bajó el cierre. Subió a la cama y sacó su verga ya algo parada. Tragué saliva aguantándome las ganas de chuparla. Carolina abrió los ojos y se descontroló al verlo.
– Tranquila, tranquila, la calmó agarrándola de la cabeza.
Ella le miraba la verga.
– Pruébala. Tócala, ven.
Tomo su mano y la puso sobre si miembro. Ella sin decir nada, accedió. La frotó suavemente. Acercó su cabeza a su verga para que la chupara.
– Vamos, chúpala.
Miró a él y poco a poco abrió la boca. Sacó la lengua y la resbaló sobre su glande.
– Eso!! Pruébala bien.
Se acercó más a ella para que se la metiera bien.
– Chúpala, hermanita. Ándale.
Metió la mitad en su boca. Sus ojos no se apretaba del rostro de Jorge.
– Eso!! Chúpala!!
Le gustaba mamar. Lo hacía sin ningún problema. Seguí lamiendo su concha. Saqué el dildo y lo chupé. Lo dejé aun lado y agarré sus piernas para luego flexionarlas. Su culo resaltaba muy bien. Su agujerito se abría. Mojé mis labios y resbale la lengua sobre su ano.
– Mamá!!
– Que bien te sabe.
Saqué la lengua y lengüetee su agujero. Al tener el ano entreabierto, empujé la punta para metérsela. Lamí lo que podía.
– Que rico agujerito, dije.
Me detuve y los miré. No dejaba de chupar su verga. La frotaba y succionaba. Jorge estaba muy excitado disfrutando.
– Que rico chupas!!
Jugué con su orificio hasta cubrirlo de saliva. Le metí el dedo medio hasta donde llegara y al retirarlo, lo chupé probando ese culo. Lengüetee ese rico agujero.
– Me gusta como chupas, hermanita.
– Si. Está rica.
Metía y sacaba. La chupaba con ganas.
– Ven, chúpamela a mí.
La jalé de los brazos. La verga de Jorge salió de su boca. La quité tomando su lugar. Me puse en cuatro pero recargada sobre mis brazos y con el culo parado.
– Vamos, lame, le ordené dandole palmadas a mi nalga derecha.
No creí que lo hiciera tan segura. Plantó sus manos sobre mis glúteos y resbalo toda la lengua desde mi clítoris hasta mi ano. Se detuvo en mi orificio entrecerrado y me lengüeteó un poco.
– Que rico!! Así!!
– ¿si?
– Sii!! Chúpalo!! Me gusta tu lengua!!
Tomé la verga de Jorge y comencé a chuparla. Estaba toda húmeda de la saliva de Caro. Succioné su glande.
– Que rico, mamá!!! Sigue!!! Me gusta!!
– ¿te gusta como te la mamo?
– Sii!! Aaahhh!!!
– Mmm!!! La tienes bien rica!!
– Tengo unas ganotas de meterte esto en tu rica concha.
– ¿si?
– Si, mamá!!! Aaahhh!!!
Estaba bien parada su verga. Esos 20 centímetros eran lo más rico que tenía en mi boca. Se paró y caminó hacía Caro. Miré de reojo hacia atrás. Se paró detrás de ella y la enderezó para luego susurrarle en el oído izquierdo:
– Te vez bien rica.
Rodeó su estomago con su brazo derecho y bajo la mano tapando su entrepierna con la palma de su mano.
– Estás húmeda, que rico.
Besó su cuello y empezó a frotar su vagina con sus dedos. Ella simplemente se dejó tocar. Recostó su cabeza sobre el hombre derecho de Jorge y disfrutó de sus caricias. Al tener su verga bien parada, la metió entre los muslos de Carolina. Me di la vuelta y me recosté para verlos. Me excitó ver a mi hija muy excitada por lo que su hermano le hacía. Me froté la vagina. Me toqué. Jorge agarró su verga y la rozó sobre sus pliegues. Su punta adentraba entre sus arrugados y mojados pliegues. Dé repente, la penetró.
– Aaahhh!!!
Gimió la puta mirando hacia arriba.
– Que rico se siente, hermanita. ¿te gusta?
– …si!!
Empezaron a coger. Él no paraba de penetrarla. Seguía su ritmo. Ella sin duda, disfrutaba.
– Que rico!!! Me gusta mucho cogerte!!
– Sii!!! A mi igual!!! Sigue!!
La tenía abrazada. Mientras su mano derecha rascaba su vagina. La otra la ocupaba para meterla en la blusa de Caro para apretarle el seno derecho.
– Súbete a la cama, le ordenó en voz baja.
Ella lo obedeció. Subió una rodilla tras otra y se puso en cuatro. El quedando de pie muy pegado al borde de la cama, continuó penetrándola sin parar. Lucían muy excitados. El placer los envolvía. El pulgar derecho de Jorge presionó el ano de ella hasta meterse.
– Aaahhh!!! Sii!!! Que rico!!!
– ¿si?
– Dii!!
Siguió metiéndolo hasta tener todo su pulgar adentro de ese hoyo.
– Eres una chica muy sucia, le dije.
– Perdóname, dijo con unos ojos entrecerrados.
– No te preocupes.
La besé metiéndole la lengua. Me recosté nuevamente y use el dildo para penetrarme como una maldita loca.
– Aaahhh!!!! Siii!!!
Ella sólo me observaba.
– ¿te gusta verme?, le pregunté.
– …si.
Saqué el cacho de goma de mi concha y lo chupé. Lo retiré, escupí mis dedos de la mano derecha y lubriqué mi ano. Al sentirlo bien húmedo, coloqué la punta del dildo para metérmelo después. Apreté los labios. Me entró. Lo retiré y lo volví a meter. Me entró más de la mitad. Lo saqué un poco dejando la punta adentro y me lo enterré con fuerza hasta que la base del dildo tocara mis arrugados pliegues anales. Dios, lo tenía todo adentro. 22 centímetros de goma en forma de pene dentro de mí. Me penetré unos segundos y lo saqué. Salió todo húmedo. Tan puerca me considero que lo resbalé por mi nariz para olerlo y luego lo probé metiéndome lo que podía. Sabía raro. Entre amargo y salado. No se, pero disfruté chuparlo. Lamí la parte que no me entro a la boca. Lo volví a meter a mi agujero. Entró muy bien. Mi ano se había estrechado algo. Lo saqué y me acerqué a ella a gatas. Al llegar a ella, la invité a chupar el dildo.
– Prueba.
No decía nada. Estaba estúpida. Al ver que tenía la boca abierta lo metí. Se dejó. Metía y sacaba el cacho de goma de su boquita.
– Eso, pruébalo. Que rico.
Lo saqué de su hocico. Y me puse en cuatro delante de ella poniendo el culo cerca de su jeta.
– Chúpalo, ven.
La agarré de las greñas y unté su cara en mi culo.
– Chupa. Vamos.
Movía su lengua. Lamía.
– Eso. Métela en mi culo.
Abrí bien mi culo para que lo hiciera.
– Eso!! Que rico!! Chúpalo!! Lame!!
– Aaahhh!!! Dios!!!!, reaccionó tras la cogida que le daba Jorge.
Gemía de placer. Jorge no paraba de cogérsela. Me quité dándome la vuelta para ver como le metían la verga. Me excitaba ver como entraba y salía. Agarré la mano de Jorge para sacar su pulgar del agujero de Carolina. Al retirarlo lo llevé a mi boca para chuparlo. Jorge sacó su verga de su concha. La tomé para probarla.
– Aaahhh!!! Sii!!! Chúpala!!!
La dejé y se la metió. Carolina no dejaba de gemir. Agarré el dildo. Lo chupé y apoyé la punta sobre su ano para luego empujárselo.
– Mama!!!
Había entrado el glande del dildo. Lo empujé poco a poco. Se fue metiendo lentamente. Seguí empujando hasta meter más de la mitad. Lo retiré lentamente. Al sacarlo su agujero estaba algo abierto por lo que me atreví a meter mi lengua.
– Que rico, dije.
– …mamá!!!
– ¿Qué, mi amor?
– Aaahhh!!!
Chupé el dildo. Sabían ácido. Lo metí nuevamente en su ano hasta que le entrara todo.
– Rayos!!!
La penetre con ganas el agujero. Le entraba y le salía. Le jalé el cabello haciéndola mirar el techo.
– ¿te gusta que te lo meta todo?
– …si!!
– ¿sientes rico, estúpida?
– …si!!
Respondía muy excitada. Retiré el dildo y se lo di a chupar.
– Pruébalo, mi amor. Ándale.
Sin negarlo, me obedeció la cerda. Chupaba con gusto.
– Eso, corazón!! Prueba tu culo, chiquita!!
Lo saqué de su boca y la escupí. Chupé el dildo, probando su saliva y el sabor de su culote. Lo lamí todo. Sabía ácido.
– Que rico sabe, dije.
Jorge tomó su cabello y la jaló hacia él. Abrazo su estómago y siguió disfrutando de ella.
– Que rico te cojo!!! Aaahhh!!! Me encantas toda!!!
– …si!! Sigue!!
– ¿te gusta como te la meto?
– Siii!!! Siento…rico!!
– Yo igual, hermanita!!
Se la sacó y se subió a la cama. Ella sin duda lo siguió.
– Ven, siéntate aquí, le dijo para que ella se montara en él.
Froto su glande sobre sus pliegues y se la metió.
– Aaahhh!!! Que rico!!
– Sii!!!
– Se siente riquísimo metértela.
Me subí en él sentándome casi en su cara. La empecé a besar. Metía mi lengua en su linda boca. Estaba tan excitada que casi no movía la lengua.
– Que culo tan rico, dijo Jorge dándome una lamida en toda esa zona.
Me encantó que me chupara. Eso era lo que quería.
– Chúpalo, hazlo, le ordené.
Carolina no paraba de saltar. Gemía y brincaba. Mi hijo lamía tan rico mi culo. Me di la vuelta y unté mi vagina sobre su boca.
– Chúpala, le pedí.
Lengüeteó. Su lengua empezó a jugar con mi clítoris.
– Sii!! Lámelo!!
– Te sabe rica la concha.
– Sigue, mi amor!! Chúpala bien!!
Su lengüita le daba dé brochazos a mi punto. Sentía riquísimo. Me quité y me arrodillé atrás de Caro.
– ¿te gusta como te coge tu hermano?, le pregunté susurrándole en el oído derecho.
– …sii!!
– Coge rico, ¿verdad?
– …ajá!!
Las manos de Jorge se apoyaron en la cintura de ella, y aumentó el ritmo de su penetración.
– Sii, ssii!! Que rico!!!
Caro disfrutaba mucho.
– Quiero que te vengas, Caro, le decía Jorge muy excitado.
No paró de metérselo. Seguía. Inclusive lo hacía más rápido.
– Mas!!! Sii!! Métela!! Aaahhh!!!
– Sii!!!
– Jorge!! Dios!! Aaahhh!!! Si, si, sii!!! Rayos!! Más, más, aaaaahhhh!!!!!! Siiii!!!! Que ricoooo!!!!
Caro explotó en un espléndido orgasmo. Salió un chisguete de su conchita. Parecía que se estaba meando. Se retorcía. Metí la mano en su entrepierna y le froté. Dios, seguía saliendo ese líquido. Arrugaba su rostro.
– Sigue, corazón!! Puja!! Expúlsalo!!
Jorge volvió a meterle su verga. Siguió dándole con ganas logrando que Carolina volviera a tener otro rico orgasmo.
– Aaaaaahhhhh!!!! Rayos!!!!
Mojó la verga de mi hijo. La abracé para que no se moviera tanto. Sus alaridos me excitaban tanto. Estaba cansada la pobre.
– ¿quieres más?
– ¿eh?
Aún no recapacitaba.
– ¿te gusto esto?
– Si, contestó riendo.
– Quítate.
Se bajó de Jorge y lo monté metiéndome esa vergota bien dura.
– Mmm!! Que rica esta!!
– Bríncame, mamita chula!!
– ¿quieres que te salte la vergota?
– Si. Vamos!! Hazlo!!
Sin perder más el tiempo le di de sentones a ese pito.
– Aaahhh!!! Esoo!!!
– Me gusta como me entra!!
– Sii!!! Sigue!! No te detengas!!!
– Para nada, mi amor!!!
Disfrutaba de cada centímetro de su vergota. Me entraba todo.
– Ven, la llamé estirando el brazo derecho.
Se subió sobre Jorge como lo hice. Me quité la blusa y el sostén.
– Chúpalas, le pedí.
Las miró. Mis puntas estaban duras. Resaltan más de lo normal. Me beso el seno derecho poco a poco avanzando a la punta. Al tocar mi pezón lo chupó.
– Que rico, sigue, chúpalo.
Lo lamió. Lo agarró con sus labios y succionó.
– Mmm!! Mamá, ¿sigues lactando?, preguntó confundida.
– Si, sigue.
Siguió chupando y a la vez succionando mi rica leche.
– Siéntate bien, hermanita, dijo Jorge acercando su culo a su cara.
– Aaahh!! Que rico!!
No sabía que le chupaba, si el culo y su conchita, pero le gustó mucho.
– ¿Qué te chupa?
– El…trasero.
– Mmm!! Que rico. ¿te gusta?
– Si.
– ¿Por qué?
– No se…pero siento chistoso y rico.
– ¿te gusta que te limpie el culo con su lengua?
– …si.
– ¿te excita mucho?
– Si.
Saltar en la vergota de mi hijo era sensacional.
– Dios, me voy a venir!!
– ¿ya?, le pregunté a mi hijo.
– …sii!!! Aaahhh!!!
– Vamos!!! Vente, corazón!! Lléname de semen!!
– Aaahhh!!! ¿Si?
– Sii!!! Ándale!!! Hazlo, termina!!!
Seguí saltando para que terminara.
– Dios!!! Que rico, mamita!!!
Agarró el trasero de Caro y la hizo aún lado. Me jaló hacia él y me abrazó para cogerme con ganas.
– Aaahhhh!!! Siii!!! Que rico!!
– Vamos, mi vida!!! Acaba!!
– Sii!! Ya casi!!! Sii!!! Dios!!! Me vengo!!! Aaaaaaaahhhhhh!!!! Siiiii!!!! Que ricoooo!!!!
Dios, su semen invadía toda mi vagina. Le salía un buen chorro de semen.
– Que rico tu semen.
– Sii!! ¿te gusta?
– Sii!!
Besé su frente. Estaba exhausto. Su respiración era cortada. Se levantó tomando su ropa y salió como si nada. Igual sin decir nada, me levanté y entré al baño. Al salir, sólo estaba yo sola. Salí de mi recámara y vi que al mismo tiempo salía Jorge del cuarto de Carolina, despidiéndose al mismo tiempo:
– Hasta mañana.
– Descansa.
Mi curiosidad por saber porque él estaba con ella, me tenía picada. Entré. Estaba envuelta en las sábanas.
– Carolina, le hablé en voz baja.
La llamé por segunda vez y nada. No se si estaban tramando algo. Pero de ser así, no permitiré que hagan sus planes a mis espaldas.