Solo esta obsesionada con una cosa, el sexo y esta vez sus fantasías se van haciendo realidad mientras su culito se dilata
Pasó algo de tiempo, quizás dos meses. Mica no había olvidado a Areik y compañía; pero si abandonado bastante sus practicas de autosatisfacción. A partir del primer mes de no verlos solo lo había hecho una o dos veces y en su casa. Este día Mica se sintió distinta. Distendida y alejada de quien había deseado con obsesión, o mejor dicho; de la verga que la obsesionaba y le hacia agua la boca ó le llevaba a sentir fiebre en su cuerpo, así como también de la consecución de sus fantasías en los transportes subterráneos.
… recogí los dos sobres pasados por debajo de mi puerta. El destinatario de la publicidad de un supermercado indica “Michoaella Kisova”. Sonreí gustosa. Me generó simpatía ver mi nombre bien escrito ya que pocas veces sucede. En el otro que era en respuesta del trámite de rehacer mi documento de identidad extraviado dos días antes, indicaba Micaella. Me causó gracia.
Ya desde la mañana sopesé que el Viernes éste lo tenía libre y que en mi día laboral de hoy, me tocaban funciones de supervisión de Maestras por la mañana y labores de Contaduría por la tarde. Por tal, elegiría llevar una vestimenta ajena a mis pensamientos íntimos. Ropa sencilla, un sweater de lanilla con alguna otra prenda debajo, una chaqueta larga o abrigo no muy largo por el fresco solo del amanecer de la época y por último un jeans holgado. Y lo que sí; en la bolsa de compañía cargué unas vestimentas mas acordes para la noche; pensando en que quizás podría acceder a invitaciones que personas conocidas de otros empleos laborales me sugerían desde hacia tiempo, para ir a un After-Office típico de los Jueves, finalizado una vez el día de trabajo. No estaba decidida a ir, pero la muda de ropa, por lo que fuera, si elegí asegurarme de llevarla.
Escogí para esto; una blusa elastizada, plateado oscuro y un minishorts de lurex imitación cuero negro y los guardé en el bolsón. Calzado aparte no era necesario llevar, ya que las botas altas elastizadas casi hasta las ingles, compradas el mes anterior; que estaba deseosa de estrenarlas, iban a tono y textura del shorts y podía llevarlas debajo del jeans sin que se notaran como un detalle demasiado llamativo en lo laboral. Miré que mi hámster tuviese agua o alimento y le agregué un poco más. Así, simplemente parto de mi domicilio. Ya en el bus, acomodé documentos y papeles varios. Mirando mi teléfono móvil, me di cuenta que mi parsimonia desde temprano, me estaba haciendo llegar tarde a la escuela. Razonando que con no detenerme en nada y paso rápido, es la solución.
Al bajar del bus y andar solo unos metros; un aroma peculiar y tenue que corría en sentido contrario al mío y muy cercano a mi, me distrajo demasiado. Giré para descubrir a su portador, observando entre la multitud que alguien de talla alta con un abrigo de esos que tienen una capucha con pelo símil animal alrededor, que también gira mínimamente hacia atrás y hacia abajo su cabeza, en sentido donde yo estaba; en forma casi imperceptible como observándome a través del rabillo del ojo, al tiempo de asegurarse que yo no vea su rostro. Su cabellera frondosa, larga, ondulada y esbelta, sobresalía de la capucha hacia los costados. Y prestar atención a eso solo me permitió ver apenas un mentón y una comisura de labios… Una mujer indudablemente. Y si. Claro que pensé en la sexual secuaz de Areik. Quise correr tras ella pero mi poco tiempo para llegar a la escuela no me lo permitía… Reanudando mi paso y eligir no pensar en ello, para no caer otra vez en una obsesión. Por mi ajustado tiempo restante, podría habérmelo permitido buscarle, solo en el caso de ser mi día al revés, con Escuelas por la tarde.
La mañana escolar transcurrió sin sobresaltos. Por la tarde; fue distinto… ese aroma al bajar del bus me retrotrajo a mis pensamientos oscuros. Pensar reiteradamente, en mis sucesos y actitudes del pasado, poco pude concentrarme en el trabajo, excitándome varias veces al relacionar a esa mujer de la mañana, con una verga; la de Areik, que sorprendiéndome se metiera dentro mío; llegando inconcientemente, a ir tres o cuatro veces al toilettes para autosatisfacerme. Viéndome al espejo cada vez y logrando tranquilizarme, para volver a mi sector.
Ya en la tarde acercándose la hora de terminar, me encontraba sola en la oficina, como era habitual ya que mis colegas se iban antes. El pensar durante varias horas de esa tarde, que no llegaba “una señal de ellos”, me histerizó. Un nuevo “remember” de ellos, me conmovió. Llegué a imaginarme a mi misma allí en la oficina, sólo con las ropas de arriba, calzado y sin pantalones ni tanga; a propósito vistas de la cámara de seguridad y del guardia; parada, apoyando las manos en el escritorio, arqueando mi cuerpo, elevando mi cadera y separando bien las piernas; en señal provocativa explicita para que sea el guardia, a falta de la carne que yo deseaba, quien en suplencia, me la metiera así; sin mas.
Una voz que mencionaba mi nombre me volvió a la realidad…
– Señora Mica. ¿Se siente bien? – Decía el guardia, mientras su mirada alternaba dirigida a mis ojos y mi entrepierna.
Disimulada, bajé mi vista viéndome sentada, con una de mis manos en el escritorio y la otra precisamente allí abajo, donde el hombre miraba con insistencia.
-Parece que me cayó mal la comida del almuerzo…Acidez – Agregué.
Siendo lo único inteligente que se me ocurrió decir para disuadirlo. Mientras cruzaba las piernas y retiraba mi mano de allí, dándome cuenta de lo mojada que estaba esa zona. Y esperando que en ese estado o momento de estar como “ida”, no haber estado masturbándome por encima del jeans y que este hombre me haya visto. El guardia prosiguió:
– Hoy temprano por la tarde, en momentos que me retiré unos minutos de la entrada, alguien dejo este sobre para Ud.-
– Creyendo que ya se había retirado, lo dejé en la esquina del mesón de entrada para que Ud. lo viera por la mañana. Pero hace unos momentos, al cerrar el portal principal de ingreso, le vi en la cámara pasando por un pasillo; entonces me atreví a acercárselo-.
Tratando en vano de intuir, ¿“que fue”? lo el guardia realmente había visto de mi en las cámaras de seguridad. Porque de seguro no se lo preguntaría. Le agradecí la atención de traérmelo con una sonrisa espontánea pero corta y seca, en la intención de no ser descortés y también de que se retire rápido.
Dejando el sobre en el escritorio con poca atención, solo observé que estaba cerrado, sin membrete y con un stiker pegado indicando: Sra. Mica y mi sector. Fui a refrescarme un poco la frente buscando pensar en algo distinto. También a asearme algo y cambiar de ropa, cerrando bien mi abrigo para asegurar que al salir, no se viera la nueva muda de prendas distintas al uso general laboral.
Guardé el bolsón con el jeans y las otras prendas del día en un cajón y al retirar mi cartera del escritorio, el sobre cayó al suelo; lo levanté y sin saber bien porque, lo abrí. Dentro, estaba una tarjeta sin firma. Sin otra aclaración de nada; indicaba solamente: “Un auto estará aguardándote a tu salida laboral”. Supuse que sería un ardid del guardia mismo, dado que quizás en alguna vez de meses atrás, en que yo entreabría una puerta para tapar la cámara de seguridad, éste hombre podría haberme espiado y ver alguna de mis actividades sexuales ocultas que me autobrindaba cuando me encontraba tarde y sola en la oficina. O lo habría inventado por lo que pudiera haber visto de mí, un rato antes.
Instintivamente la acerqué a mi rostro oliéndola. Y muy, pero muy suave, se apreciaba el aroma de perfume que por un momento creí que era el mismo que continuaba perfectamente registrado en mi cerebro. El mismo aroma que creí oler al bajar del autobús…. No me sentí convencida de afirmarlo. Quizás mi ansia podría generarme confusiones.
Salí tratando de imaginar cuanto tiempo tardaría ese vehículo en llegar o como me daría cuenta a cual subirme. No hizo falta pensar en más… Al bajar los dos primeros escalones del edificio, vi que un auto de los grandes y sobrio pero bonito, se acercaba a la acera y la puerta trasera se entreabría solo un poco, al detenerse. Mi distracción al ver el auto y el reflejo del sol en el parabrisas, me impidió ver quien manejaba. Miedo o desconfianza se expresó en mi piel al continuar bajando los escalones restantes e ir acercándome al vehículo. Me sobrevino un escalofrío, erizándoseme mi poco vello corporal, ya que el polarizado de vidrios laterales, tampoco me permitía ver dentro.
Al instante de acercarme y tocar la manija de la puerta, el perfume registrado en mi mente se expandía muy notorio desde dentro del vehículo. Otro escalofrío me invadió. Esta vez distinto. Más fuerte; acompañado de un temblor en mis piernas y de una gota de sudor que sentí recorrer entre mis nalgas por la raja trasera. El asiento trasero estaba vacío y al momento de comenzar a sentarme, se abren las dos puertas de adelante. Una persona de similar aspecto a la mujer de la mañana (la del abrigo con capucha y pelo animal) baja desde el asiento del acompañante dirigiéndose al del conductor y el conductor sentándose a mi lado, ambos cerrando sus puertas respectivas al unísono. Al igual de unísono, fueron sus susurros sensuales de “Buenas tardes”.
-Parecen gemelos.- Pensé
No hubo otra forma de saludos. Sí, una sonrisa de Areik. Una sonrisa leve y cautivante a la vez. La persona al volante giró hacia atrás su rostro, mientras se quitaba la capucha con una mano y con la otra colocándose una gorra de Chofer de limusina (definitivamente por sus actos, era Vívian). Me miró fijo pero como con alegría, por primera vez de las dos veces anteriores que le había visto. Y dijo:
-¡Me queda muy bien !!- Separando algo sus labios, en un corto entreabrir de boca. Lo que los hacia ver mucho mas grandes, brillantes y muy sensuales.
Areik nos miraba alternativamente a las dos y manteniendo su sonrisa de estar disfrutando la escena, agregó un:
– Le queda muy bien. Es su trabajo.-
Vívian, es la que habla algo más; me decía a mi misma, mientras ella mirando solo hacia adelante me informaba que el recorrido en automóvil sería corto y que no era conveniente de momento, que yo conociera el trayecto. Para lo cual agrega:
-Puedes optar por cubrirte el rostro; nadie te forzará a hacerlo u optar por otra solución más atractiva para ti y equitativa a tal fin.-
-¿Cual eliges? – Agregó.
Haciendo un gesto de hacer una pausa, para aguardar mi elección, al mismo tiempo que se estiraba algo hacia atrás pasando su torso entre los asientos delanteros y con sus manos desabotonando el pantalón de Areik; comenzó a masajearle su verga con la mano derecha y unos segundos después ya algo endurecida la suelta haciendo otro gesto de balanceo de su largo dedo índice hacia arriba y adelante, dirigiéndolo como desde la verga hacia mi rostro. Y acomodándose nuevamente en su asiento y mirándome por el espejo retrovisor. Agregó:
-Bien. Has elegido… Me toca conducir.-
Atónita yo aun, solo atiné a mirarle también através del espejo y mientras me aferraba con sutileza a esa verga, pensaba… ¡Yo, no elegí nada!! … Esa actitud de Vívian, de ofrecerte elegir lo que en realidad ella elige que una haga, me subyugaba.
Con mi mano en su barra de carne, miré a los ojos a Areik en intención de saber su opinión, quien respondió con brillo en ojos y movimiento de hombros, como diciéndome…
-Te dio a elegir… y elegiste-
Ya comenzaba a asimilar que algunas de sus invitaciones de opinión u ofertas, como ese: “te dio elegir… y elegiste”, se traduce en un : … ¿Salió de su boca o del pensar de ella? Entonces eso se hace; excepto que Areik decida otra cosa.
Woo!!!, ¡Como me gusta esto!!! Todo!!! El entorno… De cómo llegaban ellos a mí… Estar obligada a comerme esa pija para no ver el camino. ¡Es magnífico todo!!! Y habiéndome agachado para engullirla, eso mismo ya estaba haciendo. En dos o tres instantes de breves detenimientos del vehiculo, ella estiraba su mano hacia atrás, anillando la pija como en forma participativa, sin impedirme que yo me detuviera con el resto de carne en mi boca (siendo la cercanía de sus largos dedos con largas pero sedosas uñas; como un semáforo rojo o amarillo para mi, en el mejor de lso casos; pero jamás “verde”). Ella lo pajeaba y yo chupaba. Dejando luego todo para mí, mientras ella conducía. El trayecto fue corto o yo estaba demasiado entretenida lamiendo y chupando, no pudiendo determinar cuanto tiempo o distancia transcurrió. Areik acarició mi cabello y hombros todo el viaje.
No me percaté del aminorar de la marcha pero sí, que vehiculo subía una leve rampa. Pensé en espiar y registrar el frente del lugar, lo que sería a costa de perderme instantes de saborear pija e incumplir el sabroso trato brindado a costa de “no ver nada”. Nada podía hacerme dudar en que elegir y opté: que instantes más, de saborear mas carne caliente; eran… Más carne caliente para mí.
Se cerró el portón del garaje y todo quedó a oscuras. Durante quizás un minuto, nada de la situación del auto cambió. Los dedos de Vívian se posaron sobre la verga y esta vez sí, con uno de ellos me hizo saber que yo debía dejarla a ella. Frotándosela algo un poco, la metió dentro del pantalón. Era la indicación de bajar y así lo hicimos. Al abrirse las puertas del auto una luz muy baja iluminó lo suficiente el camino y puerta de ingreso. Areik la empujó y antes de pasar nosotras, ella acomodando algo de mi cabello detrás de mi oreja; dijo:
-Disfruté que ese mensaje matinal cuando bajabas del Bus; te llegara y no convenciera a la vez. Esos actos, me excitan-
Fue lo suficiente, dejándome dubitativa o pensante, para que ella ingresara delante mío. El recinto al que fuimos, estaba acondicionado cálido en todo aspecto. Temperatura agradabilísima. Calor alto, pero el justo. Las paredes iluminadas tenue y cada una de colores distintos. Azules, rojos, violetas y suaves blancos; que resaltaban la bella textura de piedra con que estaban decoradas. Había poco mobiliario y decoración. Un cuadro tríptico de arte abstracto, por cierto muy notorio y algunas lámparas en el suelo de baja iluminación. Un sillón grande muy confortable y una repisa a su lado. Una silla alta, una mesa grande recubierta por un paño muy calido a la vista. Un cubo bajo y muy acolchado… que creo que le llaman “Puff”. Y nada más, al menos, lo que yo observé del ambiente.
Llamó mi atención sí, una muy notoria prenda femenina de satén de alta calidad, color negro, sobre el mesón. Vívian lo levantó mostrándomelo. Era un vestido corto, de mangas largas, con cuello o collar; escote angosto vertical pronunciado y con hombros al descubierto. Lo giró, permitiéndome ver que casi no tenía espalda. Pensé en lo sexual que se vería esa prenda puesta en alguien y que sería ella quien se lo pondría en un rato, aunque ella era talla mas grande. (Más tarde sabría del motivo de la existencia de esa prenda allí). Me sorprendió un poco la vestimenta de la habitualmente sensualísima y erótica mujer. En este momento con botas cortas de cuero y tacones muy altos y finos, de esas que tienen una banda alta y volcada, que ajusta los tobillos y su vestido largo de tela gruesa. Bonito pero simple. De cualquier manera no dejaba de marcar su presencia.
Preimaginé, una posible intención de participación de la mujer conmigo… me nació comentárselos y así lo hice. Que me sentía heterosexual, que solo me gustaban los hombres… Que nunca antes había tenido una mujer excitada cerca de mí. Y que tampoco estaba en mis planes.
Vívian se acercó a mi, quitándome gracilmente el abrigo, me miró fijo con esa tenue sonrisa característica suya y volcando solo un poco su cabeza hacia un costado; me llevó a reconocer que mi “nunca antes”, no era tan así, al rememorar su proximidad en el anden del tren. Quise reformular mi deseo heterosexual. Pensé en como re-expresarlo… Y nada dije… Era como si no importaba.
Ella se alejó con mi abrigo y al mismo tiempo sonaron las palabras de Areik diciendo que me quedara tranquila, que él iba a penetrarme, mientras me quitaba el minishort y tanga y me acompañaba hacia una silla alta, como una banqueta; que por cierto me parecía rara. El respaldo era muy suave calido y cómodo, pero la butaca que también muy suave y calida, era corta respecto del respaldo.
Bajé la mirada para apreciar lo que podía ver de mí, sin un espejo. Viéndome así vestida solo con mi blusa y botas que llegaban casi a mi entrepierna; mi primera actitud allí a centímetros de la banqueta, aun con las manos de Areik en mis hombros, fue como instintiva; recrear y hacer lo mismo que imaginé antes en la oficina. Apoyé mis manos con brazos extendidos, arqueando mi cuerpo y elevando cadera. Creo que se me brotaba el deseo de ser penetrada por detrás ya mismo.
Con sutiles roces de sus manos en distintas partes de mi, me incentivó a sentarme en ella. Al posicionarme bien atrás, espalda pegada al respaldo; noté que mis glúteos y raja quedaban totalmente expuestos. Por un momento pensé que debe ser una silla especial para que te la metan por atrás. La idea me hizo sonreír internamente, sentir excitación y también dudar por un instante. Igual todo me parecía bien.
Tomando suave mis brazos y llevándolos detrás del respaldo, comenzó a atarme a dicha silleta con cintas de cuero suaves y aterciopeladas por dentro. No raspaban mis antebrazos, ni muñecas ni tobillos. Ni presionaban demasiado al asegurar no poder zafarme de los ajustes de abrojo. Areik dijo:
-Debes estar calmada, tranquila. Nada que no quieras se hará.-
-Veras hoy, lo que lo que quizás no conozcas. Decidirás lo que quieras hacer y lo que NO.-
-Solo debes decir «Alto o Basta» y en ese preciso momento todo se detendrá.-
Sentí una sensación de miedo, pero no de pánico. Quizás de un miedo a lo desconocido o no practicado, mezclado con algo álgido o excitante. De solo pensar en esa mujer tan voluptuosa y llena de fuego, allí cerca y su actuar tan… tan… no sé bien como describirlo. De espíritu penetrante, que nada te dice u ordena pero sabes que es una orden y la aceptas. Con esa actitud que expele y uno no quiere recibir, pero termina aceptando a gusto sin decir palabra alguna… Y claro… Te piensas:
-Esta mujer es capaz de todo. Y esa idea te excita, pero desconoces su límite. Y claro, no sabes que hacer… y te retienes; pero callas.-… Esa clase de sensación me daba.
Areik, terminando de ligarme por los tobillos a lo bajo de la banqueta, agregó:
-Ten en cuenta constantemente a Vívian; ella indicaría de alguna forma, quizás distinta a lo que estés acostumbrada; sobre el hacer- .
Y se alejó hacia el sillón donde ella estaba. No entendí mucho eso de momento; ella también casi no hablaba… Yo sentada allí, un poco de costado respecto a ellos y amarrada bajo esa luz violeta que si bien era tenue, era la que más iluminaba dentro del recinto. Experimentando sensaciones diversas y mezcladas. Excitación creciente, desconocimiento, ansiedad… Unas gotas de sudor más corriendo hacia abajo por la raja de mis gluteos acariciando al pasar mi esfínter me generó un nuevo temblor importante en todo el cuerpo, que me duró mas en piernas y hombros. Sentí el aumento de humedad en mi cueva delantera. Ellos, a unos pasos mas de mí y delante del sillón, alternaban miradas con alta picardía hacia mi y susurros entre ellos que yo no podía captar. Me continuaba esa mezcla de algo parecido a miedo y a la vez excitación.
Vívian aun vestida acariciaba constantemente la desnudez total de Areik, lamía su cuello y sus hombros. Sus pectorales… Y cada tanto una breve caricia en su pija erecta. Luego se alejó y trajo copas de champaña. Solo dos copas. Bebían, susurraban y me miraban de reojo. Pedí si me convidaban… Ella se acercó hacia mí, adelantando su copa en síntoma de convidar de la bebida; asentí con mi cabeza. Apoyó apenas la copa en mis labios. Solo pude beber dos gotas; alejó lento la copa de mi boca y me propino un revés de mano en mis labios, diciéndome:
-Las perras solo beben cuando se les ordena.-
Besó muy tenue mis labios; lamió mi mejilla y pareció retirarse… pero giró y volvió a darme otro revés, esta vez en la mejilla… Que no fueron fuertes, ninguno de los dos, mas bien leves, como frenando la fuerza de su brazo justo al hacer impacto en mi. Su actitud me daba estar en vilo y admiración fusionados. Volvió a mirarme fijo y dirigió su mano a mi entrepierna, acariciando mi vulva… Y mientras observaba mi sorpresa por su actuar e índices de excitación, dijo:
-Tranquila, nada va a pasarte allí.-
No entendí muy bien eso… Si yo estaba allí, era para que me pasaran cosas; para que me pasara que Areik me entrara por todos lados… Luego me enteraría del significado de sus palabras. Por un momento recordé que estas personas eran de muy poco hablarme y de acciones pensadas… volviendo a experimentar esa subida, de un mix de sensaciones opuestas que resultaban de apoco, en más excitación. Cada pequeño suceso y sus actos me llevaban a un punto cercano al clímax, a punto de tener un orgasmo sin una presencia contundente de carne caliente dentro de mí.
Areik acercó a mi otro taburete alto, apoyando en el una bandeja; dejando allí las dos copas. Volvió con la botella y las llenó. Aflojó una de las cintas dándome libertad de acción en mi mano izquierda pero sin quitar la atadura de mi brazo. Y se alejó
Vívian susurró desde lejos:
-¡Ahora bebe!!! –
Su mirada fue intensísima, como metiéndose dentro de mi cerebro. Apareció en mi mente su beso y caricias en mi rostro, así como los reveces de mano; que comencé a entenderlos como caricias rudas. El sudor se apoderó de mí y sentí mi vulva aprisionada al asiento, muy mojada.
Bebí de una copa, en silencio por las dudas al pensar o actuar de Vívian. Quien susurró nuevamente algo a Areik, mientras se acercaba de nuevo a mí. Volvió a llenar las dos copas, entonces Vívian ordenó que tomara una tercera. No tuve claro si debía beberme las dos copas… Ella dijo «bebe una tercera»; y yo solo había bebido una. Por las dudas solo bebí de otra, imaginando también la capciosidad de la imponente mujer, que seguramente podría haber dicho «una tercera» a propósito obligándome “sine qua non” a caer en el error y así ella reprenderme.
Bebí sin apuro pero sin tardarme demasiado. Al segundo de apoyar la copa en la bandeja sobre el taburete; Areik volvió a estirar la cinta de mi mano. Comenzó a levantar mi blusa, hacia arriba y atrás, dejándome enfundados mi rostro y mis brazos desde mi cuello. Quedando al descubierto mi piel desde mi boca hasta las ingles. Podía distinguir solo cuerpos efímeros con mis ojos. A través de la tela deduje a Vívian acercarse. Sentí el borde de una copa rozando mis tetas y el líquido burbujeante cayendo en cascada. Tras esto, su lengua calidísima que lamia el champaña a la par de mis tetas y pezones.
-Quiero a Areik en mis tetas-: Dije en queja.
Respondiéndome ella en pregunta con total calma:
-¿Tú das órdenes?-
De nuevo, el mix de enojo y placer se apoderaba de mí… Vívian durante un momento más mordisquea mis pezones… Mi excitación seguía creciendo, siempre igual bajándomela un poquito y subiéndomela; llevándome casi hasta el orgasmo.
Pensaba… – ¡Lo mucho que me gustaba la actitud de esa mujer!!!-
Areik desde atrás apoyó su verga, en ese momento no dura pero crecida, en la base de mi cuello; frotándome suave uno de mis hombros, subiendo por el cuello; pasando a reproducir lo mismo del otro lado. Continuando por mi nuca; bajando por mi espalda por la parte derecha primero y subiendo por la parte opuesta después; bajando la hendidura de mi columna vertebral; recorriendo hacia los costados el nacimiento de mis glúteos, para luego bajar por la raja de mi culo, siempre lentamente y suave… muy suave, hasta llegar por detrás a la vulva, repitiéndose tres o cuatro veces en mis dos orificios y entonces volver subiendo nuevamente por la espalda hasta mi nuca. Y una vez más por los hombros y subir por mi cuello, haciendo ésta vez, círculos alrededor de mis orejas, llegando a mi mejilla.
A cada centímetro de piel que recorría con esa carne caliente, yo vivenciaba y disfrutaba como aumentaba su tamaño y dureza; y como también aumentaba el calor de esa carne que excitaba mi piel y mis sentidos en forma constante. Ya en mi mejilla; por su frotar en ella, no pude aguantarme el no tener en mi boca esa verga, que estaba muy aumentada en calor y dureza. Lo que era un amplio placer para mí.
Intenté en vano, girar y así chuparla y lograr que llegara lo más adentro posible de mi boca, porque en el mismo momento que capturé esa caliente carne con mis labios; el roce en mi rostro de las uñas de Vívian, eran el semáforo en amarillo que mencionaba antes; quedando sin atreverme a mover mis labios o lengua. Uno de sus dedos entró en mi boca refregándolo mucho en mi lengua y en la verga de Areik aun dentro; pasándolo luego por mi piel, como recorriendo todos los lugares donde esa pija me había frotado. Con solo ese acto ideé que yo no estaba cumpliendo las reglas…ó más bien… las suyas.
-¡Dios mío!! -Pensé.
-Que excitante es esa mujer.-
Me dije a mi misma lo imposible que un varón o alguien se le resistiera. Que eso no era posible en esta vida. Las uñas de Vívian, me regresaron a la situación, al momento que volví a sentirlas con contundente presión surcando sin lastimarme, sobre mi mejilla. Ella habló suave, serena y obviamente a la vez dominante:
-Recuerda que él dijo: «quien» indicaría. No te adelantes; debes comprender el disfrutar lo que está sucediendo. Solo goza tu situación.-
Retiré mi boca muy despacio de la pija de Areik, cerrando suave mis labios para al menos saborearla unos segundos más. Sentí sus palabras tan suaves en susurro a milímetros de mi oído.
-¡Estas aprendiendo, maestrita!!- Finalizó Vívian muy suave, en su decir.
Por un instante creí sentir su lengua en la unión de mi cuello y nuca. Algo poco común sucedía con estos dos seres, en cada parpadeo o cerrar mis ojos por segundos, la situación cambiaba ó algo de la situación cambiaba. De esa manera que piensas: ¿cuando hizo eso, cuando cambió de lugar?
Uno de sus pezones desnudos, rozó de abajo a arriba toda mi mejilla o fue lo que yo sola imaginé. Porque al intentar ver a través de mi blusa que aun cubría mi visión, deduje por el aroma notorio de su perfume. Sea lo que sea, que haya pasado; esa imagen atrapada en mi mente, de ese femenino pequeño trozo de carne y piel… «su calentísimo pezón rozándome»; me calentaba. Contrario a mi «no gusto» por las mujeres, no me importó. Contrario a mi ser; ese pezón en mi rostro o que yo lo imaginara así. Me dio placer y me gustó.
Recreé en mi mente su corto andar hacia el sillon y para mí, fue un momento larguisimo del que solo pensaba: -¡Quisiera caminar como ella, quiero aprender de esta mujer!-
Pensé también ¿como? era posible que en cada trozo de piel en esta mujer que estaba cubierto o al descubierto, expelía calor, brillo y humedad… Expelía sexo.
Los sonidos de placer que yo percibía, aun en mi tiniebla impuesta, manifestaban muy claro que demasiado cerca; Vivian masajeaba, lamía, chupaba y pajeaba con frenesí el explotante trofeo. En un instante más, despejan mi rostro rompiendo mi blusa y nuevamente soltando una sola de mis ligaduras. Muy cerca de mis ojos tal cual lo acababa de deducir, estaba la imagen clara de los fogosos labios femeninos devorando lo que yo más quería saborear. Ella, que tenía un hombro del vestido por debajo de una de sus tetas, hizo una pausa, con un gesto de envite hacia mi; mientras terminaba de bajarse el vestido por debajo de ambas… Mi mano libre al instante buscó y encontró la barra de carne deseada.
Areik estaba ya casi por acabar, sentía su pija tremendamente dura, estirada al máximo y caliente en mi mano, mis dedos, mi lengua y mis labios. Me sentí dichosa de tener pronto toda su leche… Degustarla… Tragármela toda… Que yo también tendría un orgasmo al sentir su jugo chocando en mi paladar y lengua. Los dedos de Vívian, con interrupciones pero desde hacia rato, hacían círculos en mi clítoris, sin que antes me percatara que era ella quien lo hacía. Ahora sí, podía verla. Se irguió un poco, abandonándomelo. Sacó esa dura barra de carne de mi boca y con solo una lamida en sus huevos; Areik expulsó su semen en mi cara.
Quise recuperar con mis dedos ese jugo pero él me tomó de mi brazo libre al tiempo que ella me sujetaba fuerte de mi cabello, lamiendo toda mi cara; mostrándome en su lengua, el sémen capturado. Eso me histerizó mucho. Ella con sus miradas profundas y dominantes, acercó su lengua a mi boca lamiendo mis labios.
Areik aforrándome por mis glúteos elevando algo mis piernas, separándolas de la butaca y echándome bien atrás, facilita la entrada de su verga a penetrar mi concha. Ese falo, si bien no tanto como recién, continuaba duro y caliente. Vivian atenazó mis tetas desde abajo y contra mi pecho haciendo fuerza también hacia arriba. Hizo un gesto reiterado de chupármelas o mordérmelas, pero no lo realizaba. Echando mi brazo hacia atrás busqué asirme a él, envolviendo algo su cuello a fin que mi cuerpo no cayera y su verga no se saliera.
Fue un instante. Solo un instante… temblores, gemidos y jadeos todos juntos, presentaban mí ansiado orgasmo, que viví como algo descomunal. Lo cual era lógico… me tenían constantemente y desde hace rato, acercándome al clímax y bajándomelo levemente con pequeñas interrupciones de sus actos. Su verga no paró de entrar y salir del interior de mi cueva durante tres o cuatro minutos. Yo gritaba no sé que cosas y uno tras otro mis tres o cuatro orgasmos, no paraban de sucederse. En breve estaba exhausta… Vislumbré mi cuerpo muy húmedo y sudado. Uno de ellos dos, me cubría con una manta de satén.
(Continúa)