Solo quiero volver a ser tu perra, tu obra de arte
Paseaba lentamente por los pasillos del instituto, últimamente mi rutina se había vuelto tan aburrida que nada llamaba mi atención, todo me parecía trivial y común y había perdido totalmente el apego emocional a las personas que me rodeaban. La vida era aburrida, hasta que en el aula 07 me topé con su sonrisa, aunque para ser francos no fue lo primero en lo que me fijé.
Al llegar a clase la puerta se encontraba abierta, yo llegaba tarde, como siempre, y por querer entrar apresurado choqué por accidente con una chica, una chica rubia que no había visto en mi vida por allí. Una chica alta, de piel clara y unos ojos verdes preciosos, parecía de otro puto planeta. Sus curvas estaba bien definidas y sus tetas remarcadas por la ajustada camisa que llevaba, fue lo primero que le miré, me quedé absorto en aquel escote prolongado que dejaba entrever el sujetador de lencería negro que llevaba debajo.
La chica se asustó ligeramente al chocar contra mi y de la impresión dio un salto respingon hacia atrás, ante la comida expresión comencé a reírme levemente y ella me sonrió, fue allí donde encontré su sonrisa, dos carnosos labios rosados que escondían bajo ellos una hilera de perlas blanquecinas.
Noté como una mano tocaba mi hombro y al girarme me encontré al profesor mirándome con desaprobación, seguramente sabia que llegaba tarde y me esperaría otra bronca de las suyas sobre la puntualidad, agaché la cabeza y pasé por al lado de la desconocida para situarme como siempre al final de la clase.
Don Emilio Marco, un profesor joven y vivaracho entró dando los buenos días a los demás alumnos, que se giraron automáticamente hacia la chica que se escondía tras él.
-Buenos días clase, hoy antes de comenzar quiero deciros un par de cosas, la primera es presentaros a Ainhoa, es mi sobrina y viene desde Madrid para estudiar con nosotros este curso. –
Ella por su parte sonrió tímida y pude comprobar cómo sus mejillas se sonrojaban.
– Espero que la tratéis bien. – Continuó Emilio.- Mira para que te pongas al día rápidamente siéntate al fondo, junto al marginado de la capucha que por suerte o por desgracia es mi mejor alumno. – Dijo él burlón dirigiéndose a Ainhoa para después desviar la mirada hacia el lugar vacío a mi lado. – Señor Yuste, quítate eso de la cabeza y saca los apuntes o lo volveré a ver esta tarde en la sala de castigo.-
Emilio debía estar acostumbrado a mi actitud pasota, era el típico payaso/chicomalo de clase, pero no le daban mayor importancia a mis actos ya que por otro lado era el segundo mejor respecto a notas y el delegado, a pesar de pasar la mayor parte de mi tiempo en la sala de castigos.
Ainhoa se dirigió hasta mi y se sentó en silencio para prestar atención a lo que el profesor continuaría diciendo. – El segundo punto a tratar hoy es que necesito que dos personas se queden conmigo esta tarde para preparar el debate del próximo concurso ¿Voluntarios?- Nadie levantó la mano, algunos desviaban las miradas y otros hacían ver que no iba con ellos.
Me giré hacia Ainhoa y con mi sonrisa más seductora le dije:
– Me metí a historia del arte porque me apasiona el arte, pero jamás creí que vería una escultura tan perfecta como tú.-
Su cara se volvió un poema y para quitarle hierro al asunto añadi: – Soy Iván, delegado de clase, si necesitas algo yo soy tu hombre.-
Se rió ante mi absurdo comentario y contestó -Soy Ainhoa, alumna nueva y al parecer ahora obra de arte.-
-Iván y Ainhoa, esta tarde a las 4 aquí, vosotros vais a ser mis voluntarios ya que os veo entusiasmados hablando del tema.- Espetó Emilio alzando la voz desde su asiento. No proteste nada, conocía su reacción ante las protestas y preferí dejarlo estar.
No volví a hablar con ella, sabía que la acabaría metiendo en líos, pero el resto de la mañana estuvo sentándose a mi lado y en ciertos momentos clavaba esos bonitos ojos verdes en mi, inquietandome, aunque lo disimulaba haciéndome el desentendido.
La hora a la que Emilio nos había citado llegó y como siempre yo llegué tarde, al entrar solo estaba ella, de espaldas a mi, mirando por la ventana con las manos entrelazadas sobre su culo, dios, bendita vista, un culo redondo y bien colocado que me tentaba a agarrarla por detrás y empujarla contra la ventana para besar su cuello y follarmela bien duro… Me estaba poniendo cachondo yo solo y eso seria un problema con su tío delante.
Entré y me senté en el centro de la clase arrastrando la silla para que notara mi presencia. ella se giró y arqueó ambas cejas, no entendí su expresión así que me limité a preguntar – ¿Donde está tu tío?-
Ella se sentó frente a mi, separados por el pupitre y me contestó -Le ha surgido un imprevisto y ha tenido que irse a la universidad por un examen, me ha dado esta lista de puntos que debemos comentar y trabajar así que nos toca hacerlo nosotros solos.- Su tono de voz era totalmente diferente al que había mostrado por la mañana, se la veía más suelta, más abierta…
Saqué mi cuaderno, ojeé la hoja que le había entregado y comencé mi trabajo intentando sacarme de la cabeza esos labios que ahora llevaba pintados de rojo, quería ese carmín corrido en mi polla y por su mirada sabía que ella lo sabía.
Al cabo de un rato de silencio y concentración pude notar su mirada clavada en mi y alcé la vista para encontrarme con sus ojos curiosos.
-Mi tío dice que eres un alumno con un gran potencial.- mientras hablaba agitaba su lápiz de tal forma que calló al suelo. Ella se agachó para cogerlo y estoy seguro de que notó mi erección, porque al levantarse añadió. – Aunque yo he descubierto otro gran potencial en ti.-
Siempre me han caracterizado por ser un cabron, así que mi respuesta no sería menos. -Yo también noto un gran potencial en ti.- dije mirando su escote nuevamente y ella se mordió el labio inferior.
Dios, aquella cara de perra, aquella maldita cara de follame… me levanté de golpe y ella me miró curiosa, me puse tras ella y me arrodillé para estar a la altura de su oído, susurré: -No deberías haber puesto esa cara.- y acto seguido deslicé mi labios por su cuello haciendo que se le escapara un gemido leve que me incendió aún más de lo que estaba.
Comencé a besar lentamente su clavícula, su cuello, sus mejillas, su mandíbula… hasta llegar a su dulce boca. Nuestras lenguas se enlazaron y jugaban la una con la otra, nuestros labios unidos de movían de un lado para otro, ella me tenía agarrado de la nuca con el brazo derecho y yo la mantenía sujeta del cuello hacia atrás mientras me seguía besando.
Me deshice de mi cinturón y agarrando sus manos por detrás del respaldo de la silla lo coloqué alrededor de sus muñecas para volverla mi prisionera.
– Ahora eres mía.-
-¿Y que me vas a hacer?- preguntó fingiendo un falso temor.
-Quiero follarte la boca.-
Al haberme colocado frente a ella pude ver cómo sonreía pícara, me bajé los pantalones, posteriormente los boxers y dejé libre mi polla, la cual buscaba con ansias su lengua. Ella abrió la boca, pidiéndome que la metiera dentro, hice lo propio y dejé que sus movimientos de cabeza trabajaran por mi. Aquello era el puto paraíso, no podía contener mis gemidos, su humedad boca estaba matándome lentamente y no tardé demasiado en correrme, gritando más alto de lo que deberíamos, teniendo en cuenta que seguíamos en el instituto.
Saqué mi polla de su boca, ainhoa sonreía maliciosa para mi y aquello me encantaba.
-Eres una chica mala.- Le dije y ella me respondió con un puchero -Te voy a castigar.-
La Levanté estirando del hombro de su camisa hacia arriba sin soltarle las manos y la empujé con brusquedad contra el pupitre, quedando tumbada sobre el y las piernas con una posición perfecta para follarla duro.
Me acerqué por detrás y la incorporé un poco para desatar sus botones y dejar sus tetas libres, que grata sorpresa comprobar que se había desecho del sujetador antes de venir y que sus duros pezones me pedían que los acariciara y pellizcara. Estuve un rato jugueteando con sus tetas, mientras resoplaba y gemía levemente, hasta que mis manos bajaron por su vientre para desabrochar su vaquero y deslizar los hacia abajo dejando expuesto su tanga y con su precioso culo apuntando en mi dirección.
-Joder, que buena estas.- Solté en un suspiro y ella soltó tras mi frase una risita traviesa.
No lo dudé ni un segundo, de rodillas tras de ella me tire a comerle el coño como un salvaje hambriento, el primero contacto con mi lengua hizo que le temblaban las piernas. La tenía sujeta del culo, abriendola para poder lamer bien cada rincon, Ainhoa gemía y se movía frenetica de arriba a bajo pidiéndome más. Tras varias convulsiones llegué a la conclusión de que se había corrido, por la respiración agitada y los fuertes orgasmos finales.
Me levanté y coloqué mi pene en la entrada de su vagina, ella giró la cabeza para mirarme fijamente y mirándonos a los ojos la embesti, la metí hasta el fondo de golpe y gemimos al mismo tiempo. Comencé a moverme tras ella, agrrandola de la cintura, la follaba lento pero profundo y duro, la mesa se movía a cada embestida.
Cada vez fui subiendo más la velocidad, hasta que comenzó a gritar y tuve que echarme sobre ella para taparle la boca con la mano, sin dejar de darle duro, me encantaba tenerla así, tener el control, era completamente mía, atada y abierta esperando por mi polla.
Notaba como estaba a punto de correrme, así que saqué toda mi fuerza y comencé a darle todo lo duro que podía, retumbaba todo, pero el morbo de que en cualquier momento entraran y nos pillaran me ponía todavía más cachondo.
Un fuerte escalofrío me recorrió, dejándome exhausto, ainhoa temblaba debajo de mi, su saliva resbalaba por mi mano y sus manos apretaban con fuerza la otra que se encontraba sujetando sus muñecas atadas.
Me había corrido y se que ella también lo había hecho, y quizás no una sola vez…
Me aparté sacandola lentamente y me puse los pantalones, la desaté y se recolocó la ropa antes de girarse y decirme:
«Quiero volver a ser tu perra esta noche, llámame»