Soy la favorita de papá ¡Por siempre su nena!
Me llamo Paloma Gordillo y soy de un pueblo pequeño situado en Toledo, España. Vivo con toda mi familia; mis dos hermanos, mis padres, y mis dos hermanas. Si, somos una familia bastante grade y yo era las más pequeña y la más mimada de todos. Mis padres se dedicaban ha trabajar en nuestra finca familiar, cual heredamos de parte de mi abuelo materno. Mi padre era el que más tiempo y sudor invertía en ella. Mis hermanos aunque les gustaba la vida en el campo, no querían trabaje y pasar toda su vida aquí metidos, así que se fueron a Madrid estudiar. Mi padre no estaba muy feliz ante la idea, pero tenía que libar con ello. En cambio mi madre le gustaba que sus hijos fueran ambiciosos y quisieran llegar lejos. Sí, mis padres difícilmente se ponían de acuerdo en algo, discutían mucho, a veces no entendía porque se habían casado la verdad, mis hermanas me decían que en el fondo se quieren.
Yo tengo los ojos de color caramelo y mi pelo es largo de un castaño oscuro. Tengo 18 años, ya mido 1.65, soy delgada pero mis hermanas me suelen decir que estoy bastante desarrollada para mi corta edad. Tengo un culo respingón y bastante grande (viene de familia), igual que mis senos. La verdad es que no me gusta tener senos voluptuosos, porque cuando corro siempre se me mueven y los chicos de mi clase se suelen meter conmigo. Odio esta etapa de desarrollo de las mujeres, ya me ha salido pelo allí abajo y encima tengo la regla. Es todo tan incomodo…
Cuando llegue ha mi cuarto me deje caer sobre mi cama inmediatamente. Estaba demasiado cansada y baldada como para seguir celebrando con toda mi familia. Era navidad y como cada año, toda nuestra familia se unía en nuestra casa de campo tradicional porque era la más espaciosa. Me encantaba tener familia aquí, deberás, pero odiaba cuando dejaban todo removido y desordenado y mis hermanas y yo teníamos que recoger siempre. En fin, la celebración de navidad marcha súper bien pero después de toda la comida que ingerí, y todo ese vino que bebí estaba echa caos. Aunque tuviera 18 años recién cumplidos, mi papá me permitió beber porque como era navidad era la excepción.
Por la noche sentí unos ruidos de una puerta abriéndose y luego cerrándose con cerrojo lentamente. Me imaginaba que era Laura, una de mis hermanas mayores (con las cuales compartía habitación) quien también ya estaba cansada y quería irse dormir o algo así. Estaba tan exhausta y mareada por el alcohol que ni me inmuté de mi sitio, ni elevé la cabeza para saber quien había entrado.
Luego sentí que alguien se sentaba encima de mi cama, haciendo un chirrido. ¿Quién se acercaba ha mí? Oí una respiración acelerada, y enseguida identifiqué que ese era mi padre. Me pregunté vagamente que hacía en mi habitación, pero como estaba tan cansada y sabía que solo era mi padre, decidí dejarme llevar por mí profundo sueño.
Siento un aliento caliente en mi cuello. Las sensaciones que siento en mí sueño parecen ser tan reales… De repente siento un poco de frío. Me siento algo desnuda, como si estuviera en ropa interior. Mis pezones rosados, se ponen erectos e incluso siento humedad y cosquillas a su alrededor. Poco a poco me daba cuenta que no estaba soñado. No sé en que momento me dormí con los brazos encima de mi cabeza, y tampoco estuve consciente cundo me volteé durmiendo con las piernas abiertas. Parpadeo un poco y veo la cabeza de mi padre entre mis senos. Me asusto al instante, pero decido no moverme. Siento mi corazón latir más rápidamente y con fuerza. Por alguna razón no digo ni hago nada, aunque por dentro esté llorando y este sumamente asustada por la situación tan nueva y arrolladora. Estoy complemente desnuda por primera vez delante de un hombre; y ese es mi papá. Veo con los ojos entreabiertos como tiene mis bragas en sus manos y las está esnifando como si fuera su más grade adicción.
Agarra una de mis manos poniéndosela encima de su pene, el cual es liso, suave y sobre todo es duro y muy grande. Empieza a moverlo simulado que yo le masturbando. Con su otra mano, se limita a darle suaves caricias uno de mis senos, haciendo que aunque no quería, mis pezones se pusieran duros como piedras. Por alguna razón, desde que me desperté siento un tremendo dolor entre mis piernas, un gran dolor en mi vagina. Siento algo caliente, algo viscoso y líquido… no me habrá…¿me ha desvirgado sin yo darme cuenta? ¿Mientras estaba dormida? Pero que… ¡quiero irme de aquí! ¿Cómo ha podido? ¡Es tan enfermo! De repente tengo ganas de vomitar.
—Hm… cariño, como te han crecido tus senitos. Cada vez te vas haciendo más mujer. —escucho que murmura. Nunca el la vida, ni en mis peores pesadillas, me imaginé que mi propio padre llegara hablar así conmigo. Eso me provoca una mezcla de extrañas sensaciones.
De repente siento que se baja posándose entere mis piernas. No sé como reaccionar, al sentir todo su cuerpo sobre el mío. Mi experiencia con chicos era nula, lo único que hacía a veces cuando me sentía excitada, era arrímame un peluche entre mis piernas hasta quedarme dormida.
—Estas tan estrecha y tan nueva. Tu vagina no es nada comparado como el vejo coño de tu madre, tu chocho es más limpio más estrecho; más joven. —escucho que me dice en la oreja, con una voz muy ronca.
Y luego, baja dándole besos a mi torso, baja por mi plano viente metiendo su lengua por mi ombligo. Siento como mi piel se me pone de gallina. Por alguna razón siento una extraña opresión en lo bajo de mi estómago, cuando siento sus labios dándome suaves y dulces besos sobre mi piel desnuda. Su cabeza se mete entre mis piernas, ¡en la zona más íntima de mí cuerpo! Me siento así tan expuesta… Abre la boca y pasa su lengua desde mi ano hasta la raja de mi vagina lamiéndome por completa. Era muy enfermo, pero tengo que admitir que me gustaba y me hacía gozar las cosas que me hacía du boca. Sin poder evitarlo se me escapa un bajito suspiro.
Se pone encima de mí. Mi padre ha sus 47 años se dedicaba al rancho. Aún tenía mucho pelo, la mayoría era gris, pero conserva. También conservaba su pasión y su fogosidad como puedo comprobar. Sigue estando bien en forma gracias al trabajo diario de la finca. Siento como me mira por unos segundos, y luego pega nuestros labios muchas veces. Es demasiado amoroso cuando me besa en los labios, lo hace con pasión pero a la vez con lentitud. Agarra mi mentón y pegado sus labios a los míos una vez más, pero esta vez deja sus labios pegados a los míos por un largo tiempo disfrutando de acto, y luego me dice;
—Estas tan rica, por eso tu eres mi hija preferida…
Luego empieza, aparta su ropa interior, y empieza a mover su falo arrimándolo lentamente con mi vagina ya completamente húmeda. Ardía, me ardía la vagina y quería que el saciara ese ardor. Pero no me atrevía despertarme y decirle que lo hiciera; que me hiciera suya. No me atrevía decirle que estaba excitada gracias a todas las cosas que me estaba haciendo, y que nunca había experimentado.
—Joder, ¿Cómo voy a permitir que otro te ponga los ojos encima? Eres demasiado mujer, como para dejar que otro gilipollas de mierda, te follé.
Y en ese momento empiezo a sentir el glande dentro de mí. No es tan doloroso como pensaba pero la sensación es muy intensa. Creo que no me duele tanto porque ya me ha desvirgado sin yo ser consciente de ello. Sus brazos peludos se apoyan sobre el colchón, en los lados de mi cintura, su barba y bigote negro, me acaricia mi suave piel. Me siento abierta totalmente, estoy tumbada boca arriba sobre el colchón, y siento como mi pa empieza a mover parte de su pene dentro y afuera de mi interior, con la boca abierta, y gimiendo de placer. Me constaba tanto esfuerzo seguir haciéndome la dormida, y no empezar a jadear de placer.
—Yo soy tu padre, te crie, y te hice. —dice, deslizando su pene dentro de mí. Me duele y a la vez me gusta, sacia ese ardor que tenía. La sensación es tan arrolladora que no puedo evitar dejar escapar un ligero y bajito gemido—Eso es cariño, goza del falo de papi. Es tu responsabilidad quedarte siempre conmigo hasta que me muera. Tu Paloma, eres de mí pertenecía que te quede muy claro. Solo vas a sentir un pene en toda tu vida, y esa va ser el mío, mi vida. Así que gózalo.
Abro los ojos parpadeante sin poder más. Y luego empecé a gemir y a suspirar sin poder evitarlo. Mi papá primero me miro algo alarmado, así que me pone una de sus grandes manos sobre la boca para mantenerme callada. Cuando ve que en cambio de chillar asustada, gimo de placer y acaricio tímidamente su brazo, él deja de tapar la boca. Siguió penetrando, pero esta vez la metió hasta al fondo, y en ese instante se detuvo mirándome a través de sus ojos negros y sonriéndome con descaro. Ahora más que gemir, estaba gritando de placer, mientras le clavaba inevitablemente las uñas en su espalda.
—Mira que gusto nos estamos dando, mi vida.
Dice a la vez que acelera demasiado el ritmo, con movimientos implacables y veloces, haciéndome el amor como una máquina. En cuanto finalmente él llego al orgasmo, se vino dentro de mí. Se quedó un buen rato, encima de mí expulsando los largos chorros de líquido haciendo que sintiese su líquido caliente. Su pulgar recorría mis labios entreabiertos suavemente, apoyando su cabeza en mi pecho. Agarra mi mano y la besa suavemente, como si fuera una delicada princesa. Luego, saca su pene de mi interior para dejar caer las últimas gotas de semen sobre mi abdomen. Siento que la respiración se le dificulta y que pega sus labios entreabiertos en mi cuello. Empieza a pasar su gran mano por mi vientre y senos, repartiéndome su semen por mi torso como si fuera crema o loción para el cuerpo.
—Mi vida, por eso mismo te prefiero más que ha tu madre. Pero esto tiene que quedar como secreto porque sino todas se pondrán celosas. ¿Está bien?
—Está bien, papi. —cedo, acariciándole su pelo suavemente y sonriéndole con cariño.
Yo soy su preferida…
Roza mis labios con los suyos lentamente, y luego me da un largo beso, cuando nos separamos, se podían apreciar los hilos de saliva.
—Te amo, hija. —me dice, mirándome a los ojos, antes de taparme cariñosamente con la manta arropándome como lo hacía desde que era un bebé, dándome un beso en la frente y las buenas noches.