Tengo muchas ganas de hacerle una propuesta bastante indecente

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Si hay algo que caracteriza a la humanidad, es el empeño de fijar unas fechas que indiquen de forma oficial los cambios de la naturaleza, y si hay algo que me caracteriza a mí, y a muchos otros supongo, es guiarnos por nuestros propios criterios. Para mí, el fin del verano empieza esa mañana cuando tras un primer intento de levantarte, instintivamente coges el edredón y te enroscas en él.

Así con el edredón hasta la barbilla, y con los ojos medio abiertos, pude ver como una notificación iluminaba la pantalla de mi móvil. Sobre la mesilla, ahora levemente iluminada, además del móvil, estaba un vaso de agua medio lleno, los restos de un paquete de caramelos y un libro, que llevaba unos seis meses en el mismo lugar que lo había dejado la primera noche. La luz que había activado la notificación fue perdiendo fuerza, y poco a poco la habitación volvió a sumergirse en la oscuridad. En ese momento recordé los tiempos en que las notificaciones me impulsaban a salir de la cama, y estaba impaciente por ver las reacciones a mis publicaciones en las redes sociales. Esos tiempos habían pasado; el whatsapp, mail o like podían esperar, pero aun así tocaba levantarse.

En mi anterior trabajo nunca era de los primeros en llegar a la oficina, pero tampoco me gustaba llegar tarde; ahora que trabajaba solo, intentaba mantener la segunda parte de la premisa ya que la primera era imposible. Aunque lo que realmente me gusta de trabajar para mí, es poder disfrutar el momento del desayuno con tranquilidad. Aquella mañana si no fuese por la imagen de un café caliente y una rebanada de pan con tomate, posiblemente me hubiese quedado más tiempo bajo el chorro de agua hirviendo de la ducha.

El vapor de agua que llenaba el cuarto de baño me hizo más soportable el frio de la mañana mientras me vestía y me preparaba para salir, aun así mire con añoranza la cama desecha, después de subir la persiana y ver que aún no había amanecido del todo. El panorama tras la ventana tampoco animaba mucho. Las hojas de los árboles que rodeaban el edificio brillaban por las gotas del orvallo de la noche, y el color de las piedras del sendero del parque indicaba, claramente, que hacía poco que había llovido. Fuera debía hacer mucho frío.

Ya en el ascensor el olor a café proveniente de algunos pisos, me hizo dudar, podía desayunar en la cafetería del edificio de al lado con una triste magdalena o hacerlo cerca del despacho, para lo cual primero tendría que coger el coche y llegar. Pero los rugidos de mi estómago, pronto disiparon mis dudas, estaba claro, aquella primera mañana fría de otoño se merecía un buen desayuno.

Me gustaba aquella cafetería por su tostada de pan con tomate y aceite, era de lo mejor que había de la zona, pero además, disponía de un porche donde después de desayunar podía fumarme un cigarrillo mientras ordenaba el día, si hay un motivo por el que no me animo a dejar de fumar es por ese humo mañanero que me ayudaba a afrontar el día y sus complicaciones.

Tostada de pan con tomate en mano y pulgar en la pantalla del móvil, me dispuse a leer mis mails y demás notificaciones, un ritual que se había convertido en hábito desde hacía unos años, no ver el móvil hasta el primer mordisco del desayuno, y el orden establecido era Twitter, el blog y por último el mail, normalmente los mails eran los que de alguna forma marcaban el humor del día, en función de si eran buenas o malas noticias. Por eso los dejaba para el final con los últimos sorbos de café y el primer cigarro del día.

Los mails de la cuenta del blog suelen ser los avisos de “Me gustas” en las publicaciones, y alguna vez mails de lectores, estos son los que más me motivan y cuando me llegan son los primeros que veo. Como dije el contenido de un mail puede marcar tu humor para el resto del día, y los del blog normalmente suelen ser muy positivos, y una inyección de autoestima a primera hora del día nunca viene mal.

Sobre la M del icono dentro de un círculo rojo brillaba el número 15, la noche parecía que había ido bien, pesar de que habían pasado 8 días desde mi última publicación, seguía recibiendo me gustas y comentarios. Con el pulgar pulse el icono de la app de correo, al instante la negrilla de los encabezados no abiertos resaltó sobre el fondo blanco de la app, y entre ellos un mail con un formato diferente a los de las notificaciones de WordPress, sin duda era un mail de un lector.

Estimado Solotulosabes

He leído en sus relatos, y ciertamente me parecen interesantes, divertidos, y claro, más de uno muy excitante. No entro a valorar si se basan en experiencias propias o son únicamente producto de su fantasía, lo que sí puedo decirle es que su forma de contarlo me ha sumergido en la historia más de una vez.

Creo que es hora de presentarme, soy una mujer de 64 años y se puede decir que he tenido una vida muy activa, y sin ánimo de parecer pretenciosa, he de decir que no me ha ido mal en la vida, soy lo que definirían como una mujer de éxito. Tengo varias empresas que me generan los réditos suficientes para vivir de forma más que holgada. Pero no es esta la faceta de mi vida el motivo por el que le escribo.

Quisiera hacerle una propuesta, quizás ya haya recibido alguna similar, y no le interese, pero le agradecería que me prestase unos minutos de su tiempo.

Como le he dicho antes, he tenido una vida muy activa, incluida la sexual, pero el ser mujer y haber vivido en una época, o seguir viviendo, en que “sexo y mujer” solo podía ser sinónimo de “golfa”, me ha llevado a hacer de la discreción una de las reglas de mi vida.

Por sus escritos he llegado a la conclusión de que vivimos en la misma ciudad, incluso es posible que nos cruzásemos en alguna ocasión por alguna calle o coincidido en algún evento o local. Como también, casi con toda seguridad, me atrevo a decir que ha estado en alguno de mis establecimientos o trabajado para alguna de mis empresas. Pero no nos conocemos, tranquilo, y además es condición imprescindible que esto permanezca así. Yo no hare ningún esfuerzo por saber quién se esconde bajo su seudónimo y usted tampoco intentará descubrir quién soy.

A lo largo de mi vida he ido recopilado un diario, aunque no me gusta llamarlo así, ya que la mayoría son anotaciones sueltas, escritas en primera persona y sin una continuidad en el tiempo. En ellas describo hechos, sucesos que tienen que ver con mi vida, sobre todo las más íntimas. Sus relatos me han impulsado a desempolvar aquellos escritos, que nunca había vuelto a leer. Cuando volví a ver aquellas páginas, de algún modo, una cierta angustia se apoderó de mí, al pensar que toda esa parte oculta de mi vida nadie la conocería.

Lo maravilloso de internet, es que puedes escribir una frase de forma anónima en un foro o una red social y algún día alguien la leerá, posiblemente no le prestará mucha atención pero ahí quedará, la discreción del anonimato se mantiene pero la historia de alguna forma permanecerá viva. Y para eso me pongo en contacto con usted…”

Entre el frío y el tiempo transcurrido desde el último sorbo, intuí que el café debía estar helado, y aun me quedaba un buen trozo del mail por leer, por suerte el camarero estaba cerca y con un gesto le pedí otro. En la calle la actividad diaria se empezaba a notar, aquella era una de las calles más céntricas en la que confluían oficinas, negocios además de bloques de viviendas. Por unos minutos me quede pasmado mirando para la gente, una semana antes, las prendas de verano eran mayoritarias, hoy en cambio, solo se veían prendas de abrigo. Al mismo tiempo que el camarero servía mi café, en el establecimiento entro una señora de aproximadamente de la misma edad que mi lectora, al verla pensé si podría ser ella. Correspondía al cliché que me había ido formado a medida que avanzaba en la lectura del mail: alta, altiva y cierta elegancia natural al caminar… todos esos estereotipos que nuestra cultura visual ha ido formando en nuestra mente, aunque después nunca se corresponden a la realidad.

“… me gusta su forma de narrar y me gustaría hacerle llegar lo que he escrito a lo largo de estos años y que usted le dé forma de historia. Como le he dicho, la mayoría son notas, las cuales le ayudaran a situar temporalmente hechos y protagonistas. Además de las notas, también encontrará algunas narraciones escrita poco después de suceder los hechos, en las que intento describir un momento, un suceso o a alguien en particular.

Lo que le pido es que coja todo eso y lo relate, no será para nada un trabajo fácil pero estoy segura que podrá ser apasionante ya que conocerá secretos, momentos, historias que se han vivido en esta ciudad en los he sido espectadora privilegiada e incluso a veces protagonista.

Como he dicho no es un trabajo fácil, por lo que si acepta mi proposición recibirá una compensación económica por ello. El 10 % al recibir las primeras notas y he calculado que todo el trabajo serían aproximadamente ”

Al leer la cantidad, deje de leer y me quede mirando como la espuma del café daba vueltas sobre su superficie, Decidiendo si aquel mail iba en serio, era una broma pesada o alguien buscando atención y cariño. Nunca me había propuesto ganar dinero con el blog, lo tomaba como un simple entretenimiento, ni siquiera me consideraba algo parecido a un escritor. Busqué con la mirada a la mujer que había visto entrar en la cafetería, estaba sentada en una mesa completamente absorta en su desayuno y en el periódico abierto sobre la mesa. Al cabo de unos segundos, comprendí que aquello era una estupidez aquella no podía ser la autora del mail, además el propio mail posiblemente era una estupidez.

Si está usted de acuerdo, le ruego que conteste afirmativamente a este mail. En el momento que reciba su confirmación recibirá las instrucciones apropiadas para recibir el primera parte de mi documentación y el primer pago. No aceptaré ninguna negociación económica, no lo entienda como un síntoma de prepotencia, esto es algo personal y no estoy interesada en entrar en negociaciones ya que sé que mi oferta económica es más que generosa.

Espero noticias suyas, en todo caso ha sido un placer escribirle.

C. ”

Para añadir más misterio y épica al momento, empezó a llover a cántaros y a lo largo de toda la calle comenzó una coreografía de paraguas, desplegándose bajo el cadencioso ritmo de la lluvia que caía sobre los techos de los coches. Una ráfaga de aire hizo que notase el frío en la cara, una señal de que había llegado el momento de levantarse y refugiarme en la oficina. Lo bueno de hacerse mayor es que cada día te conoces mejor; sabía que aquel mail me estaría rodando por la cabeza todo el día.

La propuestas además de que económicamente, como señalado C., era más que interesante. Y eso era lo que más me escamaba, ¿qué interés tendría alguien en pagar por unas “memorias” que nadie iba a leer, salvo los lectores de un simple blog? Por otro lado me atraía enormemente el aire de misterio tentador de la misiva, el conocer la vida de una desconocida que ella misma te la cede a modo de legado.

A pesar del frio, seguía allí sentado releyendo el mail. Decidiendo si caer en lo que podría ser una broma absurda de alguien o una oportunidad de sumergirme en una historia que prometía ser apasionante, que de ser cierta hasta haría gratis. Por fin decidí levantarme, y mientras me acomodaba el abrigo, eché una última mirada a la mesa donde estaba sentada la mujer, cuyo físico había tomado prestado para visualizar a mi misteriosa interlocutora.

Al coger el móvil de la mesa aún no había saltado el bloqueo, y sobre la pantalla la parte final del mail destacaba la firma, una simple C acompañada de un punto. Estaba claro y como no podía ser de otra manera.

Estimada C.

Acepto su propuesta.

Solotulosabes

Fin primera parte