Tentado Por Lo Prohibido «Mi hermana Catalina se separó de su marido»
Me llamo Pedro, hace 3 años me divorcié y desde entonces me mudé a un apartamento pequeño con 2 dormitorios donde vivía sólo hasta hace unos 5 meses. Tengo 45 años, soy de buena contextura y soy atractivo para las mujeres, por lo que no me faltan las novias ni las aventuras sexuales. Dije que antes vivía sólo porque ahora no. Mi hermana Catalina se separó de su marido, y ante sus penurias económicas me solicitó que le permitiera vivir en mi apartamento mientras se estabilizaba.
Ella tiene una única hija, Emma de 18 años muy atractiva, con un cuerpo que quita el aliento como un manjar que desearía cualquiera, igual a su madre cuando era joven que le salían pretendientes por todas partes. A mi sobrina Emma la he querido siempre y tratado como una hija. Por supuesto que las acepté en mi casa porque aunque limitaba en mucho mi vida privada, estaría acompañado y comprendía que era temporal y no tuve reparo en sacrificarme.
Todo transcurría con normalidad, mi hermana trabajaba durante todo el día, mi sobrina asistía a clase y regularmente nos reuníamos durante las noches para cenar y ver televisión y alguna vez las invité a salir, al cine o algún paseo. Mi relación con ella fue siempre normal, muy cordial y como un padre para mi sobrina quien me consultaba sobre sus tareas, y como buen tío le daba dinero para que comprara alguna golosina en el colegio. Por lo general cuando yo me levantaba para ir al trabajo, ellas ya estaban listas para salir y me dejaban preparado el desayuno. Todo tranquilo y feliz como una familia, hasta que hace como un mes sucedió algo que cambió mi vida y les voy a relatar a continuación.
Para satisfacer mis necesidades sexuales, acostumbraba visitar a mi novia a su casa y una o dos veces a la semana me quedaba a dormir con ella. Pero un día me encontré con Laura, una ex novia quien ya se había casado y yo la recordaba porque ha sido una de las mujeres más ardientes con quienes he tenido sexo. A Laura la encontré de casualidad y comenzamos a hablar y recordar nuestros ardientes encuentros. Tal fue nuestro entusiasmo que decidimos aprovechar las circunstancias, y buscar un nidito de amor y así explorar si todavía manteníamos aquel libido inolvidable de años atrás. Eran como las 11am y le sugerí que fuéramos a mi casa donde no había nadie, le expliqué que mi sobrina Emma llegaría hasta las 4pm y mi hermana hasta las 5pm, así que si le parecía, tendríamos ahí nuestro nidito discreto.
Nos fuimos a mi casa y casi directo a mi habitación donde nos fundimos en besos y caricias. Laura era ahora más madura y ardiente que nunca. Parecíamos amantes sedientos desnudándonos. Descubrí que Laura estaba cada vez más bella pues su cuerpo había mejorado por sus visitas al gimnasio, pero lo mejor de ella era su apetito sexual. Ella disfrutaba de cada caricia que le hacia la disfrutaba al igual que le encantaba el sexo oral, por lo que rápidamente estábamos haciendo un 69. Gemíamos y gritábamos sin reparo creyendo que estábamos solos, pues nunca imaginé que mi sobrina, se había sentido mal y no había ido a clases, y desde temprano estaba en su habitación. Cuando me di cuenta fue muy tarde.
Posiblemente Emma nos escuchó desde que llegamos, pero no quiso incomodarme y se quedó calladita en su habitación. Yo, creyendo estar sólo, ni me preocupé por cerrar la puerta, aunque sólo estaba entreabierta. Cuando me encontraba en lo mejor haciendo el amor, en el mete y saca, con Laura encima mío cabalgándome y teniendo un orgasmo tras otro mientras se tragaba mi tremendo pene, estaba disfrutando al máximo cuando por alguna razón volví a ver hacia la puerta y me pareció ver alguien, y casi se me sale el corazón, claramente vi que era Emma, quien sabe desde cuando estaba ahí mirándonos, y con una vista perfecta de cómo perforaba con mi pene a Laura, y posiblemente vio mucho más desde antes, como cuando hicimos el sexo oral en el 69 y cómo Laura me chupaba como una experta. El asunto fue que yo no tuvimos tranquilidad al saber que no estábamos solos. Cerré la puerta, tranquilizamos nuestras expresiones y con un poco de desenfado interrumpimos nuestro encuentro luego de lograr una satisfacción a medias. Rápidamente salimos y no dije nada a Emma, ni me despedí al salir, simulando que no me había dado cuenta de que ella estaba en casa.
Cuando regresé, tanto ella como yo teníamos sentimiento de culpa. Ella me pidió disculpas diciendo que se levantó a tomar agua, y yo que no sabía donde meterme ni que explicaciones dar porque me sentía culpable. Emma me calmó diciendo que yo estaba en todo mi derecho, y que por ella, yo podría traer todas las chicas que quisiera ya que ella me prometía ser bien discreta y que ni a su madre le comentaría lo ocurrido esa tarde. El problema fue que ella cambió totalmente conmigo a partir de ese día.
Empecé a notar que Emma me miraba diferente, con ojos pícaros y hasta insinuantes. Vestía ahora más sexy en casa con shorts o minifaldas. Empecé a notar que dejaba sus tanguitas en el baño como si se olvidara. Cuando yo estaba en casa hasta salía del baño apenas cubierta por la toalla pequeña, hasta el punto que su madre debió llamarle la atención. Se sentaba de manera descuidada para ver televisión, que más de una vez pude ver su entrepierna mostrándome sus pantys y hasta alguna vez dudé que las llevara. La verdad es que yo no soy de piedra y empecé a sucumbir ante tantas insinuaciones, hasta el punto la ví como una monumental mujer y no como sobrina. Me llené de fantasías con ella, me masturbaba pensando en ella pero cuidándome de evitar a toda costa llevarlas a una realidad, muchos días después de admirar su cuerpo, sus movimientos insinuantes, o los descuidos adrede en los que pude ver sus pechos, su vello púbico y hasta llegué a verla totalmente desnuda en una ocasión que tenía la puerta abierta y mientras yo pasaba se empezó a poner las pantys lentamente mientras me miraba sonriente e insinuante.
Ese día no pude dormir, como el otro día en que se atrevió a decirme que por qué no traía a mi amiga ya que le había parecido muy excitante como hacíamos el amor, y que ella quisiera encontrar la persona idónea para entregarse pues sentía ser muy ardiente. Todo esto hacía que intensificara mis pajas a su nombre, pero me negaba a ir más allá, ni responder a sus insinuaciones y acercamientos para rozarme “accidentalmente” sus pechos o tocarme el pene. Mis erecciones eran diarias con sólo estar cerca de ella cuando me exhibía sus atributos en cualquier oportunidad y me miraba con cara de deseo. Así pasaron los días, hasta que la semana pasada sucedió algo increíble en mi vida.
El miércoles pasado llegué a casa un poco más temprano de lo acostumbrado a cambiar los zapatos nuevos que me lastimaban. Sin saber que Emma estaba en casa, fui a mi habitación y al salir escuché los gemidos inconfundibles de la excitación sexual. No pude resistirme y me asomé a la puerta semiabierta de su habitación, y el espectáculo que ví hizo saltar mi corazón como nunca había sentido. La visión más erótica que nunca imaginé, era Emma, que se encontraba totalmente desnuda en su cama masturbándose. Con una mano se acariciaba sus preciosos y parados pechos. Tan hermosos que no se comparan con los de ninguna de mis novias. Con la otra, se tocaba el clítoris y por momentos se metía un dedo. Sin ningún pudor, Emma me miró directamente, totalmente sonrojada, con una mirada de deseo y pasión que aún la tengo en la retina de mis ojos, mientras me decía “…por favor tío, ayúdame…” Ohhhh aquí no pude más, no podía creerlo y sencillamente flaquee y me dirigí directamente a su pubis y me puse a lamer como desesperado. Emma se soltó a gemir y gritar como lo hacía Laura sin ningún tapujo me decía: “…siiii tío sigue, sigue, que rico, pero que rico que siento…aaaaggghhhh, aayy tío rico, te quiero, te quiero mucho, tío quiero ser tuya…aaaghhh”.
Yo no paraba de lamer, y con mis manos acariciaba y amasaba sus pechos, que en algunos momentos subía a saborearlos. Ella se movía para todos lados como loca e intentaba arrancarme la ropa, buscando siempre como sacarme el pene que yo tenía como una piedra, o intentaba besarme la boca cuando le chupaba los pechos, ella se encontraba totalmente fuera de control. Pero
yo si mantenía el control, al menos por un rato, ya que no resistí la tentación y le estampé el beso más apasionado que nunca he dado a una mujer, mientras la dejaba que me quitara la ropa, y con mucha ansiedad tomara mi pene en sus manos y tratara de colocarse en un 69 diciéndome: “…por favor tiito, hazme igual que con tu amiga, quiero ser tuya, quiero perder mi virginidad contigo…por favor…”. Esto me enloqueció, pero, en ese momento sonó el teléfono que nos hizo volver a la realidad. No quisimos contestarlo de los mismos nervios que sentíamos, pero a la vez, nos percatamos que en cualquier momento podría ingresar su madre y nos meteríamos en un gran problema.
Emma quedó tendida en la cama suspirando, mientras yo salía de su habitación corriendo, arreglando mi ropa para luego salir a la calle a caminar y meditar sobre todo lo sucedido. Luego regresé un poco tarde, cuando ellas estaban dormidas, y debo confesar que no he parado de masturbarme ni un solo día pensando en esos momentos que viví. Con mi novia me he quedado a dormir 3 noches desde ese día en un intento por aplacar mi calentura, pero hago el amor sólo pensando en Emma. Con Emma he cambiado mi actitud. Delante de su madre nos comportamos de forma indiferente, como si nada sucediera entre nosotros, pero en cualquier oportunidad, nos miramos con insinuaciones y deseos. Nos tocamos y besamos en cuanto podemos, le he acariciado y metido el dedo en momentos furtivos, mientras ella parece entrar en trance cuando toma mi pene en sus manos, incluso me ha dado chupetones con gran nerviosismo por el temor de ser descubiertos, ya que es muy difícil quedar solos en casa. Ella se pasa rogándome que la lleve a un hotel donde podamos hacer realidad nuestro sueño de amarnos.
Hasta ahora, no me he atrevido a dar ese paso, me da temor y me gustaría escuchar opiniones de alguien que haya tenido experiencias similares. Mi mente me dice que debo evitarlo, pero mi cuerpo reacciona con sólo verla, mientras ella parece más desesperada que yo, diciéndome que quiere que sea el primero en su vida. ¿Qué hago?, creo no poder resistir y pronto estaré contando nuestro primer encuentro. Les prometo contar el desenlace en otro relato y agradeceré por ahora los consejos, principalmente de mujeres con experiencias similares con familiares.