Tequila y limón
La nada agradable sensación de tener que cruzar el atlántico se alojo en mi estomago, volar no me agrada y menos tantas horas, pero lo valía por ver a Mariana tan feliz, mi Hermana menor no lo había pasado bien durante mucho tiempo, el divorcio de mis padres no fue cosa fácil para ninguna de las dos pero para ella menos, y debo admitir que siempre fui como Hermana mayor muy sobre protectora, le llevo casi cinco años; la llegada de Ricardo a su vida fue agua refrescante, el chaval tiene todo lo que se puede querer en un tío, Guapo, simpático, hijo de familia adinerada, y encima sencillo; reconozco que si me gustaran los tíos hasta yo hubiese sentido envidia de mi Hermana.
Ricardo es mexicano, aunque tengo entendido que ha radicado fuera de su País por mucho tiempo y a España llego hace cosa de un año para concluir sus estudios y quedarse definitivamente con sus Padres quienes viven aquí desde hace varios años por los negocios de su familia, apenas hace ocho meses que Mariana lo conoció, la atracción fue inmediata y casi desde aquel momento fueron inseparables, cuando Ricardo le invito a viajar con él a México esta se puso como loca, en primera porque no se quería separar de su novio por tantas semanas, y claro que a quien no se le antoja viajar a otro País; pero mis Padres no fueron tan felices como ella, por lo que fue una pelotera con todas las armas que utilizan los hijos para obtener algo que quieren, llanto, enojo, chantaje, etc. Y en el caso de mi hermanita acudir a mí en busca de apoyo, y entre las dos continuamos con la presión hasta que Papá cedió un poco y eso basto para que mi Madre hiciera lo mismo, pero esta ultima puso como condición que yo la acompañase, ahí es donde quede atrapada en esta situación, porque tenía mis propios planes para las vacaciones; fue entonces que toda la artillería de Mariana se me fue encima y tampoco le fue tan difícil vencer mis defensas y aquí estoy, montada en un Boeing 777 rumbo a Ciudad de México.