Mi tía y mi prima se aprovecharon de mí, un chico tímido que al cual le estaba despertando su parte sexual
Cuando salí busqué a mi prima por todas partes, pero no la encontré. Estaba preocupadísimo, que pasaría cuando su madre le preguntase a ella. Mari no sabía nada de mi cuartada. Por fin la vi, salía del aseo de la gasolinera.
— ¿Javi, te ha visto mi madre?
—Tu madre me ha sorprendido cuando salía, estaba en la cocina.
—La vi entrar, pero ya no pude hacer nada para avisarte.
Le conté a mi prima todo lo ocurrido con su madre.
—Estoy segura de que sospechara algo, en fin, ya veremos que pasa. A quien realmente tengo miedo es a mi padre, espero que no le diga nada.
—Ya veremos que ocurre mañana. Si quieres llama a mi casa esta noche y me dices que ha ocurrido.
—Luego te llamo. Hasta luego.
—Hasta luego.
Mi prima y su madre me convirtieron en un hombre III
Aquella noche apenas cené, esperaba ansioso la llamada de mi prima. Por fin, sobre las diez de la noche sonó el teléfono.
—Javi, es tu prima. —Dijo mi madre.
—Vaya, no sé que querrá a estas horas. —Con el corazón en la garganta cogí el auricular del aparato. — Hola Mari. ¿Qué querías?
—Solo quiero tranquilizarte. Mi madre me ha preguntado sobre lo que hacías en mi habitación, y le he contado lo mismo que me has dicho tú.
— ¿Y no sospecha nada? —Dije en voz baja.
—Si sospecha algo lo disimula muy bien. También le he dicho que no le comenté nada cuando la vi en el patio, porque pensaba que ya te habías ido. Y que tampoco me parecía importante decirle que me habías cambiado una simple bombilla.
—Pues no sabes cuánto me alegro.
—Y yo también. Por cierto, ya no voy a seguir ayudándote a lavar coches. Me apetece estar contigo, pero es muy peligroso. Le he dicho a mis padres que mañana tengo que ir a casa de una amiga a estudiar, pronto empiezan las clases.
—Lo comprendo, ya sabes que te voy a echar mucho de menos.
—Y yo a ti, pero es mejor así, si estamos juntos no podremos evitar abrazarnos, y al final nos van a sorprender.
—Bueno, pues hasta la vista.
—Hasta la vista, pillín.
— ¿Qué quería tu prima? —La curiosidad picaba a mi madre.
—Nada importante, solo decirme que mañana no me va a poder ayudar a lavar coches.
—No sabía que te ayudaba en el trabajo.
—En realidad solo lo hizo un día, pero ya se ha cansado.
—Es normal no está acostumbrada a trabajar.
—Le pasa lo mismo que a mí. —Dije riendo.
Al día siguiente, inicié mi última semana de trabajo, solo faltaban quince días para la vuelta al instituto, quería aprovechar la última semana para repasar algunos temas y de paso mentalizarme para la rentré. Tan pronto como llegué me dirigí como de costumbre a la oficina para recibir órdenes de mis jefes. Era mi tía quien estaba en el despacho.
—Hola Javi, tienes ya dos coches aparcados en el patio trasero, puedes empezar cuando quieras. Por cierto, tu prima no te va a ayudar, digamos que se ha despedido de la empresa, no esperaba que durase tan poco. No sé que le habrá pasado.
—Vaya, pues yo tampoco me lo esperaba. —Miré hacia otro lado para disimular mi rubor.
—Cuando pueda me acercaré a verte, me apetece hablar contigo.
Estas últimas palabras me desconcertaron aún más.
—Bueno, me voy a trabajar.
Salí de allí tan rápidamente como pude, me estaba poniendo muy nervioso.
Empecé a trabajar de forma mecánica, mi cabeza seguía dando vuelta a lo que me había dicho Carmen. Miraba una y otra vez hacia la puerta que comunicaba con la gasolinera, temía verla salir por allí, pero en el fondo estaba deseando que lo hiciese para Salir de dudas. Mi tortura duró una hora, al cabo de la cual, la puerta se abrió.
Con los ojos abiertos de par en par, vi la silueta de mi tía bajo el marco de la puerta. Por un momento albergué la esperanza de que encaminase sus pasos hacia la puerta trasera de su casa, pero no fue así. Siguió caminado hacia donde yo estaba.
No he descrito aun a mi tía. Yo la veía idéntica a su hija, solo que con unos 25 años más que María. El tiempo y los problemas habían hecho algo de mella en su cara, dejándole algunas arrugas de expresión. Tenía algún kilo de más, pero sin llegar a estar gorda. Nunca había prestado atención a su físico, pero aquella mañana, a pesar de mi preocupación, reparé en lo atractiva que aún era.
—Hola Javi, ¿Cómo va la mañana?
—Bien, como todos los días.
—Pronto volverás al instituto.
—Así es ya falta poco. —Mi di cuenta enseguida de que sus preguntas eran solo para romper el hielo.
— ¿Te ha ocurrido algo con Mari? —Ese fue el primer disparo.
—No nada.
—Quiero decir, que si habéis discutido o algo así. La encuentro algo cambiada desde haces unos días. Y luego decide venir a trabajar contigo, y dura solo un día.
—Ya te digo, yo estoy tan sorprendido como tú.
—Te aconsejo que me digas la verdad, su padre esta tan preocupado como yo. Y no quiero que él también te pregunte lo mismo, ya sabes el carácter que tiene. ¿Seguro que no pasó nada más en aquella habitación, a parte de lo de la bombilla?
Me sentía acorralado, sería mejor que diese alguna explicación para justificar el comportamiento de mi prima. De lo contrario, aquello se podía complicar más aún. De repente, no lo pude evitar, como un niño me puse a llorar.
— ¿Pero que pasa, por qué lloras? —La voz de mi tía se había vuelto dulce y maternal.
—Te lo voy a contar todo, espero que luego me perdones, aunque ya no volveré por aquí.
Las lágrimas seguían recorriendo mis mejillas, pero no eran lágrimas de arrepentimiento, como debía creer mi tía, mi llanto era solo una vía de escape a la tensión acumulada durante las últimas horas.
—Venga, vamos a sentarnos dentro del coche, y me lo cuentas todo. —Su voz seguía siendo dulce y arrulladora.
—Pues pasó que Mari me pidió que le cambiase una bombilla de la habitación. Pero cuando estábamos los dos solos, la abracé e intenté besarla. Ella se enfadó mucho y me doy un tortazo, luego se fue y me quedé solo en la habitación. Desde entonces no la he vuelto a ver. Estoy muy arrepentido. —Aquel embuste me liberó de la tensión acumulada, y por fin dejé de llorar.
—Vamos a ver, lo que hiciste está mal, sobre todo tratándose de tu prima, pero es una reacción totalmente humana, no debes torturarte por ello. La situación no llegó a más, y eso es lo que importa.
—Pero Mari no me perdonará nunca.
—No creo que te guarde mucho rencor, la prueba es que no nos contó nada, ni a su padre ni a mí.
—Tengo muy poco éxito con las chicas, y eso me está volviendo loco.
—No tienes que preocuparte por eso. Son muy pocos los chicos que consiguen ligar a tu edad. Solo debes tener paciencia, vas a ser un hombre muy atractivo, al igual que tu padre.
— ¿Me ves guapo, Carmen?
—Digamos que no eres feo, pero es que aun estas formándote. No te preocupes por eso. —Y cerró la frase dándome un beso en la mejilla.
No era la primera vez que mi tía me besaba, siempre había sido muy cariñosa conmigo. Pero esta vez sentí la necesidad de devolverle el beso, y así lo hice. Aquello arrancó una sonrisa de los labios de Carmen.
— ¿Entonces, nunca has besado a una chica?
—No, aún no he encontrado ninguna que me deje besarla.
—Si no fuese muy mayor para ti, te besaría yo misma para que supieses lo que se siente.
—No eres muy mayor, además eres muy guapa. —Es pecho estaba a punto de estallarme cuando dije aquellas palabras.
—Gracias, hace tiempo que nadie me dice palabras tan bonitas.
Por primera vez descubrí que mi tía me gustaba tanto como mi prima, y ahora sentía unos deseos locos de besarla también a ella. Así que me lo jugué todo a una carta, y girándome hacia ella, acerqué mis labios a su boca. Pero en un acto reflejo, Carmen giró la cara hacia el lado opuesto. Una vez más sentí el calor en mis mejillas, volví a mi postura inicial, y me quedé mirando al frente a través del parabrisas.
—Ya la he vuelto a cagar, lo siento.
—Venga, no seas tonto, inténtalo de nuevo. —Su cara se veía radiante y feliz en ese momento, y había una inmensa ternura en su mirada.
Esta vez su boca se aferró a la mía, durante al menos un minuto nuestras lenguas mantuvieron una lucha digna de las mejores películas de esgrima. Fue Carmen quien primero separó sus labios para recuperar el aliento.
—Para ser tu primera vez, lo haces muy bien.
—Gracias, supongo que hay cosas que se aprenden por instinto.
—Puede ser. Espero que no cuentes esto a nadie, este debe ser nuestro secreto.
—No te preocupes, soy un caballero. —Dije riendo.
—Ahora debo irme, yo también tengo mucho trabajo.
— ¿Pero nos volveremos a ver? Quiero decir, para seguir contándonos cosas.
—No lo sé, tengo que pensarlo. Lo que acaba de ocurrir entre nosotros es muy fuerte, no es algo que yo haga todos los días.
Me quedé mirándola mientras se alejaba, su figura era aún muy atractiva, sus muslos y su culo, embutidos dentro del pantalón vaquero, parecían pedir ser liberados.
Si antes había comparado el cuerpo de mi prima con un capullo de rosa a punto de abrirse; ahora el de su madre me parecía el de una rosa abierta, cuando ésta alcanza su máximo esplendor, y esparce su perfume, antes de que sus pétalos se empiecen a marchitar.
Por unos minutos más seguí allí pensativo, casi meditando. ¿Qué estaba pasando? En solo unos días había pasado de no comerme una rosca a tener sexo con mi prima, y ahora la escena se repetía con mi tía, y en el mismo lugar. ¿Quién estaba moviendo los hilos de mi destino? Aquello parecía formar parte del guion de una película.
Huelga decir que mi siguiente paso fue ir de nuevo al baño a masturbarme, esta vez con la imagen de las dos mujeres en mi cabeza. Luego reparé en que tenía que hablar urgentemente con mi prima, y prevenirla sobre la conversación que había tenido con su madre. Durante el resto de la mañana estuve atento por si la veía aparecer. Hasta que, por fin, cuando era ya casi la hora de irme a comer, la vi entrar por la puerta trasera del patio.
—Hola Javi, he entrado por el patio porque tenía ganas de volverte a ver.
—Yo también tenía muchas ganas de verte. Además, tengo que prevenirte de que tu madre ha estado aquí hablando conmigo. —Vi como su cuerpo se tensaba.
— ¿Y que te ha dicho?
—Quería averiguar porqué has dejado el trabajo, y que pasó realmente el día que estuve en tu habitación.
—Sabía que sospechaba algo.
—He tenido que contarle parte de la verdad para salir del paso.
— ¿Le has contado lo nuestro? ¿Estás loco? —Estaba enfurecida.
—No, no te preocupes, solo le he contado que intenté besarte cuando estábamos a solas en la habitación. Y que te enfadaste conmigo, por eso habías dejado el trabajo.
— ¿Se habrá enfurecido contigo?
—Al principio si, pero luego me he puesto a llorar, entonces ha sentido pena y me ha consolado.
— ¿Consolado?
—Bueno, me ha dado un beso en la cara y me ha pedido que nunca más intente algo así. Supongo que ahora hablará contigo, y tal vez te pida que me perdones.
—Si ella supiese que ya te perdoné… —Se le escapo una risita nerviosa.
—Por cierto, ¿Cuándo volveremos a estar juntos?
—No lo sé Javi, después de lo ocurrido tendremos que intentar vernos fuera de aquí. Ya pensaré algo, cuando vuelvan a empezar las clases. Además, he empezado a salir con un chico, aunque no es nada serio, solo es un amigo.
Una ola de rabia recorrió mi pecho, me di cuenta de que estaba enfadado y celoso.
—Entonces, puedo decir adiós a lo nuestro, supongo que pronto te olvidaras de todo.
—No seas tonto, si me echo novio, tú también puedes salir beneficiado.
—Creo que sé por dónde vas, pero no sabes lo duro que se me hace aceptar que puedas ser de otro.
—No se puede tener todo en la vida, Javi, lo siento. —Y de forma fugaz sus labios besaron mi cara.
La observé alejarse hacia su casa, al igual que lo había hecho con su madre. Caí en la cuenta de lo mucho que deseaba aquellos dos cuerpos.
Durante los tres días siguientes, apenas vi a mi prima, pasaba el día fuera, supongo que, con sus amigas, y tal vez también con su nuevo amigo. En cuanto a mi tía Carmen, supongo que estaba arrepentida de lo ocurrido entre nosotros, se mostraba esquiva, hablando solo conmigo cuando el trabajo así lo exigía.
Pronto llegó el viernes mi penúltimo día de trabajo, pues había decidido terminar al día siguiente. Mi rutina no había cambiado, lavar y limpiar el interior de los coches. Y en ello estaba aquella tarde cuando vi que mi tía venia hacia mí. Temí lo peor cuando vi su cara roja y sus ojos llenos de ira. Sin mediar palabra, abrió la puerta del coche que yo estaba limpiando, y se sentó en el lado del copiloto. Lo siguiente que oí fue el golpe seco que dio al cerrar la puerta.
No me atreví a acercarme a ella, desde el otro lado del coche le pregunté a través de la ventanilla.
— ¿Qué es lo que pasa ahora? —Vi que había lágrimas en sus ojos.
—Pasa y siéntate, necesito hablar con alguien.
— ¿Pasa algo con Mari, ha sido por mí culpa?
—Es un hijo de puta, me cago en la madre que lo pario.
—Pero que ocurre, Carmen, explícate por favor.
—Es tu tío, he descubierto que me engaña con otra.
—Pero veamos, ¿éstas segura de ello?
—Por desgracia, si lo estoy, he descubierto unas cartas escondidas dentro del archivador del despacho.
— ¿Y que vas a hacer ahora?
—No lo sé, aun no le he dicho nada, no tengo ganas de verlo. Tampoco quiero que se entere Mari, no quiero hacerla sufrir.
— ¿Entonces no has pensado en sepárate?
—No es tan sencillo, no sé si tendría valor para enfrentarme al escándalo y a las habladurías de la gente. (*1975)
— ¿Pero tú no sospechabas nada?
—Hace tiempo que no me presta atención, digamos que apenas tenemos relaciones en la cama, bueno ya me entiendes.
—Pues no lo comprendo, porque sigues siendo muy guapa, no concibo que te pueda engañar con otra.
—Todo termina apagándose, Javi, la pasión no dura para siempre. —De nuevo las lágrimas recorrían sus mejillas.
No lo pude evitar, me giré hacia ella y la estreché entre mis brazos. No opuso resistencia. Tampoco cuando mis labios recorrieron su cara sorbiendo las lágrimas que la cubrían, el sabor de la sal llenó mi boca. Puedo jurar que mi gesto no fue un ruin intento de aprovecharme de la situación. Lo único que sentía en ese momento era afecto y compasión por aquella mujer abatida, destrozada.
De pronto sentí como sus labios buscaban los míos, de nuevo nuestras bocas volvían a unirse, pero este beso no se parecía en nada el de días atrás, había rabia en él. Lo que parecía un beso apasionado era toda una venganza hacia su marido. Esta vez era ella quien no me permitía despegar mi boca de la suya. No lo pude evitar, esta vez tuve una erección, de nuevo mi polla me dolía dentro del ajustado pantalón. Sin pensarlo mi mano busco uno de sus pechos, lo acaricié por encima de su camiseta y el sujetador. Instintivamente, comparé aquellos pechos con los de mi prima, eran el doble de grandes, pero sin duda eran como los que María tendría dentro de unos años.
—Javi. —Dijo cuando separamos nuestros labios.
—Dime.
— ¿Quieres acostarte conmigo? —Su voz era firme, seca.
—Pero… ¿Te estas riendo de mí? —No sabía que pensar, todo era confusión en mi cabeza.
—Pocas veces he hablado tan en serio, puede que luego me arrepienta de ello, pero ahora necesito hacerlo. Necesito vengarme de ese cabrón.
—Entonces solo se trata de una venganza, no te atraigo lo más mínimo. A pesar de ello no puedo negarme, me gustas mucho, y nunca he estado con una mujer. —mentí en parte
—Tal vez también me apetezca sentir la fuerza del cuerpo de un hombre joven, yo también necesito calmar mí sed. Pero tampoco estoy dispuesta a salir a la calle a follar con el primer tío que encuentre. Además, desde hace unos días he dejado de verte como a un niño.
— ¿Pero cuando quieres hacerlo, y dónde? Sigo pensando que esto es una broma, no me lo termino de creer.
—Pues créetelo, voy a ducharme, te espero dentro de veinte minutos en mi casa, no falles, no des lugar a que me lo piense, y me venga abajo.
“Veinte minutos” Aquellas dos palabras seguían resonando en mi cabeza. Hace solo unos días era solo un mocoso sin ninguna experiencia con las mujeres. Y ahora estaba solo a unos minutos de hacer el amor con una mujer de verdad. ¿Pero sabría estar a la altura? ¿Sería capaz de darle lo que ella necesitaba? ¿Y si me corría incluso antes de metérsela, o bien ocurría todo lo contrario?
Un montón de dudas tontas estaban asaltando mi cabeza, y en ello estaba cuando me di cuenta de que ya había pasado el tiempo impuesto por Carmen para estar preparada. Nervioso, pero empujado por la fuerza del deseo, me dirigí hacia la casa.
Empujé la puerta y entré despacio, no veía a mi tía por ninguna parte.
— ¿Carmen? —La llamé intentando no gritar demasiado.
—Estoy aquí. —Respondió, a la vez que salía del dormitorio matrimonial. Su cuerpo iba envuelto en una bata de seda azul, bajo la cual se adivinaba su desnudez. — Pasa al baño y lávate si lo necesitas, te espero en la habitación.
— ¿Puedo darme una ducha?
—Como quieras, pero date prisa.
Obedecí, ya me había duchado la noche anterior, pero los días eran aún muy calurosos, y además los nervios me estaban haciendo sudar. Cuando terminé me asalto una duda, no sabía si vestirme, o dirigirme en calzoncillos a la habitación. El pudor y la prudencia me hicieron optar por lo primero.
Cuando entré en el cuarto encontré a mi tía sentada en el borde de la cama, parecía pensativa, y la expresión de su cara no era muy alegre.
—Pasa Javi, y desnúdate, voy a cerrar la puerta. —Y corrió el pequeño pasador que tenía la puerta.
Me desnudé por completo, y al igual que hice en la habitación de mi prima, escondí la ropa bajo la cama.
—Vaya, parece que tienes experiencia en visitar dormitorios ajenos. —Dijo Carmen al verme.
—Ha sido por instinto, parece que así me siento más seguro, ya sé que es una tontería.
—Ven aquí y abrázame, no tenemos mucho tiempo. — Y dejó caer la bata a sus pies, dejando al descubierto toda su piel.
Una vez más, no pude evitar comparar aquel cuerpo con el de su hija. Carmen no tenía nada que envidiar a maría, incluso su pequeño sobrepeso le añadía cierto atractivo. Sus tetas grandes y ligeramente caídas, el pequeño montículo de su vientre. Su coño escondido dentro de unos grandes labios, pedía ser abierto y explorado. Era un cuerpo que invitaba a estar sobre él y dentro de él.
Obedecí, y mis brazos rodearon su cintura, un suspiro escapo de su boca cuando sintió mi polla dura sobre su vientre.
—Vamos a la cama. —Me dijo en voz baja.
— ¿Y si viene alguien? —No pude evitar hacer aquella pregunta.
—No te preocupes, tu tío está solo en la gasolinera, es imposible que pueda despegarse de allí. Y siempre queda el recurso de que te escondas bajo la cama.
Aunque en el fondo me gustaría que viniese, que me viese retozando con un hombre joven, poniéndole los cuernos con su propio sobrino. —De nuevo me pareció ver lágrimas en sus ojos.
Yo sin embargo sentí pánico ante aquella idea, el carácter de mi tío Carlos no era precisamente amable.
Sin pensarlo más me tendí al lado de Carmen, para acto seguido ponerme sobre ella. Mis manos fueron directamente a acariciar sus pechos, mientras mi boca se volvía a soldar a la suya, luego mis labios pasaron a besar sus senos, sentí como su respiración se agitaba, y algunos gemidos escapaban de su boca.
—Así, Javi, sigue así, chúpame los pezones, me encanta. —Hablaba en voz baja, era una voz suave a la vez que ardiente.
Alargué una de mis maños y busqué sus muslos, estos se separaron inmediatamente. Sentí el calor y la humedad en mi mano, cuando esta llegó a su vulva. Metí dos de mis dedos dentro de su vagina, mi primera vagina, el interior de aquella cueva quemaba. Luego siguiendo las instrucciones que me dio mi prima, mi dedo buscó su clítoris y lo presioné a la vez que lo iba masajeando. Una mezcla de gemidos y suspiros, escaparon de su boca. Sin previo aviso, metí mi cabeza entre sus piernas, metiendo mis labios y mi lengua dentro de aquel coño, enorme, comparado con el de su hija.
Mi tía intentaba controlarse para no gritar, de su boca volvía a escapar todo tipo de sonidos ahogados Y algunas palabras casi ininteligibles.
—No es posible, no es posible, me has engañado, tú has estado con otras mujeres antes.
No respondí, no quería separar mi boca de su coño.
—Para, Javi, déjalo ya, estoy a punto de córreme, y no quiero hacerlo todavía.
Entonces me dispuse a probar lo que más ansiaba, meter mi polla dentro de aquel coño. Pero Carmen me interrumpió.
—Espera, ponte bocarriba, me apetece chupártela un poco.
Obedecí encantado.
—Tienes un buen rabo, no está nada mal para tu edad, y supongo que aún tiene que crecer algo más.
Aquellas palabras me llenaron de orgullo.
Por segunda vez mi polla estaba dentro de una boca de mujer.
Se podía apreciar claramente la experiencia de mi tía a la hora de comerme la polla. Aunque en aquella época eran muy pocas las mujeres que le hacían eso a un hombre, y menos aún, las que hablaban de ello. Muy pronto le tuve que pedir que parase, aquello era demasiado bueno para poder aguantar más.
Ahora fue mi tía, quien abriéndose de piernas me invito a que me pusiese entre ella.
—Venga, métemela ya, estoy deseando. ¿Es tu primera vez, o me estas engañando?
—Te juro que es la primera vez que hago esto.
Agarró mi polla con su mano y se la colocó en la entrada de la vagina.
—Vamos empuja sin miedo.
Y mi polla penetró sin esfuerzo dentro del coño de aquella mujer, de mi propia tía. Mientras ella se acomodaba para que entrase al máximo.
—Ya está toda dentro, vamos, venga muévete, hazme gozar, dale fuerte.
Aquello era maravilloso, era aún mejor de lo que había imaginado. Empujé una y otra vez, gozando dentro de aquel coño, sintiendo su calor en mí polla, y sintiendo lo acogedor de la aquella pelvis cada vez que se la metía hasta el fondo. Me tendí totalmente sobre ella, quería sentir todo su cuerpo bajo al mío.
—Gracias Carmen, gracias, no te imaginas lo que estás haciendo por mí. —Su boca buscó la mía, tal vez para obligarme a guardar silencio.
Pero pronto, mi inexperiencia unida a la excitación, hicieron sobrevenir lo inevitable.
—Me corro, me corro Cariño, ya no aguanto más.
—Espera Javi, aguanta un poco más estoy a punto yo también.
Entonces dejé de moverme en un intento desesperado por evitar la eyaculación, pero ya era tarde. Sentí como a pesar de ello los chorros de leche salían de mi polla, inundando la vagina de mi tía.
—Lo siento, no he podido aguantar más.
—No te preocupes, lo puedo solucionar.
Me aparté, y entonces sus dedos buscaron su clítoris, Se masturbó rápido y con mucha fuerza, unos instantes más tarde, entre convulsiones y gemidos, paró, y cayó rendida hacia atrás. Su vagina regurgitaba ahora parte de mi semen, manchando con ello la sabana, pero ella no hacía nada por evitarlo.
—Ya está, ya me he corrido yo también. ¿Dime, te ha gustado lo que hemos hecho?
—Es lo mejor que me ha pasado en mi vida. Pero me he corrido dentro de ti. ¿Te da igual?
—No te preocupes no puedo tener hijos desde que tuve a tu prima. En cuanto a ti, se me ha antojado que sabias demasiado para ser tu primera vez.
—Solo sabía lo que me dicen los chicos mayores que yo.
—Ya, claro, debe ser eso. Vamos, vístete y sal tú primero, yo aún tengo que ir a lavarme el chocho y cambiar las sabanas.
Así lo hice, pero cuando abrí la puerta que daba al patio, vi a mi prima venir hacia la casa.
—Hola Javi. ¿De dónde vienes?
—He ido al frigorífico a beber agua fresca. —Mi prima me miró extrañada, sabía que yo siempre bebía agua en la tienda de la gasolinera, y nunca me tomaba la libertad de entrar en la casa sin permiso.
—Bien, pues yo voy a ver que encuentro para merendar, me tengo que volver a ir enseguida.
— ¿Vas a ver a tu novio?
—No tengo novio, es solo un amigo. —De nuevo sentí rabia al pensar en aquel intruso tocando y besando a mi prima.
—Vale, yo voy a seguir con mi trabajo.
Pronto empezarían las clases, pero el chico que iba a volver al instituto era ahora muy distinto al que salió de allí unos meses antes. Pero aún le quedaba mucho por descubrir.
¿Qué pasará ahora? Tal vez escriba la cuarta y última parte, todo depende de vosotros. Espero por ello vuestras opiniones.
En Todorelatos, en mi correo, y en mi blog: tonirelatos.blogspot.com
(*1975) En aquella época, y por extraño que parezca hoy día, eran muchas las mujeres que preferían aguantar el maltrato psicológico, e incluso físico de su marido, y por supuesto también los cuernos. Todo ello antes que enfrentarse al rechazo social que suponía la separación.