Todas las experiencias que les iré contando en cada relato, son totalmente verdaderas. Solo, por motivos de seguridad, mantendré en el anonimato nombres y lugares
Hola a todos, con este título, pretendo darles un recorrido por mis experiencias más íntimas alcanzadas con cada una de mis parejas. Todas las experiencias que les iré contando en cada relato, son totalmente verdaderas. Solo, por motivos de seguridad, mantendré en el anonimato nombres y lugares.
Mi intención, a la hora de realizar estos relatos, es ver si ustedes pueden calentarse al igual que yo cuando recuerdo todos los momentos morbosos por los que he pasado con cada una de mis parejas (cuando hablo de parejas, me refiero a novias formales). Así como, en ciertos casos, interactuar con ustedes, recibir consejos o comentarios. De más está decir que los consejos y comentarios que reciba, deberán estar de acorde a lo que yo ya decidí hacer, en pocas palabras, no quiero que me vengan con moralismos después de leer mis relatos.
Bueno por ser la primera vez que me siento a escribir acerca de mi vida íntima, tratare de presentarme de forma sincera y no como se describen en la mayoría de los relatos, donde siempre se colocan medidas difíciles de creer, como por ejemplo penes de 25 cms, o senos naturales enormes con el abdomen más flaco del universo.
Soy un joven que actualmente está cercano a los 30 años de edad, que a lo largo de su vida sentimental, ha desarrollado intereses por el voyerismo, cuckold y tríos (probablemente muchas otras cosas más, pero siento que estás son las principales), iniciándome en este mundo desde los 18 años, cuando aún salía con mi segunda novia que para el caso de este relato y próximos relatos llamaremos Mary.
Vivo en Venezuela, y conocí a Mary en una fiesta a la que asistí en el año 2007, ella, al igual que yo, era una chica de 18 años de edad, de contextura un poco gruesa, sin llegar a ser gorda, un tono de piel blanco, un pelo liso castaño, unos senos naturales, que para ese momento me parecían enormes, y un modesto trasero. Pero lo que verdaderamente me enamoró a primera vista, fueron sus ojos color azul.
Puedo recordar que, en esa fiesta, yo muerto de la pena hice hasta lo imposible con el fin de quitarle su número, desde bailar (que no es mi fuerte), hasta dármela de fotógrafo profesional. Pero lo importante es que pude cumplir mi cometido y esa noche pude llevarme conmigo su número.
Lo que sucedió después no es nada fuera de lo común, empezamos a escribirnos, yo le insistía en vernos y ella se rehusaba (asumo que se hacía la dura), pero después de intentarlo una y otra vez por más de 1 mes, logré convencerla de ir por un helado. Ese día salimos y por segunda vez en mi vida, sentí que hubo ese “click” de que las cosas entre nosotros se iban a seguir dando. Y así fue, salida tras salida nos fuimos viendo, ella conoció a mi familia y yo a la suya, nuestros amigos etc…
Para cuando nos habíamos dado cuenta ya estábamos en mi cuarto, tirados en la cama, besándonos y metiéndonos manos, jurándonos eternidad y un futuro maravilloso juntos. Y entre tantas ilusiones y lujuria, le propongo que tengamos relaciones por primera vez, ella con cara de pánico y tartamudeando acepta, pero no sin antes decirme que era la primera vez que lo hacía, que por favor tuviera cuidado, ya que no quería un mal recuerdo de esta primera vez. Yo no tuve ninguna objeción y procedí dentro de la tranquilidad del desesperado a hacerle el amor.
Fui muy lento, cometiendo aquellos errores típicos de una primera vez, “por ahí no es”, ¿ya entró?, ¿te duele?… Hasta que pude sentir, que después de estar casi por completo dentro de ella y hacer un poco de presión, como que si algo que me retenía por fin decidió dejarme pasar y poder estar por completo dentro de ella.
Lo que ocurrió después, ya dejo de ser romántico, sabanas manchadas, salir corriendo a comprar la “pastilla del día después”, cita con el ginecólogo y comprar una gran variedad de preservativos que ayudarían a la tranquilidad de mi pareja en esos primeros días.
De esta forma fue transcurriendo nuestro tiempo junto, nos veíamos casi todos los días de la semana, y también teníamos relaciones casi todos los días. Sus padres que eran bastante estrictos, trataban de evitar nuestros encuentros, o por lo menos que no se produjeran fuera de su casa, pero como ambos íbamos a la universidad en la mañana, en las tardes bajo la excusa de que salíamos tarde de clases, nos pasábamos unas cuantas horas en mi cuarto, teniendo relaciones, viendo películas o simplemente durmiendo.
A los 3 o 4 meses de esta rutina, y sin ninguna explicación lógica me empecé a aburrir de hacer lo mismo día tras día. Incluso físicamente me dejó de llamar la atención como antes. Esto empezó a traer dificultades entre nosotros, la cuales solo se resolvían, cuando ella bajaba la cabeza y me pedía con los ojos aguados que por favor no la dejara.
En este momento, siento que debo hacer una gran aclaratoria y agradecer a quien sigue leyendo, ya que me he extendido mucho en detalles, que no creo que sean del interés del o los lectores. Pero ya que mis intenciones son subir una serie de relatos por cada una de mis experiencias que he vivido con cada una de mis parejas, me pareció correcto hacerlo para que se ubicaran un poco en mi forma de ver y vivir las cosas. Esto no quiere decir que, en todos los futuros relatos, me extenderé tanto para llegar a la parte “picante”. Solo será algo que reservare para cada vez que haya terminado de contar mis experiencias con una pareja y pase al próximo noviazgo, ya que ellas son el epicentro de todas las locuras que he hecho.
Continúo…
Ya que anteriormente les comente que nos las pasábamos en mi casa, específicamente en mi cuarto, es justo explicarle por encima como era mi cuarto de aquella época, o por lo menos decirles que no era muy grande, con dos camas individuales ya que para aquel entonces lo compartía con un primo, que es menor por unos 2 años. Mi cama era la más cercana a la puerta del cuarto, así que para salir o entrar, obligatoriamente había que pasar por el frente de mi cama.
Un día por la tarde, mi novia y yo después de haber tenido nuestro sexo rutinario de la tarde, nos quedamos dormidos totalmente desnudos, abrazados y arropados. Cuando de pronto siento que sin previo aviso mi primo entra a mi cuarto para acostarse en su cama y ponerse a ver tv. Esto en su momento me molesto, ya que ni siquiera se le ha debido ocurrir entrar en la habitación sabiendo que yo estaba ahí con mi novia. Mary no tardó en despertarse y con los nervios de una niña inmadura, empezó a colocarse la ropa “disimuladamente” por debajo de las sabanas. En ese momento, se me ocurrió aprovecharme de sus nervios para juguetear con ella, bajarle un poco la sabana o meterle mano mientras que le decía al oído, ¡qué te pasa!, ¿estás nerviosa? ¡Ves que eres una niñita inmadura!”, ella en cambio me devolvía un pellizco o un golpe por debajo de las sabanas. Y fue durante ese jueguito que Mary hizo algo que cambiaría mi vida para siempre, en un acto retador de mi parte, le deje al descubierto uno de sus grandes senos tirando de la sabana y ella en actitud sumisa, o en forma de demostrarme que no era ninguna niñita, se hizo la desentendida y lo dejo por completo a la vista de mi primo, quien no tardo mucho en empezar a mirar de reojo lo que pasaba del otro lado del cuarto.
Creo que esa fue una de las primeras vece que tuve una erección en menos de 1 segundo. Me había enloquecido tanto esa situación, que aproveche la sumisión de mi novia, para volver a bajarle las pantys, y en una posición “de ladito”, empezar a penetrarla de forma inmediata y sin tener resistencia de su parte, mientras que con una mano jugaba con su seno descubierto, con la otra aprovechaba para ir bajando cada vez más las sabanas. A todas estas mi primo sin saber que pasaba, disimuladamente nos veía haciéndose el desentendido. Desde su lado se podía ver claramente, primero a mi novia con un seno por fuera de la cobija, y después a mi detrás de ella con un movimiento pélvico descarado y besándola por el cuello. Poco a poco la excitación fue creciendo, y empecé a bajar más y más la cobija, hasta un punto en el que quedamos totalmente desnudos, ni siquiera nuestras piernas estaban tapadas, para ese momento, hacía esfuerzos sobre humanos para no venirme y poder darle largas a esa nueva situación morbosa que había descubierto.
A medida que lo íbamos haciendo, yo estaba más interesado en ser más evidente, así que al oído le empecé a exigir a mi novia que gimiera en voz alta, eso más los sonidos de las embestidas que le daba, hacían de ese momento, una película porno para mi primo. Y así fue, poco a poco Mary fue levantando la voz en sus gemidos, mientras que yo le tocaba los senos y en voz considerablemente alta le preguntaba “¿te gusta?” “¡Que rico hacértelo, putica!”, hasta que de pronto, mi primo se levantó de la cama, y empezó a caminar hacia nosotros. En ese momento los dos nos quedamos fríos, no sabíamos que hacer, no quedamos quieto, evitando el contacto visual con mi primo, la imagen para ese momento era bastante rara, mi novia y yo acotados en mi cama, totalmente desnudos, yo dentro de ella y con un seno en una de mis manos, ambos con cara de excitación, y mi primo caminando hacia nosotros, viendo descaradamente sus senos y su vagina, que me recuerdo claramente, debía tener 5 días sin rasurar. Cada paso que lo acercaba a nosotros, parecía una eternidad, yo no sabía si enfrentarlo o quedarme quieto y hacerme el desentendido, hasta que caí en cuenta que sus intenciones eran salir del cuarto.
En ese momento, que era una mezcla ente excitación y nervios, apenas mi primo coloco un pie fuera del cuarto me corrí dentro de mi novia, de una forma jamás experimentada en toda mi vida sexual para ese momento, me pareció un orgasmo larguísimo, mientas que Mary solo temblaba por los orgasmos que esa situación también le había provocado a ella.
Bueno, hasta acá llego esta primera experiencia exhibicionista, espero que haya sido de su agrado y más adelante, relato a relato, les iré contando todas mis experiencias, así como también les prometo que iré mejorando mi redacción y forma de escribir.
Sin más nada que decirles, solo les puedo dar la bienvenida a esta serie de relatos reales, que titularé: “Del Amor a La Locura”