Todo ocurrió una noche de verano en Ibiza, disfrute de estar con dos mujeres. Fue una completa locura que jamás voy a olvidar

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Un verano en Ibiza

Primera Parte: ¿Por qué?

Fue hace muchos años y ahora estoy de humor para contar lo ocurrido ese verano que quedará en mi memoria como el verano de mi vida. Evidentemente los nombres y lugares que menciono están todos alterados así que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, lo único real es que ocurrió en Ibiza.

Yo estaba casado con Ana pero no puedo decir que felizmente, mi mujer tenía por costumbre engañarme con frecuencia, tenía sus amantes con los que a veces estaba una sola noche y a veces varios meses. Cuando terminaba con uno, bien sea por aburrimiento o porque la mujer de su amante les pillaba, no pasaba mucho tiempo antes de liarse con otro. Yo a veces la pillaba y a veces no, cuando la pillaba teníamos una bronca monumental pero por alguna razón no nos separamos. Aunque no lo creáis eso no era lo peor, lo verdaderamente insoportable eran sus constantes desprecios y humillaciones en el trato del día a día ya que era incapaz de dirigirme la palabra sin menospreciarme. ¿Por qué la aguantaba?, tal vez por mis dos hijos, tal vez porque la quería pero creo que la respuesta es tan fácil como porque era tonto.

En aquellos días había una empresa en Ibiza que me había llamado varias veces para irme a trabajar con ellos, el salario era casi el doble del que ganaba en mi actual empresa pero no me terminaba de decidir, básicamente por no estar solo en Ibiza y no ver a mis hijos, aunque comprendía que aquella oferta no sería eterna. No solo tendría casi el doble de salario sino que además me darían un pequeño piso para mí con todos los gastos (luz, agua, teléfono, etc) gratis, por lo que cada día me lo plantaba más.

Un día recibí un mensaje vía facebook de Teresa. Teresa era una vieja novia con la que no había tenido ningún contacto desde que me había casado. Teresa estaba en Barcelona y me pidió con mucha insistencia que fuese a verla, que tenía que hablar conmigo, que era muy urgente. Tanto me insistió que accedí a ir, no me fue complicado excusarme con Ana porque por mi trabajo viajaba constantemente, hasta me llevó al aeropuerto. En aquellos días estábamos bien entendiéndose por estar bien follar dos veces al mes y decirnos buenos días por la mañana.

Al llegar a Barcelona Teresa me buscó al aeropuerto, llevaba un vestido muy escotado y ajustado con unos tacones rojos de infarto. Hacía años que no la veía pero estaba seguro de que se había operado las tetas porque las tenía enormes y con ese escote casi tuve una erección de solo verla. Me saludó muy cortésmente con besos en las mejillas y luego paseamos por la ciudad. Me contó su situación, estaba casada pero los dos se habían quedado sin trabajo y se había agotado el paro. A su marido le habían llenado la cabeza de ideas de irse a Argentina que supuestamente conseguirían trabajo de inmediato y bien pagado. Ella se negó a irse y su marido se gastó sus últimos ahorros en el pasaje y la había abandonado, ya no tenía dinero y solo le quedaba el piso con el alquiler pagado hasta final de mes, luego ya no tendría a dónde ir. Me suplicó que la ayudase y le dije que le podría encontrar trabajo de camarera en Ibiza. A las camareras les dan alojamiento y las tres comidas. Además en aquellos días era normal que las camareras trabajasen todos los días de la temporada sin librar por lo que al final de la temporada regresaban a casa con una buena pasta. La temporada estaba a punto de empezar por lo que sería sencillo. La idea le encantó y casi lloró, le dije que no pasaba nada, que no era ningún favor. Luego salimos a por copas por los bares del centro, al final de la noche fuimos a su piso, no estaba muy claro qué iba a pasar, yo no quería forzar la situación y pensaba decirle que dormiría en el sofá o algo así pero nada más lejos de la realidad. Cuando nos acercábamos a su piso me besó con locura y con lengua y me dijo al oído: Ya verás cómo te doy las gracias.

Al llegar a su piso me llevó directamente a la cama y ella me desvistió del todo. Luego me hizo sentarme en la cama y ella se arrodilló en el suelo. Empezó a hacerme una mamada de locura, nunca nadie me había mamado así, yo estaba en el cielo. Ella me mamaba, luego pasaba a los huevos que también chupada, regresaba a la polla, era una maestra de las felaciones, sin duda la mejor que me habían hecho. Me dijo: avísame cuando vayas a terminar. Yo pensé que era precisamente para no tragar el semen pero era todo lo contrario, cuando ya estaba a punto le avisé y ella puso su cara delante de mi polla, abrió la boca, cerró los ojos y empezó a masturbarme con fuerza. El chorro de leche le llenó la cara, la boca, el vestido, el escote, las tetas, todo, tuve una eyaculación potente tanto en cantidad como en fuerza con la que salía el semen de mi. Yo esto lo había visto en las pelis porno pero nunca ninguna mujer me lo había hecho. Es algo muy difícil de describir pero te sientes totalmente satisfecho. Cuando ya no parecía salir más leche empezó a mamarme de nuevo como para aprovechar hasta la última gota.

Yo me acosté en la cama, estaba en el cielo, como no lo había estado en años. Ella se fue a lavar y luego se desnudó toda excepto los preciosos tacones rojos. Se había depilado casi completa, solo se había dejado una fina línea del ancho de un dedo que la hacía parecer una diosa.

Así desnuda se acostó a mi lado y me dijo descansa un poco. Pasó no sé qué tiempo y empezó a jugar con los pelos de mi pecho, luego a acariciarme, primero suave, luego mas fuerte hasta que tuve otra erección, entonces me dijo al oído: ¡fóllame!. Yo me puse encima y la penetré con fuerza, me puse de rodillas y con los brazos le cogí las piernas para que estuviese a mi altura. Sus piernas quedaron al aire y con aquellos tacones rojos se veía realmente provocativa, me estaba volviendo loco, le follaba con fuerza y ella gritaba: ¡fóllame papi!, ¡folla a tu puta!. Era algo obsesivo pero no podía parar, era como si estuviese poseído por algún demonio que me obligaba a darle con fuerza y ya había perdido el control de mi mismo, no podía pensar, solo podía follar y disfrutar de aquella mujer que me estaba satisfaciendo como ninguna mujer lo había hecho en años. ¡Folla a tu puta!, ¡Soy tu puta!, repetía una y otra vez hasta que tuve otro orgasmo de locura mientras ella seguía gritando. Luego no pude más, la solté y me acosté a su lado. Ella me abrazó, me besó y me dijo: gracias papi por un polvo tan rico, me ha encantado ser tu puta. Luego nos lavamos un poco y nos acostamos desnudos abrazados.

Entonces me dijo: papi, ¿tú vendrás conmigo a Ibiza?, quiero pasar esta temporada contigo, ¿vienes conmigo?.

En ese momento toda la rabia contenida, todos los líos, todas las humillaciones que había tenido que soportar tantos años salieron a la luz, todo lo que había reprimido ya no lo pude reprimir más, no quería reprimirlo más, no iba a reprimirlo más y tomé una decisión que en ese momento no sabía si era la mejor o la peor decisión de mi vida, lo único que sabía era que mi vida era una mierda y que tenía que hacer cambios, que ya no podía seguir como estaba:

– Claro que si mami, nos vamos a Ibiza.

Segunda Parte: Preparativos.

Cuando regresé Ana me buscó en el aeropuerto y ni siquiera me preguntó qué tal te ha ido, solo empezó a relatarme los líos de siempre que si quería comprar esto o aquello y que el dinero que le daba no le bastaba, que le tenía que dar más, que no podía ser, blablablá y blablablá. Entonces se me ocurrió una idea genial:

– Podría aceptar la oferta de Ibiza, ganaría casi el doble

– ¿Y por qué no lo has hecho?, ¿A qué esperas?

– Es que no quiero dejaos solos a ti y a los niños

– Anda ya, de los niños me ocupo yo, ya estas tardando para irte.

– Entonces no te molesta que me vaya, puedo venir cada fin de semana

– No hace falta que vengas cada fin de semana, con una o dos veces al mes basta

Por dentro estaba muerto de la risa pensando lo fácil que había sido. Al día siguiente llamé a Ibiza para asegurarme que la oferta seguía en pié y efectivamente, la temporada estaba por arrancar y cuanto antes mejor. Luego preparé mi carta de renuncia y se la llevé al jefe, la leyó y la rompió:

– Tú no nos dejas.

– Entiende, me ofrecen el doble, ¿puedes igualarlo?

– No, te irás a Ibiza pero sigues con nosotros.

– ¿Cómo?

– Contratas a otra persona y tú sigues con nosotros como asesor supervisando su trabajo. Te doy una excedencia de dos años y sigues cobrando lo mismo pero como autónomo. Luego de dos años hablamos.

Joder, mejor aún, había pasado a ganar casi el triple en un solo día.

El domingo estaba preparando todo ya que me llevaba el coche y me iba en barco el cual salía esa noche. Ana estaba como si no le importase en lo más mínimo. Hablé con los niños y les expliqué que me iba por trabajo pero que no pasaba nada, nos besamos y nos abrazamos.

Cuando ya faltaba poco para irme Ana me dijo:

– Lo único que te pido es que no vengas sin avisar

¿Qué?, pensé, ¿Cómo?, la rabia me cegó pero por alguna razón me controlé y no le di una bofetada. Luego le dije:

– No pensaba hacerlo, por cierto tú tampoco puedes ir a Ibiza sin avisar.

– Ja, ja, ja, ahora me vas a hacer creer que tienes una mujer en Ibiza.

La rabia me hizo hablar sin pensar:

– Pues sí, claro que la tengo, se llama Teresa y folla mucho mejor que tú.

Ella no respondió. Yo seguí recogiendo mis cosas y llevándolas al coche ya que era una mudanza en toda regla y tuve que hacer varios viajes. Ya cuando había terminado y estaba a punto de irme Ana me dijo:

– Entonces en ese caso que sepas que cuando vengas no dormirás conmigo.

– Ni falta que me hace.

Fui a la puerta ya para marcharme y ella me detuvo:

– ¿Es en serio lo de la mujer esa?

– Si, ¿Por qué?, ¿Te importa?

– Para nada, puedes hacer lo que quieras.

– Adiós

Me marché sin más pero mientras llegaba el ascensor ella se quedó en el portal sin cerrar la puerta y sin decir nada hasta que llegó el ascensor y me fui y no le vi cerrar la puerta.

Al día siguiente llegué a Ibiza y fui directo a las oficinas de mi nuevo empleo. Me recibió el director general y el dueño. Hablamos un buen rato de las ideas y de los proyectos. Firmamos el contrato, ya habíamos acordado que sería por dos años. Me llevaron a mi oficina, me encantó, tenía unas vistas al puerto y a Dalt Vila preciosas. Me presentaron a todos y me puse a trabajar de una vez.

Al final de la tarde me dieron la dirección del que sería mi piso, me dijeron dónde estaba el casero y que él me daría las llaves. No me costó mucho encontrarlo, era un estudio pequeño pero estaba bien, no necesitaba gran cosa. Bajé mis cosas y me acomodé al que sería mi hogar los próximos dos años. Preparé la cena y después llamé a Teresa:

– Hola mami, ¿cómo estás?

– Bien papi, ¿Qué tal tu primer día de trabajo?

– Bien, todo bien, el piso es un estudio un poco pequeño pero está bien.

– No pasa nada papi, no es definitivo, pasaremos la temporada ahí y luego ya veremos

– ¿Cuándo vienes?, ya te he encontrado trabajo

– ¿Sí?, perfecto, déjame resolver unos asuntos y voy el próximo lunes, luego ya te diré los detalles del pasaje. Me muero por echarte un polvo.

– Y yo

– Besos

– Besos

Luego a dormir en lo que sería mi cama en adelante.

Tercera Parte: Esto no me lo esperaba.

Serían las dos o tres de la mañana de mi primera noche en Ibiza cuando sonó el móvil, era Ana. Estaba histérica fuera de sí llorando como nunca la había visto:

– Ana, ¿Qué ocurre?

– ¡Estás con ella!, ¡Se que estás con ella!

– No, estoy solo, pero ella vendrá en unos días.

– ¡No!, ¡No!, ¡No puedes dejarme!, ¡Te quiero!, ¡Ahora sé que te quiero!, ¡No puedo perderte!, ¡No me abandones!

La verdad es que me dolió la forma como estaba, a pesar de todo seguía siendo mi esposa y la madre de mis hijos. Lloraba como nunca la había visto llorar. Tal vez lo correcto hubiese sido mandarla a hacer puñetas pero en lugar de eso intenté calmarla.

La conversación duró casi una hora durante la cual me pidió perdón una y otra vez, que ella no sabía el daño que se le hace a alguien cuando le engañas con otro, que ella creía que simplemente se divertía sin hacerle daño a nadie pero que ahora sabía lo doloroso que es, que ahora entendía el daño que me había causado todos estos años y me juró que no lo volvería a hacer, que me sería fiel para siempre pero que volviese, que no la abandonase. Ya le expliqué que ya no podía volver, que tenía contratos firmados y que tenía que cumplir con mis compromisos, que había gente que había confiado en mí y que no les podía abandonar ahora. Ella lo entendió pero me hizo jurarle que iría todos los fines de semana, que no la abandonaría ni nos separaríamos. Le prometí que sí, que seguiríamos juntos pero que ya no podía irme de Ibiza así sin más. Logré calmarla y antes de colgar me dijo te quiero una docena de veces. Pero nada, no pasaron ni diez minutos cuando me volvió a llamar otra vez histérica, me volvió a pedir perdón y a jurarme que me sería fiel para siempre, que esos días se habían acabado. Así estuvimos hablando e intentando calmarla pero cada vez que colgaba no pasaban ni diez minutos hasta que me volvía a llamar y así hasta que amaneció y tanto ella como yo tuvimos que ir al trabajo.

Pensé, vaya lío estoy metido, y ahora ¿qué hago con Teresa?, tampoco la podía abandonar, ella también estaba en una situación límite y confiaba en mi. No sabía qué hacer así que decidí dejarlo pasar y ya veríamos como se resolverían las cosas.

Así pasó esa primera semana, casi cada día hablaba con Teresa y le confirmaba que la esperaría el lunes, que ya tenía trabajo y que todo estaba organizado. También hablaba con Ana y le prometía que ese fin de semana iría. La verdad es que nunca había estado en esta situación y no sabía muy bien cómo llevarla.

En esta empresa se trabajaba hasta los sábados, en Ibiza es normal ya que la temporada es corta y hay que aprovechar cada día, así que el sábado por la tarde cogí el vuelo a casa sin estar muy seguro de cómo me recibiría Ana.

Ana fue a buscarme al aeropuerto, joder cuando la vi, seamos sinceros, Ana tiene un cuerpo espectacular pero, al menos conmigo, nunca se arreglaba bien, siempre se vestía como una vieja, pero ese día fue con un vestido nuevo bien escotado y con la espalda totalmente al descubierto, sin sujetador que le resaltaban las tetas de una forma gloriosa. El vestido era un poco transparente y se notaba y de que forma la tanga negra que llevaba. Tacones grises a juego con el vestido. El vestido nunca se lo había visto pero no parecía nuevo, así que pensé que era un vestido que ella tenía reservado para sus amantes.

Cuando me vio me dio un beso apasionado, me cogió de la mano y me dijo:

– Le he dicho a los niños que llegaríamos tarde.

En realidad los niños ya no eran tan niños así que no pasaba nada por dejarlos solos. Cuando subimos al coche me dijo:

– Vamos a divertirnos.

Me indicó para ir al centro y me llevó a un bar que yo ni conocía pero que me gustó mucho, por su forma de actuar, de desenvolverse y de buscar sitio no era la primera vez que iba, era evidente que era uno de sus sitios favoritos y seguro que había venido con más de uno.

Ella estaba muy cariñosa y no me soltaba la mano. Luego de que el camarero nos trajese las copas empezó a decirme lo mismo que me había dicho aquella noche solo que ahora estaba calmada. En pocas palabras dijo que me entendía, que ahora sabía lo que me había hecho sufrir y que no podía culparme pero que le diese otra oportunidad, que me sería fiel para siempre y que me compensaría por todo el daño que me había causado pero que no le abandonase. Le expliqué que la quería, que era la madre de mis hijos pero que estaba en una situación que no tenía marcha atrás, que no era posible ya decir ups!, perdón!. Que si ella quería que siguiésemos juntos tendría que aceptar mi nueva situación, que viviría en Ibiza y que solo vendría los fines de semana, así que viéndola a los hijos le dije:

– ¿entiendes cuál es mi nueva situación con todas sus consecuencias?

Aunque no lo había dicho, quedaba claro que me refería a Teresa. Vi que una lágrima salió de sus ojos y me dijo:

– Prefiero aceptarlo que perderte.

Le besé apasionadamente y ella me dijo:

– Te quiero

– Yo también te quiero mami.

Nos abrazamos y nos seguimos besando. Nos terminamos la copa y salimos a otro bar. Estuvimos yendo de bar en bar donde nos tomábamos una copa y casi ni hablábamos, simplemente nos besábamos y nos cogíamos de la mano. Cuando ya se había hecho tarde le dije para ir a casa y ella me dijo algo que en aquel momento no entendí a qué se refería:

– Vamos al coche

El coche lo teníamos en un aparcamiento público pero por la hora ya casi no quedaba nadie. Cuando nos acercamos al coche y pulsé el botón ella en lugar de abrir la puerta de adelante abrió la de atrás y me cogió de la mano para que entrase con ella. Al entrar al coche se acostó en el asiento y se subió el vestido, luego se quitó la tanga que se la dejó en una pierna y se abrió de piernas completamente dejándome a la vista su sexo totalmente depilado. Esa visión era demasiado para mí, me quité los pantalones a toda prisa para penetrarla mientras ella me abrazaba y cruzaba sus piernas a mi alrededor. Le daba con todos mis fuerzas mientras ella decía ¡dale papi!, ¡dale!. Era increíble ver cómo controlaba ella la situación, yo nunca había echado un polvo en un lugar público pero ella actuaba como si fuese algo completamente normal y que lo había hecho muchas veces, no se cortaba en nada y se veía como se sentía muy cómoda haciéndolo. Luego pensé que si se portaba como si hubiese echado cientos de polvos en aparcamientos es porque seguramente era así, que era una veterana en estas situaciones. No tardé mucho en terminar. Luego nos besamos profundamente pero ella no me soltaba. Mientras aún la tenía penetrada me dijo:

– Papi, he sido una tonta muy tonta.

– ¿Por qué mami?

– Porque no sabía que para divertirme solo te necesito a ti, que contigo me la paso bién, ¿por qué nunca me di cuenta de que contigo puedo disfrutar más que con ningún otro?

Nos volvimos besar. Luego nos arreglamos un poco y salimos del aparcamiento. Al llegar a casa los niños ya estaban dormidos, ella se cercionó de que estuviesen bien y luego fue a la cama, se quitó el vestido y los zapatos pero se dejó la tanga puesta y me dijo:

– Ven papi, la noche no ha terminado, pero primero límpiate un poco.

Fui al lavabo y me lavé la polla, luego fui a la cama donde Ana me esperaba, me abrazó y me susurró al oído: papi, estoy muy caliente, necesito una polla dentro de mí. Yo empecé a besarla y a magrearle las tetas, Cuando ya estaba preparado ella se subió encima de mí, se puso la tanga a un lado y me montó. La tanga era tan pequeña que realmente no molestaba y empezó a moverse despacio, sin prisa. Luego de un rato se levantó y se puso en perrito y me dijo ¡dale papi!. Me puse por detrás y empecé a darle con rabia y furia y ella gritaba ¡joder! ¡joder!. La visión de aquel culo adornado por la tanga era brutal, imposible dejar de darle cada vez más fuerte y rápido. Cuando terminé ella dio un pequeño grito que dejaba claro que también había terminado. Me acosté a su lado y ella me besó profundamente. Luego se fue a duchar. Mientras se duchaba me di cuenta que era la primera vez en todos estos años que echábamos dos polvos la misma noche.

Al día siguiente fue todo muy normal, los niños me saludaron y me abrazaron ya que tenían toda la semana sin verme, me preguntaron cómo era Ibiza y cómo era mi nuevo trabajo. Yo les conté todo mientras desayunábamos. Luego Ana nos dijo para ir a pasear, ese día hacía buen tiempo.

Ana se puso un pantalón corto bien corto, de esos que dejan parte de la nalga a la vista, una camiseta de tirantes muy ajustada sin sujetador y unas chanclas playeras, estaba buenísima, realmente atractiva.

Después de pasear un poco por la ciudad fuimos a un burger y mientras comíamos Ana se sentó delante de mí, se quitó una chancla y empezó a pasarme el pié por el paquete, yo estaba en el cielo y no veía la hora de llegar a casa para cogérmela.

Al llegar a casa Ana me susurró al oído que la esperase en la cama, yo estaba super caliente pero ella tenía que ocuparse de los niños, que se duchasen y se vistieses, recogió todo y los dejó con la play en la sala. Luego entró en cuarto y lo cerró con llave. Yo ya me había desnudado y la esperaba acostado. Ella se quitó las chanclas y el pantalón corto, quedándose con la tanga y la camiseta, luego se puso encima de mí, se puso la tanga a un lado y se sentó encima para que le entrase. Luego empezó a moverse dentro y fuera muy rápido y sabroso. Luego de un rato paró, me besó profundamente y siguió diciéndome:

– Vale papi, ¿ya has pensado en qué posición me vas a follar?

– Me gustan todas

– Entonces yo puedo escoger la que me gusta más

– Claro mami, ¿cuál te gusta más?

– Me gusta en perrito, ¿sabes por qué?

– No, dímelo

– Primero porque es como entra mejor y se siente más grande, ¿te he dicho que me encantan las pollas grandes como la tuya?

– No, nunca me lo habías dicho.

– Pues sí, tu polla me encanta, la tienes bien grande y se siente sabroso cuando la tengo dentro.

Se levantó y se puso de perrito haciéndome señas de que me la cogiese mientras movía el culo de un lado a otro despacito. La penetré y empecé a darle duro, después bajé el ritmo un poco y le dije:

– ¿Y cuál es la otra razón?

– ¿Qué dices?

– Me dijiste que la primera razón por la que te gusta que te follen en perrito es porque la sientes grande, ¿cuál es la otra razón?

Ella suspiró un poco y dijo

– No te va a gustar, ¿de verdad quieres saber cuál?

– Si mami, dímelo.

– ¿estás seguro?

– Si, puedes decirme lo que sea.

– Porque alguien alguna vez me dijo que esa es la posición en la que follan las putas, dime, ¿te gusta follar putas?

– No, no me gustan las putas

– Qué pena, porque a mí me encanta que me follen como puta.

Volví a darle duro hasta que terminé y ella también terminó. Nos acostamos juntos, nos besamos y descansamos. Mientras descansaba pensaba que lo que había vivido con Ana en esas últimas 24 horas no lo había vivido en todos los años de matrimonio. Tenía la sensación de que había pasado años sin realmente conocer a la persona con la que estaba casado. Todo lo que Ana había hecho me había dejado perplejo. Era una completa desconocida pero, seamos sinceros, ¿no es el sueño de cualquier hombre estar casado con una puta?.

Llegada la hora me despedí de los niños y Ana me llevó al aeropuerto. Al despedirnos me dijo:

– Papi, ahora sí, hablando en serio, sé que no he sido una buena esposa, sé que me he portado mal y que te he hecho sufrir pero si me perdonas y das otra oportunidad te lo compensaré.

– Mami, no te puedo perdonar porque ya lo hice hace tiempo y no te doy una sino todas las oportunidades que quieras por te amo, realmente siempre te he amado.

A Ana se le aguaron los ojos y con voz entrecortada me dijo:

– Te juro que te lo compensaré pero no me abandones, por favor no me abandones

– Mami, no te voy a dejar pero los próximos dos años los pasaré en Ibiza, tienes que entender que ya tengo contratos firmados.

– Solo dime que me quieres

– Te amo, mami, te amo

– Yo también te amo

Nos despedimos y regresé a Ibiza. Esa noche mientras intentaba conciliar el sueño pensaba en el giro radical que había dado mi vida en los últimos dos días. Había pasado de tener una vida miserable que causaría el ridículo si la contaba a una vida increíble, ganando un pastón y con dos mujeres.

Cuarta Parte: Teresa

El lunes fui al puerto a buscar a Teresa, traía tanto equipaje que no podía venir en avión, incluso los marineros tuvieron que ayudarla a subirlo al barco y luego a bajarlo. Menos mal que en aquellos días podías ir con el coche casi hasta el mismo barco porque ella no podría haber cargado con todo.

Al vernos me dió un beso profundo, estaba muy nerviosa, era normal, me imagino que se pasó todo el viaje pensando en qué haría si yo no estaba ahí para recogerla. Pensándolo bien, había corrido un gran riesgo pero ahora estaba tranquila.

Del puerto la llevé a desayunar y luego directo al hotel donde trabajaría. Se le presenté al director, firmaron el contrato, le dio todos los papeles del caso y le dijo que empezaría mañana. El director le preguntó si quería librar un día a la semana y ella le dijo que no, que prefería trabajar todos los días, vale, le dijo, pero ese día te lo pago en negro que no puede aparecer en nómina. Todos de acuerdo y hasta mañana.

Comimos y paseamos por la isla. Luego ya de tarde la llevé al super para que comprase lo que quisiera de comer, en realidad fue muy comedida y no compró nada especial. Luego al piso y a arreglar la mudanza. Después me preparó la cena y me dijo, es lo menos que puedo hacer por ti.

Después de cenar a ducharnos, ella se duchó primero y luego yo. Al salir me estaba esperando desnuda en la cama y me hizo señas de que fuese. Me puse encima y ella me cogió por las nalgas para que subiese hasta su cara, no entendí a la primera lo que quería pero luego me di cuenta que quería que le pusiese la polla en la cara para mamarla. Mientras me mamaba con las manos me hacía entrar y salir de forma que realmente lo que estaba haciendo era follármela por la boca. Luego no aguanté más y me la cogí al estilo misionero. Ella me envolvió con las piernas hasta que terminé. Cuando terminé la besé y ella me dijo:

– Papi, este va a ser el verano de tu vida, yo me encargaré de ello.

Realmente ya lo estaba siendo, en las últimas horas había follado más que en los tres meses anteriores.

Al día siguiente empezamos con la rutina, como teníamos un solo coche yo la llevaba primero al hotel, luego iba al curro. Dado que ella trabajaba seguido terminaba como a las 3 y yo seguía hasta casi las ocho. Ella se iba en autobús al piso y yo llegaba casi de noche. Ella siempre me esperaba ya duchada y medio desnuda, siempre en tanga y con alguna camiseta transparente o directamente sin nada. La cena estaba lista, yo le había insistido en que la cena tenía que ser ligera, una ensaladita y ya. Mientras cenábamos así desnudos ella siempre me ponía una pierna encima y me acariciaba, yo no veía la hora de cogérmela.

Cada noche echábamos un polvo, no es que cada noche el polvo era inolvidable, cuando follas cada día no puede ser, pero si eran muy intensos y me llamó la atención de que Teresa era multiorgásmica, cada noche terminaba al menos tres veces. Yo eso lo había oído pero siempre pensé que era una leyenda urbana, que realmente no existían las mujeres multiorgásmicas pero Teresa me demostró que son reales.

Las cosas iban muy bien con Teresa hasta que llegó la conversación de qué hacer el fin de semana y le dije que iría a visitar a mi familia. Ella no dijo nada pero no le gustó, le dije que le dejaría el coche y que no haría falta que me llevase o buscase del aeropuerto, que iría en taxi.

Así que ese sábado al salir del trabajo me fui al aeropuerto. Ana me estaba esperando a la salida. Iba vestida con una minifalda, una camisa sin mangas con más de la mitad de los botones desabrochados que dejaban ver un tremendo escote sin sujetador y unos tacones de escándalo. Nos besamos muy profundamente y fuimos al centro a distintos bares a tomar algunas copas. Me preguntó sobre el trabajo que qué tal iba y esas cosas pero en ningún momento me preguntó por Teresa.

Cuando ya era hora de irse me pregunté si volveríamos a echar un polvo en el aparcamiento pero esta vez me dijo:

– ¿Quieres que paseemos un poco?

– Vale pero ¿a dónde?

– Ya verás

Ana se estaba convirtiendo en una caja de sorpresas. Así que cogimos el coche y salimos del aparcamiento, ella me fue indicando por dónde ir y salimos de la ciudad, cogimos una carretera secundaría que subía una pequeña montaña hasta que encontramos una especie de mirador donde me dijo que bajásemos.

Desde ese mirador se veían todas las luces de la ciudad, la verdad es que la vista era maravillosa. Ana se sentó sobre el capó del coche viendo hacia la ciudad y yo me senté a su lado. Ella no perdió tiempo y empezó a sobarme el paquete sobre el pantalón mientras decía:

– ¿A que la vista es preciosa?

– Me encanta

– Te va a encantar más esta otra vista.

Me cogió de la mano e hizo que me pusiese de pié delante de ella, se abrió de piernas y me empujó hasta que mi polla podía tocar su sexo a través del pantalón. Ella se abrió totalmente la camisa y quedó con las tetas al aire y me dijo:

– ¿Te gusta esta otra vista?

Empecé a besarla mientras la magreaba las tetas. Ella se movía un poco de forma de rozar mi polla. Tenía una erección tan potente que iba a romper el pantalón. Entonces paró, se puso en pié delante de mí y se dio la vuelta, se quitó el tanga y se acostó sobre el capó del coche abriéndose completamente de brazos y quedando sus tetas directamente sobre el mismo, se abrió de piernas y se subió la falda. Yo no podía más, me bajé los pantalones y la penetré de inmediato dándole como un loco sin importar que estábamos en plena vía pública y que a pesar de la hora cualquiera podía pasar y vernos follar sobre el capó del coche. Esta situación era demasiado morbosa, eyaculé casi de inmediato. Luego se levantó y me besó. Ni se puso la tanga ni se abotonó la camisa, simplemente se bajó la falda y entramos al coche.

Estando sentados dentro del coche ella me puso una pierna encima de mí por lo que estaba totalmente a la vista su sexo. Así y con las tetas al aire era una vista de una morbosidad que jamás había visto. A mi mente volvieron los pensamientos de por qué ella había hecho esto de una forma tan calmada y normal como si ya lo hubiese hecho muchas veces antes, además la seguridad que demostró al darme las indicaciones de cómo llegar demostraba que conocía perfectamente el sitio, así que seguro no era la primera vez que venía con alguien a este sitio a follar. Tenía unas ganas locas de preguntárselo, que me contase su verdadera vida porque estaba claro que yo no la conocía, tenía unas ganas locas de conocer a la verdadera Ana porque mientras más la conocía más me enamoraba de ella, pero no me atreví. No sé si ella se dio cuenta de lo que quería hacer o si era tan evidente que no hacía falta preguntarlo pero entonces empezó a hablar:

– Sabes, este sitio me encanta

– ¿Ya habías venido?

– Sabes que si, varias veces.

– ¿Con un chico?

– Con varios

– ¿Y qué has hecho cuando has venido?

– Pues follar, eso no se pregunta, se entiende que si traigo a un chico aquí es para eso.

Ya no cabía duda de que me había pasado años viviendo con una persona y no tenía ni idea de quién era. Ella se me acercó y empezó a acariciarme el pelo y casi al oído siguió diciendo:

– Sabes papi, me siento bien de haberlo hecho contigo, eres lo mejor que me ha pasado en mi vida, ningún otro se te compara.

Nos besamos profundamente y regresamos a casa. Esa noche no pude echarle otro polvo, los hombres tenemos un límite y yo ya lo había alcanzado

Quinta Parte: Empieza lo bueno

Así empezaron las semanas, no contaré demasiados detalles pero se trataba de follar cada noche de lunes a viernes con Teresa. Con Teresa los polvos iban siendo más bien normalitos, a ella le encantaba hacerme una mamada y luego la follaba en distintas posiciones. Varias veces intenté hacerle yo una mamada pero a ella no le gustaba. Luego el sábado regresaba a casa y con Ana salíamos de copas y luego siempre hacíamos alguna locura tal como follar en los aparcamientos, a veces me lo mamaba mientras conducía, una vez me masturbó en el cine, en fin, esos sábados hice todo lo que no había hecho en mi vida. El domingo follábamos una o dos veces y el lunes por la mañana cogía el primer avión a Ibiza e iba del aeropuerto directo a la oficina. Mi vida era simplemente perfecta.

Con Teresa caí en cuenta que habíamos caído en la rutina así que tome cartas en el asunto. Una tarde la llevé a un hotel que tenía piscina interior pero la piscina no estaba abajo como todas las piscinas sino que al entrar había que subir unas escaleras para entrar. Ya el verano había empezado y todos los clientes estaban en la playa así que estábamos solos. Ella se quitó el top y nos empezamos a besar, no aguanté y le dije:

– Tengo ganas de follarte

– Vale.

Se puso en una escalerita de la piscina y se cogió a ella, se quitó el bikini y levantó las piernas. Yo me bajé el bañador y la penetré pero follar en una piscina es más complicado de lo que parece, la misma agua me impedía darle con velocidad, además de que hacía mucho ruido y si alguien entraba era demasiado evidente lo que estaba pasando a pesar de que desde la entrada no se podía ver lo que hacíamos. Así que no pude terminar, simplemente le di un rato y luego nos quedamos abrazados mientras la tenía penetrada.

Una vez reservé una semana en un hotel y nos quedamos ahí. Una noche follamos en el balcón. Esa vez sí que terminé. El balcón daba a la parte de atrás del hotel y no había nadie, solo unos chicos en la esquina que estaban un poco lejos. No sé si se dieron cuenta pero si se que nos veían de reojo.

En varias oportunidades le dije para hacer sexo anal y se negó en retundo, ¡jamás!, me decía una y otra vez.

Varias veces salimos de copas. Una vez terminamos en un striptease, una chica se nos acercó y se ofreció para hacernos un baile privado, le pregunté a Teresa si le apetecía pero no quiso.

Pero una noche Teresa se emborrachó perdida, creo que jamás he visto a una mujer tan borracha como a ella esa noche, así que cuando llegamos a casa dije, hoy es el día. La desnudé porque ella no podía ni con su alma, me desnudé también y la acosté boca abajo, entonces le eché lubricante por el culo y empecé con un dedo a masajearlo. Ella estaba tan borracha que no dijo nada. Luego dos dedos, luego dos dedos hasta el fondo y cuando vi que el culo ya estaba dilatado la penetré de golpe, entonces gritó e intentó desesperadamente zafarse pero la cogí con fuerza mientras la daba. Tuve que lidiar con ella porque literalmente la estaba violando hasta que se ve que el dolor pasó y llegó el placer, entonces dejó de forcejear y empezó a gemir, cogió la almohada con fuerza mientras jadeaba cada vez más. Yo ya podía concentrarme en follar y no en sujetarla, ella ya se había rendido. La puse en perrito y le di con fuerza mientras veía que ella tenía un orgasmo tras otro hasta que terminé. Luego nos dormimos.

Al día siguiente me insultó de lo lindo, de hijo de puta para abajo y me confesó que ella era virgen por el culo, ¿cómo?, ¡anda ya!, ¡y yo voy y me lo creo!. Me juró por lo más sagrado que era cierto, que era virgen por el culo. Luego me dijo que su marido se había pasado toda la vida pidiéndole sexo anal y ella siempre se lo había negado porque le habían dicho que eso dolía demasiado, me dijo:

– Joder, es cierto que duele pero pasa, después es muy sabroso. Si me hubiesen dicho lo sabroso que es lo hubiese hecho hace mucho tiempo.

No me dijo nada pero a partir de ese día incluimos una sesión de sexo anal al menos un día a la semana.

Desde hacía un tiempo Teresa me comentaba que quería hacerse un tatuaje pero que no se decidía. Le dibujé uno que me gustaba, era muy sencillo, era una gaviota estilizada muy simple, le dije que me gustaría que se lo hiciera al final de la espalda, donde pierde su nombre y empieza llamarse culo. Después de mucho hablar se decidió. Le dolió un montón pero cuando salió se sentía muy orgullosa de su tatuaje y de habérselo hecho. Esa noche follamos en perrito, la verdad es que es una gozada cogerse a una mujer con un tatuaje en ese sitio.

Por su parte con Ana las cosas también iban bien, que coño, seamos sinceros, iban maravillosamente bien. Jamás había sido tan feliz con Ana como en esa época. Poco a poco fuimos cogiendo confianza y cada vez nos sentíamos más cómodos hablando de su “otra vida”. Poco a poco fuimos perdiendo la vergüenza y me contaba con quien había salido, cómo se la habían follado, lo que le habían hecho y voy a ser sincero, eso me ponía muy cachondo. Noté como ella tenía sus mejores orgasmos si al mismo tiempo de follar me hablaba de sus polvos.

El cambio en Ana fue total. Su forma de vestirse era totalmente distinta, ahora siempre iba de escote y muy sexi. ¿Ya les dije que Ana tenía un cuerpo de modelo?, pues créanlo, esa mujer ya con cuarenta y pico estaba mejor que muchas veinteañeras.

Un domingo me dijo para ir a la playa con los niños, ya el verano había empezado y se podía ir. Ana se había comprado un bañador nuevo pero no se lo vi hasta que llegamos a la playa, alquilamos dos hamacas y los niños se fueron a jugar, ella se quitó el vestido playero y pode ver su nuevo bañador, ¡vaya!, pensé, era una tanguita con un top super pequeño. Ana jamás se había comprado una tanga para la playa, siempre usaba bañadores enteros cosa que siempre le reclamé porque una mujer con un cuerpo como el suyo debe lucirlo. Pero fue más, no había pasado ni diez minutos cuando me preguntó si me importaba que hiciera top, ¿cómo?, ella jamás hacía top, nunca. Le dije que sin problema y sin ningún pudor se quitó el top, cogió un bronceador del bolso y me dijo que se lo pusiese. Joder, todo esto es nuevo para mí.

Ana se acostó de espaldas y le puse bronceador por toda la espalda. Una vez terminé se dio la vuelta para que se lo pusiera por delante lo que me obligaba a magrearle las tetas. Tal vez para alguien esto es de lo más normal pero para mí era la primera vez que le magreaba las tetas a alguien ahí delante de todos.

Cuando terminé me dijo para ponérmelo a mí, yo me acosté de espaldas y ella empezó de una forma muy especial, como si me estuviese masajeando, luego me dijo para darme la vuelta y siguió, pero cuando llegó a la parte que el bañador tapaba me metió la mano disimuladamente para cogerme el paquete, fue imposible impedir la erección.

Así estuvo jugando conmigo un buen rato, metiéndome la mano como quien no quiere. También estaba pendiente de los niños porque, lo crean o no, Ana siempre ha sido una buena madre.

Así estuvimos un buen rato, luego los niños pidieron para ir a comer, Ana se puso el vestido playero que como cualquier vestido playero era medio transparente pero no se puso el top con lo cual se veía divina. Luego fuimos a comer a un burger y pude notar como todos le veían y los chicos jóvenes su babeaban por ella.

Pero el cambio de Ana no se limitó a su modo de vestir o a su costumbre de follar en sitios públicos, no, ojalá hubiese sido solo eso. Ana me enseñó un día sus bolitas chinas, si no saben lo que son búsquelo en internet. Al principio se las ponía para irme a buscar al aeropuerto y cuando estábamos en un bar me pedía que le metiese la mano para que sintiese que las llevaba puestas. Cualquier hombre que haya pasado por esa situación sabrá lo morboso que es. Así que al llegar al coche era imposible dejar de cogérsela, era imposible llegar a casa o a un escampado.

Pero un día la cosa fue a mayores, un día que las llevaba me dijo para ir a casa, yo estaba loco por follármela en el coche pero ella dijo nada, en casita. Al llegar a casa yo estaba que mataba por follar y nos desnudamos de inmediato, entonces me dijo:

– ¡Átame!

Nunca me lo habían pedido. Ana ya lo tenía todo preparado, había dos cintas al lado de la cama y me pidió que le amarase las muñecas a la cabecera pero cuando le fui a quitar las bolitas me dijo:

– No, no quiero que me las quites, ¡fóllame con ellas puestas!

– ¿Qué?, ¿Cómo voy a hacer eso?

– Pues por el culo, ¡fóllame por el culo con las bolitas puestas!

Ana sí que me había dado sexo anal alguna vez pero nunca así. Tuve que masajearle el culo mucho y con mucho lubricante para poder penetrarla pero cuando lo hice ella empezó a gritar de placer, nunca la había visto así, se retorcía como la niña del exorcista intentando librase de sus ataduras. Poco a poco pude darle cada vez más rápido y fuerte y tuvimos un orgasmo conjunto, probablemente, el más intenso de nuestras vidas.

Para que se den una idea de lo que llegamos a hacer con Ana, años después fuimos a ver la peli 50 sombras de Gray y Ana me dijo a la salida del cine que no entendía el revuelo con esa película si eso era sexo de lo más normalito.

Sin duda, esos han sido los mejores días de mi vida

Sexta Parte: María

En Ibiza casi todos estamos de paso, la mayoría de los que trabajaban en mi empresa venían de distintos lugares de España o el mundo a hacer la temporada y luego regresar. Por eso casi todos estaban solos. Había una chica, era extranjera del este, a la que llamaremos María. Casi desde el primer día ella se mostró muy afectuosa conmigo, siempre venía a mi oficina con cualquier escusa y se reclinaba sobre los papeles para que le pudiese ver el escote, se me acercaba y me hablaba casi al oído. Me decía que era nueva en Ibiza y que necesitaba de alguien que se la enseñase. Yo sudaba porque esa mujer estaba realmente deliciosa y en otras circunstancias me la hubiese follado sin pensar pero muy a pesar mío tenía que rechazarla siempre con alguna escusa ridícula pero eso no le desanimaba en lo más mínimo, ella insistía e insistía.

Tanto insistió que un compañero se dio cuenta y no se creía que no saliese con ella y me preguntó si es que yo era gay o algo así. No me quedó otra que contarle mi situación. Él se partía de la risa y me decía eres un macho, mi ejemplo a seguir y cosas así. Al poco tiempo toda la empresa se enteró. María se enfureció y no me habló más, las demás chicas de la empresa me insultaban cada vez que podían, era el hombre más odiado por las mujeres de la empresa y el más admirado por los hombres. Los chistes sobre mí eran permanentes.

Séptima Parte: Lo bueno siempre se acaba

Justo cuando creía que tenía la situación bajo control y que podía con todo las cosas empezaron a cambiar. Lo primero fue que Teresa no soportaba más eso de que yo fuese los fines de semana con Ana así que cogió por costumbre echarme un polvo no solo el religioso del viernes por la noche sino también el sábado por la mañana, lo hacía a posta para que cuando estuviese con Ana no pudiese cumplir y era cierto, ningún hombre puede echar tantos polvos durante tanto tiempo sin tener su “decepción”. No sabía qué hacer así que la solución que encontré fue empezar a fingir los orgasmos, sí, yo era un hombre que fingía los orgasmos. Así que cuando el sábado por la mañana Teresa se empeñaba en que le echase un polvo lo hacía pero fingía que había terminado y era la única forma de que me dejase ir. Así a la noche podía cumplir con Ana.

Cuando ya teníamos un par de meses ocurrió lo peor: el marido de Teresa empezó a llamarla. Al final resultó que estaba arrepentido de haberse ido a la Argentina, que todo lo que le habían dicho era mentira, que se arrepentía de haberla abandonado que quería regresar. Solía llamarla por la tarde noche cuando estábamos cenando o duchándonos, ella me advirtió que jamás cogiese su teléfono si ella estaba en el baño o algo así.

Teresa siempre le decía que le quería, que cuando terminase la temporada en Ibiza se reencontrarían y regresarían juntos, te quiero, te amo y todo eso.

Hasta que un día ocurrió lo que tenía que ocurrir: la llamó mientras estábamos follando. Ella me estaba haciendo su tradicional mamada cuando sonó su móvil y lo cogió, empezó con lo de siempre, te quiero, te amo, te extraño, no te imaginas lo mucho que deseo que volvamos a estar juntos y bla bla bla. Yo no decía nada pero a un hombre le cuesta mucho que le dejen a mitad de camino, Teresa lo vio y entonces se me subió encima, me puso un dedo encima de los labios en señal de que no hiciese ruido y empezó a follarme despacio, muy despacio pero así es como se goza más. Yo estaba en la gloria mientras ella hacía un movimiento de caderas muy especial que me daba placer a mansalva. Teresa no me quitaba el dedo de la boca mientras le seguía diciendo a su marido que le amaba y que su único objetivo al venir a Ibiza era reunir suficiente dinero para que volviesen a estar juntos. Yo mientras tanto le magreaba las tetas. Así un buen rato pero yo ya necesitaba terminar y tenía que darle duro pero era imposible sin hacer ruido, así que cogí a Teresa por las nalgas y la levanté un poco para poder darle rápido, ella no aguantó más y cortó con el marido con la excusa de estar cansada y que mañana había que trabajar. Le colgó justo antes de terminar y pegar un pequeño grito.

Esto ocurrió unas tres veces ese verano.

Pero eso no es todo, no señor, porque Ana también me llamaba de vez en cuando. En realidad Ana nunca me llamó en medio de un polvo pero cuando Teresa veía que era ella era automático, se desnudaba, me bajaba los pantalones y se arrodillaba para mamarme. Es realmente difícil no gemir ni hacer ningún gesto que indicase lo que está pasando mientras hablas con tu esposa. Cuando Teresa se cansaba de mamar y si Ana no quería colgar entonces se ponía en la cama en perrito y se empezaba a menear en señal de que la follasen. Ella sabía que yo eso no lo podía soportar así que me podía por detrás de ella y le daba suave mientras seguía hablando con Ana de los niños, de las cosas de casa, y de otras tonterías. Alguien puede pensar que eso es lo mejor que le puede pasar a un hombre, créanme, es peor que una tortura, el tener que controlarte, tener que darle despacio y controlar la respiración no es nada fácil pero luego de algunas veces ya le había cogido el tranquillo y lo podía hacer sin problemas.

Octava Parte: Ese fin de semana me gané el infierno

A todas estas ya llegó agosto. Por increíble que parezca tenía la situación bajo control, ya todos los implicados (¿tres o cuatro éramos los implicados?) habíamos cogido la rutina y funcionaba bien hasta que Ana la lió parda:

– Hola papi, ¿qué tal?

– Bien mami, que me cuentas

– Que he estado pensando y quiero ir este fin de semana a Ibiza

¿Qué?, ¿qué?, ¿qué coño dices?, ¿es una broma?. Tragué saliva y no sabía que decir:

– ¿En agosto?, es que Ibiza está repleta de turistas por todas partes, las playas sucias y no hay sitio para nada, ¿por qué no lo dejas para septiembre?

– No, ya compré el pasaje, te lo mando por email

Vaya lío estaba armado, vaya lío. Hable con Teresa, tenía que irse a un hotel ese fin de semana, se cabreó como nunca la había visto, me insultó me dijo que se había acabado, que no nos volveríamos a ver, que se acabó el verano. De mala forma la logré calmar, le encontré hotel (cualquiera que conozca Ibiza sabe que encontrar hotel en agosto es una proeza). Recogimos todas sus cosas y la llevé. Ella no paraba de insultarme y gritarme. No pudimos subir todas sus cosas a la habitación, la mitad tuve que dejarla en el maletero del coche y ya veríamos que pasaría si Ana abría el maletero. Regresé al estudio y lo revisé a fondo, la muy cabrona había dejado dos tangas estratégicamente escondidas para que Ana las encontrase. Lo volví a revisar hasta dentro del tanque de agua del wáter y luego fui a buscar a Ana al aeropuerto.

Todo bien al principio, paseamos, comimos fuera, fuimos de copas, luego a una discoteca, en fin todo iba bien. Luego fuimos al estudio y como era de esperar ella hizo una inspección a fondo pero, lo creáis o no, pasó la inspección, no encontró nada que revelase la presencia de otra mujer. Luego se desnudó y ¡bingo!, había venido con las bolitas puestas todo este tiempo, estaba cachondísima y echamos dos polvos maravillosos.

Al día siguiente fuimos a Vara de Rei a desayunar. Luego fuimos a pasear por la isla. Nos fuimos por un camino que no conocía y le dije que esos caminos suelen terminar en una calita sola y desconocida. Efectivamente encontramos una calita muy pequeña donde no había nadie y salimos del coche, vamos a meternos en el agua, me dijo.

Yo había traído el bañador porque habíamos dicho de ir a la playa y Ana su tanga pero, mire usted por dónde, Ana se desnudó y se metió al agua desnuda y me dijo ven papi. Yo también me desnudé y nos bañamos.

Una vez en el agua nos besamos profundamente, yo nunca me había bañado desnudo y menos con una mujer así que la erección fue inmediata. Ana la vio y me dijo:

– Vamos al coche

Yo creí que iríamos al asiento de atrás como siempre pero ella me dijo para el de delante, me dijo que lo echara para detrás del todo y que lo reclinase todo lo que se pudiese. Luego puso una toalla encima del asiento y me dijo que me acostase, se subió encima de mí y empezó a follarme de lo rico. Cuando ya teníamos un rato en eso llegó otro coche y nos vio. Ana, sin dejar de moverse ni por un momento, se le quedó viendo al conductor que también iba con su chica y se marcharon. Ana siguió dándole y besándome. No cabía duda que no era la primera vez que la pillaban follando en público pero a esas alturas ya no me extrañaba nada de Ana.

Esa noche fuimos al puerto de copas, como todos en verano en Ibiza. En verano de noche en el puerto están todas las tiendas abiertas, de ropa, de cd (si, aún se vendían cd’s). Paseando nos encontramos con un estudio de tatuajes, Ana se detuvo, se lo pensó una rato y me dijo ¿y si me hago uno?. Ella no tenía ninguno y le dije que sí, que me parecía bien. Me preguntó que tatuaje me gustaba y si, lo habéis adivinado, el mismo que Teresa y en el mismo sitio. ¿Es posible ser más depravado?, realmente no lo creo. Esa noche por supuesto que follamos en perrito y disfrutando de las vistas de mí tatuaje me preguntaba si era posible ser más hijo de puta, lo dudo.

El resto del fin de semana fue de lo más normal, paseamos, comimos en varios puntos de la isla, vimos el atardecer en el Budha Bar, follamos y follamos. El domingo por la tarde la llevé al aeropuerto y nos despedimos con un beso mientras nos jurábamos amor eterno.

Luego fui a buscar a Teresa al hotel. Ya parecía estar más calmada. Cuando la vi me senté y entonces empecé a temblar. ¿Realmente era posible que todo hubiese salido bien?, ¿realmente había ocurrido?, mira que podían haber pasado mil cosas mal, que Ana hubiese abierto el maletero, que yo no hubiese encontrado las dos tangas, que nos hubiésemos encontrado con alguien y me hubiese preguntado por Teresa, pare Usted de contar, pero no, no ocurrió nada de eso, todo salió bien.

Mientras intentaba recuperarme le dije a Teresa:

– Da igual las obras de caridad que haga en el futuro y si salvo a la humanidad, da igual lo que haga, cuando San Pedro me haga el juicio final y me saquen este fin de semana en Ibiza me envían al infierno seguro.

Teresa ya estaba más calmada y se vino conmigo de regreso al estudio en donde, como no podía ser de otra forma, le eché un polvo.

Novena Parte: Terminó el verano

Bien, no estoy seguro si decir que lamentablemente terminó la temporada o si gracias a dios terminó la temporada y yo seguía con vida, ninguna mujer me había matado. Cuando Teresa terminó su contrato con el hotel ya había quedado con su marido para verse en Denia ya que ella regresaría en barco y desembarcará ahí, él la buscaría con un coche para ayudarla con la mudanza.

La verdad es que la despedida fue muy tranquila, conversamos muy calmadamente y le decía que aunque no era así como lo había planeado al final todo salió perfecto para ambos, ella regresaba con una buena cantidad de dinero a vivir con su marido, el hombre que la quería. Ahora tenían una segunda oportunidad. Yo igualmente había salvado mi matrimonio porque, por increíble que parezca, gracias a haberme ido logré pasar de una situación insoportable a una situación envidiable con mi esposa y la madre de mis hijos. Teresa me regaló una tanga y me pidió que la guardase cosa que hago, aún la tengo guardada donde Ana no la encuentre.

Teresa me dijo que el problema que tendría en adelante era el sexo anal porque ya estaba acostumbrada y lo necesitaba pero no podía decirle al marido, después de tantos años de negárselo, que ahora si quería, de hacerlo era evidente que se la habían follado en Ibiza. Me dijo que dejaría pasar algunos años y que luego se lo pediría cuando ya no fuese evidente que lo necesitaba después de Ibiza.

Yo por mi parte también regresé a casa y volví el año siguiente pero la pasé solo excepto un par de veces que vino Ana. Ni María ni ninguna otra chica de la empresa querían saber nada de mí, era el ejemplo de lo que era un hijo de puta perfecto.

Para llevarlo un poco mejor nos conectábamos Ana y yo y teníamos unas sesiones de cibersexo fabulosas con las bolitas. Y si, con Teresa también.

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