Tuve mi primera vez con mi madre, padre, tía y abuela travesti en el patio de casa. Ahora follamos cada vez que estamos todos juntos

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La abuela y la tía de Pepita

Los recuerdos que tengo del verano del 72 son muy especiales, en esa fecha yo tenía 13 años y ya tenía unos pechos considerables (mucho antes que mis amigas), también me estaban empezando a salir los pelitos del coño que eran oscuros y suaves. Ese verano vinieron de vacaciones mi abuela y mi tía, hacía unos tres años que no venían a España por motivos de trabajo; Mi abuela y mi tía eran bailarinas profesionales, lo mismo bailaban flamenco que danza clásica pero su especialidad era el baile erótico y pornográfico. Mi abuela nació en el año 1922 y años mas tarde se trasladó con sus padres a París, ellos tenían un show flamenco muy famoso en la capital francesa. Cuando tenía 16 años se quedó embarazada y nació mi madre. Tras la II Guerra Mundial se trasladó a Alemania con su pareja para montar un show de baile propio y allí nació mi tío Miguel que luego pasaría a ser mi tía Michelle. Mi madre no tenía dotes para el baile por lo que, tras trabajar en una fábrica, se inició en el mundo de las revistas y el cine porno.

Era casi mediodía cuando sonó el timbre del chalé donde vivíamos, mi tata Mercedes se puso un pequeño bikini y salió a abrir la puerta; el taxi ya se marchaba y allí estaban mi abuela y mi tía con unas cuantas maletas, venían de Nueva York habiendo hecho escala en Madrid para cambiar de avión. Mi tata las abrazó y las besó y les ayudó a transportar las maletas, sabíamos que venían pero no sabíamos a que hora llegarían. Mis padres se acababan de levantar y salimos todos al jardín a recibirlas, mi tía se estaba desabrochando la chaqueta de lino blanca que llevaba que era parte de un conjunto de minifalda y chaqueta y no llevaba nada debajo de esta. Con los pechos casi a la vista se abalanzó sobre mi madre y se fundieron en un gran abrazo, se besaron en la boca y se dijeron lo guapas que estaban las dos; después fue mi abuela quien abrazó largamente a mi madre con mucha ternura y también se comieron la boca despacio. Tras esto le tocó el turno a mi padre, mi tía se abrazó a él mientras mi padre le abría la chaqueta para contemplar sus pechos, -me encantan tus tetitas- le dijo mientras le pellizcaba los pezones. –Me estás poniendo cachonda cuñadito- le dijo mi tía contoneándose delante de él; -¿te estás poniendo dura?- le preguntó mientras le metía la mano por debajo de la minifalda y le cogía la polla, mi tía gimió y le dijo que le encantaba sentir su mano de macho y que se estaba derritiendo,cuando mi padre sacó la mano de debajo de la minifalda a mi tía se le notaba un gran bulto en la tela. –No seas zorrita que ya has follado en el avión y deja que salude a mi yerno- dijo mi abuela mientras la apartaba suavemente, se abrazaron y se empezaron a comer la boca mientras mi padre repetía la operación y metía la mano bajo el vestido de mi abuela, -ummmmm… no llevas braguitas… me encanta- dijo mi padre, -me las tuve que quitar en el aeropuerto para no perder el avión- comentó mi abuela con una sonrisa. Mi tata Merche dijo que pasáramos dentro y que nos contaran todo mientras ella preparaba café, así hicimos y entramos en la casa; cuando entramos mi tía vino hacia mí y me abrazó diciendo lo grande y guapa que estaba, me cogió las tetitas diciendo que ya estaba hecha toda una mujercita; yo me abracé a ella y nos dimos unos piquitos en los labios, después fue mi abuela quien me abrazó y me besó de la misma forma, yo estaba embelesada con ellas, con su elegancia natural, con sus zapatos y sus vestidos,con sus collares y pulseras, todo en ellas me resultaba atractivo y fascinante.

Mi tía se quitó la chaqueta y la minifalda para que no se arrugaran pues el lino es muy delicado, me dijo que me sentara con ella y así lo hice; ella estaba vestida sólo con sus joyas y sus zapatos blancos de tacón alto, sus pechos eran preciosos y estaba toda depilada, al sentarme sobre sus piernas sentí en mi muslo su polla que era de considerable dimensión, se la empecé a acariciar como hacía con la de mi padre y noté como se empezaba a poner mas grande. –Esta niña es una maravilla- comentó mi tía abriendo las piernas para disfrutar de mis caricias, -todavía soy virgen pero hace dos años que hago cositas con mis padres y mi tata- le dije yo orgullosa sin parar de menearle la polla. –Aprende muy rápido y está hecha una guarrita de cuidado- dijo mi padre sonriendo, -me encanta sentir su manita en mi rabo- dijo mi tía lamiéndose los labios.

Yo me quité las braguitas que llevaba para enseñarle como me estaban saliendo ya un montón de pelitos en el chochito, mi tía me lo acarició con sus delicadas manos, se chupó un dedo y me lo pasó por la rajita, me maravillaba la visión de sus uñas pintadas de rojo intenso, el sonido de sus pulseras y la sensación en mi coñito; mi tata me dijo que dejara a mi tía tomarse el café tranquila pero mi tía me dijo que no parara de hacer lo que estaba haciendo, yo seguí meneándole el rabo que a esas alturas estaba enorme y durísimo, era mas grande que el de mi padre e igual de gordo, el capullo se hinchaba cada vez mas y parecía que iba a explotar. –Me estás poniendo muy puta- me dijo mi tía, -tu eres puta desde que eras pequeña- le contestó mi madre sentándose junto a ella y cogiéndole los huevos, -y que le voy a hacer si siempre he sido tan calentona- preguntó mi tía riéndose; -te he echado muchísimo de menos- le dijo mi madre metiéndole la lengua en la boca, -yo a ti también- le respondió mi tía cogiéndole los pezones y pellizcándoselos. Mientras tanto, mi abuela se había sentado en el otro sofá entre mi padre y mi tata Mercedes, mi padre ya estaba medio empalmado de ver como yo le hacía una paja a mi tía, mi padre le dijo a mi abuela que contara como había perdido las bragas en el aeropuerto y mi abuela contó lo siguiente:

-Después de facturar las maletas nos dirigimos al control de pasaporte y había una cola gigantesca, cuando faltaban veinte minutos para el embarque no habíamos recorrido ni la cuarta parte del camino hacia el control y pensábamos que íbamos a perder el avión; en ese momento Michelle cogió los dos pasaportes y se dirigió a un policía que estaba controlando la cola y le dijo que íbamos al cuarto de baño y le dio los pasaportes, -si nos solucionas el control de pasaportes te doy mis bragas cuando salga del baño-, luego me cogió del brazo y me arrastró a los servicios, yo le dije que como le iba a dar las bragas si no llevaba y me dijo que le iba a dar las mías; entramos en el baño y aproveché para hacer pipí, cuando terminé Michelle me quitó las bragas y las olió, me dijo que tenían que oler mas y me limpió el coño con las bragas y se las metió en el bolso, le pregunté que pasaría si el policía no aceptaba y me dijo que para esas cosas tenía un ojo clínico increible y que el policía tenía cara de guarro. Efectivamente, cuando salimos del baño el policía nos esperaba con los pasaportes sellados y Michelle sacó mis bragas del bolso y se las puso en la mano, este sonrió y se las llevó a la nariz para olerlas, puso una sonrisa de oreja a oreja y nos permitió el paso; si no hubiese sido por esta maniobra habríamos perdido el avión-

-¿Y lo de la follada en el avión?- preguntó mi tata, -eso es mejor que lo cuente Michelle que es quien se ha echado el polvo- le respondió mi abuela mientras se ponía de pié y se quitaba el vestido y se quedaba sólo con los zapatos de tacón y sus joyas al igual que mi tía. Antes de que mi tía comenzara con la historia mi tata se puso de rodillas en el sofá con el culo en pompa y le dijo a mi padre que se la follara, mi padre le dijo a mi abuela que se pusiera en la misma postura que se las iba a follar a las dos, mi abuela así lo hizo y mi padre empezó a follarse a una y luego a la otra cambiando de coño a cada rato; mi madre empezó a comerle el rabo a mi tía mientras yo seguía haciéndole una paja con mi manita de niña. Mi tía contó que se sentaron casi atrás del todo en el avión ya que iba prácticamente vacío y la poca gente que había embarcado se había sentado en la parte delantera, ellas para poder dormir un poco y con algo de intimidad se sentaron solas en la parte trasera ya que el vuelo era nocturno; mi tía no le quitaba el ojo de encima a la azafata que era rubia y muy guapa y con un cuerpazo de modelo, llevaba unos pantalones que le marcaban el chochito y mi tía se empezó a poner caliente, cuando la azafata se acercó durante el vuelo a preguntarles si querían algo para tomar mi tía le acarició con las uñas el coñito por encima de los pantalones. Si huviese sido un hombre el que la hubiera tocado a lo mejor hubiese reaccionado pero lo último que se esperaba es que la acariciara una mujer y no supo reaccionar. Mi tía siguió acariciándole el coño por encima del pantalón y cuando la azafata quiso reaccionar ya era tarde puesto que se estaba poniendo cachonda, miró hacia la parte delantera para ver si alguien las observaba pero todos estaban dormidos y siguió dejándose hacer; su sorpresa fue mayúscula cuando observó que a mi tía le asomaba la polla entre las piernas por debajo de la minifalda, la azafata puso los ojos como platos pues no entendía como una mujer tan guapa podía tener ese pedazo de polla asomando entre sus piernas, para aumentar su sorpresa mi tía se desabrochó la chaqueta y le enseñó sus magníficos pechos, tiró de la azafata hacia sí y la sentó encima suya, empezó a desabrocharle la blusa antes de que esta reaccionara y le sacó las tetas del sujetador.

La azafata notaba todo el pollón de mi tía en el culo mientras mi tía le magreaba los pechos y le pellizcaba los pezones, se levantó la minifalda y le dijo que se bajara el pantalón, ella así lo hizo y se volvió a sentar sobre la polla de mi tía, esta se la metió hasta el fondo pues el coño de la azafata estaba mojadísimo debido a la excitación de aquel episodio pues era algo que nunca le había ocurrido. De vez en cuando, la azafata levantaba la vista para controlar que ningún pasajero se hubiese despertado, luego volvía a mirar hacia abajo entre sus piernas para contemplar los huevos de mi tía y como le entraba y salía su enorme polla. Mi abuela se empezó a poner cachonda y le cogió un pecho a la rubia y se lo chupó mientras se levantaba el vestidito y se tocaba el chocho con la otra mano, esto hizo que la azafata se corriera mordiéndose el labio para que no se escucharan sus gemidos; mi tía no paraba de follársela sin darle un respiro y mi abuela seguía mamándole las tetas y tocándose el coño. En un par de minutos le llegó a la rubia su segundo orgasmo y dijo que ya no aguantaba mas, mi abuela estaba a punto de correrse también y mi tía le dijo a la azafata que le comiera el coño a su madre, ella así lo hizo y mi abuela se corrió rápidamente; luego mi tía le dijo que le comiera la polla, la guapa azafata que todavía estaba caliente pese a los dos orgasmos que había tenido así lo hizo, se arrodilló entre las piernas de mi tía y le empezó a comer la polla con muchísimo gusto. Estuvo un buen rato pues mi tía tiene un aguante considerable, cuando sentía que le iba a llegar el orgasmo cogió a la rubia del pelo y le folló la boca como si fuese un coño, la azafata le magreaba los cojones y le chupaba la polla con fruición, mi tía se descalzó y le pasó un pié por el coñito a la rubia pues esta todavía tenía los pantalones y las bragas por los tobillos, la sensación de sentir el chocho mojado en su pié hizo que le llegara el orgasmo de repente, inundó la boca de la guapa azafata con su leche sin soltarle el pelo y sin dejar de frotarle el pié en el coño. Cuando a mi tía dejó de palpitarle la polla y la azafata se había tragado toda la leche, mi tía le cogió la carita con las dos manos y la besó en la boca con mucha ternura, luego le arregló el pelo con suavidad y cariño; la azafata, sin que nadie le dijera nada, le dio un besito a mi abuela en el chocho pues esta estaba todavía con las piernas abiertas y el vestidito levantado hasta la cintura, luego se acomodó las tetas en el sujetador, se abrochó la camisa y se subió las bragas y el pantalón, una vez que estaba arreglada salió al pasillo y se dirigió hacia la parte delantera del avión, a mitad del pasillo se volvió y mandó un beso a mi tía y a mi abuela mientras sonreía.

Mientras contaba el episodio, mi madre se había colocado entre las piernas de su hermana sin dejar de comerle la polla, mi madre le había quitado un zapato y le había dirigido el pié a su coño para que hiciera lo mismo que le había hecho a la azafata en el avión; yo no dejaba de menearle la polla mientras miraba a mi padre como se follaba alternativamente a mi tata y a mi abuela, esta se corrió al mismo tiempo que mi madre con el frotamiento del pié de mi tía. Se quedó en cuclillas delante de mi tía mirándole la polla y me dijo que se la meneara mas rápido todavía, yo así lo hice pues sabía que lo que quería mi madre es que le echara toda la corrida en la cara y la boca; mientras tanto, mi abuela se había tumbado en el sofá y mi padre se follaba por detrás a mi tata Mercedes, esta gemía y le decía –¡fóllame cabrón!, ¡dame toda tu leche!-. Yo le cogí la polla a mi tía con las dos manos y le estaba haciendo una paja de campeonato, mi madre estaba preparada con la boca y la cara a unos centímetros del capullo de mi tía, al final se corrieron al mismo tiempo ella y mi padre; mientras mi tía soltaba unos chorros increíbles de semen en la cara y la boca de mi madre, mi padre tenía cogida a mi tata por las caderas y le estaba dando unos fuertes pollazos mientras le decía -¡toma toda la leche zorra!- y mi tata gritaba -¡sí… sí… así… fóllame como a una puta… así… párteme el coño con ese rabo de cabrón!-

Cuando mi padre terminó de correrse en el chocho de mi tata, mi madre ya le había limpiado la polla a mi tía pues era una enamorada del semen; cuando mi padre sacó la polla del coño de Merche, mi madre

Estas escenas se repitieron varias veces durante esas vacaciones. Todas las noches yo me quedaba con mi auela ya que mis padres (junto con mi tía y mi tata) se iban al club. Por la mañana temprano, mi abuela y yo nos íbamos a la playa pues es la hora que a ella mas le gusta, dice que es cuando no hay nadie y el sol broncea pero no quema. Solíamos ir a una calita que había cerca de casa, había que bajar con el coche por una pendiente muy inclinada hasta llegar a la playa, en el otro extremo de la cala había un chiringuito al que siempre íbamos después de bañarnos y pasear por la arena; todos los días se repetía el mismo ritual, las dos íbamos a la ducha del chiringuito vestidas sólo con la parte de abajo del bikini pues las dos hacíamos topless. Nos duchábamos y, tras secarnos, nos poníamos un minivestido de esos que se usan para ir a la playa o a la piscina, antes de entrar en el chiringuito (que estaba a un par de metros de altura sobre unos pilotes de madera) nos quitábamos la parte de debajo del bikini, mi abuela decía que era para no coger una cistitis. Los dos camareros que estaban a esa hora, Antonio y Pepe, no nos quitaban el ojo de encima; ya nos tenían preparada una mesa donde sabía que le gustaba a mi abuela; mientras nos hacían el desayuno, nosotras nos poníamos de cara al sol y apoyábamos los piés en la barandilla de madera, esto lo hacíamos para sentir el calorcito del sol en nuestros coños, abríamos las piernas y nos levantábamos los vestidos hasta la cintura, cuando nos traían el desayuno ya se les notaba el bulto en el paquete a los dos camareros. Siempre que se enteraban de que mi abuela venía de vacaciones abrían el chiringuito media hora antes, así les daba tiempo a tenerlo todo preparado para cuando llegáramos, los jefes con el resto de la plantilla no llegaba hasta un rato después.

Cuando mi abuela les veía el bulto se compadecía de ellos, le pasaba las uñas por el paquete y les preguntaba si sus mujeres no se los follaban en condiciones; Antonio, el mas joven, decía que su mujer siempre le ponía excusas, que le dolía la cabeza o la espalda… que estaba cansada de bregar con los niños…; Pepe decía que su mujer estaba chapada a la antigua y que no quería hacer nada distinto… que no quería comerle la polla… que no se dejaba follar el culo…; mi abuela, que ya conocía la historia de los dos, les acariciaba por encima del pantalón mientras dejaba que disfrutaran de la visión de su coño depilado. Después les sacaba las pollas y se las meneaba o se las comía por turno; ese verano, como yo ya estaba hecha una mujercita, empecé a jugar con ellos también, se excitaban muchísimo viendo mi chochito de niña con unos cuantos pelitos negros en el pubis, algunas veces me sacaba las tetas del vestido para que me las vieran y me las tocaran, a veces hasta me las chupaban. Mi abuela no dejaba de hablarles mientras les hacía una paja porque sabía que esto les volvía loco pues era algo que no podían hacer con sus esposas; les decía que les contara sus fantasías mientras les comía la polla, cuando estaban a punto de correrse les decía que asomaran la polla por la barandilla para no mancharlo todo y tener luego que limpiarlo, estos así lo hacían y mi abuela y yo les meneábamos la polla hasta que se corrían echando largos chorros de espesa leche a la arena que había debajo.

Esto lo repetíamos todos los días que íbamos a la playa que eran casi todos, creo que ya estaban empalmados cuando nos veían ducharnos para quitarnos la sal, luego se ponían mas duros cuando nos miraban mientras nos quitábamos la parte de abajo del bikini y sabían que nuestros chochos quedaban al aire; les empezaban a palpitar los rabos al vernos abiertas de piernas tomando el sol en nuestros coños y cuando sentían nuestras manos en sus pollas no tardaban mucho en correrse como bestias. Algunas veces se turnaban para arrodillarse delante de mi abuela para comerle el coño mientras se pajeaban; mi abuela, a sus 50 años, tenía un tipazo expectacular. Mientras le comían el coño mi abuela les decía que le habían follado el coño la noche anterior y no se lo había lavado para que ellos lo disfrutaran, esto les hacía gemir y les provocaba mayor excitación, le olían el coño mientras se pajeaban mas rápido aún; mi abuela sabía que estas cosas les volvían locos y les decía -¿a que está delicioso mi coño?-, -me encanta que me comáis el coño después de haber follado toda la noche-, -¿os gusta el sabor de la leche cerdos?-, -así… así… guarros… oledlo… chupadlo… lamedme el chocho como perros…-.

Luego, antes de que empezara a llegar la gente a la playa, nos íbamos a casa a disfrutar de la piscina con el resto de la familia cuando se levantaban; comentaban como les había ido la noche anterior en el club y las cosas que habían hecho. Mi tata disfrutaba mucho pues iba pocas veces al club porque tenía que cuidar de mí y aprovechaba para follar todo lo que podía cuando mi abuela estaba de visita; mi tía, que era superexibicionista, disfrutaba de ser el centro de atención en el club los días que estaba de vacaciones, también hacía algún show de vez en cuando en el local; otras noches, mi madre se quedaba conmigo y mi abuela iba entonces al club con mi padre, mi tata y mi tía. En estas reuniones en la piscina nos contábamos todo, lo que ocurría en el club y lo que pasaba en la playa, también yo contaba como jugaba con mis amigas y como nos tocábamos y nos enseñábamos las tetas y los chochitos.

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