Un día en el gimnasio ¡Muy especial!

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Como todos los martes, termine de trabajar y me prepare para ir al gimnasio. Antes de la pandemia siempre me preparaba el bolso con todo lo necesario para cambiarme y ducharme allí, pero desde hace un año, voy directamente vestido desde casa y vuelvo a ducharme, intentando no pisar los vestuarios a menos que sea imprescindible, siempre me visto con unas mallas negras finas que tengo, me resultan mucho más cómodas para poder hacer estiramientos y correr en la cinta. Hasta hace no mucho, solía ponerme unos boxers por debajo de estas, ya que me daba miedo que se pudiese transparentar más de la cuenta, pero ese día, cuando me estaba preparando para ir al gimnasio, mi novia se acerco a mi y me preguntó por qué me ponía boxers por debajo de las mallas, “te quedarían mucho mejor si no llevases nada”, me dijo. Yo le conté que me daba miedo que se me transparentara más de lo debido al hacer algún estiramiento o ejercicio de pierna, en ese momento ella abrió su armario y se puso a buscar en el cajón, pasados unos segundos sacó algo diciendo, “aquí esta”. Yo le mire y vi que en su mano sujetaba uno de sus tangas negros de hilo, me lo puso en la mano y me dijo, «quítate esos boxers y pruébate esto». No supe que decir, nunca había pensado en ponerme un tanga, ni que mi novia me lo fuese a ofrecer, me resultó raro, le dije que me daba vergüenza usar un tanga suyo, ella me miró y dijo » ¿a ti te importaría si usase un bóxer tuyo?». La verdad es que lo pensé y dije «no, en absoluto». Tras decir eso, me fui a la habitación, me quite las mallas y el bóxer, cogiendo el tanga por los costados fui subiéndolo hasta sentir como la tira se introducía entre mis nalgas, como la tela de delante tapaba poco a poco mis partes más íntimas, me mire en el espejo durante unos segundos y la verdad es que me quedaba realmente bien, volví a coger las mallas y me las puse, ahora si que era otra cosa, estaba protegido ante cualquier transparencia y encima no se me notaba nada o eso creía yo.

Una vez estuve preparado, me dispuse a salir de casa, cuando mi novia pasó por detrás de mí y me dio un azote como nunca antes, me gire y me dijo, «cuando vuelvas seré yo quien te lo quite».

De camino al gimnasio me sentía raro, sabía que nadie lo veía pero saber que iba en tanga me excitaba un poco. Llegué al gym y como siempre, empecé calentando en la cinta, estuve 10 minutos y pare para empezar los ejercicios de pesas. Justo elegí una máquina que estaba ocupada por una chica más o menos de mi edad, 27 años, tenía un cuerpo cuidado como el mío, imagino que gracias a las horas de ejercicio que practicamos, me acerque y le pregunte si le importaba alternar conmigo, ella muy simpática, me dijo que no tenía ningún problema, que le gustaba estar acompañada, ya que le forzaba a ir más rápido.

Mientras hablábamos terminó su turno y se levantó, yo me puse de espaldas a ella y agarrando la barra me senté en la misma posición en la que estaba ella segundos atrás. Cuando terminé las repeticiones me levanté y me giré para decirle que ya estaba. Ella con una sonrisa que no entendí muy bien me dijo “ genial, este es justo el ritmo que tenemos que llevar”. Al sentarse esta vez, vi como se le subía la camiseta en cada repetición y empecé a fijarme en el buen culo que tenía. Al igual que yo, llevaba mallas, las cuales se le pegaban dibujando un culo de infarto. Cuando se levantó, pude ver aún mejor esa silueta, por un momento me despiste, pero sus palabras me sacaron del trance, «ya está David, tu turno». Esta vez las últimas repeticiones me costaron más, estiraba más los brazos y eso hacia que parte de mi espalda quedara al descubierto, termine y me levanté. Laura me miraba nuevamente con esa sonrisa tonta que había visto la primera vez, pero seguí sin darle importancia.

Terminamos con esa máquina y yo quería hacer algo de pierna, Laura al parecer tenía pensado hacer un recorrido muy parecido al mío, así que decidimos ir juntos para mantener el ritmo y motivación. Elegimos una en la que se ejercita la parte posterior de la pierna, una en la cual te tumbas boca abajo y recoges las pierdas. Fui yo el primero en empezar, hice las 10 repeticiones habituales y me levanté lentamente para no marearme, «es tu turno» le dije a Laura. Esta vez no solo sonreía, si no que estaba un poco roja. Se tumbó y comenzó con el ejercicio. Sin poder evitarlo, comencé a mirarle el culo y lo que vi me volvió loco, era un culo redondo, perfecto y gracias a las mallas se intuían unas finas líneas que claramente dibujaban el contorno de la ropa interior que se perdía entre los glúteos. En ese momento entendí por que me sonreía cada vez que me levantaba y entendía por qué se había sonrojado en esta última ocasión. Me sonreía por qué cuando hacía los ejercicios se me marcaban las tiras del tanga que llevaba puesto y se sonrojo al saber que si se tumbaba podría ver al igual que ella ese precioso culo, imaginando su ropa interior con el dibujo que se le marcaba.

Al levantarse le sonreí igual que ella había hecho en anteriores ocasiones conmigo, esta vez sabía que al tumbarme iba a estar mirándome el culo sin ningún tipo de pudor, por lo que intenté provocarle un poco, intentaba levantar más los glúteos para que tuviese mejor vista y creo que lo conseguí, por que al levantarme la sonrisa era una sonrisa pícara acompañada de un comentario: «me gusta tu ropa, que suerte que algunos chicos llevéis mallas en el gimnasio también». Terminamos de hacer el ejercicio y tardamos en decidir cuál sería el siguiente, yo ya no conseguía centrarme mucho en el circuito y dejé que ella eligiese sin pensar bien en lo que hacía. Cuando estaba intentando concentrarme en los ejercicios, recibí un mensaje de mi novia preguntándome como me iba con su tanguita puesto, le conteste diciendo que me estaba gustando, lo único que se lo iba a devolver un poco sudado, me respondió en el acto «no te preocupes, si te ha gustado te lo regalo, te queda genial, espero que no se te transparente para que no pases vergüenza». Claramente no se imaginaba lo que estaba viviendo.

Tras guardar el móvil Laura me dijo que íbamos a hacer glúteo, esto ya no iba de hacer ejercicio, si no de seguir disfrutando de nuestros cuerpos. Al contrario que en el ejercicio anterior, fue ella la primera en empezar, no podía dejar de mirarla, en una de esas, giró la cabeza y me pilló por completo, se rió y siguió con el ejercicio.

Al terminar, me dejó la máquina y me dijo «ahora me toca disfrutar a mi». Empezaba a calentarme, por lo que ya no era lo que pudiese ver por detrás, si no lo que se marcaba por delante. Sentía como ese tanga no era suficiente para taparme, se introducía cada vez más entre mis nalgas y me estaba poniendo nervioso. Al levantarme, ella continuó mirando sin importarle lo que pudiese decir o pensar, creo que vio que el tanga no me cubría por completo, pero no comentó nada. Termine la serie y me dijo al oído, «creo que no es de tu talla y puede que el mío sí».

Esto ya era demasiado, no solo no me había puesto nunca un tanga, si no que ahora me ofrecían dos mujeres distintas ponerme los suyos. Le dije que si fuera mío le ofrecía un intercambio, pero que no lo era y no podía aparecer en casa sin él. A lo que respondió que no me ofrecía un intercambio, si no dejar que me lo probase mientras ella se probaba el mío. Se giró y me dijo “en 5 minutos volvemos a encontrarnos fuera del vestuario”. Sin dudarlo me dirigí al vestuario masculino, al entrar no había nadie, así que me quite las mallas, me mire en el espejo y vi lo bien que me sentaba, me lo fui bajando por que no quería que nadie me viese así. En el proceso, me excite cuando salía poco a poco la tira de entre mis nalgas, no sabía muy bien por que sentia eso, pero no me disgustaba en absoluto, me puse las mallas nuevamente y cuando estaba listo para salir inspeccione un poco el tanga, estaba algo sudado y se marcaban algunos indicios de excitación, me entró la duda de si dárselo en ese estado, pero finalmente me arriesgué y salí con el, recogido en la mano. Al salir, Laura ya estaba esperándome, me acerque a ella y me extendió su mano, puse la mía y sentí como dejaba una tela fina sobre esta. Al igual que ella, deje en su mano el mio, lo agarró y me dijo, «nos vemos en otros 5 minutos aquí».

Entre rápidamente al vestuario con unas ganas locas de ver como era, nada más entrar, comprobé de nuevo que no había nadie y lo mire, era un tanga azul marino deportivo, no estaba tan sudado como el mío pero se notaba que era el que llevaba puesto, no quise retrasarme más y me lo fui poniendo, era muy elástico, por lo que me entraba perfectamente, cuando llegue a taparme mis partes, cubría mucho mejor la zona que el de mi novia, pero es verdad que la sensación de la tira me gustaba más que la de este, que era más ancha, el tenerla introducida por completo me excitaba.

Me puse las mallas y comprobé como con este si que era más evidente que llevaba tanga, pero llegados a este punto, no me importaba.

Salí de nuevo pero esta vez me adelante a Laura. Para cuando salió, estaba empezando a hacer pectoral. Se acercó a mí y me dijo «ahora entiendo por qué no es tu talla, por que no es de chico, ¿te lo ha dejado tu novia?, ¿por eso no podías cambiármelo?». «Eso es» le dije. «Pues no se a tu novia, pero a mi me ha gustado ponérmelo sabiendo que lo has usado tu y sintiendo lo mojado que está. ¿Te gusta el mío?». «Me gusta mucho, es verdad que cubre mejor mis partes, lo malo es la tira trasera, no me gusta tanto como la otra, pero al ser tan fino, es muy cómodo, de todos modos me excita mucho saber que lo tenías puesto hace apenas 10 minutos, creo que es mejor que te lo devuelva, no va a estar en buenas condiciones si no”.

Ella me hizo un gesto con la cabeza dejándome claro que no me lo quitase y me pregunto “¿Qué diría tu novia si apareces con un tanga que no es el suyo?”.

“No creo que le gustase mucho, ¿pero no me harás eso no?, me has prometido que era solo probárnoslo” le respondí.

«No te preocupes, soy buena, te lo devuelvo antes de que nos vayamos, vamos a seguir con los ejercicios, que si no, hoy nos vamos sin hacer nada”.

Laura se puso a ayudarme mientras levantaba peso, después cambiábamos y era ella la que lo hacía. Para terminar le dije que me gusta correr un poco y después estirar, ella me dijo que también lo solia hacer así, por lo que nos fuimos a las cintas. Estuvimos corriendo unos 30 minutos, yo a los 10 ya empezaba a sudar y me estaba dando mucha vergüenza devolverle el tanga todo mojado, pero pensé que ella me lo devolvería en un estado similar, así que no me preocupe más y continue.

Cuando llegue a la media hora, mire a Laura y le pregunté si estirabamos un poco. Ella me contestó que si y cogimos dos esterillas para irnos a la sala de yoga, una sala repleta de espejos, entramos y estábamos solos.

Comencé un estiramiento de espalda, el cual implicaba que me agachase hasta tocar los pies con las manos, en este momento Laura tenía una vista de mi culo con las mallas y su tanga espectacular, a mi ya no me importaba mucho que me mirase, incluso me gustaba. Estaba en eso cuando sentí su mano deslizarse por uno de mis glúteos, hasta ahora no habiamos tenido nada de contacto, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y en ese momento fue en el que me di cuenta de lo que estabamos haciendo. Me puse de pie y le dije que no podía, que tenía novia, que había sido un error hacer el cambio, que era una chica preciosa con un cuerpo de 10 pero que no podía hacerle eso a mi novia. Ella lo entendió perfectamente y paro.

Terminamos los estiramientos y llegó el momento de intercambiarnos los tangas de nuevo, ella me puso una condición, «te devuelvo el tanga, si prometes entrenar conmigo todos los martes». Sin duda no iba a perder la oportunidad de entrenar con esa belleza, así que le dije «claro, eso está hecho».

Nos dirigimos cada uno a su vestuario, está vez había otro chico joven cuando me fui a cambiar, por suerte se metió en la ducha justo cuando entraba yo, me baje las mallas y me mire en el espejo, quise guardar un recuerdo del día y me saque un par de fotos, luego me baje el tanga y lo puse en el banco, me termine de poner las mallas y lo cogí, estaba empapado, me daba apuro dárselo pero era suyo, así que no pude hacer mucho más.

Salí del vestuario para darle el tanga, cuando vi que ella estaba esperándome pero con la mochila puesta, imagine que se iría directa sin volver a ponérselo, normal, no querría ponerse algo que está mojado. Me acerque a ella y como en la anterior ocasión extendió su mano y me dio «mi» tanga negro junto con un papel diciendome «nos vemos el martes que viene» y se fue. Yo no sabía como reaccionar, por que no le había devuelto su tanga, imagine que su intención era regalarmelo, por eso no fui tras ella, aunque me quede con la duda. Me di la vuelta hacia el vestuario de nuevo y entre. Ahora el chico de antes, estaba terminando de vestirse, por lo que me senté guardando como pude los tangas para que no se vieran y me puse a leer la nota.

Nota: He disfrutado mucho del entrenamiento de hoy, no conocía a ningún chico que usase tanga y me ha encantado verte a ti con el puesto, tu novia tiene suerte de poder verte sin mallas y aprovecharse de lo que he visto por delante. Te devuelvo tu tanga un poco más mojado de lo que estaba, espero que no te importe jaja, a cambio te regalo el mío, por lo que me has dicho, de tamaño te queda bien, así que puedes usarlo cuando quieras, me da pena no sentir esa humedad que sentirás tu al ponerte el que te entrego, pero me gusta la idea de saber que lo llevarás en algún momento. Te dejo mi número para poder organizar los entrenos.

Termine de leer la nota y el chico del vestuario ya estaba terminando de recoger sus cosas, así que espere y en cuanto salió por la puerta, me quite las mallas, antes de ponerme el tanga, lo mire un poco, estaba húmedo y me excite de pensar que Laura lo había llevado puesto minutos antes, tuve que relajarme por qué si no, no conseguiría ponérmelo, así que cuando me tranquilice fui deslizándolo por mis piernas, hasta que sentí como la tira se iba introduciendo entre mis glúteos, un escalofrío recorrió mi cuerpo, volví a mirarme en el espejo y se me ocurrió sacarme una foto al igual que había hecho con el de Laura, no quise arriesgarme más y me puse las mallas para volver a casa.

No sabía muy bien que hacer con el tanga de Laura, ya que no disponía de bolsillos, lo agarre en la mano y salí del gimnasio.

Llegué a casa y leire me abrió la puerta, entré rápidamente para que no viese que llevaba en la mano, entre en el cuarto y guarde el tanga en mi cajón de ropa interior.

Volví junto con Leire y esta empezó a preguntarme, “¿que tal? ¿Has estado cómodo? ¿Alguien te ha mirado? “. Yo le respondí que si, que me había gustado mucho y que incluso el tener la tira introducida me excitaba bastante, no quise mencionar nada sobre lo sucedido con Laura. Mi novia siguió con las preguntas, “así que te gusta tener algo ahí detrás!”. “Si, nunca lo había sentido y me ha gustado“, le respondí, pensando que sería una respuesta inocente.

“Vale vale, está bien saberlo” me dijo ella.

Mi novia se levantó de la silla en la que estaba, me cogió de la mano y me arrastró hasta la cama. Ahí me empujó y caí de espaldas, ella se puso encima y empezó a besarme, unos besos apasionados, me cogía las manos y me las sujetaba por encima de la cabeza como si de unas esposas se tratase, yo ya estaba que me subía por las paredes, fue bajando poco a poco hasta llegar a la costura de las mallas y agarrandolas con las manos me las fue bajando.

Me dejo unicamente con su tanga, se fijó en él y vio que tenía alguna mancha.

Leire: “Veo que es cierto eso de que te ha gustado jajaj, también veo que no esconde lo necesario cuando estás excitado, tendré que dejarte algún otro“.

Cogió la tira del tanga con los dientes y tiro de ella como si quisiese arrancarla, empezó a pasar la lengua por encima de la tela, estuvo así un rato hasta que la cogí por la cintura y cambiamos las posiciones, ella pasó a estar debajo y yo encima.

Le quite la ropa, dejándola solo con un tanguita blanco muy parecido al que llevaba yo.

Quise imitarla y empecé por un beso apasionado, lo siguiente era ir bajando como ella había hecho, le di besos recorriendo todo el cuerpo hasta pararme en su cintura, imite su mordisco tirando de la tira y cuando la solté me miró con cara de enfadada, me hizo subir y me dijo al oído «te voy a enseñar como se hace», sentí que sus manos pasaban de estar abrazando mi cuello a ir deslizándose hasta toparse con la tira en mi cintura, puso las manos en mis nalgas y las separó. Fue una sensación extraña, pero no desagradable, estaba pensando en ello cuando tiró de la tira y la solto de golpe, me acerque a su oído y le dije “me está encantando, puedes seguir hasta donde quieras“.

Leire: “¿Estás seguro de que me dejas hacer lo que quiera?“.

David: “Si, lo que quieras”.

Leire:“Buff no sabes lo que me ha puesto verte con mi tanga, desde ese momento no he parado de imaginar todas las cosas que te haría”.

Me soltó las nalgas y me puso boca abajo, me dijo que me quedase así, que volvía enseguida. Yo le hice caso y me quedé quieto, cuando volvió se puso encima de mí, me dio un azote y me dijo “quiero que disfrutes, si en algún momento quieres que pare, me lo dices y paro”.

Yo no conseguía adivinar que me esperaba, fue dándome besos por toda la espalda, llegando a mi culo, volvió a separarme las nalgas y fue pasando el dedo por la tira del tanga, buff me estaba poniendo mucho, agarró la tira y la soltó igual que antes, solo que ahora ella tenía la vista directa de lo que hacía. Volvió a coger la tira, pero esta vez la apartó a uno de los lados e hizo el recorrido con el dedo, pero sin tela de por medio.

De repente, noté algo frío en mi agujero, “uff ahora ya sabía por donde iban los tiros”, pensé. Sentí como con uno de sus dedos iba haciendo presión, me preguntó si estaba bien y si quería continuar, antes de poder decirle que sí, sentí como se introducía dentro de mí, se acercó a mi oído y me dijo.

Leire: “¿te gusta que te lo meta? o ¿lo saco?.

David: “mételo, mételo todo lo que quieras”.

Leire: “En cuanto te he visto con el tanga he querido hacerte esto, me alegro de que te esté gustando, por que no será la última vez”.

Terminó de decir esto y empezó a moverlo. Nunca había sentido tanto placer, se acercó otra vez y me dijo:

Leire: “Ponte como tú me sueles pedir a mi”.

Yo le entendí perfectamente y me puse a 4 patas sin que ella sacase el dedo. Con la mano que tenía libre, empezó a tocarme, yo sí seguía así no aguantaría mucho, le pedí que parase y ella en lugar de hacerlo, comenzó a meter y sacar el dedo con mayor rapidez, yo estaba a punto de estallar, así que me moví para sacar el dedo, agarre a Leire y la tumbe en la cama. Me quite el tanga y me puse encima suya. Leire estaba muy excitada con todo lo que me había hecho, así que no tardé en conseguir que tuviese su primer orgasmo. Se la introduje agarrando sus piernas y poniéndomelas en los hombros, se que esa postura le encanta por que entra todo lo que puede, mientras estábamos en esa postura tocaba sus pezones y gritaba, leire no reaccionaba, estaba totalmente ida, me acerque a su oído y le dije.

David: “¿Te esta gustando?“.

Leire: “Si, sigue así, hasta dentro, me encanta cuando me pones así, la siento entera”.

Le pegue un azote, se que le encantan en esa situación y aumente el ritmo.

Nos faltaba muy poco para acabar a los dos, así que por si luego me daba vergüenza, me acerque a su oído y le dije:

David: “Que sepas que me ha encantado lo que me has hecho hoy, me gustaría repetirlo cuando quieras”.

Leire: “Tranquilo que ese culito ya es mío, voy a hacer muchas cosas con él”.

Fue escuchar eso y no pude aguantar, acelere el ritmo, Leire empezó a gritar como lo hace cuando está a punto y los dos nos vinimos a la vez.

Fue una de las mejores experiencias que había tenido hasta ese momento, entre el gimnasio y lo vivido en casa, aún estaba intentando asimilarlo.

Me levanté de la cama, cogí el tanga y fui a ducharme, leire me siguió y cuando eche el tanga a lavar me dijo:

Leire: “Ese ya es tuyo, pero compraremos más, unos que sean de chico para que te queden bien de talla jajaj”.

Me metí en la ducha con leire.

Continuará …