Un juego peligroso con un completo extraño. Primera y última vez

Valorar

No pensé que escribiría sobre la primera vez que estuve con un hombre y cómo fue perder la virginidad. Creo que es una forma de destacar lo morboso de ese encuentro y de lo que lo antecedió, mostrar como las primeras veces pueden resultar más satisfactorias de lo que uno espera, y sirve para probar y aventurarse.

Ser una chica en un grupo de hombres es genial, sabes como piensan y empiezas a escuchar sus experiencias…hasta sexuales. En ese momento estaba de moda el Tinder (no sé si aún lo estará), mis amigos que eran de usar más bien Grindr (lo mismo que Tinder pero para gays), me introdujeron en el mundo de calificar chicos y ver que pasa. Al entrar en el mundo del Tinder, es fácil obsesionarse con conocer a alguien interesante. Debo confesar que en ese momento mi ingenuidad superaba mi malicia, así que creía que podría encontrar a una pareja seria. Por supuesto que no tardé en descubrir que solo era una app que está fundamentada en encontrar a un chico para sexo casual.

Después de un tiempo y de muchas decepciones con chicos que conocía y no tenían nada más interesante que mostrar su pene, conocí a Jota. Su nombre es José, pero al tener tantos amigos con ese nombre, decidí llamarlo Jota. Era un chico común de 28 años que pasa desapercibido, pero tenía una hermosa voz, por algo era cantante de una banda local. Tampoco era el típico chico de banda, por el contrario, pasaba por nerd.

Empezamos a hablar y a…sextear. Al principio no estaba convencida de jugar ese juego peligroso que se llama sexteo, o de enviar fotos desnuda a un completo extraño…pero con el tiempo uno se acostumbra, se siente bien sentirse deseado. A él le excitaban los videos que le enviaba, siempre que no solo pudiera verme masturbándome, sino que además pudiera oír mis controlados gemidos. Lo ponía a mil. Cada vez que terminábamos…él llenando su mano de semen y yo llenando mis dedos de mis jugos, Jota preguntaba:

-¿Cuándo podremos jugar de verdad?

Siempre le decía que cuando quisiera, aunque en el fondo me daba algo de miedo, hasta ese momento era virgen…si virgen a los 25 años. No quiere decir que no hubiese experimentado mi cuerpo y el placer, que no hubiese visto porno hasta correrme, pero lo cierto es que nunca había tenido sexo, así que por un lado me daba miedo, pero por otro una curiosidad enorme.

A las semanas esa curiosidad dominó al miedo. Jota y yo quedamos para tener sexo un viernes en la mañana. Ambos estaríamos desocupados ese día y sus padres estarían de viaje, así que sería el momento ideal para darnos placer. Era la primera vez que me vería en persona, que vería a la chica de cabello corto, piel café y de gran sonrisa, que dejaba al descubierto sus piernas doradas y torneadas, que tanto le gustaban lucir.

Nos encontramos y me llevó a su casa. Yo llevaba un vestido que me llegaba por encima de las rodillas, ajustado en la parte superior, suelto en la parte inferior. Debajo del vestido llevaba una muy pequeña tanguita negra y un sujetador de encaje negro que resaltaba el tamaño de mis senos. Cuando me subí a su auto y me vio, lo noté nervioso, hablaba poco.

Al llegar a su casa, no habían pasado ni 5 segundo cuando me tomó por la cintura me volteó y empezó a besarme. Ansioso, sus manos se dirigieron directamente a mi culo, no paraba de acariciarlo, apretarlo y nalguearlo. Mientras me daba besos apresurados, donde se notaban las ganas, me llevó una de mis manos a su entrepierna y me decía:

-Así me tienes. Desde que te vi me excité. Tenía ganas de quitarte ese vestidito.

– Que rico besas…deliciosos labios.

Yo solo gemía mientras nos tocábamos y mientras él decía esas palabras en un susurro que calentaba.

Al rato me arrancó el vestido, no esperó a que subiéramos a la habitación. Me quitó la tanga y el sujetador.

Subimos. Al entrar a la habitación le quité el pantalón y su bóxer el cual estaba algo mojado. Lo obligue a sentarse, me arrodille y tome su polla. Nunca le había hecho sexo oral a nadie, pero vi mucho porno…¿qué tan difícil sería darle una mamada a esa polla que se veía apetitosa?. Lamí mi mano, y empecé a masturbarlo…primero lento, después rápido. Luego lo metí a mi boca, me entraba completa. Chupaba y chupaba. Su cara me decía que le encantaba, así que seguí haciéndolo cada vez más rápido. Cuando estuvo a punto de correrse, me dijo que parara…qué quería follarme antes de acabar. Me tiró a la cama, lamió un poco mi sexo y se abalanzó sobre mí. Metió su polla fuerte y sentí una ligera presión y una molestia, al rato pasó. Siguió penetrándome, en medio de eso se escuchaba el eco de nuestros gemidos:

– Me corró!!- Decía el entre sollozos

– Aún no tienes permitido correrte, quiero que me folles el culo.

Había visto tantas veces sexo anal que siempre tuve ganas de que me lo hicieran, así que no me contuve en proponérselo, en especial cuando sabia que él no se opondría (le daba mucho morbo follarme el culo).

-Voltéate ya, anda voltéate y ponte en cuatro patas – Dijo Jota

Lo hice sin protestar. Primero metió su lengua y lamió, se sintió tan bien. Luego mojo sus dedos en mis jugos, estaba empapada después de las embestidas que me había dado, y los pasó por mi ano. Sin avisarme metió su polla de un solo golpe dentro. No imaginé que se sintiera tan bien, mejor que por mi coño (aún un poco herido por la rotura del himen). A ritmo constante me folló, no paró hasta que nos corrimos.

-¡Me corro! ¿Quieres que te llene tu culito de leche?

– Siiiii, hazlo ya que me corro!!!

Al acabar nos quedamos en la cama un momento, luego me dijo que tenía mucho tiempo que no disfrutaba de un polvo tan bueno. Le dije que estuvo delicioso.

Me vestí al rato y sin decir más, le pedí que me llevara a casa. Nunca supo que era virgen.

Me escribió un par de veces para quedar de nuevo, no quise, para mi solo fue sexo casual, la oportunidad para probar lo que tanta curiosidad me había dado.