Un reencuentro con mi trio un poco caliente
Mi madre tenía un hermano que vivía en Canadá, se mudó cuando yo tenía 7 años. No lo recordaba muy bien, pero por las redes sociales lo conocía, al menos por fotos. Lo que si sabía que mi padre no lo toleraba y creo que era mutuo. Una de las pocas cosas que recuerdo de niña eran las discusiones que tenían entre ellos. Cuando mis padres supieron que iba a venir a visitarnos después de unos cuantos años, el ambiente se puso tenso.
Ese día llegué de mis clases y mi tío ya estaba, se encontraba en la cocina charlando con mi madre.
Apenas me vio, se me acercó y me abrazó con fuerza, lo hizo por varios segundos hasta que me soltó sin antes darme un beso en la mejilla.
Me dijo, lo grande que estaba y linda, y otras cosas banales.
Almorzamos los tres, mi tío no paró de hablar, y nos pusimos al día de muchas cuestiones. Realmente me caía bien, tenía cerca de 40 años aunque aparentaba mucho menos. Tuvo una vida muy interesante. Cerca de las 16:00 hs mi madre me mandó a mi cuarto, para hacer mis tareas.
Me saqué mi ropa, y me puse una remera blanca, una tanga blanca y una calza negra. Solía vestirme así para estar entre casa.
Al rato mi madre entró a mi habitación para decirme que iba a hacer unas compras para la cena, y que si mi padre llegaba antes que ella que no los deje solos a mi tío y padre.
Me recosté en mi cama, y cerré mis ojos, me gustaba dormitarme unos minutos por la tarde, no mas de media hora, pero me eran necesarios, porque me despertaba a las 6.30 todos los días y sin ese pequeño descanso se me hacía difícil llegar al final del día.
Estaba entre ese momento en que estas casi despierta pero no del todo, se sentía muy placentero, no quería despertarme, tardé unos instantes en darme cuenta que no estaba sola. Abrí mis ojos, y ahí estaba mi tío, me sobresalté al verlo sentado en mi cama, pero mi sorpresa fue aun mayor cuando noté su mano derecha bajo mi remera, sobre mis pechos. Salté de la cama y me fui contra una pared.
Me quedé mirándolo, esperando una explicación. Estaba asustada, o confundida, no sabía bien, pero recuerdo tener mis pezones bien duritos, no sabía que me había hecho mi tío pero mi cuerpo pareció disfrutarlo.
– No es para tanto, hasta lo estabas disfrutando. Me dijo, como si no hubiera hecho nada malo.
Le parecía graciosa la situación, por mi parte no sabía como reaccionar, si echarlo, irme, insultarlo.
Se puso de pie, y se me acercó, se me hizo un nudo en mi garganta y no pude ni decir una silaba.
Acarició mi cabeza, luego con su pulgar acarició mis labios, para luego meter su dedo en mi boca, tocando mi lengua, mientras me miraba fijamente, disfrutando mi incomodidad.
Su dedo entró todo, hasta el fondo de mi boca, dándome arcadas. Se sonrió y sacó su dedo.
Su mano se metió bajo mi calza y tanga, y sus dedos jugaron con mi vagina, me acarició mis labios vaginales, al principio solo eran sus yemas, era delicado, pero luego, sus dedos acariciaban mi conchita mientras algún dedo se metía en mi orificio, quería resistirme, me sentía avergonzada, pero se sentía rico, demasiado, para decir no, y me dejé manosear. Cerré mis ojos, y apreté mis labios. No quería que mi tío viese el mínimo atisbo de placer, quería dar la sensación de que era contra mi voluntad, aunque lo deseaba con toda mi alma. Sentí un leve dolor cuando me penetró con dos dedos, gemí levemente, me contuve para no gritar del placer, pero sus dedos seguían penetrándome, abriendo mis labios, como nunca habían sido abiertos.
– Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh, por favor, ahhhhhhhhhhhhhhhhh, detenete. Gemía.
Pero sus dedos me penetraron mas fuerte y profundamente.
– Tu concha bien mojada pide otra cosa, me dijo.
Me quería morir de vergüenza por su comentario que era cierto.
Sacó sus dedos de mi vagina, y sentí como chorreaba mis fluidos vaginales, manchando mi tanga blanca.
Se arrodilló, tomó mi calza de la cintura y me la bajó hasta mis tobillos.
Puso su nariz contra mi vagina, sobre mi tanga. La punta de su nariz recorrió toda mi tanga en la zona de mi conchita.
Sus manos me tomaron de mis caderas, y giraron mi cuerpo, dejándome frente a la pared, sus manos acariciaron mis nalgas, con movimientos circulares, una mano con cada nalga, sus pulgares de acercaban a la raya de mi cola. Me besó mis nalgas, fueron varios besos húmedos, hasta que sus manos bajaron mi tanga, dejando mi cola completamente desnuda frente a mi tío. Su nariz se hundió entre mis nalgas, y sus manos apretaron mis nalgas con mucha fuerza, las separaron, y fui sorprendida por mi tío, su lengua buscó mi ano, al principio solo lo lamia, pero de repente sentí como me penetraba mi orificio. Me daba vergüenza que jugara con esta parte íntima. Quise apartarme pero no me lo permitió, me tomo con fuerza con sus manos y siguió penetrándome con su lengua. No sentía dolor pero si, mucha incomodidad, traté de zafarme nuevamente, y esta vez mi tío lo notó y sacó su lengua de mi cola. Pude respirar mas tranquila.
Se paró, e inmediatamente sentí el sonido del cierre de su pantalón, como se abría. Aún seguía mirando hacia la pared, no me animaba a girar.
Me tomó por el hombro y sentí algo duro contra mi espalda, por un segundo pensé que era uno de sus dedos, pero cuando sus dos manos se apoyaron sobre mis hombros, me di cuenta lo que era.
Sentí mucho calor, estaba extremadamente nerviosa, me daba miedo la idea de ver el miembro de mi tío o pensar que me haría.
– Tranquila, lo estas haciendo muy bien. Me dijo.
Luego sus manos comenzaron a masajearme los hombres, se sentía muy agradable, cerré mis ojos y me dejé llevar por el placer de sus manos, podía sentir su miembro hundiéndose en mi espalda, pero sus masajes, me tenían tan relajada que por un momento no me sentí avergonzada.
Pero el masaje duró muy poco, me cargó con sus fuerte brazos y me llevó a la cama, me sentó sobre esta, y miré para otro lado.
Se puso enfrente, con su pene casi en mi cara, me tomó por el mentón, y mi boca toco la cabeza de su pene. Cerré mis ojos, y sentí como su pene frotaba mis labios, quería meterla dentro de mi boca, pero mis dientes no lo dejaban, después de varios intentos, desistió y la pasó por toda mi cara, me sentí humillada.
– Abrí los ojos. Me pidió.
Tragué saliva, me tomé unos segundos y lo vi.
Era muy grueso y largo, tenía varias venas que recorrían su tronco. Su cabeza estaba bien marcada y se diferenciaba del tronco. Era un pene gigante y bien formado, al menos eso me pareció a esa edad.
Apoyó su mano izquierda en la parte superior de mi cabeza, sobre mi cabello. Y con su mano derecha sujetó su miembro y comenzó a masturbarse frente a mi cara. Lo hizo bien cerca, a solo unos centímetros de distancia, cada tanto la punta de su pene chocaba contra mi cara, sobre todo contra mis labios y nariz. Me ponía muy nerviosa saber que en cualquier momento me golpearía la cara. Lo hacía muy fuerte y con mucha velocidad, gemía con intensidad, sin dejar de mirarme, trataba de mirar hacia otro lado pero cada vez que lo hacía, me pedía que lo mire a la cara.
– Abrí la boca bien grande. Me dijo.
Lo miré desconcertada, esperando que sea una broma, sabía lo que me estaba pidiendo y lo que pensaba hacer, pero no quería creerlo.
Tuvo que pedírmelo nuevamente.
– Vamos, abrila, abrila bien grande. Dijo.
Esta vez fue autoritario, lo estaba pidiendo en serio.
Obedecí, sentí un escalofrío en mi cuerpo y no pude parar de temblar.
Sus gemidos se volvieron mas fuertes y metió la cabeza de su pene en mi boca tuve que esforzarme para que entre toda, sentía que la abrí hasta mis límites.
Con su cabeza dentro, siguió masturbándose, con mucha mas velocidad.
Estaba muy agitada, la idea que se me venga en mi boca me daba pánico.
Finalmente lo que temía sucedió.
Acompañado de un grito de desahogo, un chorro muy espeso de semen llenó mi boca. Mas de lo que podía tragar, pero mi boca estaba llena con el pene de mi tío por lo que su leche terminó bajando por mi garganta, mis ojos lloraban, me sentía ahogada con sus fluidos, pero pude tragarla toda. Tardó mas de un minuto en sacar su miembro de mi boca. Con los restos de semen que quedaban en su cabeza, lo esparció contra mis labios, al principio pensé que solo se estaba limpiando, pero luego supe cual era su idea.
Se sentía asqueroso, quise limpiarme el semen, pero no me dejó.
– Quiero que “la nena de papa” lo bese con la boca manchada del semen. Me dijo sonriendo.
Pensé que era un chiste, pero no me permitió limpiarme, lo decía muy en serio. Sabía que no se llevaban bien, pero mi tío quería llevar la pelea a otro nivel.
Nos acomodamos la ropa y fuimos al living.
Mi tío no paró de preguntarme sobre temas sexuales:
– Te masturbas mucho?
– Te metes cosas en tu concha?
– Estarías con una chica?
– Escuchas a tus padres coger?
– Tu culo es natural o vas al gimnasio?
– Te manosean en el colectivo o subte?
– Te miran mucho los maduros?
y muchas preguntas mas que casi no recuerdo.
Las contesté todas, con mucha vergüenza. No veía la hora que llegue mi madre y se acabe el interrogatorio.
Tardó bastante pero finalmente llegó.
La ayudamos a entrar las compras. Se puso ropa de entre casa y comenzó a preparar la cena.
Mama y mi tío no pararon de hablar, yo me quedé con ellos, solo escuché. No paraba en pensar en el olor de mi boca, tenía mucho olor a sexo y sentía mis labios pegoteados.
Mi padre llegó, bastante mas tarde del horario habitual, por lo visto quería pasar el menor tiempo posible con mi tío.
Cuando sentí que abría la puerta salí corriendo a saludarlo, lo besé y abracé como todos los días. Tardé unos segundos en darme cuenta que mi boca estaba sucia y me sentí culpable por hacer lo que me había pedido mi tío.
No perdí tiempo y fui a lavarme la boca, estuve mas de 10 minutos sacándome ese sabor agrio. Así y todo aún lo sentía.
La cena estaba lista. Mama había preparado milanesas con puré, era la comida favorita de mi tío. Mi padre casi no habló en toda la noche, solo respondía con monosílabos, tampoco me animé a hablar esa noche, temía que cualquier comentario generara alguna discusión. Fue una cena corta, mi padre fue el primero en levantarse, me besó la frente y se fue a su habitación. Por unos segundos nos quedamos en un silencio incómodo, hasta que mi tío siguió hablando como si nada. Comimos helado de postre y me retiré.
Una vez en la habitación, se me vino el recuerdo de todo lo que me había hecho mi tío. Sentí un calor muy fuerte en mi cuerpo, al punto que me sentí débil, mareada, y di pasos largos hacia mi cama tambaleándome y me desplomé sobre esta. Aún no podía creer lo que había pasado. No sabía si estar enojada, asustada, feliz, era raro, nunca tuve un dilema así, es verdad que por momentos sentí placer, mucho placer, pero también me sentí abusada, y usada como venganza contra mi padre, creo que eso era lo que mas me molestaba.
Traté de pensar en otras cosas, pero se me hacía imposible, siempre volvía a pensar en tío. Terminé mis tareas para mis clases, las cuales me llevaron mucho mas tiempo del acostumbrado por mi falta de concentración.
Me saqué la ropa, por lo general no hubiese cambiado mi tanga, pero la había mojado toda esa tarde con tío y me puse una nueva. Una remera larga que me tapaba a penas mi cola, y sin corpiño, que nunca usaba para dormir. Me recosté en mi cama, prendí la televisión, con la idea de quedarme dormida, como siempre hacía.
Después de unos cuantos minutos, y sin darme cuenta mi mano derecha estaba bajo mi tanga, y mis dedos acariciaban mis labios vaginales. Mi cuerpo me lo pedía, pero estaba confundida con todo y no quería darme placer después de todo lo que había pasado, me sentía culposa.
Me acosté de costado sobre mi hombro izquierdo, y después de varios minutos me quedé dormida.
Fue una noche diferente, nunca tuve problemas para dormir pero esa noche, me desperté en un par de ocasiones y me volví a dormir con facilidad.
No se a que hora fue exactamente, pero me desperté por algo, y apenas abrí los ojos, vi a mi tío sobre mi cuerpo. Quise gritar, pero algo me lo impedía, su mano tapaba mi boca, con mucha fuerza, y mis gritos eran ahogados. Tardé casi un minuto, hasta que dejé de tratar de gritar. Aunque mi cuerpo seguía acelerado, y podía sentir mi corazón agitado como pocas veces.
Mi tío se dio cuenta, que me había calmado, y sacó su mano de mi boca. Estaba sentado sobre mis piernas, con su pene completamente erecto apoyado sobre mi cuerpo. Mi remera estaba subida hasta mi cuello, por lo que mis pechos estaban al descubierto. Cuando me di cuenta traté de cubrirlos nuevamente, pero no me dejó.
Se quedó contemplando mis pechos por unos instantes hasta que sus manos se apoyaron sobre estos.
– Son perfectos, chicos pero firmes y bien redondos con pequeños pezones delicados y bien duritos. Dijo.
Sin dejar de acariciar mis pechos, su miembro duro seguía hundiéndose contra mi vientre.
Luego se concentró en mis pezones, los cuales pellizcaba con las yemas de sus dedos, me los lastimaba por lo que grité de dolor, e inmediatamente me cubrió la boca con la mano nuevamente.
– Calladita que papi esta al lado, y se muere si te ve cogiendo con el tío, si?
Era algo obvio, pero me había olvidado por completo, mis padres dormían a mi lado, apenas nos separaba una delgada pared. Me angustió pensar en que pasaría si mi padre viese esa situación, para el era su nena y lo mataría verme en alguna situación de estas y mucho mas con mi tío.
Luego, puso su boca contra mi pecho derecho, mientras su mano derecha se encargó de mi pecho izquierdo. Esta vez lo acariciaba con mas delicadeza y se concentraba en tocar mi pezón rosadito y duro. Su boca succionaba mi pecho, su lengua lo acariciaba y sus labios apretaban firmemente mi pezón. Se sentía muy rico, y mi cuerpo se retorcía de placer, lo repetía una y otra vez. Quería masturbarme ahí mismo pero me contuve.
Mi tío se apartó de mis pechos y quedo sentado nuevamente sobre mis piernas que ya estaban acalambradas. Se corrió para liberar mis piernas y con sus dos manos me quitó mi tanguita completamente mojada.
La habitación estaba completamente a oscuras, salvo por la luz que emitía la televisión, era una iluminación azulada, que nos dejaba ver lo que hacíamos.
– Esta tanga es mia, me la llevo, sabes?
Asentí con mi cabeza.
Luego la cara de mi tío fue a mi entrepierna. Y sentí una de las mejores sensaciones de mi vida.
Su lengua lamió mis labios rosados, lo hacía presionando con fuerza y con mucha saliva, al principios se centró en mis labios, pero luego su lengua comenzó a meterse entre mis labios, lamiendo mis paredes interiores, no podía dejar de temblar del placer, al sentir su carnosa lengua bien húmeda dentro de mi vagina. Pero faltaba lo mejor, y su lengua fue a mi clítoris, y se concentró ahí, lo lamió varias veces con toda su lengua, como un perro, lo hacía una y otra vez, para luego usar solo la punta de su lengua, hizo movimientos bien rápidos y bien concentrados en mi clítoris, mientras que con dos de sus dedos me penetró bien fuerte mi vagina.
Con mis muslos apreté la cabeza de mi tío, no quería que pare, y el mas fuerte me masturbaba. Tuve que morder la almohada para no gritar, o por lo menos que no se escuchen mis gemidos.
Finalmente me vine, tuve el mejor orgasmo de mi vida, empecé a convulsionar mientras mi tío no paraba de darme placer en mi parte íntima.
Ya con mi cuerpo desplomado mi tío siguió trabajando en mi concha. Estuvo unos cuantos minutos mas hasta que se apartó.
Me pregunto algo que me dejó desconcertada:
– Cuando tuviste el periodo?
– Cuando tuviste el periodo?
Tuvo que preguntarlo dos veces hasta que respondí.
Mi respuesta pareció gustarle, por que respondió:
– Perfecto.
Aun arrodillado sobre mi cama, tomó mis piernas y las apoyó contra su pecho, mi espalda y cabeza seguían recostada sobre la cama y quedé en un ángulo de 90 grados. El pene de mi tío bien duro estaba entre mis piernas. Escupió su mano derecha dos veces, y con la saliva se la esparció por su pene, empezando en su cabeza y lo fue esparciendo por su tronco.
Metió su mano izquierda entre el colchón y mi espalda, y levantó mi cuerpo unos cuantos centímetros, hasta dejar mi vagina a la altura de su miembro que lo sostenía con su mano derecha.
Lo acomodó en la entrada de mi vagina, y sentí como su cabeza me fue penetrando, con mucha mas facilidad de lo que pensaba. Mi tío había hecho un excelente trabajo dilatándome, porque era un pene muy grande para mi conchita cerradita.
Con su cabeza entera dentro de mi vagina, soltó su pene y puso su mano en mi espalda, junto con la otra. Mi cuerpo estaba en el aire, solo mi cabeza seguía recostada.
– Tapate la boca con la almohada.
Ese comentario me preocupo. Aunque seguía relajada.
Me tapé toda la cara con la almohada.
Sin previo aviso, sentí su miembro embistiendo con mucha fuerza, tratando de penetrarme.
Grité varias veces, aún era muy grande, para mi vagina estrecha, pero mi tío estaba comprometido a enterrarla hasta el fondo.
Volvió a embestirme, dolía, pero lo estaba logrando, su pene estaba mas adentro. Traté de pensar en otra cosa, pero con cada embestida volvía a la realidad, fue una tras otra, trataba de contarlas, pero perdí la cuenta pero fueron mas de 15 hasta que logró meterla toda hasta el fondo, sentía como ardía por dentro y me asustaba como me había estirado por dentro.
Tardó unos segundos, hasta que empezó a sacarla para afuera, cuando llegó hasta la mitad la volvió a meter hasta el fondo de una sola embestida, mi cabeza chocó con el respaldo de la cama. Volvió a repetirlo una y otra vez, aunque mi vagina se estaba adaptado al grosor del pene de mi tío y ya empezó a sacarla hasta solo dejar su cabeza dentro, y volver a meterla hasta el fondo. Nunca dejó de dolerme pero si se hacía mas fácil la penetración. Me penetró docenas de veces, tenía que hacerlo con fuerza, porque si no hundía con violencia, se quedaba en el camino, y así lo hizo una y otra vez. Cada tanto besaba y lamía mis pies, lo cual me provocaba cosquillas, entre el placer y el dolor. Mi cabeza golpeaba sin parar contra el respaldo de la cama.
De repente sus manos me apretaron muy fuerte, y sentí una cantidad muy grande de semen llenar mi vagina, fueron varios chorros, que se sintió agradable.
Mi tío quedó exhausto y respiraba agitadamente. Su miraba estaba descentrada. Me lo quedé mirando mientras sentía como su miembro se achicaba dentro de mi vagina. Cuando perdió completamente la erección. Se dejó caer a mi costado. Nos quedamos mirando el techo, mientras nos terminamos de recuperar.
– Te hice doler? Me preguntó.
– Si, un poco.
– Lo siento, no quería, pero los hombres somos animales, y a veces no podemos controlarlos. Vas a tener que cuidarte mucho, sabes? Provocas de tal manera, que nos convertís en bestias. No es tu culpa, pero es lo que generas.
Me quedé reflexionando sobre eso, y siempre noté que muchos maduros me miraban de forma que no sucedía con mis amigas o se me animaban a hablarme personas mucho mas grande que yo, cosa que no les sucedía a mis compañeras.
Mi tío se puso de costado, apoyó su mano sobre mi vientre y me dijo:
– Mañana me voy temprano, antes que se despierten, no quiero que tu mama tenga problemas por mi estadía. Cuando quieras hablar ya sabes como, y aunque no este cerca, podes contar conmigo para lo que sea. Me dio un beso en la mejilla, se levantó y recogió mi tanga.
Me lo quedé mirando mientras se marchaba.
Esa noche no pude volver a dormirme. Ni siquiera me limpié, solo me tapé con las sabanas. La cama estaba mojada por sudor y por nuestros fluidos. Aunque no me importó. Quedé bastante adolorida, desde mis pechos, espalda y lo que mas me había quedado sentido fue mi vagina.
Cerca de las 6 am sentí como se cerraba la puerta de entrada de la casa.
Me puse la tanga y fui a la cocina por jugo. Me ardía bastante caminar, me tomó dos días mas hasta que se sintió mejor mi parte íntima. Aunque ese dolor me hacía recordar a mi tío y ya lo extrañaba.
Pasaron unas semanas, hasta que mi tío me contacto por una video llamada desde Canadá. Empezamos hablando, pero terminamos teniendo sexo a través de nuestras computadoras. Lo hicimos varios años, vivía a miles de kilómetros pero era el pariente mas cercano que tenía y que mejor me conocía.