Una de taxistas…
Todo comenzó un día por la mañana en la hermosa ciudad de Querétaro, mientras estaba yo de viaje como siempre por trabajo.
Ese día, después de seis semanas de forzada abstinencia sexual, me
sentí por la mañana con una excitación bastante intensa, me sentía
incluso como viviendo en sueños, con un deseo constante que no me dejaba pensar claramente, sin embargo, sabía que no tenía tiempo ni era el momento, tenía diversas reuniones muy importantes y sabía que debía aun ir por mi novio al aeropuerto, quien llegaba de otro viaje de negocios para acompañarme a las citas del resto del día.
Mientras me daba un baño, no pude resistir pensar en hacer el amor, así que comencé a tocarme suave y deliciosamente de forma que en pocos segundos sentí mi vagina llena de humedad natural, en mi mente comenzaban a correr todo tipo de imágenes, mi respiración se agitaba y comenzaba a acercarse un delicioso orgasmo, que no pudo llegar, pues para mi decepción y coraje, interrumpió el teléfono con la noticia de que la reunión de las 10:00 AM se había recorrido una hora antes, por lo que me citaban a las 9:00 AM, con lo cual no me quedaba tiempo prácticamente para nada; esto aunado a la noticia de que los clientes se encontraban descontentos por algún aspecto del servicio, terminó de arruinar mi momento erótico (más no el deseo que sentía), así que terminé mi baño y sin pensar me vestí y arreglé en automático, era un
robot, secando mi cuerpo, mi cabello, delineando los labios, los ojos, seleccioné mi ropa sin pensar en realidad en lo que estaba haciendo; al terminar de arreglarme con toda prisa bajé al lobby del hotel para tomar mi desayuno.
Al llegar al lobby, me dirigí al restaurante del hotel sin embargo antes de llegar consideré que sería mejor opción dirigirme a las
instalaciones del cliente y buscar cerca de allí un lugar para
desayunar, de forma que no fuera necesario perder tiempo ni correr
riesgos de llegar tarde, por lo que cambié de ruta, me salí del hotel
y le pedí al botones me hiciera favor de llamar un taxi.
Lo único que pude notar fue que el botones se apresuró a llamar al
taxista y algo le comentó (al parecer sería su amigo), pude ver el
taxi que se acercaba a la entrada principal del hotel y logré escuchar un rumor de alguno de los otros taxistas que decía algo mientras me miraba, fue hasta ese momento que sentí que desperté del sueño en el que estaba metida y me di cuenta de la situación en que me encontraba, cuando pude ver mi imagen en los cristales de la entrada principal del hotel, vi lo que habían logrado tantas imágenes y deseos matutinos: ¡Mi vestuario era bastante provocador!.
Estaba totalmente convertida en lo contrario de la imagen tradicional que los clientes tenían de mi, pues siempre he sido muy recatada para vestir de trabajo, sin embargo ahora pude notar que la minifalda que seleccioné era precisamente la minifalda que tiene mayor vuelo y que más corta me queda, que a veces incluso llega a subirse y deja ver el inicio de mis nalgas cuando camino y que por lo mismo, sólo llego a usar en contadas ocasiones y bajo circunstancias controladas.
Eso no era todo, pude ver los zapatos altos que me puse, así como la blusa de tirantes que seleccioné, era totalmente fácil adivinar las
líneas de mi cuerpo, además de que resultaba sencillo, para cualquiera que quisiera, mirarme todo con tan sólo agacharse un poco o acomodarse en la perspectiva correcta.
Obviamente tuve el primer impulso de salir corriendo y regresar a mi habitación para cambiar totalmente el atuendo, sin embargo, como siempre pasa, todo se conjugó para que eso no fuera posible, pues para entonces ya el taxi estaba frente a mí, el celular no dejaba de sonar y no me gustó la idea de hacer el ridículo subiendo y saliendo vestida totalmente distinta. Así que me resigné, tendría que irme así, controlar todos mis pensamientos y sacar adelante las cosas, resolver el problema con los clientes, ir por mi novio, atender las otras citas y por la noche tener una buena sesión se sexo con él y sentir que logré tener un buen día.
Me subí al taxi, obviamente me ayudaron a subir, quien diría, que
chicos tan amables, el botones con la idea de mirar en la medida de lo posible, me abrió la puerta y mientras subí no desvió un instante su mirada de mi tanga, que por el tamaño de la falda era imposible
ocultar al subir o bajar de un auto.
Una vez arriba le indiqué al conductor a dónde debía llevarme, y tomo la ruta, no pude dejar de notar su mirada en todo momento, así como su deseo de voltear y verme, no pude evitar tampoco el disfrutar de esa mirada, de sentirme deseada y de saber que ese chico estaría dispuesto a hacerme cualquier cosa que yo le pidiera, era un chico joven y limpio, por lo que durante el trayecto llegué incluso a imaginar una escena de cómo podría lamer mi vagina en ese auto, qué poses podría usar, etcétera…
Sin embargo mis pensamientos fueron interrumpidos por un “servida señorita” y noté que ya estábamos en la plaza principal donde se encontraban ubicadas las oficinas del cliente, él de forma inmediata se bajó del auto y cuando noté ya estaba en mi puerta, que caballerosamente abrió ya listo para observar lo que fuera posible, yo me bajé como siempre, segura de que él vería, esto lo hago pues ya se que con esa falda por más que haga es imposible ocultar, prefiero tomarlo como algo normal.
Al bajar le pagué y mientras me di la vuelta para tomar mi portafolio, el chico se tomó el valor de ponerse a mi espalda y ¡ meterme la mano! solamente pude a sentir sus cinco dedos apretándome ambas nalgas, pues no lo hizo como una caricia, al contrario, era un apretón lleno de lujuria y una total falta de respeto (eso según el manual de las buenas costumbres para las señoritas decentes), mientras con su mano apretó lo más que pudo, su dedo índice se metió entre mis nalgas y quiso entrar en mi vagina, sin embargo por la velocidad del movimiento y mi reacción (que fue de retirarme de forma inmediata) no lo logró, solamente logró sumergir mi tanga a lo más profundo, yo llena de pudor
y coraje comencé a caminar sin voltear a verlo (la verdad es que el
sentir el contacto de su piel me excitó a pesar de todo) y me alejé de él, alcanzando solamente a escuchar su voz triunfante diciendo en voz baja (para que sólo yo pudiera escucharlo) “! aquí tengo lo que buscas nalgona !”
La situación a pesar de que me puso bastante incómoda, me excitó
mucho, sobre todo creo que por las palabras que me dijo, no pude
evitar que mientras avanzaba sintiera cómo otra vez, mi entrepierna se humedeciera…
Cuando entré al edificio comencé a notar las miradas lujuriosas de los policías de la recepción, quienes de inmediato comenzaron con el clásico interrogatorio “¿con quién viene?”, “¿a qué viene?”, “¿tiene
cita?”, total que me enviaron al segundo piso, donde efectivamente era la cita, sin embargo cuando caminé hacia el elevador se interpuso otro policía en mi camino, diciendo que sólo estaba funcionando de los pisos 5 al 8 así que debería subir por las escaleras. Al ver que a otras personas también las enviaban por allí me dirigí a las escaleras y subí, viendo de reojo cuando llegué hasta arriba a los tres policías cínicamente agachados y tomándome fotos con sus celulares.
Comencé a pensar que sería un martirio mi día con este atuendo, y
también pensé que era mi culpa, pues sabía que el atuendo era
demasiado llamativo y provocador, así que al menos no debería
molestarme por las acciones que no llegarán más allá, como las de esos policías, así que terminé sonriendo pensando en todo lo que estarían diciendo en ese preciso momento.
Total que allí comenzó la emoción verdadera, pues al llegar a la cita, al primero que me encontré es a un chico al que siempre le he gustado mucho, no pude evitar sentirme orgullosa al ver su mirada, cómo recorrió todo mi cuerpo de pies a cabeza, así como tampoco pude evitar emocionarme al verlo y escucharlo todo nervioso mientras me explicaba los “problemas” que tenía con el software, que era el objeto de la cita.
Mi emoción se acentuó cuando noté que el origen de esos “problemas” no era más que un cambio de idioma en la base de datos, lo cual podría resolver en menos de cinco minutos, así que le pedí me guiará a los servidores para revisar y corregir la falla.
El no perdía oportunidad de acercarse, ni de decirme cosas lindas, no dejaba de soltar frases como “estás muy hermosa hoy” y cosas por el estilo, es decir, muy decente, eso me encanta, al llegar a la zona de servidores comencé a temblar de frío, ya que en esos espacios siempre tienen aire acondicionado para las computadoras y yo con tan diminuta falda y una blusa de tirantitos estaba totalmente expuesta. El de inmediato notó que comencé a temblar y me preguntó que si podría hacer algo, le dije que un café podría ayudarme, sin embargo su respuesta fue que las cafeteras estaban descompuestas, así que en un arranque de confianza, comenzó a pasar su mano por mi espalda, frotándola para generar calor, la realidad es que si se me comenzó a quitar el frío, pero por la emoción, ya que yo sabía perfectamente lo que provocaba en
él y sabía que él deseaba hacer algo más, pero no se atrevía.
Yo respondí a su caricia con un “mmm, que rico” lo cual creo le
comenzó a excitar más, pues como estábamos de pié, él se hizo un
poquito hacia atrás, me imagino que para que no pudiera yo notar su excitación o su erección.
Al sentir que no rechacé su intento, él siguió frotando mi espalda,
convirtiendo una “caricia amistosa” gradualmente en una caricia más lenta, suave y erótica, pude notar que cada vez subía más su mano hasta mi cuello, y comenzaba a pasarla por toda mi espalda, mi cintura, y hasta por mi cadera, sin llegar a tocar nada que pudiera ser riesgoso para lo que estaba haciendo…
Yo que ya me encontraba totalmente mojada, comencé a temblar más, pero ahora era de verdad porque moría de ganas por sentir en ese preciso momento una penetración, sin embargo no tuve más remedio que decirle que mi temblor era de frió, que mejor nos acercáramos más para compartir el calorcito, lo cual él supo tomar de una forma adecuada, pues se puso detrás de mí y se comenzó a acercar, primero su pecho en mi espalda y muy lentamente el resto de su cuerpo, no tarde mucho en sentir su erección (que no era completa aun) en mis nalgas, lo cual terminó de penderme así que sólo atiné a cerrar los ojos y quedarme quietecita, para después yo misma empujar mis caderas hacia atrás para sentir más claramente.
La respuesta obvia que tuve fue en sentir una erección completa y total, por lo que me empuje con mucho más fuerza hacia atrás mientras él hacía lo mismo en sentido contrario, fue tan rico que no pude evitar solar un pequeño gemido y decir en voz baja “ay, así quédate, no voy a tener ya frio, sólo apriétame…”
El no soltaba mis caderas, al contrario las apretaba, hasta que comenzó a acariciarme las piernas y levantarme la falda, me tocó y apretó las nalgas y posteriormente pegó nuevamente su cuerpo a mis nalgas, ahora con la falda totalmente arriba y apretando mi cuerpo contra el suyo, mientras con una de sus manos me comenzó a tocar la vagina suavemente sobre mi tanga, yo ya no estaba húmeda, ya estaba totalmente mojada y a punto de ayudarle a sacar su pene del pantalón, para que allí mismo me penetrara, sin embargo, él me guió para que me hincara en una silla que estaba allí, así que quedé hincada sobre la silla, con mis codos sobre una mesa, de forma que mis nalgas quedaban totalmente expuestas y abiertas, él me bajó la tanga, de forma que me sentí súper expuesta totalmente abierta y lista para ser penetrada…
Yo estaba esperando sentir su pene, sin embargo me estremeció cuando sentí su lengua, pasando, lamiendo y penetrando cada parte de mi vagina y de mi ano, fue delicioso, riquísimo, lo estaba haciendo de lo mejor….
En ese momento escuchamos que alguien se acercaba, así que de
inmediato nos separamos yo me levanté, me arreglé la falda y simulamos que estábamos trabajando…
Lamentablemente ya no tuvimos oportunidad de estar solos nuevamente, ahora yo estaba mucho más mojada y bastante dispuesta a más cosas, un poco más cínica, y me sentía muy emocionada con este chico, así que aprovechaba cada oportunidad para dejarle ver mis piernas o dejar que me tocará, discreta o no tan discretamente cada que había posibilidad.
Después de tan excitante momento con el chico en la zona de servidores de mi cliente, donde desafortunadamente llegaron a interrumpirnos, tuve que concluir esa cita de forma normal y salir corriendo camino hacia el aeropuerto porque llegaría mi novio de su viaje, sin embargo cuando ya estaba a punto de tomar un taxy, recibí la llamada de mi novio, avisándome que su salida se retrasó y que mejor lo esperara en el hotel ese día por la noche.
Decepcionada, pensé en irme hacia mi hotel, resignada a estar sola el resto del día, cuando encontré a una de las personas con que había estado en la reunión (un chico de no más de 20 años que hace diseño gráfico con ellos), que iba acompañado de dos personas, que según me dijo, estaban interesados en conocer un poco de las tecnologías que vendo, así que comencé a explicarles, aunque no pude dejar de notar las miradas, eran dos hombres, el primero de unos 35 años, quien comentó que era el contador, más o menos de mi estatura, moreno y agradable; el otro era un chico de unos 38 años, muy alto, parecía del norte, quien me comentó que se dedicaba a la fotografía y que juntos estaban iniciando un nuevo proyecto, que me invitaban a comer algo para platicarme los detalles, acepté y salimos juntos a comer, íbamos los cuatro, o sea, el chico de los 20 años, el contador, el fotógrafo y yo, que no podía aun borrar de mi mente el recuerdo de lo que había sucedido en los servidores, ni dejaba de pensar en al taxista, tenía muchos días sin hacer el amor, estaba muy excitada y estas experiencias recientes me habían hecho emocionar aun más…
Llamaron al taxi y cuál sería mi sorpresa al descubrir que era el mismo chico que en la mañana me metió la mano, en ese momento me sentí enrojecer de la vergüenza, sin embargo no me quedó más que disimular, a la hora de abordar el taxi, como siempre, los nervios de los chicos hicieron las cosas divertidas, no sabían si dejarme pasar, si subir ellos primero, si verme las piernas, la tanga o los ojos y simular ser todos unos caballeros; total que a fin de cuentas el fotógrafo se acomodó en el asiento delantero y yo quedé en medio de los otros dos chicos en el asiento trasero, era una posición un poco incómoda, sobre todo porque la mirada del taxista quedaba directamente frente a mí en el espejo retrovisor, es un chico moreno, un poco llenito no tan alto, que tendrá unos 30 años, no es feo ni guapo, él no dejaba de mirarme a cada oportunidad, mientras ellos me platicaban cosas, hacían chistes, etcétera, yo no dejaba de notar que el chico de 20 años me miraba las piernas mientras los otros dos, ya más experimentados, se enfocaban a platicar.
Al llegar al restaurante, el taxista les dio su teléfono celular y su tarjeta, diciéndoles que le llamaran al salir que él vendría por nosotros a precio especial, ellos le dijeron que le llamarían, le pagaron y bajamos del auto, sin embargo antes de bajar pude ver cómo me miraba por el retrovisor y me guiñaba el ojo, yo totalmente sería me bajé, no sin antes notar de reojo qué el me miraba.
Entramos al restaurante, muy lindo por cierto, que más bien resultó ser un barcito, por lo pequeño de las mesas y las sillas grandes, entendí cuál era el juego de ellos, era llevarme a comer y mientras me platicaban tratarían de “observar” lo que pudieran y obvio, ver si alguno podría lograr algo más.
Como suele pasar, nos sentamos juntos, exactamente frente a mí, se sentó el chico de los 20 años, quien casi hasta corrió con tal de ganar el lugar, mientras que a mi lado izquierdo quedó el fotógrafo y a mi lado derecho quedó el contador. La mesa estaba en una excelente ubicación, en una pequeña terracita.
Pidieron algo de comida (que más bien era botana) y cerveza para todos (lo cual odio, pues me engorda), total que estuvimos platicando del negocio de ellos muy amenamente, yo trataba de estar lo más recatada, obvio ellos comenzaron a girar la conversación hacia cosas primero divertidas, después pícaras, trataban de hablar de sexo, haciendo chistes, pero el calor de las cervezas (que yo sólo llevaba dos, pero no suelo tomar) me hacia mantenerme totalmente atenta cada que tocaban algún tema sexual, tenía fija la idea de que ese día tenía que pasar algo emocionante fuera como fuera.
Obviamente decidí seguirles el juego, pues me ponía muy caliente sobre todo el sentir sus miradas, que cada vez se estaban volviendo más directas y morbosas, sobre todo la del chico de 20 y la del fotógrafo, que eran los más favorecidos por la posición en que estaban.
Yo podía notar ya en sus ojos que estaban ya bastante excitados y yo misma comencé a sentir humedad en mi, ellos comenzaban a decirme cosas más directas, como “¿qué haces para estar así?”, yo no sabía bien qué responder, pero sin duda que me gustaba y me humedecía, así que me animé a mostrarles un poquito más mientras les contaba qué me gustaba más de los hombres, qué posiciones sexuales son más ricas, etc….
Llegó el momento en que para mala suerte de ellos, recibieron una llamada que obligaba a uno de los dos, ya fuera el fotógrafo o el contador, a salir y atender un asunto urgente que acababa de surgir, así que por unos minutos se levantaron de la mesa para discutir sus asuntos, dejándome solita con el chico de 20, quien no sabía ni qué decirme, me imagino que estaba muy emocionado (a juzgar por su mirada) así que sólo atinó a decirme “estás muy linda preciosa” lleno de nervios y con la voz temblorosa, lo cual me encantó pues el pobre no logró estructurar una mejor frase, así que en obsequio, decidí preguntarle ¿te gusta mucho lo que ves? Al tiempo que abría las piernas para que el pudiera ver mejor.
Me quedé así un ratito, mientras él me miraba sin saber qué decir, así que tuve que preguntarle nuevamente “¿te gusta?” a lo que respondió que sí. Después de eso escuche (pues yo estaba de espalda hacia donde estaba la gente) que venían de regreso los otros dos chicos, así que cerré las piernas y volví a mi pose normal, noté que habrían estado discutiendo por ver quién debía ir a atender el asunto, pero por lo que pude escuchar era algo que forzosamente tenía que atender el fotógrafo, así que se disculpó conmigo y cuando se acercó para despedirse (diciéndome que ojalá volviéramos a vernos pronto) acercó su rostro al mi mejilla y mientas me daba el beso bajó su mano hasta mi pierna, agarrándola a la altura del muslo, casi en mi cadera y dándole un pequeño apretón, como notó mi sorpresa, se enderezó rápido y salió del lugar.
Los otros dos chicos quedaron tan sorprendidos como yo, pero disimularon y todo siguió como antes, ya todos en nuestros lugares, mientras que el contador se sentó ahora en el lugar que desocupó el fotógrafo, yo me sentía ya en deuda con él, pues los otros dos chicos habían tenido ya al menos algo emocionante, mientras la plática siguió, él pudo hablar más y tuve tiempo de notar que era mucho más morboso que ellos y me preguntaba cosas que aunque nunca eran directas ni vulgares, si me excitaban bastante, yo le sonreía y coqueteaba, llegó el momento en que el contador comentó que tenía que ir al baño, así que aproveché para decirle que iba con él, pues me daría pena caminar así vestida (y un tanto mareada) por el restaurante, él aceptó y fuimos a los baños, que estaban en la parte de atrás en una planta superior, subimos y él no perdió tiempo para tomarme de la cintura, al llegar arriba pasamos al mismo tiempo, sin embargo al salir, él estaba observando una ventana que estaba al final del pasillo, así que me acerqué sin hacer ruido y me recargué en la pared contraria (que estaba más oculta), esperando a que notara mi presencia, así que cuando volteó pudo verme.
Yo lo miraba un tanto sonriente, para que él no supiera que hacer, él se acercó sonriendo, pero de forma inmediata yo me di la vuelta para darle la espalda y quedar viendo la pared, me imagino que el no tenia claro si era un juego así que supongo que optó por observarme primero y al notar que yo seguía inmóvil, se acercó más, y se puso de cuclillas detrás de mí, de forma que yo lo notara pero sin tocarme, como diciendo “solo quiero ver”, y en efecto, sólo estaba observando.
De pronto comencé a sentir su respiración más cerca de mi piel, así como sus manos en mis rodillas, que comenzaban a acariciarme. En ese momento sentí una descarga de emoción muy intensa, ya era mucho tiempo de esperar, él poco a poco acercó más su cara mi nalga derecha y me dio una pequeña mordida, en ese momento yo deseaba hacerlo, sin embargo sabía que no podría ser a menos que él en ese momento trajera un condón, aunque no hubo tiempo de preguntarle, pues para ese momento, el chico de 20, en un pequeño ataque de “celos” subió a ver qué pasaba con nosotros que ya estábamos tardando mucho.
Yo al escuchar pasos en la escalera de inmediato me arreglé la falda y comencé a caminar, por segunda vez en el día me quedaba encendida sin poder satisfacerme, qué horror es estar así…
Después de eso, sentí que ya estábamos perdiendo el control y antes de que eso se convirtiera en un espectáculo les dije que ya me iba, el contador sacó su teléfono y llamó al taxista, unos minutos después ya estaba yo en camino, en compañía del taxista, que comenzó a hacerme plática, entre todas las cosas comentó que estaba viviendo sólo en esa ciudad desde hacía tres meses, se me hacía raro que un chico que en la mañana se había atrevido a meterme la mano de esa manera, ahora se portara como si nada, pensé “vaya capacidad que tienen los hombres para transformarse según sus conveniencias”.
Total que llegamos a mi hotel, y antes de bajar, el taxista me dio su tarjeta, me bajé y fui a mi habitación, con la idea fija de que en cuanto llegara mi novio podría tener por fin mi anhelado orgasmo.
Sin embargo, aunado al calor que hacía, el aire acondicionado no funcionaba bien y mi novio se retrasó aun más, me llamó para avisar que no salió, que nos veríamos hasta el día siguiente por la noche, esto me estaba molestando ya bastante, pero al final terminé disculpándolo y yéndome sola a dormir, con el deseo reprimido y los sentidos dispuestos a reaccionar a la menor insinuación, me quedé tranquila, recostada en mi cama, la noche comenzó bien, pues estaba descansando muy rico, pero ya en la madrugada, comencé a despertar por el calor que hacía, no me dejaba dormir, me sentía como entre sueños, revivía las emociones del día anterior y me sentía sofocada, de esas ocasiones que una desearía sentir algo, que estuviera alguien allí, quien fuera, como fuera, que me calmara el deseo, pensé en la opción de masturbarme, pero no me gustaba la idea, yo deseaba a una persona real, carne y hueso, calor de otro cuerpo.
Toda la noche la pasé así, medio dormida, medio despierta, hasta llegar al grado de sentirme enojada, ¿por qué no podría obtener el placer que deseaba?, ya casi para amanecer, logré quedarme dormida descansar, hasta que otra vez me desperté por un sueño, donde estaba por fin siendo penetrada por un chico desconocido durante el desayuno en algún restaurante, a la vista de todos.
Me levanté (eran las 8:00 am), me di un buen baño, salí, tome de mi maleta una falda larga que traía, de esas que traen un fondo integrado por lo delgadas que son, tomé unas pequeñas tijeras y le corté por completo el fondo, de forma que cuando me la probé pude ver en el espejo que era bastante transparente, sobre todo a contraluz, luego, le recorte hasta convertirla en una mini, tomé mis zapatitos, me puse una tanguita parecida a la del día anterior y traté de vestirme igual, con la única diferencia de la falda, que esta vez trataba de llevar un mensaje muy claro: que ahora la que buscaba el pacer era yo, no serían más los chicos.
Una vez vestida, tomé mi maletín de trabajo, salí de la habitación y me dirigí al elevador, donde pude comprobar bastante satisfecha, el efecto de la nueva mini, los ojos morbosos de un par de señores en el elevador, así que dejé fluir toda mi emoción, segura de las reacciones que provocaría.
Al llegar al lobby, ya me sentía segura que no pararía hasta lograr mi objetivo, llegar a un orgasmo (que de acuerdo con lo excitada que estaba, no me costaría mucho trabajo), ya me sentía mojada y contenta, no podía dejar de atraer las miradas y eso siempre ha sido algo que me gusta mucho.
Salí del lobby y esta vez sonreí a todos los chicos, quienes igual que el día anterior, se apresuraron a llamar un taxi.
Esta vez el taxista era un hombre como de unos 48 años, delgado que no hizo el menor esfuerzo para ocultar su morbo, yo caminé a la cajuela del auto, para que me permitiera guardar allí mi maletín, él de inmediato se bajó, lo abrió y me lo pidió, sin embargo yo misma lo deposité en la cajuela agachándome, dejando ver a los otros chicos prácticamente todo (considerando lo corto de la falda), después de eso, rápidamente caminé a la puerta, el chico la abrió y me subí abriendo las piernas para que pudiera verme.
El conductor se subió al taxi y volteó a verme para saber a dónde nos dirigíamos, no pudo evitar bajar la mirada yo llevaba la falda muy arriba, pero actuando de la forma más natural, le di la dirección a la cual debía llevarme.
Me llevó y al llegar me bajé del auto, él me dio mi maletín, le dirigí una sonrisa y le pedí que me esperara unos momentos, entré, era un edificio un poco viejo, pero se veía tranquilo, pasé al fondo de un pasillo, yo iba al segundo piso, subí la escalera, al llegar al número indicado toqué la puerta y esperé respuesta.
El chico que me recibió aun estaba dormido, con unos shorts, sin playera, unas sandalias y todo despeinado, solamente se me quedó mirando sin comprender aun qué sucedía, pensando….
Le pregunté si no me invitaría a pasar, que había venido a pedirle ayuda pero necesitaba platicar, me dijo que pasara, que iba a ponerse algo, a lo que le respondí que no había problema, le pregunté que si lo había despertado pero no me respondió nada, me imagino que aun no se reponía de la sorpresa, ni del sueño, yo caminé hacia adentro de su casa y pronto estaba parada frente a él, en el comedor.
Supuse que él esperaba algún tipo de explicación de lo que estaba pasando, así que le dije que fui a visitarlo porque me gustaba mucho su actitud, que al principio me hizo enojar cuando se atrevió a tocarme sin permiso, sin embargo que había estado teniendo unos sueños muy lindos y quería que él me ayudara a cumplirlos, extendí mi mano y le pasé un paquete de condones y le pregunté “¿dijiste que tenías lo que necesito no? Pues en verdad lo necesito, ¿qué podemos hacer? ” Planeaba decirle algo más, pero no me dejó, cuando me di cuenta ya me estaba abrazando, haciéndome sentir cómo iba creciendo su erección, cuando me sentí abrazada me recorrió una sensación deliciosa, me comenzaban a temblar las piernas, no sabía bien que hacer, así que sólo atiné a preguntarle en voz baja “¿esto es lo que haces con todas tus pasajeras?” y mientras él me daba vuelta para pegar su pene a mis nalgas contestó “no, solo con las nalgonas que calientan!” pensé que me penetraría, pues sentía su pene durísimo, sin embargo se agachó para verme, agárrame, acariciarme y morderme las nalgas a su gusto.
Así me tuvo un rato, yo con las manos apoyadas en la mesa, sintiendo cómo me apretaba y soltaba, tanto las nalgas como las piernas, me alzo un poco la falda, me la quería quitar le dije “no me desvistas, me vestí así para ti”, por lo que él sólo se limitó a acariciarme, primero sobre la tanga, luego haciéndola a un lado, comenzó a meter el dedo despacio, con un movimiento que me estaba volviendo loca, así fue metiendo luego otro de sus dedos, hasta llegar a tres, para luego pedirme que apoyara los codos sobre la mesa, claro él no me lo dijo así, me dijo directamente “empínate más”, a lo que yo obedecí en automático y él pudo seguir metiendo la mano, pero ahora con la otra manó me estaba apretando una nalga, mientras movía los dedos que estaban dentro de mi muy rápido, cosa que a mí me enloquece y no pude contenerme más, en ese momento sentí cómo se me doblaban las piernas en un orgasmo delicioso!!
Él notó eso, así sacó su mano, me recargó con algo de fuerza para que quedara totalmente recostada sobre la mesa y me alzó la falda por completo, volvió a hacerme a un lado la tanga y comenzó a chuparme, tanto la vagina como mi anito, lo hacía delicioso, me estaba excitando aún más y yo deseaba otro orgasmo, el se levantó, pegó su cuerpo al mío y pude sentir sobre la tela su pene, sin embargo, en lugar de penetrarme, me levantó y me giró para que quedara de frente a él, luego me sentó sobre la mesa y comenzó a acariciarme los senos, luego, a besarme el cuello mientras acariciaba con ambas manos mis piernas, mientras yo, aprovechaba para bajar su short y comenzaba a masturbarlo, pude comprobar la firmeza de su erección y le dije “se me antoja esto”, él me recostó totalmente sobre la mesa, me abrió las piernas y me acomodó en el borde de la mesa, para tenerme lista y mojada, a la altura de su pene, le pedí de favor se pusiera su condón, se lo colocó, hizo a un lago mi tanga y puso la punta en la entrada, lo sentí caliente, yo me sentí mojada, cuando de pronto lo metió todo de un solo golpe, con bastante fuerza, solté un grito de placer, que fue seguido de gritos posteriores, él siguió haciéndolo a toda velocidad y con la misma fuerza, lo cual me estaba encantando, yo estaba muy cerquita de mi orgasmo, por lo que en determinado momento le pedí que lo hiciera con toda su fuerza, que me estaba encantando, las palabras lo excitaron, se puso como loco a penetrarme y logré por fin ese orgasmo que quería, riquísimo, delicioso, lleno de calor y de sudor, con sus manos apretándome las caderas y cargándome las piernas, él también terminó por lo que se quedó quieto unos segundos y después se retiró un poco…
Yo quedé tendida sobre la mesa, exhausta, pero descansando por fin, un placer delicioso…
De inmediato se repuso, acercándose nuevamente a mí, pero yo le pedí de favor me llevara a la habitación, por lo que ahora si tuvo tiempo de desvestirme y hacérmelo más tranquilamente, hasta que logré el tercer orgasmo y sentirme contenta (ya les pondré la narración de ese momento), el chico me encantó en su forma de ser, pues resultó que a pesar de haber sido un atrevido cuando me metió la mano, estuvo muy preocupado por hacerme gozar y antes de irme le di un pequeño abrazo de agradecimiento y le pedí me hiciera favor de devolverme a mi hotel en su taxi, así que al salir le pagué al otro taxista que me esperaba afuera mientras él veía a su amigo, quien con la mirada le presumía lo que acababa de pasar.