Una historia de amor sobre un sumiso y su dueño
Empezamos siendo una pareja como cualquier otra. Es decir, había ternura, risas, complicidad… amor real. Teníamos el mismo sentido del humor y el cariño no faltaba. Todo eso no ha cambiado, pero nuestra relación evolucionó. Me fui a vivir con mi pareja, Carlos Jacobo, hace un año. Al principio Carlos no estaba muy convencido, estaba muy acostumbrado a su libertad, pero encontramos un piso que estaba muy bien y se convenció. Yo, Manuel, siempre he sido el pasivo de la pareja, y Carlos el activo. Yo tengo estatura media, estoy algo fibrado, ojos castaños, buenos pectorales, no tengo casi pelo en el cuerpo y tengo, dicen, un buen culo. Carlos es algo más alto que yo, una sonrisa contagiosa, ojos azules y una polla larga y gorda que es una delicia.
Me encantaba despertarme por la mañana y sentir su aliento en mi nuca, su brazo sobre mi, su barriga contra mi espalda y su pollón, relajado, pegado a mi culo. Me daba una sensación de protección y posesión que me encantaba. Esto yo solo lo solía decir, gimiendo, cuando me follaba; que yo era suyo y que lo sería por siempre. Lo tenía muy claro. Teníamos gustos comunes en muchas cosas, y el cariño y la ternura no faltaban. El sexo fue variando con el tiempo. Le proponía probar cosas nuevas y todas se relacionaban con usar mi cuerpo para su disfrute. Me importaba mucho hacer a mi novio feliz y sentir que yo era la fuente de su placer y felicidad. De penetrarme con su pollón a cuatro patas, y comerme el culo, pasó a probar a meterme muchos dedos por el culo a la vez. Llevando sus dedos a mi boca, lamiéndolos mientras le miraba y llevándolos a mi ojete. Le quería dejar claro que yo estaba allí para hacerle feliz, pero me gustaba que él decidiera lo que le apetecía en cada momento. Me encantaba recordarle que mi culo era de su propiedad y que podía llevarlo a los límites que quisiera.
Más tarde, otro día, puse su mano en mi cuello para que probara a agarrarme de él mientras yo cabalgaba su polla. Me gustaba darle placer con mi culo mientras mi hombre se relajaba, tumbado, para que yo hiciera todo el trabajo. Creo que empezó a gustarle, porque a partir de entonces empezó a agarrarme con fuerza el cuello mientras me follaba en todas las posiciones. Me flipaba sentir que agarraba con fuerza algo de su posesión mientras se lo follaba.
Un día en el que me estaba follando de lado en la cama, sacó la polla de mi culo y me dijo que se quería correr encima mía. Me daba pena que no me llenara el culo de semen pero no protesté. Se empezó a correr en mi cadera, y ya relajado, empezó a extender lentamente su leche por todo mi costado. Se sonrió, me miró con sus preciosos ojos, y me metió dos de sus dedos untados en su leche en mi boca.
– Carlos: Eres una perrilla ¿eh? Jaja
– Manuel: Sí… tu perrita, soy tuya…
– Carlos: ¿Toda mía?, vaya… eso me gusta…
Le intentaba transmitir que era su perra pero en el fondo quería decirle que quería serlo en muchos sentidos. Empecé a experimentarlo al pasar el tiempo. En la ducha me gustaba enjabonarle todo el cuerpo, con alguna mamada incluida claro. Luego dejaba que él decidiera si quería enjabonarme también, y de paso me hacía muy feliz si decidía usar mi culo metiéndome todos los dedos de la mano por el ano mientras nos besábamos. Más tarde pasé a secarle con la toalla gran parte del cuerpo, aunque a veces prefería terminar de secarse él porque le parecía muy raro.
Otro día, después de levantarnos, Carlos se disponía a hacer el desayuno pero le detuve.
– Manuel: Espera, ya hago el desayuno para los dos. Si quieres vete a ver que ponen en la tele mientras yo lo hago.
– Carlos: Vaya… bueno, por mi encantado. Me dió un besito en la nuca y se fue a encender la televisión y a hacer zapping.
Al cabo de poco rato aparecí con dos bandejas con mi desayuno y el suyo.
Empecé a hacer el desayuno por costumbre y, poco a poco, también la cena. Normalmente comíamos fuera, él por sus clase en la Universidad y yo por tener una hora en el trabajo para comer. A Carlos no le hacía mucha gracia cocinar, y yo tenía algo de práctica, así que tampoco le pareció mal y yo estaba encantado.
Un domingo descubrí que había estado mirando pornografía en internet. En su portátil. Me había dejado usarlo un momento para mirar mi correo. Como última página visitada había una galería de videos porno de todo tipo.
– Manuel: Vaya… así que estuviste divirtiéndote, aquí a tope ¿eh? Jaja
– Carlos: Sí… jaja, un rato libre que tuve ayer, y tu no estabas
Empecé a pasar con el ratón sobre los videos, y me fijé en uno en donde tenían a un chico atado con cuerdas, mientras un hombre le golpeaba el culo con una fusta y otro le follaba la boca de manera muy bruta. Pinché en él y me puse a verlo un rato.
– Manuel: Pues sí que hay cosas interesantes sí…
– Carlos: Sí… hay de todo, ¿eso te gusta?.
– Manuel: Sí, la verdad… me da morbo
– Carlos: Vaya… ¿estás muy sumiso últimamente no?
– Manuel: Bueno… me gusta jeje
– Carlos: Lo digo también porque últimamente el único que cocinas eres tu, y lo de secarme en la ducha y eso…
– Manuel: Bueno… me gusta cuidar a mi hombre jeje. Le dije mientras me acercaba a él, mirándole y le daba un besito en la boca.
– Carlos: Yo no me quejo jeje, aunque se me hace raro.
– Manuel: Mientras tu seas feliz yo lo seré, el que pones los límites eres tu. Le dije después de darle otro besito mientras le acariciaba el estómago bajo la camiseta.
– Carlos: Vaya mmmm… osea que yo mando, ¿no?.
– Manuel: Claro. Dije sonriendo.
– Carlos: Vaya mmm… interesante jeje. Carlos suspiró mientras me acariciaba la nuca.
– Carlos: Pues… ponte de rodillas, entre mis piernas, y chúpamela.
– Manuel: ¿Te apetece?
– Carlos: Claro, me has puesto muy burro.
– Manuel: Tus deseos son órdenes jeje
Me puse de rodillas, entre sus piernas y me puse a restregar mi cara contra su paquete, sonriéndole. Carlos me devolvió su luminosa sonrisa. Luego le abrí la petrina, y olí su su pollón bajo el boxer. El olor de su polla y sus cojones me volvía loco. Metí mis manos bajo su boxer y saqué su pollón, ya inflado. No pude aguantar más y fuí metiéndomelo en la boca, suavemente, deslizando mis labios sobre su piel, mientras jugaba con mi lengua saboreándola. Carlos suspiró.
– Carlos: Bufff… me encanta como la chupas.
Yo sonreí por dentro y por fuera, mientras se la mamaba a un ritmo lento, sin parar. Carlos puso su mano sobre mi cabeza y empezó a presionar suave hacia abajo, para marcar el ritmo de mi mamada. Me encantaba sentirme controlado por él y que usara mi boca para su placer. Solo se escuchaba el chapoteo en la habitación de su polla chorreando mis babas contra mi boca, y sus suspiros. Podría haber estado así el tiempo que me ordenara.
– Carlos: Así que quieres obedecerme, ¿no?.
Yo aproveché para sacarme su pollón un momento de la boca y contestarle mientras se lo lamía.
– Manuel: ¡Claro!, soy toda tuya, ya lo sabes jeje
– Carlos: Mmm…. Eso suena bien jaja… Ven, sube tu culo al sofá, pero sigue mamando.
Hice lo que me pidió, claro está, y subí mi culo al lado de él, sin sacarme su polla de la boca. Mientras yo se la seguía mamando, Carlos me bajó el pantalón del pijama y mi boxer, y empezó a masajearme y apretarme las nalgas.
– Carlos: Me encanta tu culito… muy suave…
Me encantaba escuchar esas cosas, que mi cuerpo era fuente de su placer, así que a modo de agradecimiento se la empecé a mamar más rápido.
– Carlos: BUFFF … me encanta…
Carlos se llevó dos dedos a la boca, los ensalibó y empezó a bavarme el ojete. Yo siempre me lo depilaba para que estuviera suave y accesible para él. No le costó mucho meterme un dedo por el ano, hasta el nudillo, y empezar a darle vueltas lentamente, palpando el interior de mi culo. Luego metió otro. Le encantaba jugar con mi culo, y a mi me volvía loco. Mientras seguía empujando mi cabeza con su mano izquierda, Carlos estaba con la cabeza inclinada hacia atrás, con los ojos cerrados, pero aun así me seguía hablando.
– Carlos: ¿Y qué podría mandarte yo? Jeje…
Volví a sacarme su pollón de la boca, y mientras me abría a saco el culo ya con tres dedos, yo intentaba contestarle entre gemidos.
– Manuel: Yo… aaaah… lo que te de la gana… aaaah… cocinar para ti, azotarme, ¿obligarme a ir desnudo por casa? Jaja… aaaah ufff… lo que tu te imagines yo lo haré, sin protestar….
Le empecé a lamer un lado de su pollón mientras le miraba sonriendo y gimiendo.
– Carlos: No sé, eres mi primer novio y nunca me planteé tener un esclavo… me gusta que seas libre
– Manuel: Claro, pero yo quiero usar mi libertad para hacerte feliz y servirte, en lo que me pidas… yo es lo que quiero…
Carlos sacó lentamente sus tres dedazos de mi ano y empezó a acariciar lentamente los bordes de mi ojete, muy abierto, mientras me miraba fijamente.
– Carlos: ¿Estás seguro?
– Manuel: Totalmente, es lo que más me haría feliz.
Como confirmando mi respuesta volví a tragarme su polla hasta la base, aguantando la respiración, y empecé a mamársela de nuevo absorviendo con mucha fuerza. Carlos volvió a cerrar los ojos y a resoplar.
– Carlos: Uffff… vale… ven.
Carlos separó mi cabeza de su polla y se levantó del sofá. Me agarró de la nuca y me dirigió hacia la pared.
– Carlos: Ven, ponte contra la pared y pon el culo en pompa.
Yo fui rápido a donde me indicaba, puse mi cara contra la pared y me agaché un poco para poner todo mi culo a su disposición. Carlos empezó a sobarlo con fuerza, le dió un manotazo y empezó a sobar mi ojete de forma algo brusca. Se notaba que se estaba poniendo muy bruto. Yo no paraba de gemir con su manoseo. Entonces puso la punta de su pollón en la entrada de mi ojete y me lo fue metiendo sin pausa hasta los huevos, con un gemido final. Me agarró de las caderas y apretó bien fuerte, como queriendo meterme los huevos también. Después empezó a bombear con fuerza, y no tardó en agarrarme del cuello, desde atrás, para obligarme a arquear la espalda y que mi culo estuviera bien en pompa. Parecía que estaba montando una yegua, y eso me encantaba.
– Carlos: Ufff… te voy a …. aaaah…. ¡romper el culo!…. Uffffff….
– Manuel: Claro…aaah… el culo de tu hembra está para servirte… para que lo uses cuando quieras… aaah…
– Carlos: Aah… ¿mi hembra?, dijo Carlos sonriendo mientras no paraba de jadear
– Manuel: Claro aaaah…. y tu hembra está para servir a su macho… y que uses su coño cuando quieras uffff…
Carlos se estaba poniendo cada vez más bruto, así que agarró mi cuello todavía más fuerte, casi sin dejarme respirar, lo cual me encantaba, y empezó a bombear con mucha fuerza. Solo se escuchaba en la habitación nuestros jadeos, mis gemidos y las palmadas muy fuertes que daba la cadera de Carlos al chocar contra mis nalgas. Al cabo de un buen rato bombeándome Carlos empezó a correrse. Con los ojos cerrados y saboreando mi culo por dentro lo dijo para anunciarlo, pero sabía que no necesitaba permiso alguno para llenar mi coño de leche cuando quisiera.
– Carlos: Ahí va… aaaaaaaaaah… ufff todo llenito…
Yo empecé a sentir como su leche caliente me llenaba todo el ano, y apreté más mi culo hacia atrás. Dando a entender que no quería que se escapara ninguna gota. Carlos sonrío al darse cuenta de lo que hacía, y me acarició el culito, ya todo preñado.
– Carlos: Mmm… buen culo… eres insaciable ¿eh? Jejeje
– Manuel: Jajaja… siempre que tu quieras
Dije esto sonriendo, sacándome poco a poco su pollón de mi culo. Después me puse de rodillas rápidamente y empecé a limpiar su polla con la boca, no podía esperar más. Se la mamaba muy lento, para limpiarla toda bien, mientras le miraba fijamente a los ojos.
Carlos suspiraba mientras me acariciaba la cabeza, por haber sido obediente.
– Carlos: Así me gusta… mmm… te has portado muy bien jeje
Desde ese día nuestra relación fue mejorando. Ya no me pedía hacer nada en la cocina, y daba por hecho de que yo haría las tareas del hogar. No se cortaba a la hora de follarme como quisiera y donde quisiera, y fue poniéndose cada vez más bruto. Un día además de agarrarme del cuello mientras me follaba me empezó a dar algún bofetón, y me encantó. Fue arrearme la primera ostia y yo en agradecimiento empecé a cabalgarle la polla más rápido, sonriendo. Otro día, estábamos en la ducha, enjabonándonos, y Carlos quería salir para mear, pero mientras me metía un dedo por el culo se le ocurrió ponerme de rodillas y mearme en la cara. A mi me encantó que me usara para hacer sus necesidades encima mía. Su chorro de meos calentitos fue recorriendo mi cara, mi espalda, mi culo, hasta cubrirme por completo. Cuando terminó, empujó mi cabeza hacia su polla con una mano. Comprendí bien sus orden silenciosa y empecé a mamar su adorada polla, hasta dejarla bien limpia.
– Carlos: Mmm… me encanta lo guarra que eres… jeje
Yo mientras se la mamaba sonreí como respuesta y seguí con mi tarea.
Hoy en día nuestra rutina suele ser la misma, y pocas veces he sido tan feliz en mi vida. Por la mañana, me levanto un poco antes que él y preparo el desayuno para los dos, mientras mi hombre se despereza. A veces si me da tiempo, después de hacer el desayuno me cuelo debajo de las sábanas y le despierto con una buena mamada, a menos que a él no le apetezca, y en ese caso me aparta la cabeza. Después desayunamos juntos, y cuando terminamos yo recojo los platos y vasos y nos vamos a la ducha. Cuando tiene ganas de mear muchas veces le apetece echarme la primera meada del día en la cara, así que me agarra de la nuca y pone mi cara encima del váter, para intentar que los meos no salpiquen fuera. A veces me ordena abrir la boca y me los bebo, y después le lamo la punta de la polla para limpiar lo que quede. Después nos vestimos y yo me voy al trabajo y él a la Universidad, no sin antes darnos un buen beso.
A veces durante el día nos mandamos Whatsaps para comentar cualquier cosa, mandarnos besos y a veces a Carlos le gusta recordarme lo puta que soy. También me pide fotos guarras en lugares públicos, como baños o en la calle, normalmente de mi culo, para mandárselas. Me he sacado fotos de mi culo abierto en alguna calle o en baños de centros comerciales. Siempre intentaba que fuera en esquinas poco visibles y con rapidez, pero me encantaba sentirme controlado por mi hombre.
Al final del día procuraba siempre llegar un poco antes que él, para limpiar un poco y preparar las cosas para la cena. La rutina era la misma que durante el desayuno, yo servía la comida en la mesa de la salita, y cenábamos, contándonos las anécdotas del día y riéndonos juntos, como siempre. Luego yo recogía los restos, limpiaba en la cocina, y me sentaba luego con él delante de la tele, apoyando mi cabeza en su estómago mientras él me acaricia la cabeza. A veces, como tengo su polla cerca, le apetece que se la mame mientras ve la tele. Para eso solo tiene que abrirse la bragueta delante de mi cara y esa es la señal clara para lo que quiere. Yo no necesito más, y termino el trabajo de bajarle el boxer un poco, sacarle la polla y usar mi boca para satisfacer a mi hombre.
Los fines de semana tenemos tiempo para nosotros y para hacer vida social. Quedamos con amigos, salimos alguna vez de fiesta. Fuera de casa soy tan sumiso como dentro. Evitamos cosas muy bruscas como que me meta algún bofetón en público, sobre todo por el follón que generaría, pero nuestros amigos más íntimos ya notaron hace tiempo que si hay que ir a coger las copas a una barra del local siempre voy yo, que muchas veces yo cargo con sus bolsas de la compra. Cosas así.
En casa sí que nos gusta ser totalmente naturales y ser como nos gusta. A veces le gusta que le masturbe sacándose solo la polla de la bragueta, de pie, mientras me aprieta el cuello y me pega alguna ostia en la cara. Mientras, me insulta, y eso nos encanta a los dos. Zorra, puta, guarra… También le gusta escupirme en la cara mientras me folla, cuando también me recuerda gimiendo al oído lo puta que soy, y después no me deja secarme la cara de sus babas.
También hemos experimentado otras cosas. Un día estábamos abrazados viendo la tele, tumbados en el sofá, y mientras Carlos me daba besitos en la nuca me dijo que le gustaría ver como me follaba otro.
– Manuel: Vaya… ¿quieres prestarme?.
– Carlos: Sí, me gustaría ver como te folla un desconocido delante mía, dejando claro que soy yo quien te presta.
– Manuel: Aha… bueno, yo haría lo que tu me pidieras.
– Carlos: Estupendo jeje… no se si hacer que te folle un conocido
– Manuel: ¿Y qué pensará?…
– Carlos: No lo sé…
– Manuel: A ver, siempre puedes taparme los ojos, para que yo no vea quien es, y así no poder identificarlo.
– Carlos: Mmmm… no es mala idea jaja… estás hecha una putilla
– Manuel: TU puta… jaja
Nos miramos, sonriendo, y nos besamos con dulzura, mientras nos acariciábamos.
Así fue. Un fin de semana estuvo con el Whatsapp media tarde, y llegó un momento en donde me ordenó que me fuera a limpiar bien el culito, porque ya había encontrado a alguien. Al rato me puso a cuatro patas sobre la cama y me puso un antifaz en la cara que había comprado en un Sex-shop. Me ordenó desnudarme del todo y poner el culo bien en pompa. Al cabo de unos minutos escuché como la puerta de la calle se abría y susurros. Risas en bajo. Unas pisadas pesadas que se acercaban a mi por detrás y que no eran las de Carlos. Unas manos asperas y grandes empezaron a acariciarme la espalda, muy lentamente. Me dio un escalofrío pero estuve quieto en mi sitio. Las manos empezaron a acariciarme y estrujarme muy fuerte las nalgas, y escuché por primera vez su voz:
– Desconocido: Menuda puta tienes aquí ¿eh? Sí señor…
– Carlos: Es una buena puta, muy obediente, y dejará que le hagas lo que te salga de los huevos
– Desconocido: Hombre, como tiene que ser
– Carlos: ¿Verdad puta? Responde al señor
– Manuel: Sí.. claro…
El señor desconocido empezó a lamerme el ojete, como un animal en celo. Me sorprendió, pero en seguida me empezó a poner muy cachondo. Su lengua intentaba entrar muy dentro de mi y con sus manazas me abría las nalgas hasta hacer daño. No tardó en separarse, y después de escuchar ropa deslizándose suponía por su cuerpo, note la punta de una polla gorda, muy gorda, apretando en la entrada de mi ojete. Empecé a ponerme muy nervioso porque no sabía si entraría, pero al señor no le importó. Se echó algo de saliva en la polla y empezó a apretar sin piedad. Se inclinó hacia delante y empezó a gritarme al oído.
– Desconocido: ¡Así puta!, venga, cómete mi polla coño…
El señor empezó a agarrarme muy fuerte de mis caderas y a apretar con fuerza. Entonces noté una sensación que conocía: la polla de Carlos, muy dura, restregándose por mi cara. Estaba muy salido.
– Carlos: Venga zorra, pónselo fácil al señor o te castigo… ábrete bien el culo.
Entonces llevé mis manos hacia atrás y abrí mis nalgas con ellas.
– Desconocido: Mmmuy buena puta, si señor… ¡ahi va!.
El señor empezó a abrirme el culo con fuerza, y me empezó a hacer daño de verdad, pero no podía ni quería quitarme. Carlos me ordenó abrir la boca y me enchufó la polla hasta la garganta. Me dió alguna arcada, pero así acalló mis quejidos por el dolor de la enorme polla de aquel desconocido. A pesar del escozor, el desconocido consiguió meterme aquel pollón descomunal por el culo, y empezó a follarme como un jabalí salvaje.
– Desconocido: Uufff … joder…. QUE PUTA ERES… aaaaah… GUARRA….. ufff QUE CERDA ERES… QUE GUSTO…
El señor me tenía atrancado entre su pollón y sus manazas y me taladraba sin piedad. Mientras, mi dueño, Carlos, me follaba la boca con rapidez mientras jadeaba con gusto. Notaba que verme follado por aquel enorme desconocido le había puesto muy cerdo, y eso me hacía feliz. Estuvieron taladrándome un buen rato, y el primero en correrse fue Carlos. Lo hizo directamente en mi garganta y me sujetó de la nuca para asegurarse de que me lo tragaba todo, cosa que a mi me enamoraba. Tragarme los líquidos que salían de mi hombre me hacía realmente feliz.
El señor tardó más. Mientras, Carlos aprovechó para seguir animándome con sus insultos, apretándome la garganta mientras el desconocido me follaba con furia, darme alguna ostia en la cara o escupirme.
– Carlos: ¿Te gusta que te usemos?, ¿eh?, dilo PUTA
– Manuel: Sssii.. AAAAH… sí … mucho …. UFFF
– Carlos: Así me gusta…
Carlos sonreía y disfrutaba viendo siendo capturado por aquel enorme desconocido que me taladraba sin compasión el culo. Poco rato después, aquel monstruo se corrió también, y creo que su leche me llegó hasta las entrañas. Lanzó un bramido muy alto en mi oído, con más insultos, mientras se derrumbaba encima mía. Como era muy pesado, yo cedí, y terminó aplastándome. Estuvimos un buen rato así, con aquel enorme ser jadeando en mis oídos, mientras Carlos me acariciaba la cabeza, como premiándome por ser un buen perro.
Al poco rato el desconocido se levantó y empezó a vestirse. Carlos no quería que viera quien era, así que se despidieron en susurros. El desconocido acarició por última vez mi ojete, aun con restos de su semen, y los esparció un poco por mis nalgas. Cuando el desconocido se fue por la puerta, Carlos volvió y me quito el antifaz.
– Carlos: Tengo que reconocer que me ha puesto muy guarro viéndote follado así jajaja.
– Manuel: Genial… jeje. Dije agotado.
Me puse de rodillas y Carlos se sentó a mi lado. Me dio un beso intenso con lengua, mientras me acariciaba el culo.
– Carlos: Has estado muy bien, te mereces un premio…
Así que metió varios dedos dentro de mi culo, que estaba muy abierto y aun escocido, y cogió restos del semen del desconocido. Gemí un poco del escozor pero me contuve. Después Carlos sacó la mano de mi culo y me restregó lentamente el semen del desconocido por mi cara.
– Carlos: Me encanta como eres mi nene
– Manuel: Y a mi como eres tu… mientras seas feliz, yo lo soy. Le dije sonriendo.
Carlos me miró y me besó con ternura, mientras me acariciaba el culo con suavidad. Nos abrazamos y le acaricié su polla y sus cojones, aun untados con mi saliva. Después de un rato así nos separamos. Carlos me sonrió y me dio un azote muy fuerte en el culo.
– Carlos: Y ahora, recoge esto y haz la cena anda.
– Manuel: Claro mi amor.
Empezamos siendo una pareja como cualquier otra. Es decir, había ternura, risas, complicidad… amor real. Teníamos el mismo sentido del humor y el cariño no faltaba. Todo eso no ha cambiado, pero nuestra relación evolucionó. Me fui a vivir con mi pareja, Carlos Jacobo, hace un año. Al principio Carlos no estaba muy convencido, estaba muy acostumbrado a su libertad, pero encontramos un piso que estaba muy bien y se convenció. Yo, Manuel, siempre he sido el pasivo de la pareja, y Carlos el activo. Yo tengo estatura media, estoy algo fibrado, ojos castaños, buenos pectorales, no tengo casi pelo en el cuerpo y tengo, dicen, un buen culo. Carlos es algo más alto que yo, una sonrisa contagiosa, ojos azules y una polla larga y gorda que es una delicia.
Me encantaba despertarme por la mañana y sentir su aliento en mi nuca, su brazo sobre mi, su barriga contra mi espalda y su pollón, relajado, pegado a mi culo. Me daba una sensación de protección y posesión que me encantaba. Esto yo solo lo solía decir, gimiendo, cuando me follaba; que yo era suyo y que lo sería por siempre. Lo tenía muy claro. Teníamos gustos comunes en muchas cosas, y el cariño y la ternura no faltaban. El sexo fue variando con el tiempo. Le proponía probar cosas nuevas y todas se relacionaban con usar mi cuerpo para su disfrute. Me importaba mucho hacer a mi novio feliz y sentir que yo era la fuente de su placer y felicidad. De penetrarme con su pollón a cuatro patas, y comerme el culo, pasó a probar a meterme muchos dedos por el culo a la vez. Llevando sus dedos a mi boca, lamiéndolos mientras le miraba y llevándolos a mi ojete. Le quería dejar claro que yo estaba allí para hacerle feliz, pero me gustaba que él decidiera lo que le apetecía en cada momento. Me encantaba recordarle que mi culo era de su propiedad y que podía llevarlo a los límites que quisiera.
Más tarde, otro día, puse su mano en mi cuello para que probara a agarrarme de él mientras yo cabalgaba su polla. Me gustaba darle placer con mi culo mientras mi hombre se relajaba, tumbado, para que yo hiciera todo el trabajo. Creo que empezó a gustarle, porque a partir de entonces empezó a agarrarme con fuerza el cuello mientras me follaba en todas las posiciones. Me flipaba sentir que agarraba con fuerza algo de su posesión mientras se lo follaba.
Un día en el que me estaba follando de lado en la cama, sacó la polla de mi culo y me dijo que se quería correr encima mía. Me daba pena que no me llenara el culo de semen pero no protesté. Se empezó a correr en mi cadera, y ya relajado, empezó a extender lentamente su leche por todo mi costado. Se sonrió, me miró con sus preciosos ojos, y me metió dos de sus dedos untados en su leche en mi boca.
– Carlos: Eres una perrilla ¿eh? Jaja
– Manuel: Sí… tu perrita, soy tuya…
– Carlos: ¿Toda mía?, vaya… eso me gusta…
Le intentaba transmitir que era su perra pero en el fondo quería decirle que quería serlo en muchos sentidos. Empecé a experimentarlo al pasar el tiempo. En la ducha me gustaba enjabonarle todo el cuerpo, con alguna mamada incluida claro. Luego dejaba que él decidiera si quería enjabonarme también, y de paso me hacía muy feliz si decidía usar mi culo metiéndome todos los dedos de la mano por el ano mientras nos besábamos. Más tarde pasé a secarle con la toalla gran parte del cuerpo, aunque a veces prefería terminar de secarse él porque le parecía muy raro.
Otro día, después de levantarnos, Carlos se disponía a hacer el desayuno pero le detuve.
– Manuel: Espera, ya hago el desayuno para los dos. Si quieres vete a ver que ponen en la tele mientras yo lo hago.
– Carlos: Vaya… bueno, por mi encantado. Me dió un besito en la nuca y se fue a encender la televisión y a hacer zapping.
Al cabo de poco rato aparecí con dos bandejas con mi desayuno y el suyo.
Empecé a hacer el desayuno por costumbre y, poco a poco, también la cena. Normalmente comíamos fuera, él por sus clase en la Universidad y yo por tener una hora en el trabajo para comer. A Carlos no le hacía mucha gracia cocinar, y yo tenía algo de práctica, así que tampoco le pareció mal y yo estaba encantado.
Un domingo descubrí que había estado mirando pornografía en internet. En su portátil. Me había dejado usarlo un momento para mirar mi correo. Como última página visitada había una galería de videos porno de todo tipo.
– Manuel: Vaya… así que estuviste divirtiéndote, aquí a tope ¿eh? Jaja
– Carlos: Sí… jaja, un rato libre que tuve ayer, y tu no estabas
Empecé a pasar con el ratón sobre los videos, y me fijé en uno en donde tenían a un chico atado con cuerdas, mientras un hombre le golpeaba el culo con una fusta y otro le follaba la boca de manera muy bruta. Pinché en él y me puse a verlo un rato.
– Manuel: Pues sí que hay cosas interesantes sí…
– Carlos: Sí… hay de todo, ¿eso te gusta?.
– Manuel: Sí, la verdad… me da morbo
– Carlos: Vaya… ¿estás muy sumiso últimamente no?
– Manuel: Bueno… me gusta jeje
– Carlos: Lo digo también porque últimamente el único que cocinas eres tu, y lo de secarme en la ducha y eso…
– Manuel: Bueno… me gusta cuidar a mi hombre jeje. Le dije mientras me acercaba a él, mirándole y le daba un besito en la boca.
– Carlos: Yo no me quejo jeje, aunque se me hace raro.
– Manuel: Mientras tu seas feliz yo lo seré, el que pones los límites eres tu. Le dije después de darle otro besito mientras le acariciaba el estómago bajo la camiseta.
– Carlos: Vaya mmmm… osea que yo mando, ¿no?.
– Manuel: Claro. Dije sonriendo.
– Carlos: Vaya mmm… interesante jeje. Carlos suspiró mientras me acariciaba la nuca.
– Carlos: Pues… ponte de rodillas, entre mis piernas, y chúpamela.
– Manuel: ¿Te apetece?
– Carlos: Claro, me has puesto muy burro.
– Manuel: Tus deseos son órdenes jeje
Me puse de rodillas, entre sus piernas y me puse a restregar mi cara contra su paquete, sonriéndole. Carlos me devolvió su luminosa sonrisa. Luego le abrí la petrina, y olí su su pollón bajo el boxer. El olor de su polla y sus cojones me volvía loco. Metí mis manos bajo su boxer y saqué su pollón, ya inflado. No pude aguantar más y fuí metiéndomelo en la boca, suavemente, deslizando mis labios sobre su piel, mientras jugaba con mi lengua saboreándola. Carlos suspiró.
– Carlos: Bufff… me encanta como la chupas.
Yo sonreí por dentro y por fuera, mientras se la mamaba a un ritmo lento, sin parar. Carlos puso su mano sobre mi cabeza y empezó a presionar suave hacia abajo, para marcar el ritmo de mi mamada. Me encantaba sentirme controlado por él y que usara mi boca para su placer. Solo se escuchaba el chapoteo en la habitación de su polla chorreando mis babas contra mi boca, y sus suspiros. Podría haber estado así el tiempo que me ordenara.
– Carlos: Así que quieres obedecerme, ¿no?.
Yo aproveché para sacarme su pollón un momento de la boca y contestarle mientras se lo lamía.
– Manuel: ¡Claro!, soy toda tuya, ya lo sabes jeje
– Carlos: Mmm…. Eso suena bien jaja… Ven, sube tu culo al sofá, pero sigue mamando.
Hice lo que me pidió, claro está, y subí mi culo al lado de él, sin sacarme su polla de la boca. Mientras yo se la seguía mamando, Carlos me bajó el pantalón del pijama y mi boxer, y empezó a masajearme y apretarme las nalgas.
– Carlos: Me encanta tu culito… muy suave…
Me encantaba escuchar esas cosas, que mi cuerpo era fuente de su placer, así que a modo de agradecimiento se la empecé a mamar más rápido.
– Carlos: BUFFF … me encanta…
Carlos se llevó dos dedos a la boca, los ensalibó y empezó a bavarme el ojete. Yo siempre me lo depilaba para que estuviera suave y accesible para él. No le costó mucho meterme un dedo por el ano, hasta el nudillo, y empezar a darle vueltas lentamente, palpando el interior de mi culo. Luego metió otro. Le encantaba jugar con mi culo, y a mi me volvía loco. Mientras seguía empujando mi cabeza con su mano izquierda, Carlos estaba con la cabeza inclinada hacia atrás, con los ojos cerrados, pero aun así me seguía hablando.
– Carlos: ¿Y qué podría mandarte yo? Jeje…
Volví a sacarme su pollón de la boca, y mientras me abría a saco el culo ya con tres dedos, yo intentaba contestarle entre gemidos.
– Manuel: Yo… aaaah… lo que te de la gana… aaaah… cocinar para ti, azotarme, ¿obligarme a ir desnudo por casa? Jaja… aaaah ufff… lo que tu te imagines yo lo haré, sin protestar….
Le empecé a lamer un lado de su pollón mientras le miraba sonriendo y gimiendo.
– Carlos: No sé, eres mi primer novio y nunca me planteé tener un esclavo… me gusta que seas libre
– Manuel: Claro, pero yo quiero usar mi libertad para hacerte feliz y servirte, en lo que me pidas… yo es lo que quiero…
Carlos sacó lentamente sus tres dedazos de mi ano y empezó a acariciar lentamente los bordes de mi ojete, muy abierto, mientras me miraba fijamente.
– Carlos: ¿Estás seguro?
– Manuel: Totalmente, es lo que más me haría feliz.
Como confirmando mi respuesta volví a tragarme su polla hasta la base, aguantando la respiración, y empecé a mamársela de nuevo absorviendo con mucha fuerza. Carlos volvió a cerrar los ojos y a resoplar.
– Carlos: Uffff… vale… ven.
Carlos separó mi cabeza de su polla y se levantó del sofá. Me agarró de la nuca y me dirigió hacia la pared.
– Carlos: Ven, ponte contra la pared y pon el culo en pompa.
Yo fui rápido a donde me indicaba, puse mi cara contra la pared y me agaché un poco para poner todo mi culo a su disposición. Carlos empezó a sobarlo con fuerza, le dió un manotazo y empezó a sobar mi ojete de forma algo brusca. Se notaba que se estaba poniendo muy bruto. Yo no paraba de gemir con su manoseo. Entonces puso la punta de su pollón en la entrada de mi ojete y me lo fue metiendo sin pausa hasta los huevos, con un gemido final. Me agarró de las caderas y apretó bien fuerte, como queriendo meterme los huevos también. Después empezó a bombear con fuerza, y no tardó en agarrarme del cuello, desde atrás, para obligarme a arquear la espalda y que mi culo estuviera bien en pompa. Parecía que estaba montando una yegua, y eso me encantaba.
– Carlos: Ufff… te voy a …. aaaah…. ¡romper el culo!…. Uffffff….
– Manuel: Claro…aaah… el culo de tu hembra está para servirte… para que lo uses cuando quieras… aaah…
– Carlos: Aah… ¿mi hembra?, dijo Carlos sonriendo mientras no paraba de jadear
– Manuel: Claro aaaah…. y tu hembra está para servir a su macho… y que uses su coño cuando quieras uffff…
Carlos se estaba poniendo cada vez más bruto, así que agarró mi cuello todavía más fuerte, casi sin dejarme respirar, lo cual me encantaba, y empezó a bombear con mucha fuerza. Solo se escuchaba en la habitación nuestros jadeos, mis gemidos y las palmadas muy fuertes que daba la cadera de Carlos al chocar contra mis nalgas. Al cabo de un buen rato bombeándome Carlos empezó a correrse. Con los ojos cerrados y saboreando mi culo por dentro lo dijo para anunciarlo, pero sabía que no necesitaba permiso alguno para llenar mi coño de leche cuando quisiera.
– Carlos: Ahí va… aaaaaaaaaah… ufff todo llenito…
Yo empecé a sentir como su leche caliente me llenaba todo el ano, y apreté más mi culo hacia atrás. Dando a entender que no quería que se escapara ninguna gota. Carlos sonrío al darse cuenta de lo que hacía, y me acarició el culito, ya todo preñado.
– Carlos: Mmm… buen culo… eres insaciable ¿eh? Jejeje
– Manuel: Jajaja… siempre que tu quieras
Dije esto sonriendo, sacándome poco a poco su pollón de mi culo. Después me puse de rodillas rápidamente y empecé a limpiar su polla con la boca, no podía esperar más. Se la mamaba muy lento, para limpiarla toda bien, mientras le miraba fijamente a los ojos.
Carlos suspiraba mientras me acariciaba la cabeza, por haber sido obediente.
– Carlos: Así me gusta… mmm… te has portado muy bien jeje
Desde ese día nuestra relación fue mejorando. Ya no me pedía hacer nada en la cocina, y daba por hecho de que yo haría las tareas del hogar. No se cortaba a la hora de follarme como quisiera y donde quisiera, y fue poniéndose cada vez más bruto. Un día además de agarrarme del cuello mientras me follaba me empezó a dar algún bofetón, y me encantó. Fue arrearme la primera ostia y yo en agradecimiento empecé a cabalgarle la polla más rápido, sonriendo. Otro día, estábamos en la ducha, enjabonándonos, y Carlos quería salir para mear, pero mientras me metía un dedo por el culo se le ocurrió ponerme de rodillas y mearme en la cara. A mi me encantó que me usara para hacer sus necesidades encima mía. Su chorro de meos calentitos fue recorriendo mi cara, mi espalda, mi culo, hasta cubrirme por completo. Cuando terminó, empujó mi cabeza hacia su polla con una mano. Comprendí bien sus orden silenciosa y empecé a mamar su adorada polla, hasta dejarla bien limpia.
– Carlos: Mmm… me encanta lo guarra que eres… jeje
Yo mientras se la mamaba sonreí como respuesta y seguí con mi tarea.
Hoy en día nuestra rutina suele ser la misma, y pocas veces he sido tan feliz en mi vida. Por la mañana, me levanto un poco antes que él y preparo el desayuno para los dos, mientras mi hombre se despereza. A veces si me da tiempo, después de hacer el desayuno me cuelo debajo de las sábanas y le despierto con una buena mamada, a menos que a él no le apetezca, y en ese caso me aparta la cabeza. Después desayunamos juntos, y cuando terminamos yo recojo los platos y vasos y nos vamos a la ducha. Cuando tiene ganas de mear muchas veces le apetece echarme la primera meada del día en la cara, así que me agarra de la nuca y pone mi cara encima del váter, para intentar que los meos no salpiquen fuera. A veces me ordena abrir la boca y me los bebo, y después le lamo la punta de la polla para limpiar lo que quede. Después nos vestimos y yo me voy al trabajo y él a la Universidad, no sin antes darnos un buen beso.
A veces durante el día nos mandamos Whatsaps para comentar cualquier cosa, mandarnos besos y a veces a Carlos le gusta recordarme lo puta que soy. También me pide fotos guarras en lugares públicos, como baños o en la calle, normalmente de mi culo, para mandárselas. Me he sacado fotos de mi culo abierto en alguna calle o en baños de centros comerciales. Siempre intentaba que fuera en esquinas poco visibles y con rapidez, pero me encantaba sentirme controlado por mi hombre.
Al final del día procuraba siempre llegar un poco antes que él, para limpiar un poco y preparar las cosas para la cena. La rutina era la misma que durante el desayuno, yo servía la comida en la mesa de la salita, y cenábamos, contándonos las anécdotas del día y riéndonos juntos, como siempre. Luego yo recogía los restos, limpiaba en la cocina, y me sentaba luego con él delante de la tele, apoyando mi cabeza en su estómago mientras él me acaricia la cabeza. A veces, como tengo su polla cerca, le apetece que se la mame mientras ve la tele. Para eso solo tiene que abrirse la bragueta delante de mi cara y esa es la señal clara para lo que quiere. Yo no necesito más, y termino el trabajo de bajarle el boxer un poco, sacarle la polla y usar mi boca para satisfacer a mi hombre.
Los fines de semana tenemos tiempo para nosotros y para hacer vida social. Quedamos con amigos, salimos alguna vez de fiesta. Fuera de casa soy tan sumiso como dentro. Evitamos cosas muy bruscas como que me meta algún bofetón en público, sobre todo por el follón que generaría, pero nuestros amigos más íntimos ya notaron hace tiempo que si hay que ir a coger las copas a una barra del local siempre voy yo, que muchas veces yo cargo con sus bolsas de la compra. Cosas así.
En casa sí que nos gusta ser totalmente naturales y ser como nos gusta. A veces le gusta que le masturbe sacándose solo la polla de la bragueta, de pie, mientras me aprieta el cuello y me pega alguna ostia en la cara. Mientras, me insulta, y eso nos encanta a los dos. Zorra, puta, guarra… También le gusta escupirme en la cara mientras me folla, cuando también me recuerda gimiendo al oído lo puta que soy, y después no me deja secarme la cara de sus babas.
También hemos experimentado otras cosas. Un día estábamos abrazados viendo la tele, tumbados en el sofá, y mientras Carlos me daba besitos en la nuca me dijo que le gustaría ver como me follaba otro.
– Manuel: Vaya… ¿quieres prestarme?.
– Carlos: Sí, me gustaría ver como te folla un desconocido delante mía, dejando claro que soy yo quien te presta.
– Manuel: Aha… bueno, yo haría lo que tu me pidieras.
– Carlos: Estupendo jeje… no se si hacer que te folle un conocido
– Manuel: ¿Y qué pensará?…
– Carlos: No lo sé…
– Manuel: A ver, siempre puedes taparme los ojos, para que yo no vea quien es, y así no poder identificarlo.
– Carlos: Mmmm… no es mala idea jaja… estás hecha una putilla
– Manuel: TU puta… jaja
Nos miramos, sonriendo, y nos besamos con dulzura, mientras nos acariciábamos.
Así fue. Un fin de semana estuvo con el Whatsapp media tarde, y llegó un momento en donde me ordenó que me fuera a limpiar bien el culito, porque ya había encontrado a alguien. Al rato me puso a cuatro patas sobre la cama y me puso un antifaz en la cara que había comprado en un Sex-shop. Me ordenó desnudarme del todo y poner el culo bien en pompa. Al cabo de unos minutos escuché como la puerta de la calle se abría y susurros. Risas en bajo. Unas pisadas pesadas que se acercaban a mi por detrás y que no eran las de Carlos. Unas manos asperas y grandes empezaron a acariciarme la espalda, muy lentamente. Me dio un escalofrío pero estuve quieto en mi sitio. Las manos empezaron a acariciarme y estrujarme muy fuerte las nalgas, y escuché por primera vez su voz:
– Desconocido: Menuda puta tienes aquí ¿eh? Sí señor…
– Carlos: Es una buena puta, muy obediente, y dejará que le hagas lo que te salga de los huevos
– Desconocido: Hombre, como tiene que ser
– Carlos: ¿Verdad puta? Responde al señor
– Manuel: Sí.. claro…
El señor desconocido empezó a lamerme el ojete, como un animal en celo. Me sorprendió, pero en seguida me empezó a poner muy cachondo. Su lengua intentaba entrar muy dentro de mi y con sus manazas me abría las nalgas hasta hacer daño. No tardó en separarse, y después de escuchar ropa deslizándose suponía por su cuerpo, note la punta de una polla gorda, muy gorda, apretando en la entrada de mi ojete. Empecé a ponerme muy nervioso porque no sabía si entraría, pero al señor no le importó. Se echó algo de saliva en la polla y empezó a apretar sin piedad. Se inclinó hacia delante y empezó a gritarme al oído.
– Desconocido: ¡Así puta!, venga, cómete mi polla coño…
El señor empezó a agarrarme muy fuerte de mis caderas y a apretar con fuerza. Entonces noté una sensación que conocía: la polla de Carlos, muy dura, restregándose por mi cara. Estaba muy salido.
– Carlos: Venga zorra, pónselo fácil al señor o te castigo… ábrete bien el culo.
Entonces llevé mis manos hacia atrás y abrí mis nalgas con ellas.
– Desconocido: Mmmuy buena puta, si señor… ¡ahi va!.
El señor empezó a abrirme el culo con fuerza, y me empezó a hacer daño de verdad, pero no podía ni quería quitarme. Carlos me ordenó abrir la boca y me enchufó la polla hasta la garganta. Me dió alguna arcada, pero así acalló mis quejidos por el dolor de la enorme polla de aquel desconocido. A pesar del escozor, el desconocido consiguió meterme aquel pollón descomunal por el culo, y empezó a follarme como un jabalí salvaje.
– Desconocido: Uufff … joder…. QUE PUTA ERES… aaaaah… GUARRA….. ufff QUE CERDA ERES… QUE GUSTO…
El señor me tenía atrancado entre su pollón y sus manazas y me taladraba sin piedad. Mientras, mi dueño, Carlos, me follaba la boca con rapidez mientras jadeaba con gusto. Notaba que verme follado por aquel enorme desconocido le había puesto muy cerdo, y eso me hacía feliz. Estuvieron taladrándome un buen rato, y el primero en correrse fue Carlos. Lo hizo directamente en mi garganta y me sujetó de la nuca para asegurarse de que me lo tragaba todo, cosa que a mi me enamoraba. Tragarme los líquidos que salían de mi hombre me hacía realmente feliz.
El señor tardó más. Mientras, Carlos aprovechó para seguir animándome con sus insultos, apretándome la garganta mientras el desconocido me follaba con furia, darme alguna ostia en la cara o escupirme.
– Carlos: ¿Te gusta que te usemos?, ¿eh?, dilo PUTA
– Manuel: Sssii.. AAAAH… sí … mucho …. UFFF
– Carlos: Así me gusta…
Carlos sonreía y disfrutaba viendo siendo capturado por aquel enorme desconocido que me taladraba sin compasión el culo. Poco rato después, aquel monstruo se corrió también, y creo que su leche me llegó hasta las entrañas. Lanzó un bramido muy alto en mi oído, con más insultos, mientras se derrumbaba encima mía. Como era muy pesado, yo cedí, y terminó aplastándome. Estuvimos un buen rato así, con aquel enorme ser jadeando en mis oídos, mientras Carlos me acariciaba la cabeza, como premiándome por ser un buen perro.
Al poco rato el desconocido se levantó y empezó a vestirse. Carlos no quería que viera quien era, así que se despidieron en susurros. El desconocido acarició por última vez mi ojete, aun con restos de su semen, y los esparció un poco por mis nalgas. Cuando el desconocido se fue por la puerta, Carlos volvió y me quito el antifaz.
– Carlos: Tengo que reconocer que me ha puesto muy guarro viéndote follado así jajaja.
– Manuel: Genial… jeje. Dije agotado.
Me puse de rodillas y Carlos se sentó a mi lado. Me dio un beso intenso con lengua, mientras me acariciaba el culo.
– Carlos: Has estado muy bien, te mereces un premio…
Así que metió varios dedos dentro de mi culo, que estaba muy abierto y aun escocido, y cogió restos del semen del desconocido. Gemí un poco del escozor pero me contuve. Después Carlos sacó la mano de mi culo y me restregó lentamente el semen del desconocido por mi cara.
– Carlos: Me encanta como eres mi nene
– Manuel: Y a mi como eres tu… mientras seas feliz, yo lo soy. Le dije sonriendo.
Carlos me miró y me besó con ternura, mientras me acariciaba el culo con suavidad. Nos abrazamos y le acaricié su polla y sus cojones, aun untados con mi saliva. Después de un rato así nos separamos. Carlos me sonrió y me dio un azote muy fuerte en el culo.
– Carlos: Y ahora, recoge esto y haz la cena anda.
– Manuel: Claro mi amor.