En una inaguracion en Barcelona con una jovencita mientras le metía y sacaba los dos dedos, ella seguía saltando sujeta a mi cintura

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No sabía ni quién me había invitado a la fiesta, pero era martes por la noche y no tenía nada mejor que hacer.

GRAN INAUGURACIÓN, ponía la tarjeta; después había una dirección de una conocida calle de Barcelona, y a mí esa semana me había tocado estar por allí (asuntos de trabajo). Sin quitarme el traje ni la corbata, dejé mis cosas en el hotel y cogí un taxi (una de mis primeras veces en Barcelona, el metro era un secreto para mí).

Cuando llegué a la fiesta no me decepcionó: empresarios (50 años, traje y corbata, 25 Kg. de más) y modelos (21 años, escote, ni un gramo de más… en algún caso sí de menos). Y seguí preguntándome quién me había invitado… ¡porque no conocía a nadie! En una esquina había una de estas fuentes de agua que se ven en las oficinas, con un bidón boca abajo, pero ésta estaba llena de sangría! Y las modelos se amontonaban a su alrededor. Yo me acerqué y me puse a hablar con dos de las modelos… qué raro… eran un poco tontas, pero en fin, ¡ni que yo fuera ahí a hacer tests de inteligencia! Entre sangría y sangría, la noche iba pasando, y las mujeres no paraban de venir a verme (estoy en torno a los 30 años, era uno de los pocos jóvenes de la fiesta).

En uno de mis viajes a por sangría, reparé en que la chica que me la echaba en el vaso: una azafata que no podía tener más de 18 años, sencilla, pero bonita, se me quedaba mirando… con esa mirada que a veces tienen las niñas que te hace sentir bien… una mezcla de admiración y deseo. Y no es que yo sea nada del otro mundo, pero ella veía que era el centro de atención de las modelos y… en fin, que vacíe mi vaso más rápido de lo habitual, y fui a devolvérselo (no era necesario, si no quería que me diera otro). Desde que empecé a dirigirme a ella, fijé mi mirada en sus ojos. Tiré el vaso en el montón de la papelera, y todavía mirándola, me dirigí al baño. Miré a mi alrededor, y la fiesta estaba casi vacía, volví a mirar para la azafata; ella me estaba mirando.

El baño me pareció perfecto, era mixto (era una agencia de viajes, no un bar, aunque eso no lo había descubierto hasta llegar allí), con un lavabo, y una puerta que daba al único retrete. No estaba ocupado, pero aún así me hice el remolón en la zona mixta, lavándome las manos con toda la paciencia del mundo. No tardó en llegar, haciéndose la tonta saludó y se dirigió a la puerta del retrete, yo me hice el tonto, también, e hice como que yo iba a entrar justo en ese momento. Chocamos, la miré a los ojos, y la empujé a la zona del retrete. Cerré la puerta tras de mí y la apoyé en ella mientras la besaba en la boca, mordiéndole los labios como con prisa. Ella parecía que ya no era tan virgen.

Mientras le metía y sacaba los dos dedos, ella seguía saltando sujeta a mi cintura, cómo se frotaba el clítoris, y cómo me ponía. Estaba a punto de correrme, pero no llegaba… iba a necesitar una penetración. Sin embargo, mientras la bajaba al suelo, se me ocurrió otra idea. Ella ya se había corrido, estaba muy relajada, así que la tumbé en el poco espacio que quedaba y me puse de rodillas sobre ella. Sin decirle nada, me la saqué y empecé a masturbarme en su cara; se la acerqué a la boca y sacó la lengua, al poco se la metió y siguió chupando, aunque muy despacio (la chica no estaba ya para esfuerzos). Ver a esa nenita ahí, con su carita, lamiéndome… iba a tardar muy poco en correrme. Se la saqué y seguí masturbándome, apuntándole a la cara. Ella me miraba sin ninguna preocupación, una gran sonrisa en su carita de ángel, que no se borró cuando le anuncié que me corría. No me lo podía creer, tras muchos intentos, la primera vez que una mujer me deja correrme en toda su cara y en su pelo.

Tras pocos segundos, me recuperé, le di un beso agradecido, la ayudé a salir al lavabo para quitarse “todo eso” sin que nadie la viera y salí. Había sido rápido, la gente estaba borracha y había música, nadie se había dado cuenta. Cuando ella volvió le pedí otro vaso de sangría… ella seguía sonriendo. Le guiñé un ojo y volví a un grupillo de modelos… la noche aún era joven.

Me gustaría recibir comentarios. Si os gusta relataré otras experiencias.

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