Una madre demasiado responsable capaz de hacer todo por sus hijos
Siempre actué como una Madre responsable con mis hijos. Sí es complicado hoy en día ser madre de un hijo adolescente, hace diez años no lo era más fácil pese a la ayuda del sistema educativo… todos creemos que la sociedad ha avanzado mucho, pero seguimos muy atascados en la comunicación con nuestros hijos en temas relativos al sexo, sobre todo con los varones si el padre no se hace cargo de la tarea. Me llamo Sofía y les voy a contar como me hice responsable de la educación sexual de mi hijo y donde desembocó tal hecho erigiéndome en su profe sexual…y lo mejor era su virginidad, con lo que puede amoldarlo a mis gustos de follar.
Empezaré describiendo a mi familia y a mí misma. Me casé muy joven, con 18 años ya estaba preñada de un hombre 12 años mayor que yo, del que estaba perdidamente enamorada, es decir que cuando nos casamos él tenía 30. Justo al mes de cumplir mis 19 años tuvimos a Yeray. Es un chico estupendo, cariñoso, buen estudiante, si bien he de decir que es un poco tímido con las chicas…, sin ser un chico modelo de belleza, no es para nada feo. Es un poco más alto que yo unos centímetros, doy la talla dentro de mi generación con mis 168 centímetros, él andaba sobre los 1’73. Es de piel morena como yo, con los ojos turquesa de su padre. Por mi parte yo soy una mujer morena de pelo castaño oscuro que tinto de negro la más de las veces. Mi cuerpo está muy bien tonificado a base de un poco de dieta y ejercicio regular… conservo una línea bastante aceptable. Uso una talla 95 de sujetador, con unas areolas medianas, oscuras y unos pezones igualmente oscuros y de un tamaño bastante grande, que cuando se ponen erectos se notaban incluso a través de la blusa y el sujetador.
Mis caderas son anchas y mi firme culo redondo y levantado. No creo ser una belleza de quitar el hipo pero si resultona, con fluir al andar que más de un hombre se gira cuando paso por la calle. Cuando sucedió todo lo que les voy a narrar aún era una mujer muy joven para dejar de lado el sexo intenso. Dos años después de mi primogénito llegó la niña, Claudia, una niña muy mona que va camino de ser un bellezón. Mi marido, Clemente, por ese entonces ya andaba por los 46, y desde hacía algún tiempo parece que había perdido algo de interés por mí, ya que solo echábamos el polvo del sábado por la noche y el resto de la semana, nada. A pesar de todo era y es muy cariñoso…un buen padre. Al principio incluso pensé que podría tener una amante, pero luego me convencí que no…, sin embargo el tiempo daría la razón a mi intuición femenina que nunca falla… “Si tu marido parece que te engaña con otra, te engaña”, pero por entonces no me rallé con esa historia. El caso es que tanto mi marido como yo trabajamos fuera de casa, en empresas diferentes, por lo que podemos vivir con desahogo, incluso nos podemos permitir ciertos lujos… como una buena casa y dos coches SUV de alta gama. Bueno, todo este preámbulo es para darles a conocer una situación que cambió totalmente mi vida sexual y me hizo descubrir a lo que era capaz mi cuerpo.
Ese año por vacaciones iríamos mi marido y yo solos, ya que necesitamos descansar. Por su parte mis hijos irían con mis padres que viven en Mazarrón, y así podría estar con sus primos, y claro con sus abuelos. Como la idea era desconectar de todo, decidimos ir a una de las islas griegas, un tanto exclusiva llamada Naxos, pero ideal para no tener contacto con el mundo. A falta de una semana para la partida resultó que a mi marido le surgió un grave problema en su trabajo, por lo que tendría que posponer sus vacaciones. Por el contrario, yo ya no podía cambiar las mías, así que me vi con un viaje al que no podría ir… sugirió llevarme a los chicos a las islas griegas. Al principio estaba un poco decepcionada, pero realmente necesitaba unas vacaciones. Hable con mis hijos, aunque sé que solo Yeray estaba dispuesto a acompañarme porque Claudia se marea en los barcos, así que acepté ir con mi hijo y yo solos. Recogí los billetes en la agencia de viajes y lo preparamos todo para la salir. Llegamos a Grecia tras varios días de travesía en el transmediterráneo, para llegar ir a la pequeña isla que sería nuestro lugar de descanso durante unos días y de nuevo regresaríamos en barco a Alicante. Al principio noté a Yeray un poco triste por no poder ir con sus primos, con los que se lleva realmente bien, pero día a día su ánimo fue cambiando por el hecho de salir de España de vacaciones. El hotel en el que nos íbamos a quedar es una maravilla. Estaba cerca de una pequeña cala y nuestra habitación daba al mar, las vistas eran extraordinarias. Ese mismo día de llegada nos aseamos y fuimos a dar una vuelta por los alrededores del hotel. Teníamos un acceso a la cala desde el hotel, que también contaba con una gran piscina. Cuando bajamos estaba casi llena, la mayoría era gente joven, sobre todo parejas, pero también familias. Me pude fijar que mi hijo observaba a las señoras que iban en topless en la piscina, que eran casi todas, pero como no lo hacía de una manera descarada opté por no decirle nada.
– Yeray, ¿Qué prefieres, playa o piscina?
– Lo que tú prefieras, mamá.
– Vale, entonces nos iremos a la playa, a ver qué tal está.
Fuimos a la habitación y mientras yo me ponía el bikini en el baño, mi hijo se puso su bañador en la habitación. Sin ser una familia puritana no era frecuente que mi hijo me viese en ropa interior, y creo que nunca me había visto desnuda, yo a él sí hasta los 10 años, después tuvo independencia en el aseo personal. Cogimos las toallas y nos dirigimos a la pequeña cala. Al llegar mi sorpresa fue doble, por una parte la cala era un pequeño paraíso, y por otro me fijé que casi todo el mundo iba desnudo o todo lo más, las mujeres en topless, pero con unos tangas que apenas les tapaban nada. La verdad es que asusté un poco, no por mí, sino por mi hijo, quizá aquello era demasiado para él, ya que no estaba acostumbrado. En mi Mazarrón natal el topless es muy esporádico, y el nudismo integral…nada de nada.
– ¿Cariño, cómo estás?
– Bien, mamá, pero desde luego esto no es como la Playa de Bolnuevo.
– Si no estás incómodo nos vamos.
– No te preocupes, mamá. He venido a acompañarte, pero si quieres me voy.
– No mi amor, lo decía por ti.
Buscamos un sitio en el que extender las toallas y nos pusimos a tomar el sol. Creo que Yeray se aburría, pero no dijo nada, la verdad es que es un hijo maravilloso. Vimos unas motos acuáticas y le pregunté si quería ir con una a dar una vuelta. Sus ojos se abrieron como platos y dijo que sí. El encargado nos dio una mala noticia, ya que dijo que él al ser menor de edad no podía llevar la moto, pero que las había de dos plazas y yo podría conducirla. Si bien nunca había llevado una moto de agua, para no desilusionar a mi hijo le dije al tipo que de acuerdo, que yo la llevaría. Nos subimos a la moto de poca potencia, después que me explicaron cómo funcionaba y salimos a dar una vuelta. Mi hijo se agarró a mí y esa sensación fue extraña al sentir su bulto presionar mis glúteos, pero no le di importancia, ni siquiera a como me abrazaba casi presionando mis tetas. Después del tiempo que teníamos asignado volvimos. La cara de mi hijo era radiante. Me dio un beso en la mejilla y me dio las gracias. Volvimos a tomar el sol. La verdad es que era un poco el centro de atención, ya que todo el mundo iba ligero de ropa y yo era la única mujer que llevaba las tetas tapadas. No era tan puritana como para no ponerme en topless, pero me daba un poco de apuro por mi hijo. Después de 15 o 20 miradas en las que me decían “vaya con la puritana”, me armé de valor para quitarme la parte de arriba del bikini.
– Yeray, te has fijado que todas las mujeres van por lo menos en topless, y que aquí soy un “bicho raro” usando bikini.
– Ya…
– ¿Te parecería mal que me quitase la parte de arriba del bikini?
– No…bueno…haz lo que quieras…
– ¿Por qué dices eso?
– ¿¡Es que nunca has hecho topless…!?
– Bueno alguna vez sí que lo he hecho, pero nunca en Mazarrón, sino en sitios donde no conocía a nadie, ya sabes que soy un poco vergonzosa con estas cosas.
– ¿Y no te da vergüenza que yo te vea los pechos?
– Bueno, Yeray, tu eres mi hijo…
– Si, pero nunca te he visto los pechos…
– Hasta ahora…, En ese momento me desabroché el bikini y mis dos pechos escaparon de su prisión.
– Joder, mamá, vaya tetas… perdona, por favor, mami, no quería decir eso…
– Bueno…. Al principio no reaccioné, pero luego me di cuenta de lo que había dicho. – Yeray, ¿por qué has dicho que no querías decir eso?
– Es que… eres mi madre…
– ¿Y?
– Pues que no puedo decir que mi madre tiene los pechos bonitos…
– Vaya, hace dos minutos eran tetas y ahora son pechos…y por qué no puedes decir que tengo unos pechos bonitos.
– Pues… ¡¡porque eres mi madre!!
– Que pasa con eso. ¿Acaso no has dicho alguna vez que un vestido es muy bonito, o que el peinado me sentaba bien?
– Si, pero no es lo mismo…
– ¿Por qué no es lo mismo?
– Pues porque si digo que tienes los pechos bonitos igual te enfadas conmigo…
– Como me voy a enfadar por eso… al contrario, es un piropo, que tu propio hijo te diga que tienes el pecho… bueno las tetas bonitas, y como lo has dicho es todo un halago.
– Pues vale, entonces tienes unas tetas preciosas, creo que en la playa no hay nadie que las tenga más bonitas…
– Vale ya, me vas a poner colorada…creo que te hemos dado una educación demasiado conservadora…
– Bueno, en el cole tenemos clase de ecuación sexual…
– ¿En un colegio de curas, que te enseñan educación sexual como debe ser…?
– Pues como se reproducen los hombres, como son los órganos sexuales…
– ¿Te han explicado cosas como la masturbación, o has visto alguna mujer desnuda, o como evitar un embarazo no deseado…? Mi hijo se puso un poco rojo.
– No eso no…
– Ves a lo que me refiero, creo que en tu instituto van un poco atrasados en algunos aspectos.
Pasamos las horas en los que mi hijo se acostumbró a verme en topless, incluso me puse un tanga que dejaba ver casi todo mi culo en la sesión de la tarde. Esa noche cenamos en el hotel. Pedimos una botella de vino de la tierra, que estaba muy bueno, pero era un poco fuerte. Mi hijo acostumbraba a beber un poco de vino en las cenas especiales en casa y fuera de ella. Pensaba constantemente en mi hijo y en su “educación sexual”. Reconozco que el tema me excitaba y dado que su padre no tomaba interés en tal aspecto, creí conveniente que era necesario coger el toro por los cuernos.
– Oye, Yeray, sobre lo que hablamos en la playa…
– De verdad que lo siento, no debí decir lo que dije…
– No me refiero a eso, y además te dije que fue todo un halago… me refiero a tu educación sexual. Creo que es muy importante que sepas algunas cosas…
– Vale, tomaré nota y cuando vuelva a clase las preguntaré.
– No creo que en un colegio de curas te vayan a decir jamás como usar un preservativo, o la píldora en caso de las chicas…
– Mamá…
– Escucha, por favor. Dime que sabes sobre el sexo. No te cortes, que soy tu madre.
– Pues precisamente por eso, me corto ¡Cómo te voy a contar esas cosas…!
– Entonces imagínate que soy una amiga de mucha confianza…
– Eso es difícil…
– Inténtalo…
– Venga… la verdad es que no sé mucho, como te dije, cómo se hace el amor, y poco más.
– ¿Y sobre la masturbación te han dicho algo?
– Sí, que es pecado… pero como te puedes imaginar alguna paja cae.
– Típico de los curas… pero ya por lo menos no te dicen que te vas a quedar ciego o se te va a secar la médula.
– No, eso no. (Serió).
– ¿Y se puede saber cuántas pajas te haces a la semana?
– Mamá, qué preguntas son esas a un hijo…me quedé dubitativo por si me excedía, pero decidí decirle la verdad… – Yo que sé… haz tú la cuenta a dos diarias o tres algunas veces.
– Bueno cariño es normal que te masturbes tanto, estás en plena pubertad con las hormonas a tope… ¿Y has visto alguna vez a una mujer desnuda o sabes cómo ponerte un condón?
– Bueno claro que he visto mujeres desnudas, por ejemplo hoy en la playa…
– Me refiero si has visto una vagina de cerca con sus labios mayores y menores… Si has tocado a una mujer…
– Solo en revistas…
– Vale cariño, mira te propongo un trato…
– ¿Cual?
– Lo primero es que me tienes que prometer que no le contarás esto a nadie… lo tienes que ver como la parte de educación sexual que tu madre tiene el deber de impartirte.
– Te lo prometo…
– El trato es que si quieres te doy unas clases de educación sexual del siglo XXI…
– ¿Y cómo son esas clases mamá…?
– Pues lo que te he dicho, como usar un condón, saber cómo es una mujer de verdad, que le gusta… ¿quieres o no? Es bueno que conozcas a las mujeres por fuera, pero mucho más por dentro…, en el dominio del mente está el poder, hijo.
– Claro.
– Pues lo primero que haremos mañana en la playa es tomar el sol sin ropa…
– Vale…
– Ahora la primera lección… la mujer por fuera.
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Para asombro de mi hijo me quité el vestido que llevaba y me quedé sólo con las bragas, ya que no me había puesto sujetador. Inmediatamente me quité las bragas y le mostré por primera vez mi sexo depilado a mi hijo. Le dije qué eran los pezones a diferencia de las areolas, y luego me senté en el borde de la cama. Le indiqué que se sentara en el suelo enfrente de mí. Me abrí de piernas y le mostré lo que eran los labios mayores y menores, el monte de Venus y la entrada del conducto por donde salió su cabezón…, entonces tiré de los pliegues del capuchón que cubrían el clítoris y se lo mostré,… el me hizo algunas preguntas, como cual era su función. Le dije que realmente no tenía una función específica en la reproducción, solo es una reminiscencia ancestral de la bisexualidad del ser humano antes de definirse en la gestación, así que en la hembra, la polla de los machos se repliega en el clítoris, para cumplir con la función del placer exclusivamente, con él me doy el gusto de correrme…porque es algo similar a tu glande. Luego me puse a cuatro patas y le enseñe el ojete para que viese que en eso no nos diferenciamos y a ambos sexos nos gusta el sexo anal, no con penetración en los varones heterosexuales, pero sí que lo estimularan con los dedos o la lengua, le dije sin pudor alguno poniéndome cada vez más perra.
– ¿A ti te gusta el sexo anal, mamá? La pregunta me cogió un poco por sorpresa, pero no era un momento para cortes.
– La verdad es que sí, me encanta, pero no lo práctico hace mucho. La lección número dos es sobre la masturbación. No sé si será o no pecado, pero te aseguro que no es malo, al menos a mí no me ha ido mal. Por un lado aprendes a conocer tu cuerpo, y por otro te da el mejor placer del mundo ¡¿Ya lo habrás experimentado cuando te masturbas?!
– Sí, al principio pensaba que era pecado y me confesé las tres primeras veces y me sentía un poco mal. Después vi que era adictivo y que nunca dejaría de hacerlo, así que opté por darme placer…nunca más me confesado de ello.
– Pues a partir de ahora, puedes masturbarte sin remordimiento…el infierno no creo que exista teniendo este mundo tan mal organizado.
– ¿Tú también te masturbas, mami?
– Si, la verdad, que más de lo que quisiera.
– ¿Por qué dices eso?
– La verdad es que esto es muy personal, no estoy orgullosa como para ir por ahí diciéndotelo, pero estando en confidencias mutuas, tengo que decirte que papá apenas me hace el amor una vez a la semana o cada 10 días… me tiene muy desatendida, así que recurro con frecuencia a mi autogestión del placer.
– Pues no lo entiendo…
– ¿El qué cariño?
– Que si yo tuviera una mujer como tú, no se escapaba ni un día de darle una buena follada… Perdón yo no quise decir eso mamá, perdona.
– Gracias hijo, eres un sol… y no te preocupes por tu lenguaje, conmigo puedes utilizar la palabra follar con total naturalidad, porque es eso lo hacemos los animales mamíferos…Follar o Fornicar para reproducirnos…pero sobre todo para darnos placer y en muchas ocasiones solo para tender lazos sociales con otros individuos. Los bonobos lo hacen mucho y son lo más parecido a nosotros en sus comportamientos. Sin embargo llámalo como quieras, para mí “Hacer el amor” solo es un eufemismo. La verdad es que cada vez estaba más excitada. – Follar es tan natural como que los machos tenéis polla y las hembras coño… ¡Pobre quien no tenga! Se quedó mirando a mi polla y sin más dilación…– La siguiente lección es como te pones un condón. Anda, quítate la ropa.
– Mamá, es que…
– ¿Qué…?
– Que estoy un poco excitado…
– Pues eso es perfecto, porque un condón siempre se pone con la polla dura y cuanto más, mejor. Estaba muy expectante en ver el cipote de mi hijo, joder que perverso era todo. Cogí un condón de los del paquete de seis que tenía preparado pensando que iba a venir con mi marido, ya que no me gusta tomar la píldora, y me fui hacia mi hijo… – Ves, lo abres así, nunca con algo que lo pueda picar, creí que mi hijo iba a explotar. No pude más y tiré de sus calzoncillos revelando el cipote de mi hijo… ¡Joder con el niño! Esa polla era tan grande como se intuía, para nada pertenecía a la rama de mi marido, sin duda calzaba igual de larga y gruesa que mi padre. La agarré dejando libre su orondo capullo… – Lo tomas del reservorio y vas desenrollando a lo largo del tronco de esta hermosa verga… le puse la goma y arrastré la argolla deslizando el condón por todo tu tallo venoso. Con las dos manos solo cubría poco más de dos tercios, dejando libre el hinchado glande… – ¡¿Has visto como se hace?! Con delicadeza para no rasgarlo. El tamaño ideal para mi esposo, quedó un poco corto a Yeray… envolvía lo suficiente para no preñarme.
– Mami, cuando un hombre está excitado se empalma, pero ¿Cómo noto que una mujer está excitada?
– La verdad es que no es tan llamativo como la erección del hombre, pero claro que hay datos, como la mirada de deseo, los pezones se nos ponen duros, nuestra vagina suelta flujo para lubricar…a veces tanta que produce un gran cerco húmedo en nuestras bragas.
– Tú tienes ahora los pezones duros ¿Estás excitada?
– Claro que sí, o crees que tu madre es de cartón-piedra…eres mi hijo, pero antes eres hombre.
– ¿Y también te está fluyendo ese líquido por tu coño?
– Sí, claro. Es algo involuntario…el cuerpo sabe lo que tiene que hacer reaccionando a las estimulaciones de alrededor, del ambiente y de la sugestión.
– ¿Puedo ver cómo es?
– Eso mejor se palpa.
– ¿Puedo palparlo?
Ya apenas podía controlar mis actos… – Puedes hacer lo que quieras, amor… aquí estamos para ver y tocar cuando haga falta sin pudor. Dirigió uno de sus dedos hacia mi chocho. Cuando lo metió lancé un ligero gemido que llamó la atención de Yeray.
– ¿Estás bien, mamá?
– Estoy en la gloria cariño, aquí desnudos conociéndonos a fondo ¿Qué puede ser mejor que esto? Nunca imaginé que enseñarte mi cuerpo fuera tan seductor, cariño.
– Es cierto… tienes el coño súper húmedo. Metió solo la yema de la falange, me parecía poco.
– Siiiii sigue así, despacio. Si metes tu dedo más profundo, debes sacar más flujo vaginal, ¿Verdad? Lo introdujo más adentro. – Mete y saca unas cuantas veces más ¡Ummm! ¡Me matas de gusto mi rey…! Ahora introduce otro más…necesito dos por lo menos. Por instinto agarré su mástil que se prestaba magnífico cual cetro de faraones, no me pude reprimir más mis deseos de macho y, la así con fortaleza percibiendo su increíble dureza… – Tienes una verga bien hermosa hijo, y aún te crecerá más hasta que cumplas los 20 años o más… ¡Me hace feliz que estés tan bien dotado! Me acerqué a su oído y con un susurro a “sotto você”… – Ahora tu mami te enseñará a usarla como corresponde…Yeray no dejaba de follarme con sus dedos, se le veía aplicado chasqueando sus dedos en la laguna de mi chumino… – Lo que haces está muy bien, pero lo debes complementar con esto…Mira como se pajea a una mujer, debes frotar en este capuchón…debajo tenemos el clítoris y el mío lo tengo muy hinchado y duro. Siempre mejor sobre el pliegue que directamente en el clítoris.
Le enseño otra vez la pepita blanquecina de lo erecta que la tenía, remangando los pliegues del capuchón, mi hijo está que se sale. Una vez visualizado dejo que me frote haciendo círculos sobre clítoris…, el chico aprendía rápido, con una mano me introducía dos dedos follándome rápido y, con la otra me frotaba la pepita llevándome al éxtasis. En todo ese tiempo no dejé de deslizar mi mano a lo largo del tronco endurecido de Yeray…, aún con el condón puesto no tardaría mucho en correrse. Notaba cada pulsación de su corazón en la vena mayor bombeando.
– Creo que no puedo aguantar más… ¡Voy a explotar! ¡Ummm! ¡Aahhh!
Noté unos espasmos en la mano de mi hijo cuando se corrió, dejó de darme placer a mí justo en el momento de eyacular, continué pajeándolo hasta que ordeñé sus huevos por completo. Observaba de qué modo se iba llenado de semen el cubículo del condón, tanto que no cupo rellenando parte de la goma que envolvía su glande ¡Qué bestia… cuánta leche expelía este semental! Cuando se relajó necesitaba sentir su candente lefa en mis dedos, se lo quité y parte del esperma impregno mis dedos.
– Nunca me había corrido así, mamá.
– Es que estás muy excitado, como yo ¡Ha sido maravilloso cómo te corres! Ven aquí mi vida. Le di un pico entre inocente y morboso. El me dio otro en respuesta sin despegarse fuimos avanzando poco a poco, nuestras lenguas se fueron entrelazando intercambiando saliva, chupándonos las lenguas, los labios y los dientes. Sus manos no paraban, no sabían donde palpar como si lo desearan tocar todo…sentir sus manos en mi piel me volvía a elevar al paraíso para devolverme al infierno ¡Cuando deseaba tenerlo dentro de mí! A cambio le dije… – Yeray ¿sabes lo que es un 69?
– Sí… claro que sí mamá.
– Pues prepárate, que vamos a hacer uno.
Se recostó y me puse sobre él con una pierna a cada lado de sus hombros y comencé a bailar moviendo mi coño en forma circular, de arriba a abajo frente a su rostro…mi excitación crecía cuando sentía su mirada clavada en mi cuerpo particularmente en mi vulva pelada, que además cuando me excito se me pone gorda, hinchada, mojada, brillante y rosada. Oigo a mi hijo gemir, yo estaba ya que no aguantaba más de lo bellaca que me sentía, le amarré la verga que parecía reventarle las costuras. Yo estaba demasiado mojada, notaba el flujo resbalar entre los muslos y las nalgas, mi raja estaba completamente inundada de flujo tanto que le caía como hilos espesos de miel sobre su cara. Comencé a desear esa gran verga apretada y brillante frente a mí y no pude aguantar las ganas de comenzar a tragármela, y comérmela, pero comencé a introducirme lentamente la cabezota. Apretando mis labios comencé a meterlo y sacarlo.
De pronto percibí a Yeray comerme la vulva al tiempo que se la tragaba casi ahogándose, todo mi jugo espeso, comencé a gemir desaforadamente, nunca antes había sentido algo así de puta, ya que nunca antes había sentido un orgasmo tan morboso, porque nadie le había dedicado tanta atención a mi coño y al placer que nace del mismo. Era como corrientes de escalofríos que recorrían todo mi cuerpo hasta mi cabeza sintiendo al mismo tiempo calambrazos que me dejaban atontada de placer, mis huesos temblaban de excitación, y a pesar de eso o gracias o eso, no lo sé ya me había metido su verga de 18 cm completamente en mi boca llegando su punta hasta mi garganta. Comencé a mamársela más duramente, subiendo y bajando llenándosela de saliva, comiéndome completamente ese badajo grueso y duro, estaba como loca lo hacía rapidísimo y me entraba hasta el esófago.
Eufórica le gritaba de placer a mi chico… – ¡No pares, sigue, sigue nadie antes lo ha mamado así, sigue Oooohhh!!
Le empecé a chupar la polla al tiempo que él, tímidamente me lamía el coño. Le dije que lo hiciera sin miedo. Empezó a mover su lengua e incluso me daba algún mordisquito en el clítoris. Yo seguía mientras le restregaba la lengua de forma circular por sus bolas, llenándoselas de saliva, seguía haciéndoselo para que se excitara más y no parara de lamerme mi vulva y mi clítoris… y de paso hacerle producir una buena dosis de lefa. Sentía como me chupaba el clítoris y de repente noté mis carnosos labios internos succionados por su caliente boca, arremetiendo con su lengua en las profundidades…había introducido el bulto de mi vulva dentro de su boca. Chupaba con canibalismo ahí abajo, seguía ahí pegado y yo no aguantaba el mareo que me provocaba un orgasmo tras otro. De repente el muy cabrón empezó a follarme por el culo con su larga y resbalosa lengua. Percibí una especie de lleno y vacío que producía cada vez que él la metía y la sacaba. Tenía todo su rostro sudado metido dentro de mis nalgas follándome el hueco del culo con su increíble lengua, mientras me agarraba mis tetas colganderas por su peso, pero con los pezones duros de la excitación.
Estaba a punto de correrme y aumenté la velocidad de la mamada…, nos comenzamos a dar más y más candela, yo se lo seguía mamando el rabo y las bolas rapadas sin un solo pelo, era delirante lo precioso del conjunto…digno admiración. Me lo comía con muchas ganas y él me comía hasta que vi como la vena central de su pollón se hinchó descomunalmente suministrando mayor dureza al falo… sus bolas empezaron a contraer y, el empezó a dar unos grititos ricos y decir cosas que no le entendía, sabía que estaba a punto de correrse. Empezó a gemir agitando su cadera follándome la boca, cada vez más duro, más rígido y rápido… Mi hijo se iba a correr…y Yo también. Empecé a sentir su engrudo espeso caliente dentro de mi boca, se estaba corriendo en mi garganta desbordando toda la cavidad, sin embargo yo no paraba, mezclando mi saliva con su leche. Y seguí ahí pegada mamándole la verga hasta dejársela secos sus buen par de cojones lecheros… no paré hasta succionándole todo el semen de su segunda eyaculación, dos en menos de veinte minutos. El continuaba comiéndome el coño, yo me tragaba con deleite su lefa rellenando mi estómago… ya no recordaba el sabor de la testosterona de una buena lechada. Tras mi última relamida me dediqué a pasarle mi lengua por su orondo capullo hasta dejárselo completamente limpio. Él continuó un poco más, no le liberé de mi culo sobre su cara hasta que me benefició de un último orgasmo, el enésimo ¡Me gustó el sabor del semen de mi hijo, podría tragármelo todos los días!
Demasiado bueno esa historia, tengo varias preguntas 😃