Una mañana muy complicada y con varias sorpresas bastante cachondas

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Salí de mi apartamento hacía la conciliación que tenía que hacer con el director de operaciones de una reconocida aerolínea que presta sus servicios como aero ambulancias. La conciliación trata de llegar a un acuerdo de pagos entre la empresa médica para la que trabajo y esta aerolínea. Llevaba todas mis cuentas, las cuales tienen que ser exactas para no generar ningún tipo de inconveniente como demoras o errores en el pago, lo que se convertiría en una pérdida de dinero para la empresa.

Me recibió directamente el director de operaciones, su nombre es Ricardo y es piloto comercial de avión. Es un hombre de unos 45 años, alto y con un rostro atractivo. Tiene una actitud petulante y cree que todo el mundo gira alrededor de él. Pero no me disgustaba encontrarme con él, al menos, era alguien justo y nunca había querido sacar ventaja de alguna situación sobre todo monetaria.

Me invito a pasar a su oficina y comenzamos a trabajar. Apenas me senté en la silla, crucé las piernas que quedaban al descubierto gracias a la minifalda que llevaba la cual era corta y apretada. Pero no me la había puesto para seducir, sino es la ropa que utilizo todos los días. Inclusive ya había usado minifaldas cuando iba a reuniones con Ricardo. Siempre él me miraba mucho las piernas y las tetas que se resaltaban por encima de la blusa. Y en esta reunión no fue la excepción.

Siempre, Ricardo, se acomodaba de tal manera que pudiera verme todas las piernas. El escritorio de él era transparente, así que no le quedaba difícil ver lo que tenía en frente, supongo que el escritorio lo había escogido así porque le gustaba el diseño, y no creía que era para verles las piernas a todas las mujeres con las que tenía algún tipo de reunión. En todas las reuniones, yo le cruzaba las piernas para que me las viera y el seguía el juego, porque sus ojos no se despegaban nunca, inclusive en algún par de ocasiones yo le había mostrado un poco más de la cuenta. Mi intención era que la conciliación saliera bien y porque no? Hacer que Ricardo me invitara a tomar algo, a lo que yo no hubiera puesto ningún tipo de objeción. Lo raro es que él nunca había hecho algún tipo de insinuación así se le fueran los ojos observando detalladamente mis piernas. Esto se me había hecho extraño, porque él no dejaba de verme con ojos morbosos y se notaba que era un hombre que no dejaba pasar ninguna mujer.

La conciliación transcurría de forma normal, hasta que Ricardo notó un error en mis cálculos lo cual hacía que su aerolínea pagara más de lo que debía. Él se enfureció con justa razón y amenazó con llamar a mi empresa a decir que yo quería robarlo. Si él hacia eso, yo me quedaría sin trabajo. Así que no podía dejar que llamara a la empresa. En mi desesperación le quité el teléfono de las manos y este se cayó al piso. Le pedí que me disculpara pero que no iba a dejar que él hiciera esa llamada porque me iba a quedar sin trabajo de manera injusta, porque había sido un error sin mala intención. Ricardo estaba enfurecido y yo no sabía cómo actuar. Por mi mente no se cruzaba ningún tipo de solución, al menos razonable, así que lo que hice fue seguir los impulsos y jugármela con el arma más antigua y más “letal” que tiene una mujer que es el sexo. Me abrí la blusa y me subí el brasier dejando mis tetas al aire. Ricardo abrió los ojos y quedó impactado, en ese momento supe que lo tenía en mis manos y me abalancé hacía él abrazándolo y besándolo en la boca. Ricardo sin pensarlo me apretó el culo y correspondió a mi beso introduciendo su lengua en mi boca y chupándomela, queriendo succionar todo y tratando de devorarme al instante. Él se incorporó un momento, se detuvo

– Por qué te detienes? Yo no puedo perder mi trabajo, arreglemos todo esto ya. Le dije

– Espera cierro las ventanas y le pongo seguro a la puerta, acá nos vamos a demorar un buen rato

Cerró la persiana de la ventana que daba a la parte de afuera de la oficina y cuando iba a ponerle seguro a la puerta, la abrió y le dijo algo a alguien sin que yo pudiera oír lo que él hablaba, yo asumí que le decía algo a la secretaria para que no dejara pasar a nadie. Cerró la puerta y camino rápido hacia mí. Me tomó por el culo, me lo apretó y comenzó a besarme de manera apasionada metiendo nuevamente su lengua y pasándola por toda mi boca mientras sus manos me apretaban con fuerza mi culo.

Yo también le agarré el culo y luego con mi mano le toque su verga, que ya estaba parada, por encima del pantalón. Ricardo me subió la falda y comenzó a besarme las tetas de una forma fuerte que hasta llegó a lastimarme un poco. Bajó hasta mi cuca y con sus manos rompió mis medias haciéndoles un hueco grande, dejándolas completamente inservibles. Se puso de pié, me empujó y me coloco sobre su escritorio. Quedé de espaldas a él, con todo mi culo al aire, ofreciéndoselo a Ricardo para que se pagara de todas las deudas y todas las ofensas. Él corrió mi tanga con fuerza y ahora toda mi cuca estaba lista para ser penetrada. Yo estaba excitada, mi cuca estaba mojada y todo mi culo estaba hacia Ricardo para que lo hiciera estallar.

Él se recostó sobre mí y me besó el cuello mientras acerco su verga a mi culo. Se le sentía parada y tiesa por encima del pantalón.

– Deliciosa Susana, estas muy rica!!!

– Por que hasta ahora me lo mete? Hace tiempo quería esto

– No es tarde para nada, de ahora en adelante usted será mi puta y hará lo que diga y cuando diga

Se colocó erguido y se bajó el pantalón, yo quería chuparle un poco la verga, pero cuando me iba a voltear para tocarle el trozo de carne, para sentirlo, para verlo como era, Ricardo me lo impidió colocándome sus manos en mis hombros. Se acomodó y ahora comenzó a introducirme su verga en mi cuca despacio. Su verga tiesa se fue metiendo en mi cuca hasta el fondo y por fin la pude sentir. Estaba gruesa y tiesa y de inmediato me sacó un gemido. No importó que me la hubiera metido suave para impedir que me diera placer y para hacer que mi cuca estuviera llena de fuego el cual deseaba que fuera calmado de inmediato y que ese trozo de carne delicioso me diera mucho placer y me diera orgasmos.

Ya teniendo su rica verga dentro de mi cuca, Ricardo comenzó a moverse y me pegó un par de nalgadas con sus manos. Sus movimientos de mete y saca eran con un ritmo constante, parejo, no era fuerte ni rápido pero cuando lo introducía su verga llegaba hasta el fondo, su cuerpo chocaba con mi culo haciéndolo sonar y yo gemía de placer y también me movía hacía él para acompañar su movimiento y que su verga siguiera con ese ritmo tan delicioso que me estaba dando placer y me hacía sentir como una puta que se entrega por dinero.

Me tomó con sus manos la cintura y comenzó a metérmelo un poco más duro, acarició mi espalda y se agachó para alcanzar a apretarme las tetas. En esta posición me volvió a besar el cuello mientras con una mano me apretaba la teta izquierda y con la otra me agarraba el culo. Nuevamente quedo erguido y con las dos manos apretó mi culo, luego comenzó a acariciarme las piernas por encima de las medias y esto creo que lo excito más porque me tomó de la cintura nuevamente y ahora su embestida era brutal. Me lo comenzó a meter durísimo y ahora el choque de su cuerpo con mi culo sonaba por toda la ciudad. El ritmo continuó siendo parejo y constante, pero ahora era intenso, duro y fuerte, rápido, me hacía gemir de placer y mi cuca estaba por estallar. No se detenía por nada, me estaba dando duro por mi cuca y metió un dedo en mi culo y comenzó a mover ese dedo, ahora yo estaba teniendo placer por ambos agujeros y estaba a punto de desmayarme de tanto placer.

– Uy jueputa deme asi de duro!!!!! Deme mas duro, mas duro!!!!

– Deliciosa mamasotaaaaaa aaaaaaggggggggg

Me saco el dedo de mi culo y detuvo su embestida por unos segundos, me agarro de la cintura y comenzó a clavarme de una manera brutal, el ritmo era tan descomunal que en cada embestida, sentía que me iba a romper y sentía que los líquidos de mi cuca se esparcían por todo lado porque Ricardo con su verga los hacía estallar. Se vino, me llenó la cuca de leche y esta comenzó a chorrearme por las piernas. Ahora mis medias estaban rotas y llenas de semen, al igual que mi cuca que estaba llena de lechita y perforada hasta el fondo.

Cuando él saco su verga de mi cuca, me quedó un leve dolor por la tremenda embestida que me había pegado y yo lo único que fui capaz de hacer fue tirarme al piso y recostarme, ya que no tenía fuerzas para hacer algo diferente. Había sentido un orgasmo y estaba satisfecha de placer pero cuando pensé que todo había terminado, la puerta de la oficina se abre y entra la secretaria de Ricardo.

Era una mujer bajita, un poco gorda pero armoniosa, pelo largo y piernas firmes, usaba falda corta y una blusa.

– Mira Sandrita, yo la disfruté un poco, pero ahora le toca a usted para que se entretenga un rato mientras yo me la vuelvo a clavar

– Que rica está esta vieja Ricardo

La secretaria se llamaba Sandra y según todo esto, era lesbiana, aunque yo estaba segura que también se dejaba clavar de Ricardo.

– Mira Susana, le acabo de decir que para que yo no la reporte, usted iba a hacer lo que yo le dijera, así que se deja hacer cosas de Sandra

Ella se tiró al piso al lado mío y de una comenzó a darme dedo en mi cuca. Me metió dos dedos y los comenzó a mover rápido, se untó del semen de Ricardo, pero eso no le importaba porque seguía metiéndome los dedos. Los sacó y se los pasó por la boca, se chupo todo el semen de Ricardo. Yo no sabía cómo actuar, jamás había estado con una mujer y la verdad no me interesaba, pero no puedo negar que cuando me dio dedo, lo disfruté y lo peor es que me tocaba hacer lo que fuera para que Ricardo no llamara a la empresa a reportar el error que tuve, lo único es que no sabía qué hacer con Sandra porque a mí lo que me gusta es que me claven, que me metan la verga.

– Que quieres hacerme? – le pregunté a Sandra – No he estado con una mujer y no sé cómo darte placer.

– No se preocupe, la que va a actuar soy yo. Y Ricardo, voy a disfrutar del cuerpo de Susana mientras usted se la quiera clavar otra vez

Ricardo se sirvió un trago, se sentó en una silla al lado del escritorio y se preparó para ver el espectáculo. Sandra se quitó las medias, se abrió la blusa, se subió la falda y se colocó encima de mí con una de sus piernas entre mis piernas. Comenzó a besarme el cuello y luego las tetas, con la mano derecha empezó a meterme nuevamente los dedos mientras me mordía los pezones. La mano que tenía libre, la comenzó a usar para apretarme las tetas mientras me las chupaba. Ella se detuvo y se colocó a un lado, continuó dándome dedo, lo que me estaba generando placer y ya me estaba haciendo gemir.

– Métame dos dedos y muévalos rápido – me dijo.

Miré a Ricardo, le metí mis dedos en su cuca y los comencé a mover rápido porque la verdad quería que ella parara, que tuviera su orgasmo y ya. Estaba sintiendo placer, pero era bastante extraño estar en esa situación con una mujer. Quería que Ricardo se recuperara rápido para que viniera y me clavara nuevamente y poder saciar las perversiones de estos dos personajes. Pero antes que él se recuperara, mi sorpresa fue mayor al ver que la puerta se abrió y entro otro hombre a la oficina.

Nadie dijo ni una sola palabra, pero cuando el nuevo integrante de esta “reunión” entró, Sandra se retiró de mi lado, se recostó en otro lugar de la oficina y abrió las piernas. Ricardo se paró de la silla donde estaba sentado, caminó donde estaba Sandra y se le tiró encima; comenzó a clavarla con fuerza y ambos gemían de placer.

El hombre que recién entró a la oficina, se bajó los pantalones, se tiró en el piso y comenzó a besarme las piernas, luego las tetas, se colocó encima de mí y me lo clavo de una, me lo clavo fuerte. Yo estaba boca arriba, con las piernas abiertas, recibiendo las embestidas de este desconocido, comencé a gemir porque me lo estaba metiendo muy rico. Mi nuevo amante, me agarró de las piernas y me las apretaba mientras me lo metía con mucha fuerza, luego de acariciarme las piernas, me apretó el culo. Cuando su embestida era tremenda y me estaba sacando gritos de placer, se detuvo, saco algo de su camisa, lo rompió y lo inhaló. En ese momento me saco la verga, me volteó para que yo quedará boca abajo y se tiró encima de mí. Me lo metió nuevamente con mucha fuerza y me comenzó a clavar muy duro, sentía que se levantaba hasta el techo para volver a metérmelo porque la verga se la sentía que llegaba hasta mi estómago.

– Ayyy ayyyy ayyyy ayyyy mi cucaaaaa ayyyyy ayyyyy

– Rica malparida perraaaaaaa

Mi culo vibraba con cada metida que me pegaba, vibrada como si fuera una gelatina. Yo estaba teniendo muchos orgasmos por el placer tan tremendo que este hombre me estaba dando y no pareciera que fuera a terminar, al contrario, cada vez me daba más y más duro y yo solo gritaba de placer y un poco de dolor.

Al otro lado de la oficina, Sandra también gritaba del placer que Ricardo le estaba dando, este se la estaba cogiendo de lo rico y se notó cuando ambos terminaron en un tremendo orgasmo. Mientras tanto, mi machote, el que me estaba clavando brutalmente, no parecía terminar. De pronto paso sus manos debajo mío, me agarro las tetas y comenzó a clavarme de una manera descomunal. Me lleno la cuca con su leche y yo me sentía inundada, me lo sacó y se recostó en una pared de la oficina. Yo duré como dos minutos antes de lograr recuperarme y sentarme. Tenía la blusa abierta y sucia, la cuca llena de semen y chorreando, las medias rotas y untadas por el semen de dos hombres y la falda arrugada y con pequeñas manchas de semen.

Miré a todas las personas que estaban en la oficina en ese momento preguntándome que era lo que había pasado. Ricardo le dijo a Daniel, que era el nombre del hombre que me había clavado de último, que tocaba que se fuera a trabajar.

– Daniel, váyase a trabajar. Le gusto la cuquita que le conseguí?

– Uy viejo Ricardo, esta perra está muy rica. Espero que me la deje otra vez para romperle ese cuconón. Es bueno que usted se culee a mi esposa Sandra porque así usted también me trae perritas como esta. Y no puedo ir a trabajar ahora porque me metí un pasecito mientras le metía mi tranca a la puta esta

– Listo hágale, trabaje mañana. Déjeme culearme otro poco a Sandra

– Culeesela viejo Ricardo, dele bien pero bien duro

Ese dialogo me dejó sin palabras. O sea que Sandra, es la esposa de Daniel, el hombre que me había acabado de clavar, pero Ricardo se culea a Sandra con consentimiento de Daniel. Me había sorprendido, no porque fuera algo nuevo para mí, de hecho, ese tipo de situaciones las había escuchado, me sorprendió por lo que había vivido. La tal Sandra era la esposa de alguien, era la amante de alguien y le gustaban las mujeres, y yo había hecho parte de esta mini orgía. No estaba escandalizada para nada, de hecho yo había participado en algo similar que hasta vi cómo se clavaban a mi mamá. Lo que me ponía a pensar era que cada vez hacía algo nuevo, esta vez deje que una mujer me diera dedo y yo le di dedo a esa mujer.

Cuando Daniel salió ni siquiera se despidió, yo comencé a arreglarme al igual que Sandra y Ricardo. Me di cuenta que estaba vuelta nada y que me tocaba ir al apartamento a cambiarme de ropa, porque la que tenía estaba sucia, llena de semen y estaba totalmente arrugada.

– Susana, que rico todo. No se preocupe que no la voy a reportar. Tráigame nuevamente esas cuentas y haga lo que yo le diga y todos contentos

– Si, me gustó todo lo que pasó hoy acá y mañana mismo le traigo las cuentas. Pero culeeme usted que quiero sentir su verga dentro de mi otra vez

– Venga mañana y vamos a otro sitio para podérsela meter mejor

Me arreglé lo mejor que pude, salí junto con Sandra de la oficina y fui al baño para tratar de arreglarme un poco. Luego me dirigí hacia mi apartamento para bañarme y cambiarme de ropa para luego salir nuevamente a mi oficina.

Llegué a mi apartamento y me llevé una tremenda sorpresa porque pensé que mi marido ya se había ido a trabajar, pero al contrario, supe que estaba allí porque lo escuché decir algo en nuestro cuarto. Lo oí decir “te amo, eres riquísima”. Obviamente esto no era para mí porque él no sabía que yo iba para el apartamento y mucho menos me había visto llegar. No sé qué estaba pasando y tampoco me imagine nada, pensé en que de pronto estaba viendo alguna película o hasta porno, pero nada más se me pasó por la cabeza. Pero todas esas dudas se aclararon cuando en la mesa que está en medio de la sala del apartamento vi un bolso de mujer. Era pequeño y de color azul y ese momento supe que él, mi marido, estaba con otra mujer en nuestro cuarto. Me dio rabia, quise entrar al cuarto y ser agresiva con aquella mujer y coger a golpes a mi marido, pero recordé que mi ropa estaba untada de semen y olía semen. También recordé todos los hombres que han estado en medio de mis piernas y que yo no tenía autoridad para hacerle algún tipo de reclamo.

Tomé aire y más bien me dirigí hacia donde estaba el bolso de aquella mujer, quería saber de quien se trataba, si era más bonita que yo, si la conocía. Tomé el bolso y lo abrí, comencé a observar las cosas que había dentro pero no presté mucha atención a esos objetos. Tome el monedero para ver si estaba algún tipo de documento y en efecto, ella tenía guardada su cédula de ciudadanía y de inmediato la cogí para revisar de quien se trataba.

La sorpresa fue inmensa al darme cuenta que la amante de mi marido era una muchacha de tan solo diecinueve años. Quedé impactada y quería ver con mis propios ojos lo que estaba ocurriendo en el cuarto, así que me dirigí y abrí la puerta de un solo golpe. La muchacha, que según vi en su cédula se llamaba Laura, estaba encima de mi marido, lo estaba cabalgando como desesperada. Al sentir que la puerta se abrió, se asustó e intento bajarse de la verga mi marido, pero él no la dejo. Él se sentó y la abrazó impidiéndole que parara de cabalgarlo.

– Tranquila, no pasa nada, tomaaaaa, tomaaaaaa

Mi marido se acostó de nuevo y subía su cintura para meterle con fuerza su verga. Laura estaba otra vez cabalgándolo locamente y ya no le importó que yo estuviera presente observando la escena. Mi marido le acariciaba las piernas y el culo, pasaba sus manos por la cintura de la joven y luego estas llegaban a las tetas de la muchacha, las cuales eran redondas y firmes, aunque no muy grandes, a decir verdad eran pequeñas. Las apretaba y le pellizcaba los pezones mientras volvía a subir con fuerza la cintura para meterle la verga con más fuerza mientras los gritos de Laura eran una mezcla entre placer y de dolor. Laura era una joven delgada pero por lo que veía tenía muy firmes todos sus músculos y su cuerpo, sus piernas eran delgadas y firmes y tenía muy buena cintura. El culo no era muy grande, pero a eso a mi marido no le importaba porque se lo apretaba con fuerza y le pegaba nalgadas. Laura lo cabalgaba como desesperada, como loca y se notaba que se estaba viniendo varias veces.

Me acerque a la cama y lo único que hice fue darle un beso en la boca a mi marido y él lo correspondió. Por un momento dejó de acariciarle el cuerpo a la joven y me tomo de la cara para darme un beso apasionado. Me alejé de la boca de mi marido y vi como Laura lo cabalgaba, ella estaba perdida de placer, su rostro se retorcía mientras gemía y gritaba, sudaba como trotando una maratón mientras subía y bajaba para introducirse la verga en la que estaba montada hasta el fondo. Me quedé a un lado de la cama y mi marido me observo durante unos segundos, luego tomo a Laura con fuerza, la volteó y la acostó boca arriba en la cama. Por un momento la verga de mi marido se le salió de la cuca de la joven y pude ver toda la mezcla de líquidos de ellos dos, como también vi que la cuca de Laura se notaba apretada. Mi marido sin pensarlo dos veces volvió y le introdujo su verga hasta el fondo. Ambos pegaron un grito fuerte, lleno de placer y comenzaron las brutales embestidas que parecían que iban a romper en dos a la muchacha. Laura agarró y apretó el culo de mi marido y parecía como si le hiciera fuerza para que se lo metiera más. Ella paró sus gemidos un momento y doblo su tronco un poco para observar cómo se movía el culo de mi marido mientras la clavaba, para luego volver a recostarse y gritar más duro.

– Ayyyyyy Ayyyyyyy AAAgggggrrrrrr Ay Ay Ay Ay Ayyyyyyyy

Mi marido tenía abrazada a Laura por debajo de los hombros, luego, apoyándose en la cama, tomo las piernas de Laura y las puso delante de sus brazos, Laura quedó súper abierta de piernas, y parecía que se fuera a quebrar en dos. Mi marido bajo un poco el ritmo, pero solo para poder subir un poco más su cintura y bajar con mucha fuerza para metérselo más al fondo y que Laura lo sintiera más fuerte. Con cada embestida que él le metía a la muchacha, ésta gritaba y se retorcía de placer. Pero mi marido no aguantó más y comenzó a moverse rápido y fuerte, sus clavadas mezclaban fuerza, velocidad y brutalidad, parecía como si fuera un pistón de motor movido por un cigüeñal, se movía como una bestia y clavaba a esta joven de tal manera, que la iba a travesar. Su cuquita iba a explotar de placer y esto se podía sentir por los gritos que emitía, por cómo se retorcía, por la cara de placer que ponía. La embestida final fue durísima, la cama se movía y sonaba, la verga de mi marido entraba y salía, se metía hasta el fondo de la cuca de la joven y estaba punto a sacar fuego.

Mi marido lleno de semen esa cuca y la joven también tuvo otro orgasmo. Él soltó las piernas de la joven y se quedó recostado sobre ella. Laura cerró los ojos y bajo sus piernas para colocarlas sobre la cama y descansar después de la explosión de placer que acababa de tener. Yo me retiré, entré al baño de la habitación, me desnudé y entré a la ducha. Comencé a bañarme y a pensar en lo que había visto, en lo que había vivido hasta ahora en un día que al parecer estaba lleno de sexo y sorpresas y eso que solo había pasado la mañana.

Lave bien mi cuerpo y mientras me lavaba mi cuca, pensé en el sexo que había tenido más temprano, también estaba pensado en la infidelidad de mi marido, que por el contrario de hacerme enojar, me estaba excitando. Sabía que yo no podía reclamarle nada, así que lo único que me quedaba era aceptar todo, pero aparte de eso, estaba excitada.

Salí de la ducha, me sequé y coloqué una toalla alrededor de mi cuerpo. Salí a la habitación y vi a mi marido y a Laura recostados uno al lado del otro, descansando de la cogida que se habían pegado tan solo hacía un momento. Me dirigí a un cajón donde estaba mi ropa, saqué la que me iba a colocar para irme a trabajar y también saque un dildo que tengo para satisfacerme el cual es una réplica exacta de pene grueso, grande y venoso. Tome mi teléfono celular, mi ropa y mi dildo y volví a entrar al baño.

Estaba excitada pero al mismo tiempo no sabía en donde tenía mi cabeza ni mis emociones por todo lo que había sucedido en tan solo una mañana. Así que le escribí a mi amiga Diana desde el celular preguntándole si nos podíamos ver y tomarnos una cerveza.

– Hola, Diana. Podemos irnos a tomar una cerveza más tarde? Quisiera hablar con alguien

Luego de como un minuto me respondió

– Hola mi susy, claro, vamos a tomar cerveza, pero te tengo otro plan mucho mejor que quería que lo hiciéramos hace raro. La recojo por ahí a las 8pm donde me digas. Solo ponte un vestido que te haga ver como una autentica prostituta. Qué dice? Acepta?

– Listo, no se de que se trata, pero hágale. Recójame a las 8pm en la oficina

Así, de la misma manera que había pasado la mañana de este día, se formó una salida para esta noche y la verdad así me hubiera propuesto lo más loco y absurdo en el mundo, lo hubiera aceptado. Quería tener un rato sin estrés y estar relajada, olvidarme de todo lo que había pasado porque aunque disfruté mucho el sexo que tuve en la conciliación, fue producto del miedo a quedar sin trabajo y luego me encuentro con que mi marido se lo está clavando a una mujer más joven que yo. Eran algunas emociones fuertes y necesitaba ese espacio para relajarme.

Saber que iba a tener un momento de distracción por la noche, hizo que me calmara un poco y eso hizo que mi excitación aumentara, así que no perdí más tiempo. Cerré el inodoro con su tapa y encima coloqué el dildo. Me coloque de espaldas al inodoro con las piernas abiertas, y comencé como si fuera a sentarme. Pero en vez de sentarme me fui introduciendo el dildo despacio hasta que estuvo todo adentro. La verdad estaba muy mojada y no fue difícil hacer que mi juguete se introdujera hasta el fondo. Sentí placer y comencé a moverme de arriba hacia abajo, metiéndome y sacándome el dildo de manera suave. Duré unos minutos realizando estos movimientos hasta que la excitación estaba en su punto máximo y comencé a moverme de forma brusca. Me movía de arriba hacia abajo y cuando bajaba toda la fuerza que tenía la usaba para introducirme el dildo hasta el fondo hasta que mi cuca se lo comiera todo. Empecé a acariciarme todo el cuerpo, me acaricié las piernas, mi vientre y mi pecho, me apreté las tetas y me pellizqué los pezones. Volví a acariciarme las piernas y mis tetas se movían fuerte debido al movimiento que estaba realizando para meterme todo el dildo. Me agarré las tetas nuevamente y aumenté un poco la velocidad y fuerza de mis movimientos, quería tener un orgasmo ya, me quería venir ya. Seguía moviéndome de arriba hacia abajo y ahora también hacia adelante y hacia atrás. Cuando el dildo entraba y salía, los líquidos de mi cuca sonaban y chorreaban. Estaba a punto de venirme y no pude contener los gemidos de placer, no tuve fuerza para mantener agarradas mis tetas, todas mis fuerzas se fueron para hacer que el dildo me reventara la cuca. Me vine, tuve un orgasmo y apagué la excitación que tenía, fue delicioso.

Pensé que ni mi marido ni su joven amante se habían dado cuenta, pero no fue así. Al menos mi marido si se dio y cuenta y se acercó a la puerta del baño.

– Susy, estas bien? Te pasa algo? Déjame entrar por favor

No sabía cómo actuar, por un lado quería golpearlo, pero por otro quería abrazarlo, así que me dejé llevar más por el segundo sentimiento y lo dejé entrar.

– Susy, sé que entiendes todo lo que ha pasado, sé que entiendes todo lo que has visto, pero quiero decirte que eres mi mujer y así como tú siempre has estado a mi lado en múltiples ocasiones, yo siempre estaré ahí. No importa las mujeres que pasen por mí, pero tú serás la número uno.

Lo que me dijo me dejó congelada, pero al mismo tiempo me hizo muy feliz que me dijera esas cosas. Supe que él conocía sobre mis aventuras pero aun así, acá estaba en frente mío y eso me estremecía por la sencilla razón que era mi esposo y me fascinaba ese hombre.

Le di un beso y el me abrazó por la espalda mientras yo hice lo mismo. El beso se tornó apasionado y él ya me apretó el culo y yo noté como su verga se puro tiesa como roca. En ese instante me alzó y yo lo rodee con mis piernas, su rico pene se introdujo en mi cuca y yo emití un gemido de placer. Lo abracé y como podía me movía un poco para sentir esa verga que estaba dentro de mi trajinada cuca. Él me sacó del baño y fuimos hacia el cuarto, hizo que me bajara de su verga y me acomodó en el piso y yo recostada en la cama. Quedé de espaldas a él, con las piernas abiertas y con mi cuca lista nuevamente para que me penetrara bien rico.

No pasó ni un segundo cuando ya tenía otra vez esa verga dentro de mí dándome mucho placer y reventándome la cuca. Se estaba moviendo de una manera descomunal y me pegó varias nalgadas. Me tomo de mis hombros y se impulsaba con más fuerza para metérmelo duro y hasta el fondo. Creo que mis gritos de placer se escucharon en todo el edificio donde vivíamos, sentía un placer inmenso y él no bajaba el ritmo por nada. Usaba toda la fuerza de sus brazos para que con la ayuda de mis hombros, me lo metiera muy fuerte e hiciera que mi cuca reventara y sus líquidos explotaran por todo lado.

Estando recostada, siendo clavada de una forma descomunal, gritando de placer con cada embestida, noté que Laura estaba acostada en la cama, con las piernas abiertas y tenía mi dildo. Se lo estaba metiendo en su cuca y podía ver que también se lo comía hasta el fondo. No sentí cuando ella se paró y tomó el dildo del baño y volvió a la cama para metérselo.

Laura tenía sus piernas abiertas y las tenía levantadas mientras se introducía hasta el fondo el juguete de dar placer, hacía movimientos rápidos con su mano para lograr venirse. También nos miraba mientras se daba placer ella misma. Pero yo estaba recibiendo mi propio placer gracias a la verga de mi marido y a las embestidas que me estaba dando; ese placer me hacía estar en otra realidad.

Mi marido ahora me agarró de mi cabello con una mano e hizo que yo dejara de estar tan recostada en la cama. Luego tomo mi cabello con las dos manos y me jalaba duro mientras me lo seguía metiendo fuerte y mis nalgas sonaban tan fuerte como mis gritos.

– Agggggggg eres mi perraaaaaa, eres mi putaaaaaaa

– Aaayyyy ayyyy ayyyy papiiiiii ayyyyy duroooo, clávame duroooooo

Sus embestidas seguían siendo fuertes, seguían siendo bestiales y yo sentía que mi cuca no iba a aguantar tanto placer ni tantas metidas tan descomunales. De pronto se siente un grito de placer y era Laura que había tenido un orgasmo gracias al dildo. Cuando mi marido se dio cuenta, le dijo que se acercara donde él me estaba dando verga, ella sin pensarlo se paró de la cama y estuvo al lado de nosotros. Mi marido me sacó la verga un momento, se untó los dedos de saliva y los pasó por mi culo, luego su verga fue introduciéndose de a poco en todo mi culito hasta que estuvo al fondo.

– Laura, sóbale el clítoris a susy y luego métele ese juguete en sus cuca, méteselo y dale duro, muévele ese juguete duro.

Y mientras mi marido comenzaba con sus embestidas en mi culo, el cual ya me comenzaba a doler pero al mismo tiempo sentía ese placer único del sexo anal, Laura con una mano comenzó a sobarme el clítoris. Yo sentía un placer inmenso y me retorcía, no sabía qué hacer, estaba que me desmayaba. Mi marido me estaba reventando el culo y Laura me sobaba el clítoris rápido.

La joven tomó el dildo y lo introdujo en mi cuca, se fue hasta el fondo de una, algo que no fue difícil debido a lo mojada que tenía la cuca y a lo abierta que estaba después de todo lo que había entrado en tan poco tiempo. Laura comenzó con el mete y saca muy duro y mi marido también me estaba dando por el culo de una forma animal, eran bestiales sus embestidas. Volvió a tomar mi pelo con las dos manos y se impulsaba para meterme su verga más duro, cada vez más duro. Yo gritaba del placer, ya casi no veía, producto del placer que estaba teniendo, no me sentía en este mundo.

De alguna manera saque fuerzas y me pude voltear, hice que mi marido me sacara su verga de mi culo y que Laura sacara el dildo de mi cuca. Quería cabalgarlo de la misma manera que la joven lo estaba haciendo cuando entré al cuarto. Empujé a mi marido hacía el piso y de inmediato me senté en su verga, no solo quería sentir placer, sino quería exprimirle todo lo que tuviera adentro. Comencé a cabalgarlo como loca desde el comienzo. Bajaba un poco el ritmo pero solo para subir y bajar con más fuerza, cosa que hacía que todo mi cuerpo vibrara.

Aumenté mi velocidad y me agaché un poco, le tomé su cabeza con mis manos mientras mi cabalgada iba en aumento y me movía como si tuviera un motor. Mi marido no aguantó y soltó toda su leche dentro de mi cuca, yo continué con mi cabalgada un momento más y también me vine. Le di un beso en la boca, me saque su verga y me paré, observé a Laura y la acaricié. Fui hacia el baño con la cuca chorreando semen y adolorida, al igual me culo. Fui y me bañe de nuevo.

Me coloqué la ropa con la que me iba a ir a la oficina, salí del baño y vi que mi esposo y Laura estaban acostados en la cama. Fui al closet y saque un vestido tal cual como me había dicho mi amiga Diana que llevara; este vestido me lo coloco en la oficina, antes que mi amiga me recoja. Era un vestido de pura prostituta y es que no importa lo que había pasado con mi marido, del sexo tan delicioso que tuve con él y de sus palabras, pero quería igual ir a tomarme esas cervezas y hacer locuras, igual me quería despejar.

Me acerqué a la cama y le di un beso gigante a mi marido, también le dije que luego hablábamos y que este era nuestro lugar. Le dije que iba a demorar un poco esta noche y que él si quería se demorara. Salí del apartamento y me fui a la oficina y también me fui hacia lo que quería que fuera una locura cuando me estuviera tomando las cervezas con mi amiga.

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