Una noche de discoteca, pasándome de copas para hacer lo que nunca me animo
Tengo más de 20 años de casada y 45 años de edad, mi marido a sus 47 años se mantiene bien, somos una pareja normal, bueno «normal» a la vista de los demás, porque cuando se trata de sexo nos transformamos y hacemos toda clase de locuras, sin embargo todo quedaba ahí, entre nosotros.
Nos gusta salir a bailar, tomarnos unas copas, y porque no, la verdad a mí me gusta pasarme de copas, esto porque pierdo todos esos complejos que me cohíben, aunque nunca me ha tenido que cargar del todo por el alcohol, en un par de ocasiones he debido sostenerme de él, puesto que el mareo tiende a no dejarme caminar correctamente.
Si salimos a nuestra disco preferida, el me pide que me vista sexy, bueno, para mi sexy es algo llamativo, para él es algo que muestre bastante de mi y de mis atributos, soy bajita, rellenita, cabello lacio, piel blanca, pechos grandes y con un buen trasero, siempre he tenido buenas nalgas, y me las han alabado mucho, tanto hombres como mujeres. A él le encanta que use vestidos escotados de telas delgaditas y ciertamente algo transparentes, por obvias razones uso tanga de hilo dental, y un brassier de encaje para que según el, se note si se me paran los pezones, y por supuesto mis sandalias de tacón aguja, para que me moldeen aun mas mis piernas y mis nalgas.
Con solo vestirme así puedo ver el bulto en el pantalón de mi esposo, que al verme inmediatamente sufre una erección, el por su parte no es muy alto, pero es un hombre que se cuida y se mantiene atractivo, su miembro es de tamaño normal, pero cuando está muy excitado ese palo se alarga y engrosa más de lo normal.
Una noche que decidimos salir a la disco, primero fuimos a un bar por unos tragos, como dice mi esposo, para calentar y llegar sin tapujos al baile, tomando los tragos uno frente al otro mi marido no dejaba de mirar mis pechos, como si nunca los hubiera visto, tenía esa mirada de lujuria y perversión, lo cual me estaba excitando bastante, podía sentir mi vagina apretada y humedeciéndose, mientras el alcohol iba haciendo efecto, yo pensaba como lograr que mi esposo me follara en ese mismo instante, de pronto se levanto para ir al baño, sentada ahí sola decidí meter mi mano en medio de las piernas y rozar disimuladamente mi vagina, así lo hice, no sin antes cerciorarme que nadie pudiera notarlo, al tocarme sentí la humedad, con el hilo que estaba usando mis labios vaginales quedaban descubiertos, lo cual fue una dicha porque podía acariciarlos, disfrutando de esas caricias, con el antebrazo rozaba uno de mis pezones, el más sensible por suerte, pero de pronto para mi sorpresa, un hombre que estaba varias mesas al frente disfrutaba del espectáculo por lo que saque mi mano rápidamente y tome mi cerveza volviendo la mirada hacia otro lado, la verdad sentí mucha vergüenza, aunque estaba caliente no estaba ebria como para que no me importara, rápidamente volví a ver al hombre el cual me miraba fijamente con una sonrisa maliciosa, en ese instante llego mi marido y continuamos nuestra conversación, sin embargo me intrigaba el hombre ahí sentado, como tenia a mi marido enfrente bajé nuevamente mi mano y volví a acariciarme los labios y ahora la humedad ya era mucho mayor, la excitación había aumentado. Mi marido supo lo que estaba haciendo y me decía cosas para que me excitara mas, al volver a ver a aquel hombre, pude ver como bajo la mesa tenía su pene fuera del pantalón y como se masturbaba al igual que yo, sin dejar de mirarme, por lo que decidí decirle a mi marido que me trajera el suéter que estaba en el coche, en ese momento abrí mas mis piernas mostrándole al hombre uno de los mejores espectáculos de su vida, me recosté un poco más en la silla, por lo que ya podía introducir mis dedos en la vagina, aquel hombre agitaba su mano con mayor rapidez, esto me volvía loca, y no pude resistirlo, tuve un orgasmo silencioso quieto, al menos eso creo yo, y al abrir los ojos el hombre eyaculaba, podía ver como se movía al ritmo de los chorros que salían de su buen pene, en ese momento creo que el alcohol ya hacia efecto, porque tenía unas ganas locas de chupar esa polla, recoger cada gota de semen de un extraño que se masturbó por mí.
Al llegar mi marido decidí contarle lo sucedido, y que el decidiera si era verdad o mentira, al comentarle esto, pude notar su respiración agitada y entre cortada, su nivel de excitación sin duda crecía, como su polla, pero al volver la mirada, el hombre ya se había ido, por lo que no pude demostrarle que fue real, decidimos ir a la disco, aunque para ser sincera ya me sentía bastante mareada por los tragos, mi vagina era un barreal, al levantarme de la silla y caminar hacia el coche, podía sentir como mis fluidos bajaban por mi piernas, y no sé porque eso me calentó tanto, no mas con subirnos al coche, extendí la mano para tocar la polla de mi marido, no dudó en sacarla de su pantalón, para nuestra ventaja el coche tiene los vidrios tintados de negro, por lo que era difícil que alguien pudiera ver que yo estaba tocando su ya enorme palo, comencé a masturbarlo con una mano y con la otra me masturbaba yo, el estaba muy excitado y eso me puso aun más loca, me acosté en sus piernas y comencé a chuparlo, vaya que estaba excitado, en muy pocos segundos tiró chorros de semen que sin duda se repartieron por todo el auto.
Yo estaba muy excitada por lo que hay en el asiento seguí masturbándome y llegando a otro orgasmo delicioso, en esta ocasión no tuve que reprimir nada, me moví, grité y disfruté. Al cabo de unos minutos llegamos a la disco, tomamos una mesa en una esquina, la esquina estaba a poca luz, con varias parejas en mesas cercanas, que se besaban apasionadamente, no sé porqué pero verlos así, me excitó demasiado, al sentarnos, tomé a mi marido y comencé a besarlo de la misma forma, como hacían los demás, tomaba sus manos y las bajaba a mis nalgas, quería que me tocara ahí, no me importaba nada, pero él las recogía rápidamente, en un momento tomé su mano y la pasé por mis tetas, mis pezones estaban duros, deseando ser acariciados, deseando sentir una lengua que los recorriera y uno que otro mordisco, a lo cual me di cuenta que el alcohol me estaba convirtiendo en una puta, sin vergüenza de nada, entonces decidí que era hora de consumir unos tequilas, el problema con el tequila es que me afecta la memoria y para ser sincera muchas veces no recuerdo nada, pero no se lo digo a mi marido para que no se aproveche de mi.
Nos levantamos a bailar, yo estaba ya bastante ebria por lo cual el reguetón era la forma más fácil de disimular, por los movimientos que no necesitan ser muy coordinados, al bailar sentí como esa música hacia vibrar mi vagina, y debido a esto decidí perrearle a mi esposo, podía sentir su polla dura restregarse en medio de mis nalgas, yo tomaba sus manos y las apretaba contra mis tetas, el besaba mi cuello, y bajaba sus manos acariciando gran parte de mi cuerpo, la pista de baile se llenaba cada vez más, por lo que si querer nos rozábamos con otras personas, en algún momento sentí como otras manos me tocaban las nalgas, y también sentí como alguien apretó una de mis tetas, haciendo sacar un suspiro de placer, me escudaba en que había mucha gente y que el alcohol me transformaba.
Estaba tan excitada ahí en medio de la pista, con el roce de los hombres a veces sentía sus penes duros, o el roce de los pechos de una mujer en mis espalda o en mis brazos, ya para ese momento me excitaban tanto hombres como mujeres, aunque para ser sincera nunca he sido seguidora del lesbianismo.
Seguí tomando tequila y al sentarme mi marido me besó como loco, su lengua entraba y salía de mi boca, sus manos tocaban mis tetas y bajaban hasta acariciar mi vagina, ya no me importaba nada, era una puta completa, que se dejaba manosear en público sin ningún pudor, yo por mi parte acariciaba su polla sobre el pantalón, si pude notar que el mismo llenaba mi copa de tequila cada vez que estaba algo vacía, sin duda, quería que tomara mas, volvimos a bailar, la verdad para seguir con nuestro acto sexual con ropa, pronto yo me restregaba en cualquier hombre que estuviera cerca y el me miraba complacido, estos hombres me manoseaban suciamente, sin compasión, levantaban mi vestido, tocaban mi vagina, me daban nalgadas, uno metió su mano en mi escote dentro de mi brasier agarrando mi pezón, y todo esto a la vista de mi marido, luego uno me tomó por detrás, levanto mi vestido y sentí su palo, era grande más que cualquiera que hubiera visto o imaginado, me restregaba de lado a lado, e intentaba meterlo de alguna forma, en ese momento otro abrió mi vestido y destapó mis tetas, por lo que otro comenzó a chupar uno de mis pezones, yo estaba tan excitada, deseaba ser penetrada por ese enorme palo que tenía atrás, deseaba una doble penetración y ser bañada en leche de esos hombres desconocidos que abusaban de mi, con el consentimiento de mi marido, de pronto sin darme cuenta, me inclinaron sobre una mesa y sentí como ese hombre con su enorme pene me atravesaba la vagina, sentí algo de dolor pero el placer era mayor, otro acercó su polla a mi boca y yo solo acaté a chuparlo, miraba hacia los lados y solo veía penes masturbándose, alguna que otra mujer tocando sus tetas y acariciando su vagina, otras mamaban pollas de dos en dos, esto se convirtió en una orgia espectáculo, mientras este hombre metía y sacaba su polla de mi vagina, tuve un orgasmo maravilloso, luego sentí como se salió y tiró sus chorros sobre mis nalgas, me tiraron al piso, me hicieron sentar sobre otra polla, mientras sentía como era poseída por mi culo, una doble penetración que al principio me dolió un poco pero luego era un éxtasis de placer, mientras varios parados frente a mi hacían fila para que los chupara, uno a uno se corrían en mi cara, en mi boca, en mis pechos, pude sentir como alguno o algunos lo hacían en mi pelo, estaba cubierta de semen y no podía parar de correrme, fue orgasmo tras orgasmo, no sé cuántos tuve pero fueron muchos, de lo que si estoy segura es que por el culo me cogieron varios, y eyacularon dentro de mí.
Lo siguiente que recuerdo es despertar en mi cama con mi marido al lado, y con un fuerte dolor de culo, no sé si esto había pasado ya antes, o solo lo soñé y fui cogida como una puta por mi marido, porque como les comenté el tequila crea lagunas mentales.