Una noche fría y sexo sin penetración en medio de la calle
Otra historia con él, sexo sin coito en plena calle.
Para poner un poco en antecedentes, el día anterior tuvimos una conversación por mensajes sobre nuestra extraña relación «de amistad». Él me contó que lo que le ocurría conmigo no le había pasado con nadie más, nunca, q nuestro tipo de relación era algo único, pero al contrario de lo que esto pueda parecer y lejos de ser un gesto romántico, se refería precisamente a la atracción sexual tan potente y ansiosa que existía entre nosotros, que nos había llevado a perder la cabeza en varias ocasiones durante los últimos años, en los que ambos teníamos ya pareja estable. Hablamos durante rato de ello, dejándonos claro que nuestra atracción sexual debía limitarse a fantasías por mensajes y en nuestros encuentros reales simplemente conversaríamos sobre temas mundanos mientras tomábamos café.
Como decía, eso fue justo el día anterior a los hechos que narro a continuación…
Era de noche y él estaba en la cena de empresa de Navidad, yo me fui a cenar con un amigo y se me acabó alargando más de lo esperado. A eso de la una y pico de la madrugada llego a casa y me pongo a trabajar en encargos pendientes que debería haber terminado antes de irme de por ahí, nos cruzamos un par de mensajes, pero él está en su cena y como es normal, no está muy por la labor. Entonces, yo a lo mío, sigo trabajando o eso intento porque de repente me medio duermo en el ordenador y es la vibración de mi móvil la que me devuelve a la realidad. Ya son las 3 y pico y me cuenta en el mensaje q está volviendo andando a casa y que justo está pasando cerca de la mía, medio en broma, medio tanteando el terreno, le digo:
– Porque voy en pijama, sino bajaría a verte –
– Da igual el pijama – me responde.
Dudo durante un segundo pero enseguida me estoy cambiando los pantalones del pijama por unos vaqueros y poniéndome un abrigo sobre la parte de arriba. Bajo a la calle, estoy medio sopa, hace mucho frío y sólo la idea de verle me empieza a poner cachonda o nerviosa, probablemente ambas a la vez. Me acerco a donde está, nos encontramos y nos saludamos con normalidad, le encuentro muy guapo y se le nota un poco en la forma de hablar que ha bebido, aparte del ligero olor a destilería que desprende. Me cuenta cosas de su cena y me pregunta por la historia en la que estaba trabajando, no sé de qué más vamos hablando mientras andamos recorriendo bastantes calles. Estamos a punto de dar por segunda vez la vuelta a la misma manzana y paramos, me pregunta por la conversación del día anterior, le contesto que todo muy bien y me acerco para ponerle bien la bufanda, noto su aliento y su respiración. Se me acelera el pulso y todo el cuerpo, tengo ganas de lanzarme sobre él pero me resisto. Me alejo y resoplo:
– Qué te pasa? –
– Ya sabes lo que me pasa –
Ahora sí, no sé si es él o soy yo, o un poco los dos. Nos besamos, su lengua está por toda mi boca, me encanta aunque me doy cuenta que apenas se tocan nuestros labios. No recuerdo si esto es siempre así…
Estoy ya supercaliente, y de golpe, mete una mano dentro de mi pantalón y agarra una nalga con muchas ganas y muchísima fuerza. Noto como me voy mojando cada vez más y entonces la mano que tiene en mi nalga, empieza a indagar por mi culo y entra en él con decisión. Gimo. Odio estar en la calle ahora, no por vergüenza, porque no hay ni un alma, ni por frío, porque es que aquí ya hace muchísimo calor, pero me gustaría recrearme más en todos los sentidos.
Seguimos comiéndonos la boca y sobándonos, sigue su dedo en mi culo y ahora entra la otra mano en mi pantalón, ésta por delante y se mete en mi coño.
– Estás empapada –
Musito una especie de «sí» porque es que ya estoy como en un estado similar a la afasia, casi no me salen ni las palabras pero efectivamente me noto muy, muy húmeda. Me dejo hacer e intento buscar su polla. Sigue haciéndome dedos por delante y por detrás, nos morreamos, hay mucha sed y mucha hambre y de todo. Le cojo la polla por encima del pantalón, se la magreo como si le hiciera una paja a través de su ropa, esto es una puta locura y quiero más. Entonces, mientras yo sigo tocándole, saca las manos de mi pantalón y las introduce bajo mi pijama para tocarme las tetas, agarra un pezón y lo pellizca con muchísima fuerza. Me hace daño a la par que me pone burrísima.
Le digo que paremos y lo hagamos bien en otro momento.
– No podemos – esto me lo está diciendo mientras vuelve a penetrarme el coño y el culo a la vez con sus dedos.
Le beso: – Sí podemos – y me responde con un gesto muy familiar, empujándome la cabeza hacía abajo…
– No, en serio – insisto
– Va, dale un beso – Vuelve a guiarme hacia su miembro.
Me agacho, cojo su polla y la meto en mi boca, sujetándola la lamo de arriba a abajo y la succiono un poco, sé perfectamente cómo le gusta. Lo hago varias veces y la saco.
Le digo q me voy a ir y hace el amago de darme dos besos:
– Ni de coña – me indigno.
Nos comemos la boca, sus manos vuelven a meterse en mi pantalón, en mis orificios y hago un intento de irme pero no me deja, en realidad tampoco es lo que quiero pero no me apetece quedarme a medias otra vez.
Estoy supercachonda y sólo quiero q me folle por todos lados y parece q me ha leído el pensamiento porque justo me suelta:
– Si tuviera un condón te follaba bien aquí mismo. –
Me separo, empiezo a andar, cuando ya llevo unos metros, me dice que espere y viene detrás, se ha sacado la polla por fuera del pantalón. Estoy flipando.
– No me hagas esto – digo mientras se la agarro y empezamos a magrearnos muy cerdamente el uno al otro. Le insisto en q ya toca un encuentro en mejores condiciones y planificándolo.
– No sé –
– Te echo de menos – no sé porqué digo esto, no sé bien a qué me refiero porque con él es todo muy difuso y borroso, pero lo digo en serio. Me sonríe, tampoco sé que significa eso…
Vuelvo a tocarle la polla, subiendo y bajándola sobre su pellejo y vuelven nuestras lenguas a lamerse entre sí. De nuevo, me penetra con una mano el culo y con la otra el coño, se separa de mí para meterme la mano en la boca y se la chupo tal y como le chuparía la polla. Es todo muy, muy cerdo y estamos ambos a tope y con muchas ganas del otro.
Empieza a haber gente por la calle y él sigue con la polla fuera del pantalón, me encantaría reventarnos a follar y me empiezo a sentir embotada mezcla de la excitación y del cansancio. Seguramente si llevase vestido hubiese accedido a q me follara en medio de la calle pero la situación es la q es y antes de que pase la guardia urbana,e mejor que lo dejemos para otro lugar. Me pide… No… me ordena que en casa me masturbe pensando en él y en lo que me ha hecho…
– Claro –
y con un calentón de la hostia me voy, aún no he llegado a casa y ya me estoy arrepintiendo de no haber hecho más. Me acuesto y estoy tan excitada q no parece q me vaya a dormir nunca, intento reproducir sus tocamientos y me masturbo hasta correrme bien… Y colorín, colorado…