Una noche que jamás me hubiera imaginado con mi compañero de cuarto

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Pocas veces la empresa nos hacía coincidir a dos en el mismo lugar, pero cuando eso ocurría teníamos que estar en el mismo hotel y habitación para reducir gastos. A mí me había ocurrido en alguna ocasión, pero casi siempre había dos camas en la misma; pocas veces ocurría que tuviésemos que dormir en una sola los dos, que es lo que sucedió en este caso.

Yo conocía poca a mi compañero, alguna vez de paso y un mero saludo de cortesía, pero parecía un buen tipo, mas o menos de mi edad, y siempre bien arreglado y cuidadoso. Nos fuimos cada uno por su lado y le propuse vernos para la cena, a lo que accedió sin dudar.

Después de un ratito de charla en la cafetería, una bebida para hacer tiempo antes de dormir, subimos a la habitación. El entró primero en el baño, se duchó y salió envuelto en la toalla y me indicó que era mi turno. No me entretuve mucho, y regresé al dormitorio envuelto en la toalla de baño, como él, que ya estaba acostado jugando con el mando de la tele, medio cuerpo fuera en el que no se veía pijama, y sin mirar mientras yo me sacudía un poco el pelo con la toalla y apenas tapado por ella.

Es mi costumbre dormir desnudo, a no ser que sea consciente de que pueda molestar a mi vecino de cama, pero como pensé que no era el caso, por lo que se veía, acabé de colocar mi ropa para el día siguiente sin ponerme nada encima y me metí dentro de la cama, a distancia prudente de él.

No era mi intención provocar nada, tal vez un poco de exhibicionismo sí, pero además estaba en la idea de que no miraba mas que la tele y que él estaba igual que yo: desnudo dentro de la cama.

Entonces se levantó para coger su teléfono y vi que se había dejado puesto el calzoncillo, o sea, que era algo mas discreto que yo, y que ya no tenía solución, porque si me levantaba para ponerme algo, haría el ridículo.

Apagamos las luces y no me preocupé mas, le di la espalda y me quedé dormido en poco tiempo, oyendo su respiración fuerte al otro lado.

Algo que me oprimía me despertó a media noche. Notaba demasiado calor, y como un peso extraño, algo que estaba soñando pero que me parecía mas real en el estado de medio lucidez que iba recuperando.

Poco a poco fui despertando, con las ideas aun no muy claras, pero siendo consciente de que alguien estaba junto a mí, pegado totalmente, dos cuerpos sudorosos por la cercanía y algo duro, tras un trozo de tela, sobre mis nalgas. No me atreví a moverme, a pesar de que estaba empapado de sudor, pero me daba apuro de que se diera cuenta de la situación. Notaba una mano sobre mi pecho, abrazándome y sus muslos pegados a los míos, su respiración en mi nuca y su tranquilidad y quietud en esta postura.

Empecé a estar incomodo en esta postura, y traté de separarme un poco, empujando su cuerpo hacia el otro lado, pero apenas tenía sitio para maniobrar y lo único que pude fue ponerme boca arriba, pero sin despegármelo del todo. Su brazo seguía sobre mi pecho y su rostro en mi hombro, una pierna ascendió por mi muslo y se colocó sobre mi polla, que con vida propia se endureció lentamente con el contacto.

Estuvimos así un buen rato, yo estaba ya mas cómodo, incluso a gusto en esta postura, mi polla dura y grande al sentir el muslo suave apretándola y el peso de su cuerpo mas repartido con el colchón no se hacía tan molesto.

Me volví a dormir, soñando cosas más placenteras que antes y él apenas se movió de su postura y abrazo, solo su mano de vez en cuando se movía del pecho al vientre y su pierna descendió para dejar libre mi polla y descansar sobre la cama de nuevo.

Desperté con la agradable sensación de su cuerpo pegado al mío y una mano metida entre mi culo, suave su respiración, y cálido el contacto. El sonido de su teléfono despertador se oyó y noté como se apretaba más a mí antes de ser consciente del todo. Se separó un poco sin dejar de tener su mano en mi culo, un par de caricias y se levantó.

– ¿Te he molestado mucho? Estoy acostumbrado a dormir junto a un cuerpo calentito y a veces no me doy cuenta de con quién estoy…