Una pastilla para dormir, despertándome llena de semen
Recibí a mi Amo de rodillas, mirando al suelo, en la puerta. Estaba desnuda, en tacones; había estado preparando la cena. Le besé los zapatos en cuanto entró a Su casa, y me tiró la chaqueta encima, ignorándome. Cuando entró al baño, la colgué y terminé de preparar la cena. Cuando salió del baño para sentarse en el sofá, y relajarse después del trabajo, fui silenciosamente y me puse de rodillas a su lado. Le desaté los zapatos, y Se los quité con cuidado. Los cogí con la mano y los guardé en el armario, con el mayor silencio posible.
Cuando se sentó a la mesa, le serví la cena. Le pregunté si le gustaría algo de beber:
-Una copa de vino.
+Sí Señor, ¿Tinto o blanco?
-Blanco.
Me agobiaba un poco cuando me pedía este tipo de vino, me parecía más difícil de servir. Cogí una cubeta de hielo, y la coloqué a Su derecha. Me dirigí hacia el botellero, cogí una botella de Gewüsztraminer de Viña del Vero y la llevé hasta la mesa, se la mostré. Cuando asintió, le coloqué una servilleta de lino alrededor del cuello. Ahora venía la parte más difícil.
Le quité la capa superior y la retiré. Inserté el sacacorchos en el centro y giré hasta que entró por completo. Bajé el mango y apliqué presión con el pulgar y cuidadosamente removí el corcho. Saqué el corcho del sacacorchos y se lo presenté a mi Amo. Sonrió satisfactoriamente al ver lo bien que lo había hecho.
Limpié el borde interno de la botella, y, con la etiqueta hacia Él, le serví un poco para que lo probara. Tras aprobarlo, le serví la copa.
Dejé la botella en la cubeta de hielo y me dirigí hacia la cocina para traerle la cena. Cogí el plato y cuidadosamente se lo coloqué. Salmón a la plancha sobre una cama de lentejas y judías verdes. Tras preguntarle si necesitaba algo más, y me ignorara, me coloqué de rodillas en el suelo esperando órdenes.
Apartó la cubeta un poco, y me llamó. Me puse de rodillas a su lado, mirándole. Me ordenó abrir la boca; tomó un sorbo de vino y me lo escupió directamente de su boca. Lo saboreé, tragué y le di las gracias.
Cuando terminó, le retiré el plato y los cubiertos; pero le dejé la copa. Le pregunté si deseaba postre pero declinó mi oferta. Cuando estaba fregando los platos, se acercó por detrás y comenzó a manosearme. Yo, obviamente, no me resistí, simplemente seguí con mis tareas. Me empezó a besar el cuello y cuando vio que había terminado, me invitó a sentarme con Él en el sofá.
Su tono de voz cambió, y puso el paternal, el que tanto me gustaba y me hacía sentirme pequeña. “Chiquitina… sé que llevas unas noches durmiendo algo mal. ¿Por qué no vas a por dos copas de vino?”. Me levanté, las serví y las llevé hasta el sofá, donde pedí permiso para volver a sentarme. Cuando ambos teníamos la copa en la mano, mi Dueño rebuscó en su bolsillo del pantalón y sacó una pastilla. “Mira, esta pastilla va a hacer que estés muuuuy relajadita, para que puedas dormir bien hoy. Venga, abre la boca. Y te la tragas con el vino, de un trago fuerte, ¿Vale?” “Sí, Señor.” Abrí la boca y me la posó sobre la lengua. Tragué un buen trago de vino, sintiéndolo bajar.
Pasada una media hora empecé a marearme un poquito, y a reírme por todo. Me sentía relajada pero incapaz, supuse que estaba borracha. Mi Amo empezó a toquetearme, a decirme cosas al oído. Yo estaba mal, estaba muy mareada, aunque no habría puesto resistencia si estuviera sobria. “¿Qué pasa, pequeña? ¿Estás bien?” y me di cuenta de que no podía hablar. Era incapaz, estaba débil, frágil, indefensa.
Mi Amo me cogió en brazos, sin mucha dificultad, y me llevó hasta la cama. Sabía lo que iba a pasar y no podría haberme defendido si quisiera. Además, estaba desnuda, solo llevaba los tacones. Me colocó sobre la cama, boca arriba, con la cabeza saliendo, y comenzó a follarme la boca. Es de lo poco que recuerdo, y hasta ese momento lo tengo difuso.
Me ahogaba, no podía respirar, se estaba masturbando con mi garganta. Recuerdo las arcadas, y los ríos de saliva que salían por mi boca, pero no recuerdo si vomité. Me pegaba en las tetas mientras se follaba mi tráquea, mientras luchaba por respirar, pero mi cuerpo no respondía. Cuando no me ahogaba con su miembro, me daba de hostias en la cara. Yo lloraba, pero no podía pedirle que parara. No podía hacerlo.
Me puso a cuatro patas, “estás muy mojada para alguien que está a punto de ser violada, puta” y comenzó a follarme el coño. Fue ahí cuando “perdí” el conocimiento, o el último recuerdo que tengo.
(Mi Amo) Por fin las drogas habían hecho efecto y estaba indefensa. Tenía el coño relajado, aunque estrecho como siempre, y era agradable poder follármela sin que gritara. Cuando vi que mi polla estaba lo suficientemente lubricada para no hacerme daño al romperle el culo, la levanté un poco. Le abrí las nalgas y ahí estaba su pequeño ano, que, como todos los agujeros de su cuerpo, me pertenecía.
Me lo había follado un par de veces pero, igual que su coño, siempre estaba igual de apretado. Metí la polla sin apenas problemas, si la puta estuviera consciente habría gritado, llorado y habría sido todo más complicado. Me follé su culo. Lo reventé. Me encantaba. Me corrí dentro, y dejé el chorro de semen gotear. Le metí la polla en la boca para limpiármela, y me la follé un poquito más. Cuando estuvo bien limpia, cogí un plug anal y le taponé el culo, aún con semen chorreando. “Menudo desastre estás liando, cerda”. Me follé su coño otra vez, que estaba aún más apretado con el plug en el culo. Cuando me iba a correr, la saqué y la puse boca arriba. Era una muñeca de trapo, y drogada aún más. Me corrí en su cara, en su pelo, en sus tetas y en su tripa, todo mi semen por su cuerpo. Me limpié la polla con su pelo. Me quedé mirándola.
Le acaricié la cara con la polla… ¡estaba tan guapa dormidita! Cogí el móvil y le hice un par de fotos. Me tumbé en la cama a hablar con alguna zorra, y le pegué una patada para sacarla de la cama. Al rato tenía muchas ganas de mear. Y la vi ahí, en el suelo, con cara de orinal. El baño lo veía tan lejos… comencé a mearle encima. Al terminar, me volví a secar la polla con su pelo, le saqué el plug del culo y me fui a dormir. No me molesté en poner el despertador, porque a esta perra le encanta tanto dormir que seguro que hasta la tarde siguiente no se despertaba…
Me desperté sobre las 10, y al levantarme de la cama vi que se seguía ahí, tal y como la había tirado de la cama, llena de mi pis. Como un estropajo. Supuse que tardaría en despertarse así que me puse cómodo.
(Sumisa) Abrí los ojos y vi todo el cuarto iluminado por la luz del sol, no sabía qué hora era pero seguramente era tarde, imagino que mediodía. Me incliné, estaba en el suelo. Me dolía la cabeza y el cuerpo. Llamé a mi Amo. “DAAAAAAAAAADDY” y vino bastante relajado, a diferencia de otras veces que le he llamado de esa forma. “Buenos días pequeña. ¿Tienes resaca?” “Me duele mucho la cabeza, Daddy. Y el cuerpo.” “Venga pequeña, arriba. Dúchate y se te pasará.” Me levanté con mucha dificultad, me dolía muchísimo el cuerpo. Al ir al baño sentí el suelo muy pegajoso pero apenas le di importancia. Hice pipí y noté que me dolía mucho el coño, y el culo. Cuando me miré en el espejo no podía creer lo que veía. Tenía todo el maquillaje hecho un desastre. El pintalabios por toda la cara, las mejillas cubiertas de rímel, los ojos hechos un desastre. El pelo hecho otro desastre, cuando me lo toqué estaba… ¿pegajoso? Me fijé bien y vi que lo que tenía era semen seco. Tenía también de la cara hasta la tripa. Joder, ¿qué coño pasó anoche?
Me metí en la ducha, pero antes de encenderla me olí el brazo. ¿Por qué olía a pis de mi Amo? Joder, no entendía nada. Me di una ducha, me lavé 3 veces hasta sentirme limpia. Me despejé un poco y me enrollé la toalla. Al salir volví a sentir el suelo donde había dormido pegajoso, y me fijé bien en qué era. Pipí. Seguía sin entender nada. Salí del cuarto y miré el reloj de la cocina. Era pasada la hora de comer, por lo que me acerqué a mi Amo y me disculpé por haber dormido toda la mañana, seguramente se tuvo que hacer la comida Él. Le pedí permiso para sentarme a su lado en el sofá.
-Señor… ¿Le puedo preguntar algo?
+Claro, pequeña.
-¿Por qué me duele tanto la cabeza? ¿Qué pasó anoche?
+Bueno, estuvimos bebiendo, imagino que recuerdas eso. –Asentí- Bien. Me pediste beber más y sabes que no me puedo resistir a esa carita.
Dijo eso mientras me agarraba la mejilla, lo que me hizo reír como una niña pequeña.
+Quizá no debería haberte dejado beber tanto, eres mi responsabilidad y asumo la culpa.
-Señor… ¿Tuvimos sexo? Me he despertado llena de semen y de… pipí.
+Sí, pequeña. Tuvimos sexo un ratito, hasta que te dormiste mientras te follaba y te metí en la cama, te estuve abrazando hasta que yo también me dormí.
-¿No he dormido en el suelo?
+Seguramente te caíste. Sabes que te sueles caer mucho de la cama, por eso no duermes en una, y siempre duermes en tu camita de perrita. A ras del suelo.
Sí, eso era verdad. No me pasaba nunca en casa, pero siempre que duermo con mi Amo me despierto en el suelo. Por eso empecé a dormir en una camita de perro, Daddy dijo que era por mi bien para que no me cayera más.
-¿Por qué había pipí en el suelo?
+Bueno chiquitina, ni que fuera la primera vez que te haces pipí encima. Sabes que eres pequeña, que hay cosas de ti que no sabes controlar. Además, no es nada malo hacerse pipí encima. ¡Pero no me pidas que te ponga pañales! Jajajaja
-jajajaja no no Daddy…
+Venga, deja de preguntar. Simplemente bebimos mucho y es normal que no te acuerdes. Sabes que Daddy te cuida siempre.
Me acarició la cabeza. Es verdad. Daddy nunca me miente, y me protege siempre. Cometo muchos errores y soy pequeña pero está ahí para cuidarme y protegerme. Tengo mucha suerte de tenerle.