Una reunión entre amigos y un juego que desencadena algo totalmente inesperado

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Antes de empezar mi relato os voy a hacer una breve presentación mía y comentaros que tanto los nombres de los personajes como del local son ficticios, en cuanto a los hechos que ocurren en él, cada uno que piense lo que quiera, eso sí está ambientada en la ciudad de Barcelona. Mi nombre es Judith tengo 35 años, morena, ojos color miel, mido 1.70m, figura delgada pero con curvas. El miércoles pasado, exactamente hace una semana yo venía de mi trabajo agotada mentalmente, y me dirigía a coger el metro a eso de las 22 h, después de salir del gimnasio al lado del trabajo. Mi profesor de spinning, me había dado literalmente una paliza. Me había duchado e iba arreglada para salir con mi amiga, Leire. Llevaba mi cartera de trabajo y la del gimnasio, muy cargada, estaba claro que Ramón, el camarero del bar al que acudía todos los miércoles desde hacía unos meses iba a tener que guardármelo detrás de la barra. Íbamos a ese bar porque Leire andaba detrás de Ramón y este aun no se había dejado caer. Yo iba vestida de forma casual, salir entre semana es lo que tiene, una blusa amplia de color granate, minifalda vaquera, y cómo no, tacones de vértigo. Mientras esperaba, notaba que alguien me miraba, sí, era el mismo chico, Alberto, lo conocí en el bar de Ramón ya que era también asiduo.

Alberto, un chico muy atractivo, alto, moreno, ojos azules y un cuerpo de infarto, ronda los 39 años y sin novia- promete-. Siempre andaba rondándole alguna chica. Vestía con sus vaqueros ajustados, y camisa de manga larga oscura. También venia de trabajar, supongo que al igual que yo por uno de los edificios de plaza Cataluña e iba con sus auriculares puestos, escuchando música de rock años 80.

Llego el metro y cada uno subió en un vagón distinto, una vez dentro me encontré a un compañero del gimnasio, comentamos la clase de hoy y se bajo dos paradas más adelante para hacer transbordo. Al girar mi cabeza me encontré de frente con la mirada de Alberto, lo tenía a dos palmos de narices frente a mí, ni idea de cómo había ido a parar hasta allí, si se supone que estaba en otro vagón. Me saludo y empezó a hablarme y a preguntar qué tal mi día y que si me dirigía al bar de Ramón. Le conteste que sí, que había quedado con Leire, así que, fuimos juntos. Nos llevamos todo el camino hablando de nuestras cosas, de nuestras últimas relaciones, que habían sido regulares en todos los aspectos. En si no teníamos nada en común, pero notábamos que existía una mutua atracción.

Bajamos en nuestra parada y llegamos al bar, Leire ya estaba allí. Se dirijo a mí con su amplia sonrisa, iba espectacular a sus 38 años encorsetada en su mono rojo, el cual no dejaba nada para la imaginación. Ramón andaba detrás de la barra me dio sus dos sonoros besos de costumbre, yo encantada de recibirlos, es un chico guapísimo y a la vez de apariencia ruda y de una considerable altura su 1,90 m. Alberto saludo a mis dos amigos y se dirigió hacia donde estaban los suyos, habían quedado para jugar una de sus partidas de póker.

La noche transcurrió entre risas y diversión. Últimamente Ramón planteaba una serie de juegos a los clientes bastante extraños. Aunque el de hoy era a petición de uno de los clientes, lo cierto, es que ni me imaginaba que con un simple juego utilizando un pañuelo iba a averiguar lo que realmente me excitaba. El bar contaba con una mesa de billar al fondo y al lado la típica diana de dardos, donde ahora había una pareja jugando que rondaba la edad de 40 y pocos, a continuación un poco arrinconada, había una mesa en la cual estaba Alberto y sus tres amigos. Leire y yo como siempre en la barra hablando con Ramón, más bien Leire tonteando con él, yo de pegote –lo normal vaya. En un momento dado, el chico, Ángel, que estaba jugando a los dardos con su pareja, le vendo los ojos a ella con un pañuelo y una vez así, comenzó a lanzar los dardos a la diana, Ramón y yo nos miramos con cara de asombro, de preguntarnos a que realmente estaban jugando. Ya que la chica, Laura, al no acertar tuvo que saldar su deuda de juego besando a su chico en los labios y se dirigió hacia la mesa que estaba Alberto y le beso. Alberto le devolvió el beso y ni corto ni perezoso puso su mano en el culo de ella magreándoselo de forma exagerada, y nadie se dio cuenta en ese momento de nada ya que todo el mundo andaba en sus historias. Los amigos de Alberto estaban en una acalorada discusión debido a que uno de ellos andaba haciendo trampas, Leire seguía con su acoso y derribo hacia Ramón con lo cual no se percataba de nada de lo que ocurría mas allá de la zona en la que se encontraba su presa. Excepto Ramón y yo que estábamos pendiente de la escena, en ese momento me subió de golpe la temperatura debido a las distintas sensaciones de extrañeza, asombro e incertidumbre que me producía lo que estaba viendo. Mi sonrisa picara me delato, lo que vi me gusto y más cuando me di cuenta de que el chico tenía la intención de seguir jugando. Ramón me dijo sus nombres Ángel y Laura, y que eran asiduos del bar y que de vez en cuando se montaban sus fiestecitas particulares, como intentaban hacer hoy. Ya que, no todo el mundo era receptivo a ese tipo de actitud y se tenían que asegurar de que alguno de los clientes que había allí estaba dispuesto a participar, si no se iban directamente. Ángel se dio cuenta que ya tenía una firme candidata -yo misma- solo le hizo falta echarme un leve vistazo para saber que me gustaba su juego. Laura, de cara no era muy mona pero tenía un cuerpo con unas curvas espectaculares, donde su culo destaca del resto de su cuerpo y aunque sus tetas no se quedaban atrás. Ángel es físicamente normalito aunque lo que verdaderamente me atraía de él era su voz, de esas que cuando escuchas te mojas entera aunque te digan la lista de la compra.

Alberto y sus amigos terminaron con las partidas de póker debido a que sus respectivas parejas ya dieron el toque de queda de que debían volver a sus casas como buenos chicos, así que se despidieron y Alberto se quedo simulando que jugaba al solitario. Ramón viendo que la cosa se iba calentando empezó a cerrar el bar poniendo como excusa de que era tarde y le iban a multar por estar abierto fuera de horario. Los demás seguían charlando sin echar mucha cuenta a la pareja, excepto nosotros dos que seguíamos pendientes, esperando el siguiente movimiento. Para nuestra sorpresa esta vez fue su pareja, Laura, la que actuaba. Ni corta ni perezosa tapo los ojos con el pañuelo a Ángel y le susurro algo al oído, el tiro su dardo rojo –uyss casi­–, casi entra en la diana, pero no, siendo así tenía que pagar deuda de juego. Ángel se quito el pañuelo de los ojos y se acerco a inesperadamente a Leire susurrándole algo en el oído, la reacción de Leire me dejo pasmada, cogió la mano de Ángel y se la acerco a su pecho, acariciándolo por encima de su mono rojo ajustado, hasta que su pezón se puso tieso como una flecha, después empezó con el otro pecho y una vez que se puso erecto, Ángel empezó a tomar iniciativa, ya acariciaba los dos a la vez, empezó a bajarle poco a poco la cremallera de su mono dejando libre sus tetas, acerco su boca y se puso a chuparlos con calma recreándose en ellos, Leire estaba en su salsa. Ser vista y ser deseada a la vez por varias personas y con tan simple juego, la cosa se iba calentando todos vimos el gran bulto que iba surgiendo de sus pantalones, ambos dieron por finalizada la sesión de erotismo, besándose. Yo intentaba averiguar que se le pasaría a mi amiga por la mente en ese momento –mmm–.

A partir de ahí, ya nos conquistaron a todos los que estábamos presentes en el bar, todos estábamos atentos a su próximo movimiento, mientras yo me iba calentando sola con solo imaginar que juego me tocaría a mí. Ahora Laura repetía tirada, y… dio dentro de la diana, así que ella era la que le imponía una orden de juego a Ángel. Laura cogió de la mano a Ángel y se dirigieron hacia mí, me empecé a poner nerviosa y colorada y a la vez excitada -un poco de todo. Yo estaba sentada en un taburete de la barra , con mi minifalda y las piernas sin cruzar, Laura se acerco a mí y soltó de la mano a Ángel y se puso delante de mí, ella empezó a acariciar mis piernas hasta llegar a la máxima altura de mis muslos, metiendo sus manos por los laterales y buscando mi ropa interior, plasmo una enorme sonrisa en su cara cuando se dio cuenta de que iba sin nada y fue palpando mi muslo por cara interna y fue una sonrisa más plena aun cuando noto la humedad de mi sexo y ni corta ni perezosa metió su dedo y me lo hizo chupar. Me abrió las piernas se echo a un lado e hizo arrodillarse a Ángel delante de mí, sentía su aliento templado y se dio cuenta de lo excitada que estaba sin tocarme se me erizaron los pezones. Siguió soplándome en mi sexo haciendo que chorreara aun más de lo que estaba, fue acercando su cara a mis muslos y la encajo allí, con la punta de la lengua lentamente fue acariciando mi clítoris y a la vez chupando todo mi líquido, estaba empapada… Laura hizo que se levantara Ángel tocándole el hombro poco antes de correrme –no me dejo–. Ella ocupo el lugar de él y metió su cabeza entre mis piernas y empezó a darme lametazos fuertes y a velocidad descomunal. Laura cogió mi mano y me la llevo al duro paquete de Ángel, le desabroche el pantalón saque su polla y empecé a masturbarle, Laura paro de comerme para empezar a comerse la polla de su chico, vi la escena y me puse a mil, yo allí chorreando, abierta de piernas y viendo como Laura le comía la polla a su pareja hasta que esta de pronto paro y siguió comiéndome hasta casi de nuevo correrme, Laura no estaba dispuesta a dejar que me corriera aun.

Alberto miraba la escena, estaba muy excitado y a la vez le chocaba esa visión, luchaba con él internamente. En el sentido de tomar carta en el asunto, en una situación así cada persona reacciona de una manera distinta, pero cuando hay olor a sexo, la cosa cambia y al final todos tenemos esa misteriosa sensación de deseo y búsqueda de placer. Así fue como mi amigo Alberto no se corto un pelo, me tenía ganas ya desde hacia tiempo y vio la oportunidad. Laura se relajo, y el juego seguía. Alberto se ofreció voluntario para que Laura le tapara los ojos. Está claro que fallo todas las tiradas a la diana, así que tuvo su ansiada penitencia, que estaba claro que no iba a ser la que él deseaba, Laura le susurro al oído y guio a mi amigo aun con los ojos tapados hacia donde estábamos. Laura no era tonta y lo puso delante de Leire, y Laura le comento al oído algo a esta. Mi amiga puso cara de no estar muy conforme pero hizo lo que se le mando, había entrado en el juego y ya no se podía echar atrás. Mientras Laura se acomodaba en el sofá, Leire cogió a Alberto y se fueron detrás de ella. Leire abrió las piernas de Laura, y su raja estaba brillante y rebosante de flujo, estaba preparado para lo que se le iba a venir encima. Leire cogió a Alberto y lo puso tumbado boca arriba en el suelo a los pies de Laura. Leire, se quito su mono ceñido se quedo desnuda delante de todos, se puso arrodillada delante de Laura y a la vez con su coño en la cara de Alberto, mientras se iban colocando Laura me hizo el gesto de que me acercara y me susurro al oído lo que tenía que hacer. Leire comenzó a meter mano a Laura desabrochando el sujetador de ella quedando sus hermosas tetas al aire ante esa visión Leire se puso cachonda al máximo empezó a comerse sus tetas y bajando hasta su chorreante clítoris donde a lametazo limpio iba sacándole gritos de placer a Laura, a cada grito Leire acercaba mas su coño a la boca de Alberto, este se lo comía insaciable a la vez que buscaba con una de sus manos el culo y le metió dos dedos de golpe. Leire chillaba como una loca de placer a la vez que no paraba de succionar el coño de Laura. Los tres estaban tan cachondos que apenas Alberto se dio cuenta de mi presencia, le baje los pantalones hasta quitárselos y menudo regalo me encontré, una polla grande y dura como a mí me gustan lista para jugar con ella, no me pude resistir la engullí enterita. Yo estaba arrodillada frente a aquella enorme polla comiendo sin parar. Me encanta comer pollas y mas una tan agradecida como la de Alberto, al mas mínimo roce de mi lengua se ponía dura como una piedra así que saltándome las directrices de Laura me puse encima de esa gran polla y me la metí de una embestida hasta el fondo y empecé a cabalgar y a disfrutar de ella como una enana, mientras Ángel que era más voyeur que de actuar se sentó en una silla a horcajadas a mi lado, dejando su polla entremetida entre los barrotes del espaldar de la silla, se puso tan cerca y que tenia la polla a la altura de mi cara, de esa manera volví a hacer lo que me pareció y empecé a mamarle la polla era más delgada que la de Alberto pero igual de apetecible. Laura seguía encantada con los lametones y empujones de Leire que no paró hasta que se corrió. Alberto disfrutando de lo lindo con dos mujeres encima de él, hizo correrse a Leire como una loca, y el apunto de correrse con mis embistes me paro con la mano. Mientras Ramón empezó a formar parte del juego y sin ser invitado, se sentó en el sofá y Leire cuando vio la polla de 20 cm se fue flechada a comérsela.

En ese momento Alberto nos cogió a Laura y a mí nos puso apoyadas mirando a la barra con las piernas abiertas, como cuando un poli buenorro te hace un registro demasiado minucioso, y ni corto ni perezoso empezó a follarnos a las dos a la vez a lo bestia, gritábamos como dos locas de placer y por lo morbosa de la situación. Con un gesto hizo que se acercara Ángel al festín y comenzó a follarme directamente, mientras él se follaba a Laura. Los dos iban al unísono, al igual que nosotras a cada embestida de ellos un grito nuestro hasta que Laura se corrió, se dio la vuelta y Alberto casi apunto se corrió dentro de su boca. Yo seguía gritando con las envestidas de Ángel, que a su vez estaba a punto paro sin sacar su polla y en ese momento Laura, a la que le gusta comer coños más que pollas, se coloco entre el hueco de la barra y mío, y comenzaron los dos a darme placer tanto que me corrí repetidas veces y sin control antes de que Ángel se corriera en la boca de Laura y esta se comiera toda su leche hasta quedar completamente saciada. Los que seguían jugando eran Leire y Ramón estaban follando de pie justo en el tablero de la diana , en ese momento Ramón cogió uno de los dardos y se lo metió a Leire en el culo mientras estaba empotrándosela contra la pared, su cara cambio al sentir como encada embestida se le metía el dardo en su culo totalmente cachondo y abierto a las ideas morbosas de su nuevo amante, Alberto al ver la escena se empalmo de nuevo y…se acerco, se puso detrás de Leire y sacándole el dardo metió su enorme polla de golpe y hasta el fondo. Leire disfrutaba como una perra en celo, a cada embestida de ambos ella mas jadeaba y mas quería…hasta que su grito de placer apareció. Ambos chicos, empapados, no se cortaron ni un pelo sacaron sus pollas de dentro de Leire, la arrodillaron se las empezaron a menear hasta que sus pollas estuvieron tan duras que ya no podían aguantar más, Ramón se corrió en la cara de Leire chorreándole la leche hasta sus tetas. Mientras que Alberto me alcanzo con la vista y vino en mi busca de nuevo -yo estaba ya sentada en la barra del bar- me miro a los ojos, cogió mi cara me beso salvajemente y me dijo al oído donde se quería correr. Me arrodille delante de él, abrí la boca y empecé a mamársela y él su vez me embestía hasta que se corrió dentro de mí.

Cada uno de nosotros empezó a recomponerse y descansar después de nuestra pequeña maratón de placer. Nos tomamos unas copas y charlamos hasta altas horas de la noche maquinando cada uno en su interior la próxima cita con algún que otro juego morboso que nos propusieran nuestra pareja anfitriona o alguno de nosotros. Somos seis mentes abiertas a todo…imaginaros.