Una sirvienta muy sumisa, obediente y zorra

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Sirvienta sumisa

María llevaba poco tiempo trabajando como criada en casa de una señora adinerada… Debido a que gastaba más de lo que ganaba, se dedico a sustraerle dinero y algunas pequeñas joyas pensando que ante tanta riqueza, la señora no se daría cuenta.

Pero se equivoco porque la señora, una lesbiana, bastante viciosa, utilizaba este ‘método’ para atrapar a criadas ladronas y extorsionarlas… Si su ‘método’ no funcionaba, la criada duraba poco, pero en esta caso le funcionó perfectamente… La llamó y le dijo:

– «Me gustas María, y por lo que has hecho no voy a despedirte… Tienes aptitudes para ser una criada personal muy buena una vez que te enseñe obediencia sujeta a una estricta disciplina… Te voy a castigar por robarme… Cogeré un cinturón y te azotará con fuerza y ​​sin piedad.»

– «¿No me vas a despedir, señora?», le preguntó María.

– «No, a menos que te niegues a aceptar mi castigo», le dijo Juani Sanz, una señora de unos cuarenta años.

– «Merezco una buena paliza… Acepto el castigo que me imponga, señora», respondió María Gomez, una muchacha de veintitres años, sonrojándose y bajando los ojos.

– «Me alegra que te des cuenta de que necesitas un castigo… Ten en cuenta que te enseñaré una lección muy severa con el látigo que nunca olvidará… Tengo la intención de utilizarlo al menos cuatro veces al mes para darte un duro castigo e incluso más a menudo si veo que lo necesitas… Deberás llevar un libro de castigos y cada vez que hagas una cosa mal te diré cuántos latigazos debes anotar en él.”

La voz de la señora Sanz era ronca, severa, pero llena de sensualidad.

– «¿Has oído o leído alguna vez los términos D/s y BDSM, y sabes lo que es eso?», le preguntó la mujer.

– «Yo,… yo,… sí…» respondió María, temblando y con excitación.

– «Como mi doncella personal, es mi intención de ahora en adelante someterte a una D/s muy estricta y BDSM… ¿Aceptas estas nuevas condiciones de empleo o desea terminar de inmediato?»

– «Yo,… yo acepto sus nuevas condiciones… Le juro que nunca le volveré a robar, señora», respondió María, sonrojándose mucho.

– «Estoy segura que vas a obedecer ciegamente a tu Ama, que es lo que voy a ser de aquí en adelante», dijo la señora Sanz, con sus ojos casi devorando a su criada.

– “Si, Ama”, dijo María acachando la cabeza.

– «Quiero que vayas a tu habitación y que pienses que te voy a azotar dentro de una hora… Y también quiero que pienses en mí y en cómo voy a azotarte y ponerte bajo mi estricta dominación… Vas a venir a mi habitación completamente desnuda, excepto con medias negras y liguero, lista para ser azotada… Yo estaré también desnuda pero como tú, llevaré medias negras y liguero.

Quiero que pienses en eso, María… Que pienses en dos mujeres, tú y yo, desnudas, con medias negras y ligueros, una blandiendo un látigo y la otra muy sumisa, postrada de rodillas, lamiendo los dedos de los pies a la mujer que la va a golpear con mucha dureza… ¿Tienes algo que decir o alguna preguntas?

– «Yo,… yo quiero darle las gracias por darme esta oportunidad y no despedirme, Ama», tartamudeó María.

– «Me lo podrás agradecer más tarde, en mi habitación, después de que te haya azotado… Ahora toma, coge mi bragas y llévatelas a tu habitación y olelas mientras piensas en lo que vas hacer como criada muy sumisa bajo el dominio muy duro de un estricta Ama.»

La señora Sanz se levantó la falda y se quitó sus bragas azul pálido… María tembló cuando las cogió en sus manos diciendo:

– «Gracias, Ama», sonrojándose mientras cogía las bragas sucias de la señora Sanz.

Ya en la privacidad de su habitación, María se desnudó a excepción de las medias negras y el liguero que la señora Sanz insistió en que usara… Se acostó colocándose con las piernas abiertas y tomando las bragas de su Señora las olisqueó notando que estaban muy húmeda y apestaban a coño.

María nunca había hecho algo así, ni había tenido ningún tipo de relación sexual con otra mujer… Pero el olor que desprendían las bragas con aroma a coño, coño de su ahora Ama, la calentaba de una forma que nunca lo había sentido.

Ella, pensó en su Ama desnuda, con medias y liguero negro y tembló de excitación cuando, al ponerse las bragas empapadas de orina en sus labios, sintió la humedad que tenía la zona de la entrepierna.

El mal olor que desprendían las bragas de su Ama y la idea de que iba a ser azotada, la atraía y la ponía muy cachonda… Recordó que tan sólo llevaba trabajando para la Señora Core apenas dos meses pero se sintió atraída por ella desde que la entrevistó.

María frunció los labios besando las bragas mojadas… Luego, sacó la

lengua y probó el sabor que impregnaba las bragas mojadas… Esto hizo que se calentase y alargase una mano buscando su clítoris.

Notó una larga banda marrón oscura en las bragas de su Ama… Estaba claro lo que era… Y ella lo sabía porque siempre que recogía las bragas sucias, estaban ensuciadas de esa manera, por eso, desde el primer momento que lo descubrió María se pregunto si la Señora Juani se limpiaba el culo después de sentarse en el inodoro.

Ella movió una mano hacia su coño y se acarició mientras olfateaba el la banda de color marrón en las bragas, gimiendo mientras podía oler ese aroma distinto de su olor a coño.

Ningún hombre la había puesto tan caliente y ella se preguntó si se estaría volviendo lesbiana… Y también se preguntó si eso era lo que la Señora Juani quería conseguir de ella… ¿Por qué si no le ha dado sus bragas sucias para que las oliera?… ¿Por qué le habló de D/s y BDSM?… ¿Esta viuda rica deseaba usarla como su esclava sexual lesbiana y lo iba a conseguir?, pensó.

María tembló ante la idea, pero ahora tenía la oportunidad de vivir sin pasar penurias en esta mansión… Había sido una tonta robando a la Señora Juani… Pero no iba a ser más tonta por negarse a aceptar el perdón que la mujer mayor le ofrecía a cambio de latigazos para disciplinarla… Su mente le dijo que nunca tendría otra oportunidad como esta… Y su coño también le decía que quería a Ama Juani para que la azotase y la dominase… Iba a ser la esclava de Ama Juani… La esclava sexual lesbiana de Ama Juani.

María gimió y lamió la banda marrón de las bragas, mientras sus dedos masturbaban su clítoris… Su lengua lavó esta banda marrón de las bragas… Fue un acto asqueroso y depravado, pero le pareció muy

apropiado como un acto de entrega de una esclava sexual lesbiana a su Ama.

Su coño rezumaba flujo y sabía que iba que se iba a correr de un momento a otro… Entonces ella apartó sus dedos de su clítoris sensible al placer, queriendo retrasar el orgasmo durante el mayor tiempo posible mientras saboreaba estas nuevas emociones y notaba la excitación que crecía por momentos.

Volvió a poner la nariz en la zona de la entrepierna húmeda de las bragas de su Ama e inhaló profundamente el olor del coño de la señora Core… La había visto desnuda varias veces y pensó en pubis peludo y en la larga raja de su coño mientras inhalaba

aroma embriagador de las bragas de su Ama.

Estaba haciendo lo que su Ama le había dicho que hiciera: oler sus bragas sucias y pensar en ellas dos desnudas juntas para luego ser golpeada sin piedad… Pero además pensó en lo que podría suceder después y que ella quería que sucediera… Su Ama le haría poner su cabeza entre sus piernas y le ordenaría chupar el coño.

‘Quiero que me separes las nalgas del culo y que me lamas y saborees mi sucio ano’, pensaba María totalmente atrapada en una vergonzosa excitación que nunca había tenido.

María gimió ante la idea de chupar el coño y lamer el ano sucio de su Ama… En respuesta a toda la excitación que tenía, comenzó a lamer la zona de la entrepierna húmeda de las bragas de su Ama.

Y mientras, masturbaba su clítoris con dos dedos, queriendo llegar lentamente al orgasmo.

De repente María miró hacia su puerta y se congeló por un momento mientras miraba a los ojos de la señora Sanz, que la observaba con lujuria… María se preguntó cuánto tiempo la había estado observando.

Había una leve sonrisa en los labios de la señora Sanz, ahora su Ama, y una mirada de complicidad en sus ojos.

Incapaz de evitarlo, María cerró sus ojos y sus dedos comenzaron a frotar frenéticamente su clítoris mientras deliberadamente lamia la zona de la entrepierna de las bragas de su Ama.

El hecho de que la señora Sanz, ahora su Ama, la estuviera mirando, la excitaba hasta tal punto que pronto se puso rígida y gritó cuando se corrió… Fue una corrida de lo mejor que ella había tenido.

La señora Sanz la miró unos instantes más y luego se giró y se fue.

María quedó saboreando las secuelas de su orgasmo… Ella sabía que debería sentirse avergonzada de lo que acababa de hacer y también por haber lamido las bragas de su Ama porque tan sólo a ella le había ordenado que las oliera… Pero no se sentía avergonzada de haber hecho todo eso, como tampoco se sentía avergonzada que la señora Sanz la había visto masturbarse mientras olfateaba, lamía y chupaba sus bragas sucias.

Estaba segura de que eso era lo que la señora Sanz había querido que hiciera… Y también esperaba que su Ama la hiciera, muy pronto, chuparle algo más muy pronto.

Miró su reloj y se estremeció al darse cuenta de que era hora para ir a la habitación de la señora Sanz, su Ama y hasta allí se dirigió.

– «¿Puedo pasar, Ama?», dijo María, tocando la puerta de la habitación.

– «Puedes entrar, María», le respondió.

María entró en la habitación y se sonrojó al verla acostada en la cama, desnuda excepto por las medias de seda negra y liguero.

– «No tienes por qué sonrojarte después de lo que te vi hacer en tu habitación con mis bragas sucias… Te corriste muy bien… ¿Estabas pensando conmigo cuando te corriste, María?, dijo Juani

– «Sí, Señora», respondió la bella morena, mirando la entrepierna peluda de Juani.

– «Juego conmigo misma masturbándome y me meo en mis bragas cada vez que pienso en hacerte mi dulce lesbiana sumisa, María… Por lo que vi, creo que te gusta y lo quieres hacer, verdad?

– «Sí, señora» respondió María, observando a su Ama abrirse los muslos, mostrándole su coño abierto.

– «Tienes una gran pasión por mis bragas sucias, tal como esperaba que lo hicieras… Te has corrido y me has calentado tanto que yo quiero correrme también… Retrasaré azotarte hasta mañana siempre que me satisfagas muy bien… Espero que me hagas correr varias

veces… Cortaré mi placer si noto que no estas dispuesta a probar en tu boca lo que siempre has querido probar.»

– «Sí, Ama… Quiero tu aroma y sabor… Y hacerte sentir como si estuvieras en el paraíso», dijo María, acercándose a la cama y arrastrándose al pie de la cama, lamiendo los dedos cubiertos por las medias.

– «Sabía que había algo en ti desde el momento en que te vi… «Tú eras la que yo estaba buscando… La que satisfaría todos mis deseos… ¿Has hecho esto con otras mujeres?, le pregunto su Ama moviendo los dedos de los pies contra la lengua de María.

– «No, Ama… Pero haré cualquier cosa que usted me pida… Yo quiero que me azote y me obligue a hacerle todas las cosas sucias que le plazcan”, dijo María, excitada por el sabor de los pies de Juani Sanz en su boca.

– «Uuumm, eres muy caliente… Si eso es lo que realmente quieres, entonces puedes lamer mi culo sucio… Hazme una buena lamida y limpia bien mi ano, para que tu boca y nariz se acostumbren a mi sabor y olor, al que vas a tener que acostumbrarte”, le dijo su Ama.

– «Sí, mi Ama», gimió María cuando vio como ella se volvió boca abajo y levantó su culo… No fue necesario que María recibiera ninguna otra orden… Besó y lamió las regordetas nalgas de su culo y luego se las separó.

Gimiendo de nuevo, presionó su rostro entre las nalgas y olió y lamió el ano abierto de Juani Sanz, su Ama.

– «¡Aaah!… ¡Oooh, María!… Que bien me estas lamiendo mi ano… Huéleme bien para reconocerlo y diferenciarlo, llegado el momento, de los olores de mis amigas… Lame bien mi orificio y mete la lengua dentro que me gusta mucho que me hagas esta guarrada», le dijo jadeando.

– «Sí, Señora… Me gusta… Me gusta mucho!», respondió María, mientras acariciaba el ano de su Ama con su lengua y pensaba en las palabras que le había dicho… ‘diferenciar otros olores’… Tenía claro lo que tendría que hacer.

«¡Ooooh, María!… ¡Aaah!… ¡Eso que me haces es delicioso!… Uuumm, mete más tu lengua en mi ano… Métela profunda.»

María sintió que su pulso latía con fuerza y ​​su clítoris estaba erguido de excitación que tenía mientras sacaba su lengua para meterla en el ano de otra mujer, su Ama… El sabor amargo secretado le llenó su boca hasta calentarla de sobremanera.

Hasta este momento ella había estado sin encontrar un rumbo, un sentido a su vida… Ahora, con su Ama, ella lo había encontrado y disfrutaría muchísimo con ello… Esperaba ansiosa a que su piel se viera marcada por los latigazos que le iba a dar para enseñarla obediencia y disciplina… Mucha disciplina… y un largo camino de entrega a su Ama y a quien ella dispusiera.

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