Vacaciones con amigas después de romper con mi novio

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Venus comprobó la maleta por tercera vez moviendo los bañadores de la parte de la arriba.

– ¡Por Dios, Venus! ¡Ya está! Que lo llevas todo. Luego dices de mi, pero creo que tu eres incluso más maniática que yo.

Su madre al lado de ella, no paraba de ordenar todo lo que tocaba Venus mirándola con desaprobación.

⁃ Nadie te gana a eso, créeme. Eres la reina de los maniáticos.

– Pues como sigas así, ya te digo yo, que me vas a quitar el puesto. -le dijo arrancándole el bañador de las manos y lo volvió a colocar donde estaba.

Venus suspiro con desaprobación.

– Es solo que no quiero que se me olvide nada.

– Bueno… pues si se te olvida algo lo compras y ya está. ¡Que te vas a Vigo no a la conchinchina! Que digo yo que habrá tiendas.

– Ya, mama. Pero eso es lo que menos quiero hacer. No se… estoy nerviosa, ¿vale?

Su madre la cogió de la muñeca, antes de que volviera otra vez a desordenar todo y la obligo a mirarla, cogiéndola de los hombros.

– Ya se que es tu primer viaje con tus amigas después de lo que paso, pero tienes que tranquilizarte, ¿vale? Y sobretodo pasártelo muy bien.

– Lo se… Lo se… Es que no se… se me hace extraño, es como que mi cabeza está en todas partes y a la vez en ninguno. No se si me explico…

– ¡Pues claro que sí, cariño! Las rupturas no son fáciles, pero ya te lo dije en su momento cuando me dijiste lo del viaje. Creo que es una muy buena oportunidad de que te despejes un poco y pienses mas en ti, que bastante has pensado en los demás últimamente, ¿de acuerdo?

Venus asintió con una sonrisa de medio lado.

Hacía un mes que había pillado a su novio (ahora ex-novio) Tomás, en la cama con otra persona. Nada más y nada menos que con su mejor amigo, Luis. Y la verdad es que la había dejado bastante noqueada.

Aun podía recordar la cara de ambos cuando se dieron la vuelta al oír el ruido de la puerta. Ese día había salido antes de trabajar y como tenía las llaves de la casa de Tomás había pensado que sería una buena idea darle una sorpresa. Pero quién iba a imaginar que de los dos, la sorpresa se la iba a llevar ella.

Ni siquiera gritó, ni montó un pollo ni nada parecido, Venus se dedicó a abrir los ojos como platos y a darse media vuelta en completo estado de shock. Le pareció oír la voz de su novio detrás suyo y algunas pisadas, pero cuando volvió en sí estaba en un bar tres manzanas más lejos con un vaso a la mitad de vodka con limón.

Después de otros dos copas más, fue a su casa y se lo contó a su madre. Carmen, nada mas oír lo que había pasado intento salir a la calle sartén en mano, cual psicópata. Menos mal que su marido estaba cerca y pudo disuadirla sino, Venus estaba segura que se la hubiera empotrado a Tomás y mas conociéndola como la conocía.

Pero eso no fue lo peor. NI MUCHO MENOS.

Lo peor fueron las miles de llamadas y mensajes que recibió de él, aunque estuvo listo y no apareció por la casa. Venus ni siquiera lloró, hasta tres días más tarde, aún le costaba asimilar todo lo que había pasado. No sabía que la dolía más, si la infidelidad de Tomás o que se los hubiera puesto con su mejor amigo.

Pasaba las noches en vela pensando si realmente todo el tiempo que habían pasado juntos, que no había sido poco, había estado con ella porque la quería o simplemente era una tapadera para no salir del armario. Si es que acaso era gay. Quizás era bisexual y le gustaban ambos sexos, pero de ser así… ¿porque nunca le había dicho nada? Venus no se consideraba una persona cerrada de mente. Estaba segura que si se lo hubiera contado habría hablado con él del tema, pero nada.

La cabeza le dolía de tanto pensar y sus amigas no ayudaban mucho dándole toda clase de consejos y opiniones.

Es por ello que cansadas de todo, sus amigas propusieron el plan de unas mini vacaciones para despejar las ideas y que Venus volviera a ser la chica alegre y algo alocada que era.

Eso sí.

Estaba totalmente prohibido nombrar a Tomás durante todo el viaje. Era una palabra tabú. La finalidad del viaje era divertirse y emborracharse.

– En fin, hija. ¡Pásatelo bien! ¿Lo llevas todo?

Vicente, el padre de Venus, había entrado en la habitación sin que ninguna se diera cuenta, algo habitual en él. Ambas se giraron. Venus le sonrió afectivamente.

– Creo que si.

– Si, bueno… que se lo pase bien, pero con responsabilidad, ¿vale? -poco la había durado el discurso de amiga. -A ver si te vas a emborrachar el primer día y luego ya la hemos liado.

– ¡Que si mama! Además lo que menos me apetece ahora es emborracharme.

– Bueno, deja a la niña que haga lo que quiera. -como siempre Vicente salió en defensa de su hija. -Lo importante es que lo disfrutes mucho y sobretodo hagas muchas fotos, ¿vale?

Venus soltó una carcajada.

Ahora que su padre se había jubilado, se había hecho un apasionado de la fotografía. Tanto que había montado una especie de estudio fotográfico, al que su madre llamaba “el lugar de los cachivaches”, en la habitación de invitados.

– Claro, papá. No te preocupes que tendrás tus fotos.

Vicente sonrió a su hija y la ayudó a cerrar las maletas.

Empezaban las vacaciones de verano.

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Venus dejó la maleta encima de la cama en la que iba a ser su habitación, o al menos esos tres días que iban a durar las vacaciones.

Después de dos semanas de búsqueda de apartamentos, al final se habían decidido por uno que no estaba mal de precio, cabían todas y a pesar de que tenia una habitación siniestra, se desataron finalmente por ese.

– Menos mal que no nos ha tocado la habitación de los secuestros -menciono Laura colocando la maleta encima de la cama, al igual que ella.

La “habitación siniestra o habitación de los secuestros” se trataba de una habitación con dos camas individuales con cabeceros de color grisáceo y sabanas antiguas. También tenia unas mesillas de noche, que parecía que se fueran a caer si soplaba el aire un poco mas fuerte y un armario empotrado antiguo que ninguna de ellas quería abrir.

Venus se alegro interiormente cuando hicieron el reparto que no la hubiera tocado esa habitación. Realmente la daba muy mala espina.

Se sentó en una esquina de la cama con un suspiro observando como Laura abría su maleta y comenzaba a guardar sus bragas en el cajón de la mesilla.

– Tía, ¿para que guardas la ropa? Vamos a estar tres días aquí, no dos semanas. Y deja de decir “habitación de los secuestros”, me da mal rollo.

– Que tu seas una desordenada de la leche, no quiere decir que todas lo seamos. -le dijo sonriendo. -Una cosa te digo. Si te vas a traer aquí un maromo, dímelo antes de que tenga que pasar toda la noche escuchando los golpes de tu cama.

Venus rodó los ojos y se levantó para salir de la habitación.

– No te preocupes por eso. No creo que me traiga a nadie.

– Un segundo, un segundo. -corrió hacia ella parándola en seco. -¿Como que no vas a traer a nadie? ¡Explícame eso!

– Tía, lo que menos quiero ahora es enrollarme con alguien.

– Pues exactamente es por eso por lo que deberías liarte con alguien. ¡Vamos, a ver! -se colocó en medio de la salida, evitando que se fuera con los brazos cruzados. -No le voy a nombrar porque lo habíamos prometido, pero tu no le debes nada Venus. Mas bien deberías comportarte como una arpía sin corazón.

– Yo no soy así, ya lo sabes.

– ¡Pues claro que lo se! Si es que algunas veces de lo buena que eres, eres tonta. Por eso digo que lo mejor que puedes hacer es liarte con otro.

– ¿Es lo mejor que puedo hacer?

– ¡Pues si, tía! Te lías con uno de vacaciones y al día siguiente adiós muy buenas. No vas a convertirte en monja por un tío. ¡De eso me encargo yo!

Venus suspiro y espero a que Laura finalmente se moviera para salir de la habitación.

En la cocina ya estaban Pilar, Patricia, Cristina, Ángela y Mónica.

A pesar de ser un grupo de amigas bastante grande, eran diferentes las unas de las otras, de tal forma que mucha gente les había llegado a preguntar como podían ser tan amigas. Venus siempre les respondía de la misma forma: “¡Por eso mismo! Son nuestras diferencias las que hacen que en el fondo seamos iguales”.

Y es que era completamente cierto, Pilar, morena de ojos marrones y con algunas pequeñas pecas por las mejillas, era una apasionada de la vida, su filosofía era la calma y el disfrutar de las pequeñas cosas, aunque eso implicara coger un viaje de ultima hora hasta Francia con el único propósito de ver unas bodegas de vino. Patricia, todo lo contrario a ella, era la mas alocada del grupo, de pelo rizado y ojos verdes. No la importaba saltarse varias normas o leyes para conseguir lo que ella quería. Sus amigas la llamaban en broma “Samanta, equipo de investigación”. Si la gustaba un chico, era capaz de sacarle los apellidos, con el fin de averiguar donde vivía, que años tenia, como se llamaban sus mejores amigos y cual había sido su ultima novia, solo mirando las fotos de Instagram. Una verdadera detective.

Sus amigas le decían muchas veces, que algunas de esas cosas comenzaban a rayar el acoso, pero ella hacia caso omiso y mientras las escuchaba posiblemente estuviera cotilleándole ya el Facebook.

Cristina, era la jefa del grupo. Aunque en realidad no la llamaban así por sus ansias de liderazgo (que también), sino mas bien por la mala leche que algunas veces se traía. Era mas de pueblo que las amapolas y mas bruta que un arado para hablar. Si la filosofía de Pilar era la calma, la de Cristina era “Comerme todos el coño”.

Ángela, era la rockera del grupo. De piel blanca como la porcelana, pelo rubio y ondulado y ojos azules, podría hacerse pasar por una alemana de familia bien, pero realmente era una apasionada de los festivales de rock y de liarse con los baterías del grupo.

Mónica, era la pija del grupo. Era la amiga que todas del grupo sabían que se iba a casar con un banquero y tener los niños mas pijos de todo el barrio. En realidad ya tenia pensado incluso los nombres de ellos, así de previsora era ella.

Y finalmente Laura y Venus. Laura era la que mandaba en las sombras. Era capaz de hacerte creer que un plan lo habías escogido tú, cuando realmente era ella quien lo había orquestado de tal forma que siempre acababas haciendo lo que ella quería. Y como no, Venus, morena de ojos verdes, quien no sabia exactamente porque había escogido ese viaje con sus amigas, cuando realmente lo que le apetecía era acostarse en su cama hasta que llegara el fin del mundo.

– Venus, dile a Laura que se de prisa, que al final se nos hace tarde y tenemos que ir a comprar. -apresuro Ángela doblando lo que parecía ser un hoja con diferentes sitios para ir durante las vacaciones.

– ¡Que pesadas sois! Que ya estoy aquí.

Laura apareció detrás de Venus uniéndose al grupo.

– Pues venga, no empecemos a retrasarnos que veo que al final no vamos al balneario.

Cristina ya empezaba a ponerse nerviosa apoyada en la encima con los brazos cruzados.

– Cris, no empecemos ¿eh? -suspiro Paula- Que hemos venido de vacaciones, no todo tiene que estar organizado, para eso me hubiera quedado en el pueblo.

– Vale… vale. Solo digo que nos demos un poco de “vidilla”. En cuanto tengamos todo comprado te dejare que digas todas tus tonterías de respirar y esperar a que nos depara el futuro. -todas se rieron. -Mientras tanto, ¡venga!

Cristina cogió el bolso y las miro con impaciencia.

No había mucho más que decir. Así que cogieron sus bolsos y se prepararon para salir del piso.

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Tras comprar más alcohol que comida, volvieron al apartamento a coger la mochila con todas las cosas para dirigirse al balneario.

Mónica había estado investigando, lo que quería decir preguntarle a su novio que balneario era bueno por la zona, y finalmente decidieron alquilar dos coches. A pesar de que les costo más de un cuarto de hora encontrar el susodicho balneario, mereció totalmente la pena.

Estaba alejado de la ciudad, cerca de unas montañas rocosas. Un camino de piedras daba a la entrada del balneario. Nada mas entrar pudieron ver lo gigantesco que realmente era, tenia tres plantas. En la principal había dos piscinas con diferentes temperaturas cercanas a una especie de chill out, la primera planta era donde estaban los vestuarios y alguna sauna y piscina cubierta. Y finalmente en la planta de arriba había una cafetería-restaurante, que cuando se asomaron a ver era exactamente lo único que se podía hacer sino querías salir de allí con la cartera vacía.

Venus y Patricia se habían separado del grupo esperando a que terminaran de coger todas los tickets que decían que tenían 2 horas de uso del balneario.

Sin embargo, Venus no pudo evitar mirar a Patricia con intriga, llevaba cinco minutos sin pestañear y con la boca semi abierta.

– ¡Ey!, la tierra llamando a Patri. -chasqueo los dentro delante su cara. -¿Donde estas, tía?

– ¡Madre mía, como esta ese!

– ¿Quien?

– ¡Ese! -señalo con el dedo al hombre que estaba repartiendo los tickets a sus amigas.

– Si te refieres al cincuentón que nos ha dado los tickets de la entrada, claramente se te esta desviando mucho el radar.

– Bueno tía, no esta tan mal.

Venus miro al hombre y volvió a mirar a su amiga con el ceño fruncido.

– Puede que cuando tuviera 20 años.

Laura se acerco a ellas dándolas un llavero azul con un chip.

– Tía, deberías liarte con alguien, tu gusto con los hombres empieza a preocuparme seriamente.

– ¡Madre mía! Siempre estáis igual. Que si siempre me lío con el mas feo, que menudo gusto tengo…

– ¡Si es que es verdad! -reafirmo Laura -Venus, ¿no me digas que ese hombre te parece guapo? -Venus negó con la cabeza haciendo un gesto de asco. -¿Ves?

– ¿El que? -pregunto Pilar acercándose

– Nada… nada…

Patricia les negó rápidamente con la cabeza y ambas se encogieron de hombros, cambiando el tema de conversación.

Una vez en los vestuarios, mientras Venus se estaba colocando la parte de arriba del bañador, oyó una serie de quejidos cerca de su cambiador.

– ¿Cris? ¿Eres tu?

– Buff… si, tía. ¡Joder! Tenia que ser hoy…

– ¿Que pasa?

– ¡Que me ha bajado la puta regla! ¡Eso es lo que pasa! ¡Joder! ¡Es que me cago en la puta!

– Bueno… tía, pues ponte un tampón y arreglado

Venus salió del cambiador y guardo su mochila en una de las taquillas de fuera. Cristina aun seguía maldiciendo en voz alta de vez en cuando.

– ¡Joder! No es tan fácil, tía. Siempre me ha costado un montón ponerme tampones. ¿Y ahora que coño hago? ¿Como me voy a bañar así?

– ¡Que si que puedes, anda! No seas tan burra. -abrió el bolsillo pequeño de su mochila, saco un tampón y se dio por debajo de la puerta del cambiador- Intenta ponértelo. No vas a estar todo el tiempo del balneario tomando el sol. Así que… venga… ya estas tardando.

– Buff… venga, va.

Diez minutos después aun seguían en el vestuario.

– ¡Venga, tía! ¿Que tal va?

– Que no… que no puedo… -Venus suspiro con hastío. -Oye… ¿y si me ayudas?

– ¿Como?

– Pues eso tía, que si me ayudas a ponérmelo

– Eh… ni de coña. Oye, yo te quiero un montón, pero no pienso meterte eso por el coño.

– ¡Joder! Es que no puedo…

– ¡Tía, que no! Que me da muchísimo asco. ¡Que no puedo! Venga… inténtalo otra vez, anda.

Otros diez minutos mas tarde y al parecer Cristina pudo ponérselo. Cuando salieron todas se preguntaron que coño había pasado para que tardaran tanto en cambiarse. No pudieron aguantarse un par de carcajadas cuando Venus se lo contó. Cristina las miro con el ceño fruncido, pero en el momento en que se metieron en una piscina que debía estar a 40 grados se la paso.

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Venus termino de darse la ultima capa de mascara de pestañas. Estaba feliz. No las tenia todas consigo en ese viaje, pero estaba resultando ser lo mas agradable. Se lo estaba pasando tan bien, que durante todo lo que llevaba del viaje no había pensado ni una sola vez en Tomás y dado que se pasaba 24 horas pensando en él, era un gran paso.

Se encontraba un pelín cansada después de pasar toda la tarde en el balneario. Estaba completamente segura de que había probado todas y cada una de las piscinas, unas calientes como una olla ardiendo y otras completamente congeladas, que nada más meterse dentro habían hecho que todas las neuronas que aun seguían vivas de su cerebro, se quedaran congeladas. Además, de todas las saunas. Después de pasarse a remojo las dos horas que duraba la visita al balneario, habían querido volver a la ciudad a tomar algo antes de cenar y prepararse para la fiesta de la noche.

Y ahí estaba ahora, maquillándose para salir de fiesta. Cosa que no estaba del todo convencida.

– ¡Estas súper guapa, tía! -dijo Laura entrando al baño. -Ya veras como esta noche triunfas.

– ¡Tía, ya! Te lo dije nada mas llegar… no tengo cuerpo para ligar. Ni siquiera tengo ganas de salir de fiesta.

Venus suspiro mientras guardaba el eye-liner en la bolsa de maquillaje. Laura se había colocado a su lado peinándose ligeramente los tirabuzones que se había hecho con la plancha.

– ¡Mira! Pase que no quieras estar ahora mismo con ningún tío. Eso lo entiendo. Pero lo que no voy a permitir es que te pases toda la noche amargada en una esquina…. -se dio la vuelta mirándola fijamente.- Así que… vas a terminar de vestirte, te vas a poner esos pedazos taconazos que he visto en la habitación, te vas a emborrachar, bailar y pasarlo bien con nosotras. -Venus sonrío.- Porque te juro que como te vea una sola vez con cara de amargada, te cojo de pelo, te hago una coleta y te arrastro por todo el bar, ¿Me has entendido?

Venus soltó una carcajada.

– Entonces… ¿trato?

– Que si… que si… pesada

Laura sonrío y se dio media vuelta mirándose en el espejo, volviendo a peinarse los tirabuzones.

Empezaron a beber en el apartamento entre risas y alguna que otra pulla a Cristina por lo de la tarde. A cada copa que bebía Venus, Laura la cargaba el doble, estando ya en la tercera copa bastante contenta y con ganas de bailar.

Sobre la una de mañana decidieron, por fin bajar a las discotecas, Venus se sentía completamente desinhibida. Sabia que a la mañana siguiente la resaca la iba a pasar factura, pero en esos momento solo quería pasárselo bien y disfrutar. Las vacaciones estaban resultando ser geniales y por primera vez, después de un mes se encontraba bien. Relajada y feliz.

En la calle se encontraron con un grupo de chicos, que les dijeron cual era la mejor discoteca de por allí. Dado que ellos también iban hacia allí, decidieron ir todos juntos.

Durante todo el camino Venus se fijo que uno de los chicos morenos no la quitaba el ojo de vista.

– ¡Madre mía, tía! Te esta desnudando con la mirada… -dijo Laura dándola un codazo en el costado

– ¡Ay! ¡No seas bruta! -Venus volvió a mirarle, el chico seguía mirándola fijamente y comenzó a sonreír cuando vio que lo miraba. -¿Quien dices que me esta desnudando?

– No te hagas la tonta. ¡Ve ha hablar con el, anda!

– ¡Tía, no empieces!

– ¡Oh, venga ya! Esta buenísimo y no para de mirarte. Además… te he dicho que fueras a hablar con él. No que te lo cepillaras. Así que… venga -animo dándola un leve empujón. Venus la lanzo una mirada de odio. -¡Y no me mires así! ¡Vamos!

Todo los ojos y se acerco a él. Estaba hablando con Pilar, pero al ver que se acercaba, la sonrío de medio lado y se aparto.

No es que fuera excesivamente guapo, pero tenia algo que le hacia atractivo. Moreno, de ojos marrones y una incipiente barriga cervecera. Llevaba una camiseta de los Beatles, que le resulto graciosa.

– Eh… Hola. Perdona que no me he presentado antes… soy Venus

– ¡Vaya, que nombre tan curioso! Yo Hector

– Si… suelen decírmelo -dijo sonriendo.- ¡Encantada!

Comenzaron una conversación bastante banal hasta la discoteca. En circunstancias normales ni siquiera se habría planteado hablar con él, pero estaba bastante contenta después de las copas que había bebido.

Nada más llegar tubo que entrecerrar los ojos, apenas había luz dentro, salvo algunos luminiscentes y la costaba enfocar.

– ¿Quieres una copa?

Mario se había acercado tanto a ella que notaba su aliento en la oreja. Además, había apoyado una mano en su espalda.

– Emm… claro, porque no…

Fueron no sin ciertas dificultades hasta la barra. El sitio estaba a reventar y según pasaba entre la gente recibía empujones y algunos pisotones que gracias al alcohol no sentía del todo.

A pesar de que intento sacar la cartera cuando la pusieron la copa, Mario insistió y acabo invitándola.

– Y… ¿de donde eres?

– De Valladolid

– Ahh… ¿y que has venido a trabajar?

Venus le miro con confusión.

– Emmm… no. Estoy de vacaciones con mis amigas

– Ahhh… ¡ajam!

No estaba segura de si le estaba tomando el pelo. Habían venido todos juntos a la discoteca. Estaba claro que estaban de vacaciones.

Siguieron hablando un rato más, que equivalió a otras dos copas más. Se sentía tan liberada y tan bien, que no le importo en absoluto que Mario la agarrara de la cintura.

– ¿Sabes? ¡Eres preciosa!

– Gra-gracias… -le empezó a costar hablar correctamente

La acaricio la mejilla acercándose a ella. Ni siquiera estaba segura de lo que estaba haciendo. Se lamió el labio inferior. Después de todo lo que había bebido tenia la garganta seca.

Al parecer Mario vio en ese gesto una señal para besarla. La pillo tan completamente de sorpresa que no la dio ni tiempo a apartarse, aunque tampoco estaba segura de que lo hubiera hecho.

Mario era el primer chico que la besaba después de la ruptura con Tomás y no sabia si es por falta de afecto o que, pero le comenzó a devolver el beso.

Cuando se separaron Mario tenia los ojos brillantes.

– Emmm… ¿te apetece bailar?

No sabia porque había dicho eso. Simplemente se ponía nerviosa en esas situaciones y antes de que se formara un silencio incomodo prefería decir algo para cortar el hielo.

Mario asintió y la agarro de la mano arrastrándola hacia la pista.

Sus amigas estaban bailando con los amigos de Mario y parecía que estaban igual de borracha que ella. Ya cuando pusieron “Pasado Pisado” fue la locura total. Nunca se habría comportado así, pero el alcohol ayudaba bastante. Mario no paraba de tocarla según iban bailando.

– ¡Joder, nena! No te digo como me estas poniendo…

– Es-espero que mucho y que lo estoy sin-sintiendo en el culo no sea la cartera.- dijo Venus no sin cierta dificultad.

Mario la acerco aún más. Sentía como su erección se clavaba en su culo excitándola ligeramente.

Sintió unos labios besar su cuello haciendo que suspirara.

– ¿Te apetece ir a otro sitio más tranquilo? -susurro. -Quizás allí podamos comprobar si esto… -acerco su cadera aún más.-… es una cartera o no.

– Mmmm…. Me encantaría, pero no puedo irme y dejar aquí a mis amigas.

– ¿Tus amigas? Pues que se vayan a casa… total mañana no tienes que trabajar… -Venus frunció el ceño. No sabia cuantas veces le había dicho ya que estaban de vacaciones, o no la escuchaba en absoluto o estaba tan borracho que no se enteraba de nada.- bueno… no pasa nada. ¡Vamos al baño!

– ¿Al baño?

– Buuf… si. No creo que pueda aguantarme mucho más sin comerte por todas partes.

Venus sonrío. Era cierto que Mario no le estaba haciendo ni el menor caso, pero un polvo era un polvo y quizás Laura tenia razón y era lo que le hacia falta para olvidarse momentáneamente de Tomás. Además era Tomás el que le había puesto los cuernos, no ella. Llevaba un maldito mes lamentándose por las esquinas. Quizás ya era hora de que diera el paso y hiciera una locura.

– Claro. ¿Vamos?

Se dio la vuelta y le beso. Cuando se separan Mario la beso y atrayéndola la guio hasta los baños de los chicos. No había nadie dentro, así que no fue complicado meterse en un cubículo y cerrar la puerta.

Nada más colocar el candado se lanzo sobre él, besándole como si no hubiera un mañana. Mario metió las manos debajo de su top acariciando su piel. La fue desplazando hasta una esquina del baño. Venus soltó un quejido al golpearse la espalda contra la pared, pero siguió sin separarse de sus labios.

Cuando se separaron tenia los labios ligeramente enrojecidos.

Mario sonrío de medio lado.

La beso ligeramente el cuello provocando un leve gemido. La agarro de los hombros y presiono hacia abajo. Sabia lo que quería y aunque le daba un poco de asco arrodillarse en ese baño, en el cual había un pequeña mancha justo al lado del retrete que no quería saber de que era, termino por hacerlo.

– ¡Joder, nena! No sabes como me estas poniendo así… Esperando…

Le miro desde abajo mordiéndose el labio.

Mario se desabrocho los pantalones y se los quito junto con sus calzoncillos, lo hizo tan deprisa que apunto estuvo de caerse.

No es que fuera una gran polla, pero no estaba nada mal. Sobretodo todo si sabia usarla bien, cosa que estaba deseando que ocurriera.

La acerco el glande a la boca. Venus abrió la boca dejando que se colara dentro. Paso la lengua por todo su contorno. No tenia mal sabor, así que se introdujo unos centímetros más.

Mario suspiro comenzando a gemir de placer.

Subió la mano acariciando sus testículos mientras no paraba de mamar. No le costo metérsela toda en la boca llegando a mover la lengua sin parar.

– ¡Eso es! ¡Joder!

Mario no paraba de gemir. Le puso una mano en la cabeza acompañando sus movimientos.

Tras un rato sin parar de chupársela se la saco de la boca dándole el turno esta vez a sus pelotas. Movía la lengua en círculos notando lo duros y a la vez suaves que los tenia. Volvió de nuevo a meterse su polla en la boca. Mario la agarro el pelo introduciéndosela entera. Sintió un leve temblor y un liquido amargo en la boca. Intento separarse de él, pero la estaba agarrando con mucha fuerza. Tuvo que tragárselo todo si no quería que se atragantara. Finalmente cuando ya no sabia nada más por sacar soltó su cabeza.

Venus comenzó a toser intentando recuperar algo de aire.

– ¡Joder, nena! Me has dejado vacío. Menuda boquita tienes.

– Bufff… si bueno… ahora es mi turno ¿no?

Mario empezó a vestirse colocándose bien el pantalón.

– Si… bueno… quizás más tarde. Necesito mi tiempo de recuperación

– Ya… pero… no iras a dejarme aquí así, ¿verdad?

Ni siquiera la contesto. Se peino el pelo hacia atrás y salió del baño. Venus ni siquiera se había levantado todavía del suelo mirando con los ojos abiertos la puerta del baño abierta de par en par.

<> -pensó incorporándose.

La había dejado con todo el calentón. Menudo cabrón.

Como pudo se limpio el pantalón y fue hasta el lavabo. Mientras se estaba echando un poco de agua en la cara entro un chico y se la quedo mirando. Se quito el pelo de cara.

– ¿Y tu que coño miras? -gruño saliendo por la puerta.

Estaba claro que no tenia suerte con los hombres. Busco con la mirada a sus amigas. Las encontró a unos metros de ella, se habían apartado del grupo de amigos de Mario y ahora estaban bailando con otros chicos. Incluso Pilar, que era la más tímida a la hora de ligar estaba enrollándose con un rubio guapísimo.

Suspiro y se dirigió a la barra.

Con tanto movimiento la borrachera se la había pasado considerablemente y ahora le sabia la boca a vodka y semen. Pidió al camarero una botella de agua y se apoyo en la barra. Un pequeño escalofrío la recorrió todo el cuerpo. Frunció el ceño y observo el local a su alrededor.

En una esquina estaba un hombre que la estaba mirando fijamente. No sabia porque pero la estaba empezando a poner nerviosa. Rondaría la treintena, moreno, de piel ligeramente bronceada, vestía un abrigo oscuro que le daba un cierto aura de misterio.

Bebió un trago de agua sin despegar los ojos de ese desconocido. El hombre simplemente se dedico a dar un trago a su copa y hacerle un pequeño gesto de salud.

– ¡Tía! ¿Donde te habías metido? -giro la cabeza encontrándose con Laura. -Llevas perdida casi toda la noche ¿Donde coño estabas?

Venus volvió a girarse volviendo a mirar la esquina, pero ya no estaba ese hombre. Miro a su alrededor, pero nada. Parecía que se le había tragado la tierra.

Laura chasqueo los dedos delante suya.

– ¡Ey!

– Ehh… esto perdona Laura… he ido al baño

– ¿Al baño?

Venus asintió.

– Ya… al baño…