Vacaciones en Cuba con amigas, todas terminamos siendo infieles
Mi esposo estaba feliz de que me fuera de vacaciones a Cuba con un grupo de amigas. En total éramos 5 amigas, las 5 éramos mujeres infieles a sus esposos. Arturo creía que los hombres iba a Cuba a tener sexo y que las mujeres íbamos a conocer todos los lugares que ese país tiene para ofrecer. Nosotras cinco íbamos en busca de algunos hombres que nos llenaran de verga, que nos hicieran sentir unas putas.
Al llegar a La Habana, pedimos un taxi del aeropuerto a la casa que habíamos rentado. En el camino el taxista nos habló de todo, en algún momento nos ofreció hombres, las 5 gritamos que sí, después hasta mujeres nos ofreció a mí me llamo la atención pero con las mujeres que iba no tenían sexo con mujeres, ya vería después, nos dejó en el hotel. Prometió regresar dos horas después.
Organizamos nuestras cosas, pasadas dos horas llego el taxista con 7 hombres, todos muy jóvenes ninguno pasaba de los 22 años. 3 eran rubios, 2 negros, un mulato y un muchacho moreno.
Ellas escogieron a los 3 rubios, otra al moreno, yo pedí a los dos negros, ellas celebraron mi decisión el chico mulato se tenía que ir. Acordamos el precio, pero pedimos que los tres días que estaríamos ahí, ellos no se separaran de nosotras, no hubo problema.
El primer día nos llevaron a conocer lo más importante de La Habana, por la noche fuimos al malecón, donde un grupo de chicos y chicas se acercaron, les pagamos para que nos cantaran algunas canciones, una de mis amigas mando al muchacho que escogió por una botella de ron. Yo estaba sentada con los dos negros, uno se llamaba Stalin, el otro Bernardo.
Todos cantábamos, reíamos, la botella se acabó demasiado rápido y mandamos por dos más, las cuales también duraron poco. El ron era buenísimo. Stalin en algún momento comenzó a acariciarme las piernas, Bernardo paso su mano por mi cintura y el bajo para acariciarme las nalgas, me dijo al oído que estaba buenísima.
Mis amigas ya también estaban fajando con sus hombres. Habíamos acordado que cada una podía irse a la casa cada que quisiera coger, una de ellas dijo que ya se iba, todas dijimos que también. Era peligroso para ellos que los vieran fajando con nosotras. Al llegar a la casa cada una se metió con quien le tocaba a su cuarto.
P –Vamos a ver que tienen para mi mis machos.
Ellos se desnudaron, sus vergas eran enormes más de 25 centímetros, muy gordas, sentí que me enamoraba de aquellas dos vergas, sin poder evitarlo, también sin quererlo me hinqué y comencé a mamar, primero alternadamente, después le dediqué un buen rato a la da Stalin, después a la de Bernardo. Eran grandes parecían moradas, con las venas saltando muchísimo. Tomé las dos y me las pase por la cara, tomé mi celular, se lo di a Bernardo, me puse una a cada lado de la cara y le pedí que me tomara algunas fotos, después me tenía una después la otra, mientras me tomaban más fotos.
Me desnudé, los dos me chuparon las nalgas, me dijeron que mi culo era simplemente hermoso, que pocas veces se veía un cuerpo así, que mis tetas eran una belleza. Stalin se pasó al frente y comenzó a chuparme la concha, su lengua pasaba por toda mi vagina, después me chupo el clítoris. Bernardo me chupaba el ano. No aguante y tuve un orgasmo.
P –Aaaahhhh que rico, que bien chupan, cójanme, soy su puta.
Los dos se pararon y cada uno me chupo una teta, mamaban muy rico. Les pedí que se acostaran bese sus pechos, los cuales estaban muy marcados. Volví a chupar sus vergas, estaba enloquecida con ellas. Ellos gemían, le pedí que me trataran como a una puta.
S –Mama puta, comete mi verga.
Yo chupaba fascinada, quería estar con ellos dos para siempre. Bernardo me jalo de la cabeza.
B –Ahora mámame a mi puta.
Yo se la mámame, mi lengua pasaba por todos lados, volví a tomar las dos y me las pase por la cara, sus vergas eran una maravilla.
Tomé la de Bernardo y me senté sobre ella, sentí como me abría muchísimo, pocas veces mi vagina se había abierto tanto, cuando me la metí toda me quede así, estuve un rato sin moverme era demasiado grande, sentí que la vagina se me rompería. Cuando por fin me acostumbre y el dolor se calmó, le pedí a Stalin que me la metiera por el culo.
Con mucho cuidado me metió la punta, después trato de meterme la cabeza.
P –Aaaahhhh espera cabrón esta enorme me vas a romper, sácamela.
Me la sacó, comencé a subir y a bajar en la verga de Bernardo, me di varios sentones, era impresionante el placer que me daba esa verga. Me detuve y le dije a Stalin que lo intentara otra vez con mucho cuidado. Me volvió a meter la punta, me apretó muy duro y me metió la cabeza.
P –Aaahhhh cabrón me vas a partir sácamela, no aguanto.
Él no se movió, a mí se me salieron algunas lágrimas, Stalin comenzó a acariciarme la espalada, así estuvo como un minuto, me tomo de la cintura y haciendo mucha fuerza me la metió toda.
P –Aaaahhhh ya por favor sácamela, duele muchísimo.
S –Aguanta puta, al final sabes que te gustará.
P –Lo sé pero duele muchísimo, tu verga es muy grande.
Ninguno nos movimos, pasaron algunos minutos cuando ellos empezaron a moverse, lo hacían muy lento, comencé a sentir placer, sus vergas me estaban hacer sentir delicioso. Entraban y salían muy lento, yo comencé a moverme más rápido no mucho, pero ellos entendieron que ya me había adaptado. Ellos si se movieron muy rápido.
P –Sí, sí cójanme, soy una puta que ama la verga.
S –Que culo puta, que bien te mueves, ves cómo te gusta.
P –Sí papi me gusta mucho como me das verga por el culo.
B –Eres una gran puta, tienes un coño delicioso.
Nos seguíamos moviendo, la cama ya brincaba, los golpes de la cabecera contra la pared eran ensordecedores, los tres gemíamos, yo tuve un orgasmo muy grande, el placer fue maravilloso, después Bernardo se vino en mi coño. Como un minuto después Stalin se vino en mi culo. Nos separamos y nos quedamos dormidos.
Era muy temprano cuando tocaron la puerta, una de mis amigas me decía que nos apuráramos que ese día íbamos a Varadero. Nos fuimos hacía allá todo el día estuvimos en la playa. Mis amigas y yo usábamos bikinis diminutos, todas con hilo dental. Cada una platicaba con su pareja, yo platicaba con mis machos, les platique de mi vida en México, de cómo mi esposo es el mayor cornudo que existe. Regresamos a La Habana, ya era tarde solo estaríamos dos noches esa era la segunda, había que aprovechar.
Al llegar todas nos metimos a nuestros cuartos, ellos me vieron mientras yo me desnudaba, cuando termine Stalin me chupó la concha, estuvo así un rato, esta vez no termine. Me agache y mame la verga de Bernardo, por afuera le pasaba toda la lengua, iba dibujando sus venas. Me la volví a meter, se la mame otro rato, después hice lo mismo con Stalin.
Bernardo me inclino sobre la cama, y de un solo golpe me metió la verga en el ano.
P –Que vergota me estás metiendo.
Mi ano ya se las quería tragar sin poner resistencia, así me estuvo cogiendo Bernardo, dándome fuertes estocadas, sentía como entraba y salía su verga de mi ano, que cada vez se abría más.
P –Dame verga, cógete a tu puta.
B –Toma puta, si esto es lo que quieres te voy a coger muy duro, sus movimientos cada vez eran más rápido, por momentos me levantaba, hasta que me cargo sin sacarme su verga, Stalin se puso enfrente, y me la metió por el coño, así me tenían ensartada, mientras yo estaba en el aire.
P –Así mis machos, denle verga a su puta.
Sentía como me llenaban, me cargaban para después dejarme caer en sus vergas, era muy placentero que me llenaran así, sentir como iba cayendo sobre esas vergas, como se iban metiendo en mí.
Me hicieron llegar al orgasmo, sentía como mis jugos salían, como todo eso resbalaba por la verga de Stalin que junto a Bernardo no dejaban de moverse, hicieron que mi orgasmo fuera mayor. Los dos cada vez gemían más rápido, estaban por venirse.
P –Vénganse en mi boca.
Me bajaron, yo me hinqué, abrí la boca, el primero en venirse fue Stalin me llenó la boca, después se vino Bernardo, cuando tuve las dos leches en mi boca la abrí lo más grande que pude, les hice señas para que tomaran mi celular y me tomaran fotos, cuando me las tomaron me tragué toda la leche.
Era la madrugada y les platiqué que quería tener sexo con una cubana, Bernardo fue por una amiga suya. Cuando regreso y me la presentó estaba sorprendida por su belleza. Tenía un cuerpo maravilloso, unos senos enormes, un culo tan grande que el mío parecía el de una niña.
Le pedí a los dos que nos dejaran solas, que regresaran una hora después para que mis amigas no se dieran cuenta.
Al quedarnos solas, comenzamos a besarnos, las dos nos agarrábamos las nalgas, ella me dijo que le gustaba mucho mi culo, yo le dije que el suyo era perfecto, nos desnudamos, chupe sus senos, ella me incitaba a seguir, fui bajando bese cada parte de su estómago, baje a besar sus caderas, después chupe su vagina, mi lengua trataba de entrar, hacía algunos círculos con mi lengua, después chupe su clítoris, ella gemía y me tomaba de la cabeza, parecía que quería hacerme entrar en ella. Se vino en mi boca, probé sus jugos, me levante.
Ella me acostó, chupó mis senos, succionaba mis pezones, acariciaba mis tetas, pasaba sus labios por mis senos, yo gemía, me gustaba como me chupaba, después bajo a mi vagina, ahí me la comenzó a chupar, su lengua entraba en mi vagina que estaba muy abierta por la cogida que me acababan de dar los dos cubanos. Sentía como dejaba su saliva dentro de mí, después me chupo el clítoris, lo succionaba con sus labios, pasaba su lengua muy rico, no aguante más y entre gritos acabé.
Después tallamos nuestras vaginas, abrimos bien las piernas nos pusimos como tijeras y dejamos que nuestras vagina entraran en contacto, después nos acostamos una al lado de la otra, nos besamos y nos fajamos, nuestras manos iban de nuestras tetas a nuestras nalgas, después a la vagina de cada una.
Paso el tiempo y Bernardo y Stalin regresaron, Bernardo se llevó a su amiga, cuando regreso nos acostamos a dormir al siguiente día dimos una última vuelta y en la tarde regresamos a México.
Mi esposo me pidió que le platicara todo lo que hicimos en Cuba, yo le platique sobre lo que conocimos y que la gente era muy amable, le dije que me gustaría regresar lo antes posible, que planearía otro viaje hacía allá. Él me dijo que le gustaría acompañarme. Algo tenía que pensar para no regresar con él.