A veces, no sabes la procedencia de las clientas, cuando te llegan o te solicitan los servicios de masajes, Anais, La Húngara Afincada 10 Años
A veces, no sabes la procedencia de las clientas, cuando te llegan o te solicitan los servicios de masajes, pero ayer me solicitaron por un mensaje que tengo puesto en una página de masajes eróticos, una mujer que necesitaba probar eso de los masajes con final feliz.
Ella no me dijo mucho, más bien que no le importaba el precio ni el tiempo, solo quería experimentar eso que le habían dicho que se hace desde hace tiempo, y que las mujeres sienten de otra forma, por tanto, tras una charla por WhatsApp, pudimos realizar la cita.
Esta mujer, que la llamaremos Anais, aunque no es su verdadero nombre, como todos sabrán, que lo primero es la privacidad de mis clientas, pues es una mujer casada, aunque realmente apenas se sienta como tal, ya que su marido le metió en el mundo de los swingers, y ella, pues lógicamente con tanta experiencia con otras parejas, al final le cogió gusto a eso de estar con otras parejas, y ahora necesitaba experimentar otra clase de placer.
Me dijo que ante todo, necesitaba privacidad, que por su situación, buscaba algo discreto, algo placentero pero no llegar y enseguida abrirse de piernas, que hasta estaba cansada de ello, que era casi monótono.
La verdad es que mirando fríamente, es hasta cansado tener que llegar con una pareja, fingir que estas excitada y que necesitas tener sexo rápidamente, cuando en realidad, lo que toda mujer quiere es que la conquisten, que sean los hombres o las parejas, las que hagan que no sea monótono, aunque saben perfectamente el final, pero los principios siempre han de ser distintos.
Anais, es una mujer del Este de Europa, morena, alta, casi 180 cm, con ojos color miel, una bella sonrisa, y un cuerpo que a veces, no se sabe cómo pueden tener esos cuerpos, ya que si de pecho tenía 130, de cintura tenía 70 y de cadera tendría como ella me indico casi 100.
No me gusta nunca describir los cuerpos de las mujeres, pero es que esta clienta, me lo pidió, porque sabía tras acabar la sesión, que yo escribo lo que ocurre en mis sesiones de masajes, en un blog, y ella deseaba saber lo que yo había recibido tras darle el masaje.
Ella me pidió que la cita si podía ser a las 4 de la tarde, ya que era cuando estaba libre de sus cosas de casa, ya que aunque parezca mentira, estaba casada desde hacía más de 20 años con un español, y lleva en la ciudad en la que resido, 21 años viviendo, pero no ha perdido ni la figura de mujer húngara, ni casi el acento, aunque se defiende muy bien con el español. Cuando vino, estaba vestida con un vestido bastante amplio, que le llegaba casi a los tobillos y con tirantes, por tanto, supongo que fresquita iba por dentro, porque hace calor y más a esa hora.
Cuando entro, estaba como todas las clientas nuevas, algo nerviosa, pero le dije que si tenía ella tiempo, sería mejor, ya que antes de empezar el masaje, siempre es bueno charlar un poco, para saber qué es lo que ella desea y que es lo que yo le voy a realizar, pero ella solo quería saber cuánto iba a durar el masaje, por donde le tocaría y si conseguiría darle placer.
Le indique que si ella estaba tensa, no podría gozar de nada, solo de un masaje en su cuerpo y poco más. Le dije también que empezaría con un masaje relajante, por todo su cuerpo, tanto por detrás como por delante, luego pasaríamos a un masaje sensitivo y por ultimo le daría un masaje erótico para que ella ya decidiera como acabarlo si solo con manual en tu cuerpo, si solo con oral, o si quería tener penetración, solo que esto, suelo hacerlo solo con mujeres que lo soliciten en ese momento, nunca lo indico antes, pero lo dejo a entender.
Ella quería solo sentir placer, por tanto, le indique que si le gustaba el té, empezaríamos por un té y así, empezaríamos a charlar. Las charlas suelen ser el romper el hielo, porque aunque me cuenten cosas de verdad o de mentira, es para que ellas se sientan a gusto, por tanto, mientras servía el té, le indique que se pusiera cómoda en el sofá, ya que en breve la pasaría a la habitación donde estaba la camilla, para que ella se desnudara, y se pusiera tumbada tapada con las toallas.
Se tomó el té, pero notaba que estaba nerviosa, eso es fácil, si un vaso de té, tiembla mucho, no es por lo caliente que este, sino porque esa mujer no está lo suficientemente relajada, por tanto, en cuanto nos lo tomamos, le cogí de la mano, y haciendo un gesto para que se levantara, la lleve a la habitación, y le dije que se fuera quitando la ropa, y se quedara si quería con el tanga o braguita, pero que se tumbara en la camilla boca abajo. También le dije que si necesitaba de alguna goma para recogerse el pelo, ya que tenía una melena bien cuidada, que le llegaba casi a los omóplatos, y para un masaje, es lógico recogerse el pelo, a lo que ella me indico que me lo agradecía, porque suele siempre llevar el pelo suelto, pero que se la trajera.
Fui al baño, en donde tengo estos utensilios, ya que alguna vez, alguna clienta desea darse una ducha antes de irse después del masaje, y claro, ¿dónde tienen normalmente las mujeres en sus casas estas gomas del pelo? Vale, no todas saben dónde lo tienen, pero yo las tengo en una canasta de mimbre pequeña en el armario que tengo en el baño, y cuando volví con un par de ellas, para que ella eligiera la que le gutara más, me encontré en la habitación a esta mujer, de pie, apoyada en la camilla, como sentada, pero que solo tenía el tanga azul como única ropa.
A ver, ante todo, soy profesional en cuestión de masajes, pero normalmente las mujeres obedecen y se tumban, pero esta mujer no, me espero incluso y cuando me vio la cara de asombro, me pregunto:
“¿Crees que todavía mi cuerpo puede hacer gozar a hombres sin que pienses que soy fácil?”
A ver, Anais venía a por un masaje o ¿venía a una sesión de psicoanalista? Esto no es lo que yo pensaba recibir de pregunta, pero bueno, cada mujer es un mundo aparte, por tanto, le conteste:
“Tienes un bello cuerpo, y lo sabes.
Tienes la capacidad de saber excitar a un hombre estando vestida.
Tu cuerpo, muchas mujeres lo desearían tener para poder dar el placer a sus hombres, por tanto, ¿cuál es el problema que ves en tu cuerpo para que pienses si todavía das placer o no?”
Anais me miro con una mirada fija en mis ojos, mientras yo la miraba normal, ya que si intentaba excitarme, no era el momento, ya que estaba yo concentrado en darle un masaje, es decir, no estaba excitado, y claro, cuando ella ya se recogió en una coleta su melena, se me acerco y me pregunto:
“¿Por qué no estas excitado y no me comes los labios y me abrazas?, no te gusta mi cuerpo, ¿verdad?”
A lo que yo le respondí:
“Anais, eres bella, eres atractiva, si fuera otra circunstancia, ya te estaba besando y acariciando todo tu cuerpo, como hombre que soy, pero has venido a que te dé un masaje. Has venido a relajar tu cuerpo. Has venido a recibir un placer en tu cuerpo, que no sea sexual al principio. Yo soy masajista, no profesional, pero me tomo este servicio como un trabajo, y tengo que relajarte.
Si me hubieras citado para echar un polvo, ahora mismo estabas en esa cama que tengo detrás mía, comiéndote toda, pero no, has venido para tumbarte en esta camilla y recibir placer, y eso vas a hacer.
Así que, túmbate, por favor, y empecemos la sesión de tu placer, porque creo que estas tensa y estas confundida con lo que yo te puedo dar, y no sé quién te habrá dado mi número, o si lo has visto en la página en donde tengo el anuncio, pero si estás buscando un polvo pagando por ello, creo que te has equivocado de anuncio, porque hay miles de hombres que te darían ese placer, incluso sin que tu pagues nada.
Hazme el favor de solo sentir, de despejar tu mente, y de relajarte, porque si no lo haces, has perdido tu tiempo, tu dinero por este simple masaje y tu ego de mujer que se tira lo que le da la gana, y eso, ahora no va a ser.”
Y mirándome con una sonrisa, me indico:
“Te estaba poniendo a prueba, porque ya he ido a muchos masajistas, y todos acaban haciéndome lo mismo, un ratito corto de masaje y luego se ponen el condón y me penetran, cuando yo lo que busco es nada de condón, nada de penetración y nada de polvo. Así que, veamos de que piel estas hecho, porque quiero sentir mi cuerpo, lleno de placer pero relajado.”
Y en cuanto acabó, se subió encima de la camilla, a cuatro patas, mientras yo me encargaba de ponerme el cinturón con el aplique de cuero que sujeta el bote de aceite, y le pregunte si tenía la piel sensible o si por el contrario, le gustaba cualquier tipo de aceite, a lo que ella me dijo que no era alérgica a nada, solo a los hombres babosos que no saben tratar a una dama del Este de Europa.
Pero ver a una mujer tan atractiva, puesta lentamente de a gatas o a cuatro patas a estar tumbada boca abajo, hay que tener mucha concentración para poder no fijar los ojos en esa belleza de cuerpo, así que, me concentre totalmente y tras unos segundo, empecé a posar mis manos untadas en aceite de romero mezclado con almendra, por todo la piel de su espalda, a lo que ella, notando mis manos calientes, se le escapo un gesto de placer. Parecía que llevaba tiempo sin sentirse así, tan relajada y que no estuvieran intentando besarle la espalda, para así intentar excitarla como casi siempre hacían en ella.
Teniendo en cuenta que cuando empecé con su espalda eran casi las cuatro y veinte de la tarde, pues la verdad, sin mirar el reloj, porque no suelo hacerlo cuando empiezo los masajes, solo calculo el tiempo según vea como va transcurriendo la sesión, pues ella me indico que si no se daba cuenta, le avisara en una hora, que tendría que mandar un mensaje para indicar que iba a retrasarse. Así que, empecé a darle el masaje, primero relajante por su espalda y notando que sus cervicales estaban bastante agarrotadas, por lo que me dedique a relajarle bien dichos músculos. Indico que el resto de su cuerpo, estaba tapado por dos toallas pequeñas, una que le tapaba los muslos y su trasero, y la otra le tapaba parte de la espalda, no por nada, sino para que el cuerpo no vaya perdiendo el calor que se le puede aplicar, además, estando casi a 38 grados en un ambiente de calle, pues en el piso y al tener los ventiladores puestos, intentaba que estuviéramos a una temperatura más acorde para ello, unos 29 grados o menos, no tanto para sudar, pero si para que el cuerpo desnudo de ella no tuviera agarrotamiento por el frio o destemple de la temperatura ambiente.
Cuando acabe de masajear su cuello y cervicales, pasé a su espalda, y claro, la toalla que tenía tapando esa parte de su anatomía ahora la coloque en su cuello y cervicales, como toda persona que da masajes, sabe que es para no perder el calor y relajamiento muscular. Y la volví a untar de aceite y empecé a notar que tenía varios músculos duros y tensos, por lo que me aplique bien en dar bastante masajes a esas zonas, y notaba que ella estaba sintiendo un placer aunque sumado a un dolor, ya que tenía contracturas severas, como de que nunca le habían tratado la espalda, por tanto, con sumo cuidado pero sabiendo que músculos tocar y con qué intensidad, proseguí hasta dejarle la espalda relajada.
Al acabar, la tape con la toalla que tenía arriba, en su cuello, y me agache en cuclillas para indicarle como se encontraba.
Por un momento no me oyó, por lo que le volví a preguntar, y me indico que está bien, que tenía buenas manos y que no pensaba que tuviera tal relajación en la espalda, con lo que le había dicho.
Me pregunto qué hora era, y mirando la hora en el móvil le indique que eran las 5 y cuarto de la tarde, y que si quería que le pasará su bolso para mandar el mensaje que tenía que hacer y que me había dicho antes que se lo recordara, y se quedó pensando, pero le dije que ahora faltaba las lumbares, su culo y sus muslos, y cuándo acabará con eso, daríamos la vuelta a su cuerpo, y empezaría por la parte de delante, con lo cual, tendríamos de masaje una hora larga, así que, era el momento de que indicara a quien fuera, que se iba a retrasar, si quería que continuara con el masaje, a lo que ella, diciéndome que si no me importaba que el acercara su bolso avisaría. Yo se lo acerque, ya que estaba en el salón, y la deje un rato tranquila, en lo que yo iba a preparar un batido refrescante, porque sabía que le vendría de lujo, y los suelo hacer de kiwi amarillo y dulce, de naranja, de plátano y de melocotón, mezclado con cubitos de hielos y en la batidora, pues eso se hace rápidamente y ayuda a estar más frescos.
Los batidos, nunca entran en el precio del masaje, pero es cierto que en ciertas horas, son necesarios, por lo que, en cuanto acabe de hacerlo, los puse en dos vasos de tubo especiales de una marca conocida de bebida refrescante, de un sorteo que tuve hace años por comprar una oferta, y los puse en una bandeja, y llegue a la habitación en donde estaba ella, sentada en la camilla, mandando el mensaje a la persona que tenía que hacerlo. La mire a los ojos, y cuando ella acabo de mandar el mensaje, le indique que si lo quería tomar encima de la camilla, o prefería en la cama, tranquilamente. Ella se bajó de la camilla, y se sentó enfrente de mí y probó el batido, a lo que claro, me pregunto que tenía, porque le gustaba bastante. Se lo indique y me pregunto si esto había que pagarlo aparte, y le indique que todo estaba metido en el precio, a no ser que ella después del masaje, quisiera dar una propina o regalo, ya que eso nunca se niega a una clienta satisfecha.
Mientras estábamos tomándonos los batidos me pregunto lo típico, si tenía pareja, si sabía mi pareja lo que hacía, si estaba solo, en fin, las preguntas que siempre se hacen después de una media sesión de masaje.
Le respondí que si quería saber la verdad, para que ella estuviera más contenta o si quería que la mintiera, para que pasáramos de ello y siguiéramos con lo que ella había venido.
Sé que es una respuesta dura y borde, pero yo en ningún momento le pregunte si estaba casada, divorciada, separada o soltera, y ella lógicamente, después de preguntarme y oírme la respuesta, me afirmo que tampoco íbamos a sacar nada sabiendo mi vida privada, total, ella solo quería acabar el masaje y volver a su cruda realidad de buscar el placer de los hombres con su cuerpo.
Indico que esas palabras que ella dijo, duelen, la verdad, saber que tienes que volver a hacer algo que a tu pareja le gusta y a ti, realmente no te gusta, es algo que muchas mujeres, por desgracia, tienen que aguantar en su vida, por lo que viendo que se iba a poner triste, le dije que si quería que dejáramos los batidos y continuáramos con el masaje, porque ahora iba a cambiar, ya que iba a modificar algo en el masaje, aunque si es cierto, que lo primero que tocaría sería las lumbares, porque solo con la postura en la que se puso sentada, ya sabía yo que tenía la espalda agarrotada, aunque le había aliviado bastante antes.
La invite de nuevo a que se tumbara, pero le indique que si me hacia el favor antes, de quitarse el tanga, ya que iba a realizarle un masaje especial en los costados y en sus glúteos, aunque ella me miro con cara de “me quieres tener desnuda para excitarme, verdad?” pero en realidad todavía no iba a empezar a darle ese placer, solo que yo quería no tener ningún obstáculo pero si poderle dar el masaje en condiciones, y no mancharle el tanga de encaje que tenía, por lo que una vez explicado y ella confiando en que solo iba a realizar ese masaje, se lo quito de espaldas a mí. Lo hizo así para ponerme más nervioso, pero lo siento, yo estaba totalmente concentrado, por tanto, no es la primera mujer ni la última que se me desnuda completamente para darle un masaje, aunque ella esperara otra cosa.
Se tumbó, le puse en sus gemelos, una toalla, y en su espalda la otra, para que volviera su cuerpo a tener una temperatura acorde a lo que yo le iba a proporcionar con el masaje.
Le unte de aceite en las lumbares y parte de su costado con la palma de mi mano, así como en el coxis, y me dedique a darle un masaje algo más relajante, más sensual, más lento, en lo que ella empezó a notar que ya no era tan relajante como lo que le había aplicado antes en su espalda, en más, incluso hubo varios momentos en los que ella gemía, tal vez de excitación o que le gustaba realmente, pero yo estuve algo así como media hora con sus lumbares, con sus costados, ambos, y con el principio de sus glúteos, por lo que viendo que al principio tenía tensos los músculos, al final, estaba completamente relajada. Cuando acabe, puse la toalla que estaba en sus gemelos, ahora estaba tapando sus lumbares y trasero, para que se mantenga el calor y no perderlo.
Y me baje a los muslos y gemelos. Fue un masaje suave, lento, descargando posibles contracturas, y como no, llego lo que siempre no deseamos y suele pasar, el tirón en el gemelo, ya que aunque parezca mentira, pero al relajar dicho musculo, si hace mucho que no te lo relajas o que llevas un tiempo de estrés, el cuerpo es sabio y es cuando pega el tirón, y le paso eso a Anais, en el gemelo izquierdo, por lo que note yo que estaba toda la pierna tensa, y rápidamente cogí del pie izquierdo y se lo estiré hasta que hizo el sonido típico cuando el musculo se destensa. Ella se giró y mirándome casi con lágrimas, me dijo que le perdonara por ese tirón, pero le dije que eso pasa muchas veces, y que sentía yo haberle producido dicho dolor, por tanto, le volví a relajar la pierna entera, esperando que ese dolor se le quitara, y note que se le iba quitando, solo con tocar con mis dedos y palma de la mano, la pierna y el musculo del gemelo.
Al notar ella que ya no tenía el dolor, me indico que si quería dejarlo para otro momento, no pasaba nada, pero le dije que yo acabo todas mis sesiones, por tanto, me puse con la pierna derecha, y claro, en esta pierna no le dio tirón, pero si note que ella estaba tranquila, porque vio que en ningún momento le toque sus partes íntimas para nada, solo los músculos de su cuerpo.
Cuando acabe de darle los masajes suaves, me acerque a su cabeza, y agachándome para que ella pudiera oírme desde el agujero de la camilla, le dije que si se quería dar la vuelta, yo le ayudaría, porque estaba casi en trance, entre el dolor del tirón y luego el masaje para quitárselo, pues se había relajado completamente tanto o más que casi se me duerme. Tengo que decir que muchas clientas se suelen dormir, esto es normal, no es que sea uno malo dando los masajes, es que si te relajan lo suficiente, pues tu cuerpo también se relaja, y puedes dormirte.
Anais se dio la vuelta, lentamente y cuando se giró del todo, noto un pequeño dolor en la ingle izquierda a lo cual yo no lo note, pero el gesto que hizo en su rostro, me indico que no iba bien todo lo que yo hubiera querido que fuera. Le pregunte que le pasaba y ella me indico que a raíz del tirón, le había llegado hasta la ingle, por lo que notaba un ligero y molesto dolor. Pero que no pasaba nada. Eso nunca se le puede decir a un masajista, no por nada, sino porque vamos a intentar quitar todos los dolores musculares que se tengan en el cuerpo, por lo que le dije que se relajara, que le iba a quitar ese dolor o molestia que tenía, ya que no era una parte muy buena para dejar de tratarlo. Ella me dijo que no hacía falta, pero yo le indique que luego, para caminar, no le vendría bien, y que solo iba a relajarle los músculos de esa parte. Ella acepto, y se tumbó, con las piernas juntas.
Si, ya sé que tocar esa parte del cuerpo de una mujer, en una camilla, puede considerarse que estamos tocando una zona sensitiva y a la vez excitante, pero recuerdo indicar que yo solo estaba en ese momento para quitarle dolores o molestias musculares, así que, eso es lo que hice, con mis yemas de los dedos y con un poco de aceite, primero en movimientos lentos y circulares por la zona de la molestia, y luego agarrando su muslo, para levantárselo, por toda la musculatura que conlleva la flexión de la pierna y notar que ella ya no tenía ninguna molestia.
Bien es cierto, que la vista no falla, y entre los labios de ella, note una brillantez, claro sinónimo de que estaba excitada o por lo menos, su cuerpo, aparte de relajarse, también se había excitado, pero yo seguí con mi masaje. Le indique que iba tocarle la parte de su cuello y torso, por lo que le puse la toalla encima de su vientre y parte de sus muslos, y me dedique a darle un masaje sensitivo.
Le pregunte si quería que le hiciera el masaje por sus senos, pero ella me indico que no hacía falta, ya que no le iban a dar ningún tirón y ya se los tocaban muchas veces al cabo del día, casi riéndose me lo dijo, por lo que yo no sé los toque, ya que siempre se ha de explicar el motivo de porque se tocan, y no es para excitar como muchas personas puedan pensar, pero como la respuesta fue negativa por parte de ella, pues la clienta siempre tiene la razón.
Seguí el masaje por su estómago, al cual noté que el esófago lo tenía como una piedra de duro, y se lo relaje. Llegue también a su vientre, y bajo vientre, pero solo le hice en el bajo vientre un masaje suave, tampoco había que activar nada dentro, y luego pasé a los muslos y a sus piernas, y cuando acabe, me dedique a realizarle en cada pie, un masaje relajante, que eso sí que la hizo casi entrar en un éxtasis de placer, porque bien es cierto que si se los habían tocado muchas veces, pero como ella me dijo:
“Ha habido tantos hombres y mujeres que me han chupado los dedos de los pies, para intentar ponerme excitada, que tus dedos me han hecho ver que el placer de esas personas solo eran para abrirme de piernas, y tú solo me estas relajando el cuerpo, y también sin quererlo, me estas excitando.
¿Ahora me vas a acabar de excitar o quieres que me vaya?”.
Y yo le respondí:
“La clienta es la que decide cuándo se va, como se va y que hace. Por tanto, si te quieres levantar e irte, no pasa nada. Si quieres que continúe, ahora empezare con el masaje erótico con final feliz. ¿Cómo quieres el final, manual, oral u otra cosa?”
Y sin esperar a que acabara, me dijo:
“Otra cosa, no la he notado yo, ahora mismo que esté para darme ese placer, y la verdad, manual me han dado muchas veces, pero aunque parezca mentira, todos los hombres y parejas prefieren que yo les haga eso con mi boca, pero pocas personas me lo han dado, y si solo con tus dedos y manos, me has hecho esto, ahora quiero saber lo que tu boca y lengua es capaz de hacerme.
Y tranquilo, te has ganado ya una buena propina, pero que sepas que tengo libre dos horas más, por tanto, vamos a disfrutar del masaje, ¿no cree?”
Mi respuesta fue clara. Llegue a sus senos, me agache, y los empecé a besar, mirándola a los ojos, y ella solo con el movimiento lento de mi lengua en uno de ellos, y succionándole con mi boca, soltó un gemido. Le hice lo mismo en su otro seno, con el mismo movimiento, y ella intentando reprimir sus ganas de cogerme de la cabeza, solo me acariciaba mi nuca, con cada movimiento que le hacía en su pezón.
Como me indico que estaba harta de que la tocaran sus genitales con los dedos, no se lo toque, ya que ella espera tener un masaje de lengua allí, y cuando creí conveniente, me baje directamente a sus labios, le separe sus muslos y pasé la lengua entre sus labios, totalmente húmedos de ella, y totalmente calientes e hinchados, y solo ella gemía y apenas decía nada, eso sí, su respiración se aceleraba y cada vez que mi lengua subía, su cadera también se alzaba, como queriendo que no se separara mi lengua de sus labios.
Hasta ese momento, en todo la sesión de masaje, le había tratado como una Dama antes de empezar el masaje, y luego como a una mujer, pero ahora, pensaba tratarla como lo que ella deseaba, una mujer deseada y gozando, por lo que alzando sus muslos por encima de mi espalda, me peque a sus labios, y no paré de movérselos hasta que ella sola, agarrándome de la cabeza, para no parar de hacerle el movimiento, pudiera llegar a su orgasmo, que la verdad, parecía que lo necesitara, ya que fue muy fuerte, moviendo toda la cadera y sin dejar de apretar mi cabeza a su bajo vientre, y cuando acabo de vibrar todo su cuerpo, se desplomo en la camilla.
Lógicamente, yo con este masaje, o mejor dicho, este trabajo lingual entre sus labios, tenía una erección de órdago, pero en mi pantalón corto de dar masajes, apenas se notaba, por lo que cuando ella dejo de respirar aceleradamente y notando que yo seguía pegado a sus labios, porque seguía dándole placer, me pidió que parase de darle ese placer. Me dijo que me acercara a su boca, ya que quería decirme algo, y cuando estuve de pie, cerca de ella, Anais puso su mano encima de la tela de mi pantalón corto, y noto toda mi erección. Sonrió y me miro con cara de lascivia, pero entonces sonó el maldito tono de llamada de su móvil.
Anais, agarro su móvil, y vio un mensaje que le cambio el gesto de su rostro, y como que la puso triste. Cuando contesto, se incorporó, y acercándose a mí, me dijo:
“Siento tener que irme ahora mismo, porque me has dado muchísimo placer, y lo mejor de todo, me has tratado como una mujer, eso no se me olvidara nunca, y que sepas que pienso venir más veces, aparte de hacerte algo de publicidad entre mis amistades femeninas, pero te digo una cosa, nunca me gusta irme y dejar a un hombre con lo que tienes entre las piernas, que sé que duele tenerlo así, pero es urgente, y tengo que irme ya. Pero te juro que te lo recompensaré, porque quiero saber que siento yo, con lo que tienes ahí, totalmente erecto por mi culpa o por mi cuerpo. Mañana te llamo y vemos como quedamos en el fin de semana, así que, resérvame un masaje completo como el de hoy, pero sin tirón, por favor, para al menos 4 horas, porque te lo mereces. Tienes unas manos divinas, y esa lengua? Me ha dado mucho placer, que sepas que no me he venido una vez, han sido tres seguidos, y ningún hombre nunca me ha hecho eso, así que, ya te tengo en mi agenda, para mis placeres, pero te juro que esta urgencia no me la esperaba, y tengo que irme.”
Yo le indique que era una faena, pero las urgencias son así, nadie las prevé, nadie las programa, y es lo que toca. También le indique que no había prisa, porque viniera, total, yo siempre estoy disponible para las mujeres que me necesitan, pero eso, si ella quería venir en el fin de semana, que me avisara con dos hora mínimo de antelación, para poder saber si estaba con alguna clienta, o por si estuviera en la calle, en la feria, que es el último fin de semana de la Feria en Almería, y como siempre pasa, te entretienes, así que, le indique que por ella, como por cada una de mis clientas, estaría a su disposición, siempre avisándome.
Lógicamente me tuve que conformar con la situación, porque es lo que toca, es lo que hay, y es lo que suele pasar con mujeres que tienen otra vida y no están libres, así que, la ayude a vestirse, ya que iba con mucha impaciencia, y antes de irse, saco de su bolso, su cartera, y me dejo 3 billetes, amarillos, y me dijo que eso no era una propina, eso era un regalo porque ella quería, por tanto que no le dijera nada, porque lo que le había hecho disfrutar se merecía más, pero solo por dejarla casi como nueva, se merecía ese regalo.
Se fue casi corriendo, y yo seguía con un dolor en mis partes, por lo tanto, lo único que me toco hacer fue irme a la ducha y darme un relajado y gratificante baño de agua fría.
Por la noche, Anais, me mandó un mensaje, y me pidió perdón, pero estaba en urgencias, no por ella, sino por alguien muy allegado a ella, y que si no hubiera sido por el masaje que le había dado, estaría ahora mismo con dolores en la espalda, cuello y piernas, pero que se encontraba en la gloria, y claro, se acordó de mí. Me indico que en cuento fuera relevada de estar allí, se pondría en contacto, para quedar el fin de semana. Me pidió que sin avisarme, si podríamos acabar lo que ella me dejo a medias, y le indique que si tenía que estar el fin de semana en el hospital por ese pariente, se olvidara de acabar lo que teníamos pendiente y ya lo haríamos en cualquier otro momento, pero que yo, aun así, estaría con el móvil activado, y que mandará lo que deseara.
Hoy viernes, me ha mandado un mensaje, diciéndome que está en casa de su pariente, porque ya está todo solucionado, pero que hoy no podrá quedar, pero que le reserve de 4 a 5 horas, de la tarde o noche de mañana sábado, porque quiere invitarme a cenar a su casa, y para que conozcan a quien le ha quitado los dolores de su cuerpo, y porque desea presentarme como su masajista a quien tiene que dar explicaciones. Esto es una historia rara, que cuando pasé, ya os la contaré, pero ya es raro, pero ante una mujer satisfecha, a veces es mejor no pensar en nada, simplemente que ocurran las cosas.