Venganza-Sarita llega a Quimera
1-Parte
De vuelta a Quimera y ya con su hermana en el coche Mateo consideró más prudente no decirla que sabía que se había visto con Luis alguna vez. No quería ponerla nerviosa y menos hacerla sentir culpable. Ella era una niña, ni siquiera tenía la coquetería de una chica de su edad. Mientras las demás vestían con escotes pronunciados y faldas cortas que apenas dejaban paso a la imaginación, su hermana siempre había sido una chica más discreta que el resto. Incluso aquella noche había optado por un vestido sencillo que rozaba la altura de sus rodillas, una especie de pichi de tonos grises metalizados bonito pero a la vez elegante y discreto. Su pelo castaño y acaracolado en las puntas caía con gracia sobre sus hombros y se metía discretamente por detrás de la oreja en raya al lado. Aun así, era realmente llamativa por sus inmensos ojos verdes, unas ligeras pecas que sonrosaban sus mejillas y aquella sonrisa inocente que siempre la acompañaba. Sara era todo para él. Si por un momento supiera con toda seguridad que la cuidarían con el amor que se merecía, el mismo la hubiera entregado a cualquiera de ellos. Pero a medida que avanzaba por el camino de piedra y barro seco que lindaba con la finca, su corazón parecía cerrarse como un puño y se daba cuenta que se avergonzaba de si mismo.
-Alexander ¿Te pasa algo?
Ya nadie le llamaba por su primer nombre. Era demasiado relamido para usarlo. Le hizo gracia, por que así le llamaba su madre cuando se enfadaba y así le llamaban en el colegio cuando era un crío.
-No nena, todo bien. Me conocen por Mateo no lo olvides….
Le sonrió con una ternura destructiva y al hacerlo se dio cuenta de lo ilusionada que estaba con todo aquello. Sus ojos brillaban con una intensidad que jamás había visto y la verdad es que estando en aquel maldito pueblo hundido en lo más profundo de la nada, era lógico que se sintiera así.
Ella estaba en su mundo y como inocente que era, no le imponían aquellos hombres. Eran los amigos de su hermano y a diferencia del resto de las jóvenes que habían ido llegando poco a poco, estaba dotada de una naturalidad que surgía de ella sin más, sus gestos, sus sonrisas, todo era embriagador.
-Señor…¿Por qué me castigas con esto?
Roberto cayó de rodillas en el suelo con humor. Carlo pasó a su lado y le hizo un gesto lascivo con la lengua.
-Guarda tu polla…. No venga el lobo y te la coma….
-Le huele el pelo a «colonia de bebe»- Entre cerró los ojos y miró de reojo- Esto es una tortura….
Mateo pasó a su lado y frunció el ceño.
-Se te dan muy bien los pareados- Le dijo a Carlo.
Pero este se giró y lo cogió por un brazo con fuerza. El resto se fue al salón y quedaron solos en mitad del vestíbulo de la casa.
-¿Sabes una cosa?- Le dijo con rabia, lo agarro por la nuca y lo abrazó contra él- Todos necesitamos algo de los demás. Y tú… también….
-No se a donde quieres llegar.
Le besó la frente y volvió a abrazarlo.
-Tienes una hermana que buscamos…. Yo tengo una mujer que amas desde el primer día que la vistes.
-Carlo…
-Cállate…- Le espetó- Dominic tiene a la hermana de Luis, este mataría por ella, tú necesitas la dosis de zorras de Roberto y a la vez a tu servil niña de ojos felinos y pelo lacio…. ¿No lo ves? ¿No te das cuenta que vínculos tienes ya?
Se quedó en silencio sin saber que decir.
-Si…. Nos distes un pequeño hostiazo a mano abierta y eso me ha encantado. Aunque el marrón me lo comía yo sin tener que ver fue…. astuto por tu parte…. pero…- Le limpió con humor la tela de la chaqueta del hombro- No te olvides…. que tu también tienes necesidades…
-Lo tenía claro ya, Carlo…-Apretó la mandíbula con fuerza y se apartó de él- Hace tiempo que lo tenía claro.
-Nada te diferencia ya de nosotros.
Entraron en el salón comedor, donde la inmensa mesa de madera de caoba ya estaba totalmente instalada para ellos. Buscó a Luis, estaba sentado en uno de los sofás aferrado a Samara, se dejaba acariciar la mejilla por ella, su hermana rodeada de las chicas, escuchaba alegremente su conversación mientras buscaba constantemente a Luis con la mirada y Lía, la dulce y entregada Lía, intentaba mantenerse prudentemente al margen, por el temor a su negativa de estar con ella.
Al pasar a su lado la acaricio la cabeza con la mano, la sonrió delicadamente y continuó su recorrido hasta llegar a donde estaba Dominic.
-Es la primera vez que entra en Quimera una mujer que no tiene miedo a nada….
Mateo observó a su hermana. Miró al otro lado del salón y vio a Roberto apoyado en la chimenea y dando pequeños sorbos a una copa de cava mientras no quitaba ojo a la joven.
-No quiero que la hagan daño Dominic….Sara es tan inocente…
-Te puedo asegurar que no es algo que te deba preocupar. Ni siquiera por Roberto, él persigue sólo un momento con ella, sabes el qué… Además ahora ambos se tomaran su tiempo y serán más prudentes con el asunto.-Se rió delicadamente y continuó- Después de tu actuación estelar de hoy…
Le dio una palmada en la espalda.
-Vamos Mateo… Quita ese gesto de agonía y disfruta de la noche. Sara está feliz aquí.¿Dormirá en la finca?
-Si, mis padres creen que me la llevo el fin de semana a la ciudad. Tengo una bolsa con sus cosas en el coche.
Nada raro pudo ver la joven Sara en ninguno de los presentes. Era feliz aquella noche, su hermano tenía unos amigos realmente increíbles, las chicas eran todas muy agradables y aunque a excepción de Lía todas parecían mucho más mayores que ella se sentía cómoda con ellas. Hizo muy buenas migas con Natacha, también parecía más cercana a su edad que el resto. Le costó mucho mantenerse alejada de Luis, pero sabía que al menos aquella primera noche debía ser así por su hermano, que no dejaba de controlarla estuviera donde estuviera. La noche se le hizo muy corta y ya en su habitación de madrugada la emoción no la dejaba conciliar el sueño. Oyó la puerta y sus ojos se llenaron de alegría al ver a Luis.
-Hola preciosa…¿Lo has pasado bien?- La susurró en bajo sentándose en la cama.
Sara pegó un salto e incorporándose asintió con la cabeza. La cogió la mano y la besó los nudillos. Llevaba un fino camisón de algodón que trasparentaba sus pequeños pechos. No pudo remediar centrar la atención en aquel detalle.
-Si… lo pasé muy bien mi hermano…. no sospecha nada…. ¿Te diste cuenta?
Inocente Sara, si acaso tu supieras lo que tu hermano sabe. La sonrió con ternura y paso los dedos por su mejilla. La besó la frente y miró su muñeca de la cual pendía la pulserita que días antes la había regalado.
-Tienes que descansar…. Acuéstate…
Sara se tumbó y en un gesto paternal Luis la arropó con las sábanas y colocó la colcha. Un tirabuzón la cubrió la cara y apartándolo la volvió a besar la frente.
-Buenas noches Sara.
-Buenas noches.
Cuando salió de la habitación Sara se quedó profundamente dormida. Ni siquiera el aire que soplaba fuera y golpeaba las ventanas de doble hoja consiguieron despertarla aquella noche. Estaba tan eufórica que no se había dado cuenta del agotamiento hasta que consiguió relajarse y cayó rendida. Ni siquiera oyó la puerta cuando Roberto entró y se sentó a su lado. Ni siquiera sintió su perfume, cuando se acercó a tan sólo dos centímetros de su pelo y esnifó su aroma. Ni siquiera…. los minutos que pasó observándola en la oscuridad la desvelaron.
2-Parte
Catinca se despertó de repente en mitad de la noche. Una enorme rama golpeaba la ventana haciendo un ruido horrible. Gritó al fijar la vista y ver a Carlo sentado en una silla en la oscuridad.
-¡Dios mío que susto me has dado! ¿Qué coño haces aquí?
Miró el reloj de la mesita, los números rojos brillantes marcaban las tres de la mañana.
-Santo cielo es tardísimo…. -Se desperezó-¿Carlo?
-Que….-Se balanceó en la silla y levantó la cabeza-Tranquila, acabo de llegar.
Se tapó con las sabanas e intentó buscar el punto de luz encastrado en la pared pero Carlo se levantó de la silla y acercándose con rapidez la sujeto el brazo con fuerza.
-No des la luz.
Tiró de su brazo y la centró en la cama. La cogió por la nuca y la besó. Sentado al borde de la cama se apartó de ella y se llevó las manos a la cara. Catinca no dijo nada, lo observaba algo confundida sin atreverse a moverse, Carlo tenía la impulsividad de un animal salvaje, pasaba de la calma a la crueldad en milésimas de segundos y bajo aquella oscuridad apenas podía diferenciar sus ojos de la noche. La inmensa rama se apartó por el viento de la ventana y una tenue luz marco su espalda. Su camisa estaba tensa, se mantenía en silencio mientras miraba al suelo de espaldas a ella.
-Solo te lo voy a pedir una vez…. -Susurró- Desnúdate….
Su vez quebrada falta de todo sentimiento la inquietó. Carlo siempre se mostraba burlón y prepotente pero aquella noche algo en él no iba bien. Se quedó paralizada. No quería obedecerle, no quería hacer lo que la pedía, por mucho que deseara follar con él, no era su esclava, no era una sumisa servil a la cual pedir las cosas una vez. Apretó los labios uno contra otro y respiró algo tensa por la situación. Tuvo la extraña sensación de que el tiempo no pasaba. El click del reloj al pasar de minutos llegó hasta a sonar en el silencio de aquella noche y su espalda se tensó mientras levantaba la cabeza del suelo para incorporarse.
-Esta bien… Cati…. Esta bien.
Se dio la vuelta y la dio una bofetada, la aferró con fuerza y la besó violentamente.
-Si es lo que te gusta… Así será.
La cogió por el cuello del camisón y desgarró la tela en dos, sacudió la mano para desprenderse de él y la arrastró fuera de la cama hasta dejarla en el suelo de rodillas. Podía ver la rabía en sus ojos, sus pechos perfectos subir y bajar nerviosos por la respiración. Ni siquiera la oscuridad ocultaban su odio.
Intentó salir de la habitación a gatas pero Carlo la agarró por el brazo cuando estaba a punto de alzarse hacia el pomo de la puerta.
-Me obligas a hacer cosas que no son necesarias….
La lanzó en la cama otra vez y la ató las manos al cabecero, con los restos ajados del camisón hecho trizas. La pasó la lengua por la cara y la besó.
-Si no fueras así de fiera no me la pondría tan dura follarte…. Y sabe Dios que esta noche venía compasivo y con ganas de cariño….
-Hipócrita.
-Zorra.
La pellizcó con fuerza uno de los pezones y la tapó la boca para ahogar su grito. Respiraba con tanta fuerza que sus tetas se movían exquisitamente bajo él.
Otra vez pellizcó su pezón y de nuevo pudo oír su gemido bajo la piel de su mano ahogarse.
-¿Vas a ser buena?¿O voy a tener que seguir así?
Meneó la cabeza, sus ojos le pedían compasión. Descendió con la otra mano y la metió entre sus piernas. Estaba ligeramente mojada, no mucho. Aquella noche no tenía ganas de oírla, no quería escucharla. Buscó entre las sábanas el otro trozo de tela del camisón y la amordazó la boca.
-Si… No tienes ni puta idea de lo mucho que me sacas de quicio cuando te pones en ese plan…. Cati….
-Ummm.
-No… no te entiendo. Pero no importa… -Se tumbó a su lado- Hoy ha sido un día horrible… No te haces una idea de hasta que punto.
-Ummmm
Catinca movió las piernas con rabia hasta que se cansó. Tensó los brazos y agotada se dio por vencida. Carlo seguía mirando al techo como si no estuviera. Se soltó la hebilla del pantalón y se desnudo. Se levantó de la cama y se acercó a la ventana. Era un hombre muy hermoso. No podía negarlo. Se quedó observando las formas de su cuerpo al contraste de la leve luz que entraba por la ventana. Su culo, su espalda, sus brazos apoyados en los marcos de madera de la ventana. Lo miraba expectante, tenía claro que aquella noche no se libraría de él y en el fondo no la desagradaba la idea, a fin de cuentas su insistencia la hacía sentirse menos abandonada.
-Tengo el alma separada en dos-La hablaba mientras observaba el exterior de la casa- Por un lado mi hermosa Meredith… Cada vez me es más difícil hacerla daño…Últimamente la evito, ella cree que es por que no quiero estar con ella… Estúpida Meredith, intento que no se de cuenta de que soy incapaz de hacerla daño…. Evito que vea mi debilidad por ella.
Se dio la vuelta. Catinca lo miraba desde la cama. Tenía la boca entreabierta y la tela del camisón la apretaba con fuerza las comisuras.
-Y luego estas tú. Cati…. Ahora igual no te das cuenta… Pero te intentó ayudar….Egoístamente claro. Mis necesidades están por delante de ti.. ya sabes como soy gitana…
Se acercó a la cama. Clavó sus ojos en ella y un tenue reflejo le hizo parecer una aparición en mitad de la noche. Catinca sintió durante un leve momento miedo. Se tornaba tan melancólico que no podía averiguar su siguiente paso. Se sentó al borde de la cama y pasó la mano por su pierna. Al llegar a su pelvis, subió por el monte de venus en dirección a su estomago, este subía y bajaba nervioso.
-Tú me inspiras…. tantas cosas…. -Susurró-Separa las piernas Cati….
La forma en la cual lo dijo la tensó. No era el tono, era la expresión de su cara, sus gestos alejados de toda humanidad, como si todo lo que le rodearan le diera igual. Por alguna extraña razón Carlo estaba en aquella habitación desnudando su alma con ella y eso la daba miedo. La daba mucho miedo.
Obedeció. Temía enfadarlo en aquel momento. Abrió las piernas y su mano se deslizó de nuevo por el interior de sus muslos y rozó delicadamente el centro de su clítoris. Tenía el coño totalmente depilado a excepción de una fina hilera de bello perfectamente recortado y arreglado. Jugó por encima de él con la yema del dedo a contrapelo. Se removió cuando sintió uno de sus dedos colarse hacia dentro ligeramente para luego sacarlo y llevárselo a la boca.
Se inclinó hacia ella y acercó sus labios a su oreja. Catinca movió los ojos nerviosa.
-Voy a follarte…. -Un hilo de voz salió de sus labios- Se que te pone cachonda sentir mi polla… Siempre que lo hago te empapas como una guarra, pero hoy estoy compasivo y te avanzo mis intenciones.
Se rió pasándose la lengua por los labios con una frialdad que la congeló el alma. Volvió a inclinarse hacia ella y continuo.
-Dejaré que te corras. No es difícil conseguirlo, follas tan poco….. Después te daré la vuelta y te la meteré por el culo.
-Ummmm- Se revolvió nerviosa negando con la cabeza y mirándolo con angustia.
La cogió la cara y se la inmovilizó.
-Tranquila…. Escucha con atención para que no te lleves sorpresas… Se que no te gusta, pero me importa poco, últimamente siento necesidad de follarte el culo, de llenártelo de lefa pero eso es bueno para ti, por que mientras te lo reviento no tendrás que tragarte mi corrida otra de las cosas que tan poco te gustan.¿Ves mi preciosa gitana? Yo también soy agradecido contigo…
Se movió nerviosa mientras Carlo se incorporaba. Sintió una tremenda bofetada que no vio venir.
-Te he dicho, que no cierres las piernas. Obedece….
Empezó a sollozar cuando se colocó sobre ella y sintió la presión de la punta de su capullo en la entrada de su coño. Sus brazos se tensaron, Carlo sabía como moverse sobre ella para ponerla a cien en poco tiempo. Sintió su lengua pasar por encima de sus pezones, un leve mordisco la devolvieron a la realidad. Chupaba su cuello y lo mordía con pasión. No entendía como aquel hombre, con aquella forma de follarla tan sumamente excitante era capaz de aterrarla con dos susurros.
-¿Ves como resbala?- La dijo- ¿Ves como te pones en tan poco tiempo….? Oh Cati…. Tu coño me pierde tanto como tu angustia.
Se aferró a los barrotes del cabecero para embestirla con fuerza, la sentía respirar cada vez más rápido. Se arqueaba debajo de él mientras no dejaba de moverse acompañándolo en sus movimientos. Lo rodeo con las piernas y lo llevó hacia ella y la sintió temblar violentamente. Sus manos se aferraron a los barrotes y sus gemidos se ahogaron bajo la tela del camisón.
Cuando volvió a la realidad se dio cuenta de lo que venía y abrió los ojos como platos. De un golpe la dio la vuelta y la enredó los brazos. La levantó el culo y la escupió en él.
-¿Lista?- La inquirió.
Catinca meneo negativamente la cabeza nerviosa.
-Lo suponía.
De una embestida la perforó el culo con tanta fuerza que apunto estuvo de golpearla la cabeza contra el cabecero. No quiso ni pensar en el grito que hubiera dado si no fuera por la mordaza que llevaba en la boca. Aun así, su gemido fue inmenso. Quedó dentro de ella y sintió los latidos de su culo maltrecho en su polla. Era delicioso, era sublime aquella sensación.
-¡Ummmmm!
-Joder….
La agarró ambas tetas con las manos y las apretó con fuerza mientras sacaba ligeramente la polla de dentro de ella y volvía a clavársela de nuevo. Su pelvis chocó contra su culo y volvió alejarse. Estaba tan cachondo que creyó que iba a correrse al instante.
-Es… es increíble lo cerrado que lo tienes….-Jadeó al embestirla y se clavó de nuevo en ella- Joder….
Aferró sus caderas y la movió el culo en círculos. Su polla chocó con las paredes de su ano y le provocaron un orgasmo increíble. La cogió por la cara y la besó la mejilla. Estaba como loco moviéndose una y otra vez, vaciando en ella todas sus ganas.
-Tienes que notarlo….. Oh joder…. Contesta….. ¿Notas mi lefa?
-Ummm-Asintió
-Si…. -No paraba de correrse- Mi… madre…Que bueno, que bueno…. Uf….
La mordió el hombro con fuerza y salió de ella. Varias gotas de leche escurrieron por sus muslos formando un reguero blanco que bajaba lento por sus piernas. Estaba preciosa, temblaba por el dolor, por la tensión y el peso que había soportado sin quererlo. Se quedó de rodillas detrás de ella recuperando el aliento. Saltó de la cama y se dirigió al baño, se limpió con sumo cuidado y se mojó la nuca. Bebió agua y se quedó mirando su reflejo en el cristal. Al volver, se dio cuenta que Catinca se había quedado totalmente dormida, con los brazos enroscados entre ellos y boca abajo. Miró el reloj, eran las cuatro y media de la mañana. Se rió, se acercó a ella y la soltó las muñecas del cabecero. La dio la vuelta y la liberó de la mordaza. Besó su frente mientras la arropaba y se vistió. Antes de irse volvió a besarla y la apartó cuidadosamente el pelo de la cara.
-Preciosa mía…. -Susurró- Perdóname por amarte así….
3-Parte
Mateo atravesó la estancia en dirección a la cocina. Todo el mundo dormía. Al entrar se encontró a Roberto leyendo el periódico con una enorme taza de café humeante en la mano.
-Madrugas mucho- Le dijo.
-Y tú.
Se sirvió una taza de café y se sentó frente a él. Miró hacia la ventana. Parecía que esa mañana el sol brillaba de nuevo.
-¿Puedo hacerte una pregunta?- Mateo lo miró fijamente.
-Claro.
-¿Por qué tanta obsesión por desvirgar a mi hermana?
Lo miró sorprendido y tragó el contenido que había volcado en la boca con dificultad.
-Joder macho. Qué delicado.
– A estas alturas….
Suspiró y lo miró.
-Cuando era más joven, antes de vivir con Yelina y Xiamara- Se frotó la nuca-tenía cierto problema de autocontrol con las niñas vírgenes. Digamos que es mi parafilia, el problema es que tuve algún que otro disgusto dado que si tienes diecisiete y aparentas veinte no las pides el carnet. Y sabiendo que son vírgenes me cegaba…. Decidí que lo mejor era apartar mis amoralidades y vivir tranquilo. Conocí a Yelina, luego vino Xiamara y me he mantenido alejado de toda «niña» desde entonces.
-Comprendo.
-No es difícil que las crías se encoñen contigo y te busquen un problema. Fue lo más prudente pero si me traen la tentación a casa no puedo remediar sentirme atraído de una forma casi enfermiza- Suspiró- Llevo un control en torno a mi vida perfecto… Lo pierdo totalmente cuando tengo una «niña» como tu hermana delante. Entiéndeme…. Digo niña a toda mujer sea la edad que sea virgen…. No que me gusten las niñas.
-Tranquilo, entiendo lo que me dices.
Roberto lo miró con curiosidad y dobló el periódico. Tenía el gesto apagado y parecía que apenas había pegado ojo aquella noche.
-No te dejé a mis zorras con la intención de comprar tus favores hacia tu hermana. Puedes disponer de ellas cuando te plazca. Intentaba que conocieras como soy. Mi forma de dominar a una mujer solo la llevo a cabo con las mías, cuando me dejan otras, como Lía, solo disfruto de ellas sin más.
Se levantó y le sonrió con elegancia. Se colocó los cuellos de la camisa de lino fino y se ajustó el cinturón del pantalón. Desapareció tras la puerta, no sin antes embozar una maliciosa sonrisa mientras se alejaba de allí.
4-Parte
Dominic miraba a Roberto mientras buscaba las llaves del coche. Se acercó por detrás a él justo en el momento que Mateo y Sara pasaban a pocos metros de ellos.
-Mírala…-Susurró-¿Sabías que cuando son vírgenes se empapan como perras con un simple roce?
-Por Dios… Cállate ya…
Estaba detrás de él y le susurraba al oído como un fantasma tentador. Mientras Roberto seguía a la pequeña Sara y su sonrisa diabólica atravesando la planta baja aferrada al brazo de su hermano en dirección al salón.
-Um…. ¿No lo hueles?
-No seas hijo de puta Dominic.
Le pasó el brazo alrededor del hombro y le rodeó el cuello con él.
-Tranquilo amigo….Su virginidad sigue siendo tuya….
Se giró y lo miró.
-¿Y tú? ¿Cuándo me dejas catar a la Señora de Romano?
Dominic se rió y le dio una palmadita en la espalda.
-Ya sabes que para mi follar es secundario… Pero me muero de ganas de ver como te la follas a tu estilo… Así- Le colocó los cuellos de la camisa- que cuando toque castigarla… no tardes en llamarme…. Ya la limpio yo las lágrimas….
-Tranquilo… Tengo algo especial preparado para ti.