Un verano totalmente inesperado y excitante con mi hermana

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Verano. En una mañana calurosa en la que el sol ya se hacía sentir y sus rayos penetraban a través de las hojas de los árboles, allí estaba yo bajo la sombra, a punto de subirme a mi auto. Tenía que viajar hacia la gran ciudad para inscribirme en la universidad. Recién había cumplido los 18 años, y estaba bastante ilusionado con empezar mi nueva etapa. Ya tenía edad para la licencia de conducir, y ya había viajado una vez por la ruta –la siempre temerosa primera vez- por lo que no estaba nervioso de viajar y conducir yo sólo.

– Manejá con cuidado hermanito, por favor.

– Por supuesto Mica, no te preocupes!

Despedí a mi hermana mayor con un beso en la mejilla, y me dispuse a partir desde mi pueblo natal, una hora de viaje rumbo a la gran ciudad para arrancar con mi carrera académica. O eso creía yo…

Aún no alcanzo a recordar el momento en el que todo se puso negro. Es decir, recuerdo que iba al volante, que hacía mucho calor ya en plena mañana, que había más tránsito de autos de lo habitual… y que, de repente en mi camino se cruzo un coche color gris plata, mi desesperación en intentar evitar el accidente, girando el volante, el ruido de los neumáticos al frenar bruscamente, y luego, todo negro.

No sé si soñé o lo que sucedía era real, pero en mi mente se dibujaban personas alrededor, policías, podía sentir el aroma a quemado, podía escuchar resonando el sonido de la sirena de alguna ambulancia, aunque yo no estaba del todo allí.

Lo siguiente que recuerdo fue abrir los ojos, y ver algunas luces blancas encima de mí. Todo era blanco: las paredes, las sábanas de la cama en donde estaba acostado… y de pronto escucho las voces de alguien conocido: mi propia hermana que estaba allí al lado esperando por mi reacción.

Escuché gritos de algarabía, pero no pude reconocer lo que decía, aún estaba aturdido. Sólo escuchaba su voz de felicidad. Al rato, vi entrar otra silueta a la sala, supongo que debía de ser el doctor, pues me hablaba y repetía mi nombre intentando descifrar mi estado. Yo lo escuchaba, intenté hablar pero me era difícil. Sentía un dolor de cabeza tan agobiante que no podía soportar. Luego de un par de segundos, me pude comunicar. Sólo pregunté qué había pasado.

La situación se fue normalizando, aún con mi confusión. El doctor me hizo algunas preguntas que yo respondí, para evaluar mi estado general. Mi hermana directamente casi que se tiraba encima de mí y me daba besos, diciéndome todo lo que había rezado. Me contó que ella estaba en su trabajo, cuando su teléfono sonó. Era una llamada desde el hospital, avisándole de que había tenido un accidente grave, y que asista con urgencia porque me encontraba en cuidados intensivos. Yo aún no me podía creer lo que estaba sucediendo.

Estaba muy feliz y contenta… me contaba su angustia y desesperación al llegar al hospital y verme siendo operado por varios médicos. Según sus palabras, luego de la operación estuve dos días dormido e inconsciente. Según el parte, había sufrido numerosas fracturas y lesiones externas, pero casi ninguna interna, para mi suerte. Y en ese momento me percaté de mi estado: cuando intenté moverme, sentí un dolor extremo en todo el cuerpo, no me podía mover ni un centímetro. El doctor me dijo que me quede quieto, y me informó de las lesiones sufridas. Tenía un tobillo y todo el brazo derecho enyesado, además de sentir un ardor fuerte en el costado derecho de la frente.

Luego vino un oficial a verme, por lo que contó, fue quien llegó primero a la escena del accidente. Nos explicó a mi hermana Micaela y a mí, lo que había sucedido: por el carril de enfrente, un conductor alcoholizado se cruzó hacia mi lado de la ruta, sin darme suficiente tiempo para reaccionar y evitarlo.

– Tuviste mucha suerte. El accidente fue muy fuerte, y cuando llegamos creíamos que ya estabas muerto. Perdías mucha sangre con el corte en la frente, y estabas inconsciente. Fue un milagro que salieras vivo.

– ¿Y el otro, el que me chocó?-Pregunté.

– Murió.-Dijo el policía, y un silencio se apoderó de la sala.

El resultado de mi accidente casi mortal, fue que había sufrido varias fracturas en el brazo derecho, el cual tenía cubierto de yeso, y también fractura en el tobillo derecho. Lo más grave fue cuando mi hermana me dijo que el doctor avisó que corría riesgo de no poder volver a mover el brazo porque estaba con múltiples daños nerviosos. También tenía un golpe en las costillas que me hacían imposible moverme del dolor, y un corte en el costado derecho de la frente por el cual me pusieron varios puntos, y de allí el ardor que sentía.

– Me invadió una mezcla de rabia, bronca e indignación. Sabía que no tendrías ninguna culpa en un accidente así.-Dijo mi hermana mientras seguía contándome lo sucedido.

Pero bueno, ¿qué se puede hacer? A partir de allí las cosas iban a ser difíciles. Me tuvieron que realizar varias operaciones para tener una recuperación estable y para que volviera a tener la vitalidad de antes. El doctor me explicó que la mayor preocupación era el brazo derecho, porque lo tenía quebrado en varias partes.

La verdad es que un nuevo golpe como éste era duro de afrontar. Nuestra madre ya había fallecido un par de años atrás, y a nuestro padre jamás lo conocimos. La única familia que tengo es mi hermana.

Tras la muerte de mamá, vivíamos sólo mi hermana y yo en la casa familiar. No teníamos a nadie que nos ayudara económicamente, y para colmo perdimos el auto –luego del accidente quedó completamente destrozado-

Micaela tiene la suerte de ser una chica bonita y eso le abrió posibilidades para ser modelo. Pudo estudiar un par de años y encontrar trabajo como modelo de una revista importante en la que fue subiendo de categoría, ella tiene 24 años y sale generalmente en las tapas principales o en las más destacadas. Yo tenía una pequeña herencia que la usaría para pagarme los estudios en la universidad, pero no nos sobraba nada.

Las operaciones y cirugías que requería costaron bastante dinero. El precio del alquiler de nuestra casa era elevado y no nos quedó más remedio que mudarnos a una casa más pequeña. Mientras yo aún me recuperaba en el hospital, mi hermana se encargó de buscar una nueva casa, mucho más accesible desde lo económico que pudiéramos pagar.

Esto trastocaba todos los planes que teníamos. Pero lo más importante para Micaela era mi recuperación. Estaba contenta sólo de verme, cada día que venía a visitarme al hospital después de trabajar.

Siempre que podía estaba ahí junto a mí para darme ánimos. A veces también venía a visitarme mi mejor amigo, el único que tenía en realidad… aunque a partir de ahora podría hablar poco con él pues se mudaba a otra ciudad para estudiar.

En fin, tras varias semanas en el hospital, me dieron el ‘alta’. Si es que se puede llamar así. El doctor me dijo que tengo que estar en cama, guardar reposo, y que poco a poco comience a moverme, con el tiempo. No me dió un tiempo estimado de recuperación completa, sólo me dijo que llevaría meses. Aquello me hacía venirme abajo moralmente.

Me trasladaron a nuestra nueva casa, que ya estaba ansioso por conocer. Apenas tenía la cocina, un sólo dormitorio y un baño. Era lo único que podíamos pagar.

En el dormitorio había una litera, una cama arriba y otra abajo. Con la ayuda de mi hermana me acosté en la cama de abajo, ella usaría la de arriba. Tenía que tener cuidado, porque tenía todo el brazo derecho enyesado, no me podía mover mucho por los golpes, y además tenía el tobillo derecho también con yeso. Se sentó en la cama a mi lado.

– ¿Qué te parece nuestra nueva casa? Yo sé que es muy chica, pero es lo que podemos pagar en este momento.

– Me gusta Mica. En serio… te agradezco todo lo que hiciste por mí.

– No tenés que agradecerme nada hermanito.

– Sí!… te tengo que agradecer por cuidarme, y porque te estoy causando muchos problemas…

– No seas tonto Rafael! Siempre nos cuidamos el uno al otro y esta vez no será la excepción… Mirémosle el lado positivo, con una casa tan pequeña ahora estaremos más juntos que nunca.-Me dijo.

– Gracias por ser la mejor hermana del mundo!

Nos sonreímos, mientras me daba besos.

– Bueno hermanito, será mejor que descanses hasta mañana.

– Está bien.

Luego de que ella cenara, subió los tres escalones para subirse a la cama de arriba y dormir.

Escuché sonar la alarma del despertador a las 8, aunque yo estaba despierto desde hacía unas horas. Estaba harto de dormir, entre las semanas que pasé en el hospital, y estar todo el tiempo acostado en una cama… A esa hora mi hermana se despertaba. Se bajó de su cama y nos saludamos con un beso en la cara de buenos días.

Era sábado, por lo tanto Micaela sólo trabajaba por la mañana. Fue a la cocina, puso la pava a calentar para el agua caliente y tomamos mates. Ella me tenía que traer las cosas a la cama porque aún no podía levantarme.

– Esta tarde que no tengo que hacer nada, podemos ir empezando con la rehabilitación.-Me dijo Micaela mientras me traía un mate junto a unas tostadas con mermelada de frutilla.

Yo le dije que estaba ansioso por recuperarme y quería ponerme bien cuanto antes… acostumbrarme a la vida que estaba llevando el último mes era muy difícil.

Como no teníamos dinero para pagarme una rehabilitación, debía empezar a caminar y moverme sólo, o con la ayuda de mi hermana.

Ella se vistió y se fue a su trabajo… apenas cerró la puerta, el silencio invadió el nuevo hogar. Allí estaba yo, acostado en una cama, repleto de lesiones, en pleno verano… y sin nada que hacer.

Tuve que empezar a pensar en cosas para no aburrirme. Por lo pronto, agarré la notebook y me di cuenta de que llegaba la conexión de wifi del vecino… ¡y además no tenía contraseña! Fantástico, empezaba bien. Busqué la página web de la universidad y envié algunos correos… durante el mes que estuve en el hospital, mi hermana ya se había encargado de inscribirme e informar lo sucedido… podía comenzar los primeros meses estudiando desde mi casa mediante internet.

La primera mañana sólo en casa no fue tan aburrida… ya para el mediodía escuché abrirse la puerta, y ver cruzar desde la cocina al dormitorio a Micaela.

Luego de intercambiar un par de palabras sobre cómo había estado el trabajo, le conté que en un par de días desde la universidad me enviarían los temas y apuntes por correo para comenzar a estudiar desde mi casa.

Mi hermana cocinó algo y me trajo la comida a la cama… luego de almorzar, ella subió a su cama y durmió un rato hasta la tarde, yo traté de dormirme pero no tenía mucho sueño que digamos…

Al pasar un par de horas, con Micaela ya despierta, tratamos de empezar con mi rehabilitación… allí tenía un par de muletas que a partir de ahora serían mis mejores amigas.

– Vamos hermanito… te ayudo a levantarte.

– Con cuidado… me duele bastante todo el cuerpo todavía…auh!-Me quejé dolorido al moverme y apoyar la pierna izquierda en el piso.

Lo bueno es que no había sufrido ninguna lesión en la pierna izquierda, la podía apoyar… el problema era la derecha, la cual la tenía enyesada por el tobillo fracturado, y el brazo en el mismo estado.

Una vez apoyado el pie izquierdo en el suelo, mi hermana me agarró del hombro y del brazo y con un poco de ayuda me quedé con ambas muletas y con la pierna derecha colgando pues no la podía apoyar…

Estuvimos intentando y practicando durante buena parte de la tarde, hasta nos divertíamos pues enseguida perdía el equilibrio y estaba a punto de caerme, pero era un comienzo al menos.

– Buf. Suficiente por hoy.-Dije tras un suspiro.

Estaba algo cansado, luego de mucho tiempo sin hacer nada, estar tratando de volver a caminar me afectó un poco. Tenía muchas ganas de darme una ducha…

– Voy a tratar de bañarme Mica.

– ¿Estás seguro de que vas a poder?-Me preguntó…

– No sé, pero voy a tener que poder!

De alguna manera iba a tener que asearme, aunque seguro me costaría trabajo al principio, supongo que hasta que me acostumbrara…

– ¿No querés que te ayude?….-Preguntó Micaela.

– ¿Ayudarme? ¿Cómo?

– Ayudarte a bañarte, tontito!-Respondió riéndose.

– …Estás loca! Me muero de vergüenza, jajaja.

– Bueno, es que te va a costar, y estás medio débil todavía…

– Tranquila Mica, no pasa nada. Si tengo algún problema te aviso!

– ¿Estás seguro? Mirá que no es ningún problema para mí, o sea soy tu hermana… tengo miedo de que te caigas o algo.

– De verdad, yo puedo.

– Ok. ¡Tené cuidado!

Al menos no tenía ninguna lesión en el brazo izquierdo, lo podía mover con facilidad, no sería tan difícil, pensé.

Me puse unas cubiertas de látex para los yesos que me dieron en el hospital, para que no se mojen. Entré al baño y me senté en el piso con cuidado para sacarme la ropa. Habré tardado como 5 minutos en hacerlo. Luego me puse de pie, ya con algunos problemas pues sentía dolores en las piernas. Me metí debajo de la ducha y tras abrir la canilla, el agua caliente comenzó a mojarme… me agarraba con la mano derecha del gancho donde uno cuelga las toallas, mientras que con la izquierda –la que podía mover sin problemas- agarré el jabón para tratar de pasármelo por el cuerpo.

Estaba cumpliendo con dicha tarea, cuando las rodillas comenzaron a fallarme, ya los signos de desequilibrio eran evidentes. Dejé el jabón y, cuando me dispuse a agarrar el pote de shampoo, estaba algo lejos de mi posición, tuve que estirar el brazo un poco para alcanzarlo, dejé el gancho que me servía de equilibrio, e instantáneamente y sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo, resbalé porque sentía muy flojas las piernas, y me caí hacia adelante… pude poner el brazo izquierdo antes de tocar el suelo, sentí un quiebre en la mano que me hizo retorcerme del dolor, me aguanté y no grité para no alertar a mi hermana, pues no quería bajo ningún concepto que entrara y me viera desnudo… soy muy reservado, tímido, y me daría muchísima vergüenza.

Estuve otro buen tiempo para levantarme… en la muñeca izquierda sentía un dolor tan agudo que me imaginé lo peor, era espantoso, deseaba gritar pero me contuve… una vez logré ponerme de pie, cerré la canilla y con una toalla estuve como 10 minutos tratando de secarme, lo hice a medias, me puse el calzoncillo –con muchísimas y evidentes dificultades, a punto de caerme otra vez- y no aguanté más, tuve que llamar a mi hermana a que me venga a ayudar pues el dolor en la mano era extremo y sabía que algo se me había roto.

Micaela abrió la puerta y le dije lo que había sucedido…

– ¡Te dije que te ibas a caer! ¡Sos porfiado!-Me reclamó en voz alta.

– Creo que me rompí la otra mano…-Dije haciendo gestos de dolor con mi cara, era inaguantable.

Mi hermana me ayudo a ponerme lo que restaba de la ropa y fuimos caminando hasta el hospital…

– ¿Otra vez usted?-Dijo un viejo médico canoso al verme, haciéndose el chistoso. Se ve que era un tipo de buen humor.

Sólo atiné a sonreír levemente –lo que el dolor me permitía- y me hicieron pasar a una sala, donde el doctor principal que me había atendido tras mi accidente, me volvió a operar.

Tras este episodio, –no quiero entrar en más detalles- cuando salí de la sala luego de la operación, el doctor habló conmigo y con mi hermana.

– Básicamente, tuvo una fractura en la muñeca. Cayó con todo el peso del cuerpo sobre el brazo extendido, lo que provocó que el radio (hueso) sufriera demasiado peso y cediera. Más le vale que se cuide en serio, cuando le decimos que guarde reposo se lo decimos por una razón, y que al menos en los primeros meses debe tener extremo cuidado con cada actividad que haga.

– Tiene muchísima razón doctor, y eso que se lo dije yo, le dije que lo ayudaba, pero mi hermano es cabeza dura, obstinado, y después pasa lo que pasa. No aprende. En fin, gracias por todo doctor, y no se preocupe que de ahora en más me voy a encargar de que no vuelva a suceder lo mismo.

– Sí, por favor, cuídense. Que tengan un buen día.

Nos despedimos y fuimos hacia casa nuevamente, ya era domingo y estaba por amanecer… durante todo el trayecto mi hermana no paraba de decirme y reprocharme lo que había sucedido.

– No podés comportarte así, mirá si te pasaba algo peor?

– Ya sé que me equivoqué, te pido perdón por enésima vez Mica..

– No es que me pidas perdón, es que sos cabezón… te dije que era mejor si te ayudaba, ahora tenés otro brazo enyesado por ser terco.

Ahora sí que se me iba a complicar realizar hasta la más mínima acción… podía mover los dedos pero apenas.

Nos acostamos para dormir un poco… por la tarde le dije a mi hermana que hoy no era necesario, que podía esperar a mañana para bañarme… todavía no podía hacerme a la idea, estaba bastante nervioso.

El lunes amaneció y me sentí algo pesado o transpirado levemente… me quité las sábanas de la cama de encima, Micaela justo se había despertado y tras tomar su desayuno se fue a hacer algunas compras.

Hacía mucho calor, por la ventana se notaba el sol pero sus rayos no podían ingresar a la habitación por la cortina presente… me costaba quedarme en la cama, pero no había otra opción realmente.

El ventilador de techo funcionaba bien, refrescaba un poco, pero era un calor pegajoso.

Mi hermana llegó cerca del mediodía y me dejó algo para comer, ella me dijo que iba a ducharse porque al venir de afuera le dio mucho calor y en un rato tenía que ir a su trabajo.

Yo por mi parte almorcé y luego me tumbé otra vez en la cama, evitando tomar riesgos innecesarios… iba a comenzar a leer los primeros apuntes de la universidad, cuando mi hermana salió del baño tras su ducha…

La miré porque iba a preguntarle algo, pero me quedé callado inmediatamente porque me sorprendí, Micaela estaba en ropa interior.

Ella alzó su vista hacia mí, y al ver que yo la estaba mirando, me intimidó y miré para otro lado haciéndome el distraído, como que nunca la había visto, pero se dio cuenta. Se acercó al armario y abrió sus puertas para ver qué ropa ponerse.

Se generó un momento algo incómodo, pero ella habló primero:

– Perdón por salir así del baño… no me acostumbro aún a la nueva casa.

Yo no sabía que responder… sólo la miré nuevamente con algo de vergüenza. Otra vez, ella lo notó.

– No pasa nada hermanito, no es para que te pongas nervioso, soy tu hermana. ¿O te molesta? Si te molesta me visto en el baño de ahora en más, no quiero incomodarte en nada.

– No… no me molesta.-Dije tímidamente y en voz baja.

– Bueno, si te molesta decímelo, no pasa nada, de verdad. Es que ya estoy acostumbrada a tener que abrir el armario para ver qué ponerme… me conocés ya, soy modelo, a veces tardo mucho tiempo en elegir qué ropa usar!-Decía mientras se reía.

El armario está al lado de la puerta del baño, allí mismo en el dormitorio, muy cerca de las camas y en frente a mí… con lo cual desde mi cama, allí acostado, podía ver sin problemas a mi hermana de perfil, muy cerca de mí, eligiendo la ropa para ir a su trabajo.

Se empezaron a notar los primeros “problemas” o “inconvenientes” al estar en una casa más pequeña… es cierto que antes Micaela siempre salía del baño en ropa interior, o a veces desnuda pero con una toalla cubriéndole todo el cuerpo, y luego en su cuarto cerraba la puerta y se vestía… pero ahora compartíamos el mismo dormitorio.

La verdad es que la visión que estaba teniendo en ese momento de mi hermana, comenzó a afectarme de cierta manera… agarré los apuntes de la universidad y me puse a leer, cada tanto miraba de reojo por encima de las hojas disimuladamente para ver lo que hacía Micaela… estaba revolviendo un poco en el armario su ropa…

La podía ver de perfil, con su largo cabello rubio húmedo, le llegaba hasta la mitad de su espalda sobre su piel blanca… tenía un corpiño color blanco, con puntitos rosa, sus pechos sobresalían un poco y destacaban. Luego de bajar con la vista por su abdomen plano, abajo tenía puesta una bombacha del mismo estilo que combinaba con el corpiño…

En realidad nunca me había fijado de esta manera en ella, pero en un momento se giró un poco para ponerse una remera que por fin había elegido, y al girarse se puso de espaldas a mí.

Uffff…

No pude evitar seguir espiándola, le miré la cola e inmediatamente sentí como mi miembro crecía desmesuradamente bajo mi calzoncillo, una sensación que había olvidado en el último tiempo por razones obvias, pero ante este estímulo reaccioné, por más que fuera mi querida hermana mayor.

Me tapé con la sábana un poco para tratar de evitar que me descubra la erección, era muy evidente.

La bombacha que tenía Micaela se le metía demasiado entre los cachetes de la cola, la cual es bastante grande debo decir… se la miraba y se notaba que era muy redonda, firme, sensual, excitante… y sus piernas no se quedaban atrás, mi hermana no era del tipo de modelos extremadamente flacas y delgadas… tenía unas piernas bien trabajadas por el ejercicio que hacía cada tanto.

Duró un instante, pero para mí fue un momento muy largo, cuando se puso la remera se dio la vuelta y se puso un short de jean ajustado.

Luego usó el secador para peinarse y enseguida salió para su trabajo.

Con tan solo un par de movimientos, y verla 30 segundos en corpiño y bombacha, me dejó transpirando de excitación, con mi pene durísimo y aún siendo mi propia hermana. Me traumó un poco esa culpa, quizás haber estado “inactivo” en tanto tiempo, me estaba pasando factura… no era para tanto pensé.

Ya sólo en la casa y con el silencio alrededor, intenté retomar los apuntes… leía y cada tanto paraba… trataba de concentrarme pero me costaba cada vez más. No se me bajaba la excitación… y no se me borraba la imagen fija en mi mente de la cola de mi hermana.

Me dije a mí mismo que reprimir y olvidar esa vivencia sería peor, tenía muchas ganas de masturbarme.

Además se sumaba otro problema. Ese mismo día por la noche, me tendría que bañar… y con la ayuda de Mica, tenía bastante miedo y vergüenza de lo que podía pasar… ya estando excitado, sería un gran problema si se me pone así de dura en la ducha con su presencia. Lo mejor era aliviarme ahora para estar más tranquilo a la noche y no pensar en cosas así con ella al lado.

Llevé mi mano derecha hacia allí abajo, cuando recordé que no podía mover los dedos ni nada… tenía todos los nervios de esa mano destrozados. Primera piedra en el camino. Se me cruzó una sensación fría por el cuerpo cuando también me di cuenta de la quebradura sufrida ayer en la otra mano, la izquierda al caerme en el baño.

Igual intenté con la izquierda, la mano no la podía mover pero sí los dedos aunque de forma limitada y con cierta torpeza. Me podía tocar un poco pero no lograba el típico movimiento que uno hace al masturbarse… me estaba costando demasiado y luego de unos minutos de intentar, haciendo el esfuerzo con mi mente llena de imágenes eróticas de mi hermana, ni así pude tener un orgasmo. Desistí porque el esfuerzo me hizo doler ya la muñeca, estaba débil y eso me impedía continuar. Pero lo peor es que me había puesto aún más caliente.

Traté de no pensar más en eso. Pasaron un par de horas y ya se hacía de noche, luego cuando Micaela llegó a casa, terminó de arreglar algunas cosas y me dijo que me prepare para entrar a bañarme. Yo le volví a repetir que no era necesario que ella entre, que me iba a cuidar más… pero fue imposible convencerla, fui bastante imbécil al caerme el sábado.

Me ayudó a ponerme de pie y caminamos lentamente hasta el baño… cerró la puerta detrás de mí. Un incómodo silencio…

– ¿Estás segura? Para mí no es problema quedarme solo…

– Basta Rafael, ya vimos que sí fue un problema quedarte solo, lo demostraste hace un par de días al romperte la otra mano!! Dale tontito soy tu hermana, te ayudo a sacarte la ropa y luego un poco de agua y jabón y listo, no es tanto problema.

Para vos no será un problema pensé para mis adentros… en fin ya estaba jugado, estiré los brazos hacia arriba y Micaela me sacó la remera… yo me bajé un poco el pantalón corto que tenía, y ella se agachó para terminármelo de bajar y sacármelo… ante su cara quedó mi miembro a esa altura semi erecto abultando el calzoncillo… mi hermana tomaba todo con naturalidad, y ella misma me agarró esa última prenda y me la bajó de golpe hasta los pies.

Fue un momento bastante incómodo para mí.

Se puso de pie y noté al pasar una mirada suya sobre mi pene, pero no le di mucha importancia… abrimos la ducha e inmediatamente el agua caía sobre mí.

Mi hermana estaba a un costado, tomó el jabón y me lo fue pasando por el cuerpo, ella sólo se mojaba las manos ahí a mi lado. Primero por la espalda, el pecho… lo que se podía de mis brazos, mi abdomen… y cuando creí que iría “allí”… siguió de largo y continuó por mis piernas.

Yo simplemente quería que termine lo antes posible, ella lo tomaba naturalmente. Luego de volver por mis piernas, y estar más tiempo de lo normal en esa zona, finalmente llevó su mano con el jabón a mi miembro, el cual estaba en cierto reposo controlado por mí, pero que a partir de este momento se me iría de las manos.

Micaela simplemente hizo los mismos movimientos que en las demás zonas del cuerpo, me pasó el jabón con movimientos circulares, pero además sus dedos rozaban y tocaban involuntariamente mi pene. No me pude contener más… esos roces llevaron a que se me pare, se me fue poniendo dura, más dura… en eso mi hermana se da cuenta y me mira, deteniendo su mano.

– …Perdón… es que… te dije que no… hacía falta…-Dije trabándome mil veces y con la cara ardiéndome roja de la vergüenza.

– No seas tonto, es normal. No me molesta.-Respondió mi hermana sonriéndome cálidamente, con una tranquilidad asombrosa.

Me tranquilicé un poco, pero seguía raro, me sentía culpable. Ella dejó el jabón a un lado para ayudarme con el shampoo, cuando nos volvimos a mirar. Otra vez sus hermosos ojos verdes penetrantes ante mí.

– En serio no es para que te pongas así. Además deberías alegrarte hermanito, significa que te sigue funcionando… jajajaja.

No podía entender como mi hermana podía hacer bromas en esa situación, pero me hizo reír. Al terminar con el shampoo y cerrar la canilla, Micaela volvió a mirar mi pene, el cual a esa altura ya lo tenía completamente erecto y parado, como en la tarde mientras intentaba masturbarme. Quería que se me baje pero era imposible, no lo podía controlar.

Alcanzó una toalla y me secó primero el pelo, luego la espalda y el pecho, para bajar a la zona caliente. Recién me había duchado, pero podía sentir el calor de la noche, y el calor particular en el baño, con mi hermana pasándome la toalla alrededor una, dos, tres, cuatro veces por mi pija y mis huevos, esta vez sus dedos no me rozaron, pero era casi lo mismo para mí con la toalla, hasta seguir por las piernas.

Ella seguía actuando como si nada raro ocurriese, pero notaba mucho sus miradas furtivas a mi miembro erecto. No hablábamos, me puso el calzoncillo y cuando lo fue subiendo por mis piernas, ya me imaginé otra situación de vergüenza que se avecinaba.

Como la tenía tan parada, aquel calzoncillo no podía cubrirme… mi hermana intentó ponérmelo pero era imposible, se rió y yo atiné a hacer fuerza con mis dedos –la poca que tenía- y con ellos doblar de alguna manera mi pija erecta para que entre en aquel calzoncillo que Micaela por fin pudo terminar de ponerme.

Nos reímos tímidamente, pero ya había tenido demasiado por este día. Me ayudó a ponerme un pantalón corto y terminamos de la mejor manera con la primera prueba de mi recuperación.

Poco a poco se me fue bajando la excitación, durante la cena hablamos de diferentes temas para olvidarnos de lo sucedido, y quedamos de acuerdo en que no era necesario pasar por la ducha todos los días, dada mi poca actividad diaria… acordamos en que me ayudaría a bañarme cada día por medio.

Más tarde vinieron a casa un par de amigas de mi hermana, me saludaron brindándome ánimos y ofreciendo ayuda para cualquier cosa que necesitáramos en este período.

Al otro día no ocurrió demasiado, estuve estudiando e hice unos trabajos para ir logrando más movilidad, ya estaba acostumbrado a moverme con la ayuda de las muletas.

La recuperación me parecía ir más lenta de lo normal. O al menos eso sentía yo. Transcurrió otra noche en la que pude dormir poco. Volvió a amanecer ya con un calor aún más extremo que el día anterior, en este verano agobiante que no daba tregua. Me quedé tumbado en la cama con el ventilador dándome aire a máxima potencia, ya poniéndome a estudiar mientras Micaela se fue al trabajo.

Me concentré en el estudio casi todo el día, sólo me detuve para almorzar. Ya en la tarde, estando bastante cansado de leer, me quedé dormido por un rato. No sé cuánto tiempo fue, pero cuando desperté aún hacía calor. Estaba ligeramente transpirado porque había soñado algo, con mi hermana precisamente, y con cosas prohibidas para más detalles.

Era como si aquella visión de Micaela en ropa interior, no me dejara en paz.

No era extraño que tuviera mi sexo apuntando al techo, doliéndome bajo el calzoncillo. Miré el reloj de la mesita, aún eran las 4 de la tarde, faltaba una hora para que mi hermana vuelva del trabajo. Tenía tiempo para intentar masturbarme.

Me bajé como pude la prenda interior, y traté de masturbarme con mi mano izquierda, con los dedos en realidad… estaba muy caliente, tenía muchas ganas de tener un orgasmo, pero tras varios minutos de intentos fallidos, comenzó a molestarme el hueso dañado de la muñeca… ya no sabía qué hacer! Con la poca fuerza que tenía no llegaba a poder mantener la paja hasta venirme. Aún me dolía demasiado todo el brazo. No podía aguantar más sin acabar, la excitación y calentura me sobrepasaba.

En ese mismo instante, escucho el ruido de la puerta que se abre. Voltee mi cabeza hacia el reloj, eran las 4:30 y mi hermana ya había llegado! Entré en desesperación para tapar mi pija paradísima al borde de estallar, no me podía encontrar en esa situación!

Lo más rápido que pude me subí el calzoncillo, me moví un poco de más y lo sentí en todo el cuerpo con un dolor extremo, pero no importaba, agarré la sábana como pude y me tapé por completo. Mi hermana entró y pasó de la cocina a la habitación, yo agarré los apuntes y me hice el que estaba estudiando.

– ¡¡Hola!! ¿Cómo está mi hermanito lindo?

– Ho.. hola Mica…

Vino corriendo hacia mí y me dio un beso en el cachete para saludarme.

– Viniste antes hoy.-Dije para sacar algún tema y que no note nada raro.

– Sí, terminamos rápido con unas fotos y como no había nada más para hacer me dejaron venirme antes. ¿Qué hacés tapado así? ¡Hace un calor del infierno!

– …Bueno… no tengo tanto calor…-Mi respuesta no fue nada convincente.

– ¡Pero si estás rojo y transpirando! ¡Sacate esto que te vas a morir!

Mi hermana agarró la sábana y de un plumazo sin que me diera tiempo a evitarlo, la corrió hacia abajo destapándome por completo y llevándose la mano a la boca tapándosela por la sorpresa de ver mi tremenda erección bajo el calzoncillo.

Yo simplemente suspiré y me llevé la mano a la cara de la vergüenza. De pronto escucho que ella se empieza a reír.

– ¡Me hubieras dicho…! Perdoname, no quería…

Dejó de hablar, yo volví a abrir los ojos, y ella simplemente se quedó petrificada mirando mi calzoncillo abultado hasta el límite… habrán sido 3 o 4 segundos que yo noté como una eternidad, en la que su mirada se derretía en mi bulto. Salió del trance en el que se encontraba y me dijo:

– Termino de acomodar mis cosas y vamos a bañarnos hermanito.

Puf… lo que iba a tener que sufrir ahora en el baño, pensé.

Mica se volteó… un silencio algo extraño se apoderó de la habitación, ese silencio que ya había ocurrido antes. Mi hermana acomodó sus cosas en el armario y en la mesa de la cocina, merendó algo ligero y luego me pidió que trate de levantarme para ir a la ducha.

Logré mi cometido, ya de pie mi hermana me ayudó hasta ingresar al baño y cerró la puerta detrás de mí. No tenía remera ni pantalón, sólo estaba con el bendito calzoncillo que Micaela no tuvo reparos en bajarme hasta los pies y sacármelo para dejarme completamente desnudo y sonreírme para que no me pusiera nervioso.

Desde el episodio en la cama me había calmado un poco, pero cualquier detalle me haría volver a entrar en excitación. Tras abrir la canilla y meterme debajo, como siempre con cada mano me sostenía de las paredes o de los ganchos para colgar las toallas.

Mi hermana estaba con una remera de tirantes blanca, y un pantalón que le llegaba por debajo de las rodillas, bastante ajustado. Ella se mantenía a un lado y me fue pasando el jabón por el cuerpo como en la ocasión anterior.

Ya cuando me pasó el jabón por las piernas, sabía lo que se venía y se me fue parando… me pasó el jabón por los muslos y subió hasta mis huevos, me lo pasó por toda la zona e inmediatamente fue hacia la pija, moviendo su mano alrededor… cerré los ojos y sentí sus dedos tocarme, inevitablemente me creció más y más, no alcanzó a terminar de pasarme el jabón por ahí que ya mi pija había llegado a su punto máximo de erección con sus toqueteos involuntarios.

Se me puso dura mientras me pasaba el jabón, casi que se podría decir que se me paró con su mano y sus dedos tocándomela.

– Pero si apenas te pasé el jabón… ya se te…

Micaela se cortó porque supongo que estaba a punto de decir una barbaridad ante su hermano menor.

– …Perdón… pero no puedo… controlar…-Susurré con vergüenza y sin mirarla.

Me lo siguió pasando, ahora yo ya sentía esto casi como una masturbación, mi hermana me refregaba el jabón a lo largo del tronco de mi pija y yo sentía que no podía más. La tenía a punto de reventar, no recuerdo haberla tenido tan erecta.

– ¿Nunca estuviste con una chica?

Me sorprendió con esa pregunta tan… directa en ese momento.

– Emm… no…-Alcancé a decir en voz baja, con total sinceridad confirmando mi virginidad ante mi hermana mayor.

– …Ah… ahora entiendo… con razón te ponés así cada vez que te paso el jabón, jaja.-Rió divertida.

Yo quería que se termine ya esa tortura.

– ¿Y por qué no te… ya sabés…?-Me preguntó mi hermana y me hizo el gesto de hacerse la paja, con la mano cerrada moviéndola hacia arriba y abajo. Yo casi me muero.

– ¡¿Qué?!-Pregunté haciéndome el tonto.

– Dale… no te hagas hermanito…-Mi hermana se arrimó un poco más a mí.

– ¿Te das una idea de lo que me cuesta hablar de esto con vos, no?

– Sí, pero igual quiero que me respondas! Dale, soy tu hermana. No tengas vergüenza…-Me pidió cuando me volvió a pasar el jabón desde el pubis hacia la punta recorriendo el tronco, haciéndome escapar un leve gemido, que creo ella no notó.

No sabía si contestar, mejor dicho, no sabía qué contestar. No podía pensar con claridad tampoco, la calentura extrema que estaba soportando no se me iba con el agua de la ducha cayendo sobre mí.

– Bueno… en realidad no es tan sencillo… no lo hago porque no puedo… quiero decir, sí lo hice pero no puedo…

– ¿Qué? No entiendo nada. ¡Explicate bien!

– Que sí traté de… hacer eso… pero no pude porque tengo poca movilidad todavía en las manos… o sea que no pude “terminar”… por así decirlo.-Traté de ser lo más sincero posible.

Micaela se quedó pensativa mirándome hasta que empezó a reírse.

– ¿Qué? ¿Qué te pasa tonta?-Pregunté riéndome (me contagió la risa).

– Nada, es que no me había dado cuenta… ¡es verdad!.. ¡qué imbécil soy! Perdón por ser tan boba hermanito, jajajaja.

– Ja… ¡no es tan gracioso! Aún tengo poca fuerza y me cuesta hacerme la paj…-No me di cuenta y me detuve antes de decir algo fuerte delante de ella.

– ¿No podés hacerte la paja?-Me preguntó mi hermana mirándome a los ojos, volviendo a la seriedad. No creo que haya sido su intención, pero lo dijo con una sensualidad que me erizó la piel. O al menos así lo sentí yo.

Simplemente le respondí “no” bajando la mirada.

– No seas tímido, no pasa nada tontito. Podés hablar de estas cosas conmigo…

Mi hermana dejó el jabón a un lado por un momento, se agarró de mi brazo con su mano izquierda, se apoyó contra mí, pude sentir sus tetas apoyadas levemente en mi brazo, llevó su mano derecha a mi pubis, me sacó un poco del jabón que había en esa zona mientras me caía agua, siguió bajando lentamente… yo sólo permanecía quieto como una estatua viendo lo que hacía con su mano… bajó hasta mi pija, durísima y llena de jabón alrededor. Ante mi enorme asombro, me la tocó con sus dedos, me puso dos o tres dedos alrededor de la pija y lentamente me fue bajando la piel del prepucio, sentía sus dedos tironeando sutilmente hacia atrás, mientras salía mi glande completamente rojo a escena, de a poco.

Sentí una corriente por todo el cuerpo que nunca había experimentado antes.

Mi hermana continuó moviendo sus dedos con una sutileza que me provocaba una excitación nunca antes vivida. No sé si lo hacía a propósito o no, pero en ese momento Micaela me estaba tocando la pija directamente, y no estaba la excusa del jabón ni nada.

Retiró sus dedos de ahí, y los movió un poquito hacia adelante… apoyó lentamente y con suavidad un dedo sobre la punta de mi glande descubierto.

– Ahí también hay que limpiar, ¿no?-Me susurró mi hermosa hermana mayor al oído, casi me derrito. Esta vez sí lo tuvo que haber dicho con sensualidad, aquello no era posible, no podía estar pasando.

Yo sólo atiné a mover la cabeza diciendo que sí, Micaela me estaba torturando. Sentí su dedo tocándome la punta y estuve a punto ya de venirme, no podría aguantar demasiado ya. Ella volvió a agarrar el jabón y me lo pasó por el glande, en forma de círculos…

Hasta que por fin procedió a enjuagarme… dejó el jabón y puso su mano alrededor del tronco de mi pija, de manera muy suave… cerré los ojos tratando de contener lo inevitable.

Movió su mano hacia delante, llegando hasta la punta y volviendo hacia atrás.

“¡Me está pajeando, me está haciendo la paja!”… En mi mente sólo pensaba eso, seguramente estuviera equivocado y ella simplemente me estaba lavando y limpiando el jabón, pero en esa situación no pude aguantar más. Abrí los labios como pude para tratar de decirle algo entre gemidos… estaba por venirme ante mi hermana, tenía que avisarle:

– Ahh… Mica… creo que…

– Shhhh.

Me sostuve como pude de la pared y de mi hermana cuando exploté. El semen fue saliendo disparado de mi glande en gran cantidad… abrí los ojos y simplemente miré como Micaela no retiró su mano de mi miembro, la dejó ahí apoyada estimulándome mientras mis piernas temblaban, ella me agarró más fuerte del brazo y la sentí aún más cerca, los chorros de semen caían y caían, en los azulejos de la pared, en el piso… pude ver que Mica miraba atentamente lo que sucedía.

Cuando por fin terminó mi largo orgasmo, suspiré profundamente y de inmediato me invadió un sentimiento de culpa o vergüenza muy fuerte, a tal punto que mi hermana lo notó. En ese momento no hablamos. Me terminó de limpiar toda la zona y cerramos la canilla. El agua se detuvo y el vapor que quedaba en la habitación era testigo de lo que allí había sucedido.

Mientras Micaela me secaba con la toalla, en mi mente busqué las palabras para decir algo o disculparme, tenía esa necesidad…

– Mica… discúlpame por lo de recién…

– Shhh. No hace falta que digas nada… de verdad.-Me sonrió.

– Gracias.-Le devolví la sonrisa.

– Además… acá no pasó nada, ¿verdad hermanito?-Me preguntó con una sonrisa cómplice.

Giré la cabeza asintiendo.

Micaela me terminó de secar y aquella escena llegó a su fin.

– Bueno ahora me voy a bañar yo… aunque primero voy a tener que limpiar todo el enchastre que dejaste!

Nos reímos a la vez, ya que hizo alusión a todo el semen que había quedado en los azulejos de una de las paredes del baño mientras lo señalaba… le dije que yo lo limpiaba ya que era mi culpa, pero no hubo caso.

Esa noche no me podía dormir. Le daba vueltas y vueltas en mi mente a lo que había pasado. Nunca pensé que podía llegar a ocurrir algo así, no sabía qué pensar. Si fue a propósito que Mica me hizo la paja, si sólo me “ayudo” con mi problema, o si ella simplemente me estaba limpiando y yo me hice una película entera… estaba descolocado. No era para menos… había vivido una situación demasiado íntima con mi propia hermana mayor… no era normal.

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