Viví una experiencia muy morbosa, mi marido se masturbaba mientras veía como otro me cogía. Fue raro, pero me gustó tanto que lo hacemos seguido

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Mientras él me cogía… mi esposo miraba:

Hacía tiempo que habíamos dejado de lado las aventuras sexuales, todo en común acuerdo, aunque tengo que confesar que yo… no lograba encontrar la plena satisfacción sexual. Me daba pena decírselo a Mario, sin embargo, una buena tarde fue el mismo quien decidió que debíamos volver a las andadas.

— ¡Quiero hacerte una propuesta! Siéntate aquí a mi lado y responde con sinceridad. ¿Extrañas los encuentros sexuales?

-¿Por qué lo preguntas? ¿A caso… quieres que volvamos a hacerlo? ¡La verdad si lo extraño y mucho! Pero te prometí no volver a hacerlo y estoy cumpliendo mi palabra…

Mario se quedo en silencio, con actitud pensativa, parecía que trataba de leer mi mente, por fin rompió el silencio y de inmediato comprendí, que él ya no podía con la abstinencia.

–Es verdad, yo quiero que vuelvas a hacerlo, de hecho… hace días he sostenido una charla con un hombre quien está interesado en ti, acepte dejarte pasar un par de días a su lado, pues él me ofreció algo a cambio.

-¿Algo a cambio? ¿Qué te ha ofrecido para que seas tú quien olvide nuestra promesa de no volver a hacerlo?

–Me ha prometido… que yo podre mirar mientras te coge. ¡Tú sabes que eso es algo que deseo hace tiempo! Sería la tercera ocasión que participaría como espectador mientras te cogen.

-¡Puedes hacer la cita! Yo… también deseo volver a hacerlo, y si tú estarás presente, lo hare con más placer.

Esa semana fue un martirio, el tiempo parecía haberse detenido, las horas se hacían eternas, pero aún con esa estresante marcha del tiempo, el día jueves por la noche Mario me dio la noticia, o más bien me dio los detalles de cómo sería el asunto en la siguiente aventura sexual.

–Mañana por la tarde será la cita, tenemos que estar a las 5 en la avenida Juárez, ahí nos estará esperando tu amante en turno.

-¿Quieres que me ponga algún vestido en especial?

–¡Prefiero que seas tú misma quien decida que llevar puesto! Solo… recuerda que me encanta verte con ropa sexy, dame una sorpresa, ponte lo que tú consideres adecuado para reiniciar las aventuras sexuales. No podre venir por ti cuando salga del trabajo, así que nos encontraremos justo en la entrada del observatorio de música, ¿alguna pregunta?

-No, ¡ahí estaré puntual y… voy a darte una grata sorpresa… espero que cuando regrese, tú me des tu opinión de mi forma de vestir!

Por la mañana después de quedar sola en casa, aproveche para mirar cada una de mis prendas usadas durante mis encuentros pasados, había ropa de todo tipo, en su mayoría, vestidos sexys, los cuales dejaban muy poco a la imaginación, pero había uno muy especial, el cual solo lo había usado un par de ocasiones y a Mario le había parecido algo demasiado morboso.

Se trataba de un vestido de enfermera sexy, el cual era muy cortito, con botones en todo el frente y tan cortito que el solo hecho de agacharme… dejaba al descubierto lo que llevara puesto debajo, por cierto… debajo decidí ponerme una diminuta tanga blanca de hilo, sin medias ni sostén.

Me puse unas zapatillas blancas con tacón alto de aguja, las ocasiones que lo use, siempre me lo puse estando en el lugar donde me cogieron, pero ahora, estaba dispuesta a salir a la calle llevándolo puesto, no me importaba que las personas murmuraran a mi paso, tampoco me importaba recibir comentarios morbosos por parte de los hombres.

Solo, deseaba demostrarle a Mario, que deseaba complacerlo en todo.

El agua caliente corría mi cuerpo, mientras me bañaba; recordé las noches que pase en brazos de algún amante ocasional, pero muy en especial recordaba a don Fernando, el hombre quien me había dado placeres muy especiales.

Si las cosas salían bien, yo… había pensado en pedirle a Mario me dejara volver a verlo, por ese motivo, tenía que demostrarle que ya no había el mas mínimo pudor en mi persona y que estaba dispuesta a cualquier prueba.

El vestido estaba extendido sobre la cama, a su lado la diminuta tanga de hilo, la cual tenía un pequeño corazón al frente, el cual apenas lograba cubrir mis labios vaginales, ese diminuto triangulo era sostenido por delgadas y finas ligas, daba la impresión de ser un solo triangulo pegado a mi cuerpo.

Me puse las zapatillas y de inmediato la excitación de mi cuerpo aumentó, mientras arreglaba mi cabello y me maquillaba, permanecí vestida solo con la tanga y las zapatillas, si Mario me lo hubiera pedido… no dudaría en salir así a la calle, claro, solo lo haría si fuera de noche y en altas horas para no despertar comentarios dolosos.

El momento de ponerme el vestido llego, ya había olvidado la suavidad de la tela de ese vestido, era tan suave que al caminar, parecía como si alguien estuviera acariciándome con mucha suavidad; pese a ser tan suave, no se trasparentaba, aun tenía el cabello húmedo cuando abandone la casa.

El ruido que hacían mis zapatillas, rompió el silencio de los pasillos del edificio, afortunadamente no me tope con nadie en el camino a la salida, al llegar a la calle, me apresure a alejarme, las miradas de los hombres eran de evidente morbo, empecé a recibir comentarios morbosos, los cuales lejos de molestarme… ¡me causaron placer y acrecentaron mi deseo sexual!

Pude abordar un taxi de sitio, sin embargo, preferí subir a un transporte público, pude notar la mirada de deseo del chofer, quien no aparto sus ojos de mis pernas cuando subí y claro… pudo ver la diminuta tanga que llevaba puesta, una sonrisa de satisfacción se dibujo en su rostro al verme pasar a su lado.

Apenas lograba cubrir mis piernas un poco con mi bolso de mano, lentamente el transporte se fue aproximando al centro de la ciudad, una media hora más tarde llegue a mi destino, baje y camine por un par de calles, llegue a la hora exacta, Mario ya estaba esperándome, de inmediato me di cuenta de su asombro al verme caminar con ese vestido sexy aproximándome hacia él.

-¡Hola… aquí me tienes, espero te guste cómo vengo vestida!

Mario estaba nervioso, no podía disimularlo, miraba inquieto a todos lados, cuando logro sobreponerse de la sorpresa, me dijo lo siguiente.

–Jamás paso por mi mente que te atreverías a salir a la calle con ese vestido puesto, ¡estás hermosa, pero creo que no debiste salir así!

-¿No te gusto la sorpresa? ¿Estás molesto? ¿Quieres que volvamos a la casa?

–No, por supuesto que no estoy molesto, estoy súper excitado de verte vestida de esa forma, todo mundo nos mira, y eso… ¡me tiene con la verga adolorida de placer!

Ya no pudimos charlar más del asunto, justo en ese momento llegó mi amante en turno, quien no dejaba de mirarme mientras saludaba afectuoso a Mario.

— ¡Hola! ¿Cómo estás, supongo que ella es Sonia?

–Si, ella es Sonia mi esposa.

— ¡Hola Sonia, yo me llamo Arturo!

Después de saludarnos, Arturo dijo a Mario lo siguiente.

— Bueno, pues vamos a la casa, vivo a unas cuantas calles de aquí, iremos caminando si no les molesta.

Me tome del brazo de Mario y caminamos por la calle hacia el zócalo de la ciudad, ellos charlaban de cosas comunes mientras yo les escuchaba, Arturo era de complexión muy delgada, alto, y le faltaba una gran parte de su dentadura superior, me pareció un hombre demasiado viejo, aunque de modales finos y daba la impresión de ser muy culto.

Dos calles después del zócalo de la ciudad, Arturo se detuvo en un viejo portón de madera, introdujo una llave y la puerta chirrió al abrirse. Parecía un viejo edificio de vecindad abandonado, todas las puertas del interior eran igual de viejas y de madera, subimos por unas escaleras deterioradas, yo caminaba delante de ellos.

Estaba segura que ambos podían ver la tanga sin problema, pues se habían atrasado un poco y sus pasos eran lentos, en la planta alta había más puertas viejas de madera, todas abiertas a excepción de una, ahí fue donde entramos.

Olía a humedad, había una vieja cama matrimonial y una mesa de madera con un par de bancos, el piso era de madera, Arturo se apresuro a abrir la puerta del balcón y corrió las cortinas.

— ¡Bueno… no tengo tantas comodidades, sin embargo… hay lo suficiente para pasar un buen rato de placer! Mario, acomódate en la silla, mientras Sonia y yo lo hacemos en la cama. ¡Si deseas desnudarte, no te detengas… quizá sientas ganas de masturbarte mientras miras como me cojo a tu esposa!

Era la primera vez que escuchaba a un hombre hablarle a Mario de esa forma tan natural y sin importarle nada. Mario se levanto de la silla y claro que se desnudo por completo mientras yo permanecía sentada en el borde de la cama. Era evidente la excitación de Mario, su verga estaba dura y sus venas parecían a punto de reventar.

Arturo se aproximo lentamente hacia mí, me tomo de la mano y me puso de pie, el juego estaba iniciando; dio la vuelta y se acomodo tras de mí, rodeo mi estrecha cintura y aproximo su boca a mi oído, su lengua paso con suavidad por mis oídos y bajo lentamente hasta mi cuello.

De inmediato sentí que la excitación aumentaba considerablemente, sin dejar de besar mi cuello… busco los botones del vestido, los fue soltando uno a uno y en segundos logro apartarlo de mi cuerpo, ahora solo me quedaba la tanga sobre mi cuerpo.

Cerré los ojos y me dispuse a disfrutar de las caricias de Arturo, quien estaba demostrando la gran experiencia que poseía. Sus manos acariciaban mi rajita por encima del corazón de la tanga, a momentos la dejaba y subía sus manos a mis pequeñas tetas.

Las apretaba primero suavemente y después… con un poco de fuerza, poco a poco mis pezones alcanzaron su máximo tamaño, ya me dolían por la hinchazón, lo mismo sucedía con mis labios vaginales, palpitaban de deseo y mis líquidos vaginales… empezaban a fluir lentamente.

En ese momento, Mario estaba acariciando su verga con su mano, mientras Arturo movía sus grandes manos con agilidad por todo mi cuerpo, cada vez que podía… pasaba las yemas de sus dedos por mi rajita mojada, ya la tanga estaba empapada con mis jugos.

Repentinamente Arturo dijo algo que me dio gusto escuchar y sin duda a Mario igual le dio gusto.

— Acércate a Mario y mama su verga, mientras yo me desnudo, mira cómo lo tienes de excitado… es justo que le des un poco de placer. ¡Anda hazlo!

Camine lentamente sin dejar de mirar a mi esposo quien apretaba con fuerza sus verga, me arrodille y me acomode entre sus piernas, abrí mi boca y deje que toda su verga entrara, aunque tengo que confesar que no la tiene muy grande ni gruesa, pero me gusta mucho sentirla dentro de mi boca.

Los minutos pasaron rápidamente, por fin Arturo rompió el silencio, cuando di la vuelta para ir a su lado… sentí estremecerme, el tamaño de su verga era considerable y tenía una extraña curvatura, sus venas estaban infladas y su verga se movía ligeramente.

Volvió a tomarme con sus fuertes brazos por mi estrecha cintura, pero ahora de frente a él. Sus labios buscaban con ansiedad los míos, pude sentir la falta de sus dientes, pero no me importo, me beso con mucha pasión y sin dejar de acariciar mi cuerpo, prolongo por varios minutos ese delicioso beso.

Lentamente fue bajando la tanga hasta que solamente la soltó y cayó al piso, se acomodo en el borde de la cama y separó sus piernas, yo sabía lo que tenía que hacer, me arrodille y me acomode para meter su gran verga dentro de mi boca, empecé a mamar con mucha suavidad.

Su sabor agridulce invadió mi paladar, de reojo miraba a Mario, quien seguía apretando con fuerza su verga, fueron varios los minutos que seguí mamando, hasta que el mismo Arturo me pidió ponerme de pie.

— ¡Suficiente Sonia… ahora déjame descansar mientras te doy placer! Voy a darte una deliciosa mamada en ese rico chocho mojado, voy a saborear tus jugos vaginales. ¡Anda acomódate aquí y trata de abrir tus piernas tanto como te sea posible!

Me senté en una esquina de la cama, abrí las piernas y él… se acomodo en medio, estiró sus manos y tomo mis pequeñas tetas, apretó con fuerza mis pezones y después… dirigió su lengua a mi rajita, el momento del placer había llegado.

Aaaaaaaaa… siiiiiiiiiiiiiii… ¡que ricooooooo! Aaaaaaaaaa.

Su lengua pasaba lentamente por mi raja, de inmediato fui invadida por un temblor de placer, era sorprendente la forma de cómo succionaba mi raja, y cuando lo hizo con mi clítoris… sentí morir de placer, no pude evitar dejar de gemir, mis gemidos se escucharon en la habitación, por un momento me olvide que Mario estaba a escasos metros observando y de forma instintiva, comencé a decir cosas morbosas.

-Así, sigue chupando… ¡no te detengas por favor! Aaaaaaa. ¡Qué rico lo haces! Cógeme ¡por favor… hazme gozar mucho papi! Aaaaaaaaaa.

Al darse cuenta de la forma como me estaba haciendo disfrutar, apretó mi clítoris con sus labios y lo apretó con suavidad, solo bastaron unos cuantos apretones para que todo mi cuerpo temblara y terminara por hacerme tener el primer orgasmo de la noche, seguido de verdaderos gemidos de placer.

-Siiiiiiiiiiiiiiii… aaaaaaaaaaaaaaaaa… másssssssssssssssssss… aaaaaaaaaaaaaaa.

Mi cuerpo temblaba sin parar, cuando Arturo se aparto de mi lado, yo caí sobre la cama sin fuerzas, lo que escuche de boca de Arturo me hizo aumentar nuevamente la excitación.

— No hay duda Mario, tu esposa de verdad es un volcán en erupción, sabe disfrutar de una buena cogida, sabe comportarse como una puta de verdad, ¡debes estar muy orgulloso de tenerla a tu lado! ¡No te detengas amigo… sigue masturbándote y deja que tu semen salga! O si prefieres esperar a que le meta mi verga para hacerlo… puedes hacerlo, aunque a decir verdad, podrías masturbarte ahora y cuando este cogiendo conmigo repetir.

En ese momento, Mario aumentó la velocidad de su mano y en segundos su leche salió disparada, por su parte Arturo volvió a mi lado y me tomo de la mano, me puso de pie y ahora jalo la otra silla de madera y se sentó al tiempo que me decía.

— ¡Ven putita, es hora de cogerte de verdad! Siéntate y penétrate a tu ritmo, yo solo estaré inmóvil, serás tu la que haga todo el trabajo, después lo hare yo.

Me acomode y me fui penetrando yo misma mientras me dejaba caer sobre su verga, la sentí inundar mi rajita, pude sentir sus huevos chocar con mis nalgas, repentinamente él tomo mis nalgas con sus grandes manos y así… lentamente me ayudo a subir y bajar, la penetración era total, fueron minutos de enloquecedor placer.

Mario estaba absorto mirando la cogida que Arturo me daba frente a él, repentinamente se puso de pie y camino llevándome ensartada hasta la ventana, se quedo de pie ahí, no sé si alguien lograba vernos, después de varios minutos de bombearme, decidió bajarme, me ayudo y me quede de pie frente a él, su verga estaba embadurnada con mis jugos y su propio semen.

Me arrodille y la chupe, hasta dejarla limpia, Mario seguía acariciando su verga, ahora la penetración fue de frente a él, volvió a tomar mis nalgas con sus manos y me ayudo a elevarme, hasta que nuevamente quede ensartada. Yo me apresure a pasar ms manos por su cuello, mientras él empezó a subirme y a bajarme con la ayuda de sus manos. Justo antes de que su verga saliera por completo de mi rajita… volvía a meterla hasta el fondo, haciéndome más placentero el momento.

-Aaaaaaaaaaaaaa. Asiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.

Mario no perdía detalle alguno, sin dejar de masturbarse, casi en sincronización, los tres logramos explotar al unísono. La leche de Arturo corrió como lava hirviendo dentro de mi rajita, mientras yo… explotaba en un prolongado y placentero orgasmo.

Cuando me dejo en el piso, su leche corría por mis piernas, sin fuerzas me deje caer sobre del piso y me acurruqué para recuperar las fuerzas, mientras todo mi cuerpo temblaba por el placer sentido.

— ¡Creo que he cumplido con mi parte! Me cogí a Sonia delante de ti, ahora solo que se recupere la llevaras de regreso a casa y mañana… la quiero aquí al medio día, según lo acordado… la dejaras un par de días a mi lado. ¿Estás de acuerdo?

–Si… completamente de acuerdo.

Minutos después, me puse de pie y tome un trapo limpio que Arturo me dio, limpie mi raja y me puse la tanga aun mojada, termine de vestirme, Mario ya lo había hecho, no así Arturo quien seguía desnudo.

— Mañana quiero que vengas con algún vestido similar, no sabes cómo me dio gusto verte vestida de esa forma cuando llegue. Te quiero puntual. Justo al medio día.

Minutos después salimos en silencio, yo podía sentir como la leche de Arturo seguía fluyendo de mi rajita, afortunadamente Mario decidió que tomaríamos un taxi de sitio, unos 40 minutos después llegamos a casa, Mario me pidió desnudarme, quería ver mi raja mojada.

n ¿Te gusto la forma de cómo te cogió?

-Sí.

— A decir verdad… es sorprendente como un hombre de su edad logra mantener por buen tiempo su erección. Bueno Sonia, ya lo escuchaste… mañana tienes que estar con él al medio día. ¿Ya sabes que vestido llevaras puesto?

– No… aún no elijo, ya lo sabrás mañana… Mario… ¡gracias por decidir volver a las aventuras!

— No tienes que agradecerlo, yo lo deseaba tanto como tú, el estar presente mientras te cogía, fue espectacular, el placer fue doble, jamás imagine que me dejaría estar desnudo y sobre todo que él mismo sugiriera que me masturbara, creo que es un buen hombre.

Esa noche dormí como hacía varios meses no lo lograba, por la mañana me apresure a preparar el desayuno, a insistencia de Mario, me arregle al terminar el mismo, fui a bañarme, regrese desnuda y busque las prendas que llevaría puestas. En ese momento no sabía la gran sorpresa que me esperaba en casa de Arturo esa noche.

Me decidí por un vestido que ya no había usado tiempo atrás, de color amarillo, strapless, cortito y de corte circular, debajo me puse una tanga negra de finos encajes, sin sostén y como complemento zapatillas negras de tacón alto.

Pese a ser más discreto que el de enfermera, no dejaba de ser llamativo, mis piernas lucían hermosas con las grandes zapatillas, nuevamente salí sola de casa, antes de hacerlo… Mario me dio un beso en la boca y me dijo lo siguiente.

n Disfruta de este par de días, solo recuerda, cuando regreses, tendrás que contarme a detalle lo ocurrido.

Las miradas de los hombres en la calle me hacían aumentar mi excitación, el solo hecho de imaginar y de recordar lo sucedido la tarde anterior, me tenía demasiado excitada, ya la tanga estaba mojada igual que la tarde anterior, cuando llegue casa de Arturo, di fuertes golpes en el viejo zaguán, de inmediato salió a abrirme.

— ¡Pasa, me gusta que seas puntual! ¡Qué hermoso vestido traes puesto! no hay duda que tienes buen gusto para vestir, y bueno… es necesario decirte que te ves muy sexy.

Nuevamente subí delante de él, sin duda para que mirara con morbo lo que llevaba puesto debajo del vestido, ya en la habitación, me sorprendió ver una colchoneta y unas cobijas tiradas en el suelo, al darse cuenta de mi rostro interrogante, Arturo se apresuro a aclarar.

— En esa colchoneta…duerme un amigo mío, él es un buen chico, y esta noche… ambos vamos a cogerte, a menos que no estés de acuerdo, ¿quieres hacerlo?

La sorpresa fue momentánea, no dude en aceptar su propuesta, rápidamente le respondí.

– Si… ¡si quiero hacerlo con tu amigo!

— Ahora quiero que te desnudes, deseo mirarte así mientras Manuel regresa.

Después de desnudarme, Arturo me pidió dejarme depilar la raja, yo estuve de acuerdo en que lo hiciera, mientras lo hacía, me dijo algunas cosas que me hicieron desear pasar más tiempo a su lado.

— Le pedí a Mario dejarte pasar un par de días a mi lado, sin embargo no podrá ser posible, por lo menos no ahora, así que después de cogerte, te enviare de regreso a casa, y espero que él acepte mi invitación para otra reunión. Tengo deseos un poco morbosos, como llevarte a un cine y cogerte ahí mismo, o quizá ir a algún parque público y buscar algún lugarcito donde pueda cogerte corriendo el riesgo de ser sorprendidos.

Lentamente fue dejando sin un solo vello mi raja, cuando termino de depilarme, me pidió ponerme de pie en la ventana, yo podía ver a la gente caminando por la calle, no sabía si alguien podía verme a mí.

Repentinamente la puerta se abrió y entro un hombre joven, vestía un traje negro, el cual contrastaba con su cabello desaliñado y largo y también con sus zapatos gastados.

— ¡Hola Manuel, saluda a Sonia!

El hombre balbuceo tímidamente.

____ ¡Hola Sonia!

Arturo no perdió el tiempo, miro fijamente a Manuel y lo apresuro diciéndole.

— Ve a bañarte, Sonia está aquí para que le demos un buen servicio.

El joven salió de la habitación para ir al baño, minutos después regreso completamente desnudo, entre sus piernas colgaba un buen trozo de carne flácida, el chico parecía tímido, y sin embargo parecía obedecer en todo a Arturo.

— ¡Ven Sonia recuéstate aquí en la cama, separa las piernas y prepárate para subir al cielo!

Hice lo que me ordeno y de inmediato Manuel se coloco a mis espaldas, a escasos centímetros de mi boca, mientras Arturo se acomodaba entre mis piernas y comenzaba a chupar mi raja, de inmediato comprendí de lo que se trataba el asunto, abrí la boca y deje que la verga flácida de Manuel entrara inundando mi garganta.

Rápidamente pareció cobrar vida, la sentí crecer dentro de mi garganta hasta casi ahogarme, pero el placer que sentía en mi raja, me animo a no sacarla. Poco a poco me fui acostumbrando y después de algunos minutos… todo era placer.

Después de cansarnos de darnos placer oral, Arturo fue el primero en apartarse, le siguió Manuel y ahora tomándome de la mano, Arturo me llevo a la silla, ahí, se sentó y me pidió penetrarme como la tarde anterior, solo que de frente a él.

Mi raja estaba empapada, su verga entraba y salía con gran facilidad, repentinamente… Manuel hizo algo demasiado morboso.

Se acomodo tras de mí y sin perder el tiempo… empezó a pasar su lengua una y otra vez por mi ano.

Aaaaaaaaaaa, ¿Qué haces Manuel? Aaaaaaaaaaaaa, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. Sigue haciéndolo. Aaaaaaaaaaaa.

Después de varios minutos de ese placer espontaneo, Manuel se acomodo tras de mí, puso su verga en la entrada de mi ano y sin piedad, empujo con fuerza sin detenerse hasta que me tenia bien ensartada. Fueron minutos dolorosos, ambos se quedaron quietos hasta que el dolor paso dándole paso al placer.

Aaaaaaaaaaaaa. Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. Asiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. Ma´sssssssssssssssssss. Aaaaaaaaaaaaaa.

Los dos se movían en perfecta sincronización, me bombeaban con ritmo, mi cuerpo estaba sudoroso, la fricción de sus cuerpos era fantástica, no recuerdo cuanto tiempo tardaron bombeándome, pero al final, sentí la leche de ambos.

Primero Arturo inundo mi raja, su leche era caliente y aunque no fue tan intensa como la tarde anterior, no dejo de ser placentera. Sin embargo… Manuel fue todo lo contrario, daba la impresión que llevaba mucho tiempo conservándose para darme a mi toda su crema, sentí como inundaba mi ano, su leche era espesa y caliente.

Nos quedamos abrazados los tres, mientras recobrábamos la calma, fue Manuel el primero en separarse, le siguió Arturo, por ultimo yo me levante y me vestí, solo limpie un poco el semen que escurría por mis orificios, me puse la tanga y el vestido y minutos después abandone la vieja casona para regresar a casa.

El taxi no demoro mucho en llegar a casa, Mario se sorprendió al verme, de inmediato me cuestiono.

n ¿Algo salió mal? Arturo había pedido dejarte pasar un par de días a su lado.

– No… no paso nada malo, al contrario, me pidió que lo disculpes pero surgió algo de última hora, sin embargo… me cogió deliciosamente. Tengo el ano y la raja escurriendo leche ¿quieres comprobarlo?

n Si claro que quiero ver… ¡desnúdate y cuéntame todo sin olvidar detalle alguno!

Rápidamente me despoje de mis ropas y abrí las piernas para que Mario disfrutara mirando la leche de ambos amantes escurrir por mis orificios, mientras le di los detalles… él no perdió el tiempo, acariciando mi raja y ano, sintiendo la leche espesa salir y escurrir por mis piernas.

Desde luego que Mario acepto dejarme ir al siguiente fin de semana con Arturo, y bueno, aproveche el momento de pedirle me dejara buscar a Fernando y él estuvo de acuerdo.

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