Yo mismo me encargue de que me metiera los cuernos
Soy asiduo lector de esta página de relatos. Me he decidido a escribir mi historia, para reivindicar los muchos comentarios que surgen con los maridos consentidores, cornudos de todo tipo, cuando digo cornudos, me refiero a los que son conscientes de ello y los disfrutan. Con el tiempo he podido comprobar que se dan en distintos extractos de la sociedad. El burro delante para que no se espante, empezare describiéndome primero yo.
Me llamo Eduardo en la actualidad tengo 35 años y casado felizmente desdelos 26 años. Me falta poco para el 1,80, con un cuerpo muy bien cuidado, acabe la carrera de derecho y no ejerzo como abogado, pero mi trabajo si tiene que ver con lo que estudie. Pelo corto, castaño oscuro y con facilidad de palabra. No estoy nada mal.
Mi mujer Leticia tiene mí misma edad. Nos conocemos desde niños y siempre estudiamos juntos, salvo la universidad que ella estudio medicina. Desde los 14 años estuvimos saliendo juntos, aunque tuvimos cortes en nuestra relación, que se afianzo y se hizo sería en la universidad. Leticia físicamente tiene un cuerpo que me trae loco a mí y a quien la ve. Mide casi 1,75, su cara es preciosa y cuando sonríe se le ve una cara con picardía. Unos pechos que no eran pequeños, que eran muy firmes, hasta pasar dos embarazos, donde le crecieron un poco mas y tuvieron una ligera caída, que se los hacían más bonitos. Piernas y muslos bien torneados y las piernas bien largas, un culo muy bien definido y con una forma de corazón invertido que llamaba la atención. Morena, media melena, ojos verdes muy claros, casi cristalinos y uno labios de negra como le decía siempre, carnosos y gruesos.
Como veis nada que envidiar ninguno de los dos. Mi afición por el gimnasio era por obligación. A Leticia no le gustaba ir sola, era muy vergonzosa. Como no le podía negar nada, salíamos de trabajar comíamos algo sano y antes de recoger a las fierecillas, nos dábamos una sesión de gimnasio en vez de una buena siesta. En el gimnasio al ver a mi mujer en mallas, no me extrañaba como la miraban los tíos, de todas las edades y algún comentario que logre escuchar tampoco me escandalizaron, porque esta buenísima y no se lanzaban mas, porque sabían que íbamos juntos. Había dos cosas que llamaban poderosamente la atención, la forma de su culo y que a mitad de sus ejercicios sus pezones se marcaban claramente y eso que antes de colocarse la ropa se ponían unas gasas para evitar que se le notaran. Así que imagínense como se le marcarían sin esas gasas.
Por el gimnasio, cuando íbamos en verano a la playa, por amigos que babeaban viéndola, descubrí que tenía una sexualidad incomprendida, porque quien iba a entender que me gustaba que mi mujer pusiera cachondos a los demás. Mi imaginación volaba sin freno y sabiendo lo cachonda que era Leticia, que nadie se lo podía imaginar, una vez que le hacías unas pequeñas “cosas” era un sin parar. Tuvimos que cambiar la habitación de matrimonio, porque daba a otra casa y como se ponía Leticia era un escándalo.
Durante tres años me estuve debatiendo entre lo que sabía que era mi sexualidad y lo que se suponía que era lo correcto. Veía videos sobre cornudos y me ponía “enfermo” de lo cachondo que me ponía. Porque todo lo que veía me excitaba pensando en mi mujer. Nos amábamos eso estaba claro, teníamos mas complicidad que otras parejas, porque nos conocíamos de toda la vida. Llego la hora de sentarnos y hablar seriamente, de tratar lo que me estaba pasando, no estaba seguro de que me comprendiera, lo que estaba seguro que ella haría por entenderme. La conversación profunda que tuvimos nos llevó horas y sería imposible trascribirla, porque no me acuerdo de todo con exactitud y porque hablamos de mas temas, relacionados con nuestra pareja. Una tarde cuando habíamos salido del gimnasio y regresábamos con las “fieras” le dije a Leticia que teníamos que hablar de algo importante y serio, quería que le adelantara algo y no quise, tenía que ser todo y de una vez. Por lo que le explique qué seria cuando los niños estuviesen durmiendo. Hasta que los niños se acostaron después de cenar todos, estuvo de morros.
– Vamos a ver, DON EDUARDO (así me llamaba cuando estaba picada o enfadada, no empezábamos bien) Quien es la interfecta???
– Que interfecta? Qué me dices?
– Si, que con quien me la has pegado, la conozco?
– Leti qué coño dices, que te la voy a pegar con nadie. Cuando te cuente lo que es lo mismo me matas pero te soy muy fiel, ni de pensamiento.
– Pues a que esperas, que me tienes de los nervios, suelta lo que sea.
– No te alteres y sobre todo déjame acabar y que lo explique bien.
– Venga, va pero cuando empiezas así, es para santiguarse.
– Sexualmente no me encuentro a gusto, no me encuentro pleno.
– QUEEEE??? Vas a empezar con lo del sexo anal, porque si es eso.
– Ves como no me dejas acabar, que te adelantas y no es eso. Me vas a dejar terminar o me quedo en silencio, decide tu. Si me vuelves a interrumpir me callo.
– Perfecto, me estoy callada.
– No es que no me gustes, que eso no es y mucho menos que no me pongas cachondo, no voy por ahí. Llevamos desde niños juntos, tengo la necesidad de meter una tercera persona, darle más vida a nuestros momentos sexuales. Solo de pensarlo me excita mucho mas, tú tienes cuerpo y mente para dar más. Me entiendes?
– Lo que entiendo no me gusta nada. No estoy dispuesta a ser una pareja abierta, ni a hacer intercambios y mucho menos meter una tía, porque no me van. Respeto que te pueda gustar y ,e alegra que seas sincero conmigo, como debe de ser, pero yo no estoy en ese plano que estas tu. Compréndeme.
– No me has entendido. No es eso lo que busco.
– Eduardo si me dices meter una tercera persona, que debo de entender?
– Quiero verte follando con un tío que no sea yo. Solo de pensarlo me pongo como nunca. Llevo pensándolo varios años, no creas que es algo que es precipitado. Estoy convencido de hacerlo, prefiero eso al sexo anal, para que te des cuenta. Quiero que subamos un peldaño más o dos, con nuestra vida sexual. Que dices ahora?
– Que no me imaginaba que te pasaba eso. Que no sé qué decirte y que ahora mismo me voy a tomar ron con limón. Déjame que piense sola.
Me dejo solo y me quede preocupado, aunque eso lo hacía cuando había algo que no es que le molestase, mas bien cuando algo la había cogido desprevenida. A pesar de que me había dicho que ahora seguíamos hablando, volvió me dio las buenas noches y un ya hablaremos. No quise ir detrás, quise darle su espacio. Vi una película que echaban y después me fui a la cama. No encendí ninguna luz, con la luz del móvil me metí en la cama.
– Eduardo, de verdad piensas y sientes eso?
– Que si pienso y siento el que?
– Que si de verdad estarías dispuesto a ver como otro hombre me folla y digo folla porque eso sería? Y tú qué harías mientras si se puede saber?
– Miraría, me masturbaría, haría lo que te pusiese a ti cachonda. Mandarías tú, que siempre mando yo en todo, cambiaríamos los papeles.
– Es que lo pienso y no me excita, me deja fría. Pienso que puede ser porque te hayas hartado de mí, que te esté empezando a cansar, incluso que te pueda gustar otra, me hace sentirme insegura y preocupada. No ves que es una locura.
– Te has ido y no me has dado tiempo. Porque quería decirte que ni me tienes cansado, te quiero más que nunca, te deseo un monto y solo es eso, me gustaría verte poseída por otro y viéndonos. En el bolsillo de mi camisa te tenía preparada una hoja con páginas webs para que las vieras y así entenderme un poco mejor.
– Vamos a dormir que tenemos que descansar.
Me quede dormido y pasadas las cuatro me desperté, Leticia no estaba en la cama. Mire hacia el baño y la puerta estaba entornada y la luz apagada. Me levante sin hacer ruido y sin encender luces. Por la ranura de la puerta del cuarto de estar, la vi tapada con una manta y con el ordenador, mi hoja de papel estaba sobre la mesa. Me volví a la habitación y continué durmiendo. Por la mañana comprobé que la hoja de papel estaba otra vez en su sitio. Le pregunte en el desayuno donde estaba por la noche que vi que no estaba en la cama, hizo un gesto serio porque estaban los niños desayunando. Llego la chica que se encargaba de los niños y la casa y nosotros nos fuimos juntos como siempre.
– Eduardo, cuando estén los niños ni un comentario de pasada sobre ese tema, que los niños lo absorben todo y cuando menos te lo esperas, sueltan algo que nos puede dejar en evidencia.
– Que no he sacado el tema, solo he preguntado donde estabas.
– Pues viendo esas páginas que me dijiste.
– Y que, que te han parecido?
– Que me van a parecer, algo increíble. Si hay hasta tipos de cornudos, que es lo que me faltaba por leer. Tú en cual te encuentras? Por curiosidad, porque sigo alucinada y he estado pensando donde encasillarte. Porque está claro que en el voyeur encasillas mas, pero conociéndote, sé que me has contado la parte suave.
– Es que está el que dicen humillado y no es muy exacta la definición que hacen, porque si me gustaría oírte como me contaras lo que sientes, lo que piensas y sobre todo con lo fuera de sí que te pones, no soy capaz de imaginar lo que puedes decir, que cuando estas así tu lengua no es nada fina y eso es lo mejor.
– Eduardo me dejas de piedra. Hasta te gustaría que te insultase, seguro que te llamara cornudo y más cosas, incluso que dejara que se corriera en mi boca. A que, madre mía no hace falta que te pregunte si te has empalmado. Si es verdad, no estás de broma, no es un capricho.
– Ya te lo he dicho, créeme que es así. Y si te dijera que se la chuparas, qué harías?
– Te he dicho que te dejaría mandar a ti.
– INCREÍBLE. Ya seguiremos hablando.
Los siguientes días y semanas la conversación casi principal fue esa. Vimos algún video juntos, en la cama le decía lo que le harían, lo que haría y ya eso le empezaba a poner cada vez mas cachonda y empecé a ver que se abría una posibilidad importante. Ya empezaba a preguntar cómo se podría hacer eso sin que tuviéramos problemas y se lo explicaba una y otra vez, resolviendo los inconvenientes que ponía. Una tarde le dije que el coche se había estropeado, Leticia me recordó, que siempre me decía que debíamos tener otro coche, que no sabía porque no lo comparamos. Le di la razón y que lo veríamos, pero que al día siguiente teníamos que ir en autobús. Otra vez se mosqueo, porque el autobús a esa hora iba de bote en bote.
Por la noche puse varios videos cortos, de 10 o 20 minutos de duración y por casualidad había uno de una casada en un autobús. Nos fuimos a la cama y Leticia iba cachonda. Me puse en pose cucharita y empecé a narrarle una historia, como si fuera en el autobús y yo un extraño le pegaba el rabo. Se hizo un poco reacia pero duro poco, entro en seguida y cuando dejaba de hablar me reclamaba que siguiera hablando, su corrida fue apoteósica y aunque es multiorgásmica lo deje en todo lo alto, no hice más. Por la mañana cuando nos vestíamos antes de despertar a los peques, leticia se iba a poner unos pantalones.
– No es lo mejor.
– Que no es lo mejor, el que?
– Pues ponerte pantalones.
– Y eso, por qué?
– Porque hoy te vas a estrenar, vamos a ponernos separados en el autobús y ya verás cómo se vuelven locos por pegarse a ti.
– Si van a sacar número, serás tonto. Había pensado en pantalones y pantalones llevare.
– Si me hicieras caso, resolveríamos algunas dudas, como por ejemplo si te gusta que te toquen y yo lo vea y si a mí me gusta. Esta en tu mano, además si ves que el tío que te entre no te gusta, lo mandas a paseo.
– Que no, que no estoy preparada.
Acabe de vestirme y fui a despertar a los peques. Leticia entro en la cocina con una falda más corta de la que yo hubiera elegido. Me seguía diciendo que no, pero le dije que una vez que nos colocáramos en la parada no nos hablaríamos, veíamos ya la parada y me dijo, si me ves muy apurada interviene y no te quedes muy lejos. Le mande un wasap para que con disimulo mirara a dos chávales jóvenes que tenía detrás, que no le quitaban el ojo. Ella me miro de soslayo y me contesto que eran muy jóvenes, que seguro que preferían a una de su edad. Los chavales tendrían entre 18 y 20 años. En aquel entonces teníamos 32 años.
Lo que me imagine, los dos chavales subieron y le hicieron un placaje increíble. Me moví en algún caso con ímpetu y quede casi pegado a ella. Exactamente en el hueco de la mitad del autobús. El chico moreno, detrás de ella y el otro un castaño en su costado y pegado a la ventanilla, en el otro lado estaba yo, pegado a la ventanilla, si pasaba algo nadie lo vería y si se ponía algo mal, podría intervenir. Ella estaba un poco girada hacia mí y nos mirábamos a los ojos de vez en cuando. Puso sus manos sobre el barrote que cruzaba la ventanilla y el autobús se puso en marcha, íbamos a salir a la carretera principal y como era normal a ese horario, íbamos lentos y a trompicones. Me entretenía con el móvil, para disimular, pero Leticia no variaba su expresión. Miraba al exterior de la ventanilla. No podía ser que no trataran de aprovecharse. Ultima parada antes de meternos en la carretera principal y el conductor que dice en voz alta, “¡ÉCHENSE PARA ATRÁS, POR FAVOR!” era imposible moverse más, anchoas en lata éramos.
Leticia pone cara interrogante. Luego de sorpresa y sus pómulos cambian de color. Me fijo en el moreno y veo como se pega al culo de Leticia. Mi mujer respira fuerte, la conozco sé que está nerviosa. Cinco minutos más y ya está excitada, su cara me lo chiva. Ni me mira, carraspeo y me mira un poco, me cierra los ojos como diciendo que le están rozando. Le guiño un ojo con discreción. Diez minutos más o menos y su cara es de estupefacción. Me mira abriendo los ojos todo lo que podía y agacha la cabeza, entiendo que me dice que mire para abajo, miro y tate, el otro le está metiendo la mano por debajo de la falda. Sus colores van en aumento. El moreno le coge una mano y la lleva hacia su paquete, ahí Leticia no traga una vez que toca y sube la mano. El tío se pone a meterle mano por detrás como su amigo.
Leticia cuando empezábamos era reacia a que le metiera mano, si conseguía tocarle unos segundos el clítoris, era mía, era un punto débil que hacía que no tuviera freno. Los otros eran sus pezones, eran súper sensibles. El compañero del moreno le dijo algo al oído y no lo pude oír. Leticia, se giró un poco más hacia él. Leticia estaba ya fuera de sí, podía ocurrir cualquier cosa, porque nunca estuvo en una situación similar y no sabíamos cómo respondería. Menos mal que apareció un señora con muletas, que exigía con vehemencia que ese sitio era para minusválidos si no lo veían, nos tuvimos que mover todos y Leticia escapo de ellos y se colocó protegida por mí.
Nos bajamos del autobús y al preguntarle como lo había pasado. Leticia desencajada me dijo que si la hubieran follado lo hubiera permitido y me abronco por no darme cuenta como se había puesto. La deje en la puerta del hospital y me fui con mal cuerpo. Estaba dando el briefing mañanero y vi que la pantalla de mi móvil se encendía con un wasap de mi mujer. No pude leerlo y en cuanto acabe lo leí. “No te enfades, es un mundo nuevo para mí y me ha desconcertado saber que he podido perder la compostura” le mande un emoticono con un beso. Ese día paso ella a recogerme, varios colegas, la saludaron y los más atrevidos la piropearon. Eso me ponía cachondo y Leticia que les siguio un poco el juego mirándome, me provocaron la cachondez suprema. Nos fuimos a comer, quise sacar la conversación y ella no lo permitió, porque había mesa ocupadas a nuestro alrededor. Le propuse hacer lo mismo en la vuelta a casa y se negó en redondo. Me hizo pedir un Cabify. La conversación verso en todo menos en lo que yo quería.
Estábamos encasa cambiándonos para ir al gimnasio y me sorprendió cuando me dijo que quería que le fuese contando lo que sucedía en el gimnasio. Lo quería en vivo. Ella se pondría los auriculares como siempre, con el móvil colocado en el brazo como si oyese música y que yo hiciese lo mismo pero hablándole a ella. Me toco ponerme a mas distancia de ella, para que no me oyera nadie hablar. Me senté en la bicicleta para vagos, como la llamábamos, la que es un asiento normal y con unos pedales. Le iba describiendo como la miraban, me imaginaba algún pensamiento o comentario que se pudieran hacer y se lo contaba como si los estuviera oyendo. No podía vislumbrar como se estaría sintiendo mi mujer, a buen seguro que estaba excitada. Apareció en escena un chico de 19 años, sabia su edad porque se lo oí comentar una vez, como que se estaba preparando para las oposiciones de policía. Era alto como lo era yo. Mucho mas cachas, educado y bastante bromista cuando estaba con sus amigos en el gimnasio. Con Leticia nunca había hablado de él, bueno ni de él ni de otros, pero seguro que Leticia le habría mirado alguna vez y se le marcaba un buen paquete. Que una cosa que no he contado, que no me pasa como a muchos, que tengo poca polla o rabo, como lo queráis llamar y por eso quiero que mi mujer pruebe uno grande, no, estoy pero que bien servido y para mi mujer, sí, quiero alguien que la tenga por lo menos como la mía.
Le decía a mi mujer que había un chico que babea por ella, que no dejaba de mirarla el culo. Le indique donde estaba, como iba vestido y para donde tenía que mirar para verlo. Leticia se movió con tranquilidad y vio al chico que le decía. Sabía que me iba a decir que era muy joven, pero se dejaba ver. Si no hubiera estado presente estaba seguro de que el chico hubiera hecho algún acercamiento. Tuve que avisarla para ir por los niños, el tiempo se pasó volando. Otra vez que no hablamos, llevamos a los niños a casa. Les preparamos la merienda y como siempre les dijimos que nos duchábamos e íbamos al parque. Mi mujer me pidió que los llevase yo solo y en el baño pegamos un polvazo antológico. Leticia estaba muy mojada. Me lleve a los niños y regresamos a casa antes de tiempo. Al llegar a casa ellos se fueron a su habitación y en la habitación estaba Leti metida en la cama y tapada. Su cara era de estar congestionada, quite la ropa esta desnuda y olía a sexo. Sus dedos olían igual, se había estado masturbando. Se avergonzó y me reí. La deje sola y me fui con los niños. Después de cenar saque la conversación.
– Tu que eres tan analítica, como has “visto” el día hoy?
– Pues un disparate, una sin razón. O no?
– Pues no. Ha sido una novedad en nuestra vida sexual. Yo lo he pasado muy bien.
– Si vale no ha estado mal. Pero reconoce que es peligroso, sobre todo lo del autobús y luego, me cuesta entender cómo te puede excitar lo que me hacían en el bus.
– Es que me viste a disgusto?
– No, si eso es lo que me llama la atención. Espero que eso ya te haya relajado.
– Pues no me ha relajado. Se me ha ocurrido poner algún anuncio en algún sitio, en internet, en alguna app.
– Ni se te ocurra, nada de fotos. No lo habrás hecho ya? Dime que no.
– Tranquila sabes que nunca haría nada que no hayamos acordado. También había pensado ir a un local de parejas liberales.
– Tampoco, que no sabes si te puedes encontrar a alguien que nos conozca y me moriría de vergüenza.
– Leticia eso es una tontería, porque si hay alguien conocido, quiere decir que están para lo mismo. O no?
– Bueno en eso tienes razón, pero también nos puede ver entrar alguien que pase por la calle. No me hace nada de gracia.
No hablamos mas ese día, lo que si me quedo claro, que ya no había un no tajante. Había preocupación por la vergüenza de que nos vieran. Leticia tenía un buen horario y alguna guardia de vez en cuando. Pues la semana siguiente le tocaba una guardia, luego le tocaban unos días libres que enganchaba con el fin de semana. Prepare una “fuga” para esos días, tendríamos desde el miércoles al domingo. Me puse en contacto con mi suegra para contarle la sorpresa que le quería hacer a Leticia, para que se quedaran con las “fieras” y el sí fue inmediato. Una vez que lo tuve todo planificado se lo conté a mi mujer, que me dijo sonriendo que tenía mucho peligro. El miércoles iría a recogerla al trabajo y desde allí mismo nos iríamos de viaje. La noche de guardia no había sido problemática, porque a urgencias nada mas llego una persona que requiriera de la especialidad que ella trataba y descanso perfectamente. De todas maneras fue durmiendo todo el viaje. La maleta suya la hizo ella y no me costó convencerla de llevar ropa sexy. No hizo falta de dar explicaciones. Todo lo había diseñado hasta el mínimo detalle. Leticia quiso quedarse en el hotel a dar una cabezada y aproveche para ir a comprar. Compre un conjunto de lencería muy atrevido. Me acerque a un lugar donde había un local de parejas, que tenía muy buenas críticas en todos los sitio que había visto por internet y las fotos del sitio lo pintaban como el sitio adecuado. Ya veríamos como estaba en realidad.
No quiso bajar a comer y lo hicimos por el servicio de habitaciones. Mientras comíamos, me preguntaba que había comprado. No le contestaba nada y después de comer ella se lanzó por la bolsa. Vio lo que era y se quedó asombrada, no se lo había esperado. Saco bien todo, medias, ligueros, bragas, sujetadores, eran cuatro conjuntos, negro, rojo, violeta y blanco. Para que no tuviera dudas.
– Todos muy bonitos, me has sorprendido y mas que sepas mi talla. Esto quiere decir algo y me lo vas a contar ya. Que es lo que has planeado?
– Una cena en un sitio que te va a gustar mucho y después nos vamos a tomar una copa a un sitio distinto y especial.
– Por el regalo y este viaje, el sitio distinto es un local de esos?
– Si, pero antes de que diga nada, lo he seleccionado muy bien. Es lo que te he dicho, nos tomamos una copa y si no te gusta o te sientes mal, nos vamos y te prometo que no te insistiré para quedarnos.
– Estas loco, loco. No sé si seré capaz de entrar a un sitio de esos, pero si digo nos vamos, es que nos vamos. Ni espera que acabemos la copa ni leches. Y cual te gusta que lleve?
– Si te soy sincero, me gustaría que fuese sin nada debajo, a excepción del liguero y las medias.
– De eso vete olvidando, no voy a ir sin braguitas. Ni lo sueñes. Ya elegiré lo que me pongo.
No era el mejor día para insistir, por lo menos estaba dispuesta a intentarlo. Se puso el conjunto negro, una minifalda que resaltaba sus largas piernas y su culo perfecto. Nos fuimos a cenar y la cena como imagine le gustó mucho. Bebimos lo justo y nos dio el toque que necesitábamos, porque ella estaba nerviosa, lo note desde que se sentó, porque tiraba de su falda para abajo y se sentía violenta, porque se le veían el borde de las medias y un par de tíos la miraban. Claro que cuando vi a los tíos entendí que no se sintiera bien, eran dos babosos de mucho cuidado y con un aspecto desagradable. Iba ya muy decidido y no paraba de hablar en el coche, para que ella no pensase mucho. Llegamos y no tuvimos problema de aparcar, en la puerta había dos hombres que controlaban la entrada. Apague el contacto iba a salir y Leticia me agarro del brazo para que no lo hiciera. Se notaban sus nervios a flor de piel. No se decidía a entrar. Miraba el reloj con disimulo y cuando paso un cuarto de hora allí sentados y sin decir nada, “Leti no te preocupes, tenemos más días por delante, cuando te veas capaz volvemos, nos vamos para el hotel” encendí el coche y cuando íbamos a salir, quiso que lo intentáramos.
Se agarro a mi brazo, que si seguía apretándolo así me lo iba a romper y fuimos caminado como los que van a dar un paseo. Llegamos a la puerta los dos chicos nos dieron las buenas noches y nos abrieron la puerta. Enseguida vino una chica joven nos saludó con efusividad, nos dijo que se llamaba Carol, nos hizo varias preguntas, se dio cuenta a la primera de que éramos novatos y se dedicó a tranquilizar a leticia sin necesidad de decir que la tranquilizaba, nos enseñó el local y estaba muy bien, las fotos no engañaban. Nos explicó el funcionamiento y que teníamos dos copas cada uno con el precio de la entrada. Tenían un folleto en el mostrador con publicidad del local y ese día era el día del trio, algo que ya sabía. Estábamos solo cuatro parejas. Dos de nuestra edad y otra de bastante más edad. Leticia estaba sorprendida gratamente de cómo era el local, era como un bar de copas o un pub, bien montado y muy limpio. Había una zona donde la separaba de donde estábamos con una cortina de espagueti. Era la zona de los chicos. El primer vodka con naranja se lo bebió demasiado rápido y no quería que se cogiera un pedo y no se pidió otro.
Paso una hora, no faltaba mucho para las 12 de la noche y ya se había llenado bien. Quería bailar un poco y yo sabía lo que pasaba en esa pista de “baile” nos metimos y sabia de dos parejas que como mínimo vendrían detrás porque no nos habían quitado el ojo. Lo primero que dijo Leticia que era demasiado oscuro. Mi erección era notable y eso le gusto a Leticia. Nos besábamos y nos apretábamos. En un beso, la note que casi me muerde. Me dice al oído que le han tocado el culo y le digo que se relaje. Siento como se va excitando y me agarra del brazo y nos salimos. No porque le hubieran metido mano, es que quería saber cómo eran, que no le hacía gracia no saber y me preguntaba y si es como los del restaurante, añadiendo, “QUE ASCO” y nos fijamos en que salieron las dos parejas que había pensado. Eso la relajo un poco.
A las 12 en punto, separaron las cortinas de separación y ahora se veían mejor los chicos. Había de todo, le preguntaba a Leticia si alguno le atraía y me decía un no muy seria. Lo malo que la conozco bien y sus ojos la traicionaban, se me olvidaba los chicos toso iban con una toalla a la cintura como única prenda, igual que algunas parejas. Nosotros en concreto seguíamos vestidos. Sus ojos observaban con más detalles a dos de los chicos. Unos yogurines como diría ella. Eran dos chicos tatuados y con una musculación notable sin ser exagerada. Quería ir al aseo y leticia me agarraba el brazo y me decía que ni se me ocurriera, hasta que la dije si quería que me merara ahí. Me soltó y me dijo pero ven rápido, ya estas tardando. Mire a los dos chicos y solo uno m miro le hice una seña y se vino hacia la zona de los aseos. Hable con el rápido, le dije que era nuestra primera vez y le pregunte también por el otro chico, se conocían y le dije que cuando nos sentáramos se acercaran pero que yo no les había invitado. Nadie se había acercado a Leticia y aunque no lo decía parecía que le molestaba y me hizo un comentario en ese tono cuando le pregunte si nadie le había tirado los tejos, “son muy jóvenes y las otras deben de tener más pinta de… que yo” y para animar un poco la noche le respondí, “en puta no hay quien te gane aquí, follando como follas tu ninguna” seria pero alegre por lo que le había dicho, me dijo que no me pasara.
Vamos a sentarnos que llevamos mucho de pie y nos fuimos a un asiento en un esquinazo, que estaba metido en un hueco, apartado de la visión de cualquiera salvo que alguien pasara para ir a otra zona. No como los demás sitios para sentarse que estaban a la vista de todos. Mi mujer estaba como mínimo confundida creo que esperaba que con ese cuerpazo que tenía alguien intentaría algo. El primero que paso fue con el que hable, venia con un vaso en la mano y se acercó muy educado, nos dijo que se llamaba Oscar, nos preguntó si era la primera vez, porque no nos había visto nunca y una mujer así no pasa desapercibida. Una tontería lo que dijo, pero a Leticia aunque lo disimulo le debió de agradar, porque cuando nos preguntó si se podía sentar con nosotros, Leticia no le dijo que no, me miro con cara graciosa y le dejamos sentarse, lo hizo dejando a ella en medio. Poco después paso “accidentalmente” el otro y Oscar lo llamo, nos lo presento y era Juanjo. Lo bueno de que hubiera dos, es para que si a mi mujer le apetecía pudiera tener donde elegir.
Cuando Oscar nos dijo que tenía 19 años y Juanjo cumplía los 19 a finales de año. Leticia se llevó tímidamente la manos a la boca. Mientras hablábamos no dejaba de acariciar la espalda de Leticia y el cuello por detrás, que sabía que la excitaba. Al principio em quitaba la mano cuando llegaba al cuello, hasta que me dejo hacerlo y eso es que estaba cómoda. Pregunte a Leticia que quería beber y dijo que los mismo. Se ofrecieron ellos a ir por la bebida, jóvenes pero inteligentes, nos dejaron solos para hablar.
– Mira la que decía que nadie se fijaba en ella.
– Pero Eduardo que son unos niños. Que son muy jovencitos.
– Nunca has sido hipócrita, no lo seas ahora. No me digas que no te gusta ninguno de los dos.
– Claro que me gustan y los dos. Que tengo ojos. Pero no para lo que tu pretendes. Sería incapaz. Si tuvieran 10 años más, no te diría que no lo intentase.
– También queda la opción de ponernos cachondos a su costa y luego nos damos un homenaje tu y yo.
– Eres malo, muy malo, pero me gusta la idea.
Regresaron los dos y le pregunte a mi mujer si no le importaba que fuera al aseo. Puso una mirada de “enojo” y me fui. Hice tiempo y cuando pensé que ya estaba bien regrese. En segundos se me pasaron mil y una situaciones. Ninguna de esas situaciones se habían dado, lo que si estaban sentados uno a cada lado de ella y muy pegados. Como conozco a Leticia esa sonrisa era de estar feliz y satisfecha, tampoco era para menos con esos dos chavales tratando de conquistarla. Me senté y no les hice moverse. Me miraba pidiéndome que hacer y mi mirada no le decía nada, lo que si podía ver una sonrisa de satisfacción. Sin pasar nada estaba empalmadísimo. Lo más gracioso sucedió cuando Juanjo dijo de ir a bailar y ella le dijo que como iban a bailar llevando el una toalla. Me miraba a mí y le dije que fuera a bailar, se animó y cuando vio que se levantaron los dos, casi se cae de culo, la mire incitándola a que fuera a bailar. Hizo el amago de ir, pero se echó para atrás, en parte lógico, no era un coche, no podía pasar de 0 a 100 en segundos.
Me fui a bailar con ella y les maque los cinco dedos. Estábamos a oscuras y fue Leticia quien busco la pared, un esquinazo para que nadie la tocara, eso me gusto menos. Que tampoco pretendía que esa noche se pusiese a follar como una desesperada, trataba de que rompiera esa barrera que tenía. La acariciaba y estaba receptiva, como las veces que está muy cachonda y los pezones parecían misiles apuntando al espacio. Acaricie sus muslos y su coño estaba inundado, me apretujo fuertemente el cuello y se retorció. Quise que me dejara ir a buscar a los chicos, me decía que no y no me soltaba el cuello y si hacia amago de soltarme apretaba más. Se abrió la cortina y vi al contraluz que eran ellos y sostuvieron un poco la cortina abierta, lo suficiente para vernos. Me moví de tal manera que cada uno se puso en un lado y le hablaban al oído. Leticia me dijo que saliéramos, no muy convencida, al sentir otra mano que quería tocarla quite la mía. Solo le dije que lo disfrutara. Seguía sin soltarme e cuello, con mis manos agarre su cara, para besarla y sobre todo para que se diera cuenta de que no era yo quien la tocaba.
Dejaron sus hermosas y grandes tetas libres y aquí vino su perdición, cuando cada uno se puso a comerle una teta. Soltó mi cuello y les acariciaba la cabeza, no la veía pero si sentía lo que hacía. Les hice aparatarse un momento, baje sus brazos y ellos siguieron comiéndole las tetas. Quise que les tocara los rabos que tenían un tamaño más que importante. Retiraba las manos, hasta que solté la toalla de uno de ellos, agarre su mano con firmeza y le hice agarrar un rabo, le ayude a hacerle la paja, no me dio nada de asco, todo lo contrario estaba cachondo, porque al darle una “coartada” a Leticia, esta lo agarro con fuerza, solté su mano y continuo ella sola y fui a hacer los mismo con la otra mano y no hizo falta ya tenía agarrado el otro rabo también. Fui a besarla mientras y me encontré que se estaba morreando con uno de ellos. Estaba furiosa de excitación y muy raro en ella cuando esta así, se paró y se salió, les dije que nos dieran 10 minutos. En el pasillo la vi muy nerviosa, hice que se metiera en un habitáculo que había con puerta. Cerré por dentro y se empezó a vestir bien, se metió los pechos dentro del sujetador, se colocó bien las bragas, engancho el liguero y se empezaba a arreglar el pelo.
Me pedía que nos fuéramos para casa que necesitaba follar. Cuando decía follar es que estaba cachonda a no va más. Le recordé que no estábamos en casa y dijo pues al hotel. íbamos a salir cuando leticia sin decir nada señalo para abajo, hacia una de las paredes, había una abertura y un rabo muy grande que salía por él. Sus ojos se quedaron clavados sobre semejante rabo. Me miraba y ya se quedó eclipsada, empecé a acariciarla y estaba receptiva, no decía ya el irnos al hotel. Me coloque detrás y a ella mirando al rabo. Me saque el mío y se lo coloque por detrás. Cuando empezaba a ponerse muy cachonda, parecida como una cafetera empieza a pitar, se asemeja mucho y luego pasa a gemir fuertemente y se desborda, dejando de ser la madre, la médico, la esposa, la hija y hermana modélica, bien hablada y comedida. Me saque mi rabo y le aparte las bragas, entro suavemente de lo mojada que se encontraba. En mis empujones que eran suaves, la dirigía hacia es hermoso rabo. Pego sus dos manos contra la pared, no había manera, seguía follándola con lentitud, para que si quería tocase el rabo. Deje de follarla, me puse a su lado, acariciaba su coño y me escupí en una mano, luego agarre el rabo e inicie una paja.
Su cara era de no creérselo y le agarre la mano para que lo hiciera conmigo. No tardo nada en hacerlo ella sola, me coloque de nuevo en posición y me la follaba, esperando que le hiciera una mamada, la vi cerca de hacerlo en varios momentos y fue solo eso intentos que no llegaron al final. Le dio otro rebote y quería salir de ese cuarto. En la barra estaban los dos chavales y nos acercamos porque leticia decía que necesitaba algo fresco, se pidió una coca cola y la bebía con ansia, parecía que se tranquilizaba y los chicos no paraban de alabar su cuerpo, su belleza y no habiéndose corrido tenía que estar más allá del tope de la excitación y teniendo a esos dos cuerpos pegados a ella, sería la mayor tentación de su vida. Leticia me miro a los ojos y pronuncio las palabras fatídicas, “Eduardo, NOS VAMOS” y no tenía que decirme más, no iba a tratar de convencerla, no quería que se asustara. Los chicos trataban de convencerla para que se quedara y no tuvo que ser ella la que dijera que no, fui yo y nos despedimos.
– Gracias por no insistir para que nos quedáramos.
– Ya te dije que tu mandabas.
– Te habrás dado cuenta de que esto ha sido una locura.
– No es así, lo hemos pasado bien, entiendo lo que te ha pasado, era una situación desconocida para los dos, pero no me avergüenza haberlo pasado bien y tampoco ver como tú lo pasabas bien.
– Pero Eduardo, coño, que le has tocado a un tío o dos, ya no sé, la polla.
– Te dije que estaba abierto a todo y no seas hipócrita, que te ha puesto cachonda verlo.
– Como me pusiera da igual, que no es normal. O tú lo ves normal?
– Hemos hecho daño a alguien? En nuestra vida nada mandamos tu y yo. Si los dos estamos de acuerdo podemos hacer lo que queramos y si uno no lo está, pues no hacemos nada.
– No lo volveremos a hacer y no volveremos a hablar de lo que ha sucedido.
No hablamos mas ni cuando llegamos al hotel. Por no querer no quiso ni follar. Se acostó y solo un beso y buenas noches. Luz apagada y por su forma de respirar sabía que estaba despierta, intente hablar pero no contesto como si estuviera dormida. Por la mañana me desperté ya estando ella despierta, estaba como si no hubiera pasado nada y me pidió que me diera prisa que teníamos que ir a ver varios lugares. Del desayuno a la comida hice varios intentos de poder hablar de la pasada noche y ella no entro en ningún momento, como si no supiera de que hablaba. Cuando estuviéramos en casa ya hablaríamos tranquilamente. Lo que cambio fue que Leticia y mas no estando las fieras, no quería follar y ella era de las que le daba igual la hora y nunca decía que no. Nos encontramos en el sábado y me desperté antes que ella, me extraño que no se levantara y la deje dormir. Le escribí una nota diciéndole que estaba en la cafetería del hotel. Antes de entrar a desayunar cogí un periódico nacional, uno local y el marca. Estando en el tercer café con leche vi llegar a leticia, que como siempre levantaba admiración al pasar. Me dio un beso en los labios y se sentó. Se puso a desayunar y me pregunto por las noticias importantes. Hablamos un poco de algunas de ellas y de forma improvisada paso de una noticia del consejo de ministros del día anterior a una conversación inesperada para mí.
– Que fiesta temática hay en el sitio del otro día?
– No lo sé pero enseguida lo miro. Pone parejas, show y chicos seleccionados. Va más enfocado al intercambio.
– De intercambio nada.
– No es necesario que yo tampoco lo quiero. Si quieres vamos, oteamos el ambiente y nos tomamos una copa, como si la tomáramos en otro sitio, que no nos obligan a nada.
– Me parece bien, una copa y sin obligaciones, menos tentaciones.
– A mí también me parece bien y pongo una condición.
– Que me vas a poner una condición? A ver cuál?
– Que te elijo el vestuario yo.
– Sin problemas, poco hay donde elegir.
De allí y para sorpresa de ella nos fuimos de compras. Se negaba a que le eligiera ropa. Escogí varias prendas y nos fuimos para los probadores con cara de enfado en Leticia. Lo cierto que los modelitos tenían tela o que les faltaba tela. había escogido varias camisas que sabía que le iban a quedar apretadas marcando tetas y luego estaban unos bodis imposible de que dijera que sí. Hasta que le di una blusa negra de manga larga, que iba anudada con una hebilla, como único cierre. El escote era pronunciado, como se quedaba abierta por debajo se le veía el ombligo y trasparente. Se la probo y sé que se gustó. De las faldas que elegí, había una violeta, se la puso, le estaba muy bien como un guante, era apretada, ceñida a su culo y lo realzaba, la pega para ella que era demasiado corta. Se giraba para un lado y para otro y me decía, “tú me has visto bien? No tengo pinta de puta pero casi” y le fui muy sincero, “es que es lo que quiero, que todos claven tus ojos en ti, que me envidien” siguio mirándose y acepto, como decía ella, si es lo que quieres. regresábamos al hotel cargado con bolsas y me dejo una cosa clara. “Vestida así y aunque no me conozcan no voy a cenar a ningún sitio y porque salimos del garaje del hotel y no me pueden ver, que si no tampoco. Bajamos picoteamos algo en algún sitio cercano y luego subimos a cambiarnos” lo único que le dije fue que si estaban los dos chavales se iban a volver locos al verla. Con cierta desilusión dijo que esos ya se habrían olvidado de ella después de dejarlos mirando al techo.
Dormimos una pequeña siesta y no quise intentar nada, quería dejar todo para la noche. Al despertarnos se lo había pensado mejor, lo de bajar a cenar y me pidió que bajara a comprar algo y que lo comíamos en la habitación. La deje y me baje a comprar. Cuando subí estaba en el baño, se estaba dando un relajante baño y tenía mirada de tener ganas de “fiesta” era una mirada inconfundible. Me recalco que todo lo acordado la primera vez seguía vigente, se refería a lo de no insistir si se quería ir y estuve de acuerdo, mostro relajación y tranquilidad al oírme. Me puse a ver la tv y pasar de canal en canal. El baño le llevo por lo menos dos horas y luego salió envuelta en la toalla de baño y comió algo de lo que había comprado, no quiso beber nada mas que agua, porque no quería gases. Se fue otra vez al baño y ahora se empezó a arreglar y no veía cuando iba a acabar de hacerlo, ya eran las once y parecía que no tenía ninguna prisa. Me dijo que cerrara los ojos y los abrí cuando ella me lo indico. Estaba para no salir de la habitación y quedarnos follando. Como siempre, ella se encontraba alguna pega. “Dime la verdad, no voy provocando excesivamente? Tú me ves bien?” hice que se girara despacio, es verdad que iba provocativa pero sin ser basta, “vas casi perfecta, si no llevaras sujetador entonces sí que irías perfecta, de todas maneras vas a ser el centro de atención”
Me dijo que de eso nada y volvió al baño, se estaba pintando los labios que era lo que se dejaba siempre para lo último, los labios. Esos apetecibles labios que siempre le preguntaban que donde se los había hecho que se los habían dejado muy bien, muy naturales y los tenía así desde siempre. Seguía jugando con la tv, cuando oí que me decía, ya estoy. Apague la tv, me levante y no me di cuenta al instante, fue justo antes de abrir la puerta, se había quitado el sujetador. Se podían ver sus pezones, que se veían hermosos y grandes, pero estaban en su estado normal. En el pasillo no paraba de decir que vergüenza como nos cruzáramos con alguien, para tranquilidad de ella llegamos al coche sin nadie que se nos cruzara. Esta vez no tuvimos que esperar en el coche, bajo decidida y se engancho de nuevo a mi brazo y empezó con sus inseguridades. Nos conocieron al entrar y todo se desarrolló como el primer día. La cortina de separación estaba corrida, pero se podía ver sin distinguirse que había algún chico en el otro lado. La diferencia era que si se quería estar con algún chico había dos opciones, la pareja o la mujer se pasaba a ese lado o se le invitaba al chico y entonces podía pasar a la zona de parejas.
Se nos acercó una pareja de nuestra edad, físicamente bien y guapos los dos. Eran simpáticos y por lo que nos contaban tenía experiencia y ya se nos estaban insinuando para un intercambio. Quise dejar claro y con tacto, lo que nos traía a ese sitio. Que era verla a ella con otro hombre, que mi intención no era estar con otra mujer. Estaba seguro de que eso les echaría atrás, pero puedo asegurar que a Leticia le ocurrió lo mismo que a mí, sorpresa al actuación de la otra mujer. Acaricio suavemente el brazo de mi mujer y paso un dedo por uno de sus pezones, rozándolo y diciendo que no había problema, que ellos la iban a hacer gozar lo indecible. Leticia ni se movió y saco fuerzas para decirle que a ella no le iban las mujeres. Instantes después se alejaron y antes de que Leticia dijese nada, “ves lo que te dije, le gustas hasta a las mujeres y por lo que veo te han puesto bien” me dio un pellizco y me dijo que no dijera tonterías. Trate de convencerla de ir a la zona de chicos y me miro como si estuviera loco. Para justificar esa idea le dije que me parecía haber visto a uno de los chicos del otro día, la duda ya le quedo y miraba hacia esa zona como quien mira por mirar y al final me decía, que no sabía cómo podía distinguir nada, porque la oscuridad no lo permitía.
No se decidida y sé que estaba deseando ver si estaban o si había algún chico majo. El ambiente se empezaba a animar y veíamos a dos parejas sentadas que se habían intercambiado y como una mujer se la mamaba a otro que no era su pareja, lo hacía con todo el descaro del mundo y le daba igual que la vieran. Leticia no les quitaba el ojo, como tampoco se lo quitaba yo. Leticia no quería ir al aseo sola y la acompañe, para eso tuvimos que cruzar por una sala enorme donde había varias parejas manteniendo sexo, se veía de todo y el olor impregnaba el ambiente. Leticia miraba embobada. De nuevo en la barra y Leticia ahora no me impedía que la tocara por donde quisiera, ya estaba metiéndose en el ambiente. Ahora fui yo el que “necesitaba” ir al aseo. En vez de ir al de esa zona, dije que iba a la zona de los chicos que estaba más cerca, no protesto solo me dijo que no tardase. Me fui a esa zona y había nueve chicos, estaban Juanjo y Oscar entre ellos, que me saludaron cordialmente pero sin ser invasivos. Estaban hablando con un chico negro. Entre en el aseo y al salir fui yo el que me acerque a saludarlos. Me presentaron al negro que era cubano y se llamaba Wilder y era de su edad. Les dije que intentaría acercarme con Leticia y Juanjo muy listo, decía que si no, irán ellos. Les indique que me dejaran ver como lo hacíamos. Era mejor en nuestra zona porque había mas sitios donde sentarnos, ya que en su zona, solo estaba la barra.
Leticia me pregunto porque había tardado y le explique todo. No lo decía pero los ojos le hicieron chispas. Quise convencerla de que pasáramos al otro lado y se resistía.
– Es que me da no sé qué, nos van a mirar todos.
– Leti escucha lo que has dicho. A que estamos aquí todos? Mira a tu alrededor.
– Y eso del negro, no me hacen gracia.
– Que no tienes que hacer nada y si lo haces, será con quien quieras.
No me respondió a esto último, se quedó pensativa y la deje que lo meditara. Una vez que paso un rato, solo tuve que decirle si me acompañaba, ni sí ni no, cogió su vaso y se vino conmigo. Los tres chicos estaba junto a la barra y sentados en la banquetas. Al vernos Oscar y Juanjo se levantaron y se acercaron a saludarla, lo hicieron con mucho respeto y muy cariñosos. Luego le presentaron a Wilder y se dieron dos besos, le cedieron la banqueta de en medio. Quedando bien “protegida” por los tres. Al rato nos reíamos todos y sobre todo ella y estaba super cachonda, sus pezones se salían de los duros que los tenía y se veían claramente. Allí estábamos incomodos aunque me di cuenta de que Oscar llevaba un rato acariciando sus muslos. Propuse ir al otro lado que estaríamos mejor. Leticia no hizo ni amago de levantarse, se sentía la reina entre esos tres fornidos chavales. Me gustaría meter mi mano entre sus piernas y ver la calentura a donde le llegaba. Le daban pequeñas caricias, pero en ningún momento se sobrepasaban. Dije de ir a ver si estaba el sitio del otro día libre y no me dijo que no la dejase sola. Oscar se me acompaño, estaba libre y se quedó el allí y fui por mi mujer. Llegue justo cuando le decía a uno de los dos, que tenía las manos muy largas y se reían los tres. Antes de sentarnos Leticia me apretó el brazo y que iba al aseo, la acompañe. Nos metimos dentro del aseo los dos.
– Uf, uf, uf, menudo peligro tienen. Quieren que me ponga una toalla como ellos. Me parece muy fuerte, no?
– A mí no me parece fuerte, es normal, lo que tú quieras.
– Si pero es que si nos ponemos la toalla les estamos diciendo o le estoy diciendo FOLLARME y no quiero. Una cosa es tontear y otra follar. No estás de acuerdo conmigo?
– Pues no, quiero ver cómo te follan. Lo deseo y a ti te tenía que dar igual, porque yo lo quiero.
– Eduardo es que flipo con lo claro que lo tienes. Me preocupan varias cosas, que pasaría cuando me vieras que me están dando “guerra” y el después. Como me voy a comportar, porque sabes cómo me “pierdo” cuando estoy al máximo. Porque en casa estas tú que me controlas.
– Aquí te voy a controlar igual. No te iba a dejar sola, lo sabes. Nos ponemos las toallas? Te atreves?
Salimos del aseo y nos fuimos a las taquillas. Primero me desnude yo y el rabo ya lo tenía contento. Leticia me miro y meneando su cabeza y sonriendo, me decía que era único. Por eso le meto mano y mis dedos se hundieron en su coño que estaba lubricado a tope. Se puso vergonzosa diciéndome que la entendiera que no lo había podido evitar. Mi respuesta fue darnos un morreo del diez. Me agarro la cara con sus dos manos y me pidió, ”dime que no me permitirás ni permitirás que nadie me la meta” le di un beso, que podía significar cualquier cosa. Al vernos con las toallas como ellos, los ojos se les iluminaron. Risas, “juegos” sutiles, caricias perdidas y Leticia que poco a poco era dominada por su excitación. Me pidió una bebida pero sin alcohol, estaba claro que no quería perder el control. Le lleve un refresco de limón y cuando llegue, Juanjo y ella se daban un filetón mientras Wilder tenía una de sus manos entre sus piernas. La manera de comerle la boca a Juanjo me mostraba que estaba a tope. Se dio cuenta de que estaba ya allí y me miro con cara de pedirme perdón. Me fie que a Wilder se le salía el rabo y me quede flipao, Leticia miro a donde yo miraba y le paso como a mí. No me corte, “Wilder si haces honor a lo que dicen de los negros, muchacho el trasto que tienes, verdad Leti?” y ella me mira no creyendo lo que le acababa de preguntar y me dice que eso no se le pregunta. Todos nos reímos. Después de las risas hablamos de ese local y de otros, que nosotros no conocíamos, nos limitábamos a escucharles.
Nos hablaron del agujero de la gloria que era donde nos metimos sin querer el día anterior, donde había un agujero. Nos hablaron de la sala de sado o BDSM, otra sala que había que era como un calabozo, con barrotes y todo, donde se ponían a follar y la gente lo podía ver. Si lo habíamos visto el primer día, los nervios no nos dejaron verlo, porque ni me acordaba y mi mujer tampoco. Como tampoco vimos el jacuzzi. Mi mujer riéndose me miraba y me decía que éramos tontos o se nos había pasado todo. Oscar estuvo listo, “es que Marlene que era la chica que nos atendió el primer día, os dio el tour corto y os dejo el resto para que os lo enseñara alguien o lo descubrierais vosotros solos. Leticia, quieres que te lo enseñe?” se quedó cortada y me miraba, no quería molestarme pero deseaba que se lo enseñaran y para tranquilizarla le dije que fuera y ya me lo contraria, que me quedaba hablando con ellos, refiriéndome a Wilder y Juanjo. Wilder también anduvo espabilado y dijo que les acompañaba que no se fiaba de Oscar. Me quede hablando con Juanjo, así me enteré que estaban en la universidad, que vivían en un colegio mayor y hacina piragüismo, ahora tenía explicación los brazos y el resto. Ya empezaban a tardar demasiado, Juanjo se dio cuenta y trato torpemente de entretenerme, le mire serio y le dije que se quedara cuidando el sitio.
Me metí por el pasillo, hasta que vi a varias parejas mirando algo. Era un cuarto de “tortura” había una mujer de mas de 40, atada boca abajo en un potro, había dos parejas y un hombre solo, la azotaban, la follaban a ratos, le metían los rabos en la boca. Lo que me pareció más importante, fue ver a mi mujer mirando, mientras Oscar y Wilder la metían mano. La verdad que la actuación de ella se limitaba a moverse y a morrearse con uno o con otro. No quise acercarme más, quise dejarla su espacio, ver donde llegaba. Algo le decían los dos contantemente, trataban de convencerla de algo, porque ella movía la cabeza diciéndoles que no a lo que fuera. De seguir así ese no se transformaría, sin esperármelo, las parejas que estaban siendo observadas salieron de sus juegos y vinieron hacia mí, retrocedí y les deje pasar, que se lo tomaron con mucha calma para salir. Estuve a punto de salirme, pero al ver que no salían ellos, mire con cuidado. No estaban, camine y vi varios sitios, en el que había parejas, llegue a uno con barrotes, que la puerta estaba cerrada. Estaban allí, lo malo que si me asomaba mas me verían seguro y lo mismo Leticia se cortaba y se echaba todo a perder.
Se la oía “protestar” decir que tenía que volver conmigo, pero ellos seguían, empezaban a subir el tono de sus palabras, empezaban a ser más fuertes y me empezó a preocupar, no porque me asustara, porque a ella no le iban a gustar y podría salir corriendo. El momento crítico estuvo con lo que le dijo Wilder, “así putita, agárralo bien que es todo tuyo, hermano has visto que buena puta que tenemos? Menuda cogida que la vamos a dar” y empezó a oírse el pitido característico de Leticia cuando ha llegado a su límite de calentura. Lo siguiente fue oír a Leticia decir que corrieran la cortina. No había visto ninguna, la corrieron y era una cortina de gasa. Les deje un poco y cunado los sonidos eran esclarecedores, abrí un poco la cortina y mi mujer estaba de cara, a cuatro patas y con el negro follándosela y comiéndose el rabo de Oscar. Tardo en darse cuenta y en cuanto me vio, no puso cara de sorpresa puso cara de puta. Cerré la cortina y entre. Me puse a otro lado y nos comía el rabo a Oscar y a mí. Su primer orgasmo fue sensacional y le dije a Walter que no parara que la diera más rápido y le llegaron varios orgasmos más. Querían hacerle una doble penetración y a eso se negó en redondo, aunque sabía que en ese momento la idea la ponía cachonda. Me sorprendió cuando pregunto por Juanjo al decirle donde estaba, me mando por él. Se la estaban intentando follar los dos a la vez, pero Leticia se quejaba y hacia a Oscar quitarse. Miro a Juanjo y le dijo que lo intentara él.
Me salí porque en el sitio del lugar de “tortura” me había parecido ver frascos de aceites o algo similar y no me equivoque había varios frascos de lubricante de sabores. Cogí el de fresa y me lo lleve. Me pare porque oía cosas que me ponían muy cachondo. La estaban llamando puta, refiriéndose a mi como cornudo y ella les decía a todo que si y que necesitaba más pollas. Entre y al verme con el frasco, Leticia mirándome con cara de puta, “veis como es un fantástico cornudo? Trae ayuda para que me desvirguéis el culito que él no ha catado, venga cornudo quiero verte como preparas la polla de Juanjo, que es el elegido” sin ningún problema y para que ella lo viera le puse en su rabo lubricante y luego en su culo. Quiso que fuera el negro, que según ella no le gustaba, que se pusiera boca arriba y luego mirándome se fue sentando en ese enorme rabo, me pidió que la besara y podía sentir en su boca como se lo clavaba. Oscar decía que para ser su primera vez que lo hacía como una profesional, que tenía una buena puta en casa, ella al oír eso sonreía orgullosa. Juanjo el último en llegar iba a tener la suerte de follarse ese esplendido culo tan deseado por muchos, el primero yo.
Fue ella la que dirigió toda la situación, como buena médico, lo dirigió perfectamente, cuando tenía que parar, cuando avanzar, así hasta que me miro con la boca abierta del todo, llena de placer y me movía la cabeza diciendo si, la entendí perfectamente le habían metido el rabo hasta los cojones. Se fueron acoplando los tres mientras se morreaba de manera bestial con Wilder y dejo de hacerlo para decirle a Oscar que se acercara, la entendió como la entendí yo, se puso de por delante de ella y allí estaba la mujer mas decente siendo follada por tres jovenzuelos. Los dejo seco a los tres y tuvo una infinidad de orgasmos. Para no dejarme en blanco me hizo la mejor mamada de su vida. Esa noche había tragado muchas corridas. Quise darle un beso y ella no quiso, a mí me hubiera dado igual. Fuimos al aseo y después de orinar, se enjuagó la boca con un colutorio y entonces si me beso y le dije que era tonta por no habérmelo dado antes.
Los chico nos esperaban en el mismo sitio, salíamos con las toallas colocadas. Oscar que estaba sentado junto a ella, no paraba de decirle cosas al oído y ella no paraba de reírse y decirle que no. El local estaba ahora muy lleno. Quise dejar a mi mujer sola para ver si se animaba y seguíamos con la juerga. Fui a por bebida, porque no lo había dicho, pero no servían en las mesas. Wilder y Juanjo me acompañaron porque era imposible que las pudiera llevar yo. No tuve prisa en pedir, había solo dos camareros y mucha gente pidiendo. Calculo que fueron 10 minutos. Cuando llegamos, Leticia estaba sentada encima de Oscar. Me fije y no vi nada sospechoso, aparte de que estuviera sentado sobre él. Los dos con sus toallas. Mi mujer hacia muy bien de puta, porque se movía despacio y seguro que le estaba machacando el rabo a Oscar y se lo estaba poniendo muy duro. No había reservados libres, estaba todo a tope. Oscar ahora tocaba las tetas de mi mujer por encima de la toalla, ella se echó para atrás y se morreaban, la toalla cayo ola tiro Oscar, sus brutales pezones estaban libres y tanto Wilder como Juanjo decían que eran una locura, que menudo tamaño y fue cuando me fije bien, le estaba dando por culo, su mirada era de perdóname pero ha sido un ”accidente” me provocaba con la lengua. Wilder y Juanjo se apoderaron cada una de una teta y ella ya sin ningún pudor y dándole igual que la pudieran ver mee dijo, “a que esperas cómeme” me agache y le comí el coño. Otra vez tuvo una oleada de orgasmos escandalosos y se quedó agotada.
Pero no quiso acabar así, como hizo antes, que la follaron con preservativos, hizo que Oscar se sacara el suyo y le hizo una mamada hasta que Oscar la empezó a llamar puta muchas veces y era que se estaba corriendo. Me miro con descaro y se relamió. Wilder y Juanjo “protestaron” y ella con actitud cínica me decía que no quería que se enfadaran, les comió el rabo a los dos a la vez, hasta que se corrieron en su boca y repitió lo mismo mirándome. Después sin dar opción a nada me dijo que nos íbamos y aunque ellos insistieron, nos fuimos a las taquillas nos vestimos y ella fue rápida y nos dispusimos a marcharnos. Antes de salir Oscar se acercó y nos dio un papel con sus números de móvil, por si volvíamos algún día. En la calle le dije a mi mujer que si quería guardar el papel y me dijo que lo tirara. Nos montamos en el coche y antes de salir, me agarro la cara y me dio un muerdo bestial. “Eso es lo que querías, probar la boca de tu esposa con el sabor de otros? No te creía pero sí que eres muy cornudo” Al llegar al hotel, ella se desnudó sin quitarse la lencería y me dijo, “aquí tienes el culo de tu puta, porque soy solo tu puta y fóllamelo sin preservativo, quiero sentirlo todo” normalmente duro bastante pero era tal al excitación, de lo que me acababa de decir, de verla así de entregada, que mi corrida fue fulminante.
Nos dormimos profundamente y nos despertamos tarde. Leticia me escribió una receta y me dijo que se o comprar sin falta. Había una farmacia cerca de guardia y se lo subí. Era un líquido azul y una crema. Se metió en el baño y al rato salió. Bajamos tomamos un café y camino de nuestra casa.
– Eduardo si quieres que hablemos de lago, vamos de lo sucedido, aprovecha el viaje que luego no hablaremos.
– Vale, vale, tranquila. Antes de nada que te pasa, para qué era lo de la farmacia.
– Hijo mío que lo preguntes tú, pues que va a ser, mis partes bajas están bailando sevillanas, ya sabes que los preservativos me lo dejan fatal y ayer tuve sobredosis de preservativos. O ya no te acuerdas?
– Me acuerdo y con todo detalle. Ha sido fabuloso y estuviste de matrícula.
– Que vergüenza, no quiero pensar si alguien conocido nos hubiera visto.
– Pero te lo pasaste bien?
– Que pregunta mas tonta? Es que no fue evidente? Pero vamos a pensar con la cabeza fría. Nuestras profesiones no es para estar en el candelero, sobre todo la tuya.
– Te preocupas más de lo que debes y una vez mas por lo que puedan decir. Hazlo por convencimiento no por los demás.
– Puede ser que tengas razón, pero pienso que es lo mejor. Que además mira lo que ha pasado, era probar con uno y al final fíjate, si lo pienso y se me corta la respiración, TRES, que han sido ¡TRES! No me digas que no nos hemos pasado.
– No nos hemos pasado porque nadie nos obligó a nada y si, tienes razón la idea era probar con uno que te gustase y lo mismo se nos fue de la mano, no puedo decir que me arrepienta o que no me gusto. Se que no me entiendes. Sabes que no te engaño, que soy sincero me lo pase de fábula.
– Si no te regaño, no estoy enfadada, es que pienso muchas cosas de las que sucedieron y se me hace un revoltijo mental.
– En que has pensado.
– Fíjate como me tuve que poner, para permitir lo de hacerlo por detrás, de hacerlo allí en medio, aunque estuviéramos casi a oscuras, no supe controlarme ni controlar la situación. Y lo peor me gusto verte tocando a otra y se me paso, bueno nada.
– No es malo sentir. Y que se te paso? Entre nosotros no hay secretos.
– Pues muchas cosas que le hicieras algo más, porque te veo tan suelto que he llegado a pensar que no era tu primera vez con un chico. Como cuando querías que te besara habiendo, ya sabes, me pareció asqueroso, pero me excito luego pensarlo.
– No hay nada de malo, te dije que había decidido estar abierto a todo y no, no he tenido relaciones con ningún hombre. Pero cuantas veces has visto a una chica y has dicho que guapa, que pecho más bonito, que eso te lo he oído muchas veces y es que el cubano no tenía un rabo bonito, que era digno de ver y el de Oscar que, con esas venas tan marcadas. Porque el de Juanjo era más normal. Es que no te gustaron?
– Pues claro que sí. Pero ya lo hemos probado, quedara para nosotros y será un recuerdo muy especial para nosotros, hay que cortar esto de raíz.
Este fue nuestro primer contacto con ese mundo que algunos critican y que no quieren comprender que existamos personas con otros tipos de gustos sexuales. Una opción más, en la que no hacemos daño a nadie, porque es de mutuo acuerdo y sin falsas moralinas. Hay que tener la capacidad de entender y si no se entiende pues aceptar y no juzgar.