Yo soy la muñeca de mi hermano, se que lo que hacemos esta mal, pero no puedo evitarlo, yo tengo que ser su puta
Después de la noche en que mi hermana y yo nos entregamos a la lujuria y exploramos a fondo nuestros cuerpos, siguieron muchas otras noches, de hecho cada noche nos tocábamos mutuamente en ocasiones solo eran besos y caricias y en otras tallábamos nuestros sexos frotando nuestras vaginas que solo de pensar en hacerlo ya estaban empapadas. Otras veces tocábamos con nuestros pezones la vagina de la otra para dárselos a chupar y así mientras nos chupábamos las tetas también saboreábamos nuestros propios jugos, algo que en especial a Paola le encantaba.
De hecho unimos nuestras camas individuales para tener así una cama con más espacio para juguetear y maniobrar al conectar nuestros cuerpos y almas por medio del delicioso placer del sexo lésbico e incestuoso que recién habíamos descubierto.
Nuestras orgias no eran lo que podríamos llamar silenciosas aunque las dos tratábamos de no hacer mucho escándalo. Aun así estábamos seguras que en alguna ocasión mi mamá o mi hermano podrían habernos escuchado por lo que cuando bajábamos a desayunar o lo hacíamos esperando algún regaño o alguna palabra al respecto, sin embargo nunca hubo nada de eso, todo era normal al igual que otros días, nisiquiera una mirada inquisidora de mi hermano.
Sin embargo en una ocasión que estuve a solas con Dante después de una sesión de sexo particularmente duro y satisfactorio en que me lleno las tetas y la cara de su deliciosa y caliente leche el me sorprendió cuando empezó a preguntar cómo iba la situación con mi hermana.
-¿Ya has hecho cositas con Pao verdad?
-Sí…- me sorprendió que me lo preguntara con tanta naturalidad- ¿Cómo lo sabes?
-Por favor Lorena no soy tonto… dime ¿Qué tal lo hace?
-Pues muy tierna y algo tímida, pero cada vez lo hace mejor y aprende rápido.
-Eres toda una puta incestuosa bisexual ¿Le has dicho de que tu yo también lo hacemos?
-Sí…- respondí suspirando
-¿Qué te ha dicho?- Pregunto dante ¿No te gustaría que me las cogiera juntas a las dos?
-Sí… ella también quiere que te la cojas, pero le da pena quiere aprender más antes de entregársete…
-Pues sigue enseñándola y no le digas que ya sé que lo hacen juntas como buenas hermanitas lesbianas…
Yo solo le sonreí y lo bese, pues estaba más que dispuesta a seguir seduciendo e instruyendo a mi hermanita.
Nunca pensé que mi hermano me fuera a preguntar sobre mis aventuras con mi hermana, sin embargo me emociono saber que él estaba al tanto, tal vez fue pensar que tarde o temprano lograría poder tenernos a las dos juntas y quizá a las tres, tal y como era su objetivo. Cada vez lo vía más cercano.
No obstante antes de que mi hermano pudiera lograr su objetivo mí hermana y yo tuvimos muchas aventuras juntas, no solo en nuestra habitación pues cuando teníamos la oportunidad lo hacíamos en otros lugares de la casa, incluso en ocasiones fuera de casa. Con eso último No teníamos ningún problema pues siendo hermanas no había nada de extraño en que pasearemos de la mano o fuéramos cariñosas una con la otra. Pero el relato de esta ocasión sucedió en la casa, ya no en la habitación, pues como les había comentado antes ya nos animábamos a arriesgarnos a tener encuentros por otros lados dela casa, en esta ocasión fue en la cocina.
Habíanpasado ya varios meses desde que mi hermana y yo habíamos tenido nuestros primeros encuentros, pero eso no significa que no hayamos tenido más encuentros entre nosotras, aunque era difícil disponer de tiempo para estar con Dante y con Paola. Pero aprovechaba cualquier momento en que me quedara a solas con cualquiera de los dos para tener relaciones que siempre eran de lo más satisfactorias.
La relación con mi hermana era cada vez mejor incluso a pesar de la diferencia de edades hacíamos cosas juntas mucho más seguido. Para cuando esto paso ella ya había cumplido los 14 años y yo estaba a semanas de cumplir 18 pero a pesar de nuestras edades nuestros cuerpos se parecían bastante pues en nuestra familia las mujeres tendemos a desarrollarnos a edades más tempranas que la mayoría de nuestras compañeras. Como recordaran ambas somos morenas y de cabello oscuro, yo lo tengo lacio y mi hermana Paola rizado.
El día en cuestión mi mamá se había ido con mi hermano a hacer varios pendientes por lo que iban a tardar un mucho rato en regresar, por lo que mi hermana y yo nos quedamos solas. Hicimos de todo, nos levantamos desnudas y nos bañamos juntas, nos repasamos el rasurado de nuestros coños pues mi madre nos permitiría depilarnos hasta después de haber terminado la preparatoria, según ella antes no lo necesitaríamos realmente, con rasurarnos era suficiente para los trajes de baño si se veían vellos. Pero la verdad es que mi hermana y yo no tenemos mucho vello en el pubis o en las axilas y es casi nulo el del resto cuerpo.
Cuando salimos de bañarnos nos vestimos con blusas sin mangas y shorts cortitos para andar cómodas, nos sentamos a ver televisión un rato mientras comíamos cereal pues era todavía de mañana. Mientras veíamos la tele, empezamos a juguetear una con la otra y terminamos besándonos de nuevo y jugando con nuestros sexos, situación que siempre hacia que nos mojáramos, y obviamente nos dejada cansadas y hambrientas sobre todo porque habíamos almorzado muy ligero. Así que sabiendo que mi madre y mi hermano llegaría tarde pensamos que sería un buen detalle que preparáramos la comida para cuando ellos llegaran.
Ya en la cocina Pao y yo nos preguntábamos que podríamos cocinar, aunque nos gusta cocinar, en aquella época ella no tenía mucha experiencia en el arte culinario. Me di cuenta de que no solo tendría que enseñarla a satisfacer a un hombre sexualmente, sino también a satisfacer su hambre.
-¿Qué podemos preparar Lore?
-No sé, revisa a ver que hay en el “refri” mientras yo veo la despensa- cuando mi hermana abrió el refrigerador y se inclinó sin doblar las rodillas no pude soportar la tentación y le di una fuerte nalgada en su firme trasero.
-¡Mensa!- grito por la sorpresa, y acto seguido me dio una a mí y un poco más sonoro cuando me doble igual que ella en la alacena.
-¡Babosa! ¡No tan fuerte! Me vas a mallugar la mercancía- le dije a mi hermana y nos reímos.
Al final vimos que había filetes de pechuga de pollo y decidimos preparar milanesas, con un poco de espagueti y una ensalada; algo sencillo y rápido para Paola que era principiante. Preparamos las cosas para empanizar las pechugas, y la pasta, mientras ella cortaba los vegetales seguíamos hablando cada una a un lado de la barra de la cocina.
-¿Esto le gustara a Dante y a mi mamá?-pregunto mi hermana-
-Estoy segura que sí, mi mamá no es quisquillosa con la comida, pero ya sabes que Dante es un poquito más exigente
-No, pues eso lo sabrás tu mejor que yo… tú has de saber muuuy bien lo que le gusta a mi hermano mayor… tanto que ni lo quieres compartir.
-¡Cállate!- le dije riendo mientras le aventaba un puño de harina a las tetas que se mostraban libremente por el escote de su blusa.
Mi hermana respondió lanzándome un poco de aceite de oliva que mancho mi blusa y mis tetas, yo le avente huevo batido y Paola respondió con rodajas de jitomate, la batalla de comida continuo entre risas y ataques, hasta que le aventé pan molido que fue a caerle a Pao justo en el ojo, por lo que grito como poseída, por la sorpresa y el dolor, yo preocupada me acerque a ella a revisarle el ojo pues estaba llorando. Le abrí el ojito lastimado lo tenía rojo pero nada más grave, le empecé asoplar en el ojo para que se salieran las poquitas morusas que pudiera tener todavía.
Las dos aún estábamos suspirando por el juego, nuestros cuerpos estaban embadurnados de comida con restos de lo que nos lanzamos en nuestros pechos, cuellos y caras, por lo que nuestros cuerpos estaban húmedos y resbalosos. Ver a mi hermanita llorando como una niña tierna, frágil e indefensa me pareció excitante y mientras soplaba su ojo tome su barbilla y le levante un poco la cara para poder besarla mientras la consolaba.
Nuestro beso fue más tierno que otras veces, no era de lujuria, era de cariño y preocupación real, de amor puro, el amor que solo nace entre hermanas que comparten un secreto. Ella paro de llorar nuestros labios se fundieron y el beso tierno del principio se fue convirtiendo en un beso lleno de lujuria, en un combate de lenguas que chocaban en nuestras bocas como si fueran espadas. Al mismo tiempo nos acercamos una a la otra para poder tocar nuestros cuerpos, nuestros ardientes cuerpos que estaban cubiertos de la mezcla de comida resultante de la batalla de comida que habíamos tenido.
Mis manos resbalaban por los brazos de mi hermana y ella se había apresurado a meter sus manos por debajo de mi blusa para acariciar mi espalda. Sentía sus manos calientes recorriendo mi espalda mientras besaba mi cuello y mientras yo acariciaba sus nalgas duritas y suaves.
Mi hermana y yo nos besábamos apasionadamente, acariciando nuestros cuerpos y nuestras largas cabelleras, cuando mi hermanita tomo la iniciativa y saco uno de mi pechos de la blusa que llevaba para poner a chuparlo y repasar con su lengua mi pezón; ella sabe perfectamente que eso me vuelve loca, en muy poco tiempo la pequeña puta aprendió a conocer mi cuerpo, cosa que ni Dante pudo hacer.
Como eso me prendió y quede fuera de mí, mi hermana aprovecho para darme la vuelta e inclinarme sobre la barra, levanto la falda que llevaba y me sobó los labios vaginales con gran maestría usando su dedo medio para recorrer el canal que se formaba entre ellos, sentir el calor en mi coño contrastaba con el frio que sentía por las baldosas de azulejo donde tenía recargada mi cara. Mientras me tenía en esa posición Paola se puso de cuclillas y empezó a lamer mi intimidad, sentir su lengua húmeda y caliente en mi sexo me estremecía me hacía sentir electricidad por todo mi cuerpo que se retorcía del gusto de lo bien que mi hermanita; Paola no tardo en sentir el sabor de mis miles en su boca, que de la cantidad traspasaron la delgada tela transparente y vaporosa de mis pantaletas, pues la pequeña perrita se había convertido en un experta en hacerme venir con su lengua.
Tuve que sostenerme de la barra de la cocina lo más fuerte posible para que el orgasmo que me había provocado la hábil lengua de Paola no me tumbara. Mi hermana me volteo, nos volvimos a besar y esta vez pude sentir el sabor mi sexo y mis líquidos en su aliento. Ambas empezamos a arrancarnos la ropa de forma desesperada, hasta que quedamos completamente desnudas, las dos hervíamos en nuestro propio calor nuestros cuerpos ya estaban sudando. Estábamos demasiado calientes las dos, cuando nos quitábamos la ropa lo hacíamos sin cuidado alguno incluso nos rasguñábamos una a la otra, especialmente cuando nos quitamos completamente nuestras pantis.
Así estando las dos completamente desnudas tome a mi hermanita de la cintura y la senté en la barra con las piernas abiertas a todo lo que ella podía y trate de alcanzar alguna verdura para masturbarla, una zanahoria o algún pepino para la ensalada. Pero sentí la mano de Paola entre mi cabello que me regreso hacia ella y sonriendo empujó mi cabeza hacía su sexo, dirigió mi cara a su coño tan depilado como el mío. A mí por mi parte, me encantó que mi hermanita estuviera aprendiendo a decidir lo que le gusta, y que también estuviera tomando la iniciativa para dominarme, pero sabía que eso podría modificarse y yo podría dominarla a ella como en un principio, sería una situación muy interesante, deliciosas y perversa que ambas lucháramos por ser quien lleve la batuta.
Mi hermana lamí su coño sintiendo su delicioso sabor en mi lengua, puso sus piernas sobre mis hombros, y acaricio mi cabello apretándolo por el placer que mis caricias linguales le provocaban, mi hermana se apoyó en sus codos y dejo su sexo a mi disposición, por lo que pude acariciar también con mi s dedos sus labios exteriores que estaban hinchados y penetre su vagina con mis dedos delgados, de nuevo tenía el control sobre mi hermanita. Subí hasta sus labios para besarlos, fui recorriendo su cuerpo, hice una escala en sus pechos chupando sus pezones, u otra en su cuello, que es su punto débil, igual que el mío, y cuando llegue a su boca, nos fundimos en un beso con sabor a sexo.
Entonces ella se bajó de la barra y me subió a mí, Paola empezó a lamer mi cuerpo hasta llegar a mi coño, y lo acaricio con sus suaves dedos y lo beso, pero en lugar de concentrarse en lamerlo como yo lo había hecho, solo me sobo con sus manos y su pulgar, estimulaba mi clítoris, y empezó a besar mis nalgas mientras acariciaba mi sexo. Cuando menos lo espere mi hermanita fue acercándose a mi ano y lo lamio haciendo círculos alrededor de mi culito. Debo admitir que la sensación de sus manos en mi vagina y su lengua en mi ano hizo estragos en mí y me corrí casi de inmediato, estaba completamente empapada y sus manos quedaron embadurnadas de mis mieles, lo que ella aprovecho para introducir un solo dedo en mi ano, Al principio me iba a resistir pues la sensación al principio fue incomoda, pero después pensé que si nuestro macho algún día quería usar nuestros anos, debíamos estar preparadas. Sin embargo aunque lo disfrute mucho no paso a mayores, Paola solo me acaricio el ano y no introdujo mucho su dedo, tal vez por miedo a desgarrarme o tal vez por miedo a ensuciarse con restos de heces, mientras preparábamos la comida.
Entonces simplemente me incorpore y la bese, os besamos con pasión y nos metíamos los dedos en la boca para probar nuestros propios sabores. La ayude a que se subiera conmigo y me recosté en la barra de la cocina cabe mencionar que para esta altura nuestros cuerpos se habían embarrado de restos de comida, harina, huevo y aderezos pero eso no nos importaba incluso nos pusimos a lamer los restos de comida del cuerpo de la otra.
Me acomode acostada sobre la barra boca arriba y mi hermanita se colocó sobre mi puso su coño en mi cara para que lo lamiera, apoyada en sus pies y manos tuve acceso fácilmente al interior de su vagina pues en esa posición abría las piernas lo suficiente para que sus labios se separaran y dejaran a la vista los rosados músculos interiores de su húmeda vagina. Lamí con gusto sus jugos que ya estaban destilándose por mis atenciones, la sostuve con mis manos en sus muslos acercándola más a mi boca para chupar mejor.
Antes de que ella se cayera sobre mí la acomode sobre la barra en la misma posición que ella estaba y yo tome la posición que ella tenía, para que pudiera devolver mis atenciones. Y así lo hizo, lamia con fuerza mi vagina y me sostenía de la misma forma que yo la sostuve a ella. Lamia con fuerza y chupaba mis mieles. No saben como ansiaba en ese momento que nuestras mieles se mezclaran con la leche de mi hermano. No tarde mucho en tener otro orgasmo sintiendo como mis músculos temblaban y a punto de caer ella se incorporó y me sostuvo, las quedamos una frente al otra besándonos, mientras nuestras bocas se encontraban y nuestros coños chocaron con los muslos de la otra. Mientras con nuestras bocas compartíamos el sabor de nuestros coños con nos masturbábamos usando las piernas de la otra.
Después de besarnos hasta el cansancio, juntamos nuestros coños y los frotamos uno contra otro sentir su humedad contra mi humedad, ayudándonos con nuestras manos en el coño de la otra y entonces llego el gran orgasmo ambas empezamos convulsionar ya gritar de placer y casi nos desmayamos.
Con las pocas fuerzas que nos quedaban bajamos de la barra y así desnudas abrimos todas las ventanas de la casa pues el olor a orgasmo femenino era profundo e intenso y Dante y mi madre no tardarían en llegar. Tomamos nuestras ropas y juntas nos dirigimos al baño para limpiarnos. Entramos a la regadera y dejamos que el agua recorriera nuestros cuerpos desnudos. Solo nos quitamos los restos de comida, y el sudor y nuestros jugos que impregnaban nuestra piel, pero jugamos un poco más entre nosotras bajo el chorro de la regadera, nos besamos y acariciamos un poco más que nada para limpiarnos mejor. Salimos del baño y nos dirigimos a nuestra habitación para vestirnos con otra ropa.
Bajamos de nuevo a la cocina para limpiar un poco y terminar la comida, por supuesto de tanto en tanto nos besábamos o nos dábamos nalgaditas. Bajamos con el tiempo justo, pues cuando estábamos acabando la ensalada se escuchó llegar el auto de mamá, cerramos las ventanas rápidamente y unos instantes después entraron por la puerta principal mi hermano y mi mamá quienes se sorprendieron de que tuviéramos la mesa puesta y la comida casi lista.
-Niñas me muero de hambre, que lindas en haber preparado la comida- dijo mi madre.
Mamá se acercó nosotras para darnos un beso, sin embargo en ese momento caí en cuenta de que nos lavamos el cuerpo y limpiamos la cocina, pero no nos lavamos la boca y aún tenía el sabor de nuestros coños en nuestras bocas. Mamá se acercó más y me beso primero a mí y luego a mi hermana, habría sido imposible que no percibiera el aroma de nuestras bocas, pero no reacciono ni nada. Solo nos abrazó a ambas poniendo cada uno de sus firmes brazos sobre nuestros hombros quedando ella en el centro.
Nosotras solo sonreímos y mi hermano no comento nada, hacia unos meses que había empezado air al gimnasio a hacer crossfit y sus cuerpo estaba empezando a cambiar, sus músculos crecían y se ponían firmes, se notaba la diferencia, ya no era aquel muchacho delgado que me follo en la regadera. El solo hizo una mueca y mi madre le dijo
-Habibi, no les vas a decir nada a tus hermanas que nos prepararon de comer.
-Gracias princesas- dijo, mi hermano como sin ganas. Honestamente que mi hermano nos llamara así nos emocionaba mucho a las dos.
Nos sentamos a comer los cuatro y después de comer Dante nos agradeció con más ganas, nos volvió a llamar princesas y se paró para darnos un beso a cada una, demasiado cerca de nuestros labios como para que mamá no lo notara, pero ella solo dijo:
-Que buenos hijos tengo, se ven tan adorables cuando se demuestran cariño en vez de pelear.-
Si mi madre supiera…